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Enrique Bigné Universidad de Valencia Avda. Tarongers s/n 46022 Valencia (Spain) Tel: 0034 963828312 Enrique.Bigne@uv.es Rosa María Rodríguez-Artola Universitat Jaume I Campus Riu Sec s/n 12071 Castellón de la Plana (Spain) Tel: 0034 964387120 artola@emp.uji.es 1 EL PAPEL MODERADOR DEL CONOCIMIENTO PREVIO EN LA COMPRA DE PRODUCTOS FORÁNEOS: EFECTO DEL LUGAR DE ORIGEN. Abstract Today, with more than 1000 papers published on the topic (Usunier, 2006; Heslop et al., 2008), we can say that the place of origin of the product is a variable able to influence on the different stages of a purchasing process. However, due to its dynamic character, the depth, magnitude and sense of its effects depend on a series of factors of very diverse nature. The nature and the way to influence in the evaluation of a particular product of one of these factors is the main question to deal in this study. Specifically, the previous knowledge individuals have both product category and its place of origin. Resumen Hoy, con más de 1000 trabajos publicados (Usunier, 2006; Heslop et al., 2008), se puede afirmar que el origen de los productos es una variable capaz de influir sobre las diferentes fases del proceso de compra que sigue un individuo. No obstante, los efectos que provoca tienen un carácter dinámico y su profundidad, magnitud y sentido dependen de factores de muy diversa índole. La naturaleza y la forma en la que actúa uno de estos factores es la cuestión clave a tratar en este trabajo. En concreto, el conocimiento previo que los individuos tienen tanto de la categoría de producto como de su lugar de origen. Key Words: Place of origin, previous knowledge, image, stereotype 2 1. Introducción Hoy, con más de 1000 trabajos publicados (Usunier, 2006; Heslop et al., 2008), se puede afirmar que el origen de los productos es una variable capaz de influir sobre las diferentes fases del proceso de compra que sigue un individuo. No obstante, los efectos que provoca ni son un fenómeno universal ni se mantienen constantes. Muy al contrario, al igual que ocurre con cualquier otro factor determinante del comportamiento del consumidor, dichos efectos tienen un carácter dinámico y su profundidad, magnitud y sentido dependen de una serie de factores de muy diversa índole. Su estudio cobró fuerza desde los 60 pero sigue vigente, generando todavía controversia (Zeugner-Roth y Diamantopoulos, 2010). Liefeld (1993) lo corroboró en el meta-análisis que llevó a cabo donde señaló que la naturaleza y la fuerza de los efectos que causa el ser conocedor del origen del producto dependen de factores como el tipo de producto objeto de evaluación (en cuanto a su naturaleza y categoría), el perfil tanto socio-demográfico como psicológico de los individuos y el conocimiento previo que tenga el individuo con respecto al producto o su categoría así como su experiencia con el mismo, entre otros. El estudio de las categorías de productos poco conocidos y de compra esporádica no ha sido frecuente en la investigación sobre lugar de origen de los productos. Tan solo aproximaciones parecidas han medido el grado de conocimiento de la categoría a través de la familiaridad (Jiménez y San Martín, 2010) o bien han analizado productos tecnológicamente complejos (Admed y D’Astous, 2008), pero no ambos al mismo tiempo o solo en productos complejos pero no tecnológicamente. La naturaleza y la forma en la que actúa uno de estos factores es la cuestión clave a tratar en este trabajo. En concreto, el conocimiento previo que los individuos tienen tanto de la categoría de producto como de su lugar de origen ha sido analizado en otros estudios pero no en productos de compra compleja, como es el caso en este trabajo. Así, en una primera parte se lleva a cabo una breve revisión de la literatura en relación a este factor y se proponen las hipótesis de trabajo. A continuación, se detalla la metodología seguida al realizar el trabajo de campo. Y finalmente, se presentan los resultados obtenidos y las principales conclusiones que de ellos se obtienen. 3 2. Revisión de la literatura e hipótesis de trabajo 2.1. El conocimiento previo como variable moderadora Un elemento crucial para el procesamiento de la información, dentro del modelo de comportamiento del individuo como consumidor, lo constituye la cantidad de información relevante que dicho individuo tiene almacenada en su memoria, es decir, el conocimiento previo1 que ya posee (Brucks, 1985). Así, desde una perspectiva conceptual, se ha argumentado que el conocimiento previo no sólo facilita la adquisición de nueva información sino también el uso de la ya existente (Park y Lessig, 1981). En este sentido, son varios los autores que han examinado el efecto que dicho conocimiento previo puede tener sobre las diferentes actividades del procesamiento de la información que lleva a cabo un individuo cuando está asumiendo el papel de consumidor (Bettman y Park, 1980; Brucks, 1985; Rao y Monroe, 1988; Rao y Sieben, 1992; Yi, 1993; Peracchio y Tybout, 1996; Bei y Widdows, 1999; Chiou, 2003; Cowley y Mitchell, 2003; Laroche, Bergeron y Goutaland, 2003; Park y Moon, 2003; Ibáñez, Luque y Rodríguez, 2004). Como resultado de todo ello, se puede concluir que el conocimiento previo que posee el consumidor ha sido entendido como un factor moderador (Rao y Monroe, 1988; Eroglu y Machleit, 1989; Johansson, 1989; Samiee, 1994), considerado además tradicionalmente como un constructo unidimensional con el que se hace referencia a la familiaridad que el individuo tiene con el producto que desea adquirir (Zaichkowsky, 1985). 2.2. El conocimiento previo de la categoría de producto Gran parte de las investigaciones que abordan la toma de decisiones del consumidor han puesto de manifiesto la importancia del papel moderador que puede ejercer el nivel de conocimiento previo alcanzado por un individuo de una determinada categoría de producto y cómo éste puede afectar o influir en la habilidad para buscar y entender la información relativa a dicha categoría, así como a su comportamiento en la toma de decisiones acerca de qué producto comprar y cómo utilizarlo (Rao y Monroe, 1988; Raju et al., 1995; Lee y Lou, 1996; Cordell, 1997; Phau y Suntornnond, 2006; Ahmed y d’Astous, 2008). 1 De este mismo modo, ya lo interpretaba Platón hace más de 2.300 años (siglo IV a.c.) cuando afirmaba en una de sus teorías que el conocimiento no es otra cosa que recuerdo 4 En este sentido, parece obvio que una mayor familiaridad con el producto implica una mayor posesión de conocimiento (al menos de carácter subjetivo) y por tanto, una mayor capacidad para procesar nueva información. Incluso se podría afirmar, dada la revisión hecha a la literatura (Srull, 1983; Mitchell y Dacin, 1996; Söderlund, 2002), que los individuos con mayor número de experiencias se distinguen de los noveles en la cantidad, contenido y organización del conocimiento (nivel de conocimiento objetivo). Así pues, cuanto mayor es la familiaridad, mayor es el conocimiento que se tiene sobre un mayor número de atributos (Rao y Monroe, 1988) y resulta mejor el desarrollo de estructuras de conocimiento o esquemas sobre el producto (Marks y Olson, 1981). De este modo, la experiencia previa con la categoría puede servir como guía en los procesos de evaluación del producto (Fiske, 19822). Y puede llevar a que, en función del grado de experiencia alcanzado previamente por el individuo, el esfuerzo cognitivo sea diferente. Este hecho puede ser además el que justifique la forma de U invertida (Bettman y Park, 1980; Park y Lessig, 1981; Johnson y Russo, 1984; Rao y Monroe, 1988; Rao y Sieben, 1992; Fiske, Luebbehusen, Miyazaki y Urbany, 1994; Lee y Ganesh, 1999) que se ha evidenciado en la literatura, en relación a los efectos que puede causar el conocimiento previo que tenga un individuo sobre la búsqueda externa de información. De forma más detallada, y sobre la base de los razonamientos desarrollados en relación con esta visión (ver Rao y Monroe, 1988; Lee y Ganesh, 1999; Josiassen, Lukas y Whitwell, 2008), se sostiene que: 1. Los consumidores poco familiarizados con determinada categoría de producto y por tanto, con un menor conocimiento previo, tienen una capacidad muy limitada para procesar grandes volúmenes de información sobre los atributos intrínsecos del producto, lo que potenciará la utilización de categorías y/o estereotipos (y la actitud asociada a éstos) como indicadores o señales de la calidad del producto. En esta situación, el lugar de origen, considerado como una de esas posibles señales que permite activar dicha categoría (y por tanto, su actitud y el conocimiento asociados a la misma), daría lugar a un efecto “halo” sobre las creencias respecto al resto de los atributos del producto. 2. A medida que los consumidores ganan experiencia, y por tanto, familiaridad y conocimiento con la categoría de producto, éstos desarrollan sus estructuras cognitivas, 2 Citado en Sujan (1985), Ibáñez y Luque (2002) e Ibáñez, Luque y Rodríguez (2004) 5 lo que mejora su capacidad de interpretar y comprender la información relativa a los atributos del producto. No obstante, los consumidores con un nivel moderado de conocimiento de la categoría de producto pueden no haber desarrollado aún la capacidad de relacionar ciertos atributos del producto con determinados niveles de calidad. Por lo tanto, cabe esperar que, en tales circunstancias, los consumidores confíen fundamentalmente en un procesamiento exhaustivo de la información relativa a los aspectos intrínsecos del producto (Rao y Monroe, 1988), en detrimento de sus atributos extrínsecos como el lugar de origen. Así, los sujetos con un conocimiento previo moderado parecen estar más capacitados para la realización de esfuerzos cognitivos, como la búsqueda de información, que los que tienen menos. Y al mismo tiempo, más motivados que quienes les superan en conocimiento para realizar esta misma tarea (Bettman y Park, 1980; Rao y Monroe, 1988). 3. Finalmente, la parte descendente de la curva se explica porque los sujetos muy familiarizados con la categoría y por tanto, con mayor conocimiento previo, al poder ser eficientes sin tener que realizar un importante esfuerzo cognitivo, limitan su búsqueda (Bettman y Park, 1980; Brucks, 1985). Es decir, cuando los consumidores alcanzan un nivel elevado de familiaridad con el producto, éstos pueden confiar en el uso de claves heurísticas de evaluación (en un procesamiento basado en la categoría) porque su experiencia y conocimiento, les permite concentrar su atención en aquella información que resulta más relevante para la evaluación y reducir así, su esfuerzo cognitivo. En estas circunstancias, cabe esperar que la realización de un procesamiento de la información basado en la categoría dé lugar a una transferencia directa al producto de la actitud asociada a la categoría activada por una clave como el lugar de origen (produciéndose así el efecto “constructo resumen”). Así pues y a modo de resumen, se podría concluir que los individuos que menos esfuerzo cognitivo realizan son aquellos que creen saber o mucho o muy poco sobre una determinada categoría de producto, aunque eso sí, por distintas razones (Park y Lessig, 1981; Rao y Monroe, 1988). 6 Se entiende pues, que aquellos consumidores que reconocen tener un nivel bajo de conocimiento en una determinada categoría de producto, tendrán que realizar una mayor búsqueda externa de información y por tanto, realizar un mayor esfuerzo cognitivo. De forma que, con el objetivo de no incrementar en exceso tales costes de búsqueda (Urbany, Dickson y Wilkie, 1989), dichos individuos recurrirán a señales como el lugar de origen y optarán por llevar a cabo un procesamiento de la información a través de una ruta periférica. Por tanto, si no se posee familiaridad con la categoría de producto, el papel del lugar de origen del producto es mas relevante (Jiménez y San Martín, 2010) Igualmente se observa que los consumidores, que saben o creen saber mucho sobre la categoría del producto que desean comprar, limitan las características sobre las que indagan y por tanto, reducen sus esfuerzos de búsqueda externa de información (Rao y Sieben, 1992) haciendo uso de claves heurísticas como el lugar de origen de los productos. En base a todo ello, se plantean las siguientes hipótesis: H1a: “Ante condiciones de baja familiaridad con la categoría de producto, la imagen percibida global que se tiene de un determinado lugar es utilizada como señal de calidad de los productos y procesada a través de una ruta periférica, incidiendo directamente en la preferencia de compra expresada” H1b: “Ante condiciones de familiaridad media con la categoría de producto, los individuos procesan la información relativa al lugar de origen de los productos siguiendo la secuencia cognitivo-afectiva tradicional, es decir, a través de una ruta central” H1c: “Ante condiciones de alta familiaridad con la categoría de producto, la imagen percibida que se tiene de los productos procedentes de un determinado lugar es utilizada como clave heurística por los individuos y procesada a través de una ruta periférica, incidiendo directamente en la preferencia de compra expresada” 2.3. El conocimiento previo del lugar de origen del producto 7 Por otro lado y junto a los efectos que puede provocar el tener un mayor o menor conocimiento previo de la categoría de producto, el conocimiento previo que se tenga del lugar de origen de dicho producto puede jugar también un papel importante durante el transcurso de un proceso de compra. Así, dependiendo del nivel de conocimiento que tenga el individuo con dicho lugar, el uso que se haga de tal información puede ser muy distinto (Lee y Ganesh, 1999) y obviamente, bajo determinadas circunstancias, se puede dar el caso de que sus efectos lleguen a ser muy importantes. No obstante y a pesar de que tal posibilidad existe, el papel moderador del conocimiento previo del lugar de origen ha sido escasamente investigado. Así, por ejemplo, se ha evidenciado que la familiaridad del consumidor (experiencia acumulada) con un lugar en particular conduce obviamente a un mayor conocimiento de dicho lugar y normalmente también, a un mayor conocimiento de sus productos. Es más, tal familiaridad puede facilitar aún más a los individuos identificar correctamente el lugar de origen de un producto en particular. Por otro lado, la literatura ha corroborado que ante la falta de familiaridad con un producto, lo más probable es que su evaluación esté vinculada a los estereotipos culturales que se tengan de su lugar de origen (Maheswaran, 1994; Gürhan-Canli y Maheswaran, 2000; d’Astous, Voss, Colbert, Caru, Caldwell y Courvoisier, 2008). No obstante, también ha evidenciado lo contrario. Es decir, los individuos, aún no estando familiarizados con el producto, pueden ser capaces de inferir su calidad sin tener que recurrir al uso de estereotipos. Sería el caso, por ejemplo, de individuos familiarizados no con ese producto pero sí con otros productos procedentes de ese lugar, y por tanto, individuos que habrían desarrollado una serie de creencias personales en torno a los atributos de los productos procedentes de dicho lugar. En este sentido, lo lógico es afirmar que la relación entre evaluación del producto y estereotipos del lugar decrece cuanta mayor familiaridad existe con los productos procedentes de dicho lugar. No obstante, tampoco se cree que tales estereotipos, dado que existen en todo caso, dejen de tener algún tipo de influencia. Si tomamos en consideración las conclusiones del trabajo de Janda y Rao (1997), se podría sugerir que ante la evaluación de un producto, el lugar de origen puede influir a través de dos vías distintas en la formación de la estructura cognitiva (imagen) de dicho producto. Así pues, estos autores sugieren que la visión que un individuo tenga de un lugar será el resultado de un 8 conjunto de creencias basadas en experiencias personales (siempre que existan) y/ o del total de imágenes que acumule de sus gentes y de los aspectos sociales, económicos y políticos del lugar en cuestión. De este modo, puede ocurrir que el individuo no tenga experiencia con un lugar y tampoco con sus productos y sin embargo, si tenga una imagen de ese lugar de origen que ha construido en base a la información que a lo largo de su vida le ha ido llegando acerca de ese lugar (ya sea a través de la educación que ha recibido, de las experiencias directas que le han transmitido familiares, amigos... o de lo que ha logrado percibir a través de los diferentes medios de comunicación, entre otras fuentes) y que en cierta manera, puede responder al estereotipo cultural imperante. Dicho de otro modo, muchos individuos llevan a cabo evaluaciones de productos en base a sus lugares de origen aún cuando nunca han estado en ellos o no han tenido ningún tipo de experiencia directa y lo hacen porque guardan en su mente una imagen de ese lugar (Andaleeb, 1995). En este sentido, lo que ocurre es que la falta de experiencia directa y de conocimiento obliga a que la evaluación del producto tenga que hacerse en base a la imagen estereotípica del lugar, dado que el individuo no ha podido desarrollar una estructura cognitiva propia en base a sus creencias personales. Es más, incluso algunos autores como Linville (1982)3 opinan que es bajo tales circunstancias (es decir, con individuos menos familiarizados con el lugar de origen) cuando los efectos del lugar de origen sobre la evaluación del producto son mayores. Por otro lado, estaría el caso de los individuos que sí tienen experiencia con el lugar y/ o con los productos de un determinado lugar (dado que aún no habiendo estado en dicho lugar se es consciente de que se ha hecho uso o consumo de productos de ese origen). En este caso, se podría afirmar que tales individuos no sólo tienen una imagen de ese lugar de origen en general sino que también tienen una imagen de los productos procedentes de dicho lugar, dado que han podido desarrollar estructuras cognitivas personales propias y no basadas únicamente en estereotipos. Así, el hecho innegable de que estereotipos y creencias personales son estructuras cognitivas distintas implica, que con respecto a la percepción del lugar de origen en la evaluación de un producto, ambas estructuras influirán en la formación de la imagen del producto. 3 Citado en Lee y Ganesh (1999) 9 En este sentido, debe señalarse también que los estereotipos y creencias personales pueden abarcar desde un nivel muy genérico a un nivel muy específico, ser fuertes o débiles y positivos o negativos. Y que tales dimensiones (su generalidad o especificidad, su grado de fortaleza o debilidad y su naturaleza positiva o negativa) serán importantes para determinar cuál de las dos estructuras cognitivas tendrá un mayor peso o preferencia en la formación de la imagen y posteriormente, en la evaluación del producto. En base a todo ello, se formulan las siguientes hipótesis: H2a: “Cuanto mayor sea el conocimiento que se tenga de un determinado lugar, menor será la influencia que su imagen estereotipada tendrá en el proceso de evaluación de un producto procedente de ese lugar” H2b: “Cuanto mayor sea el conocimiento que se tenga de los productos originarios de un determinado lugar, menor será la influencia que su imagen estereotipada tendrá en el proceso de evaluación de un producto procedente de ese lugar” 3. Diseño de la investigación Con respecto a la metodología seguida, en primer lugar se muestra la ficha técnica del estudio (tabla 1). Tabla 1 Ficha técnica del estudio Universo Consumidores mayores de edad residentes en España Muestra 438 individuos (194 en Barcelona, 132 en Sevilla y 112 en Castellón) Procedimiento de muestreo Aleatorio con cuotas para cada ciudad y estratificado por sexo y edad Error muestral 4,7% para un 95% de nivel de confianza Método empleado Encuesta personal cara a cara Trabajo de campo Entre diciembre de 2007 y febrero de 2008 10 En segundo lugar, debe señalarse que el trabajo empírico ha tomado como objeto de estudio el producto cerámico. Frente a la gran cantidad de trabajos basados en productos de gran consumo, la cerámica constituye un producto de compra no frecuente y por tanto elaborada en la medida en que los individuos poseen bajos niveles tanto de experiencia como de conocimiento y por tanto, con la que no se encuentran familiarizados. Además, los lugares objeto de análisis seleccionados han sido Italia y Turquía: (1) por ser dos de los países europeos más importantes en producción cerámica a nivel mundial y (2) porque siempre resulta interesante tomar conciencia de la imagen que se tiene de otras industrias competidoras a la española que se sitúa entre las tres más importantes por producción (Ascer. Con respecto a la medición de las variables, cabe señalar que para todas ellas se han utilizado escalas tipo Likert de 11 puntos (donde 0 significaba totalmente en desacuerdo y 10 totalmente de acuerdo), habiéndose recurrido para su diseño a la literatura existente (ver tabla 2). Tabla 2 Escalas de medición empleadas CONSTRUCTO Imagen percibida global de un lugar (IMAGLOBLUG) DIMENSIONES CARÁCTER Nº ITEMS REFERENCIAS Imagen económicotecnológica Reflectivo 6 Martin y Eroglu (1993) y Li, Fu y Murray (1997) Imagen sociopolítica y cultural Reflectivo 9 Imagen percibida de la totalidad de productos procedentes de un lugar (IMAPRODLUG) Unidimensional Reflectivo 6 Imagen percibida de una categoría de producto específica procedente de un lugar (IMACATLUG) Unidimensional Reflectivo 6 Actitud del individuo hacia la compra (PREF) 1 11 Parameswaran y Yaprak (1987), Heslop y Papadopoulos (1993), Martin y Eroglu (1993), Parameswaran y Pisharodi (1994; 2002), Li, Fu y Murray (1997), Knight, Spreng y Yaprak (2003) y Pereira, Hsu y Kundu (2005) Nagashima (1970; 1977), Jaffe y Nebenzahl (1984), Johansson y Nebenzahl (1986), Parameswaran y Yaprak (1987), Han y Terpstra (1988), Han (1989), Papadopoulos et al. (1990a; 1990b), Roth y Romeo (1992), Heslop y Papadopulos (1993), Johansson et al. (1994), Ahmed y d’Astous (1996), Häubl (1996), Li, Fu y Murray (1997), Knight y Calantone (2000), Watson y Wright (2000) Nagashima (1970; 1977), Jaffe y Nebenzahl (1984), Johansson y Nebenzahl (1986), Parameswaran y Yaprak (1987), Han y Terpstra (1988), Han (1989), Papadopoulos et al. (1990a; 1990b), Roth y Romeo (1992), Heslop y Papadopulos (1993), Johansson et al. (1994), Ahmed y d’Astous (1996), Häubl (1996), Li, Fu y Murray (1997), Knight y Calantone (2000), Watson y Wright (2000) Dodds, Monroe y Grewal (1991), Watson y Wright (2000) Y por último, con objeto de concretar el grado de conocimiento que tienen los individuos respecto a los lugares que se han considerado en el estudio (Italia y Turquía) y sus productos, se optó por preguntar directamente al encuestado si había estado alguna vez en cada uno de esos lugares y si era consciente de haber usado o consumido productos procedentes de esos lugares. Se trataba de una medida directa 4. Análisis y discusión de resultados A continuación, se procede a analizar y discutir el efecto moderador que puede ejercer el conocimiento previo del individuo en la elaboración de las diferentes respuestas que la imagen del lugar de origen puede provocar a lo largo de un proceso de compra. Para ello, se ha tenido en cuenta que dicho conocimiento puede ser tanto de la categoría de producto como del lugar de origen del mismo. Empezando pues, por la variable moderadora conocimiento previo de la categoría de producto, se ha procedido en primer lugar a dividir la muestra total en tres submuestras4. Así, se ha obtenido una primera submuestra compuesta por 134 individuos que se definen a sí mismos como individuos poco familiarizados con los productos cerámicos, una segunda formada por 178 individuos que manifiestan tener una familiaridad media con tales productos y una tercera, donde los 126 individuos que la componen se han identificado como individuos altamente familiarizados con la categoría de producto. Una vez dividida la muestra, se ha procedido al contraste de hipótesis teniendo en cuenta los dos países considerados. Del tratamiento de los datos se han obtenido seis modelos causales que a continuación se procede a comentar. No obstante, antes de nada, debe señalarse que en los siguientes modelos todos los parámetros que van a determinar las relaciones entre las variables van a ser siempre significativos, dado que los valores t asociados a los mismos van a ser siempre superiores a 1,96. Y en todos ellos, se observa que la probabilidad asociada a la Chi cuadrado es superior a 0,05 y los índices RMSEA, GFI y AGFI satisfactorios, por lo que se puede afirmar que todos y cada uno de los ajustes efectuados son adecuados. 4 En la teoría se señala que son tres los grupos de individuos que responden de manera distinta en función de su grado de conocimiento (bajo, medio o alto). De este modo, a los encuestados se les pidió que indicaran su grado de familiaridad con los productos cerámicos (sabiendo que 0 significaba nada familiarizados y 10 muy familiarizados) y los tres grupos se obtuvieron agrupando las respuestas de los encuestados de la siguiente manera: (1) conocimiento bajo: puntuaciones entre 0 y 3, (2) conocimiento medio: puntuaciones entre 4 y 6 y (3) conocimiento alto: puntuaciones entre 7 y 10. 12 En cuanto a la interpretación de los resultados, lo primero que llama la atención es una evidente diferencia entre aquellos modelos obtenidos a partir de las respuestas dadas por la submuestra de individuos que manifiestan una baja familiaridad con los productos cerámicos, los que se obtienen con las de la submuestra de los que manifiestan un conocimiento medio y los que se obtienen con las de la submuestra de los que se sienten altamente familiarizados con los mismos. Es decir, tanto ante condiciones de baja como de alta familiaridad y para los dos orígenes considerados, se observa una influencia directa de la imagen percibida global del lugar de origen sobre la preferencia expresada por los individuos para adquirir productos cerámicos procedentes de dicho lugar. No obstante, dicha influencia es distinta según se trate de baja o alta familiaridad. Es decir, ante condiciones de baja familiaridad es la dimensión sociopolítica y cultural de la imagen percibida global del lugar de origen, la que influye directamente sobre la preferencia de compra mientras que para los casos en los que se presume de alta familiaridad, es la componente más racional, la dimensión económico-tecnológica, la que influye directamente sobre la preferencia de compra expresada. 13 Tales resultados permiten validar por un lado, lo ya postulado por la literatura y aceptar las hipótesis H1a y H1c, que habían sido formuladas en este sentido. Y es que se confirma que los individuos que reconocen tener un nivel bajo de conocimiento en una determinada categoría de producto, tratando de no incrementar en exceso su esfuerzo cognitivo, recurren a señales como la imagen del lugar de origen en sus procesos de compra y optan por llevar a cabo un procesamiento de la información no sólo siguiendo la secuencia cognitivo-afectiva tradicional sino recurriendo también a una ruta periférica. Igualmente, los consumidores que saben o creen saber mucho sobre la categoría del producto que desean comprar, limitan las características sobre las que indagan y por tanto, reducen sus esfuerzos de búsqueda externa de información haciendo uso de claves heurísticas como el lugar de origen de los productos. Así pues, también los individuos altamente familiarizados optan por el uso de una ruta periférica. Por otro lado, aunque únicamente se ha confirmado en el caso de Italia, son los individuos que manifiestan tener un nivel moderado de familiaridad con la categoría de producto, los únicos que no recurren al empleo de “atajos cognitivos”, siguiendo únicamente para procesar la información la secuencia cognitivo-afectiva tradicional. La excepción pues aparece en el caso de Turquía, donde se evidencia una influencia directa de la dimensión sociopolítica y cultural de la imagen percibida global del lugar de origen sobre la preferencia de compra expresada por el individuo. Es más, también se observa una influencia directa de la dimensión económico-tecnológica sobre la imagen que el individuo tiene de los productos cerámicos turcos. Tales influencias pueden encontrar explicación en la fuerza con la actúa la imagen estereotipada del país. Es decir, independientemente del nivel de conocimiento que se tenga del producto se puede dar el caso de que la imagen estereotipada 14 domine y por tanto, influya directamente en la preferencia expresada por el individuo a través de procesos diferentes a la secuencia cognitivo-afectiva. Por todo ello, la hipótesis H1b sólo la podemos aceptar parcialmente. Con respecto al papel moderador del conocimiento previo del lugar de origen del producto, se incluye en primer lugar un análisis de carácter descriptivo hecho a los dos ítems con los que se ha medido esta variable moderadora (ver tabla 3). De su observación se intuye una importante falta de experiencias propias entre los encuestados con respecto a Turquía, lo que lleva a pensar que es muy probable que la imagen que estos individuos tengan de este lugar sea una imagen estereotipada. Mientras que en el caso de Italia aunque el número de visitas realizadas apenas supera el 45%, lo cierto es que la importante experiencia manifestada en el consumo de sus productos hace más que probable que la imagen que los individuos tengan de este país esté basada en sus experiencias propias más que en los estereotipos imperantes. Tabla 3 Análisis descriptivo del nivel de conocimiento previo del lugar de origen del producto Países N No Visitas realizadas % N Sí % N Consumo de productos No Sí % N % Italia 238 54,3 200 45,7 65 14,8 373 85,2 Turquía 387 88,4 51 11,6 260 59,4 178 40,6 Además, si observamos los modelos globales contrastados, se evidencia que es en el caso de Turquía donde se produce la influencia de la imagen estereotipada en el proceso de evaluación, dado que es en este caso donde se observa una influencia directa de la dimensión sociopolítica y cultural de la imagen percibida global de un lugar sobre la preferencia de compra expresada. Mientras que en el caso de Italia, esta influencia directa no se da. Tales evidencias nos llevan a aceptar la hipótesis H2a, donde se proponía que cuanto mayor fuera el conocimiento que se tuviera de un determinado lugar, menor sería la influencia que su imagen estereotipada tendría en el proceso de evaluación de un producto procedente de ese lugar. 15 Y también la hipótesis H2b, en la que se proponía que cuanto mayor fuera el conocimiento que se tuviera de los productos originarios de un determinado lugar, menor sería la influencia que su imagen estereotipada tendría en el proceso de evaluación de un producto procedente de ese lugar. Así, en el caso de Italia se observa cómo la imagen que los individuos tienen de sus productos en general influye directamente y de forma intensa (0,68) en la elaboración de la imagen de su producto cerámico. 5. Conclusiones A modo de conclusión y con respecto al nivel de conocimiento previo de la categoría de producto podemos afirmar que tanto ante condiciones de baja como de alta familiaridad y para los dos orígenes considerados, existe una influencia directa de la imagen percibida global del lugar de origen sobre la preferencia expresada por los individuos para adquirir productos cerámicos procedentes de dicho lugar. Influencia que no tiene lugar bajo condiciones de familiaridad media (aunque sólo en el caso de Italia). No obstante, dicha influencia es distinta según se trate de baja o alta familiaridad. Es decir, ante condiciones de baja familiaridad es la dimensión sociopolítica y cultural de la imagen percibida global del lugar de origen, la que influye directamente sobre la preferencia de compra mientras que para los casos en los que se presume de alta familiaridad, es la componente más racional, la dimensión económicotecnológica, la que influye directamente sobre la preferencia de compra expresada. Los resultados obtenidos se sitúan en línea con los de otros trabajos (Admed y D’Astous, 2008; 16 Josiassen, Lukas and Whitwell, 2008), si bien en un entorno diferente de productos y países. Por otro lado, en relación al papel moderador del conocimiento previo del lugar de origen del producto, se ha evidenciado que es en el caso de Turquía donde se produce la influencia de la imagen estereotipada en el proceso de evaluación. Ya que es en este caso en el que se ha observado una influencia directa de la dimensión sociopolítica y cultural de la imagen percibida global de un lugar sobre la preferencia de compra expresada, mientras que en el caso de Italia (donde el nivel de conocimiento previo es alto) esta influencia directa no se ha dado. Asimismo, se ha evidenciado en el caso de Italia cómo la imagen de sus productos en general (elaborada en base a las experiencias personales de los individuos) influía de forma intensa en la elaboración de la imagen de su producto cerámico. Todo ello nos permite concluir que la visión que un individuo tiene de un lugar es el resultado de un conjunto de creencias basadas en experiencias personales (siempre que existan) y/ o del total de imágenes que acumule de sus gentes y de los aspectos sociales, económicos y políticos del lugar en cuestión. En este sentido, la familiaridad del consumidor (experiencia acumulada) con un lugar en particular conduce a un mayor conocimiento de dicho lugar y normalmente también, a un mayor conocimiento de sus productos mientras que la falta de experiencia directa y de conocimiento obliga a que la evaluación del producto tenga que hacerse en base a la imagen estereotípica del lugar, dado que el individuo no ha podido desarrollar una estructura cognitiva propia en base a sus creencias personales. Así pues, la relación entre evaluación del producto y estereotipos del lugar decrece cuanta mayor familiaridad existe con los productos procedentes de dicho lugar. Aunque tampoco se cree que estos estereotipos, dado que existen en todo caso, dejen de tener algún tipo de influencia. 6. Referencias bibliográficas AHMED, S.A. y D’ASTOUS, A. (1996): “Country of origin and Brand effects: a multidimensional and a multi-attribute study”, Journal of International Consumer Marketing, 9 (2), 93-115. 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