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La Ratonera Enero 2007 ISSN 1578-2514 9 771578 251002 19 19 Sumario La Ratonera Revista asturiana de teatro Nº 19. Enero de 2007 Dirección Roberto Corte Pedro Lanza Redacción Francisco Díaz-Faes Boni Ortiz Eva Vallines José Luis Campal Edita ORIS Teatro Av de La Vega 67, 2º 33940 El Entrego (Asturias) Teléfono: 652869861 info@la-ratonera.net Recepción de artículos y correspondencia Av de Portugal 9, 3º D 33207 Gijón (Asturias) redaccion@la-ratonera.net Correctora Eva Vallines Diseño y maquetación Pedro Lanza Foto de portada: Roberto Tolín ISSN 1578-2514 Dep. Legal: AS-4093-2000 Impresión: Ápel (Gijón) www.la-ratonera.net 3 4 10 20 22 25 26 31 32 34 36 42 49 54 65 72 75 79 108 114 119 123 131 137 138 142 Editorial: La urgente necesidad de convenio Con Marilyn de estreno y con Jorge Moreno. Roberto Corte King Richard: Entrevista a Laura Iglesia. Eva Vallines Crítica de King Richard. Roberto Corte Revuelta n’Asturies, ¡por fin! R. C. Gala del Teatro 2006 Mari Juani: el viaje a alguna parte. Boni Ortiz Que no lo tape el maquillaje. Boni Ortiz Maliayo Teatro y Juan Jurado. José Luis Campal Fernández “Matar y matarse es un error”. José Luis Campal Fernández Un nuevo espacio para la ESAD. Lepoldo Pumarino Entrevista a Jorge Eines. Gemma de Luis Organizar la fantasía. Aldo Rubén Pricco Palabras para Samuel Beckett. José Luis Campal Fernández Madrid: Festival de Otoño. Julio Rodríguez Blanco La papelera de Eurípides (VI). José Luis Campal Fernández Ernesto Caballero, obra a obra. José Luis Campal Fernández Texto: Sentido del deber. Ernesto Caballero Paloma Pedrero repasa su obra. José Luis Campal Fernández López Mozo dramatiza el 11-S. José Luis Campal Fernández Teatro y comunicación. Fran Núñez Alonso Carlos Converso, titiritero. Lupe Morán Festival de Payasos de Cornellá. Francisco Martín Medrano Semblanza: José Antonio Lobato Libros y revistas Breves Este número se realiza con la colaboración de: Editorial ENERO Oviedo Viernes 12 TÍTERES DE MARÍA PARRATO · Ping. El pájaro que no sabía volar (Castilla-León) Viernes 19 DESGUACE TEATRO · Cuentos de pan y pimiento (Andalucía) Viernes 26 KAMANTE TEATRO · ¡Que viene el lobo! (Asturias) FEBRERO Viernes 2 LA CANICA TEATRO DE TÍTERES · El elefantito (Madrid) Gijón Centro Cultural Cajastur Colegiata San Juan Bautista 17.00 h y 19.00 h ENERO Sábado 13 TÍTERES DE MARÍA PARRATO · Ping. El pájaro que no sabía volar (Castilla-León) Sábado 20 DESGUACE TEATRO · Cuentos de pan y pimiento (Andalucía) Sábado 27 KAMANTE TEATRO · ¡Que viene el lobo! (Asturias) FEBRERO Sábado 3 LA CANICA TEATRO DE TÍTERES · El elefantito (Madrid) Sala Cultural Cajastur Plaza Gervasio Ramos s/n 18.00 h La Ratonera / 19 ENERO Langreo Domingo 14 TRAS LA PUERTA · Ruperto y Mariquita: un amor que te parte la cabeza (Asturias) Domingo 21 DESGUACE TEATRO · Cuentos de pan y pimiento (Andalucía) Domingo 28 FALCATRÚA · Albricias (Galicia) FEBRERO Domingo 4 ARTE FUSIÓN · Cuentos sin cuentos (Cataluña) Centro Cultural Cajastur Jerónimo Ibrán 10 18.00 h (*10.00 h y 12.00 h en funciones escolares) ENERO Mieres Domingo 14 - Lunes 15* ACHIPERRE COOP. TEATRO · Enrique V (Castilla-León) Domingo 21 - Lunes 22* TEATRO LA TARTANA · El niño y los sortilegios (Madrid) Domingo 28 - Lunes 29* LA BALDUFA · Lío en la granja (Cataluña) FEBRERO Domingo 4 - Lunes 5* LA CANICA TEATRO DE TÍTERES · El elefantito (Madrid) L os problemas laborales existentes entre los actores y la dirección de una compañía asturiana han hecho que sus discrepancias llegasen a los tribunales y a los medios de comunicación para manifestar, una vez más, la precaria situación profesional del gremio. La noticia ha servido también para combatir la mixtificación que vive el mundo de la creación artística de cara al espectador —su ideal romántico—, y para desvelar las realidades que padece el intérprete en cuanto trabajador asalariado, y los propietarios de compañía como gestores de empresa. Las endiabladas y acaloradas discusiones entabladas en el foro de la Unión de Actores de Asturias a través de Internet han ido más allá de las partes en litigio, generando un especial interés en el sector y extendiendo el debate, por su analogía, al ejercicio laboral del resto de compañías. Disputas que, al margen del motivo y posicionamiento concreto de cada implicado, nos ponen sobre aviso de la fragilidad de los grupos, de lo inestable y aventurero que es nuestro teatro, y de nuestra impotencia para redactar un convenio preparado para arbitrar las problemáticas más comunes. El hecho de que las reuniones acometidas a tal efecto entre representantes de la Unión de Actores de Asturias (uaa) y de la Asociación de Compañías Profesionales del Teatro Asturiano (acpta) estén en vía muerta desde hace unos años, es más que sintomático para entender el problema y responsabilizarnos del grado de inmadurez que nos caracteriza. a existencia de un convenio que regule la vida laboral de los actores de nuestra autonomía no es garantía suficiente para que los conflictos desaparezcan, pero su “consenso” es un marco de referen- L cia que servirá, en muchos de los casos, para evitar que las discrepancias lleguen a los tribunales y, lo que es más importante, para complementar otros reglamentos que, siendo más genéricos e imprescindibles —caso del Estatuto de los Trabajadores— se muestran insuficientes a la hora de pormenorizar en apartados que son específicos de nuestra profesión. Desde estas páginas, en varias ocasiones, hemos defendido la necesidad de alcanzar un acuerdo de mínimos para afianzar el presente y abrirnos paso ante el futuro. Un acuerdo que, considerando el grado artesanal de las producciones, recoja y clarifique los intereses corporativos que disputan trabajadores y empresas, que sea capaz de abolir la desconfianza, y pueda hacer frente común en la exigencia de políticas teatrales acordes con nuestras necesidades. La estabilidad laboral es imprescindible si queremos garantizar los resultados artísticos. Hay que desterrar cuanto antes la idea de que el actor profesional es un nómada en permanente búsqueda de un paraíso laboral inexistente. El trabajo artístico es equiparable al resto de las profesiones, y los trabajadores y empresas han de tener sus reglas, que les reconozcan derechos y deberes. a creación de un convenio es uno de nuestros retos pendientes. Su elaboración requiere esfuerzo y voluntad por parte de la acpta y de la uaa. Sabemos que no es fácil, pero su confección resulta ineludible para que el teatro asturiano corrobore de veras su talante “profesional”. Habrá que reanudar las negociaciones por arduas que se presenten si queremos avanzar. O, al menos, intentarlo. Será para bien. L Enero 2007 Centro Cultural Cajastur San Francisco, 4 19.00 h La urgente necesidad de convenio Con Marilyn de estreno La Ratonera / 19 Días antes de su estreno Jorge Moreno ganaba el Carlos Arniches con Happy birthday, Miss Monroe, una comedia de humor ácido donde se cruza la psiquiatría con dos de sus pasiones, el séptimo arte y el mito Marilyn Monroe. La acción transcurre en un laboratorio donde unos diabólicos doctores investigan la manera de manipular las conciencias a través del cine. Argumento que podría tomarse en serio —aunque aquí es más un pretexto al servicio de la farsa—, ya que buena parte de los mitos del siglo XX están ligados a la pantalla, y su incidencia en la sociedad no sólo ha dictado modas, sino normas de comportamiento. La pieza es una farsa montada de una manera sencilla, pero efectiva, que se desmarca de este género cuando aparece el protagonista, uno de los pacientes bajo el síndrome “Marilyn”, para después virar hacia tonos más expresionistas. El pasado 2 de diciem- bre fue representada en el Teatro Vital Aza, de Pola de Lena, con el respaldo de los asistentes. Pregunta. En primer lugar cuéntanos cómo “enmarcas” este premio en tu biograf ía artística, y cómo incide en la trayectoria de Konjuro Teatro. Supongo que la obra, al menos, saldrá de Asturias y podrá verse en Alicante. Respuesta. La concesión del “Carlos Arniches” ha supuesto para mí un auténtico punto y aparte en mi carrera como autor teatral, además de una agradabilísima sorpresa. Un reconocimiento de tal calibre refuerza mi voluntad de trabajo y me anima a seguir dando guerra en el proceloso mundo de la escena. Además, el premio llega en el momento justo, dado que el veredicto se produjo en pleno proceso de ensayos de la obra y sirvió para disipar cualquier tipo de dudas que albergara respecto a la viabilidad del proyecto. Yo mismo sentía temor ante la posible reacción del público genérico, dado que la puesta en escena de Happy birthday, miss Monroe constituye un paso adelante experimental para Konjuro Teatro, incluyendo coreograf ías y un exhaustivo trabajo f ísico. No obstante, la ayuda casi psicológica de mis compañeros en esta empresa y su coraje interpretativo ya había servido como aliento necesario. El “Carlos Arniches” vino a suministrar el combustible justo para encarar la última parte del trayecto. A raíz de su concesión y de la primera respuesta de los espectadores que acudieron a Cangas del Narcea y Pola de Lena, las perspectivas para llevar la pieza por toda Asturias son inmejorables. De momento el Palacio Valdés avilesino y el gijonés Teatro Jovellanos la han incluido en sus programaciones para el primer trimestre de 2007. En lo que se refiere a una pequeña gira a nivel nacional, también se han iniciado contactos fructíferos. En ese terreno tiene mucho que ver el éxito cosechado durante la temporada anterior con la tragicomedia Harpías, montaje que nos abrió numerosas puertas en Andalucía, Madrid, Murcia, Extre- En la página de al lado: David Acera (detrás) y Jorge Moreno en una escena de Happy birthday, Miss Monroe. (Foto: Javi Bouzas) Enero 2007 Roberto Corte David Acera y Sonia Vázquez en Happy birthday, Miss Monroe, espectáculo de Konjuro Teatro, dirigido po Jorge Moreno. (Foto: Javi Bouzas.) madura, La Rioja, etc. Respecto a Alicante y su prestigiosa Muestra Española de Autores Contemporáneos, el interés de Konjuro es máximo y la tradición casi exige que la obra premiada con el “Arniches” se ponga en escena allí. Esperamos que el premio sirva de efectivo reclamo publicitario y trataremos de aprovecharlo en la medida de lo posible. Paso a paso, como hasta ahora. P. Marilyn Monroe es uno de los mitos cinematográficos más queridos porque muestra con cierta poética y desgarro la tragedia de un ser que ha sido devorado por su propia leyenda. Hay en tu pieza un juego de rol de identidades esquizoide. ¿Cómo has abordado el personaje? ¿Cuál ha sido el proceso de elaboración? R. Para encarnar a ese pobre diablo alienado por la mitomanía, me he sumergido en una ardua tarea de investigación, visionando todas las películas de la Escena de Happy birthday, Miss Monroe, con texto de Jorge Moreno, ganador del premio Carlos Arniches. (Foto: Javi Bouzas.) inolvidable Marilyn, decenas de documentales y el trabajo de numerosos/as imitadores/as, tanto en el campo de la mera parodia como en reconstrucciones biográficas rigurosas. Quería imbuirme de “ella”, de sus gestos, de su mirada, de sus inquietudes y certezas, de su apariencia públi- ca y de los acertijos que plantea su intimidad. Dicha labor aún continúa, creando a mi alrededor una especie de limbo místico en el que me siento sorprendentemente bien. Y eso que yo nunca he sido amigo de métodos interpretativos rayanos con el fanatismo, pero sí soy un fanático de la Monroe y alguien muy contradictorio. En fin... Por otra parte, descarté desde el principio cualquier aportación sarcástica a mi personaje, salvo en los irrenunciables guiños del texto. No deseaba exageraciones faranduleras, sino quedarme con lo realmente interesante del rol: alguien que no es Enero 2007 La Ratonera / 19 La Ratonera / 19 Cristina Cillero y Sonia Vázquez representando Happy birthday, Miss Monroe. (Foto: Javi Bouzas.) Marilyn, que no se sabe quién es, llega a confundirse con la estrella. El loco de mi obra no deja de ser hombre, no deja de ser un individuo cubierto por un mandilón enfermizo... pero deja de ser todo eso para confundirse y confundirnos durante la hora y cuarto que dura la representación. Alguien desprovisto de dignidad humana se transforma en el mayor mito erótico de la historia. ¿Grotesco? ¿Hilarante? ¿Dramático? ¿Contradictorio, como un servidor? Que el público opine, con sus silencios, risas o bostezos. Al menos ése es mi deseo como autor e intérprete. P. Lo que más sorprende en la representación es que te enfren- tas a la representación de Marilyn sin caracterizar, como hombre, y lo haces de una forma muy poco grotesca, con cierta naturalidad. No sé si eres consciente de que esto le da a la obra una dimensión nueva que entronca con el travestismo. No es coincidencia que muchos travestis hayan tenido a Marilyn como santo de si los locos son verdaderos locos o el extravío de la mente es una opción lógica ante la locomotora en marcha de este mundo sin frenos. P. Te acompañan en esta aventura tus compañeros de trabajo, Sonia Vázquez, Cristina Cillero y David Acera, que son los habituales de Konjuro. ¿Has escrito la pieza pensando en ellos y en la representación? ¿Hasta dónde escribes condicionado por tu entorno? R. En el caso que nos ocupa, sí: he pensado en David Acera, Cristina Cillero, Sonia Vázquez y yo mismo. Es un lujo poder contar con ellos y siempre lo haré mientras me soporten. Son ya muchos años de trabajo en común y sabemos aunar esfuerzos a las primeras de cambio. En efecto, los personajes fueron adquiriendo la apariencia f ísica de cada uno de los actores de Konjuro Teatro a medida que avanzaba la escritura. Eso facilita mucho la tarea de un director a la hora de sumergirse en los primeros ensayos. Tanto Sonia, como Cristina o David supieron mejorar mi aportación como dramaturgo, otorgando a sus respectivas interpretaciones un cúmulo de matices cada cual más enriquecedor. Así da gusto. Lo que no resultó tan sencillo fue el apartado escenográfico y lumínico. Buscábamos una atmósfera acorde con este argumento enloquecido y lo logramos a base de auténtico trabajo de laboratorio. La implicación de todos los miembros de Konjuro hizo llevadera esta última tarea. El entorno que suele condicionar a los autores y directores de sus propias obras, a mí me sirve de magnífico estímulo. P. Eres un trabajador tenaz y persistente. No sólo escribes y representas tus obras, sino que para ganarte la vida también trabajas con otras compañías. Como autor, ¿cómo ves el futuro profesional en nuestra comunidad? R. No queda más remedio que ser tenaz y persistente para sobrevivir en la escena asturiana. No queda más remedio que frecuentar varias compañías. A éstas no les queda más remedio que frecuentar a los mismos actores —gracias, por lo que me toca—. Y si nos ceñimos al desarrollo de la escritura teatral, salvo casos aislados, Asturias se erige como un auténtico páramo en el que los dramaturgos se ven abocados a representar sus propias creaciones o a dejarlas morir de inanición en un archivo oscuro. Por tanto, este Principado nuestro de cada día ve cómo la escritura camina junto a la puesta en escena más endogámica. Tal vez no haya otro remedio. Y que no falte. Enero 2007 su devoción por ser el sex-symbol —atrapados entre el deseo y la realidad— que mejor representaba su tragedia personal. ¿Piensas que éste podría ser uno de los temas de tu pieza? R. Por supuesto. Desde que escribí la primera línea del personaje principal tuve bien claro que no sería una caricatura del mito. No me lo podía permitir como autor. No buscaba eso. No tengo del todo claro lo que buscaba, pero eso seguro que no. La trampa que nos tiende la confusión entre deseo y realidad es, en el fondo, mi propia trampa, nuestra propia trampa como seres humanos, animales racionales o cadáveres andantes. Sufrimos buscando ser lo que deseamos. Deseamos ser lo que nunca seremos. Sufrimos. Y nos hemos acostumbrado a sufrir. Pero es éste un sufrimiento esnob y afortunadamente alejado de las angustias dignas del peor telediario. Yo trato de aprovechar mi incertidumbre, creando personajes imposibles, travistiendo mi conciencia y jugando a la ambigüedad con los espectadores, quienes se han acostumbrado a ver sobre el escenario retazos de fingido sufrimiento. Al margen de esa confusión entre deseo y realidad, me obsesiona hacer equilibrios por encima del escuálido alambre que separa la locura de la cordura. No tengo claro “Los villanos me encantan” 10 Reparto al completo de King Richard. Por la izquierda: Carlos Dávila, Arancha Fernández, Silvino Torre, Toño Caamaño, Rita Cofiño, Pablo Dávila, Mari Juani G. Hernández, Jorge Moreno, Lautaro Borghi, Patricia Rodríguez; Alberto Rodríguez, Ana Rita Fiaschetti y Félix Corcuera. La Ratonera / 19 King Richard: un cóctel de violencia, sexo y poesía. Eva Vallines Fotos: Roberto Tolín El pasado 4 de noviembre la Compañía Higiénico Papel ponía sobre el escenario del Teatro Jovellanos su versión del Ricardo III de William Shakespeare. El proyecto, que resultó ganador del Premio Teatro Jovellanos 2005, con el que el coliseo retoma su actividad productora, supuso un fuerte reto para la compañía asturiana, que consiguió realizar un gran montaje y no defraudó la expectación creada. Laura Iglesia, además de responsable de la adaptación y dirección, es el alma máter de esta aproximación a la sangrienta corte de York. Pregunta. Hacía mucho tiempo que querías abordar este ambicioso proyecto, ¿qué supuso para ti la concesión del Premio Teatro Jovellanos? Respuesta. Hacía años que fantaseaba con montar Ricardo III, pero obviamente resultaba imposible para una compañía pequeñita como la nuestra asumir todo el coste de una producción de esa envergadura, así que la concesión del Premio, significó —nada más y nada menos— poder materializar un viejo sueño. Dicho así suena un poco cursi, pero es la respuesta más sincera y escueta que puedo dar. P. ¿Con qué dificultades te encontraste tanto a nivel presupuestario, como de dirección de actores, teniendo en cuenta que contabas con un reparto tan numeroso (trece actores), a la hora de compaginar horarios, organizar ensayos, fechas de funciones... etc.? R. Los problemas de organización se han subsanado con una preproducción detallada en la medida de lo posible, una planificación meticulosa, y buena voluntad. Desde el primer momento fui consciente de que no podría contar con los trece actores a tiempo completo. No sólo por sus complicadas agendas, sino también por cuestiones presupuestarias. La partida más fuerte del presupuesto de producción es la correspondiente a salarios y seguros sociales, sobre todo los días en que ensaya el equipo completo, en los cuales las cifras se disparan. Una vez hecho el correspondiente estudio de viabilidad, comprobamos que debíamos organizar el trabajo en ensayos fragmentados por escenas y pequeños grupos y que disponíamos para ello de ocho semanas, de las cuales solamente podíamos dedicar dos para ensayar con el equipo al completo, montar las escenas de coro y hacer pases generales. Por lo que se refiere a compaginar horarios, nos íbamos organizando semanalmente. Alberto Rodríguez y yo estábamos en disponibilidad absoluta, open 24 hours, y en función de las agendas de los demás íbamos armando el planning de la semana. En general toda la gente 11 ha estado muy dispuesta y nos hemos organizado sin problemas. P. Has demostrado que es po- sible en Asturias hacer frente a un proyecto de esta envergadura, ¿repetirías? Enero 2007 Entrevista a Laura Iglesia La Ratonera / 19 12 R. Repetiría sin dudarlo. Para mí ha sido un proceso absolutamente placentero, de principio a fin. Un lujo. P. ¿Qué balance haces de todo el proceso a tenor de los resultados? A pesar de ser un montaje arriesgado por innovador y desenfadado, has conseguido el beneplácito de las críticas, que han sido de lo más elogiosas, y del público, que salió entusiasmado el día del estreno, incluidas autoridades. R. El balance es fantástico. Ha sido un proceso de trabajo placentero cien por cien y con resultados excelentes: éxito de público y crítica. He de mencionar aquí al equipo de actores sensacional y sumamente generoso, entregado en cuerpo y alma al proyecto y que ten muchas lecturas e interpretaciones, pero, al mismo tiempo, es un autor delicado, al que hay que acercarse con mucho mimo, para no adulterarlo, ni dañarlo… Ciertamente Shakespeare no es un autor que tolere bien los manoseos torpes. Un Shakespeare mal hecho es casi un acto terrorista. Pero me sentía preparada para afrontar el reto y salir airosa. En cierto modo ha sido un trabajo de madurez. Para llegar hasta él, he tenido que transitar por diez años previos de experiencia y formación teatral. Los preparativos han sido largos y minuciosos. Y, por supuesto, —no se puede olvidar jamás que el teatro es carrera de fondo y labor de equipo— la mayoría de los actores que han participado en la producción, son gente con trayectoria y tablas más que de sobra para enfrentarse a un Shakespeare. Todos ellos han hecho un trabajo fantástico, me lo han puesto muy fácil, especialmente Alberto Rodríguez, que ha creado un Ricardo impresionante. P. ¿Por qué la elección de esta obra de Shakespeare? ¿Es el siniestro personaje de Ricardo III lo que justifica tu elección, o la actualidad del tema que plantea? R. Ambas cosas. Los villanos me encantan desde niña. Son personajes que siempre me han resultado terriblemente atracti- 13 Enero 2007 Laura Iglesia. han puesto todo de su parte para llevar adelante el espectáculo. Ha sido una gozada trabajar tan bien acompañada por tan buena y tan bella gente. Mi balance personal es magnífico: íntimamente estoy muy, pero que muy contenta. Me siento feliz y llevo semanas rumiando esta felicidad. Me siento además sumamente afortunada y agradecida por haber tenido esta oportunidad. Agradecida al equipo artístico y técnico que ha participado en el proyecto, agradecida al Teatro Jovellanos y a la Fundación Municipal de Cultura, y agradecida al público. He de admitir que, sobre todo al principio, tenía un buen pellizco de miedo. Se trataba de un montaje de alta responsabilidad, por tratarse de un Shakespeare y por ser la primera edición del Premio Jovellanos. Además, se generó mucha curiosidad y expectación alrededor del espectáculo porque suponía un cambio de estilo en la trayectoria de la compañía, especializada sobre todo en espectáculos para niños y público familiar; y en espectáculos de humor, pero siempre con producciones de pequeño formato. Por otra parte, el hecho de que se tratara de un Shakespeare añadía al asunto una dosis extra de riesgo. Shakespeare es un arma de doble filo: ofrece unos textos que son maravillosos —puro oro líquido—, y que admi- Patricia Rodríguez y Alberto Rodríguez. Has dicho que tu dramaturgia ha sido simplemente una labor de recorte, pero pensamos que fue un gran acierto, has conseguido hacerla de una forma muy coherente, que hace comprensible para todos el original sin desvirtuarlo. ¿Qué dificultades has encontrado a la hora de adaptar una obra tan compleja? R. En efecto, se trata de un texto terriblemente enmarañado y complejo, así que el primer paso consistió en estudiármelo a fondo para moverme con soltura por la trama. Para ello, me leí el texto docenas de veces, y en múltiples versiones. Trabajé con diversas fuentes: el original en inglés —por supuesto—, y cinco traducciones al castellano, tres películas (Looking for Richard de Al Pacino, Richard III de Richard Loncraine, y Richard III de Laurence Olivier) y diversos documentos de variada índole para conocer el contexto histórico y ampliar información. A partir de ahí empecé con la adaptación del texto, que básicamente consistió en recortar su extensión en un 60 % aproximadamente. Siempre respetando los conflictos esenciales y los personajes protagonistas, y fusionando algunos personajes secundarios para poder adaptar el texto —que en su origen presenta 30 personajes— a un reparto sensato —13 actores—. En esa labor de recor- te, opté por suprimir cuantos datos pudieran inducir a error o a gasto neuronal inútil. El original shakesperiano es muy lioso en la medida en que contiene muchos elementos que despistan: confusas subtramas, distintas denominaciones para los mismos personajes, complicadas referencias geográficas… etc. Mi intención era que el público se concentrara en la línea principal de acción (el ascenso y caída de Ricardo de York), sin perderse en vericuetos y ramificaciones secundarias. Quizás un público británico, estrecho conocedor de Shakespeare y de la historia de Inglaterra, y por tanto familiarizado con los culebrones dinásticos, pueda seguir más de cerca esos aspectos de la trama, pero consideré que en este caso no tenía sentido conservar tales datos. Por lo que se refiere al espíritu de la obra, intenté ser lo más fiel posible al texto shakesperiano y al tono original de la obra, y por esa razón opté por una dramaturgia contemporánea, pues considero que es la mejor —y quizás la única— manera de acercar el texto a los públicos de hoy. Es obvio que el teatro isabelino tiene muy poco que ver con nuestra realidad contemporánea. Desde el principio tenía muy claro que no quería espadas, ni armaduras, ni capas de armiño… Además, tengo la certeza de que si Shakespeare hu- biera escrito el texto en la actualidad, habría echado mano de los recursos contemporáneos para acercarse al espectador de hoy, que se sitúa en un contexto histórico, social y tecnológico bien distinto al de la Inglaterra isabelina. Yo, como espectadora, cuando veo una lucha de espadas entre dos tipos con armaduras, me traslado a un plano arqueológico museístico. Puede parecerme una propuesta hermosa estéticamente, interesante a nivel coreográfico…, pero no me inquieta, no me lleva a lugares cercanos… Sin embargo, ver a una banda de individuos con pasamontañas pegándole una paliza brutal a un chavalín indefenso en la trastienda de una discoteca, me pone los pelos de punta…, porque son sucesos de los que lamentablemente leemos en los periódicos cada día. Quería hacer un Shakespeare actual, refrescante, dinámico, gustoso, y, sobre todo, comprensible. Hubo también un trabajo importante de dramaturgia física. Intenté traducir el texto en pura acción. Huir del “blablabla” de brazos caídos, eliminar las acciones huecas y los manierismos y buscar toda la acción física posible desde la sinceridad, desde la autenticidad, sin clichés, sin tonillos y sin simbologías. Otra decisión clave en la adaptación fue la de sacar a vista de público todos los crímenes de Ricardo. En el 15 Alberto Rodríguez y Rita Cofiño. texto original, todas las muertes suceden fuera del campo visual del público. Tenemos noticias de ellas, pero “no las vemos”. Yo quería que al público se le revolvieran las tripas con la maldad de Ricardo Enero 2007 La Ratonera / 19 14 vos y seductores. Disfruto con sus fechorías y maquinaciones, con sus estrategias rebuscadas y sibilinas… Me fascinan. Y Shakespeare… también me fascina. Si me permites la expresión, te diría que “ye como los gochos, nun tien desperdiciu”. Lo cojas por donde lo cojas es una fuente inagotable de conocimiento, de humor, de reflexión, de belleza, de poesía… Y sus temas son absolutamente vigentes. Son, de hecho, temas eternos que resisten el paso de los siglos sin alterarse lo más mínimo, porque pertenecen a las esencias más profundas e invariables del ser humano: el amor, la violencia, el poder, la ambición, la reflexión sobre el sentido de la vida y la muerte, sobre la realidad y la ficción... Por otra parte, es cierto que los Ricardos, el abuso de poder y la corrupción política están de rabiosa actualidad y se pasean por los telediarios a diario. Sin ir más lejos, la noticia de la muerte de Pinochet copa los periódicos de esta semana. Ahí lo tienes: un villano en toda regla, que para mantenerse en el poder asesinó y torturó impunemente a miles de personas. Un Ricardo de pies a cabeza… Es más, casi podría decirse que Ricardo de York, es —al lado de este sujeto— un dulce preescolar inofensivo. P. La adaptación de los clásicos es siempre un tema polémico. Por la izquierda: Alberto Rodríguez, Lautaro Borghi, Ana Rita Fiaschetti, Carlos Dávila y Rita Cofiño. en el Romea y el Lliure y me declaro humilde fan y seguidora de Calixto Bieito y Álex Rigola. Diría que en mi versión de Ricardo III hay influencias de ambos, de hecho, yo solía decir que quería hacer un Shakespeare “a la catalana” y estos años de ver teatro hecho allí han supuesto para mí todo un proceso de búsqueda, investigación e indiscutible aprendizaje. Efectivamente Álex Rigola es uno de mis directores de culto y hay en mi trabajo influencias suyas, pero quizás no tanto de su adaptación de Ricardo como de otros de sus espectáculos: sobre todo de Santa Juana de los Mataderos, seguido de Julio César y de European House, tres espectáculos a mi juicio excelentes, y de los cuales he tomado muchas referencias. El Ricardo de Rigola también es contemporáneo, pero es ostensiblemente más radical que el mío. Sus personajes son una familia de mafiosos sumergidos en un bar setentero estilo Las Vegas con rock en vivo y proyecciones audiovisuales de acciones en directo. Yo he sido bastante más moderada: mi localización es un espacio “a la shakesperiana”, es decir, un espacio bastante neutro que da juego para recrear diversas localizaciones y, por lo que se refiere a mis personajes, son una corte, del siglo XXI, pero una corte, al fin y al cabo. Quizás la in- fluencia más clara del Ricardo de Rigola en mi King Richard sean las cuatro gogós que se pasean por la corte con sus falditas escocesas y son ciertamente presencias muy “rigoleras”. Por lo que respecta a Bieito, también me parece un creador fabuloso. En estos años he visto varios de sus espectáculos: La Tempestad, Macbeth, Rey Lear, Peer Gynt y Plataforma y recientemente he sido alumna suya en un curso de dramaturgia contemporánea, que me brindó un montón de claves para rematar el King Richard. Creo que el tratamiento de la fisicidad y la violencia es una clara influencia suya. La búsqueda de “la verdad” desde un trabajo con una energía f ísica muy alta. También, —siguiendo un consejo de Bieito—, di con otra clave fundamental para la puesta en escena, que consistió en concentrar la esencia del espectáculo en tres ingredientes esenciales repartidos en su justa medida: violencia, sexo y poesía. P. Para Higiénico Papel supone una ruptura con el tipo de espectáculos realizados hasta el momento, no obstante has conseguido integrar en una tragedia shakesperiana referencias cinematográficas de Tarantino y Scorsese, del mundo del cómic y del musical ¿te dio miedo en algún momento perder el espíritu original de la obra? 17 Enero 2007 La Ratonera / 19 16 y por esa razón traje la crueldad y la muerte ante sus ojos: el apuñalamiento de Clarence, la muerte del rey Eduardo, la paliza salvaje que acaba con la vida de Rivers, la decapitación de Lord Hastings con una motosierra, el cruel asesinato de los príncipes en la torre, la muerte de Lady Ana, la ejecución de Buckingham… Creo que este “reguero de sangre” ha hecho más palpable la maldad de Ricardo, y más comprensible la trama. También busqué deliberadamente los contrastes. El juego de lo agridulce me entusiasma… Las cabezas empiezan a rodar mientras el príncipe de Gales merienda su Cola-Cao, las gogós bailan felices mientras matan a golpes al duque de Rivers, suena una nana dulcísima de Albert Pla mientras dos niños son asesinados con sus almohadas, los villanos juegan un improvisado partidillo de voley con una bolsa del Corte Inglés que contiene la cabeza del Primer Ministro recién seccionada... P. Has asistido a los ensayos del Ricardo III por parte del Teatre Lliure ¿en qué medida te influyó el montaje de Álex Rigola en tu versión de Ricardo III? R. A lo largo de los últimos cuatro años he viajado mucho a Barcelona y allí he asistido a varios cursos y he visto mucho teatro. Me interesa muchísimo el teatro que se crea y se fomenta 19 Félix Corcuera y Alberto Rodríguez. torias para no dormir, Conchita Velasco, Leoncio y Tristón, Jose Luis Cuerda, Billy Wilder, Los teleñecos, Esther Williams, Almodóvar, Los payasos de la tele, Alex de la Iglesia, Charlie Chaplin, Coyote y Correcaminos, Gene Kelly, La bola de cristal, Raphael, Martin Scorsese, Fred Astaire… Pff… Qué sé yo… He mencionado sólo unos pocos, pero hay muchos más… Una auténtica fritanga de personas y personajes, de imágenes y sonidos grabados a fuego en nuestra memoria… Un batibu- rrillo cultural del que bebemos y en el que conviven mezclados los iconos de nuestra generación… P. ¿Cuáles son las perspectivas de distribución del montaje, habéis tenido problemas para conseguir funciones en Asturias por ser una obra de gran formato? R. Ciertamente no es un espectáculo fácil de mover, pero estamos comprobando con agrado que la distribución está marchando bien y parece que vamos a superar nuestras expectativas iniciales. Por lo pronto tenemos fe- chas en Avilés y Gijón, pero espero que también se nos pueda ver en otros espacios del circuito asturiano como son Oviedo, La Felguera, Lugones, Pravia, Pola de Lena, Vegadeo… Asimismo, estamos presentando dossieres en diversos festivales de teatro clásico con la esperanza de que salga alguna actuación allende Pajares. Esperemos que los vientos sean favorables. Por lo pronto —tomen nota— la próxima cita es el 23 F en el Palacio Valdés de Avilés. ¡Nos vemos en el teatro! Enero 2007 La Ratonera / 19 18 R. No tuve ese miedo porque en ningún momento me solté de la mano de Shakespeare. Desde el principio tuve una voluntad firme y clara de hacer un Ricardo “en serio”. Aunque hubiera en él hueco para las chanzas, los momentos musicales, las coreograf ías, o los juegos a cámara lenta, tales recursos no tenían por qué ser incompatibles con la fidelidad al original. De hecho, a estas alturas, y después de 16 producciones, creo que ya podemos decir que esos recursos forman parte del sello “Higiénico Papel”. Nuestros espectáculos siempre tienen esos guiños de humor, referencias musicales, cinematográficas, televisivas, del cómic… Creo que cada uno escribe, expresa, crea y comunica desde la realidad en la que está inmerso. Yo me expreso desde mi contexto cultural, social e histórico, desde mi imaginario. Pertenezco a una generación muy televisiva. Me he criado a un ritmo de 25 imágenes por segundo y mi educación y bagaje cultural están estrechamente vinculados con el mundo de la imagen, del cine, de los dibujos animados, la música… Todo eso está ahí: Monty Phyton, Eurovisión, Julio Medem, Martes y Trece, Rafaella Carrá, Stanley Kubrick, Los hombres de Harrelson, Abba, Torrebruno, Tarantino, Angela Channing, Faemino y Cansado, His- Ricardo III KING RICHARD The Tragedy of King Richard III De William Shakespeare Higiénico Papel Teatro Premio Teatro Jovellanos 2005 La Ratonera / 19 20 Intérpretes: Lautaro Borghi, Toño Caamaño, Rita Cofiño, Félix Corcuera, Carlos Dávila, Pablo Dávila, Arancha Fernández, Ana Rita Fiaschetti, Mary Juani G. Hernández, Jorge Moreno, Alberto Rodríguez, Patricia Rodríguez y Silvino Torre. Iluminación: Txus Carmelo Plagaro. Escenografía: Josune Cañas. Adaptación y dirección: Laura Iglesia. Teatro Jovellanos. Sábado, 4 de noviembre de 2006. Patio de butacas al completo con una buena parte de entresuelo para presenciar el proyecto galardonado por el Teatro Jovellanos y esperado por la afición como uno de los montajes asturianos del año. Atrás quedan otros Ricardos en teatros de Avilés y Gijón, el de José Pedro Carrión y el de Bacanal Teatro, con discusiones y polémicas para todos los gustos. Más convencional el de José Pedro, comprimido en esbozo para tres intérpretes, y en ambientación industrial y en asturiano el de José Rico, con abundante despliegue crítico y no menos controversia. Esto sin contar los que, más recientemente, se han movido por el territorio nacional. Algo tiene este Ricardo shakesperiano que no deja de representarse. Supongo que nos seduce porque es pura maquinación de ambición y maldad con poética magistral. Crimen que lava y confirma otro crimen en la espiral truculenta de acceso al poder. Procedimiento muy generalizado en la Edad Media y Antigua, que hoy sostiene su sanguinaria combustión como símbolo del arribista político, de su juego sucio y prepotencia. Shakespeare exageró tan bien la tara y maldad del rey verdadero que ahora a los historiadores les cuesta combatir la historia trampeada. Aunque lo que ha perdido la Historia lo ha ganado la leyenda y la literatura. El Ricardo III era un viejo proyecto de Laura Iglesia, que ahora sube al escenario con un nutrido grupo artístico, entre los que se 21 encuentran muchos de nuestros mejores intérpretes. Lo hace con una adaptación propia, clara y acertada, para que los recortes al texto no le roben un ápice a la trama original. Aunque su propuesta escénica transcurre por unos vericuetos tan abiertos que dinamitan cualquier idea preconcebida, alejada en todo lo posible del raído corsé convencional. Pues se trata de utilizar el texto como elemento acorde con los nuevos lenguajes y estéticas de actualidad: el cómic, el performance, el hip-hop…, y los correspondientes soportes técnicos, micros y pantalla, oportunos para su ejecución. Todo con vestuario urbano variopinto y en claves interpretativas dispares que consigue sus momentos más brillantes en los apartados más trágicos, mezclados con otros más grotescos que, deliberadamente, pervierten y rebajan la poética shakesperiana por derroteros más “ubuescos” (al igual que hizo Jarry cuando escribió su Ubú, Ricardo y cómic ya del XIX). Propuesta que se reafirma fragmentada también por la elección musical, las secuencias coreografiadas, o la memorable nana de Albert Pla que aquí tiene coartada ambiental de infanticidio y viene como anillo al dedo. Alberto Rodríguez, último de los York, encadena homicidios con la firmeza y cinismo del villano gansteril acompañado por Félix Corcuera, indiscutibles protagonistas por su buen hacer, que al lado de Patricia Rodríguez como Lady Ana en el papel más trágico y jodido, o Annarita Fiaschetti, Carlos Dávila y Jorge Moreno, son mis preferidos por su humor. El público, a pesar del riesgo que conllevan este tipo de propuestas, fue cómplice desde el principio, desde el mismo instante en que los actores entran cantando Pomp and circumstance de Elgar por el patio de butacas. Y disfrutó con la representación. Enero 2007 Roberto Corte La Ratonera / 19 22 Foto: Juan PLaza. R. C. Tras discusiones muy animadas escribió Albert Camus esta pieza al lado de Bourgeois, Poignant y Jeanne-Paule Sicard, jóvenes agregados al liceo de Argel, miembros del “Théâtre du travail” y camaradas de lucha. Corrían los primeros meses de 1936, Camus tenía veintidós años y militaba en el Partido Comunista, del que se separaría un año después. La insurrección asturiana del 34 había transcendido al movimiento obrero internacional y Révolte dans les Asturies salía como obra de circunstancia, como teatro documento, de agitación, para expresar con sencillez la “violencia de los sentimientos y la crueldad de la acción” en homenaje a unos héroes —perdedores— aquí deliberadamente anónimos. Conflictos y planteamientos éticos que apenas se esbozan, pero que pos- 23 Foto: Juan PLaza. Enero 2007 “Revuelta n’Asturies”, ¡por fin! teriormente el autor desarrollaría en su teatro y ensayos de forma pormenorizada. Como su simpatía por España y por los valores republicanos, a los que defendería con sus escritos toda su vida. Han pasado veintiocho años desde que Ayalga, en una estupenda versión con prólogos de José Monleón (también traductor) y del historiador David Ruiz, viera la luz en castellano. Veintiocho años sin subir al escenario son muchos años. Y es algo que tiene dif ícil explicación y que sólo se responde confirmando algunas de nuestras rarezas y desidias; habida cuenta de que nuestro pueblo se caracteriza por su historia sindical —protestas, manifestaciones, revoluciones—, y por la recuperación de la misma. Ahora, por fin, gracias al interés de la asociación ciudadana Cauce Nalón y de su presidente, Francisco Villar, hemos podido abordar el proyecto de “montaje” y, al menos, realizar dos pases como lectura dramatizada, los días 6 y 7 de octubre. Una lectura que tuvo mucho de esbozo de representación porque se mostraba con vestuario, movimientos, efectos sonoros, proyecciones e iluminación, simultaneando espacios en la medida de lo posible, acorde con la propuesta de autoría, aunque adaptando su exposición a una sala a la italiana, el Gala del Teatro Premios Asturias de las Artes Escénicas 2006 24 25 Foto: Juan PLaza. Teatro San Martín del Rey Aurelio, en El Entrego. La pieza, ya editada en La Ratonera 17, gozó de un traductor excepcional, Milio Rodríguez Cueto, que supo combinar de manera muy eficaz el asturiano con el castellano, y los acentos autóctonos para aquellos personajes de otras comunidades. El diseño del cartel y el programa corrió de la mano del pintor Alfonso Granda, las grabaciones de ambientación fueron creación de Ángel Doménech, las vídeo-proyecciones de Manuel Suárez; Sil- vino Torre y Eva Vallines pusieron voz en directo a las acotaciones y a los partes radiados desde el patio de butacas, y el resto de personajes fueron interpretados por: Marisa Vallejo, Jorge Moreno, Laura Corchado, Pedro Lanza, David Acera, Iván Suárez, Tomás Fernández, Adriano Prieto, Campello y Casimiro Palacios, dirigidos por Roberto Corte (un servidor) desde el grupo Barataria. El total de espectadores fue de 234 y los actos contaron con el patrocinio de los ayuntamientos de Laviana y San Martín del Rey Aurelio, y de la Junta General del Principado. Aunque el objetivo inicial quedó frustrado al malograrse la plena representación del texto (no hubo economía para tanto), al menos su lectura dramatizada en unas condiciones óptimas sirvió para saldar un compromiso pendiente y rendir homenaje a uno de los mejores autores de mayor incidencia social en la literatura del siglo XX: Albert Camus. Era la primera vez que se “representaba” en España Revuelta n´Asturies. Patricia Pérez en El viaje a ninguna parte. Carlos Mesa en El viaje a ninguna parte. Mejor Espectáculo. El viaje a ninguna parte. Teatro Margen. Mejor Espectáculo Infantil. ¡Que viene el lobo! Kamante Teatro. Mejor Dirección. Arturo Castro. El viaje a ninguna parte. Teatro Margen. Mejor Autoría o Coreografía. Luisa Aguilar. ¡Que viene el lobo! Kamante Teatro. Mejor Actriz. Patricia Pérez. El viaje a ninguna parte. Teatro Margen. Mejor Actor. Carlos Mesa. El viaje a ninguna parte. Teatro Margen. Mejor Profesional Vinculado a las Artes Escénicas. Rafa Mojas (Iluminación). El viaje a ninguna parte. Teatro Margen. Premio Honorífico. Boni Ortiz. Mejor Espectáculo Amateur. Desierto. Enero 2007 La Ratonera / 19 Luisa Aguilar. Boni Ortiz La Ratonera / 19 26 La que sin duda es la función del teatro asturiano este año 2006, El viaje a ninguna parte de Teatro Margen, tiene entre nosotros una singular protagonista, en su sentido más verdadero. Es Mari Juani G. Hernández, actriz que nació y formó parte, durante sus veinte primeros años de vida, de la Compañía de Teatro de Hernández, una de las muchas compañías ambulantes que recorrieron los pueblos de España en la posguerra y que de manera tan cabal y fehaciente nos muestra Fernando Fernán Gómez en su novela, en su película y, ahora en la magnífica función de Teatro Margen. Pregunta. ¿Provienes de una “saga” teatral? Respuesta. Los familiares que están en los orígenes de la compañía de mi familia, fueron mis abuelos. Ellos, a finales del siglo XIX, tenían una fonda en Sevilla, en la que se hospedaban gentes de la farándula. Mis abuelos llegaron a tener siete hijos y la posada no debía de darles para mucho. Les atraía aquel mundo artístico con el que se relacionaban y decidieron montar compañía. Según oí yo a mis mayores, la compañía Hernández, echó a andar en torno a 1913. Si tomamos en consideración que se disolvió en 1963, la Compañía Hermanos Hernández, estuvo cincuenta años dando teatro por los pueblos de España... Bueno, también actuaron en capitales. Al principio era una compañía de zarzuelas, con la música en directo. P. Era lo más demandado y lo que estaba de moda en el momento: las zarzuelas. R. Claro, pero llegó un momento en que aquella compañía tan enorme que tenían que llevar, se hizo insoportable y no pudiendo mantenerla, se pasaron al teatro. Sin embargo, de aquella época se mantuvo un recuerdo: en las funciones siempre hicimos un buen “final de fiesta”, con canciones y bailes. Por tanto yo soy de la tercera generación de la compañía. Nací en 1943, hasta el 63 en que se disolvió, fueron veinte años de mi vida. Éramos todos familia: tíos, primos, hijos de unos y otros..., y efectivamente, éra- mos el mismo tipo de compañía que la de El Viaje a ninguna parte, la misma cosa. P. ¿Cómo recorríais los caminos? R. Mis recuerdos desde muy chiquitina, son los traslados en carro, o en tartanas, en lo que había. Posteriormente empezó a entrar el tren, los camiones. Recuerdo que llegamos a tener nuestro vehículo propio... Hasta que llegó un momento en que aquel vehículo gastaba más de lo que podíamos pagar y nos deshicimos de él muy gustosos. Fueron veinte años que recuerdo con mucho gusto, muy bonitos. Aquella compañía era mi familia, en todos los sentidos. Fueron años muy bonitos, a pesar de que en España eran tiempos muy dif íciles. Se pasaba mal y nos dio a todos por la emigración. En el 63, como te dije, se disolvió la compañía y nos fuimos cada uno para un lado... P. Además fueron los tiempos en los que la gran industria de Hollywood del cine a color estaba impuesta del todo. Pocos resquicios para el teatro de todo género, mucho menos el ambulante... 27 Mari Juani G. Hernández en Rosas rojas, de Teatro Kumen. aquellos tiempos, era el Juan José. P. Es curioso, pero el Juan José desde su estreno a finales del siglo XIX, siempre fue una obra recurrente en los siguientes cincuenta o sesenta años... R. Era de las pocas autorizadas que había y eso que era fuertecita para la época: la tipa esa que se va con el otro, los albañiles revindicando trabajo... El tea- tro que hacíamos era completamente “blanco” y todavía no había entrado el teatro extranjero. Teníamos en repertorio unas cuantas obras y no se renovaba mucho: Las dos huerfanitas de París, era un dramón muy grande que gustaba mucho; alguien de la compañía adaptaba las series radiofónicas de moda y alguna película: Ama Rosa, El derecho de na- Enero 2007 Mari Juani: el viaje a alguna parte R. El cine nos hizo mucho la puñeta. Empezaron las películas de la Sara Montiel, la Hermana San Sulpicio... Todos aquellos folletines nos hicieron mucho daño. Hasta que el cine empezó, en los pueblos no había más que hacer que las vueltecitas en el paseo, el baile y el teatro. De todas las maneras, yo recuerdo con mucho cariño esa época en la que llegábamos a un pueblecito, donde Cristo dio las tres voces y a aquellas gentes, les llevábamos un poco de paz, de alegría; significábamos la fiesta, algo diferente que rompía con la rutina del trabajo. Fuimos a pueblos en los que teníamos un gran éxito y la gente, después de la función, se iban a trabajar a la era. Las funciones siempre se daban a las diez y media de la noche y entre uno y otro, daban la una y media o las dos de la mañana y, al salir, se iban a la era a trabajar. En pueblos donde encontrábamos un buen teatro, con las butacas numeradas, se quedaba vendida en esa noche, buena parte de la función del día siguiente. Había otros donde no pasaba nada de eso, pero prefiero no recordarlos mucho. P. ¿Cuál era el repertorio? R. Llevábamos lo que se llama teatro popular. Ten en cuenta que en esa época, estaba todo muy censurado. Digamos que la obra más fuerte que poníamos en nio, de oído pero muy bien. Los bailes los aprendíamos en academias de alguna ciudad por la que pasábamos y luego se adaptaban a las necesidades del momento. También hacíamos finales poéticos, con recitado de poemas por parte de alguno de nosotros. Yo no tuve otros profesores que Jacinto Benavente, Galdós, Valle Inclán..., porque no podía ir a la escuela. La vida era nómada completamente y cuando llegábamos a un pueblo, en los que solíamos estar como mucho una semana o diez días, mi madre iba a hablar con el maestro de la escuela para a ver si me podían dar clases los días que estábamos allí. Pero en ese pueblecito, los niños estaban en primero, y en el pueblo siguiente estaban en tercero, en el otro en quinto... Pero bueno, tuve esos otros maestros que junto a la vida, me han servido lo suficiente. Ellos me formaron y lo hicieron muy bien. P. ¿Cómo os organizabais para conseguir otras funciones? R. Teníamos uno o dos compañeros que eran los encargados de “buscar negocio”: así lo llamábamos. Dos días antes de irnos, ellos se adelantaban al pueblo siguiente y hablaban con el dueño del local que hubiese: un teatro, cine, un salón de baile y con él concertaban su tanto por ciento: el diez, el quince. Después con- tactaban con las “fuerzas vivas”: el alcalde, el teniente alcalde, el teniente de la guardia civil y el cura, y si no había novedad, daban el consentimiento y les invitabas a la función, claro. También indagábamos lo que más gustaba en el pueblo, si lo cómico o lo dramático y en función de todo eso, se hacía el programa. Que les gustaba lo cómico, La casa de Quirós de Carlos Arniches; que tenía que ser dramático, pues les hacíamos una muy bonita de Suárez de Deza: Ha entrado una mujer. Las distancias entre los pueblos de España, por suerte para nosotros no son muy largas, y procurábamos no perder funciones en el traslado: si no había función, no había dinero y eso no nos lo podíamos permitir; a no ser que hubiese una catástrofe, no se suspendía la función. De aquella no había subvenciones. Cuando ya empezamos a viajar en tren teníamos un buen sistema: cogíamos un billete colectivo, para los catorce que éramos y eso nos permitía facturar como equipaje los baúles y un piano armonio que llevábamos. A veces lo hacíamos en autobús y aquello era espectacular: ver aquel autobús, con la baca llena baúles y trastos, llegar a la plaza de un pueblín, y empezar a descargarlos con la gente arremolinada y los niños con su algarabía: “¡Los cómicos, ya están aquí los cómicos!”. Nos llamaban los artistas, los volatineros, los titiriteros. También hubo sitios a los que llegabas y no encontrabas a nadie que quisiera hospedarte y teníamos que dormir en el teatro..., íbamos preparados con nuestras sábanas y nuestras cosas para hacer frente a esa circunstancia, además los teatros tras la función se quedaban calientes, aunque a mí no me gustaba dormir allí entre cortinones con polvo y que olían a tabaco. Pero si no había otro remedio... Nos tiene pasado que a los dos o tres días ya se nos acercaban algunos ofreciéndonos camas y nos acoplábamos en casas. Era el eterno recelo hacia los artistas que se disipaba al ver que éramos gente más o menos normal y que nos unían lazos familiares. Veían que no nos gustaba alternar después de la función y que éramos una familia, un poco atípica, pero una familia. ¡Menudos sargentos eran mi madre y sus hermanas! P. Los asuntos económicos ¿cómo los resolvíais? R. Éramos una familia de catorce y no había distinciones. De lo recaudado se hacían dieciséis partes: una para cada uno y dos para gastos. Aunque había circunstancias especiales. Por ejemplo, la persona que se ocupaba de buscar por el pueblo objetos o algunas ropas especiales para 29 Enero 2007 La Ratonera / 19 28 cer o Marcelino pan y vino. La gente quería llorar mucho o reír mucho y nosotros les dábamos todo lo necesario para ello. Hay veces que pienso en las necesidades que había, en aquellos años cincuenta y sesenta y el frío que hacía en aquellos salones, o el calor y la gran ilusión que la gente tenía por el teatro. Los que no tenían un “duro” para pagar la función, iban con una docena de huevos y preguntaban si podían pagar así: ¡naturalmente que sí! Las épocas malas eran las de los ejercicios espirituales y la semana santa. No se podía ni ir al baile, ni dar funciones. Pero nosotros salvamos la circunstancia con Marcelino pan y vino, y una Pasión que teníamos para esas fechas, menos el viernes santo, que ahí no había nada que hacer: todo cerrado. Hasta el propio cura colaboraba en su parroquia para que fuesen a ver aquellas funciones tan adecuadas para esos días de la pasión de Cristo. En Tomiño, un pueblo cercano a Vigo y en colaboración con el cura, hicimos cuatro días de funciones especiales de la Pasión, en la que participaba medio pueblo y la banda municipal. Todo un éxito económico y de público... Aunque nuestros mayores enemigos eran los curas. Eran los que se informaban de cómo eran las obras, qué decían; se aseguraban de que los permisos de censura estuvieran en regla, que los contenidos fueran recatados y que no hubiese descoque tampoco en los finales de fiesta que eran tres números musicales: uno yo sola con mi guitarra y cantando, otro lo hacía una prima mía que cantaba muy bien la copla, y luego otra prima y yo, cantando y bailando acompañadas por un tío que tocaba muy bien el armo- comedor de la casa que nos hospedaba, montábamos el lugar de trabajo común: enganchábamos un ladrón de rosca a la bombilla, enchufábamos la radio y allí se ensayaba, se confeccionaba o repasaba el vestuario. La única labor que no hacíamos era lavar la ropa. Se contrataba con alguna mujer del pueblo, a tanto la pieza; piensa que en aquellos años, en los pueblos se lavaba en el río o en los lavaderos, hacía mucho frío y no daba buena imagen entre el pueblo. El artista no podía ser igual que los del pueblo, porque se perdía el atractivo. Nosotros cuando nos cambiábamos de un pueblo a otro, cuidábamos la indumentaria: no podíamos vestir igual que los lugareños. P. Pasaste los primeros veinte años de tu vida en el “camino”, ¿qué te dio y que te faltaba? R. Mira, mi madre cuando yo era un bebe me tenía en cuello entre bastidores y cuando tenía que entrar a escena, me dejaba en su baúl, abierto y preparado como una cunita. Allí me quedaba yo hasta el mutis de madre. El teatro ha sido mi vida y nunca lo he dejado de hacer. Esos años los recuerdo con mucho cariño y vistos ahora los veo duros, pero ni más ni menos que los de la demás gente en la España de la época. Sí diré que en algunos momentos, siendo una mocita, pude añorar una “vida normal”, con una casa y una vida corriente: relaciones, amigos... Pero todo eso tan bueno, lo cambio por todas las satisfacciones que me dio y me sigue dando el teatro. Mari Juani sigue recordando aquella época y me va contando cómo en 1963, casualmente estando por Asturias, concretamente en Cabañaquinta, la compañía de los hermanos Hernández, deciden disolverse y emigrar. Unos a San Sebastián, otros a Madrid, a París... y ella, su madre y un hermano, acabaron en Bélgica. Allí pusieron en funcionamiento el grupo de teatro del club “García Lorca” y durante dieciocho años, hicieron teatro para la numerosa colonia española aglutinada en torno al emblemático club de Bruselas. Allí se casó con asturiano; allí nacieron sus hijos y en el año 1979, decidieron venirse para Asturias, poniendo en funcionamiento el Grupo de Baile “Lloreu” que años después se convirtió en Grupo de Teatro “Lloreu”. Continúa con su vida, continúa respirando, haciendo teatro y labrándose un prestigioso futuro como característica imprescindible del teatro asturiano, en estrenos como: Lorca o La Aldea perdida, de Teatro Kumen; King Richard, de Higiénico Papel; Vecinos, de Entresijo... Por muchos años, querida amiga. Que no lo tape el maquillaje Boni Ortiz El Área de la Mujer del Ayuntamiento de Gijón solicitó la colaboración de la Escuela Superior de Arte Dramático de Asturias para participar en las campañas emprendidas contra la llamada violencia de género. En lo que va de año, 63 mujeres han sido asesinadas por sus parejas o ex parejas, ascendiendo hasta 86 las asesinadas por varones en otros ámbitos y circunstancias (otras relaciones familiares, agresión sexual, tráfico de mujeres y prostitución), pero con igual espíritu machista y asesino. Los alumnos y alumnas de 2.º de Interpretación, con su profesor Enrique Villanueva a la cabeza, se pusieron a la magnífica tarea. Se trataba de desarrollar en lugares públicos, unas acciones que implicasen a la gente de alrededor. Tres fueron las “anécdotas” que sirvieron como guión o partitura mínima para las acciones. En la primera, una joven era “sorprendida” en la calle, vestida de fiesta y escotada, por su novio, un varón que empieza reprochando primero y maltratándola 31 después, por salir de marcha sin él. El segundo, para una determinada localización: la Plaza del Sur. Allí una mujer que está haciendo la compra, es reprendida a gritos por su marido, por no tener hecha la comida para irse al trabajo y la última, se trataba del incumplimiento de una orden de alejamiento, por parte de un varón. Desarrollaron las “anécdotas” y tras ensayarlas, les hicieron la “prueba del nueve” para ver si funcionaban. En el parking de la Universidad Laboral, echaron a andar una de ellas y la gente que estaba por allí, se involucró en el asunto. Las dudas se disiparon: aquello funcionaba. Llegó el día del estreno y repitieron las funciones en varios sitios. Todo estaba previsto, por ejemplo la “autodefensa” para el agresor, al que con toda justicia, alguien pretendería aplicarle el mismo grado de tortura que él diera a su víctima... Tal fue el éxito, que en varias ocasiones, hubo que parar a alguno que quiso intervenir en la acción. El teatro tiene que servir también, en la formación de un imaginario colectivo que fomente la igualdad. Enero 2007 La Ratonera / 19 30 la función, cobraban una peseta más. Si en el reparto del día se tocaba a diez pesetas, por ejemplo mi madre cobraba las diez suyas, las de mi hermana y mientras yo fui pequeña, la mitad. Era para comer y ahorrar un poco por si había una enfermedad. En una fonda en Burriana, nos preguntó la señora: “¿Se quedan ustedes a comer hoy?”, y mi madre rápido contestó: “No, vamos a dar una vuelta y ya comeremos por ahí”. Y tanto: nos íbamos a las huertas a coger tomates para comerlos. P. ¿Cómo repartíais las tareas? R. Todos los componentes de la compañía eran muy hacendosos. Cada uno tenía su función y su tarea. Mis tíos hacían los decorados, las mujeres cosían los vestuarios. Teníamos nuestras cortinas y los hombres montaban, nosotras si teníamos que ayudar lo hacíamos. Llevábamos nuestras baterías de luces para arriba y para el proscenio, nada que ver con los medios técnicos de hoy... Pero cuando todo estaba montado y se apagaban las luces de sala, el público ya estaba entregado a la función de teatro. Nos tiene pasado de todo. Alguna vez actuamos con luces de carburo, otras con velas: cualquier cosa menos suspender. Si suspendías no había recaudación y eso no nos lo podíamos permitir. En el Hablamos con Juan Jurado «EL TEATRO POSITIVO DE CASONA ES UN SOPLO DE AIRE FRESCO EN MEDIO DE UNA SOCIEDAD MATERIALISTA.» José Luis Campal Fernández ridea La Ratonera / 19 32 El grupo teatral villaviciosino «Maliayo Teatro» puso en escena el pasado 11 de octubre, en el Nuevo Teatro de La Felguera, la obra de Alejandro Casona titulada El caballero de las espuelas de oro, dentro de una actividad organizada por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento langreano. Pregunta. ¿Han actuado más veces en el valle del Nalón? Respuesta. Representamos El avaro, de Molière, en El Entrego, en febrero de 2003 y en La Felguera, en septiembre de 2004. También hicimos en este último La dama del alba, de Alejandro Casona, en diciembre de 2003. P. ¿Qué reacción percibieron entre el público de la zona? R. La reacción del público ha sido muy buena en las tres ocasiones y especialmente en Lan- greo, con una gran afluencia de espectadores. P. ¿Quién es El caballero de las espuelas de oro? R. Nada más y nada menos que el gran don Francisco de Quevedo, al que Casona da este título basándose en las famosas espuelas de oro que el autor de El buscón se había hecho como compensación a su deficiencia f ísica. P. Díganos por qué sería bueno acudir a su función. R. Porque esta pieza es un retrato dramático sobre la vida de Quevedo, pero, a la vez, podemos considerarla como el testamento literario de Alejandro Casona. Fue la última obra escrita por nuestro dramaturgo tras su regreso del exilio y poco antes de su muerte, en septiembre de 1965. Podríamos decir que es un Quevedo muy Casona y un Casona muy Quevedo. P. ¿Cómo es el montaje que ustedes realizan? R. Baste reseñar los 24 actores que dan vida a 27 personajes, los cuatro lugares de acción donde se desarrolla la obra y la proyección sobre el decorado de una recreación audiovisual: «El sueño de Quevedo», en la que intervienen otros 15 actores. Es la primera vez que esta obra se representa en Asturias. P. ¿Son ustedes especialistas en Casona? R. Más que especialistas yo diría admiradores y estudiosos de uno de los mayores valores literarios y humanos que ha dado Asturias. Ya dije en otras ocasiones que Alejandro Casona venía siendo el gran olvidado de los mayores y el gran desconocido de los jóvenes. P. ¿Cuántas obras de este autor han representado? R. Mi relación con el teatro de Casona comienza en mi época de estudiante, a finales de los años 60, con la dramatización de La barca sin pescador, Los árboles mueren de pie o La tercera palabra. Esta última la puse en escena en 1973. En 1984 fundo el Grupo de Teatro del Ateneo Obrero de Villaviciosa, con el que pongo en escena, entre otras, La dama del alba, en 1985. Desde que fundo «Maliayo Teatro», a lo ya comentado tenemos que añadir un espectáculo teatral con el que, bajo el título Del poema a la farsa, po- «SOMOS FIELES AL TEXTO, PORQUE ÉSTE SÓLO SE PUEDE REFORMAR CON EL CONSENTIMIENTO DEL AUTOR.» níamos en escena un recital poético con una selección de versos de sus dos poemarios, El peregrino de la barba florida y La flauta del sapo, y dos farsas de su Retablo jovial: «Farsa del cornudo apaleado» y «Farsa y justicia del corregidor». P. ¿Cómo caracterizaría al teatro del dramaturgo de Besullo para que captara la atención del público de hoy? R. El público de hoy, y eso lo sabemos por experiencia, acude masivamente a ver el teatro de Casona, siempre que éste se haga con la dignidad que se merece, naturalmente. Su teatro puede ser en este momento un soplo de aire fresco en una sociedad materialista donde los auténticos valores no tienen buena prensa. Hoy, más que nunca, estamos necesitados de esos referentes: un teatro poético por encima de todo, un teatro pedagógico en el que hace compatibles la realidad y la fantasía, lo vivido y lo deseado, un teatro que nos da una visión original de los temas eternos: Dios, muerte, amor, un teatro afirmativo y optimista, como él lo califica, que con su «pedagogía del alma» lucha contra el pesimismo, el rencor, el egoísmo, la hipocresía, la envidia..., y que está a favor de la poesía, del humor, de la ternura. Y por si esto fuera poco, para nosotros, un teatro de raíces y esencias asturianas. P. ¿Qué tipo de teatro practica «Maliayo Teatro»? R. Nuestro teatro viene siendo realista, ajustándose y siendo fiel al texto y al autor. Personalmente, creo que, al margen de cualquier otra consideración, el texto es propiedad de su autor y sólo con su autorización, si se trata de un autor vivo, se podría reformar. Si el autor ya ha desaparecido, soy partidario de ajustarme, hasta donde pueda, naturalmente, a su obra. De cualquier forma, respeto a quienes prefieran experimentar, siempre que lo hagan con honestidad y de una manera digna. Cuanto más variada sea la oferta teatral, mejor y que sea el público quien elija. P. ¿Cómo trabaja con sus actores, intervienen en el perfilado final de los montajes? R. Cuando decido montar una obra ya tengo las ideas bastante claras de qué pretendo y cómo lo voy a hacer. Esto no quiere decir El caballero de las espuelas de oro. que no escuche y valore las aportaciones de actores y técnicos. A medida que la experiencia va dando sus frutos, voy dejando espacio y capacidad de maniobra. P. ¿No le es dif ícil ser director y actor de muchos de sus espectáculos? R. En mi caso, actuar y dirigir es algo que he compatibilizado siempre, y me resultaría dif ícil actuar bajo otra dirección. Dirigir sin actuar es más fácil, pero, personalmente, mi mayor placer está en la interpretación. P. ¿Para qué puede servir hoy día el teatro? R. Para intentar nivelar una balanza demasiado escorada hacia unos espectáculos y una televisión adormecedores de un espíritu autónomo y crítico. 33 Enero 2007 Maliayo Teatro “Matar y matarse es un error” Miembro del grupo teatral pamplonés «K7 Teatro», ganador del concurso «Art Nalón Escena» 2006. 34 «En nuestra obra hablamos de la violencia gratuita que nos rodea.» José Luis Campal Fernández La Ratonera / 19 ridea El grupo navarro «K7 Teatro» ha resultado ganador de la edición 2006 del Certamen Nacional de Teatro Joven «Art Nalón Escena». El jurado, tras las ocho representaciones desarrolladas en el Nuevo Teatro de La Felguera durante los meses de septiembre y octubre, otorgó su primer premio al montaje Ni Romeos ni Julietas. Pregunta. ¿Desde cuándo se dedican a hacer teatro? Respuesta. Como «K7 Teatro» llevamos aproximadamente cuatro años, pero cada uno hemos se- guido diferentes trayectorias hasta que nos juntamos donde ahora estamos. Algunos coincidimos desde el principio de la andadura y a otros miembros del equipo de Ni Romeos ni Julietas hemos tenido la gran suerte de encontrarlos, profesionalmente hablando, cuando empezamos a trabajar en el proyecto. P. ¿Cómo decidieron presentarse al concurso? R. Participamos hace dos años con nuestro anterior montaje, Flora y fauna (Comitragedia de pata negra). En aquella ocasión quedamos encantados con la organización y el público de Langreo. Por otro lado, «Art Nalón Escena» es un certamen importante del norte de la Península en el que siempre es una suerte participar. P. ¿De qué trata la pieza dramática con la que se han llevado el primer premio en el concurso langreano? R. De que la pasión mal entendida puede llevarnos a la locura e incluso a la muerte. Sólo hay que mirar los medios de comunicación para ver que este tema está de plena actualidad. Ni Ro- Ni Romeos ni Julietas, de K7 Teatro. meos ni Julietas aborda en clave de humor el tema de la violencia gratuita que nos rodea y de que matar o incluso matarse por algo tan bello como debe ser el amor es un error. P. ¿Cuándo comenzaron a representarla? R. La estrenamos en febrero de 2005 en un ciclo denominado «Golfos», en la Escuela Navarra de Teatro, y, desde entonces, venimos escenificándola por Nava- rra y parte de España, y estamos muy contentos con la acogida que está teniendo. P. ¿Cuál es el sistema de trabajo de «K7 Teatro»? R. Primero, solemos hacer trabajo de mesa, en el que todos aportamos las ideas que tenemos, lo que nos gustaría hacer, o no sé, una canción que te gustaría cantar en el próximo espectáculo, cualquier cosa que se nos ocurra. A partir de ahí se descartan cosas, se cogen otras, y poco a poco nos vamos poniendo de acuerdo. Después, se va viendo lo que cada proyecto necesita. Hasta ahora hemos escrito o hecho la dramaturgia de los textos que hemos representado nosotros mismos, pero no tenemos pautas fijas, nos dejamos llevar por las ideas. P. ¿Qué buscan en sus montajes? R. Nos gusta que el público se vaya de la sala y haya recibido algún mensaje, porque qué es el teatro sino un reflejo, a veces poético, otras bestial o cómico, del mundo. Creo que ver el reflejo de uno mismo o de lo que vive siempre da qué pensar. P. ¿Cómo se encuentra la actividad teatral en la comunidad navarra? R. El teatro en Navarra, a nuestro modo de ver, es un teatro de estreno. Es decir, es evidente que existe un circuito de casas de 35 Ni Romeos ni Julietas, de K7 Teatro. Cultura y pueblos, pero lo consideramos bastante limitado ya que en cada sitio actúas una vez y te vas. No existe un teatro donde hacer temporada. Quitando el hecho de que, aparte de ciertas salas, normalmente el teatro que hacemos las propias compañías navarras es considerado «teatro de segunda». Enero 2007 María Lusarreta Un nuevo espacio para la ESAD Lepoldo Pumarino 37 una formación, de una actividad y de una forma de vida que hasta ahora parecía reducida a lo anecdótico, a una especie de exotismo y de un quiero y no puedo, que sin dejar de estar presente, a todos parece hacernos sentir que quizás empecemos a contar. Decir que todavía queda mucho camino por andar, es tal vez, restar importancia a lo ya andando y no sería justo. Veinte años son muchos años y la calle Trinidad tampoco queda tan lejos. Por lo mismo, aunque, como dice el tango “veinte años son nada…” en el caso del teatro asturiano, su formación y su consideración, suponen dos generaciones con sus ilusiones, desganas, olvidos, fracasos, esperanzas, holas y adioses. Ahora y tras luchas, revueltas, desapariciones, cuestionamientos, ilusiones y desenfrenos, parece que se ha colocado fachada y extendido el certificado de habitabilidad, a unos estudios y a unas perspectivas profesionales, que aunque contando con cimientos resistentes, carecían del aspecto definitivo, de las zonas ajardinadas y en definitiva del buen aspecto, que todos los compradores, inquilinos y visitantes, suscribieron cuando se les presentaron los planos de la construcción. Enero 2007 La Ratonera / 19 36 Cuando se cumplen veinte años de enseñanza teatral en Asturias y tras cuatro de reconocimiento oficial, las instalaciones de la Escuela Superior de Arte Dramático de Asturias (esad), por fin se ponen al día en cuanto a necesidades de instalación y dotación se refiere. Así, una circunstancia que en algunos aspectos, puede verse como algo secundario y hasta cierto punto accesorio, implícitamente, supone un reconocimiento oficial que suena importante, tanto a nivel académico como profesional para Asturias. No se trata sólo del espacio disponible, que por primera vez se hace digno y apropiado para las necesidades formativas, ni tampoco únicamente de la dotación del mismo, pues con menos llevábamos funcionando desde hace dos décadas, ni tan siquiera de la supuesta suntuosidad del espacio global en el que se encuadra la escuela. Por encima de todo lo antes expuesto, está la corroboración de una profesión, de 39 La Ratonera / 19 5.000 metros de espacio escénico Con todo lo anteriormente dicho, no queda más remedio que empezar a loar los parabienes, por tantos deseados y por fin hechos realidad. Situado en la parte izquierda del teatro de La Laboral, atravesando el patio y bajo el pórtico abalconado, a la sombra de lo que fuera la basílica y gozando de la vista y disfrute de cuatro de las columnas que la cierran, se sitúa la esad. Trece balcones, trece ventanas al frente, planta baja, primer y segundo piso, tres torreones, una entreplanta y un semisótano, además de dos patios interiores, constituyen lo aparente a primera vista. Pero además, y siempre a vistazo general, veintidós aulas, cuatro despachos, cinco departamentos, una sala de profesores, biblioteca, videoteca, archivo, sala de ensayos, ocho cuartos de baño, ocho almacenes y la conserjería, ocupan los mismos entre distintas proporciones, alturas, singu- laridades, formas y colores. Eso sí, todo funcional y moderno, con aire de actualidad, practicidad y cierto rigor, que únicamente ensombrecen los azulejos históricos de los pasillos y halles. Azulejos de Talavera, en los que destaca un azulón con cierto aire morisco que aporta una cierta sensualidad al espacio, que tampoco le sobra ni le está de más a la actividad. Siete espacios dedicados a la práctica de la interpretación y de la dirección; tres a la voz, otras tres al cuerpo y cinco al intelecto. Además, aula de música, caracterización, indumentaria y escenograf ía; todas ellas de proporciones interesantes, dejan espacio aún para destinar sitio a la sala de informática, de ensayos, biblioteca y videoteca. Algunas, hasta tienen nombres propios, que son un buen recurso para evitar el consabido número, y de paso, darles un aire especial. Las de interpretación responden a los sonoros nombres de “Teatro Alejandro Casona” —porque está más que bien hacer pa- tria— “El Público” —porque hay que recordar a los grandes— “La Celestina” —por aquello de los clásicos— y “La Gaviota”, seguramente porque en el teatro se aspira a tener algo de ruso. Las más específicas de las prácticas de dirección, ubicadas en los llamados “Paraninfos” (que por eso de la altura, permiten los trabajos de iluminación por lo menos a priori) van de lo regional, pasando a lo nacional para hacerse internacional… Así “Paraninfo Clara Ferrer” —vuelve a hacer patria, que falta nos hace— está al lado del “Paraninfo Cipriano Rivas Cherif” —que aunque algunos no lo conocen, pasa por ser uno de los reformadores de la escena nacional anterior al 36 y después también— y separado por un hall del “Paraninfo Giorgio Strehler” —al que todos conocemos, pero que nos cae estupendamente, y además es italiano—. La cosa se pone exótica con las aulas de cuerpo o “movimiento”, como lo enuncia la logse; y así tenemos aula “Martha Graham.”, “Rudolf Laban” y Enero 2007 38 “Etienne Decroux”, o tanto como decir que reconocemos que se imparte danza, movimiento y mimo entre las santas paredes de la pedagogía teatral. No hay más nombres, pero no es porque no se nos ocurran o no nos apetezca, únicamente no queremos pasarnos. 180 focos No está mal la cantidad, teniendo en cuenta que 57 están en el llamado “Teatro Alejandro Casona” y en un promedio de unos 14 en el resto de las aulas de interpretación y dirección, además de más de media docena en las de cuerpo. Pues con todo y con eso, aún quedan de refuerzo. Pero la dotación llega más allá, porque en todas las aulas hay equipos de sonido, plataformas, bastidores y hasta en algunas, almacenes de aula. Así, no hay más remedio que admitir que todo lo que se había solicitado —dentro de las previsiones— se ha concedido sin escatimar en apariencia. El delirio ya son los ordenadores nuevos para el área de dirección y secretaría, departamentos, sala de profesores, biblioteca y videoteca, además de los instalados hasta su total capacidad en el aula de informática. El resto, aunque parezca fruslería no lo es, especialmente cuando se han conocido tiempos de carestía infinita. Armarios para todas las aulas y departamentos, corchos de aula, 41 estábamos acostumbrados, pero que nos han venido como anillo al dedo, por eficientes y por la buena disposición que muestran. Tanto es así, que casi no sabemos muy bien cómo funcionar con ellos, aunque se le augura un gran futuro, además de ahorro y descanso para los que hasta el momento solíamos buscarnos la vida como mejor podíamos. En definitiva, hay mucho de sorpresa, bastante de conformidad y más de mayores aspiraciones, aunque se sea consciente de que no sólo de infraestructu- ras vive el teatro. Una institución académica clave para el futuro de la profesión, del arte y de los escenarios regionales, nacionales e internacionales —que todo puede ser—, precisa de otra serie de regulaciones y estabilizaciones que se espera que se produzcan en un futuro más o menos inmediato y en las condiciones más lógicas favorables y justas que tengan a bien establecer. Porque es cierto, que calidad, rentabilidad, conocimiento, investigación, búsqueda y el resto que le queramos echar, están por encima de focos, mesas, sillas y vestuarios, pero también parece seguro que sin incentivos, sin perspectivas de futuro, sin mejoras y reconocimientos, es casi imposible que se pueda resistir. La resistencia acaba teniendo un límite y es posible que no sea lo mejor hacerla llegar hasta él. Por eso nos alegramos de lo presente, porque seguramente será mejor para todos y todos al menos tendremos un referente de que cuando hay buena voluntad, apoyo y empeño la pervivencia, es más, la presencia, es un hecho. Enero 2007 La Ratonera / 19 40 pizarras, televisión plana, DVD, retroproyector, piano y pianola, instrumentos musicales, etc. Pues con todo y con más, se subió de la antigua escuela todo. Se dejó lo justo, justo, justo en medio de una mudanza tan heterogénea como dificultosa, trabajosa y engorrosa… Hasta el pasado se trajo en forma de archivos y documentos del extinto itae a fin de disponer de una memoria efectiva que ya es parte de la historia del teatro asturiano, exposiciones, telones y hasta suelos desmontables… Pero como la codicia humana no tiene límites, bien está decir, que por no verlo conveniente en estas letras, pero no sin reconocer la tentación que supone, todavía podrían exponerse la larga lista de necesidades que se cree conveniente cubrir, para que la nueva esad sea lo deseado, por lo menos a nivel de materiales y por tanto de posibilidades. Ahí va sólo un ejemplo: no tenemos talleres de construcción ni almacenes que permitan proyectar un futuro enriquecedor en cuanto a bienes escenográficos, de mueblaje y utillaje. No se puede estar en todo… pero ahora ya no se nos adjudica más espacio, así que quizás, las malhadadas obras no terminen nunca. Se agradece especialmente, eso sí, ese personal de mantenimiento, al que no Gemma de Luis La Ratonera / 19 42 El actor debe trabajar siempre desde la pregunta, no para la respuesta. Sin técnica no hay talento. Hacer para creer. El cuerpo manda. Qué quiero y cómo lo hago. Crear la realidad de la escena. Objetivo número 1 del actor: búsqueda del sentido de la verdad. Imposibilidad de emocionarse desde la voluntad. Todas estas consideraciones (por señalar algunas, ya que faltan otras muchas que de forma sabia y explícita vienen recogidas en el libro Hacer actuar. Stanislavski contra Strasberg de Jorge Eines) son una muestra del desarrollo práctico del Seminario de Formación de Actores “El arte de repetir para no repetir”, organizado por la Unión de Actores de Asturias en colaboración con la esad, que tuvo lugar durante tres fines de semana intensivos en octubre y noviembre de 2006 y fue impartido por Jorge Eines. Tomando un largo café con este catedrático de interpretación, director de teatro, fundador y director de Ensayo 100 Teatro, director y profesor en la Escuela de Interpretación “Jorge Eines” y teórico de la técnica interpretativa, aderezado todo ello por la musicalidad argentina de su voz, esto es lo que nos cuenta para La Ratonera. Pregunta. Llevas más de 30 años investigando acerca de la técnica interpretativa. En todo este tiempo, ¿has evolucionado en la misma línea de pensamiento o te ha pasado como a Stanislavski, que llegó a formular métodos de trabajo contradictorios? Respuesta. No ha habido una línea de progresión unilateral, si no muchos avances y retrocesos, encuentros y desencuentros… He compartido cosas con grandes maestros como Raúl Serrano, que he ido metabolizando a la larga de forma más dinámica e integradora que en mis inicios de formación. A lo largo de los años se ha enriquecido el discurso teórico no de forma consciente pero integrado en una totalidad y un relieve singularizado. La asignatura de “Técnica interpretativa” que impartí en la resad me sirvió para aprender mucho, me hizo establecer menos certezas a la hora de creer que no había una línea clara de evolución sino la posibilidad de descubrir cosas en los actores, en las escenas, en las clases, en mis libros… variables cambiantes a las que enfrentarme. No sé bien lo que ha pasado. Lo cierto es que nunca antes me habían hecho esta pregunta con esa claridad. Yo he tratado de ser como esos cochecitos de los niños que chocan contra la pared y van hacia otro lado. Yo intento chocarme con la gente y que me pasen cosas, metabolizarlas… Esto tiene mucho que ver con mi profundo amor por la filosof ía como referente de lectura cotidiana y mi encuentro con Spinoza, quien se atrevió a hacer preguntas que nadie se atrevía a formular. En algún lado todo esto incide en la praxis cotidiana, en el planteamiento continuo de cosas, de sacar conclusiones, de enfrentarme a un viaje con muchos caminos siendo muy consciente de la carga que llevo y que intento enderezar, peleando a veces contra la realidad que te dice cómo hay que hacer las cosas de una forma determinada. 43 Jorge Eines. versar con el libro y encontrar un buen interlocutor. P. En ocasiones se comenta que a los alumnos de teatro se les enseña en una escuela un método de interpretación concreto, pero que luego es dif ícil de aplicar en la vida profesional teatral donde Enero 2007 Entrevista a Jorge Eines P. Has publicado varios libros reconocidos a nivel internacional como Alegato a favor del actor, Didáctica de la dramatización, El actor pide, etc., siendo el más reciente Hacer actuar. ¿Qué va a descubrir un actor al leer este libro? R. Básicamente los cinco temas que convocan a cada actor a la hora de plantearse el problema que uno tiene en la condición de la escena, el problema que uno tiene cuando ensaya y el que uno tiene cuando en su formación le piden determinadas cosas en detrimento de otras; es decir, tres instancias que un actor se plantea a lo largo del pasaje de lo formativo a lo profesional. Estos temas no están planteados como en los cuatro libros anteriores, hay un carácter didáctico, diciendo con nombres y apellidos los orígenes y consecuencias de ciertas cosas, hablando del tema tabú de la “emoción” donde intento explicar que no se puede buscar de forma consciente, de la “técnica” que no tiene nada que ver con la emoción…, moviendo las aguas para que el río parezca más profundo de lo que es, ya que en este libro las aguas están limpias y se ve claramente la profundidad de lo que estamos tratando. Cosas que preocupan a los actores y si tienen ganas de compartir conmigo esas reflexiones, van a poder con- cuerpo y una cabeza en condiciones de actuar y a partir de ahí trabajar. Quien se dedique a enseñar no debe dedicarse a enseñar una determinada cosa al servicio de una determinada poética, sino que debe ser coherente con los orígenes de un discurso como el de Stanislavski, que intentó diferenciar lo técnico de lo poético y por tanto, se le enseñe a un actor la técnica necesaria para poder trabajar aquello que se le exija en cualquier condición o incluso en cualquier medio. P. Te hemos oído decir a lo largo del Seminario que “la técnica no se posee, se conquista” y que “los actores deben trabajar desde la pregunta”. ¿Qué opinan de esto o cómo lo ven los actores profesionales con los que trabajas o has trabajado? R. Simplemente no lo ven (risas). No lo ven desde el punto de vista de la reflexión pero lo habitan desde el punto de vista del trabajo. En el 83 trabajé con Juan Diego en Ivanov de Chéjov; es uno de los actores más interesantes con los que he trabajado y siempre me transmitió, desde el primer ensayo hasta la última función, que esto de la pregunta lo tenía muy claro. Con Echanove me pasó lo mismo en el espectáculo Alrededor de Borges, con el que debimos de hacer alrededor de 200 funciones; de todas las ve- ces que estuve con él en la escena no recuerdo que no hubiera ningún intento de sostener esas preguntas, mejores o peores, más intensas o menos intensas, con más implicación o con menos implicación, pero siempre con una dignidad técnica basada en que el objetivo personal a la hora de instalarse en la condición de la escena es trabajar desde la pregunta. P. En el libro Hacer actuar hablas de ciertos límites a los que debe atenerse un pedagogo. ¿Cúales son esos límites? ¿Son los mismos a los que debe atenerse un director teatral? R. Éticamente hablando sí, técnicamente hablando es diferente. La técnica y la ética son paisanos del mismo pueblo pero habitan en casas diferentes. Desde el punto de vista ético uno no puede dañar al actor ni al alumno. Las técnicas extremas que le exigen a un individuo que se comprometa con ciertas cosas en las cuales se movilizan lugares peligrosamente cercanos a riesgos psicof ísicos no deben ser convocadas, ya que no tienen regreso. Yo no tengo derecho, si te estoy enseñando pintura, a convencerte de que te cortes un dedo porque pintando con sangre serás mejor pintor; no debo hacer eso, ya que puede ser que por cortarte el dedo te conviertas en una pin- 45 Lluis Antón González y Carmen Gloria García en el seminario impartido por Jorge Eines, en una escena de Tío Vania. (Foto: Geni García.) tora reconocida por haber tomado esa decisión, puede ser… pero yo como maestro no puedo hacer eso. ¿Sabes por qué? Porque el dedo no te va a crecer nunca más. El paradigma técnico debe tener en cuenta esto y yo lo entiendo así, lo creo y lo postulo en el ámbito de trabajo con un actor y en el ámbito de un ensayo. No obstante, las negociaciones que se hacen en un proceso formativo para provocar una ruptura fren- te a un bloqueo, una dificultad de evolución… en algún momento promueven cierta violencia; a pesar de ello, si alguien le tiene miedo o temor a los muertos, yo no le voy a mandar a las 4 de la mañana al cementerio, no lo hago… ahora bien, a veces es necesario hablar de los muertos. P. A lo largo del Seminario has hecho muchas referencias a la espiritualidad del arte, a la filosof ía. ¿Crees que es fundamental la existencia de un compromiso artístico por parte del actor? R. No es que sea fundamental, es como si intentáramos describir el agua sin entender que es mojada. Yo no entiendo el trabajo del actor sin este compromiso. No me parece que en nombre de la supervivencia haya que hacer cualquier cosa. Yo no hice cualquier cosa en mi vida en nombre de la supervivencia y estuve muy jodido, muy pobre, con una Enero 2007 La Ratonera / 19 44 es más importante el resultado que el proceso. ¿Crees que existe esa dificultad de trabajar técnicamente en un montaje lo que has aprendido en una escuela? R. Es uno de los problemas que con más constancia he tratado de abordar para que la técnica sirva para liberar al individuo de las poéticas ocasionales a las cuales le someten o exigen, liberarlo de los estilos naturalista, realista, shakesperiano..., liberarlo de los condicionantes a la hora de expresar, porque la vieja confrontación entre “conocimiento” y “expresión” es casi un paradigma del problema del actor que se enfrenta a ¿cuánto expreso de lo que tengo? o ¡qué poco tengo y cuántas ganas de expresar tengo! Esa contradicción inherente al problema del conocimiento y de la expresión es aplicable a un desarrollo más formativo del individuo que debe estar en posesión de un desarrollo procesal que le permita conocer aquello con lo cual va a tener que expresarse. Si estas variables no están asumidas situando el eje de lo pedagógico en esta relación, el alumno va a reproducir determinadas cosas que cree que se deben hacer en un montaje, pero no lo libera del problema de que el actor se sienta en posesión de un instrumento preparado para actuar. Al actor hay que hacerlo vivir que es un que el actor es capaz de construir desde su cuerpo y no desde la palabra. Lo que no podemos definir de antemano es lo que va a conseguir el cuerpo del actor en los ensayos y en la condición de la escena. Si sostiene una pregunta con gran fortaleza desde el cuerpo es capaz de tener un conflicto con el cuerpo. Desde el punto de vista de la dramaturgia, las cosas las recibimos a través de la palabra, pero como director las transfiero al orden de lo corporal y el ensayo se convierte en un lugar de transferencia. Si logro hacer esa transferencia es un buen ensayo. Es mi metodología del conocimiento, basada en darle más importancia al cuerpo que a la palabra. Si el cuerpo del actor responde a una coherencia en la que se inscribe en él algo del objetivo, la palabra aparece como necesidad. Vamos de la palabra al cuerpo cuando decidimos trabajar la obra. Vamos del cuerpo a la palabra cuando nos enfrentamos con el personaje. Si conseguimos no confundir los conflictos verbales con los conflictos puestos en el cuerpo, si lo logramos, obtendremos algo vivo, potente, algo relacionado con trabajar desde la pregunta y que no es filosófico, es corporal, no es teórico sino eminentemente práctico. P. ¿Cómo ha sido tu experiencia con los actores participantes en este Seminario que has impartido en Gijón? R. En la realidad de Gijón me encontré con actores y actrices con una disposición a escuchar lo que yo les he ido planteando equivalente a la que me he encontrado en países de Latinoamérica, donde la gente está ansiosa y abierta a recibir, cosa que en España no es habitual que me pase. Esto es un indicio de que estos actores y actrices han sabido motivar en mí algunas cosas que sólo se producen cuando la gente que está trabajando quiere sacar cosas del profesor, que éste enseña en relación proporcional a lo que el alumno o actor desea conocer. P. Hay un hecho que a mí me ha llamado mucho la atención y es que hace unos años has dejado la Cátedra de Interpretación en la resad ¿alguna vez te has arrepentido de esta decisión? R. No. Solamente hay algunos momentos en que pienso que podía estar más tranquilo, pero es una decisión que tomé hace siete años con el interrogante de por medio que suponía asumir un riesgo de un cambio de vida, de si iba a poder vivir ganando lo mismo… lo que ocurrió fue lo contrario, ya que cuando dejé la resad y fundamos Ensayo 100, llegamos a tener 300 alumnos, lo que fue un auténtico desastre. Fue un camino de tres o cuatro 47 Jorge Eines dirigiendo un ensayo. (Foto: Geni García.) años en que me di cuenta de que no podía parar lo que estaba ocurriendo y que no me iba a poder recuperar del éxito. Eso me hizo no someterme a ese éxito y tener hoy la escuela que quiero tener. Yo no dejé la cátedra para tener 300 alumnos, ya que ni los conocía y no se trata de coleccionar alumnos, sino de trabajar más y mejor en los tiempos, conocimiento y encuentro con ellos. P. Retomando tu faceta como director, ¿hay alguna obra que estés deseando dirigir? R. Hay autores con los que estoy en deuda como García Lorca, ya que tengo ganas de ha- cer Bodas de sangre y Yerma y de Shakespeare me interesan mucho Macbeth y Ricardo III. Nunca los he dirigido y son obras que generan en mí gran inquietud. A esto le añado la gran necesidad de seguir trabajando con Juan Mayorga, con el que me une una gran amistad, una ideología muy cer- Enero 2007 La Ratonera / 19 46 mano delante y otra detrás. No quiero ponerme como modelo de nada, pero el no hacer cierto tipo de concesiones por encima de lo ético me sirvió para no someterme a la inmoralidad y no desmoralizarme, las dos cosas. Uno a veces se somete a la inmoralidad para sobrevivir y se sobrevive, pero enseguida te desmoralizas, ya que después de “cobrar el cheque” aparece una fantasía de desmoralización sometida a la inmoralidad y eso es mal negocio. El arte es débil y la parte de uno que le dedica a ese arte debe ser la parte fuerte de esa negociación; el arte está sometido a mucha debilidad y el “nuestro” especialmente, ya que somos los parientes pobres de la fiesta mediática. Precisamente lo heroico de esta pelea es que el teatro va a seguir siendo teatro, nadie le va a quitar fugacidad y vale la pena amar este arte aunque sólo sea por eso. P. No hace mucho pudimos ver en Asturias el montaje por ti dirigido El Precio de Arthur Miller. En el programa de mano señalas “la presencia de conflictos en lo verbal no debemos confundirlos con los conflictos sostenidos por el cuerpo” ¿puedes explicar un poco esta idea? R. Decía Spinozza: “nadie sabe lo que puede un cuerpo”. Esto trasladado a la condición del actor hace que me plantee qué es lo Organizar la fantasía Aldo Rubén Pricco La Ratonera / 19 48 Jorge Eines y Gemma de Luis durante la entrevista. (Foto: Geni García.) cana y un deseo de seguir haciendo cosas juntos. P. Y ya para terminar, Jorge, podrías definir con una frase: —El teatro. R. La representación de lo que de irrepresentable tiene la vida. —Un pedagogo teatral. R. El que aprende a hacer lo mismo que hace una madre que enseña a caminar a un niño y no se sabe quién manda, si la madre o el niño. —El actor. R. El que se atreve a mostrar aquello de sí mismo por lo cual en ese instante se siente un actor. —El director. R. El que descubrió el arte de escuchar. —A ti mismo. R. Un individuo preocupado por ciertas coherencias que le hagan poder dormir tranquilo toda la noche y tener ganas al día siguiente para encontrarme con un actor o con un alumno. Es una situación que me causa muchísimo placer estar presentando e invitando a leer esta última producción de Jorge Eines, porque sin que él lo supiera ha sido un leal compañero de ruta en el trabajo teatral, ya sea en la docencia como en la creación artística. Las reflexiones de Jorge, las reflexiones parciales, estas verdades provisorias nos han hecho andar el camino de los recorridos técnicos que le dan carnadura a la conducta escénica y pueden organizar la fantasía, como él dice en El actor pide. Organizar la fantasía y saber que aquello del “talento”, de la creatividad, es algo bastante complicado de poder entender pero que la materia técnica es indispensable para que alguien pueda tener control y voluntad de su cuerpo presente en la escena. Habría que destacar en la aparición de esta publicación varios hechos. El primero que se me ocurre es de orden ideológico, porque desde el primer momento, recorriendo toda la escritura de Jorge (no sólo de Hacer actuar), uno puede apreciar una postura ideológica concreta que consiste justamente en considerar que la creación es siempre resultado del trabajo, del laburo, del esfuerzo, de la disciplina, del rigor, y no producto de una inspiración que viene en cualquier momento quién sabe por qué, con qué tipo de alucinación, con qué artilugio mágico. Desde esa perspectiva se manifiesta una concepción relevante: el hecho de que un saber, una habilidad actoral que consiste en poder tener un cuerpo seductor arriba de un escenario y “para otros” pueda a la vez ser compartida más allá de la práctica del ensayo o el aconteci- miento áulico, y éste es el valor: que pueda ser puesta en discurso, conceptualizada. El hecho de poder reflexionar de tal modo sobre la práctica —algo que muchos de los teatristas se resisten a hacer, o sea, reflexionar sobre lo que hacemos para poder repetirlo y mejorarlo— está puesto en palabras, divulgado para el disenso o consenso, vehiculizado para focalizar el objeto de estudio y construir una referencia que oficie de punto de partida, de tópica, de sistematización dispuesta al diálogo. Por eso, la escritura de Eines viene a llenar en español un vacío bastante significativo, el de la reflexión puesta en definiciones, en categorías que no intentan para nada ser sentenciosas o verdades absolutas sino que se ofrecen simplemente como un criterio, como una verdad posible de ser refutada para que otros tomen la posta y continúen investigando y profundizando. Por eso creo que hay aquí un valor ideológico sustancial, esta postura de otorgarle preeminencia al trabajo por so- 1. Texto de la exposición del autor durante la presentación del libro Hacer actuar. Stanislavski contra Strasberg de Jorge Eines en la librería “Ross” de Rosario, Argentina, julio de 2006. 49 Enero 2007 Sobre cómo organizar la fantasía: Jorge Eines y la democratización del saber teatral1 La Ratonera / 19 50 bre la “inspiración”. Es en Alegato en favor del actor que Jorge cita a Rainer María Rilke en aquello de que “cuando la inspiración llegue, me encontrará sentado ante mi mesa de trabajo”: la concepción de la inspiración o predisposición creativa como resultado de un hacer, es decir, la búsqueda de la autonomía del actor y la elección de su propia técnica, porque si algo no tiene el pensamiento y la escritura de nuestro colega —corroborado por la última publicación— es la sujeción a una técnica que derive en una estética. Estoy refiriéndome a una técnica que pueda formar el cuerpo, predisponer el cuerpo psicof ísicamente para abordar después cualquier otro discurso no asociado a un único estilo de actuación: la no pertenencia a un dogma, esa verdad que se instituye y hay que obedecer según el gurú de turno. Es eso lo que me parece valioso como hecho ideológico. Estamos en presencia también de un hecho científico (aunque a muchos les cueste admitir esta reunión de ciencia y arte yo, creo firmemente que van de la mano). En ese sentido se puede apreciar este interés más que evidente que Jorge ha tenido a lo largo de toda su literatura de “captar la política del universo”. Me refiero con esta sencilla metáfora a tratar de buscar en esas cosas que aparentemente están sueltas algún tipo de vínculo, de regularidad, objetivable, transmisible, que se pueda compartir con otros y se pueda — a partir de allí— democratizar, un saber que no se reduzca a talleres, a “iluminaciones”, o a maestros que saben crípticamente qué clave utilizar para que aquel actor o aquel alumno puedan llegar a producir algo capaz de provocar el interés de eventuales espectadores. Entiendo que existe una línea relevante que aparece de una manera sutil en Hacer actuar pero que se viene transitando —tal vez de un modo más explícito en las publicaciones anteriores— desde hace tiempo y que atraviesa las pertinentes especulaciones tratando de unir (Jorge lo hace fehacientemente) lo que muchos creen desunido o sin relación: la extensa serie de discursos, reflexiones y producciones de lo que sustenta tanto a la tradición stanislavskiana como a Meyerhold, a Vajtangov, a Michael Chéjov, a Peter Brook, a Artaud, a Grotowski y a Barba. Creo que hay en la literatura de Jorge un intento de formar un piso común, una columna vertebral que recorra todos estos discursos (aparentemente inconexos pero a todas luces en diálogo constante) y descubra las comunes raíces profundas. Allí reside el hecho científico, en exponer mediante sus escritos esas “verdades” transitorias, a “medias” en el sentido no despectivo sino de ausencia de dogma- 51 juego en el que haya intercambio ineludible, en el que la interacción se constituya en el centro y donde la producción psicof ísica de uno dependa del otro: de eso se trata jugar. Es ésta toda una elección ética. Se está hablando de una actuación que no sea onanista, sino Enero 2007 “Hay en todo esto un acontecimiento ético imposible de soslayar, dado que lo que resalta (sobre todo en la síntesis de Hacer actuar) es la celebración del hecho teatral como un rito solidario, mutuo, que sin la presencia de otro resulta irrealizable.” tismo. A conciencia se apela a una de las condiciones de la especulación científica: ofrecer conclusiones abiertas, falibles, dispuestas a permitir que otros las refuten, las hagan evolucionar y no se consideren como lo último y definitivo que se ha dicho. No se trata de establecer normas, recetas o prescripciones provistas de autoridad sino hipótesis sujetas a comprobación o modificación. Si una tendencia podemos encontrar a cada paso en los libros de Eines es que nunca se explicitan planteos como una sentencia inamovible y absoluta o terminantes. Por el contrario, allí están, proponiéndose como instrumentos que cualquiera (¡menos mal que hay otros!) puede tomar y hacer con ellos su propia experiencia a partir de una meticulosa e inteligente referencia. Por otro lado, hay en todo esto un acontecimiento ético imposible de soslayar, dado que lo que resalta (sobre todo en la síntesis de Hacer actuar) es la celebración del hecho teatral como un rito solidario, mutuo, que sin la presencia de otro resulta irrealizable. Puedo ver en esa manifestación una clara metáfora montada en aquello de “contra Strasberg” puesto que se trata de solidaridad versus egocentrismo o individualismo. Lo que está “pidiendo” Jorge (como su actor) es que la creación sea un de una construcción, pueda disponer de elementos básicos frecuentemente obviados o considerados no dignos de ingresar en el andamiaje de las modas propias de las estéticas hegemónicas que cíclicamente dominan el espectro de lo que debe o no hacerse en términos teatrales. Recurriendo tal vez de mi parte a una metáfora llana, Jorge y su obra nos hablan de qué criterios utilizar a fin de aprender cómo situar los dedos en las cuerdas y trastes de la guitarra o cómo independizar el movimiento de aquéllos para que sean autónomos durante la ejecución. Después la creación vendrá por otro lado. Los teatristas no podemos darnos el lujo de no saber lo mínimo, lo elemental, y al decir “mínimo”, “elemental”, lo señalo con toda la humildad y profundidad que implican dado que muchas veces son presupuestos como sabidos, dados de antemano o como obviables y creo, firmemente, que no es así. No habría, entonces, en los escritos de Jorge la enseñanza de una técnica en sí, sino de cómo propiciar estructuras que lleven a procesos que deriven en técnicas. Me refiero a técnicas propias, que cada uno pueda adaptar a partir de una preocupación radical que recorre la producción de nuestro colega: la resolución de proble- mas a partir de la argumentación. Efectivamente, todo lo que se sostiene se explica, se menciona de dónde proviene y nada es “porque sí” (una vieja costumbre de raptos de autoridad, incluso, de grandes maestros). No estamos aquí frente a una pedagogía frecuente en las culturas orientales, relacionada con lo sagrado y, por ende, no sujeta a polémicas, es decir, vinculada con la imposición y seguimiento de una creencia por el mero hecho del prestigio y valoración del pedagogo, del director. Se argumenta de modo tal que el destinatario de estos escritos resulta realmente convencido, persuadido, o —por lo menos— puesto a pensar, que para los tiempos que corren no es poco. En el caso particular de Hacer actuar advierto una lograda madurez, una síntesis de todos los escritos anteriores. En Alegato en favor del actor de 1985, que fue manejado como un manual básico para mis clases de actuación (mis alumnos lo conocen por la insistencia orgánica de sus citas) se reunían, apretadas, las concepciones más relevantes de la tradición stanislavskiana que luego se fueron diseminando y problematizando en La formación del actor de 1988 y El actor pide de 1997, pasando por Didáctica de la dramatización (escrito con Alfredo Mantovani) también de 1997, para apa- recer de una manera más rotunda y clara en Hacer actuar, libro en el que la preocupación pedagógica resulta anclada en secuencias más detalladas junto a una honestidad y claridad intelectual que sinceramente se agradecen. Una vez más aparece, por ejemplo en los apartados referidos a relajación, palabra, acción, emoción, la idea central de la “organicidad”: la reafirmación de que el teatro es un acontecimiento lúdico que no es la vida —y es mucho más interesante que “no sea” la vida pero que tenga vida propia— fundamentado en una técnica del compartir, del involucrar, no como un oficio solitario y siempre producto del aquí y el ahora. En este trámite quisiera mencionar algunos de los conceptos que me han servido profesionalmente tanto en el trabajo pedagógico y de investigación como en el artístico, sobre todo pensar algunos que devienen instrumento indispensable para quienes nos interesamos constantemente en reflexionar sobre nuestra práctica: la sistematización de la Técnica de Acciones Físicas Fundamentales, el actuar como reaccionar, el diseño y construcción de estímulos para lograr efectos destinados a articular y editar la conducta escénica, la organicidad como instancia de unión entre “lo interno” y “lo externo”, la concentración como elemento fundamental para predisponerse psicof ísicamente para el juego. Entre estas apreciaciones habría que señalar algo que –aunque no se menciona de manera explícita- rodea todo esto y, a la vez, lo atraviesa: la convicción de que una actuación “orgánica” (y por ello verosímil) es aquella que crea para el espectador la sensación de una espontaneidad, que es artificial pero creada a partir de una faena intensa, rigurosa, exhaustiva; un trabajo que cansa al actor y lo dota de una fatiga placentera que le permite entretener y divertir (con toda la dignidad que estas operaciones suponen) y provocar una creación nueva y distinta cada vez que se hace una función. Una “naturalidad” que proviene del artificio. Estos escritos einesianos — permítase el neologismo— se nos ofrecen como un instrumento para empezar a andar o para seguir andando el camino siempre abierto de la formación actoral, de la dirección o de la enseñanza del arte de actuar puesto que se insiste una y otra vez en una feliz paradoja: para ser libres creativamente tenemos que sujetarnos a disciplinas, a reglas fijas, establecidas, regulaciones altamente rigurosas a fin de obtener la libertad, porque para “romper” paradigmas primero hay que saberlos y no alterarlos desde la ignorancia de quienes es- tán de regreso sin haber ido todavía. Allí reside la clave, en no ser ignorantes de la teoría y de la técnica, en no desconocer principios y regulaciones básicas que conviene sean manejadas. Los escritos de Jorge tienen que ver con esta preocupación, con esta lucha intelectual contra el no-saber, con la opción de entender la organización de la “fantasía” (¡cuántos entuertos se cometen en su flexible nombre!) no como una irrupción azarosa de la magia sino como una herramienta, un apoyo técnico, es decir, metodológico, para que el actor pueda poseer dominio y voluntad de su cuerpo-mente. Estoy hablando de ese atajo que en el camino del aprendizaje suponen las intervenciones de los docentes. Si ese camino es extenso, lo que el maestro hace — aquí pienso a Jorge como modelo de esa docencia— es construir a partir del consenso ese atajo que permite llegar dialógica y argumentativamente a la adquisición de un conocimiento tanto cognitivo como psicomotriz. Y ese servicio, esa dedicación, esa valentía de situarse en la humildad de compartir un saber para que luego sea superado, se agradece. Aldo Rubén Pricco es actor, director, docente e investigador teatral de la Facultad de Humanidades y Artes/Universidad Nacional de Rosario (Argentina). 53 Enero 2007 La Ratonera / 19 52 de construcción mutua, capaz de recorrer el camino de la acción y la reacción, entendiendo siempre un presupuesto básico de la tradición stanislavskiana: el hecho de que actuar consiste en reaccionar. El actor que disponga de una técnica para unir, montar, ensamblar y transformar esas reacciones, está en condiciones de crear una presencia lo suficientemente atractiva como para seguir existiendo como cuerpo teatral, visible, mirado, convocante, seductor. Asimismo, más allá del involucrar a otros que supone esta opción ética, asistimos a un suceso pedagógico concreto de derivaciones didácticas particulares: el hecho de que Jorge no se propone en ningún momento enseñar un lenguaje. Su propuesta es, sencillamente, desmetaforizar ciertos discursos pedagógicos más cercanos a la creación que al aprendizaje y poner en circulación un conocimiento básico acerca de cuáles son los saberes mínimos y fundamentales de los que debería apropiarse una persona que pretenda ponerse frente a otras y seducirlas, interesarlas, convocarlas escénicamente, influirlas —en eso consiste el teatro—. En otras palabras, la sugerencia de Eines radica en presentar una serie de experiencias y análisis de modo tal que quien crea que eso denominado talento es también objeto AUTORES, CRÍTICOS Y ESCENÓGRAFOS HABLAN SOBRE EL “DRAMATURGO DEL SILENCIO” EN EL CENTENARIO DE SU NACIMIENTO 4) ¿Cómo prevé usted que envejecerá el teatro del autor franco-irlandés? He aquí las contestaciones recibidas y que se transcriben literalmente, como corresponde. José Luis Campal Fernández I. NEL DIAGO (Profesor universitario y crítico teatral) ridea La Ratonera / 19 54 Nos encontramos metidos de lleno en los fastos conmemorativos del primer centenario del nacimiento, en Dublín un 13 de abril de 1906, del premio Nobel de Literatura Samuel Beckett. A fin de reordenar criterios, hemos solicitado a dramaturgos/ as, críticos/as, teóricos/as, profesores/as universitarios/as, directores/as de escena y actores/actrices teatrales que reflexionen en voz alta sobre el legado beckettiano. Los/as que gentilmente así lo hicieron, atendiendo a la invitación que se les cursó, han sido, por orden de recepción: Nel Diago, Sten Jacobsen, Josep M. Benet i Jornet, Luis Araújo, David Barbero, Jerónimo López Mozo, Luis Miguel González Cruz, Adolfo Camilo Díaz, Salvador Enríquez, Sergio Rubio, Tomás Afán, Jorge Beckett dibujado por Tullio Pericoli. Moreno, María Jesús Briones, John P. Gabriele, Kurt Spang, Eduardo Pérez-Rasilla y Eileen J. Doll. Las sugerencias en forma de preguntas que les lanzamos fueron las siguientes: 1) ¿Son, a su juicio, más «teatro del absurdo» las obras de Beckett que las de Ionesco? 2) ¿Qué pieza de estas suyas tendría hoy más que decirnos: Esperando a Godot o Fin de partida? 3) ¿Qué le debe la escena contemporánea a Beckett? 1) El de Ionesco es teatro del absurdo. El de Beckett, más bien, es un teatro ontológico. 2) No entiendo la disyuntiva. Ni la selección. 3) Mucho más de lo que habitualmente se dice. 4) El de Ionesco envejecerá (ya es viejo, en gran parte). El de Beckett lo hará como el de Sófocles, Shakespeare o Calderón. Es decir, no lo hará. II. STEN JACOBSEN (Historiador, Dinamarca) 1) No. No veo ninguna razón para esto. Las obras centrales de ambos se relacionan a lo absurdo de la existencia. Esperando a Godot se relaciona a la ilusión de cada esperanza. Los rinocerontes, la irracionalidad de los seres hu- III. JOSEP M. BENET I JORNET (Dramaturgo) 1) En realidad, la denominación teatro del absurdo es absurda. Por ejemplo, Ionesco y Beckett no tienen NADA que ver. Imposible compararlos. Pero bueno, el teatro de Ionesco, hoy, se nos aparece muy envejecido, en realidad farragoso y de poca ambición, o de ambición ampulosa y algo patética. Quizá me he excedido. Es una impresión subjetiva y puede que injusta. Él sí utiliza el absurdo en sus primeras obras, en tanto que parodia de forma radical y ciertamente divertida (como en uno u otro grado lo hacían o lo hacen tantos cómics para niños y adultos a lo largo de la historia), por ejemplo, las conversaciones de la clase media. Sólo en sus primeras obras. Luego se puso trascendente y en este momento, veremos dentro de unos años, se hace dif ícil juzgarle. El movimiento llamado teatro del absurdo, como tal, no existió nunca, y los propios autores implicados, desde fuera, en ese supuesto movimiento, bien que se desgañitaron intentando, inútilmente, explicar lo que era obvio. Beckett es otra cosa. Lo que sí hubo fue una época de frenética experimentación teatral, paralela a la de las demás artes. 2) ¿Por qué debería tener que decirnos más una obra que otra? ¿Por qué nos empeñamos en que un autor no pueda tener dos, tres, cuatro, diez obras igualmente formidables? Las dos tienen mucho que decirnos. Estas dos y otras Beckett retratado por Lufti Özkok (Paris 1961). del mismo autor que se pudieran mencionar. 3) Beckett (como Joyce, pero de otro modo) partió de la quinta esencia del realismo y experimentó con él hasta el límite. En realidad, entre otras muchas cosas, mostró la falsedad de las premisas sobre las que se sustenta el concepto de realismo. Además, habló de la soledad de los humanos, del dolor al que puede someternos la conciencia de que, aunque lo deseemos desesperadamente, no hay nada que sea trascendente, etc. 4) No soy profeta y no lo sé. Por ahora, Beckett no envejece. Eso sí, hemos asimilado su lenguaje y se nos hace más fácil que hace treinta años leerle o contemplarle. Digamos que no nos impone tanto. Por suerte, porque él no 55 Enero 2007 Palabras para Samuel Beckett manos; Las sillas, según recuerdo, la imposibilidad de formular un mensaje central; La lección, instintos indomables. Otras obras tratan de la realidad imposible y absurda y que resulta demasiado dif ícil de superar. 2) No recuerdo exactamente Fin de partida, pero me impresionó tanto como Godot, que es una de las obras más importantes del teatro absurdo. 3) No lo sé. El teatro absurdo rompió/destruyó el drama tradicional. El teatro naturalista se imposibilitó después de éste. Desde entonces fue necesario un efecto de enajenamiento. Comparar a Grotowski y el teatro Odin, escenas simultáneas modernas, etcétera. 4) Supongo que ya ha ocurrido. El choque que provocó el teatro absurdo en medio del apogeo del teatro naturalista no se puede recrear. Ahora el teatro absurdo se ha hecho tradición. Pero como tradición no envejecerá nunca Esperando a Godot. Siempre seguirá siendo una obra capital dentro de la historia del teatro moderno, igual que El proceso, de Kafka, dentro de la narrativa. pretendía imponer nada. Beckett llevó el lenguaje escénico hasta un punto cero, creo que todo el mundo está de acuerdo con esa obviedad, y es irrepetible. Autor fundamental. Y sin herederos posibles. (Aunque ha influido en mucha gente) Pero vete tú a sa- ber. Será el futuro el que hablará del futuro, no nosotros. IV. LUIS ARAÚJO (Dramaturgo) 1) No, en absoluto. De hecho, el teatro de Beckett no es teatro del absurdo y el propio Beckett de las formas escénicas. El valor del silencio. 4) Prefiero no hacer previsiones, aunque está claro que las nuevas generaciones de autores le admiran con gran entusiasmo. V. DAVID BARBERO (Dramaturgo) 1) No soy estudioso de ninguno de los dos autores, pero Beckett me ha parecido más profundo y riguroso en sus planteamientos. 2) Me inclino por Esperando a Godot, soy un entusiasta de esta obra. 3) La escena contemporánea debe mucho a Beckett. Propició un cambio de rumbo. Le debemos estar muy agradecidos. 4) Pienso que el teatro de Beckett tiene mucha vida por delante. 57 VI. JERÓNIMO LÓPEZ MOZO (Dramaturgo) 1) Si la respuesta hubiera tenido que darla hace treinta años, habría puesto a ambos autores a la cabeza del teatro del absurdo, sin establecer categorías. Hoy, mi opinión es otra. Siendo ambos los máximos representantes de ese teatro, Ionesco lo es más, porque sus juegos verbales y las situaciones que plantea son hijas direc- tas del surrealismo y de Artaud. El teatro de Beckett transita por otras veredas del absurdo, aquellas que arrancan del existencialismo y que tienen como objeti- vo ahondar en el conocimiento del hombre. El teatro de Beckett es realista, como afirmó, desde el primer momento, Alfonso Sastre. Un realismo no naturalista, claro Enero 2007 La Ratonera / 19 56 rechazaba de plano ese término. El teatro de Beckett es un teatro poético sobre la nimiedad de la existencia humana, sobre su insignificancia, sobre el vacío ante el que se cree alguien. El teatro de Beckett es eminentemente poético porque utiliza la palabra como si fuera el último juguete con el que puede jugar un niño condenado a muerte: con desesperación, con hastío, con ironía. 2) Resulta dif ícil la elección. Quizás el ciego guiando al paralítico sería una metáfora de lo que estamos viviendo. Sin embargo, no creo que Vladimir y Estragón hayan perdido ni un ápice de su profunda descripción del ser humano. Ni siquiera tengo claro cuál de las dos describe mejor el aspecto social y el aspecto individual del ser humano, son metáforas que se extienden como manchas de aceite o se multiplican unas en otras como los espejos. 3) La identificación de la palabra como elemento escénico frente a la verborrea del teatro decimonónico y la explosión visual de las vanguardias. El destronamiento del ser humano, centro del universo, pero centro insignificante frente al vacío infinito y la muerte. El valor lenitivo de la palabra frente al horror. La ternura infinita que despierta esa humorada de la naturaleza que es el ser humano. La absoluta depuración mento, sea rescatado para quedar ya incorporado definitivamente a la nómina de autores inmortales. Es un proceso que se produce con frecuencia y que posiblemente le afecte a él. En lo inmediato, lo más probable es que no toda su producción dramática sobreviva, sino algunas de sus obras más sobresalientes, entre ellas las dos citadas en el cuestionario, Días felices, La última cinta de Krapp y una o dos más, lo que no sería poco. VII. LUIS MIGUEL GONZÁLEZ CRUZ (Dramaturgo) 1) Teatro del absurdo es, simplemente, una etiqueta comercial que pocas veces he entendido. Bien podría llamarse igualmente teatro de la angustia o teatro sin sentido. Es por eso que tanto Ionesco como las obras de Beckett son igual de absurdas o se acoplan igual de bien a ese término difusor. De todos modos, y no lo digo yo, lo decía Eduardo Pavlovsky hace ya treinta años, el teatro del absurdo, él se refería sobre todo al de Ionesco, es un teatro realista, un paso más allá del realismo. Venía a decir Pavlovsky que el teatro de Ionesco era mucho más realista que el de Mihura. Que el teatro de Ionesco era auténtico, real, mientras que el de Mihura era artificial y falso. Y eso tan sólo porque el teatro de Ionesco era más realis- ta. Era realista, algo que el teatro de Mihura no era. Ionesco ahondaba en una radicalidad de lo real mientras que Mihura se quedaba en la artificiosidad de lo argumental. Eso es verdad, las vanguardias de los años veinte y treinta y, posteriormente, el teatro de Beckett supusieron un ahondamiento en el trabajo sobre el realismo. Todo el que se separaba de las vanguardias o del teatro del absurdo se separaba del realismo. Era un paso atrás en el realismo. Y es que el teatro depende, más que ningún otro arte dramático, de la realidad. De la verosimilitud. ¿Y qué más verosímil que ese árbol que, en silencio, invita a los personajes de Esperando a Godot a ahorcarse en él? Por eso decir que alguien es más teatro del absurdo que otro es como decir si Beckett es más realista que Ionesco. En ese caso sí, Beckett es más realista que Ionesco, y no sólo por Esperando a Godot o Fin de partida, sino por esas otras obras de pequeño formato como Nana o los Fragmentos de teatro. Digamos que el teatro de Beckett ahonda en el absurdo de lo real. 2) En mi opinión, creo que Esperando a Godot es un clásico, es decir, un texto que continúa hablando de cosas de interés a lo largo del tiempo. Es, creo, un texto que siempre llegará al inconsciente de los espectadores. 3) Creo que Beckett, como Joyce, legó a la literatura contemporánea un deseo por investigar en la radicalidad de lo real frente a la artificiosidad de la dictadura de lo argumental. 4) Como ha envejecido hasta ahora, perfectamente. Las obras de Beckett son ya obras clásicas. VIII. ADOLFO CAMILO DÍAZ (Dramaturgo, actor, gestor cultural) 1) Nel 1980, el grupu de teatru «Yesca», de la Univesidá Llaboral de Xixón, fai la estrena d’una versión n’asturianu, adaptada por mín, de Les silles, d’Ionesco. Esa versión con retoques va ser retomada pel grupu de teatru «Amorecer» de la Facultá d’Historia, que yo dirixía, tres años más tarde. Nel 1981, el segundu montaxe de «Güestia» foi una (per)versión (asina lo llamábemos d’aquella con un puntu de pretenciosidá) de delles obres de Beckett de les que garráremos cachinos significatibles (de Fin de partida, de Esperando a Godot, de Manches nel silenciu y de Díes felices), too ello embaxo’l títulu de La espera... Eso ensin escaecer que, entemedies, estrenáremos n’Asturies El solicitante, de Pinter... Vamos: un pautu cola hiperrealidá. Con too y con ello, con esa esperiencia enriba l’escenariu y de la manu 59 Samuel Beckett fotografiado po John Minihan. d’Ionesco y Beckett, amás de la puramente lletora que tovía caltengo, nun voi cayer en facer el top del asurdu. Dambos los dos, amás de les interpretaciones textuales y paratextuales que se quieran facer, el vómitu a la contra lo establecío que se quiera ver, yeren una reación al gran textu ameri- canu y al pijoterío francés, de la manu de dos autores nacíos nos más probes países de la Unión (la Irlanda preindependiente de Beckett y la Rumanía d’Ionesco) que, enllenos culpabilidá pol éxitu algamáu, bien relacionaos coles putes y los proxenetes del París d’enteguerres (el Prudent de Enero 2007 La Ratonera / 19 58 está, sino en estado puro, un realismo expresado a través de frases escuetas y, sobre todo, de silencios elocuentes. 2) Son dos variantes de un mismo discurso. Sin embargo, sería absurdo negar que, si atendemos a cuál de las dos se representa con más frecuencia, Esperando a Godot es la preferida. Se supone, pues, que es la que más nos dice. Pero es sólo una suposición, porque creo que esa preferencia se debe, en buena medida, a que, por ser la primera, rompió moldes. Por mi parte, sí creo que, al margen del contenido de ambos textos, desde el punto de vista teatral, Esperando a Godot es una obra mejor construida. 3) Mucho. Beckett es el padre del realismo moderno. Desde la década de los sesenta del siglo pasado, el teatro occidental ha sido felizmente contaminado por la obra beckettiana, en algunos casos sin que los propios autores sean conscientes de ello. Albee y Pinter son dos de los ejemplos más claros de esa influencia. También los hay en España: el hoy muy olvidado autor de Hombres y no, Manuel de Pedrolo, y Sanchis Sinisterra. 4) Beckett es ya un clásico contemporáneo. Lo que no sé es cómo envejecerá su teatro, suponiendo que envejezca. Tal vez caiga en el olvido y, en algún mo- 3) Un frescor d’eso que val pa morrer d’una xelaúra. La democratización radikal de la escena (l’espectaor, al cabu, ye l’actor). Una anovación llingüística enllena matices barriobaxeros y lumpen nun discursu burgués (el francés nunca foi tan francés, por nun lo llamar fellatio y acabar na madre Llatín). 4) A les prebes nos remitimos, nun fai falta que venga Grissom nin Horatio pa llevantar acta del calabre. Agora que ya somos el futuru d’él, el teatru de Beckett, como tol teatru, va avieyar reconvertíu: fairánse musicales y la Paramount Comedy seguirá fagocitando y prostituyendo los llogros de los sos antecesores, delantre y tres de la paré. Beckett, al marxe del xéneru teatral, avieyará más por desconocimientu que porque les sos obres lo avieyen. Godot tien tola pinta de dir pa eternu (quiciabes vea cómo los polos se desfain y cómo Aznar cría dos o tres neurones, anque esto ye más improbable). Quiciabes de Beckett queden nel recuerdu dos obres perdíes, maldites, non tocaes pol Nobel, por esos polvinos, pero resume perfectu del so pasu pola escena: Film, una peliculina con Buster Keaton que fizo nos 60 y Respiración, una obra del 1970 onde, más nada, sólo hai silenciu. IX. SALVADOR ENRÍQUEZ (Dramaturgo y director escénico) 1) Para mí, Samuel Beckett es el creador del llamado teatro del absurdo, no es que haga de menos la obra de Ionesco pero si hay que generar un orden, en primer lugar pongo a Beckett. 2) Dif ícil de contestar, pero creo que en Esperando a Godot se encierran muchas claves de las preguntas que se hace (o debiera hacerse) el ser humano. Preguntas quizá sin respuestas pero que inquietan y nos llevan a la reflexión. Bueno, esas inquietudes también están en Final de partida, pero si hay que elegir un título, diré Esperando a Godot. 3) Creo que abrió una puerta inmensa al concepto que se tenía del teatro. Nos hizo ver que el teatro es algo más que exposición, nudo y desenlace. 4) Pues... yo creo que no tiene por qué envejecer, que no envejecerá; al contrario: han pasado ya, por ejemplo, 54 años desde que escribiera Esperando a Godot y la obra sigue estando viva y joven, ¿por qué habría de envejecer? X. SERGIO RUBIO (Autor y director teatral) 1) Se ha considerado el nacimiento del teatro del absurdo, como género, con la aparición de La cantante calva, de Ionesco, en 1950 y Esperando a Godot, de Beckett, en 1953. Sin embargo, ambos autores expresaron la negación a la razón, y la falta de explicación y de justificación política o filosófica de la existencia humana por dos vías bien diferenciadas: el absurdo nihilista, en el cual es prácticamente imposible extraer un ápice de información sobre la visión del mundo y las implicaciones filosóficas del texto de la interpretación, al que corresponde la obra de Eugene Ionesco; y el absurdo como principio estructural para reflejar el caos universal, la desintegración del lenguaje y la ausencia de una imagen armoniosa de la humanidad, como podemos apreciar en la producción de Samuel Beckett. 2) Para muchos críticos, el estreno de Esperando a Godot fue una tomadura de pelo, pero, años después, esta pieza se ha convertido en un continuo referente con miles de puestas en escena por cientos de directores en todas las partes del mundo. Una obra de teatro tiene mayor vigencia según el número de puestas en escena que de ella se hayan llevado a cabo desde la aparición del texto. En este sentido, Esperando a Godot está muy por encima de Fin de partida. A nivel conceptual, Fin de partida se erige sobre –como dice Asteptandu-l pe Godot, del Teatrul National “Radu Stanca” de Sibiu (Rumanía). Ham, uno de sus personajes– la siguiente paradoja: «El final está en el principio y, sin embargo, uno sigue, se continúa». Quizás éste sea un concepto asimilado de manera generalista hoy día, sin embargo la espera eterna de Esperando... es un concepto aún no resuelto en el ideario posmodernista. 3) Podemos considerar que la aportación de Beckett al teatro es la misma que la de Joyce a la narrativa, modelos de obras abiertas a partir de una libertad absoluta en la composición. Aportando ante todo una liberación absoluta casi ritual a las atribuciones obligatorias del teatro: desde la ausencia de conflicto a la falta de discurso y de superación del personaje a la más que memorable ausencia de tesis o mensaje subtextual. Como sugiere Keith Johnstone, quizá las obras de Beckett se sustenten sobre la simpleza del cambio de estatus, algo tan esencial en el teatro como la misma catarsis. 4) Autores como Heiner Müller, B. M. Koltés y Sarah Kane, referentes dramatúrgicos contemporáneos, tienen deudas en su poética personal con el autor irlandés. Es de esperar que Samuel Beckett siga siendo un punto de referencia obligado para los directores de escena contemporáneos, sobre todo porque su dramaturgia soporta una cantidad de significaciones, interpolaciones y contextualidades innumerables. 61 Enero 2007 La Ratonera / 19 60 Beckett, nesi sentíu, se sal) y la mala hostia de xeneraciones machucaes pola convencional dialéctica de ricos y probes, opresores y oprimíos, van concidir nel mesmu café y, en sobremanera, na mesma clave. Non, nun m’atrevo a decir cuálu ye’l más asurdu. Posiblemente, Samuel Ionesco, anque hai díes onde toi más por Eugene Beckett. 2) Cuido que tamos otra vez énte una pregunta-trampa. Godot sigue vixente, tamién Fin de partida. Los referenciales d’esta (el Llibru de Xob, el Lear...) son a la so vez referenciales universales que falen de referenciales tópicos existenciales... pero que, al pesar de tantu tópicu referencial intocable, siguen aguantando el pasu del tiempu. Los referenciales d’aquella, de calter más formal que argumental (en cualisquier momentu unu espera ver salir a Buster Keaton, el hieratismu, la frialdá, el non sense nel so más descarnáu sense...), son menos compartibles, nun cuenta con avales y, por ello, ensin coartada intelectual, parezme más pura, menos clasificable... más suxerente. Siéntolo pero, ya nel paecer, casi que quedo con Godot. Sigo ensin saber quién ye, y eso que tolos f íos de puta colos que crucé a lo llargo la vida, en dalgún momentu, pudieron ser él. Tamién la bona xente. Lo que digo... La Ratonera / 19 62 1) A mí personalmente el término teatro del absurdo nunca me ha gustado demasiado, sobre todo referido a la obra de Beckett. El teatro de Ionesco creo que a veces se reviste de cierto tono lúdico y juguetón, pero el teatro de Beckett considero que está en las antípodas de lo absurdo, más bien al contrario creo que sería teatro de la lucidez, de la incómoda extrema lucidez, a la que tal vez nos alivia llamar absurdo. 2) No sé. Supongo que las dos son piezas angulares del discurso de Beckett en torno a las relaciones interpersonales y a la condición humana, desde una óptica bastante desnuda de los artificios que nos hacen la vida más soportable. 3) Es uno de los autores más representados e influyentes, y su obra mantiene intacta su vigencia. 4) Imagino que envejecerá muy bien, pues su contenido no tiene fecha de caducidad y su lenguaje no está apenas limitado por un contexto histórico concreto. XII. JORGE MORENO (Actor, autor y director teatral) 1) Uno y otro constituyen la diarquía del absurdo. 2) Me sigo quedando con Esperando a Godot, puesto que en ella se proclama la inutilidad de las cosas de manera tan admirable como descorazonadora. 3) El haber plasmado la angustia universal por medio de inmisericordes juegos lingüísticos. 4) Como envejeció el propio dramaturgo irlandés: provisto de enormes surcos y deslumbrante mirada. XIII. MARÍA JESÚS BRIONES 1) Nunca entendí por qué se le tilda a Beckett como absurdo, bajo una finísima ironía nos enfrenta a las cuestiones más trascendentales, como la vida, la muerte, la nada, el Dios o no Dios. Lo he discutido con frecuencia con mis amigos y no logro convencerlos. Ionesco es mucho más absurdo, con él me he divertido muchísimo, porque también nos dice cosas muy obvias, bajo un tinte de humor. 2) Personalmente, me inclino por Fin de partida, pero entiendo que a muy pocos les gusta enfrentarse con el problema de la vejez y la muerte. Casi seguro que sería mas “comercial” Godot. 3) El teatro actual debe a este autor la economía escénica, de léxico, y lo concreto. Así como la intención que nos lanza en cada una de sus líneas de diálogo, ninguna es gratuita. 4) Su teatro jamás envejecerá. Es tan clásico como los griegos, Molière o cualquier otro grande, por sus temas y forma tan genial de expresarlos. XIV. JOHN P. GABRIELE (Profesor universitario, EE UU) 1) Las de Beckett. 2) Esperando a Godot, por haber alcanzado, de manera única, que no pase nada en una obra de teatro, género en que teóricamente la acción es esencial y lo es todo. El drama es la dramatización de la falta de no acción. 3) La concretización del ataque más sostenido de la tradición teatral realista. 4) Como la obra de cualquier gran autor, la obra de Beckett no envejecerá; siempre tendrá mensaje para su público, no importa la época. XV. KURT SPANG (Profesor universitario y teórico teatral) 1) Si el teatro del absurdo es la respuesta a la falta de racionalidad y lo amorfo del mundo y de la existencia –fruto de las convulsiones durante y después de las dos guerras mundiales–, ambos autores son igualmente absurdos y representantes igualmente dignos de esta escuela. Creo que cada vez más se descubre que es menos la manifestación de la radical falta de sentido de la vida que se plas- ma en este tipo de dramas, sino el profundo anhelo, la nostalgia de una vuelta a la normalidad (que, por cierto, es imprescindible para descubrir lo absurdo). Esperando a Godot me parece una obra paradigmática a este respecto. 2) Esperando a Godot me parece una de las obras cumbre de Beckett; añadiría también Días felices. Más que afirmar lo absurdo, plasma el imborrable afán del hombre por superar la falta de sentido hasta en las prácticas más triviales de la cotidianidad. 3) La posibilidad de la manifestación dramática y teatral del sinsentido a través de todos los códigos que están a disposición del dramaturgo no es solamente una plasmación verbal y coherente, como se observa todavía en Sartre y Camus. Todo confluye en hacer más palpable el desconsuelo que padece el hombre cuando le faltan los recursos y las seguridades que ofrece la racionalidad, el sentido común y la referencialidad de los signos. 4) El planteamiento del teatro del absurdo era y es suicida. Aunque el clima espiritual e intelectual ha mejorado poco –nos movemos en una atmósfera de relativismo y continuo cambio de coordenadas–, creo que del teatro del absurdo de Beckett no va a quedar más que un recuerdo que se sacará a relucir en los aniversarios. Pero Waiting for Godot, montaje de la Arkansas State University, en el año 2003. esto es el destino no sólo de los autores del teatro del absurdo. Vivimos también una época de cultivo del olvido de la anterioridad. XVI. EDUARDO PÉREZ-RASILLA (Ensayista y crítico teatral) 1) Opino que ninguna de las dos obras puede calificarse de teatro del absurdo. Se trata de un marbete –cómodo– que, en su momento, resultó sugestivo y que permitió relacionar este tipo de teatro con la desolación moral en que se encontraba inmersa la conciencia europea, pero, a pesar de que posteriormente haya hecho fortuna y haya sido utilizado con profusión, parece a estas alturas insuficiente, confuso e in- justo. El teatro de Beckett va mucho más lejos de la presentación de un mundo carente de sentido. 2) Las dos son imprescindibles en el repertorio teatral contemporáneo, pero, pese a que su presencia en los escenarios ha sido reiterada y casi abusiva por momentos, Esperando a Godot es uno de los más luminosos iconos en que podemos reconocernos los seres humanos nacidos en el siglo XX. Además, es uno de los textos más contundentes –y, paradójicamente, más abiertos y transparentes– de la historia del teatro. Aunque Fin de partida es también un texto espléndido, inquietante y enigmático, me parece que no supera la rotundidad ni la belleza de Esperando a Godot. 63 Enero 2007 XI. TOMÁS AFÁN (Dramaturgo) XVII. EILEEN J. DOLL (Profesora universitaria, EE UU) La Ratonera / 19 64 3) Le debe casi todo. Es muy dif ícil encontrar una propuesta escénica contemporánea en la que no haya algo de Beckett. En gran medida, el teatro posterior a Beckett ha consistido en explorar las posibilidades que sugería su dramaturgia. Nada es igual después de Beckett: no es posible escribir sin tener en cuenta lo que él ha hecho, o, al menos, no lo ha sido hasta el momento. Todos, Pinter, Bernhard, Botho Strauss, Kantor, Vinaver, Cormann, Mamet, Shepard, Sanchis Sinisterra, Benet i Jornet, Mayorga, Rodrigo García, Ana Vallés, etc., le deben, por lo menos, el punto de partida de su escritura dramática. 4) No me lo imagino. Es posible que envejezca con el paso del tiempo, aunque me da la impresión de que se convertirá en un clásico, 1) Sin duda, las obras de Ionesco son más teatro del absurdo que las de Beckett. Las obras de Beckett tienen su propia lógica, que, aunque no siempre sigue los patrones de la lógica “normal”, sí nos facilita el entendimiento de los significados más profundos de su teatro. Hay cuestiones filosóficas y epistemológicas en el teatro de Beckett que no se encuentran en el de Ionesco. Aunque los dos dramaturgos caben dentro de lo que se considera teatro del absurdo, Ionesco presenta un universo dramático desconectado de toda referencia exacta con el mundo real, mientras que Beckett presenta un universo dramático bastante realista en muchos sentidos, que incluye todo lo absurdo del mundo moderno. 2) En mi opinión, Fin de partida es su pieza más rica en mensajes actuales. Está llena de sugerencias válidas para interpretar la realidad difícil que vivimos: países que quieren fabricar más armas nucleares, terroristas que quieren transformar el mundo con el miedo, y países que tratan de imponer la democracia (o cualquier otra política) a la fuerza. Me parece que este miedo a un final estéril está con todos desde 1945, y últimamente ha vuelto a tener más fuerza. 3) Siempre es dif ícil asignar influencias directas de un artista, pero en el caso de Beckett es más que probable que la escena contemporánea le debe una depuración de lenguaje, como mínimo. La depuración escénica, de montar una pieza con dos o tres personajes, a base de un diálogo que no tiene sentido lógico completo, ha aparecido en la escena tanto en España como en otros países occidentales. Muchos de los dramaturgos del llamado Nuevo Teatro Español bebieron de sus fuentes, y han influido en los más jóvenes a través de sus talleres. Yo veo elementos de Beckett en dramaturgos como Jerónimo López Mozo o Ernesto Caballero, y seguramente hay muchos más. 4) Como profesora de literatura y crítica de textos, creo que el teatro de Beckett va a continuar vigente por muchos, muchos años. Su teatro sigue siendo algo nuevo y sorprendente para los estudiantes y para los lectores jóvenes. Me parece que nuestro mundo es bastante absurdo y por eso las obras de Samuel Beckett les darán qué pensar a varias generaciones futuras. Madrid: Festival de Otoño Y otras perlas cultivadas Julio Rodríguez Blanco Ya finalizado en la primera decena de Noviembre, la nueva edición de este veterano festival parece recobrar una categoría que nos remite a unos espectáculos ya míticos, de los ochenta, cuando la cronología coincidía con los tres meses estacionales. En una ciudad tan difusa y contradictoria en lo teatral como Madrid, cada día más atosigante, puede parecer, sobre todo al espectador ocasional, que las vanguardias más atrevidas han renacido. Mi percepción es otra porque mi ejercicio suele ser el de un “espectador profesional”. Advierto que no puedo incluir en esta selección de comentarios al maestro Peter Brook. La escasa permanencia de su espectáculo, como la mayoría, impidió que muchos admiradores de sus montajes nos quedáramos con el deseo no hecho realidad. 65 La mosca de la fruta, de Christoph Marthaler. (Foto: David Baltzer.) Enero 2007 como Sófocles, Eurípides, Shakespeare, Calderón, Chéjov o Brecht. En cualquier caso, el teatro de Beckett es, hoy en día, uno de los teatros más jóvenes que podemos ver en los escenarios del mundo. Todo tiene un tono de “divertimento irónico” muy acusado. El público presente en el teatro de la Zarzuela no tuvo obstáculos para seguir la función en alemán, con los oportunos sobretítulos. Las carcajadas casi permanentes no se hicieron esperar. La comunicación se había conseguido. Es obvio que estos artistas, tan polifacéticos, dominan las expresiones del cuerpo en la misma medida que sus registros vocales. Al final, sin embargo, algunos espectadores estuvieron en desacuerdo con esta sátira feroz pero muy divertida. Dos únicas funciones, con localidades agotadas no permitieron que el “boca a oreja” tradicional fuera útil en este caso. El Teatro Nowy de Poznan nos ofreció en idioma polaco, esta vez sin sobretítulos, una versión de una hora y quince minutos intensos del “Fausto” de Goethe. El recuerdo del admirado Kantor está presente en este montaje propio de un expresionismo “a la polaca”, con procesiones rituales, marionetas y maniquíes en lugar de actores vivos. En realidad desfilan por el escenario, en diferentes procesiones de muertos, espíritus y sombras muy teatrales. Los actores de carne y hueso resumen en el escenario el conocido argumento del pacto del doctor Fausto con Mefistófeles y sus relacio- nes con Margarita. Todo es tan expresivo, que a pesar del abundante texto y las dificultades del idioma, el espectador “normal” puede conectar sin problemas con lo que se desarrolla en el escenario. Esta función, estrenada en Polonia y Edimburgo en 2005, conserva una estética tradicional en el teatro centroeuropeo y no ha supuesto ninguna sorpresa para espectadores avisados. El Festival ha ofrecido numerosas funciones de “pequeño formato”. Las comentadas anteriormente se ubicaron en teatros “a la italiana” del centro de Madrid: Zarzuela y Español. La activa red de teatros “experimentales” o salas alternativas incorporó producciones interesantes en distintos lugares de Madrid, incluidas las localidades de la Comunidad. Lugar muy reconocido, últimamente vinculado a los espectáculos de danza es el Teatro Pradillo. Allí se representó “Variaciones Meyerhold” realización del reconocido autor, actor y director argentino Eduardo Pavlovsky que realizó funciones de improvisación, cambiando el texto cada día. El título genérico de este experimento refleja al intérprete como elemento fundamental. Pavlovsky representa al maestro ruso de la Biomecánica. Contempla la lucha teórica y práctica 67 Eduardo Pavlovsky en Variaciones Meyerhold, de Christoph Marthaler. (Foto: Antonio Fernández.) que desarrolló Meyerhold en la U. R. S. S. estalinista, defendiendo frente a la censura sus ideas y su práctica teatral. Es un espectáculo didáctico y emocionante que todo actor debería presenciar. Son teorías que hoy aplican muchos directores, que insisten en que el actor debe construir sus personajes con el cuerpo. Decir el texto solamente bien vocalizado para Meyerhold es una función de radio-teatro. El espectáculo sobrepasa los límites geográficos e históricos y Pavlovsky vincula el drama de Meyerhold a situaciones políticas más recientes de fal- ta de libertades artísticas. Concretamente se está refiriendo a la más reciente dictadura argentina que cercenó, como la soviética, la imaginación y la crítica, a partir del hecho teatral. Fue un espectáculo muy gratificante. El público asistente era mayoritariamente joven y probablemente vinculado con la profesión teatral. Se observaban grandes dosis de entusiasmo, gracias al mensaje transmitido. A través de dos únicas funciones la compañía del Teatro Romea de Barcelona representó “Peer Gynt” de Ibsen. Dirigido por el controvertido Calixto Bieito se puede considerar una función total, donde se aplican todos los mecanismos de libertad en la puesta en escena. Evidentemente revitalizan un clásico noruego de los grandes de la escena mundial. La obra de Ibsen es un drama larguísimo en el que el protagonista pasa por las situaciones más diversas desde su juventud hasta la madurez. Un tema que levantó tantas polémicas en 1867, momento de su publicación, es la base idónea para la experimentación sin freno del activo Bieito. La composición Enero 2007 La Ratonera / 19 66 “La mosca de la fruta” (Die fruchtfliege) de Christoph Marthaler nos ofreció la oportunidad de divertirnos y admirar el trabajo de este suizo de Zurich, que es músico, director de teatro y de ópera. Además está al frente, como director artístico, de una de las compañías más representativas del teatro berlinés, cuya sede está ubicada en un edificio histórico de gran tradición en Berlín, una de las ciudades clave en el teatro del siglo XX. En el Berlín actual, en completo remozamiento urbano, ya sin la siniestra división en dos territorios, emerge de nuevo la actividad teatral en sentido amplio. “La mosca de la fruta” toca varios géneros teatrales simultáneamente: ópera, comedia satírica, parábola sobre la ciencia implicada en la genética y estudio sobre el amor y las emociones. La investigación se desarrolla en un laboratorio (elemen to escénico primordial). Los actores son, además cantantes de ópera, el acompañamiento musical está a cargo de un pianista excepcional, que también es parte del elenco interpretativo. Los cambios de vestuario se hacen cara al público y el repertorio de los artilugios escénicos es de lo más variopinto. Podemos escuchar las arias más conocidas del repertorio tradicional de Verdi, Puccini, Bellini, Wagner… La Ratonera / 19 Peer Gynt, montaje del Teatro Romea de Barcelona, con dirección de Calixto Bieito. (Foto: David Ruano.) del rebelde protagonista, realizada por el actor Joel Joan, es de antología. Aquí se aplican en toda su intensidad las teorías del “training” corporal del actor. La actuación es de tal intensidad en todos los intérpretes, especialmente en Joel Joan, que resulta imposi ble transmitirlo en una crónica. Hay que verlo para creerlo. Las tres horas de duración del evento pasan en un soplo a partir del ritmo endiablado del desarrollo de la función. Espacios escénicos diversos, utilización, además del escenario convencional del teatro Albéniz, el hall y los pasillos, escenograf ía con servicios higiénicos portátiles, y diversidad de objetos indescriptibles. El vestuario o los desnudos integrales contribuyen a que no se pierda el sentido profundo de esta obra maestra. Como anécdota significativa la platea estaba muy nutrida de gentes de la profesión. Actores y actrices de teatro y cine españo- les y argentinos, directores, guionistas… Debemos destacar el nivel desarrollado por el teatro catalán en comparación con otras comunidades. Es decir, se mantiene lo que ya es histórico. En dos palabras: una gozada de función. Como plato fuerte, aunque sea servido casi al final, el “Tanztheater Wuppertal Pina Bausch” se convirtió en un experimento inspirado en las impresiones recibidas por su creadora en Turquía. Nefés, de Pina Bausch. (Foto: Laszlo Szito.) pero no defraudado nos permite reseñar esta “Nefés” de la Bausch como uno de los acontecimientos relevantes de este Festival. En otro orden de cosas, la cartelera madrileña de este otoño ha aportado, junto a las reposiciones del Centro Dramático Nacional, una interesante programación del Teatro de la Abadía con dos funciones que son esas perlas cultivadas que anunciaba. “El portero”, una obra realista del británico Harold Pinter. Consiste en llevar al escenario un espacio de la propia vida. Dicho esto, hay que matizar que la postura del espectador es averiguar qué significado tienen la acumulación de objetos en una caótica habitación por la que pasan tres personajes de los que no sabemos nada y que con sus palabras nos vamos enterando de sus estrafalarias vidas. Son personas que podemos encontrar en cualquier tiempo y lugar. La falta de información previa atrapa al espectador, pero la técnica interpretativa tiene que ofrecer un grado de credibilidad alto para que estos personajes vulgares, en teoría, comuniquen un friso detallado de compor tamientos humanos que reflejan intrínsecamente la complejidad y contradicción de los seres humanos. En realidad, en esta obra no se cuenta una historia, es un reflejo de una situación que se alarga durante toda la representación. Sólo podemos atenernos a lo que vemos y oímos en el escenario, sin 69 Enero 2007 68 Realizado en coproducción con el Festival de Teatro de Estambul y la Fundación de Cultura y Artes de esa ciudad, la muy famosa coreógrafa Pina Bausch despliega su inagotable talento en la dirección de un joven conjunto de bailarinas y bailarines que transmiten a través de la música y la danza las sensaciones experimentadas en tan atractivo país. Partiendo de un elemento tan representativo como las salas de baños turcos o las “danzas del vientre”, se van articulando escenas poéticas, vibrantes a veces e irónicas otras. El único elemento escenográfico es agua que surge del suelo de madera. El elemento acuático está potenciado por una fuente misteriosa, que finalmente se agota. La actuación de los bailarines se diversifica en actuaciones escénicas individuales, de dos en dos o en grupos numerosos. La música, adecuadamente elegida, variadísima, contribuye a crear una sensación de misterio y sensualidad. La limpieza técnica y la vertebración coreográfica produ cen un efecto evanescente peculiar que, a pesar de ser habitual en los espectáculos de Pina Bausch, presenta en esta pieza una propuesta original. La creatividad de Pina Bausch está aún en plena ebullición. La aceptación sin reservas de un público avisado comprobar si el “antes” es verdad o está urdido por la propia situación que se presenta. Con estos elementos simples (decorado y actuación) y un asunto tan coti diano y trivial, se consigue elevar el interés y la intriga por lo que sucede hasta cotas muy altas. Las claves del buen resultado son: 1. La escenograf ía realista que el espectador puede observar detalladamente desde que penetra en la sala. 2. La actuación de los personajes: tres únicos intérpretes que van apareciendo separadamente y no nos dan mucha información sobre quiénes son y qué hacen en aquel cuchitril. Dos hermanos, Aston (Luis Bermejo), Mick (Ernesto Arias) y un vaga- Play Strindberg, Teatro de La Abadía. con las atmósferas de Hitchcock. El resultado final tiene que ver con la actuación. Los intérpretes expresan una personalidad tan fuerte para componer los personajes, que asistimos a tres modos de interpretar que encajan perfectamente. Nuria Espert muy controlada, es irónica, casi vitriólica, José Luis Gómez compone una caricatura del personaje. Lluis Homar es el más equilibrado, un contrapunto en este trío demencial muy divertido. Auguramos gran éxito a esta producción porque reúne unas características idóneas para transmitir una historia convencional que aquí adquiere rasgos verdaderamente innovadores. 71 Enero 2007 La Ratonera / 19 70 El portero, Teatro de La Abadía. bundo (Enric Benavent). La interpretación es soberbia en los tres. Aparentemente Enric Benavent, al ser más locuaz atraerá más al público. Pero el grado de eficacia de Luis Bermejo y el asturiano Ernesto Arias, tan distintos uno de otro, dan el contrapunto perfecto al vagabundo. Estamos por lo tanto ante una aportación actoral sobresaliente como elemento esencial para que todo funcione correctamente. La dirección de Carles Alfaro controla de tal manera todos los elementos escénicos (la variopinta quincalla de la habitación) y la composición actoral, que el resultado es redondo. El segundo estreno de relieve en “La Abadía” ha sido la versión de Dürrenmatt de la obra “Danza macabra” de Strindberg, dirigida por Georges Lavaudant, con un reparto de lo más atractivo: Nuria Espert, José Luis Gómez y Lluis Homar. El tema procede, en parte, de la historia conyugal del propio Strindberg, aunque Dürrenmatt ha adaptado el planteamiento a una manera de entender el tema menos trágica, convirtiéndolo en una comedia. Se organiza en asaltos, como un combate de boxeo, sobre un espa cio escénico que gira. El director Lavaudant manifiesta que su trabajo se basa en trabajar sobre el autor como hace el director de cine David Lynch La papelera de Eurípides (VI) José Luis Campal Fernández ridea La Ratonera / 19 72 Dos son los dramaturgos que, satisfaciendo nuestra curiosidad, se acercan, en esta ocasión, hasta el despojado ventanal que hemos levantado en La Ratonera para husmear en los desvanes de la imaginería teatral española. Carlos Álvarez-Ossorio y Raúl Dans nos desvelan los proyectos que ya van cobrando entidad superior, esas obras suyas recién facturadas, con las que han convivido –y a las que han amamantado en la soledad del escritorio– y que aspiran, en buena ley, a emanciparse mediante la representación pública y/o la edición. Carlos Álvarez-Ossorio Sevilla, 1973. Se licenció en 1996 en Comunicación Visual por la Facultad de Ciencias de la Información de su ciudad natal, y en 1999 en Dirección Es- cénica por el Instituto Andaluz del Teatro. Actor desde 1987 en formaciones amateurs y profesionales, dirige, desde su fundación, la compañía teatral «Cámara Negra». Ha montado piezas de Chéjov, Max Aub, Eugene O’Neill, Heiner Müller, Calderón de la Barca o Shakespeare. De su cabeza han salido creaciones dramáticas como «Flamencos» o «As que matan o sono». Álvarez-Ossorio desgrana, seguidamente, las particularidades de la escritura de su última pieza, titulada A casa do pai: «A casa do pai (La casa del padre) es el último texto que he escrito para la escena, y que he dirigido en una coproducción de mi compañía, “Cámara Negra”, de Sevilla, con otras dos compañías gallegas (“Teatro do Noroeste”, de Santiago de Compostela, y “Noescafé Teatro”, de Vigo), y que actualmente se encuentra de gira por Galicia. Se trata de una ceremonia escénica para tres actores, con público situado al mismo nivel de éstos, rodeándoles en un espacio cercano, íntimo y ritual. Es un rito descarnado y grotesco, un oratorio que entremezcla lo cómico y lo trágico para mostrarnos la imposibilidad de la esperanza en un mundo cruel y despiadado, en el que, bajo la supuesta hospitalidad, se esconden la rapiña, la tortura y el pillaje, donde el extranjero no tiene lugar y donde la miseria lleva, inevitablemente, a la ceguera y a los instintos más primarios de supervivencia. A casa do pai es la historia de un gueto completamente aislado de las llamadas cuestiones fundamentales de nuestra sociedad ‘híper-desarrollada’ del siglo XXI, pero que no deja de ser reflejo y consecuencia de dicha sociedad, y que, inevitablemente, tiene que poner en crisis todo el orden de valores de nuestro mundo. Este texto surge de la necesidad de escribir una obra sobre la miseria, y del reencuentro con El malentendido, de Camus a raíz de esa necesidad. En Camus encontré el punto de partida sobre el que comenzar a trabajar: la anécdota periodística en la que él mismo se inspiró, y que a mí me ha servido, a su vez, como excusa narrativa sobre la que vertebrar mi propuesta, que, en este caso, 73 Carlos Álvarez-Ossorio. ha tomado la forma de un ritual de acogida y muerte, articulado en dos niveles: un nivel social y un nivel simbólico. El nivel social utiliza elementos de realidades tan concretas como la emigración-inmigración y el aislamiento rural. Así, el huésped es, en un principio, alguien de fuera, un extranjero que llega pidiendo alojamiento, y que es tratado con rechazo, desconfianza y desprecio por las mujeres de la casa (de esta casa del padre que se convierte, así, en metáfora también de una Europa mezquina y cerrada al descono- cido). De esta forma, el huésped adopta, por un lado, el rol del emigrante gallego que regresa al hogar (lo que realmente es), y, por otro lado, el del inmigrante marroquí (lo que las mujeres piensan que es). Para potenciar esta oposición, opté por la alternancia lingüística gallego-castellano. La madre y la hija hablan en su intimidad en gallego, pero el uso del castellano se hace necesario para ellas cuando el que viene de fuera se supone que no habla el idioma del lugar. Cuando la máscara de hospitalidad fingida cae, y ellas se muestran ante él como lo que son, robándole y torturándole, comienzan a hablarle en gallego, dejando las formalidades de lado (a la vez que él, al revelarse como el hijo que es, comienza también a hablar en gallego, cosa que ellas no perciben). El nivel simbólico surge de los paralelismos de esta pequeña anécdota con la Pasión de Cristo, y que me han servido para reforzar todo el rito escénico. En el primer nivel (el social), el huésped es un desconocido, un extranjero... El segundo nivel surge cuando el huésped se revela como el hijo esperado. Aquí trabajé sobre la idea Enero 2007 ¿EN QUÉ TRABAJAN ACTUALMENTE LOS DRAMATURGOS ESPAÑOLES? Ernesto Caballero, obra a obra del padre es el mito de una época para la que Dios está muerto”. Y la muerte de Dios (entendido éste como lo simbólico, como una forma de codificar lo real más allá de lo tangible) provoca un vacío, aún no resuelto. Ellas viven, así, en una miseria moral, en una pérdida total de referencias, en la que no existe ninguna noción de lo bueno y lo malo. Son personajes completamente amorales. El acto de matar es algo rutinario, es su profesión, no hay nada malo o perverso en ello. Es, simplemente, necesario.» Raúl Dans La Coruña, 1964. Se inició como actor de doblaje y guionista y locutor radiofónico en Radio Nacional de España y Radio Cadena Española. Actor, en la segunda mitad de los años 80, del Centro Dramático Galego, ha firmado guiones televisivos y cinematográficos, y en su haber, en calidad de dramaturgo, tiene los premios de la Facultad de Filología de Santiago de Compostela por Water look (1990), el «Rafael Dieste» en 1993 por Matalobos, el «Álvaro Cunqueiro» de 1994 por la espléndida Lugar, el «Ciudad de Hellín» por O paso (1997) o el «Born» de 1997 por Derrota. A él se debe, igualmente, la confección en 1998 del Manifiesto galego do teatro. «MI ÚLTIMA PIEZA ES EL BO- te, son los que sigo persiguiendo con mi actual compañía, «Teatro CETO DE LA SIGUIENTE.» José Luis Campal Fernández ridea Raúl Dans. Dans nos informa sobre sus proyectos editoriales y acerca de la pieza en la que ahora mismo se encuentra concentrado: «Acabo de ponerle el punto final a un par de piezas breves que incluiré en un libro que próximamente publicará Espiral Maior –la editorial del poeta Miguel Anxo Fernán Vello– y que reúne todo mi teatro corto. Trabajo ahora mismo en una obra que inicié a principios del año pasado. Se trata de un drama de corte absolutamente convencional sobre una mujer madura y su familia. Es teatro de personajes, es teatro para actores.» Pese a su juventud, el currículo del dramaturgo y director Ernesto Caballero resulta imponente. El paso del ecuador de los cincuenta años de vida el próximo año 2007 nos brindaba la posibilidad de llevar a cabo, anticipadamente, un recorrido por dos décadas anchas de trabajo. El autor madrileño se ha prestado gustoso a guiarnos en este viaje retrospectivo donde ordena y califica sus materiales al tiempo que recuerda sus objetivos y reconoce las metas coronadas; un itinerario que no es, ni mucho menos, un borrón y cuenta nueva. Pregunta. ¿Qué papel cumple en su carrera el grupo «Producciones Marginales»? Respuesta. Nada más salir de la resad (Real Escuela Superior de Arte Dramático), nos juntamos una serie de jóvenes profesionales para trabajar bajo unos presupuestos que, básicamen- El Cruce»: estabilidad, discurso estético, compromiso con la dramaturgia contemporánea y un funcionamiento interno en horizontal, en donde el colectivo prevalece sobre rígidas y jerarquizadas estructuras piramidales. P. Empecemos por el principio, si es que lo fue. ¿Qué son La autopista y La Antártida? R. Dos pequeños intentos de un joven aquejado aún del sarampión beckettiano. P. En Rosaura ensambla elementos distantes que van de Calderón de la Barca a David Bowie. ¿Tales osadías no le asustaban en 1984? R. Pues no, estaban en el ambiente: el eclecticismo, la movida, la posmodernidad y todo eso... P. Sobre Calderón y La vida es sueño retornará en el 2000 con En una encantada torre. ¿Qué diferencias señalaría hoy acerca del ánimo con que enfrentó ambos proyectos, tan alejados uno del otro? R. En el primero prima el atrevimiento formal, el juego teatral, una vital provocación... En el se- 75 Ernesto Caballero. gundo hay una idea sobre los mecanismos del poder y una dimensión metaf ísica que palpita en otros textos míos. En cualquier caso, la diferencia esencial es que Rosaura se escribe a pie de escenario y En una encantada torre es una obra de escritorio. De hecho, aún no se ha representado. P. En El cuervo graznador grita venganza (1984) ironiza sobre el mundo del cine y del espionaje. ¿Volvería ahora sobre este universo mitómano? R. Pues, sinceramente, no. Aunque nunca se sabe. Desde luego, lo que sí he hecho ha sido Enero 2007 La Ratonera / 19 74 de construir un auto sacramental, tomando como base una cita del Evangelio de Juan: “Vino a los suyos, y los suyos no le recibieron”. La madre espera el regreso de su hijo, pero espera el regreso de un hijo idealizado, un mesías lleno de dinero y falsos sueños de prosperidad. De esta forma, cuando llega un simple mendigo a su puerta, es incapaz de ver en él a su hijo. Al final, la muerte de él no provoca ningún cambio, sino la repetición del ciclo, de una espera que ahora se vuelve completamente absurda: la obra termina con ellas dos esperando al que acaban de matar, en un epílogo que repite la misma secuencia de acciones del prólogo. Por último, decir que el título de la obra (una clara referencia bíblica) surge de la idea de la ausencia de la figura paterna, que sólo se hace aquí presente (como en la simbología cristiana) a través del hijo, en sus palabras (el padre existe, porque existe el hijo, si no, no sería padre). Para ellas, por el contrario, el padre no existe. No es que se nieguen a recordarle; es que viven en una absoluta amnesia. Esta amnesia simboliza (siguiendo a Nietzsche y a Freud) el nihilismo y el absurdo en que viven los personajes, ya que el orden moral está roto por la ausencia simbólica del padre. Como dice Lacan, “el mito del asesinato La Ratonera / 19 76 trabajar sobre el mundo del espionaje (tan próximo al teatral) en una obra reciente e inédita titulada En la Roca. P. ¿En qué circunstancia compuso La permanencia (1985) y a qué aspiraba con ello? R. Fue un momento de desengaño con respecto a las expectativas que habíamos depositado en el proyecto «Producciones Marginales». El modelo de teatro institucional impulsado por el psoe en el Gobierno se desentendió absolutamente de unidades de creación como la nuestra, de proyectos culturales a largo plazo. Y aun así, decidimos perseverar como un modesto club de fútbol sin estrellas ni presupuesto. Decidimos “permanecer”. De ahí la obra y el espectáculo que estrenamos. P. ¿Es Squash (1986) comedia a la italiana por su explotación de los recursos teatrales populares? R. Bueno, tiene bastante de eso, como en su momento señaló Francisco Nieva. Supongo que se le nota bastante que también fue escrita durante los ensayos, con una importante aportación de los propios actores. Mi labor como dramaturgo consistió en organizar la estructura narrativa y depurar el lenguaje hasta lograr ese “sainete del revés”, que es como a mí me gusta llamarlo. P. En Sol y sombra (1987) se sumerge en el mundo de las sectas, ¿por qué le atraen tanto las fallas de nuestro tiempo? R. Me enternecen (y comparto) los torpes intentos de darle un poco de sentido a este destartalado escenario que nos ha tocado habitar. P. ¿Hay relación factible entre esa pieza y La última escena (1994)? R. No creo, La última escena es un intento radical de llegar a un grado cero del teatro. Una búsqueda después de la aniquilación de las preceptivas, nada nuevo, por otro lado; una inmersión en la palabra poética y en el silencio o, si se prefiere, una atrevida y personal inmersión en eso que Lorca llamó “teatro bajo la arena”. P. ¿Qué sensaciones extrajo de El insensible (1995)? R. Se escribió con y para un actor, Janfri Topera, que adolece del vicio y la virtud de la ausencia de decoro. P. ¿Por qué eligió para adaptarla, en 1991, una pieza como Eco y Narciso, de Pedro Calderón de la Barca? R. Porque Calderón es inmenso y yo necesitaba beber de su pócima mágica. Algún día se descubrirá la potencialidad teatral de sus dramas mitológicos. P. La declaración de amor a Gómez de la Serna en Querido Ramón (1991) ¿fue un acto de urgencia necesaria? R. Ramón es nuestro gran surrealista. El más personal de los escritores del siglo XX. Muy paradójico: en su teatro se echa en falta toda la teatralidad que palpita en sus relatos. Fue un auténtico placer realizar este espectáculo. P. He visto dos veces el cometa Halley (2003) rinde homenaje al poeta gaditano del 27 Rafael Alberti. Pero ¿qué piensa del Alberti dramaturgo? R. Me interesa mucho más su poesía. R. No lo había pensado nunca, pero ahora que lo dice, la verdad es que me cuadra bastante bien. P. ¿Qué Madrid se agazapa en Mientras miren y en la pieza A Cafarnaum (1992)? R. Quise mostrar esa cara que se trató de ocultar durante los fastos de la capitalidad cultural. Madrid es mi ciudad, una ciudad paradójica y cargada de contrastes, una ciudad dura, descuidada, incomprendida desde fuera y, al mismo tiempo, cálida, hospitalaria, surrealista. La ciudad más dif ícil de conocer del mundo, que dijo el citado Ramón. P. ¿Dónde reside, a su juicio, la sacralidad de Auto (1992)? ¿Sigue dando por válida la dentellada que le lanzaba al consumismo en ella? R. Los personajes están investidos de un lenguaje impuesto con violencia: son lo que dicen, esto es, prácticamente eslóganes publicitarios. Cuando se despojan de ello se encuentran con el silencio, y el silencio les conduce al conocimiento: al estado de muerte simbólica en que se desenvuelven. Entonces se presiente el Misterio, la Sacralidad o la Nada. P. Al arribismo lo fustigó en Rezagados (1992). ¿Hay forma de eludir su adictiva sombra? R. Rezagados habla prácticamente de lo mismo que Auto pero Ernesto Caballero. en una metáfora más inmediata, más f ísica si se quiere: el constante pedalear y su absurda inercia. P. En ese texto se centra en el ciclismo, tan cuestionado hoy día. ¿Es el deporte materia dramatúrgica explotable? R. Es el gran espectáculo y el verdadero vivero de héroes y mitos de nuestros días. P. Tiene inédita una pieza titulada Las mujeres de los futbolistas. ¿Qué puede adelantarnos sobre ella? R. Una comedia para seis actrices cuya acción se desarrolla durante la concentración de un equipo de fútbol en Japón. P. Su vertiente historicista de ¡Santiago de Cuba y cierra España! (1999) ¿marca una inflexión 77 Enero 2007 “Con Lorca me sucede lo mismo que con Almodóvar. El empacho de tanto lugar común me retrae a la hora de acercarme a sus respectivas obras.” P. En María Sarmiento (1998) se las ve con Federico García Lorca. ¿Qué tiene que decir sobre ese teatro lorquiano tan divulgado y en aparente oposición a esas piezas ocultas y vanguardistas de los últimos años del autor granadino? R. Con Lorca me sucede lo mismo que con Almodóvar. El empacho de tanto lugar común me retrae a la hora de acercarme a sus respectivas obras. Pero cuando, finalmente, me enfrento a ellas, me rindo irremisiblemente. Lorca es un gran poeta y un gran dramaturgo. P. ¿Qué relevancia simbólica adquieren la noche y la oscuridad en Retén (1991)? R. Supongo que la tienen, como tantos otros elementos. Si pudiera acotarlo en una somera explicación perdería esa supuesta relevancia. P. Su teatro retrata la fragilidad del hombre corriente, ¿es pesimista respecto al futuro de nuestra especie? R. Se trata de una especie muy peculiar, capaz de lo mejor y de lo peor. La verdad es que me trae un poco al fresco su futuro. Que sea lo que Dios quiera. P. Estimulante, amargo y necesario. ¿Es el café al que está enganchada la protagonista de Solo para Paquita (1991) o es la definición de su concepción teatral? “Tengo el empeño (brechtiano) de primar antes que nada la situación real de lo que acontece sobre la escena antes que la mimesis ficcional.” R. Pues sí, así fue. Ahora que el tema ha saltado a los periódicos, creo que me quedé algo corto. P. A tenor de los asuntos que dan pie a sus obras de teatro, ¿podría decirse que, como usted lo ve, vivimos en un mundo de contradicciones que nos provoca, a partes iguales, carcajadas y arcadas? R. Más que el mundo, creo que soy yo quien lo contempla de ese modo. P. ¿Sátira burlesca, crítica social, desestructuración del molde preconcebido, ironía, desnudez actoral... son pivotes de su paradigma teatral? R. Pues sí, pretenden serlo... y podría citarse alguno más, como la pretensión de rehuir cualquier clase de moralina, que se traduce en un tratamiento indulgente de los personajes, así como por el empeño (brechtiano) de primar antes que nada la situación real de lo que acontece sobre la escena antes que la mimesis ficcional. P. Los diccionarios de teatro señalan en su producción cuatro etapas, por ahora. ¿Está de acuerdo con esta distribución tan administrativa, dada su juventud? R. No tengo ni idea. En cualquier caso, para mí existen tantas etapas como obras, es decir, casi treinta. O tal vez sólo una. Siempre he dicho que mi última obra es el boceto de la siguiente. P. ¿Cómo compagina su creación dramática con la docencia en la resad? R. Malamente. Acabo de solicitar una excedencia de dos años que me ha sido concedida. P. ¿Cuántos libretos permanecen huérfanos de edición o estreno en su gabinete de trabajo? R. Al menos una docena de ellos. P. Más de veinte años de intensa escritura para el teatro. No se incomode, pero ¿se siente cansado? R. En absoluto, sarna con gusto no pica. Sentido del deber Sentido del deber Ernesto Caballero 79 Enero 2007 La Ratonera / 19 78 en su trabajo o es una natural prolongación de sus preocupaciones sociales? R. Inicio un ciclo de teatro histórico que he proseguido con obras como En la Roca (espionaje en la guerra civil) o Josu y los tiburones (sobre la figura de otro espía: Jesús Galíndez), o en Leandro o la búsqueda del equilibrio (Moratín). P. Con Un busto al cuerpo (1999) puso en la picota el culto a la apariencia corporal. ¿Se ha propuesto no perdonar ni una sola de las debilidades de esta sociedad capitalista y acéfala que padecemos? R. Me atraía sobremanera ese chocante empeño por detener el paso del tiempo en nuestro propio cuerpo. P. Tierra de por medio (2002) hurga en una cloaca pestilente, la de la especulación inmobiliaria. ¿No se le queda, a veces, corta la hechura de una obra teatral para decir todo lo que lleva dentro sobre asuntos como éste? Ernesto Caballero Sentido del deber Ernesto Caballero A María 80 ...y así pongo mi mano en sangre bañada a la puerta: que el honor con sangre, señor, se lava. La Ratonera / 19 (Calderón. El médico de su honra. J. III) Figuras que aparecen Mencía, guardia civil médico. Jacinta, guardia civil enfermera. Enríquez, cabo de la Guardia Civil de Tráfico. Gutiérrez, guardia civil destinado en Administración. Sargento Reyes, comandante en plaza. La acción tiene lugar en una casa cuartel de la Benemérita, aquí y ahora: en la nueva España de todos los tiempos. Escena Primera Mencía es un número de la Guardia Civil. Como médico atiende a todos los que viven en la casa cuartel. Las cinco de la tarde en la enfermería. Agosto en la comarca. Quien no duerme la siesta se tiene que aguantar. Así nuestra doctora que hojea una revista sin ningún interés. Suspira, se levanta y se emplea en el riego del típico geranio. Lo hace con vehemencia y se desborda el agua al momento que acude Jacinta, su ayudante: cosecha renegada de los campos pacenses. Trae el gesto excesivo, excitada en extremo del suceso que anuncia. Jacinta.- Ahí afuera... Mencía.- ¿Sí? Jacinta.- Un herido. Mencía.- ¿Qué ha pasado? Jacinta.- Uno de Tráfico que se ha caído de la moto... Mencía.- ¿Conocido? Jacinta.- Yo no le he visto nunca, pero ha preguntado por tu marido. Mencía.- ¿Por mi marido? Jacinta.- ¿Qué te ocurre? Mencía.- Nada... Hazle pasar. Sentido del deber Sale la enfermera dejando una brizna de inquietud difusa. El cabo Enríquez entra renqueante.Un desgarro en la pernera deja entrever un brote de sangre negra. Jacinta.- Con cuidado... Túmbese aquí... No tiene fractura... Mencía.- Ha tenido suerte, cabo Enríquez... Enríquez.- Ya lo creo, guardia Mencía. Mencía.- A sus pies... Enríquez.- ¿Qué haces tú aquí? Mencía.- De momento curarte esta herida. Enríquez.- Qué sorpresa. Mencía.- Mira que írtela a dar a la puerta de mi casa. Enríquez.- El destino. Mencía.- Sí, mi destino está de sanitaria en esta casa cuartel y el tuyo, por lo que parece, está en Tráfico: sección accidentes. Enríquez.- ¡Cuánto tiempo! Mencía.- Algo más de tres años. Jacinta.- Parece que os conocéis. Mencía.- Jacinta, mi ayudante. Miguel Ángel Enríquez. Jacinta.- A sus órdenes, cabo. Mencía.- ¿Y ese galón? Enríquez.- Méritos por la Patria. Mencía.- ¡Cuánto tiempo! Enríquez.- Tres años y siete semanas. Lo que tiene uno que hacer para volver a ver a los viejos amigos. Mencía.- El teléfono es menos traumático. Enríquez.- Nos habíamos perdido la pista. Mencía.- Nunca es tarde si la dicha es buena. Jacinta.- Estoy ahí afuera. Mencía.- Gracias, Jacinta. 81 Enero 2007 Ernesto Caballero Jacinta se marcha con un gesto vago que lanza al vacío, un: “yo aquí estoy de más”. La Ratonera / 19 82 Mencía.- ¿Cómo te va la vida? Enríquez.- Más o menos como siempre. Mencía.- ¿Te has casado? Enríquez.- No. Mencía.- ¿A qué esperas? Enríquez.- A que alguna se deje engañar. Mencía.- Sigues igual que siempre. Enríquez.- A ti en cambio se te ve mucho mejor. Mencía.- No puedo quejarme. Enríquez.- Desapareciste como el cuerpo del delito. Mencía.- Fue lo mejor. Enríquez.- ¿Por qué? Mencía.- Todo eso ya es agua pasada. Enríquez.- Nunca se sabe. Mencía.- ¿Qué quieres decir? Enríquez.- Donde hubo fuego... Mencía.- Vamos... Enríquez.- He venido a buscarte. Mencía.- ¿Cómo? Enríquez.- Es una broma. Mencía.- Yo sí me he casado. Enríquez.- Enhorabuena. Mencía.- Hace un año. Enríquez.- ¿Y? Mencía.- ¿Y? Enríquez.- ¿Niños a la vista? Mencía.- De momento, no. Enríquez.- Y, ¿qué tal? Mencía.- ¿Qué tal, qué? Enríquez.- Qué tal, así en general. Mencía.- Bien. Enríquez.- Bien. Ernesto Caballero Mencía.- Bien, en general. Enríquez.- Muy bien. Mencía.- Sí, muy bien. Silencio. Esto ya está. Diez días con la venda. Y reposo. Enríquez.- Tengo que estar en Sevilla esta misma noche. Mencía.- A ver si te pueden llevar. No estás para subirte a la moto. Enríquez.- Ni la moto está para llevarme. Mencía.- No puedes, ni debes moverte. Gutiérrez.- Ya has oído a la doctora. Aquí ella tiene el mando en plaza. Así que ojo. ¿Qué te ha pasado, pikoleto? Entra el guardia Gutiérrez, un hombre tranquilo que ha echado barriga sentado a una mesa redactando informes. Está satisfecho de cómo le ha ido: su esposa, el trabajo, la vida tranquila, falta de ambición. Enríquez.- ¡Guti! ¡Cuánto tiempo, coño! Sabía que andabas por esta casa cuartel. Gutiérrez.- Y te has dicho: Vamos a hacerle una visita al bueno de Guti. Así que has cogido la moto y casi te descuernas... Enríquez.- La verdad es que iba con prisa... Gutiérrez.- Algún lío de faldas... Enríquez.- Pues ya que lo dices. Gutiérrez.- Te has ganado una multa gorda por exceso de velocidad: una buena cena en casa. Enríquez.- Me gustaría, pero... Gutiérrez.- Nada, no hay más que hablar. Ernesto Caballero El guardia Gutiérrez es hombre de orden. Se casó algo tarde para la costumbre. Tiene el trato afable y las cosas claras: si no te complicas, la vida no es mala. Espera paciente hijos que no llegan, y dice que acepta que trabaje ella, siempre y cuando cuide las cosas de casa. Nunca se ha quejado. Y se enfada poco, por eso su fama es de pusilánime, así que se encarga de la burocracia, de asuntos internos, y de lo que haga falta. Gutiérrez.- Será posible... Salirte de la calzada... Seguro que ibas como una bala... Te conozco... Enríquez.- Quería hacerte una visita y no encontraba la excusa... Gutiérrez.- Estás en buenas manos. Enríquez.- Ya me he dado cuenta. Gutiérrez.- Mencía, tu doctora, es mi mujer. Enríquez.- Ya. Gutiérrez.- ¿Te extraña, verdad? Los feos tenemos suerte. Mencía.- Yo sí que he tenido suerte. Gutiérrez.- ¿Y eso? Mencía.- Contigo. Gutiérrez.- Es la primera vez que me haces un cumplido en público. Mencía.- ¿De qué os conocéis? Gutiérrez.- De la Escuela de Guardias Jóvenes. ¿Qué ha sido de ti desde entonces? Veo que te han ascendido. Enríquez.- Estuve en el Norte. Gutiérrez.- ¿Y ahora? Enríquez.- En Sevilla. Comandancia de Tráfico. Gutiérrez.- Ya nos contarás qué se te había perdido aquí, en la comarca. Sentido del deber Enríquez.- Cumplía una misión. Gutiérrez.- Qué misterio. Más tarde, en la cena nos lo cuentas todo. Enríquez.- Tengo que marcharme. Gutiérrez.- ¿Así como estás? Enríquez.- No es nada. Mencía.- No debe moverse. Gutiérrez.- Ya has oído a la especialista. Ella manda, como doctora y como mujer. Enríquez.- De verdad, no puedo. Gutiérrez.- Pero, ¿por qué? Enríquez.- Tengo una amiga... Gutiérrez.- ¿Una amiga? Enríquez.- Y un amigo... Gutiérrez.- ¿Y? Enríquez.- Y mi amiga es muy amiga de mi amigo. Gutiérrez.- ¿Qué quieres decir? Enríquez.- Tengo que cuidar lo mío. Gutiérrez.- Pues vaya amiga. Mencía.- Pues vaya amigo. Gutiérrez.- Hay mujeres y mujeres. Mencía.- Muchas veces uno ve síntomas donde no los hay. Empieza a medicarse, y al final, como se suele decir, es peor el remedio que la enfermedad. Si de verdad conf ías en ti, y sobre todo, en esa mujer, demuéstralo. Porque no dudo que si te has fijado en ella es porque es de fiar. Enríquez.- Doctora, quien conf ía en una mujer sí que es un loco de atar. Reyes.- ¿Qué pasa, cabo, que ahora los de Tráfico sois los que tenéis los accidentes? El mundo del revés. Mala cosa. Entra el sargento Reyes, comandante en plaza, rostro abotargado de tanto cubata. Su campechanía resulta forzada, 83 Enero 2007 Sentido del deber tal vez porque eleva el tono de voz y porque se siente un rey capataz. La Ratonera / 19 84 Enríquez.- Me alegro de volver a verle, mi sargento. Gutiérrez.- ¿Os conocéis? Reyes.- Hemos compartido destino en las Vascongadas. Enríquez.- No me lo recuerde. Reyes.- ¿Cómo estás? Enríquez.- Estupendamente. Mencía.- No tiene fractura. Gutiérrez.- De éstas ya ha tenido unas cuantas jugando al fútbol. ¿Te acuerdas? Enríquez.- ¿Cómo no voy a recordar tus entradas en plancha? Reyes.- Aquí todo dios se conoce. ¿Qué hacías por aquí? Enríquez.- Seguía un coche sospechoso. Moros. Coche robado. Reyes.- Pues da el parte en Sevilla. Que aquí no queremos líos. Enríquez.- Ahora mismo salía para allá. Gutiérrez.- Después de cenar. Mencía.- No está para viajes. Reyes.- Lo dicho. Tú a la buena vida y que hoy pringuen otros. Gutiérrez.- Lo dice por mí. Entro esta noche de guardia de puertas. Reyes.- Pues a vigilar. Enríquez.- Que te sea leve. Gutiérrez.- Entro a media noche. Tenemos tiempo de cenar juntos. Enríquez.- En fin, sea. Acepto vuestra invitación. Reyes.- Así se habla. De momento te vas a tomar un pelotazo, que es la mejor medicina. Jacinta.- ¿Y nosotras, qué? Ernesto Caballero Reyes.- Vosotras a preparar la cena. Mencía.- La mujer y la sartén en la cocina están bien. Reyes.- Qué mujer más lista. Gutiérrez.- No tanto, no tanto... Mencía.- ¿Por qué dices eso? Gutiérrez.- Porque te has casado con este pringado. Y salen, jocosos, el sargento Reyes y el cabo Enríquez y el guardia Gutiérrez. Jacinta.- ¿Te ocurre algo? Mencía.- No es nada. Jacinta.- Cualquiera lo diría. Mencía.- Jacinta, eres mi amiga. Jacinta.- Eso creo. Mencía.- Esto que no salga de aquí... Jacinta.- Descuida. Mencía.- Estuve saliendo con ese cabo... antes de casarme... claro... Jacinta.- ¿Tú y él? Mencía.- Sí. Jacinta.- ¿Y? Mencía.- Cuando me casé dejé de salir con él. Jacinta.- Lo normal. Mencía.- Pues eso es todo. Jacinta.- Vaya. Mencía.- Desde entonces no ha habido nada. Jacinta.- ¿No le has visto desde entonces? Mencía.- Nunca hasta hoy. Tres años y siete semanas. Jacinta.- ¿Y? Mencía.- ¿Y qué? Jacinta.- ¿Qué es lo que has sentido? Ernesto Caballero Mencía.- ¿Sentido? Jacinta.- Digo yo que algo habrás sentido. Mencía.- Algo. Jacinta.- ¿Algo como qué? Mencía.- No lo sé, Jacinta. Jacinta.- ¿No sabes? Pues no es un hombre que deje indiferente a una mujer. Mencía.- Vamos a preparar la cena. Recogen sus cosas, se miran un rato y apagan la luz. Escena Segunda Se acaba la cena con dulces de postre para la ocasión. La tele, olvidada, vocea encendida; aunque no perturba la animada charla que tiene lugar. Enríquez.- Hacía tiempo que no cenaba tan bien. Gutiérrez.- Mencía es de las pocas mujeres modernas que aún saben cocinar. Mencía.- Todo el mérito es de Jacinta. Jacinta.- Me he esmerado para la ocasión. Gutiérrez.- A los hombres se les gana por el estómago. Jacinta.- No a todos. Gutiérrez.- Que se lo digan a Coquín... Enríquez.- ¿Quién es Coquín? Gutiérrez.- Un guardia muy formal que ahora está en Melilla. Jacinta.- Ceuta... Sentido del deber Gutiérrez.- Bueno, pues eso. Ceuta. Enríquez.- ¿Y qué pasa con él? Gutiérrez.- Que te lo cuente Jacinta. Jacinta.- Me fijé en él, pero... Enríquez.- ¿Pero? Jacinta.- Él no en mí. Enríquez.- Qué ignorante. Jacinta.- Tengo un pequeño defecto que él no podía llevar. Enríquez.- ¿Y era? Jacinta.- Ser mujer. Gutiérrez.- Tenía la taquilla plagada de fotos de tías para disimular. Nos la dio a todos con queso. Sobre todo a Jacinta. Enríquez.- Uno no puede fiarse ni de su sombra. Gutiérrez.- ¿Lo dices por lo de tu novia? Jacinta.- Tienes novia... Enríquez.- No sé... Jacinta.- Pues esas cosas se saben. Enríquez.- No siempre. Jacinta.- Cuando una mujer siente, se le nota. Enríquez.- ¿El qué? Jacinta.- Que siente. Enríquez.- Ya. Mencía.- Un poco más de café. Enríquez.- No gracias, me quita el sueño Gutiérrez.- ¿A mí no me ofreces más? Mencía.- Sí, perdona... Gutiérrez.- Yo sí que lo necesito. Jacinta.- ¿Y tú no haces guardias? Enríquez.- Estoy rebajado. Jacinta.- Pues a Guti le caen todas. Gutiérrez.- Tampoco es para tanto. Aquí las guardias son tranquilas. Jacinta.- Me imagino que nada que ver con el Norte. 85 Enero 2007 Sentido del deber La Ratonera / 19 86 Enríquez.- Comparado con aquello, esto es un campamento de boy-scouts... Lo que peor llevaba era lo del chaleco antibalas, sobre todo en verano. Jacinta.- Me encantan los hombres en chaleco antibalas... ¿Un licor? Enríquez.- Gracias. Jacinta.- ¿Por lo del chaleco o por el licor? Mencía.- Jacinta creo que tú ya has bebido bastante. Jacinta.- Espero que el de Tráfico me haga el control de alcoholemia. Mencía.- Jacinta... Jacinta.- Dame un respiro doctora, que no estamos consulta. ¿Guti? Gutiérrez.- Disfrutadlo vosotros. Este boy-scout tiene que cumplir con su obligación. Enríquez.- Guti, no has cambiado. En la Escuelacuartel era el único que llegaba sobrio al cuartel después de los permisos de fin de semana. Gutiérrez.- Alguien tenía que conducir. Enríquez.- Tómate otra copa. Un día es un día... Gutiérrez.- No insistas. Jacinta.- Hay que ver lo distintos que sois. Mencía.- Los buenos amigos funcionan mejor siendo diferentes... Jacinta.- Con los amigos puede... pero cuando se trata de una relación de pareja la cosa cambia... Mencía.- ¿Qué cosa cambia? Jacinta.- Lo dice el refrán: Dios los cría y ellos se juntan. Enríquez.- No siempre es tan fácil... Gutiérrez.- Tienes que dejarla. Enríquez.- ¿Qué? Gutiérrez.- La chica esa de la que nos has hablado. Me da que no te conviene. Ernesto Caballero Enríquez.- Tienes razón. Jacinta.- Pues candidatas aquí no faltan. Mencía.- ¡Jacinta! Jacinta.- Déjanos que también lo intentemos las demás. Tú ya tuviste tu oportunidad de... Silencio. Mencía.- De encontrar a mi media naranja... ¿Un poco más de licor? Gutiérrez.- Entro de servicio. Mencía.- Buena guardia, cariño. Gutiérrez.- Todavía hay tiempo. Y quedan en silencio mirando la tele. Y de vez en cuando, mirando el reloj. Escena Tercera Son las doce y media en el domicilio del guardia Gutiérrez. Su esposa Mencía apaga la tele y se va a acostar. Es noche cerrada, sin luna ni estrellas: noche de olvidar, sin sueños de anhelos que hagan despertar de la pura nada: del olvido oscuro que trae la renuncia. Mencía, la esposa, se toma dos valiums, se mete en la cama e intenta leer. Todo desfallece, hasta que unos golpes reanudan la vida con su sobresalto. Llaman a la puerta, y el pecho se enciende de ansia y confusión. Ernesto Caballero Mencía.- ¿Quién es? Enríquez.- Soy yo... Abre. Mencía abre. Entra Enríquez. Mencía.- ¿Qué pasa? Enríquez.- Buenas noches. Mencía.- ¿Pasa algo? Enríquez.- Tranquila. Mencía.- ¿Cómo estás? Enríquez.- Mejor ahora que te veo. Mencía.- ¿Qué quieres? Enríquez.- Saber si tenía razón Jacinta. Mencía.- ¿Cómo? Enríquez.- ¿A toda mujer que siente se le nota? Mencía.- ¿De qué me estás hablando? Enríquez.- Sí, se te nota. Mencía.- ¿Qué? Enríquez.- Aunque trates de disimularlo. Mencía.- Has bebido. Enríquez.- Por ti los vientos. Mencía.- Ya basta. Enríquez.- Mencía. Mencía.- Lo pasado, pasado. Enríquez.- ¿Y lo presente? Mencía.- ¿Qué es lo presente? Enríquez.- Aquí me tienes. Mencía.- Déjame... Enríquez.- Es inevitable. Mencía.- Por favor... Enríquez.- ¿No quieres? Mencía.- No puedo. Enríquez.- Querer es poder. Mencía.- Estoy casada. Enríquez.- Un papel. Mencía.- Que compromete. Sentido del deber Enríquez.- ¿Qué es lo que te compromete? Mencía.- No puedes estar aquí a estas horas. Enríquez.- No te preocupes. Nadie me ha visto. Nadie nos ve. Y lo que no se ve no existe. ¿No me ofreces una copa? Mencía.- No. Enríquez.- ¿Y un vaso de agua? Mencía.- Pero... Enríquez.- Sólo agua. Mencía.- ¿Y después? Enríquez.- Me iré. Te doy mi palabra. Mencía.- Está bien. Sale Mencía hacia la cocina con gesto de incómoda resignación. Enríquez contempla la estancia indiscretamente. Regresa Mencía con un vaso de agua helada. Enríquez.- Cuántas plantas. Esto es cosa tuya. Siempre te gustaron. Tenéis que tener cuidado por la noche. Por el oxígeno, ya sabes. Mencía.- De noche una tiene que tener cuidado con otras especies. Enríquez.- ¿Te molesto? Mencía.- Tómate el agua y vete a dormir. Enríquez.- ¿Por qué tanto hielo? Mencía.- Lo mejor para la sed. Enríquez.- Pues para la planta. Mencía.- ¡Dios mío! Enríquez.- ¿Qué pasa? Mencía.- Mi esposo... Enríquez.- No puede ser. Está de guardia. Mencía.- Vete, por favor. Enríquez.- No hemos hecho nada. Mencía.- Aquí la gente habla mucho... Sal por esa 87 Enero 2007 Sentido del deber puerta... Da a un patio trasero... Hay una tapia, pero no es muy alta... Vete, por favor... Enríquez.- Si tú me lo pides. Beso inesperado que despierta un instante fugaz pero cierto en esta pareja. (Por llamarla así.) Hasta pronto. Y desaparece como los presagios. Silencio de piedra. Y entra Gutiérrez. La Ratonera / 19 88 Gutiérrez.- Buenas noches. Mencía.- ¿Qué haces aquí? Gutiérrez.- Creo que esta es mi casa. Mencía.- ¿Y la guardia? Gutiérrez.- Estoy en ella. Acabo de salir del puesto y no entro de nuevo hasta dentro de dos horas. Mencía.- No has debido abandonar el Cuerpo de Guardia. Gutiérrez.- Tenía ganas de verte. Mencía.- ¿Qué tienes? Gutiérrez.- Ganas de estar contigo. Mencía.- ¿Te pasa algo? Gutiérrez.- A mí nada. ¿Y a ti? Mencía.- Nada, ¿por qué me preguntas? Gutiérrez.- Estás despierta a estas horas. Mencía.- Con este calor no podía dormir. Me he levantado a tomarme una pastilla... Gutiérrez.- Para dormir. Mencía.- Claro... Silencio. Ernesto Caballero Mirada de hielo al hielo que se desangra. Le eché hielo al agua y después me arrepentí... Gutiérrez.- Te arrepentiste Mencía.- Estaba muy fría el agua. Gutiérrez.- Muy fría. Mencía.- Sí. Gutiérrez.- Vamos al sofá. Mencía.- ¿Para qué? Gutiérrez.- Para acariciarte. Mencía.- ¿Ahora? Gutiérrez.- ¿Por qué no? Mencía.- Ahora no es momento. Gutiérrez.- Nunca es el momento. Mencía.- ¿Qué quieres que hagamos? Gutiérrez.- Lo que hacen los novios cuando se desean. Mencía.- No sé qué te ha dado. Gutiérrez.- Anda, siéntate. Y juntos se sientan, se besan, se tocan sin espontaneidad; como en un concurso hortera de la televisión. Algo se ha quebrado y no saben qué. O al menos, no quieren saber lo que saben. Caricias que intentan convertirse en puentes de estabilidad. Y también la escena se quiebra. Jacinta ha llegado para dar la alarma con aire alterado de preocupación. Jacinta.- Hay un sospechoso en el patio. Lo he visto desde mi ventana. Hay que avisar al sargento. Gutiérrez.- Quedaos aquí. Ernesto Caballero Mencía.- ¿Dónde vas? Gutiérrez.- Echaré un vistazo... Mencía.- No vayas... Gutiérrez.- ¿Y eso? Mencía.- Ten mucho cuidado. Gutiérrez.- Lo tendré, descuida. Jacinta.- ¡Ay, Virgen santa! Gutiérrez.- No hagáis ruido. Abandona la estancia desenfundada el arma reglamentaria. Jacinta.- Hay que avisar al sargento. Puede ser un terrorista. Mencía.- Es el cabo Enríquez. Jacinta.- ¿Qué? Mencía.- Vino a visitarme. Jacinta.- No me lo puedo creer. Mencía.- No es lo que piensas. Jacinta.- Yo lo único que pienso es que la he metido hasta el fondo. Mencía.- Todo esto es un malentendido. No tengo nada que ocultarle a mi marido. Jacinta.- No, si ya... Mencía.- Lo que hubo entre nosotros terminó hace tiempo. Jacinta.- Eso ya lo has dicho. Mencía.- Bueno, él... de repente él... Jacinta.- Me quedaré más callada que una muerta. Te doy mi palabra. Mencía.- No hay nada de nada. Jacinta.- Habría que decirle a Guti que se trata de una falsa alarma... Mencía.- No sé si conviene. Jacinta.- ¿Por qué? Sentido del deber Mencía.- La gente es muy retorcida. Regresa Gutiérrez bastante nervioso. Gutiérrez.- No he visto a nadie. Hay que dar la alarma. Jacinta.- A lo mejor yo me he confundido. Gutiérrez.- ¿Cómo? Jacinta.- La cena no me ha sentado muy bien. Estaba dormida, creí oír ruidos en el patio. Debió de ser el gato. Gutiérrez.- Entre un gato y un hombre hay alguna diferencia. Jacinta.- No merece la pena despertar a todo el cuartel. Mencía.- Puede que Jacinta tenga razón. Anda, guarda el arma. Jacinta.- El gato que ha vuelto... Ya lo dábamos por desaparecido pero ha vuelto... Ya me retiro... Buenas noches... Y perdón... Mencía.- Buenas noches, Jacinta. 89 Jacinta se retira tensa y cabizbaja. Silencio violento en la noche espesa. Mencía.- ¿No vuelves al puesto? Gutiérrez.- Ahora mismo. Mencía.- Guti... Gutiérrez.- ¿Sí? Mencía.- No pasa nada. Gutiérrez.- Que descanses. Y el hielo, sucio de tierra, palpita en la maceta como un corazón que se deshace. Enero 2007 Sentido del deber Escena Cuarta Mañana siguiente. Interior de día. El sargento Reyes apura el desayuno. Luego llega Gutiérrez, al que ha hecho llamar. Saludo obligatorio y el aire contrariado del comandante en puesto. Aquí hay lío de faldas, parece barruntar y eso, siempre a la larga, se tiene que sentir. La Ratonera / 19 90 Reyes.- ¿Qué, coño, pasó anoche? Gutiérrez.- ¿Cómo? Reyes.- ¿Por qué abandonaste el puesto? Gutiérrez.- Fueron cinco minutos, mi sargento. Reyes.- Tendría que arrestarte. Gutiérrez.- Lo sé, mi sargento. Reyes.- Y encima no das parte del incidente... Gutiérrez.- No sé a lo que se refiere. Reyes.- Anoche Jacinta creyó ver a un sospechoso merodear por el cuartel. Gutiérrez.- Yo no vi a nadie. Reyes.- ¿Por qué no diste la alarma? Gutiérrez.- No lo consideré necesario. La propia Jacinta dice que fue el gato. Reyes.- Y tú tan tranquilo. ¿Y si ese gato nos ha colocado un petardo? He estado a punto de pedirle al cabo Enríquez que organice una inspección. Gutiérrez.- Pero cómo... Reyes.- Entérate tú de lo que ha pasado. Quiero un informe. Averigua. Gutiérrez.- A sus órdenes, mi sargento. Reyes.- Mira Guti, aquí nunca pasa nada... hasta que pasa. Este es un destino tranquilo, estamos todos muy relajados. Demasiado. Aquí se vive bien. Soy el primero en hacer la vista gor- Ernesto Caballero da. Pero siempre he dado por descontando que en mis hombres seguía vivo el sentido del deber. Guti, me has fallado. Gutiérrez.- Le juro, mi sargento, que no percibí ningún peligro. Reyes.- Eres muy confiado. Nunca te pones en lo peor. Gutiérrez.- Tiene razón, mi sargento. Reyes.- ¿Y tu mujer? Gutiérrez.- ¿Qué pasa con mi mujer? Reyes.- ¿Tampoco vio nada? Gutiérrez.- Tampoco. Reyes.- Ni al gato. Gutiérrez.- Ni al gato. Reyes.- ¿Por qué abandonaste el puesto? Gutiérrez.- Necesitaba pasar por casa. Reyes.- ¿Para qué? Gutiérrez.- Mencía no se encontraba bien. Reyes.- Las mujeres a veces se cansan. Gutiérrez.- ¿De qué? Reyes.- De la vida en este pueblo. Gutiérrez.- No es el caso de Mencía. Reyes.- La vida en este acuartelamiento no es muy divertida, y menos para una mujer. Gutiérrez.- Ella ya sabía lo que hacía cuando entró en el Cuerpo. Reyes.- Igual esperaba otro destino. Gutiérrez.- Su destino es este. Reyes.- Un consejo. Préstale más atención a tu mujer. Gutiérrez.- Soy un buen marido. Reyes.- En puestos como este las mujeres se exigen demasiado. Tanto esfuerzo no es natural. Gutiérrez.- Hay mujeres y mujeres. Reyes.- Demasiado sentimiento. La mujer es como el agua. Todo lo anega, necesita al hombre para Ernesto Caballero contener la riada. Demasiado sentimiento. Gutiérrez.- En casa somos gente de orden. Reyes.- Por ese orden hay que desvelarse. Gutiérrez.- Eso se procura. Reyes.- Sácala a bailar. Gutiérrez.- ¿Ordena alguna otra cosa? Reyes.- Puedes retirarte. Gutiérrez.- A sus órdenes. Reyes.- Oye, Guti... Gutiérrez.- ¿Sí? Reyes.- ¿Sabes lo que le dijo la mujer al Diablo? Gutiérrez.- ¿El qué, mi sargento? Reyes.- ¿Te puedo ayudar en algo? Taconazo certero del número Gutiérrez; y se aleja escamado como un mal perdedor. El Cuerpo sin mujeres, farfulla el comandante, es lo que siempre ha sido el orden natural. Escena Quinta El guardia Gutiérrez termina su informe sentado debajo de un ventilador. El hombre paciente se muestra intranquilo aunque intenta, en vano, mantener la calma. La sagrada calma por la que ha luchado con resignación. “Todo por la calma” era su divisa, y ahora, en un momento, presiente que el mundo podría estallar. Enríquez.- ¿Qué pasa? ¿Hay alguna pista? Gutiérrez.- Nada, falsa alarma. Lo del gato parece lo más probable... Sentido del deber Enríquez.- Yo vi a alguien. Gutiérrez.- ¿A quién? Enríquez.- Vi un hombre salir corriendo. Gutiérrez.- ¿Seguro? Enríquez.- Sí. Gutiérrez.- ¿No lo has dicho antes? Enríquez.- Prefería comunicártelo oficialmente. Gutiérrez.- ¿Quién crees que pudo ser? Enríquez.- Algún extraño. Gutiérrez.- ¿Por qué no diste la alarma? Enríquez.- No parecía peligroso. Gutiérrez.- Nunca se sabe. Enríquez.- Ríete del agua mansa. Gutiérrez.- Habrá que andarse con precaución. Enríquez.- Un guardia siempre tiene que estar alerta. Gutiérrez.- Y cumplir con su deber. Enríquez.- Exactamente. Gutiérrez.- Con cabeza. Enríquez.- Con el alma. 91 Se encuentran dos hombres que fueron amigos. Ahora sus miradas se emplean a fondo para situarse —con respecto al otro— en un oportuno y nuevo lugar. Enríquez.- Hemos cambiado, Guti. Gutiérrez.- Seguimos igual. Enríquez.- Antes eras más alegre. Gutiérrez.- Ahora estoy casado. Enríquez.- ¿Y? Gutiérrez.- Las mujeres... Enríquez.- ¿Qué? Gutiérrez.- Le hacen a uno sentar cabeza. Enríquez.- O perderla. Enero 2007 Sentido del deber La Ratonera / 19 92 Gutiérrez.- Yo la quiero. Enríquez.- ¿Qué? Gutiérrez.- Quiero a Mencía. Enríquez.- Me alegro. Gutiérrez.- Aunque... Enríquez.- ¿Aunque? Gutiérrez.- Ya no nos entendemos como antes... Enríquez.- ¿No? Gutiérrez.- No dormimos juntos. Enríquez.- Lo siento. Gutiérrez.- No tienes por qué. Tenemos algo más valioso: un compromiso mutuo, un lugar que compartimos y que está por encima del deseo. Enríquez.- ¿No la deseas? Gutiérrez.- Con locura. Enríquez.- ¿Entonces? Gutiérrez.- A mi modo. Enríquez.- No te entiendo. Gutiérrez.- Pues está muy claro. Enríquez.- ¿Y ella? Gutiérrez.- ¿Ella? Enríquez.- ¿Piensa como tú? Gutiérrez.- Y yo como ella. Enríquez.- ¿El mismo deseo? Gutiérrez.- Nuestro matrimonio. Enríquez.- Te envidio. Gutiérrez.- ¿Por qué? Enríquez.- Por tenerlo claro. Gutiérrez.- Tú también lo tienes claro. Enríquez.- ¿Yo? Gutiérrez.- Las mujeres te cansan enseguida. Enríquez.- He cambiado. Gutiérrez.- ¿Y ahora? Enríquez.- Ahora sé lo que no quiero. Gutiérrez.- Me alegro. Enríquez.- Ahora busco una mujer real. Ernesto Caballero Gutiérrez.- Aquí no está. Enríquez.- Todavía no la he encontrado. Gutiérrez.- Aquí no está. Y el ventilador agita sus aspas remueve en el aire temor, suspicacia y un aliento vago de fatalidad. Escena Sexta El guardia Gutiérrez como cada noche al llegar a casa ojea cansado la correspondencia. Llaman a la puerta. No abre, lo piensa y al final se esconde. Al rato Mencía, en salto de cama, sale para abrir. Jacinta, de nuevo. Mencía.- ¿Qué pasa? Jacinta.- ¿Ha llegado Guti? Mencía.- Todavía no. ¿Qué pasa? Jacinta.- ¿Estabas dormida? Mencía.- Pensaba en la cama. Jacinta.- ¿En quién? Mencía.- Jacinta, ¿qué quieres? Jacinta.- Te traigo un regalo. Mencía.- ¿Y esto? Jacinta.- Me ha dicho que esta planta lleva tu nombre y que por eso hay que prestarle muchos cuidados... Mencía.- Calla... Jacinta.- Y también, que le hubiera gustado dártela personalmente. Mencía.- ¿Qué hago con esto? Ernesto Caballero Jacinta.- Tú sabrás. Mencía.- La llevaré a la enfermería. Jacinta.- ¿Donde el reencuentro? Mencía.- Guti está al caer. Jacinta.- Si aún no ha caído. Mencía.- ¿Por qué dices eso? Jacinta.- Por nada, me marcho. A ver si la próxima vez en vez de la planta de un guardia, te traigo un guardia con muy buena planta. Y se va Jacinta con sabia malicia. Y la insomne esposa observa la planta como quien observa un claro de luna. Y vuelve a la cama. Y entonces su esposo, el guardia Gutiérrez, reabre la puerta. Sonido de llaves y gesto forzado del que hace que llega por primera vez. Mencía.- Qué susto me has dado. Gutiérrez.- Estarías en lo tuyo... Mencía.- No podía dormir. Gutiérrez.- Ya... Mencía.- Tú qué tal. Gutiérrez.- Bien, muy bien... Mencía.- Esa planta me la ha traído Jacinta... Gutiérrez.- ¿Y eso? Mencía.- Un detalle. Tiene mala conciencia por el susto que anoche nos dio. Gutiérrez.- Mala cosa. Mencía.- ¿El qué? Gutiérrez.- La mala conciencia. Mencía.- Pues sí, mala cosa. Gutiérrez.- Galán de noche. Mencía.- ¿Qué? Gutiérrez.- Esta planta se llama galán de noche. Sentido del deber Mencía.- No lo sabía. Gutiérrez.- Muy poético. Mencía.- Cosas de Jacinta. Gutiérrez.- ¿Qué vas a hacer? Mencía.- ¿Con qué? Gutiérrez.- Con la planta. Mencía.- Llevarla a la enfermería. Aquí hay poca luz. Gutiérrez.- Pues yo veo muy bien. Y con parsimonia apaga la luz. Mencía.- ¿Qué haces? Gutiérrez.- Apago la luz. Mencía.- ¿Por qué? Gutiérrez.- Porque es hora de irse a la cama. Mencía.- No tengo sueño. Gutiérrez.- Yo tampoco. 93 Y son dos extraños que se han conocido por primera vez. Escena Séptima En la enfermería dos cuerpos vestidos anhelan la carne con ansias de celo. El sargento Reyes babea en Jacinta que se aplica diestra en la felación. Jacinta.- Galán de noche. Reyes.- ¿Qué? Jacinta.- Lo que te estaba contando... Esa planta se llama amor de galán de noche. Me dijo: dile que Enero 2007 Sentido del deber La Ratonera / 19 94 esta planta requiere muchos cuidados... y que le hubiera gustado dársela personalmente. Reyes.- No me hace gracia. Jacinta.- ¿Qué te pasa? Reyes.- Guti tiene que saberlo. Jacinta.- Sí, hombre... Reyes.- ¿Sabes lo que es lealtad? Jacinta.- Lo que le debo a Mencía, y tú me debes a mí. Reyes.- ¿Yo a ti? Jacinta.- Anda, no te pongas serio... Reyes.- Ay, Jacinta, no sé qué me das... Jacinta.- Te doy lo que otras no dan... Reyes.- Viene alguien... Dijiste que a estas horas... Jacinta.- Es Mencía... Ha debido olvidarse algo. Reyes.- ¿Qué hacemos? Jacinta.- No te va a quedar más remedio que esconderte ahí. Reyes.- ¿Estás loca? Jacinta.- Tú verás... Sin mucho sentido de la dignidad el sargento Reyes se oculta en un cuarto. Entra una pareja: dif ícil pareja de la Benemérita. Mencía.- ¿Qué haces tú aquí? Jacinta.- He venido a recoger mi bata para lavarla... Mencía.- Ya... Jacinta.- ¿Y tú? Mencía.- He venido a dejar esta planta... Jacinta.- Ya. Mencía.- De camino me he encontrado con el cabo y voy a aprovechar para hacerle una revisión. Jacinta.- Está bien pensado. Mencía.- Voy a cambiar la venda. Ernesto Caballero Jacinta.- ¿Qué tal va esa herida? Enríquez.- Se resiste a cicatrizar. Jacinta.- Eso es por falta de reposo. Mencía.- Gracias Jacinta, ya me ocupo yo. Jacinta.- Ya veo. Mencía.- ¿Entonces? Jacinta.- ¿Entonces? Mencía.- ¿Por qué no te vas? Jacinta.- Sí, claro, me voy... Mencía.- Pues adiós. Jacinta.- Me voy... Y sale Jacinta no muy convencida aunque algo excitada por la situación. Jacinta.- Me voy... Mencía.- Parece mentira cómo esa planta puede cambiar tanto el ambiente. Enríquez.- A veces sólo una palabra lo cambia todo. Mencía.- O un silencio. Enríquez.- O un silencio. Irrumpe el silencio recién invocado. Mencía.- No sé qué más podemos decirnos... Enríquez.- Nada... Y la nada encuentra en un beso su contradicción. Mencía.- Ya basta. Enríquez.- ¿Por qué? Mencía.- No puedo, por él. Enríquez.- Algún día tendrá que saberlo. Mencía.- Lo que pasó entre nosotros fue hace tiempo, antes de conocerle. Ernesto Caballero Enríquez.- ¿Y lo que pasa ahora? Mencía.- Ahora hay que ser fuerte. Enríquez.- Valiente hay que ser. Mencía.- ¿Hasta la traición? Enríquez.- Eso nunca. Nunca traicionar a lo que uno siente. Mencía.- Siento mi deber. Enríquez.- Que es venir conmigo. Mencía.- Déjame, por Dios. Enríquez.- Está bien. Mañana... Mencía.- ¿Mañana? Enríquez.- Mañana me voy. Enríquez se marcha de la enfermería. Mencía se queda turbada y confusa como tantas damas que hay en Calderón. Y como en sus comedias hay un escondido que lo escucha todo: Las paredes oyen siempre fatalmente, y por un acaso se puede liar. Escena Octava La tarde se estira a base de hielo, de tónica y Larios. Un televisor que no atiende nadie va escupiendo ruido como quien vomita a solas sus penas. Revistas de coches y de señoritas ambientan la estancia, y hay fotograf ías en marcos, firmadas por los futbolistas del Real Madrid. El sargento Reyes se escucha, cargado, y el cabo Gutiérrez no puede llorar. Sentido del deber Reyes.- Te hablo como a un amigo. Nadie elige realmente a su esposa. Es la suerte. Como si Dios tuviese a las mujeres en una caseta de feria para sortearlas entre los hombres. Yo he tenido suerte con la que me ha tocado. Gutiérrez.- Mi mujer. Reyes.- Tu mujer. Gutiérrez.- Es una santa. Reyes.- Ya lo sé, Guti, ya lo sé. Gutiérrez.- Pero... Reyes.- Eso mismo digo yo: pero. Gutiérrez.- ¿Pero qué...? Reyes.- Te tengo por una persona responsable. Gutiérrez.- En esas estoy. Reyes.- Pues no se hable más. Beben en silencio con una vehemencia casi patológica. 95 Gutiérrez.- Yo... Reyes.- Tú... Gutiérrez.- Yo... Reyes.- ¿Sí? Gutiérrez.- La quiero... Reyes.- Natural. Gutiérrez.- ¿Entonces? Reyes.- ¿Entonces? Gutiérrez.- No sé... Reyes.- Esa es la cuestión. Inconsciente cita del príncipe Hamlet. De nuevo otro trago de amarga ansiedad. Enero 2007 Sentido del deber Gutiérrez.- Todavía no ha pasado nada. Reyes.- No ha pasado nada. Gutiérrez.- Todavía. Reyes.- Todavía. Gutiérrez.- No va a pasar nada. Reyes.- Mejor para todos. Pero mira cómo beben los hombres resentidos, pero mira cómo beben por un poco de olvido. La Ratonera / 19 96 Gutiérrez.- Usted qué haría si se enterara... Reyes.- ¿Si me enterara de qué? Gutiérrez.- De que su mujer... Reyes.- Mi mujer es una santa. Gutiérrez.- Todas son unas santas. Reyes.- Mira Guti, si mi mujer estuviera tan buena como está la tuya, te aseguro que no pegaría ojo por las noches. Y no me refiero a tenerla contenta en la cama. Gutiérrez.- Yo siempre la he tratado bien. Nunca le ha faltado de nada. Reyes.- Pues que tampoco le falte una cosa. Gutiérrez.- ¿Qué cosa? Reyes.- Autoridad. Gutiérrez.- No soy un hombre violento. Reyes.- Nadie habla de eso. ¿Por quién me has tomado? Me estoy refiriendo a otra autoridad. A una autoridad moral, vamos a llamarla así. Gutiérrez.- No le entiendo. Reyes.- Yo también estoy casado. Respeto a mi esposa y ella me respeta. Respeta mis cosas donde ella no cuenta. La pregunta es ésta: ¿por qué me respeta? Pues es muy sencillo: le he dejado claro que soy como soy, mis gustos y mis aficiones. Ernesto Caballero Cuando uno se casa tiene que aclarar que hay ciertas costumbres sagradas para uno. Sagradas. La esposa procura por todos los medios que las abandones. Y si lo consigue, entonces se aburre. Se aburre. Termina aburriéndose. Y no hay que ceder. Si cedes empieza ese deterioro que los cursis llaman “crisis de pareja”. Me lo he trabajado. Y ella ahora disfruta de una independencia igual que la mía. Se ha creado un mundo que es suyo: su mundo. Las amigas, compras, el bingo, la casa... Hay que ser moderno sin capitular. Gutiérrez.- ¿Y lo de Jacinta? Reyes.- Ojos que no ven. Gutiérrez.- ¿Lo sabe? Reyes.- Lo sabe. Gutiérrez.- ¿Y cómo lo lleva? Reyes.- Como una señora. Gutiérrez.- ¿Y si ella? Reyes.- ¿Si ella? Gutiérrez.- Tuviera una historia. Reyes.- Ella no es de esas. Gutiérrez.- Tampoco Mencía. Reyes.- Tú sabrás. Gutiérrez.- Lo sé. La identificación con el macho herido ha disminuido el tono de voz del sargento Reyes, su seguridad. Reyes.- Piensa en lo que te he dicho. Gutiérrez.- Lo haré. Reyes.- ¿Qué harás? Gutiérrez.- Pensar, mi sargento, pensar. Reyes.- Con la cabeza fría. Gutiérrez.- Como se deben hacer las cosas. Ernesto Caballero Gravedad hispana que es un poco tosca: es lo que tenemos: los grandes momentos nos quedan inflados. Por eso el Quijote nos dice tan bien. Escena Novena A la mañana siguiente, cansancio y ojeras por no haber dormido: el desasosiego: qué hago, qué haces, qué hace y qué hará. Jacinta.- Se va. Silencio. Y no pasa a despedirse. ¿Le quieres ver? Le quieres ver. Qué suerte. Y qué desgracia que una no pueda vivir el amor. Lo mío sí que fue imposible. Ya sé que sólo da para bromas. Yo soy la primera que siempre se ha reído de ello. A ver qué remedio. La risa en estos casos es un buen chaleco antibalas. Todavía nos escribimos. Estábamos hechos el uno para el otro en casi todo. Sentido del deber Llegué a pensar que por mí sería capaz de cambiar. Eso sí que es perder el sentido de la realidad. Nunca me he sentido tan bien con ningún hombre. Pero una también necesita sentirse de vez en cuando deseada con ardor. Y eso me lo da Reyes. Bueno, Reyes sólo se desea a sí mismo, pero hay morbo y diversión. El deseo es otra cosa. Es lo que dura el amor. Mencía.- Jacinta, me estoy quemando. Jacinta.- Termínate de abrasar. Mencía.- No soy una cría. Silencio con tenue añoranza de irresponsabilidad. Jacinta.- ¿Entonces qué vas a hacer? Mencía.- Olvido. Jacinta.- Eso consuela. Mencía.- Pero no quiero que piense que yo... Jacinta.- ¿Que tú? Mencía.- Ya sabes. Jacinta.- Ay... Mencía.- No se hable más. Jacinta.- Me tienes para lo que sea. Mencía.- Jacinta, ¿tú qué harías? Jacinta.- Decírselo. No dejes pasar el momento. El momento en que las palabras no saben decir lo que sentimos porque son lo que sentimos. De nuevo un instante para la nostalgia de romper la inercia de una vida estable. 97 Enero 2007 Sentido del deber Mencía.- Una carta. Jacinta.- ¿A él? Mencía.- Le voy a escribir. Jacinta.- Seré tu mensajera. Sale Jacinta ebria de emociones. Mencía se sienta a la mesa. Se pone a escribir tan ensimismada que no se da cuenta de que su marido ha entrado en la casa. 98 Mencía.- Qué susto me has dado. No te he sentido entrar. Gutiérrez.- ¿Qué haces? Mencía.- Extendía unas recetas. Gutiérrez.- Escribe claro. Mencía.- ¿Cómo? Gutiérrez.- Los médicos tenéis muy mala letra. Esa es vuestra fama. La Ratonera / 19 La tinta se hiela como se hielan los labios que besan la frente de quien falleció. Escena Décima Mañana siguiente. Enríquez se marcha. Tiene preparado un coche. Le esperan. Pero el cabo aún quiere tentar a la suerte. Un último acceso de amarga añoranza le ha hecho desviarse de la orden del día. Y llega el sargento. Lacónico adiós. (Cortesía obliga.) Ernesto Caballero Hay que confirmar que todo está en orden: aquí Paz y después Gloria hoy, ayer y anteayer. Reyes.- Espero que te hayamos tratado bien. Enríquez.- A cuerpo de rey. Reyes.- Te están esperando. ¿Qué haces en la enfermería? Enríquez.- Quería que la doctora me diera el alta definitiva. Reyes.- Lo tuyo no tiene cura. Enríquez.- ¿Qué dice, mi sargento? Reyes.- Me recuerdas a mí mismo. A uno que fui. Enríquez.- ¿En qué? Reyes.- En lo que te ciegan las hembras. Enríquez.- Merece la pena. Reyes.- No hay nada mejor. Enríquez.- No me quedo a medias. Reyes.- Le echas muchos huevos. Enríquez.- ¿Qué nos queda hoy? Reyes.- Nada, sólo ellas. Enríquez.- Me alegro de que me comprenda. Reyes.- Te comprendo, pero espero que con la edad pongas el freno de mano. Enríquez.- Entonces no seré yo. Reyes.- Lo serás, pero más templado. Enríquez.- Mi sargento, si he perdido el sosiego se debe a que Mencía para mí no es cualquier mujer. Reyes.- ¿Es eso lo que te ha traído hasta aquí? Enríquez.- Los astros. Reyes.- Espero que no te estrelles. Enríquez.- Es mi carácter. Reyes.- Cuídate de él. Ernesto Caballero Enríquez se marcha no se sabe a dónde y el sargento Reyes se queda con ganas de darle un abrazo a un espejo vacío. Escena Undécima Jacinta, la mensajera, llega a la habitación de Enríquez, pero se encuentra al marido de quien remite la carta. Lo que llaman ironía de las antiguas tragedias reaparece junto al gato que ya lo daban por muerto. Hay lances que no se extinguen desde los tiempos remotos de don Pedro Calderón. Jacinta.- ¿Qué haces aquí? Gutiérrez.- ¿Y tú? Jacinta.- Venía a despedirme del cabo Enríquez. Gutiérrez.- Aquí no está. Jacinta.- ¿Y tú? Gutiérrez.- ¿Yo qué? Jacinta.- ¿Qué haces aquí? Gutiérrez.- Lo estaba esperando. Jacinta.- ¿Qué te pasa? Gutiérrez.- A mí nada, y ¿a ti? Jacinta.- Nada. Gutiérrez.- ¿Qué llevas ahí? Jacinta.- Una carta. Gutiérrez.- ¿Para ti? Jacinta.- Sí... es personal... Sentido del deber Gutiérrez.- La familia. Jacinta.- ¿Cómo? Gutiérrez.- Que si te ha escrito la familia. Jacinta.- Sí... Gutiérrez.- Desde Zafra. Jacinta.- ¿Qué? Gutiérrez.- Tu familia es de Zafra... Jacinta.- Sí. Gutiérrez.- Entonces esa carta viene de Zafra. Jacinta.- Sí. Gutiérrez.- ¿Buenas nuevas? Jacinta.- Mi prima se casa en mayo. Gutiérrez.- ¿En Zafra? Jacinta.- Sí. Gutiérrez.- No tiene sello. Jacinta.- ¿Cómo? Gutiérrez.- La carta. Jacinta.- Sí. No. Gutiérrez.- Y lleva el membrete del cuartel. Jacinta.- Pues... Sí. Gutiérrez.- Jacinta. Jacinta.- Está bien, Guti. Se la escribí al cabo Enríquez. Ya sabes que me tiene loca y lo dada que soy a encandilarme. Gutiérrez.- Sobre todo con los que no te corresponden. Jacinta.- Sobre todo. Gutiérrez.- Puedes dejarla ahí. Jacinta.- Prefiero dársela en mano. Gutiérrez.- Yo lo haré de tu parte. Jacinta.- No hace falta. Gutiérrez.- ¿No te f ías? Jacinta.- Es algo muy personal. Gutiérrez.- Jacinta, esa carta... Jacinta.- ¿Sí? Gutiérrez.- ¡Es de mi mujer! 99 Enero 2007 Sentido del deber Jacinta.- ¿Qué dices? No la abras. Gutiérrez.- Estoy en mi derecho. Se desata una violencia contenida: la peor. Jacinta.- Te vas a enterar. Gutiérrez.- De todo, por fin. Se marcha Jacinta dejando la carta en manos de Guti que lee como deben leer los expertos: atenta distancia de quien se ha entregado con pasión al texto y extrae un sentido que es una evidencia antes presentida, y ahora manifiesta. 100 La Ratonera / 19 Escena Duodécima Despacho de Reyes: la página web de chicas del Este enciende los sueños en el responsable del acuartelamiento. Irrumpe Jacinta con cara de espanto y se le entrecorta la respiración. Reyes.- ¿Qué pasa, Jacinta? Jacinta.- Guti... Sabe que su esposa... Reyes.- Sí... Jacinta.- Y el cabo Enríquez... Reyes.- ¿Qué? Jacinta.- Lo sabe. Lo sabe... Reyes.- Tranquila. Jacinta.- Yo no se lo he dicho... Ernesto Caballero Reyes.- ¿Cómo se ha enterado? Jacinta.- Me ha quitado una carta que su mujer le había escrito a su amigo. Reyes.- Una carta de amor. Jacinta.- O una despedida. Reyes.- Viene a ser lo mismo. Jacinta.- ¿Cómo que lo mismo? Reyes.- Cuando una mujer le escribe una carta a un hombre que no es su marido yo sé lo que hay. Jacinta.- Tienes que hacer algo. Reyes.- ¿Yo? Jacinta.- Guti no parece el Guti de siempre. Reyes.- No hay mal que por bien no venga. Jacinta.- ¿Cómo puedes decir eso? Reyes.- A ver si al fin reacciona. Jacinta.- Te digo que nunca le he visto así. Mira a todas partes como si no viese nada, como si estuviese poseído por una fuerza interior, como si alguien le estuviese guiando. Es capaz de cualquier cosa. Reyes.- Exageras. Jacinta.- Tengo una aprensión. Reyes.- Anda, ven aquí. Jacinta.- Ahora no es momento. Reyes.- Yo te quito todo. Jacinta.- Estoy preocupada. Reyes.- Qué guapa estás hoy... Jacinta.- Y tú tan tranquilo. Reyes.- Porque lo conozco. No le viene mal que la sangre le corra un poco por las venas. Jacinta.- Mientras la sangre no llegue al río. Reyes.- Se le pasará enseguida. Sabe controlar. Autodisciplina. Jacinta.- Quisiera creerlo. Reyes.- Conf ía en el mando. Jacinta.- ¿Seguro? Ernesto Caballero Reyes.- Seguro. Sé de lo que hablo. Jacinta.- ¿No hay ningún peligro? Reyes.- Sólo en tu cintura. Jacinta.- Sea lo que sea. Reyes.- Pues claro, mujer. Con cierta indulgencia se abrazan. Surgen imprevistas caricias de cierta ternura que desconocían. Y cierran los ojos como hacen los niños que evitan mirar en la oscuridad. Luego un revolcón pegajoso y ciego sobre el escay y la inconsciencia. Escena Decimotercera Por fin aparece como un condenado el cabo Gutiérrez, mudo, blanco, extraño... Guti ha hecho su entrada vestido de gala con un uniforme de lámina vieja. Lleva guantes blancos que ahora se quita, se corta en la mano con premeditación. Deja que la sangre salpique en un marco de foto de boda y sale a la calle. Regresa Mencía, contempla la foto, ahoga una voz y limpia la sangre. Llaman a la puerta Mencía va a abrir. El hombre camina con paso tranquilo y los guantes blancos oliendo a alcanfor. Sentido del deber Gutiérrez.- Me he dejado las llaves. Mencía.- ¿Y eso? Gutiérrez.- Un descuido. Ando muy descuidado últimamente. Mencía.- ¿Por qué llevas el uniforme de gala? Gutiérrez.- Es un día especial. Mencía.- ¿Qué día? Gutiérrez.- El día del Honor. Mencía.- ¿Qué fiesta es esa? Gutiérrez.- Una fiesta muy española. Como los toros. Mencía.- ¿Qué estás diciendo? Gutiérrez.- Y que no falte la sangre. La sangre del animal en la plaza. El Honor alcanza hasta a los toros. Mueren con honor y a veces también cornean y matan. Olé. Mencía.- Has bebido. Gutiérrez.- Ni una gota, Mencía. Y tengo mucha sed. Mencía.- ¿Qué quieres beber? Gutiérrez.- Tinto de verano. Vamos a brindar. Bebamos. Bebamos. 101 Brindan en silencio. Y en silencio quedan. Y siguen bebiendo para no hablar. Escena Decimocuarta Corre un aire fresco en la casa cuartel: dos viejos amigos se reencuentran en una despedida inevitable. Enero 2007 Sentido del deber Presagios de tormenta: dos viejos amigos dándose el adiós. Enríquez.- Coño, Guti, ¡Qué susto me has dado! Gutiérrez.- Te andaba buscando. Estuve antes aquí. Enríquez.- Estaba despidiéndome... Gutiérrez.- Ya. Enríquez.- ...del sargento Reyes. Gutiérrez.- Como debe ser. Silencio. La Ratonera / 19 102 Enríquez.- ¿Qué haces con el uniforme de gala? Gutiérrez.- Me lo he puesto para rendirte honores. Eres el invitado. Enríquez.- Eres un buen tío. Y un buen guardia civil. Gutiérrez.- Trabajo de oficina. Enríquez.- Un puesto necesario. Gutiérrez.- No había desenfundado el arma desde nuestras prácticas. ¿Te acuerdas? Enríquez.- Nos disparábamos con el cargador vacío. Gutiérrez.- Lo llamábamos la ruleta española. Desenfunda Chsss... El gato... Enríquez.- ¿Qué haces? Gutiérrez.- Recuerdo. Enríquez.- Quién te ha visto y quién te ve. Gutiérrez.- No me gusta la violencia. Enríquez.- Pero es inevitable. Gutiérrez.- ¿Qué es lo inevitable? Enríquez.- La violencia. Hay que saber administrarla, si no sería el caos. Ernesto Caballero Gutiérrez.- El mundo se hundiría, aunque no es fácil... Enríquez.- ¿Sí? Gutiérrez.- Administrar la violencia con cabeza. La violencia pasional es un lastre. Incluso la venganza. Me horroriza la sed de venganza. Por eso... Enríquez.- ¿Por eso? Gutiérrez.- Yo me tenía por un tipo pasional. Soy español. Enríquez.- Como yo. Gutiérrez.- Pero ahora... Enríquez.- ¿Ahora? Gutiérrez.- Creo que eso nos pierde. Enríquez.- ¿Nos pierde? Gutiérrez.- La pasión. Enríquez.- La pasión. Gutiérrez.- Aunque somos gente de orden. Enríquez.- Sí. Gutiérrez.- Por eso hay que actuar en consecuencia. Enríquez.- A veces nos pierde ser demasiado consecuentes. Gutiérrez.- Como a los héroes. Enríquez.- O como a los mártires. Gutiérrez.- Vamos. Te llevo yo Ráfagas de viento acuchillan el patio cerrado. Se levanta polvo, alguna hoja seca y bolsas de plástico. La ropa tendida azota obstinada las contraventanas. Y el gato maúlla como si supiera lo que va a pasar. Ernesto Caballero Escenas decimoquinta y decimosexta (Simultáneas) En un mismo tiempo, (pongamos las doce y veinte del mediodía), y a pocos kilómetros de la casa cuartel, dos hombres a un lado; al otro dos mujeres, simultáneamente apuran la escena. Los unos, abiertos al campo, son indiferentes a las nubes negras. El coche se ha detenido en la cuneta de una carretera comarcal. Nadie pasa. Nadie. Sólo nubes negras. En un interior. Mencía y Jacinta se tiñen de sombra y de vaticinio. Mencía.- ¿Cómo que con él? Enríquez.- ¿Por qué nos hemos parado? Jacinta.- En su coche... Gutiérrez.- Un poco de aire... Mencía.- Eso no era lo previsto Enríquez.- ¿Qué lugar es este? Jacinta.- Es muy extraño Gutiérrez.- Un coto de caza... Mencía.- ¿Dónde han ido? Enríquez.- ¿Dónde? Jacinta.- ¡Vaya usted a saber! Gutiérrez.- Allí, en la calzada Mencía.- ¿Qué puede pasar? Enríquez.- Yo no veo nada Sentido del deber Jacinta.- Nada. No va a pasar nada. Gutiérrez.- Una liebre muerta Mencía.- ¿Le diste la carta? Enríquez.- Tuvo mala suerte. Jacinta.- La carta... ay, Dios mío... Gutiérrez.- ¿Por qué mala suerte? Mencía.- ¿Qué tienes, Jacinta? Enríquez.- No está muy alegre. Jacinta.- Guti la ha leído. Gutiérrez.- Le llegó su hora. Mencía.- Entonces ya sabe... Enríquez.- Cruzó en mal momento. Jacinta.- ¿Qué sabe, Mencía? Gutiérrez.- Se pensaba a salvo de los cazadores. Mencía.- Que yo soy mi dueño. Enríquez.- Puede que buscara así su final. Jacinta.- Hay que ir a buscarlos. Gutiérrez.- Esta carta es tuya. Mencía.- Sea lo que quiera Dios. Enríquez.- ¿Mía? Jacinta.- Te veo más tarde. Gutiérrez.- Ya hemos llegado. Mencía.- La vida prosigue. Enríquez.- Guti. Guti. No. Gutiérrez dispara. Una desbandada de grajos confusos parece que aplaude con delectación. Mencía se sobresalta al faltarle el agua cuando iba a regar. La lluvia obligada empieza a caer. 103 Enero 2007 Sentido del deber Escena Decimoséptima El cadáver del cabo tumbado en la camilla. Gutiérrez de uniforme se aplica pulcramente en la trepanación. Su mujer se adormece atada a una silla. Prefiere un sueño impuesto, violento, irrevocable, antes que asistir despierta al horror de su delirante vigilia. La Ratonera / 19 104 Gutiérrez.- Un error, un error... disparé con mi arma... debí hacerlo con la suya... ahora tengo que extirpar la bala... no soy un hombre violento... lo sabes, ¿verdad?... Es sentido del deber... ni malo ni bueno... sólo sentido del deber... Todo tiene solución, aunque a veces esas soluciones son drásticas, nosotros, la gente de uniforme lo sabemos, no, ni siquiera podemos permitirnos el lujo de juzgar las consecuencias de nuestros actos, somos hombres de acción, sí, y también mujeres... mujeres de acción, ese es otro problema, mujeres de acción... Todo está aquí, en el cerebro, las creencias, la infidelidad, hasta el amor... todo excepto el honor... el honor... el honor está en el alma... es inmortal... es lo que debemos cuidar aunque no haya dios... sí hay un alma... un honor... nuestra dignidad como personas... no somos animales... Aquí me ves ahora convertido en el cirujano de mi propio honor... y así me contemplo también yo ahora a través de tus ojos... esos ojos que son mis ojos... ¿recuerdas?... Ahora me contemplo a través de tu mirada restituyendo mi honor mediante esta operación quirúrgica, explorando Ernesto Caballero este cerebro hasta dar con ese diminuto pedazo de plomo... soy el cirujano de mi propia dignidad... Qué extraña cosa es el cerebro... en algún lugar de esta masa viscosa se encuentra un dispositivo que se encarga de que tomemos decisiones, y otro de que seamos capaces de ejecutarlas... Está bien organizado... También debe existir una zona que nos procura emoción por estas decisiones... sí, emoción... mi emoción ahora es la de saberme capaz de aportar un minúsculo grano de arena al Orden... a un Orden que está por encima de las leyes y los reglamentos mundanos... Más que una emoción es un sentimiento... No soy un hombre violento, sólo soy un hombre al que la Razón le obliga a ejecutar determinadas decisiones... un hombre cumpliendo con su obligación... Ya está... Qué alivio... es como sacarse una espina... una espina de plomo... Y ahora, amor mío, un baño antes de dormir... Y los sueños, sueños son... Escena Decimoctava (y última) Gutiérrez y Reyes se andaban buscando. Encuentro final en la enfermería. Arrecia la lluvia como una metralla presagios funestos que adopta el cristal. Gutiérrez.- Me tiene que prometer, mi sargento, que van a cuidar esta planta. Ernesto Caballero Reyes.- Guti, ¿qué has hecho? Gutiérrez.- Eso le gustará. Reyes.- ¿Por qué, Guti? ¿Por qué? Gutiérrez.- Porque procedía. Reyes.- ¡Te has vuelto loco! Gutiérrez.- Loco de razón. Reyes.- Te has buscado la ruina. Gutiérrez.- Yo me siento limpio. Reyes.- Era tu amigo... Gutiérrez.- Estaba predestinado. Como ella. Reyes.- ¿Qué dices? Gutiérrez.- Ahora todo está en su sitio. Reyes.- Dime que no. Dime que no lo has hecho. Que Mencía... Gutiérrez.- No he tenido otro remedio. Reyes.- Te pierdes. Nos pierdes. Gutiérrez.- No se preocupe, mi sargento. Está todo controlado. Mis asuntos personales no van a salpicar al cuartel. Lo del cabo, un accidente. Un terrible accidente. Aquí tiene usted la bala. Y en cuanto a ella, me dijo que se iba a acostar. Yo salí a dar una vuelta. Cuando regresé la encontré ahí, en la bañera. Desangrada. Reyes.- Dime que esto es un mal sueño. Gutiérrez.- Como todo en esta vida. Reyes.- ¿Qué hacemos contigo? ¿Qué? Gutiérrez.- Estoy a su disposición. Reyes.- No eres tú. No eres tú. Gutiérrez.- Ahora lo soy. Aúlla Jacinta con voz de ultratumba. (Si la actriz subraya el efecto es cómico.) Trae un cuerpo inerte envuelto en toallas como una evidencia de lo inverosímil. Parece aquel loco, padre de Cordelia. Sentido del deber Jacinta.- Aquí... Aquí nos tenéis... Estamos manchados... Aquí nos tenéis... Aquí estamos todos... La sangre inocente que hemos derramado... Aquí... aquí la tenéis... Sangre que se escapa de este cuerpo frío... Nuestro sacrificio... nuestra abnegación... Esta es la bandera que debéis besar... Reyes.- ¡Jacinta! Jacinta.- Ya no soy Jacinta. Ya no soy nada. No quiero ser nada. Menos que nada. Soy la sombra de la nada. Reyes.- ¡Jacinta! ¡Entereza! Jacinta.- No ha podido hacerlo ningún ser humano. Ha sido el Diablo. Reyes.- No hay que derrumbarse. No hay que derrumbarse. El cuerpo en el suelo. La mujer llorando. Un hombre se esfuerza por seguir entero. Los hombres demuestran ser hombres así. Hay uno que aguanta, plantado en escena, sin poder moverse, y hay otro que sale como un soplo de aire para no volver. 105 Jacinta.- La culpa me mata. Reyes.- ¡No hay culpas aquí! Jacinta.- ¿Dónde la Justicia? De pronto un disparo confirma otra muerte. El guardia Gutiérrez se ha pegado un tiro: el orden regresa de nuevo al cuartel. Reyes.- Así se abre paso. Jacinta.- ¡Dios! ¡Dios! ¡Dios! Reyes.- Él lo ha decidido. Jacinta.- ¿Y ahora qué dispone? Enero 2007 Sentido del deber Sentido del deber Reyes.- Cumplir con los nuestros. Jacinta.- Se pudo evitar. Reyes.- Hay cosas que están de la mano de Dios. Ernesto Caballero Y con un Padrenuestro que sale espontáneo regresa atrofiada la normalidad. Y hay un sentimiento de momento heroico que entienden muy pocos: una religión. ¡Novedad! Editorial Oris Teatro Madrid, junio 2003 Colección Enero 2007 La Ratonera / 19 106 Etelvino Vázquez nos desnuda su alma treatral y nos enseña todo lo que él aprendió en una107 vida intensa de dedicación y amor al teatro. Paloma Pedrero repasa su obra José Luis Campal Fernández ridea La Ratonera / 19 108 La escritora madrileña Paloma Pedrero (1957) ocupa, por el derecho que le otorgan sus pulcras aportaciones al género dramático, un lugar destacado dentro de la escena hispana del último cuarto de siglo. En la entrevista concedida a La Ratonera realiza una sugerente moviola de lo que ha sido, hasta la fecha, su labor teatral, a la que se ha consagrado desde las dos márgenes: creación y reflexión. Pregunta. Usted ejerció de actriz antes que de autora, ¿cómo fueron sus inicios en el instituto y la universidad? Respuesta. Empecé a hacer teatro muy pronto, primero en el colegio, después en el instituto y ya, nada más comenzar la universidad, fundé un grupo en mi barrio, «Cachivache», con el que hacíamos fundamentalmente tea- tro de calle. Paralelamente, estudié Arte Dramático con muy buenos profesores argentinos, como Alberto Wainer. También hice algún taller con Dominic de Fazio, del Actor’s Studio. Poco después, empecé a hacer papelitos en cine y alguna serie de televisión, hasta el estreno de La llamada de Lauren, que fue mi debut como protagonista y mi primer estreno como autora. P. ¿Cómo se produjo el salto de la interpretación a la escritura?, ¿no hallaba en los textos ajenos toda la carne que deseaba poner sobre el asador de los escenarios? R. Sí, algo de eso había, en mi grupo buscábamos textos que se adaptasen a nuestras necesidades, número de actores, todos jóvenes, y de temática actual, que reflejara nuestras pasiones. Al principio hacíamos creaciones colectivas, y ya ahí yo me ocupaba de dar forma definitiva a las palabras. En 1984 me lancé a escribir mi primer texto en solitario, del que después saldría Besos de lobo. Fue un proceso natural y, desde luego, mi conocimiento de las tablas me sirvió de mucho para escribir tea- tro. Siempre he escrito, y lo sigo haciendo, desde la actriz que llevo dentro. P. ¿Qué representó el grupo «Cachivache» en su carrera? R. Fue un período de formación y de entusiasmo muy rico. En el grupo teníamos que hacer de todo, así que aprendí a trabajar en equipo y a hacerme una todoterreno. Viajábamos en furgoneta, montábamos y desmontábamos el escenario, actuábamos muchas veces en condiciones ínfimas… Bueno, ya sabe, era un aprendizaje duro que nos hacía fuertes. Y, sobre todo, nos hacía humildes y responsables. Algo muy necesario para dedicarte a cualquier arte. P. Usted ha disfrutado de algunas ayudas y becas institucionales para la redacción de sus dramas. Aun siendo parte implicada, ¿qué le parece esta clase de sustentos? R. Gracias a una ayuda a la creación de un texto pude dejar mi trabajo en el hospital. No era una cantidad grande, pero me permitía vivir durante unos meses, así que me dije: ahora o nunca, y pedí una excedencia indefinida. Fue en el año 85 y escribí Invierno de luna alegre, que después obtuvo el «Tir- 109 Paloma Pedrero. so de Molina». Pienso que este tipo de ayudas a los artistas es algo bueno. Al fin y al cabo, no es mucho dinero, pero posibilita que puedas encerrarte y ponerte con una obra. No es nada fácil vivir de las letras teatrales, ni cuando empiezas ni nunca. Creo que sería mucho más interesante una política de profundo apoyo a los autores nacionales vivos, que se estrenaran los textos en mejores condiciones, que se pagaran realmente los derechos de autor, que hubiese salas dedicadas a la dramaturgia contemporánea, etc. Pero, bueno, las pequeñas colaboraciones a la escritura no vacían las arcas y, como le decía, pueden estimular y dar cierta cobertura a los escritores jóvenes. P. ¿El «Tirso de Molina» de 1987 vino a colmar sus aspiraciones como dramaturga? R. Ni siquiera era una aspiración. Mis aspiraciones nunca han sido los premios ni el reconocimiento oficial. Mi deseo es escribir, escribir sobre asuntos que me conmuevan profundamente, hacerlo con hondura y riesgo, llegar Enero 2007 «EL ALIENTO SOCIAL DE MIS TEXTOS BUSCA TRANSFORMAR DESDE LA COMUNICACIÓN.» va, pero creo que era la única dramaturga que estaba en la junta de aquella época. Los años 80 fueron el despertar de la dramaturgia femenina. Antes había habido autoras, por supuesto, pero les resultaba casi imposible estrenar sus obras. A partir de los ochenta, las dramaturgas empezamos a codearnos con los dramaturgos. Ya no éramos gotas aisladas en el panorama, ya se nos empezó a aceptar con todas las consecuencias. La lucha ha sido grande, y todavía no hemos acabado, claro. En esto, como en todo lo referente a la igualdad entre hombres y mujeres, todavía queda mucho camino que recorrer. P. ¿Qué recuerda de Imagen doble, su primera pieza de aliento social? R. Creo que casi todas mis obras tienen ese aliento social del que usted habla. Yo no escribo sólo para deleitar al público. Desde el principio me he planteado mi labor en la escritura como una poética de transformación. Transformar desde la comunicación. Decirle a la gente: «Oye, mira cómo estamos, esto hay que cambiarlo, ¿no?». P. ¿Teatro de ideas y teatro esteticista son incompatibles? R. Yo creo que para escribir buen teatro hay que lograr transformar las ideas en pasiones. Una obra es hermosa no sólo por cómo está escrita, sino también, y sobre todo, por lo que subyace, por esa rebeldía del creador, por esa mirada diferente. Para mí no hay arte sin contenido. La estética por la estética me parece algo feo. P. Sintetice las impresiones que, años después de escritas y estrenadas, le traen a la memoria estas obras suyas: El color de agosto, Noches de amor ef ímero, La isla amarilla, En el túnel un pájaro, Cachorros de negro mirar, La actriz rebelde. R. Es imposible sintetizar tanto tiempo, tanta obra, tanta experiencia, tanto amor y desamor... Para mí, escribir es vivir y vivir es escribir, así que me resulta imposible la labor que me pide. Le diré que quiero a todas y cada una de mis obras, a unas por una cosa y a otras por otra. Cada obra me ha dado momentos únicos, alegrías y sufrimientos. Cada obra tiene su cosa bonita y amarga. Pero, en realidad, ellas son mis compañeras de viaje, mi ser, mi porqué. Bueno, ellas y, desde hace seis años, mi hija, Candela. P. El juego de dominio y sumisión es frecuente en sus piezas. ¿Podría considerarse un leitmotiv o únicamente una respuesta a la imposición de los tiempos que le ha tocado vivir? R. La sociedad, tal y como nos ha tocado vivirla, es un juego de poder. Toda realidad en la que la violencia es un hecho cotidiano no se libra de esa terrible imposición. No sé si esto se refleja en todas mis obras. Pero tenga en cuenta que el teatro es conflicto, es siempre tensión de fuerzas en pugna, por lo que seguramente, de alguna manera, ese asunto subyace en todas las obras. Los dramaturgos, en ese sentido, estamos condenados. No podemos evadir el conflicto, tenemos que entrar a fondo en él. Y eso es un riesgo enorme. Hoy por hoy, cuando el hedonismo es una filosof ía vital tan valorada, nosotros bajamos desde las entrañas de los personajes a las entrañas de los conflictos humanos. Nosotros no podemos escaquearnos y jugar al «aquí no pasa nada». Juego, por cierto, que se da mucho últimamente entre algunos artistas. P. Gusta usted de presentar conflictos de género y generacionales, cimentándolos en las relaciones humanas. ¿Esos duelos que se dan en sus obras son su forma de radiografiar una época que le disgusta? R. Ésta es la época que me ha tocado vivir y la asumo con todas las consecuencias. No puedo imaginarme, por ejemplo, qué hubiera sido de mí en la época de mi madre, cuando todavía las mujeres no podían ni viajar sin permiso. Yo, en el fondo, he teni- Paloma Pedrero. do suerte, empiezo a escribir con la democracia, no tengo que sufrir la censura de una forma directa, mis parejas aceptan mi vocación… Eso no quiere decir que no haya tenido que partirme el pecho para lograr ser escritora y ser madre. Pero, en fin, en eso estamos. Y no me puedo quejar de lo que he ido logrando. P. Sus obras recogen estampas contemporáneas espinosas, con cierto predominio de las diversas manifestaciones de la violencia. ¿Es ésa, para usted, una seña de identidad de nuestra sociedad? R. Sí, desgraciadamente. Mientras no se cambien los valores más profundos de la estructura social, no habrá nada que hacer. Mientras el mundo siga por el camino de la lucha por el territorio y el poder en todos sus aspectos habrá guerras, desigualdad, injusticia profunda… Todavía me asombra ver los telediarios. Me digo: «¿Cómo es posible que a esta altura de los siglos se siga matando por tener un poco más... de mierda, que es lo que se termina recogiendo?». Me quedo perpleja. Ahora, para colmo de males, con el progreso ciego, ese de la tecnología y los gases a granel, nos estamos cargando el planeta. Cada día estamos más sordos y enfermos, literalmente. Pero la sordera, la contaminación del cuerpo y de la mente dejan a los individuos medio anestesiados. Con eso juegan los que se forran a costa de la mala salud del mundo. Hasta que estalle. 111 Enero 2007 La Ratonera / 19 110 a los otros, crecer como persona y como artista… Si hay algún premio, miel sobre hojuelas, a nadie le disgusta que le aprecien. Pero nunca, se lo prometo, he ganado nada de forma deshonesta. Sólo me gratifica lo que consigo con esfuerzo, talento y sentido. P. Estuvo usted en el embrión de una experiencia que no duró mucho, la Asociación de Autoras de Teatro. ¿Qué significó en un panorama regido por los hombres y en el cual la dramaturgia femenina comenzaba a hacerse oír en España? R. Fue una iniciativa muy fructífera. Nos reuníamos las dramaturgas y nos leíamos las obras, hacíamos análisis y crítica, pergeñábamos maneras de entrar en el ámbito general de la escritura teatral, nos acompañábamos. La Asociación de Autoras nació antes que la de autores, así que imagínese. En aquel grupo había algunas dramaturgas que todavía tenían que escribir a escondidas de sus maridos, o por la noche, cuando terminaban su jornada de trabajadoras y madres y esposas… En un momento dado nos planteamos que había que abrir la asociación a los hombres. Poco después se fundó la AAT y nos asociamos hombres y mujeres juntos. Aunque el poder, naturalmente, lo tomaron ellos. Yo estuve en la primera junta directi- Paloma Pedrero. P. ¿Por qué le atrae tanto la metateatralidad? R. Me he pasado la vida jugando a hacer teatro, así que cuando plasmo una realidad en mis obras no puedo dejar de seguir jugando. Ocurre, también, que en el teatro la máscara hace que se caiga la máscara y se vean los auténticos deseos de los personajes. Es un efecto hermosísimo de desinhibición y reconocimiento, y, a veces, te permite afrontar situaciones muy duras con humor. P. ¿Cómo concibe, a día de hoy, el espacio escénico, han cambiado sus posturas con el paso de los años? R. Creo que, básicamente, no han cambiado mis posturas poéticas. Pero sí experimento, claro. No hay que aburrirse nunca escribiendo, hay que probar cosas nuevas. En mis treinta obras escritas he manejado todos los géneros y múltiples estructuras. Por otra parte, el paso del tiempo va transformando tu personalidad, tu manera de observar el mundo. Cada tema exige un registro diferente. Ahora mismo estoy terminando una obra que nadie va a reconocer como mía, a lo mejor ni yo misma. P. ¿En qué etapas o eslabones clasificaría, desde una autocrítica Cambiar de espacio y de tiempo continuamente es una manera de no llegar al fondo del alma de los personajes. P. ¿Se siente af ín a alguna de las tendencias existentes o va por libre? R. Voy por libre. Hay un teatro que me gusta más y otro que no me gusta nada. No me gusta porque no me dice nada. Pero, respondiendo a su pregunta, le diré que paso totalmente de las modas. En todo. La moda me parece siempre la última tendencia de los que no tienen tendencia propia. P. ¿Qué son los que usted ha calificado alguna vez como «autores de piscifactoría»? R. Creo que en una entrevista dije que había una serie de autores clónicos, que ya todos sabemos quiénes son. Para mí lo más importante de un artista es que encuentre sus propias fuentes. Y lo más importante de un profesor es que sepa ver y potenciar lo mejor de cada alumno, aunque eso no tenga nada que ver con su idea o con su poética. P. Usted ha extendido su universo literario a la poesía, el relato y el guión cinematográfico. ¿Tienen estas derivaciones artísticas implicaciones internas con su actividad teatral? R. Es todo parte de lo mismo. La poesía la utilizo para hablar directamente con algunas personas. Los relatos que escribo son siempre muy teatrales, normalmente monólogos. Y lo del cine ha sido sólo dos veces, y una fue la adaptación de La llamada de Lauren. P. ¿Qué tal la ha tratado la crítica especializada? ¿Qué les diría a quienes tildan sus obras de lacrimosas o ternuristas? R. Sinceramente, nunca he leído ninguna crítica que me tilde de lacrimosa o ternurista. Una vez Monleón, en Invierno de luna alegre, creo, comentó que el problema es que la autora estaba enamorada de sus personajes. Esa frase me ha hecho pensar mucho y muchas veces. En ocasiones, es cierto que después de hacer personaje a ese fantasma que aparece al principio y del que no tienes ni idea quién será, una se va enamoriscando. Pero creo que es como en la vida, le vas amando porque le vas conociendo, porque te ofrece cosas insospechadas, porque él también te quiere a ti, porque se te revela y se te rebela. No obstante, creo que los personajes complejos son los importantes, esos que tienen su luz y su sombra. Incluso, a veces, me ha ocurrido que de algún protagonista, como el Enrique Urdiales de En el túnel un pájaro, me hayan dicho cosas terribles, tipo: es un personaje antipático, no puedes identificarte, no me gustaría cruzarme con él… Y, sin embargo, a mí ese personaje me parece genial. Me enamora, le diría a Monleón. P. Usted ha sido ampliamente traducida a otras lenguas y estrenada en países ajenos al suyo. ¿Eso es saborear la gloria en vida? R. Un poco sí, para qué le voy a engañar. Me resulta muy rico viajar a ver mis obras fuera, relacionarme con artistas de otros países, escuchar los textos en otras lenguas (además, como no los entiendo, me parecen mucho más brillantes). Para colmo, como una va de paso y por ahí se respeta mucho a los autores, pues me tratan como a una reina. Mucho mejor que aquí, desde luego. Así que lo disfruto. Por si no hay otra gloria después. P. Para terminar, ¿puede decirnos qué es Magia café? R. Es una obra que escribí después de dar un taller durante dos años a gente sin techo. Es una obra compleja y ambiciosa que habla de la gente que se rompió y no pudo recomponerse, de cómo esa gente podemos ser tú y yo en cualquier momento, de la frágil frontera entre cordura y locura, de cómo los poderes, que frente a ellos somos todos, utilizan a los débiles para sacar réditos políticos o morales… Es una obra absolutamente incorrecta políticamente, no se salva nadie. Sin embargo, es una obra muy mía, muy bruta, muy querida. 113 Enero 2007 La Ratonera / 19 112 anticomplaciente, su producción dramática hasta la fecha? R. No soy muy autocomplaciente. Me doy mucha caña y tengo más de una obra en el cajón. De vez en cuando las leo para bajarme los humos, para recordarme que puedo meter la pata hasta el fondo. Corrijo mucho, me cuestiono mucho las cosas y sé, más o menos, hasta dónde he llegado con cada obra. Clasificarme no puedo, eso es cosa de los críticos, de los analistas. Yo, como mucho, puedo decir que tengo un estilo propio, que no me he desviado de la autenticidad y que ya tengo «una obra» con todas sus consecuencias. No es autobombo, pero me gusta lo que escribo, si no fuera así sería una auténtica desgraciada. P. Ha escrito varias piezas cortas. ¿Afronta su composición de forma distinta a como lo hace con las largas? R. Con una misma estructura puede salirte una obra corta o larga. Normalmente, cuando trabajas con unidad de tiempo y lugar las obras son más condensadas y breves, pero no necesariamente. Me gusta este tipo de composición porque la tensión dramática no se diluye, todo ocurre como un estallido, como un grito poético. Las obras muy fragmentadas tienden a pasar superficialmente por los conflictos humanos. López Mozo dramatiza el 11-S ridea La Ratonera / 19 114 El de Jerónimo López Mozo es uno de los nombres imprescindibles para comprender en toda su exactitud y grandeza lo que ha sido el teatro español contemporáneo, de, por lo menos, los últimos treinta años. Nacido en Gerona en 1942, pero madrileño residente desde la infancia, representa la suya una obra que hunde sus entrañas en la memoria histórica y en la acuciante realidad de nuestro tiempo, a la que encara sin aspavientos, explicitaciones ni chatez en el planteamiento y las ramificaciones de los problemas que, como aposentado pensador, atosigan a López Mozo. Son algunos de éstos los siguientes: el mercado inhumano de toda guerra, la discriminación social, la violencia de la sinrazón, el engañoso y opresivo sistema de valores que falsea los hechos, las desigualdades de toda laya que imposibilitan el progreso, etc. López Mozo no tuvo miedo a abordar el espinoso tema de la pena de muerte en pleno franquismo en Matadero solemne (1969), y hacerlo con la misma crudeza que empleó para hincarle el diente a la guerra civil española en su ambiciosa pieza Anarchia 36 (1971), y con análoga entereza ética a como ha acometido diversas obras en los últimos años, cuando ha hablado de la inmigración (Ahlán, 1995), de los sin techo (Eloídes, 1990), de la violencia psicológica en la pareja (Ella se va, 2001), del terrorismo (Hijos de Hybris, 2001) o del papel de las diputadas que en la II República se enfrentaron cuando se debatió en las Cortes sobre la idoneidad de conceder a las mujeres el derecho al voto (Las raíces cortadas, 2005). Recientemente, el dramaturgo acaba de ver publicada por la Junta de Castilla y León, dentro de la colección «Barrio de maravillas», su última criatura: Bajo los rascacielos (Manhattan cota-20), bendecida con un accésit en la edición 2006 del prestigioso certamen «Fray Luis de León», un galardón que López Mozo ya había obtenido hace varios años con El engaño a los ojos (1997). Pregunta. ¿De qué se habla en Bajo los rascacielos? Respuesta. Se trata de las con- secuencias del 11-S, de la huella que dejó en los habitantes de Nueva York y de cómo afectó a sus conductas. P. ¿Qué le ha interesado resaltar en ella? R. Mi pretensión al escribirla era mostrar a unos cuantos personajes dominados por el miedo e incapaces de enfrentarse a una realidad que, en mi opinión, se venía fraguando desde hace décadas: el final definitivo del sueño americano y la constatación de la vulnerabilidad de un país poderoso, que, si bien es cierto que ha recibido duros golpes a lo largo del pasado siglo, nunca había sucedido dentro de sus propias fronteras. P. Hace unos meses anunció, desde estas mismas páginas de La Ratonera, que se retiraba de la escritura por propia voluntad, y un tanto hastiado por la imposibilidad de vislumbrar un horizonte de futuro en la sola dedicación teatral. ¿Bajo los rascacielos se gestó cuando estaba a punto de tomar esa determinación, que espero sea provisional? R. Escribí la obra antes de apartarme de la escritura de piezas de teatro. Aunque no me resultó fácil acabarla, no influyó nada en la decisión que tomé poco después, que tuvo que ver, sobre todo, con el desánimo producido por las dificultades para vivir dignamente de la creación teatral. P. ¿Está en conexión con su obra anterior o marca un punto de inflexión? R. No sé si esta obra es un paso más en mi línea anterior o rompe con ella. Prefiero que sean otros los que lo digan. Lo que sí puedo afirmar es que la escribí con cierto miedo. P. ¿Por qué? R. Por dos razones. La primera, porque aborda un asunto demasiado cercano en el tiempo y eso siempre me ha parecido un inconveniente por la falta de perspectiva. La segunda, porque es una de las pocas veces, tal vez la única, en que he situado la acción en un escenario lejano y sus protagonistas pertenecen a una sociedad que no es la mía. No estaba seguro de que unos ocho viajes a lugares muy diversos de Estados Unidos y la re- lación que mantengo con muchas personas de allí bastasen para justificar mi atrevimiento, de ahí que tuviera serias dudas sobre el resultado y que jamás hablase a nadie, durante la escritura ni una vez concluida, de esta obra. P. ¿Cómo se convenció de su llamémosla «respetabilidad artística»? R. Decidí enviarla a algunos concursos para sopesar, en función de los resultados, su valía. El resultado fue sorprendente. En el «Ricardo López Aranda» quedó en segundo lugar. En el «Fray Luis de León» obtuvo el accésit con categoría de premio, y apenas una semana después logré el premio de la SGAE, al que, por supuesto, renuncié inmediatamente al haber sido distinguida la obra en el certamen promovido por la Junta de Castilla y León. P. ¿Qué representa para usted hacer nuevamente historia en el premio «Fray Luis de León»? R. Según me dijeron los organizadores, es el único caso de la historia del certamen en que un autor repite. El premio no representa para mí nada especial. Satisface dos objetivos: uno, el de ver publicado del texto; otro, el de recibir una compensación económica que, para mí, es muy importante en estos momentos. P. ¿Qué hace falta para que un asunto le motive y dé lugar a un texto dramático? R. Sólo necesito que encuentre la forma teatral adecuada. A veces no es sencillo y transcurre mucho tiempo hasta que me decido a pasar de la idea a la escritura. En otras ocasiones, ni lo intento. De todas formas, la motivación para abordar un tema de forma dramática no siempre depende de mí. Por ejemplo, si alguien me propone escribir algo sobre determinado asunto, suele ocurrir que, si lo encuentro interesante o me parece que se trata de un reto que debo afrontar, inmediatamente me pongo a trabajar. Así sucedió con Yo, maldita india; El olvido está lleno de memoria; y En aquel lugar de La Mancha. En esta última obra se da la paradoja de que me había 115 Enero 2007 José Luis Campal Fernández La Ratonera / 19 116 propuesto no escribir nunca nada que estuviera relacionado con El Quijote, pero Juan Antonio Hormigón me hizo cambiar de idea. P. ¿Le resultó complicado modificar el registro de los personajes históricos de una de sus piezas últimas (Las raíces cortadas) al de los anónimos personajes neoyorquinos de Bajo los rascacielos? R. En absoluto. Es cierto que son personajes con registros distintos. Sin embargo, los recreo siguiendo un proceso parecido en ambos casos. Al principio del proceso creativo siempre elaboro las biograf ías de los personajes, aunque en la obra sólo ofrezca algunos fragmentos. Esas biograf ías son una especie de herramienta. En el caso de que los personajes sean históricos, el trabajo de investigación es más sencillo, pues se trata de recurrir a los datos conocidos sobre ellos. A veces, se complica algo, sobre todo cuando quieres conocer detalles que corresponden a sus vidas privadas, por lo general poco difundidos. Pero con paciencia y algo de suerte acabas entrando en esa parcela más íntima, de escaso interés documental, pero muy importante para quien construye el personaje, para hacerle más humano. En los casos en que los personajes son de ficción, la receta es la misma. En realidad no son seres tan anónimos. No se identifican con ninguna persona concreta, pero tienen características que tomo de personas reales. En cuanto a Bajo los rascacielos, me han sido muy útiles los viajes que he hecho a Estados Unidos con posterioridad al atentado y las conver- el teatro (o cierto teatro) era una tribuna desde la que se lanzaban discursos comprometidos. No quiero que entiendas que echo de menos aquellos años felizmente pasados, pero sí me gustaría que, en la actualidad, hubiera más emoción en torno al teatro. P. ¿Está pensada Bajo los rascacielos para un espectador de América o no la entendería? R. La obra responde a la necesidad que, como autor, he tenido de escribirla. No está pensada, pues, para un público concreto. Pero tengo curiosidad por conocer las reacciones que suscita en una sociedad tan diferente a la española como la estadounidense. Pocos de mis amigos de allí conocen el texto, y algunos ni siquiera tienen noticias de su existencia. Aguardo con curiosidad recibir los primeros comentarios. P. ¿Su lectura es extrapolable al caso de la matanza de Atocha del 11-M, sobre la que también escribió usted una pieza corta? R. No creo posible esa lectura. En primer lugar porque, aun tratándose de dos atentados terribles, hay aspectos que los diferencian. Estados Unidos, que nunca había padecido atentados de tal envergadura y los escenarios de las guerras en que ha participado en el siglo XX estaban lejos de sus fronteras, se ha sentido vulnerable y herida en su orgullo de gran Jerónimo López Mozo en Nueva Orleans. nación. El de Madrid es la culminación de un sinf ín de atentados producidos durante décadas en muchos rincones de nuestra geograf ía. Por otra parte, estamos hablando de dos sociedades muy distintas en las que el patriotismo, por ejemplo, se siente de forma diferente. P. ¿Es la última obra cocinada siempre la preferida del dramaturgo? R. En mi caso, no. Aunque suene a tópico, todas son mis hijas y a todas las quiero igual. Otra cosa muy distinta es que unas me hayan dado más satisfacciones que otras, como Guernica, que es la más representada, o Ahlán, con la que obtuve el Premio Nacional de Literatura Dramática. Pero no por eso son mejores ni más queridas que las que permanecen inéditas. P. ¿Cree que con la sola edición de los textos se cumple el trabajo dramatúrgico o es indispensable el complemento del montaje para redondear la faena? R. El texto dramático sólo alcanza su plenitud cuando es representado. Ése es su fin último. Con él se cumple la condición de arte colectivo y se confirma su carácter ef ímero, que lo diferencia de otras manifestaciones creativas. Sin embargo, tiene valor como literatura y, en consecuencia, su publicación me parece conveniente. Yo soy un buen lector de teatro y, en ocasiones, disfruto más con la lectura de la obra que con su representación. 117 Enero 2007 Jerónimo López Mozo. saciones con personas amigas que lo vivieron de cerca. Por ejemplo, con Antonio Cao, profesor universitario, en cuya casa me alojo siempre que visito Nueva York, o con Iride Lamatine, que da clases en la Universidad de N. Y., a la que sorprendió el atentado cuando estaba al pie de los rascacielos. P. ¿La mayor extensión de esta pieza respecto a otras anteriores suyas vino urgida por las matizaciones psicológicas o sociológicas que se planteó incluir? R. No acostumbro a prefijar la extensión de mis obras. En este caso, tampoco. Por otra parte, aun siendo larga, algunas otras lo son más: La representación de Como reses duraba tres horas, una lectura escenificada de Ahlán se acercó a las cuatro horas y Bagaje, D.J. o Yo, maldita india... no creo que les anden a la zaga. P. ¿Piensa que el teatro aún puede agitar conciencias? R. Quiero creer que sí puede agitarlas, pero no cambiar el mundo, como pensaba ingenuamente al principio. También creo que, en efecto, la conciencia colectiva está anestesiada. Hay muchos datos que lo confirman. Uno de ellos, la falta de debate que generan los espectáculos. Concluyen, aplaudes y te vas a casa. En otros tiempos, la función era el preludio de un coloquio, a veces acalorado. Pero, claro, entonces La Ratonera / 19 118 1) Los novios o La teoría de los números combinatorios (1964) 2) El deicida (1965) 3) Los sedientos (1965) 4) La renuncia (1966) 5) El testamento (1966) 6) Moncho y Mimí (1967) 7) Collage occidental (1967) 8) Blanco en quince tiempos (1967) 9) Negro en quince tiempos (1967) 10) El retorno (1968) 11) Crap, fábrica de municiones (1968) 12) Matadero solemne (1969) 13) Guernica (1969) 14) Maniquí (1970) 15) Réquiem por los que nunca bajan y nunca suben (1970) 16) Anarchia 36 (1971) 17) ¡Es la guerra! (1971) 18) El caserón (1972) 19) Espectáculo Andalucía (1972) 20) Comedia de la olla romana en que cuece su arte la Lozana (1977) 21) En busca del sexo perdido (1979) 22) Muerte apócrifa de Antonio Machado, contemplada por Luis Buñuel (1979) 23) Compostela (1980) 24) La flor del mal (1980) 25) El paraíso.perdido.de Gaucín (1981) 26) La diva (1982) 27) Bagaje (1983) 28) Viernes 29 de julio de 1983, de madrugada (1984) 29) La maleta de X (1984) 30) La viruela de la humanidad (1984) 31) Sociedad limitada, S.A. (1984) 32) El adiós sin ceremonia y las ceremonias del adiós (1984) 33) D.J. (1986) 34) Representación irregular de un poema visual de Joan Brossa (1986) 35) Los personajes del drama (1987) 36) A telón corrido (1988) 37) Madrid-París (1988) 38) Yo, maldita india... (1988) 39) La boda de media noche (1989) 40) Eloídes (1990) 41) La otra muerte de Flor de Otoño (1990) 42) Objeto del deseo (1991) Colabora: 43) La misma historia, poco después (1992) 44) Tartufo (1994) 45) Ahlán (1995) 46) Los ojos de Edipo (1996) 47) El engaño a los ojos (1997) 48) Combate de ciegos (1997) 49) Haciendo memoria (1997) 50) Menina Teresa (1998) 51) La Infanta de Velázquez (1999) 52) El arquitecto y el relojero (1999) 53) Puerta metálica con violín (2000) 54) Hijos de Hybris (2001) 55) Ella se va (2001) 56) El olvido está lleno de memoria (2002) 57) Las raíces cortadas (2003) 58) María Galiana, el sueño de una noche de teatro (2003) 59) El escritor y su biógrafo (2004) 60) Extraños en el tren / Todos muertos (2004) 61) En aquel lugar de La Mancha (2005) 62) Nuestros niños / Nuestro futuro (2005) 63) Bajo los rascacielos (2005) Teatro y comunicación Una mirada a través de las grandes teorías de la comunicación Fran Núñez Alonso La comunicación teatral La comunicación es un acto complejo de analizar ya de por sí, pero en el caso de la comunicación teatral llega a ser casi imposible debido al gran número de agentes y funciones que intervienen en el proceso, por lo que sólo nos aproximaremos a él de forma tentativa. Aplicando las grandes teorías de la comunicación humana al teatro podemos encontrar caminos que explorar y posibilidades con las que jugar en el teatro en las que tal vez no nos habíamos fijado. El modelo básico de la comunicación teatral constaría de un emisor que emite un mensaje codificado a través de un canal para que un receptor lo descodifique. El emisor teatral es múltiple y se puede estudiar desde dos perspectivas. La primera sería viendo el binomio actor-personaje, y la otra, el grupo de creación, autor, director, colaboradores del director, actor. El receptor es un auditorio heterogéneo y múltiple como en el caso de la comunicación de masas, pero también lo son otros actores, técnicos y, lo que complica más la cuestión: otros personajes como receptores. En la definición de comunicación también aparece la idea de un código que debe ser común y pactado por emisor y receptor. Este código en el teatro está formado por el signo teatral que consiste en una compleja superposición de signos. La ventaja que tiene el teatro es que puede combinar signos de diferentes códigos estableciendo pactos o convenciones. El canal en la comunicación teatral correspondería a los cinco sentidos, pudiendo hablar del canal auditivo, visual, táctil, olfativo… Dentro del espacio también sería complejo, pues habría que diferenciar el espacio de acción dramática del espacio real. Así, las personas del público pueden convertirse en ciudadanos de Marte sin moverse de sus butacas. Y dentro del espacio real, el espacio destinado al público, el destinado a los actores y el destinado a los personajes aunque muchas veces confluyan en un mismo espacio dependiendo del género teatral. Tres modelos comunicacionales aplicados al teatro 1. Modelo lineal de Shanon y Weaver Este modelo fue creado por dos ingenieros de la Bell Company estadounidense referido a las interferencias en las comunicaciones telefónicas, por ello, es un modelo que se centra en el canal y en los posibles problemas que pueden aparecer en él, a los que llamaron ruido. La representación gráfica de este modelo aparece en la publicación de (1949: 98) “The mathematical theory of communication”. Presentan la comunicación como una acción lineal en la que incluyen diversos elementos básicos que serán recogidos por diferentes autores como piezas clave de sus modelos. La representación que hago de este modelo consiste en una hibridación de la hecha por Algarra (2003:99) y West y Turner (2000:9), para aplicarla a la comunicación teatral. Así, los canales más usuales en el teatro se corresponden con los 119 Enero 2007 TEATROGRAFÍA ACTUALIZADA DE JERÓNIMO LÓPEZ MOZO sin fallos. El ruido psicológico resulta más difícil de constatar, pero consistiría por ejemplo en el estado anímico del receptor, el cual interpretará el espectáculo, en diferentes momentos, en función de su estado o de su experiencia vital. Por último el ruido fisiológico afectará tanto al emisor como al receptor, un actor o espectador enfermos serán una fuente de ruido constante, o un actor con un determinado tic que distrae la atención del espectador. Este modelo deja sin resolver numerosas cuestiones de vital importancia para la comunicación teatral, por lo que dista de ser un modelo ideal. En primer lugar sólo considera la posibilidad de emitir un mensaje a la vez. Además de eso, fija el final del proceso en el receptor, por lo que sería un modelo efectivo para la tesis de George Mounin de que el receptor no puede responder al actor por medios teatrales. Esa dirección única supone la ausencia de retroalimentación, lo que en opinión de muchos autores supondría el estatismo en lo referente al crecimiento y evolución del teatro. 2. Modelo interaccional de Osgood y Schramm Este modelo publicado en 1954 está centrado en los actores del proceso a diferencia del anterior que se centraba en el canal y en los posibles problemas que se podían establecer en el mismo. De nuevo las interpretaciones que hacen del mismo Alsina, Algarra y Turner son diferentes y cada una aporta cosas interesantes. Se trata de un modelo circular en el que la comunicación no tiene principio ni final. Abre numerosas posibilidades en lo que respecta a la comunicación teatral, pues intro- los espectadores comparten. Da una idea de lo que el espectador piensa del actor y esto condicionará su comunicación en las siguientes representaciones. El otro generalizado afecta de igual manera a todos los elementos presentes en el proceso de creación teatral. Esta comunicación externa que se da entre los espectadores de una función crea una corriente de opinión pública que influenciará el juicio de los nuevos públicos. Así, en una segunda representación, el público acudirá con unas expectativas y unos prejuicios mayores que los de los primeros públicos. El primer público tendrá como expectativas los valores y producción (director, colaboradores, actores), el autor del texto, la compañía o la publicidad del evento, elementos relacionados con su capital teatral. Los espectadores de una segunda y sucesivas representaciones se verán influidos además por la opinión pública y por la crítica. Esto sólo se daría en el caso de espectáculos programados durante un tiempo mayor a una semana para que se pueda ver la acción del “boca a boca” y de las relaciones sociales y las repercusiones mediáticas. 3. Modelo transaccional El modelo transaccional de la comunicación de Barlund (1970) destaca la emisión y recepción simultánea de mensajes en un epi- sodio de comunicación. Emisor y receptor son responsables de la construcción de un significado. En el ejemplo anterior aparecía la idea de la experiencia, pero de forma unilateral. En el modelo transaccional los terrenos de la experiencia existen, pero hay una superposición entre ellos. Esta es una aportación importante al conocimiento de un proceso de la comunicación y aún más para la comunicación teatral, pues muestra que tiene que existir un proceso activo de compresión entre emisores y receptores. Para que la comunicación sea efectiva tiene que haber, en parte, un significado compartido. El feedback puede ser verbal/ no verbal, o intencional/no intencional. Durante la representación de un espectáculo teatral son numerosos los signos generalmente no verbales que emite el espectador de manera consciente o inconsciente pero que condicionan en gran medida a la emisión del actor. La actitud corporal de una persona en la primera fila da mucha información al actor de cómo está siendo percibido su trabajo. Una persona que no encuentra acomodo en su asiento y no deja de moverse durante toda una función transmitirá unas vibraciones diferentes a las de una persona que esté completamente absorta en el mundo dramático. Por lo 121 Enero 2007 La Ratonera / 19 120 sentidos de la vista y el oído, aunque no se puede descartar el uso expresivo del tacto, del olfato e incluso del gusto. El ruido en este caso puede ser semántico, f ísico o externo, psicológico o fisiológico. Como ruido semántico se pueden incluir aquellas partes del texto que no pueden ser entendidas por el público, bien por la variante dialectal o social del idioma, o por el propio idioma. Un ejemplo serían las obras de Lorca como “La casa de Bernarda Alba”. También estaríamos en el mismo caso cuando un personaje habla en la jerga de su profesión. El ruido f ísico o externo es aquel ajeno al espectáculo, como el hecho por los espectadores, una puerta que se cierra, una sala llena de público, una butaca con escasa visibilidad, frío, calor, un olor molesto son elementos que impiden que la acción escénica se reciba duce el concepto de retroalimentación. Convierte de esta forma al receptor o espectador en creador de significados y de mensajes. West y Turner (2000:11) destacan la importancia de la experiencia personal de los interlocutores, lo que en el caso del teatro es básico para la recepción. La cultura y la experiencia vital del espectador condicionarán en gran medida la imagen global que éste se cree del espectáculo. Este modelo ha recibido numerosas críticas por afirmar que no se puede ser emisor y receptor al mismo tiempo, lo que en la comunicación teatral es fundamental. Hay feedback, pero diferenciado en el tiempo. Así, este modelo aplicado servirá para explicar la influencia del espectador sobre el actor en una segunda representación. De esta forma, las opiniones del público servirán para que el actor se cree una imagen de sí mismo y actúe en consecuencia. Esta idea se extrae de los estudios del sociólogo Charles Cooley (1912), y de Mead (1934:154). Mead habla del “otro” generalizado que consiste en el punto de vista de un grupo social o cultural tomado como un todo. Se toma la actitud de ese grupo (los espectadores de una ficción) como la actividad de toda una comunidad teatral. De este modo, el “otro” generalizado facilita información sobre roles y actitudes que La Ratonera / 19 122 Propuesta para un modelo global de la comunicación teatral Después de esta pequeña exposición sobre la comunicación teatral nos resulta dif ícil exponer un modelo global consistente que sintetice todos los datos y reflexiones. Se puede decir que la comunicación teatral está compuesta por un emisor y un receptor complejos. El emisor tendría las funciones de creación del mensaje y codificación por medio de los elementos de significación y la convención de los mismos. El recep- tor tendría las funciones de descodificar el mensaje en función de su experiencia o capital teatral, y de recrearlo nuevamente en un segundo proceso creativo. (Versión del Modelo Vieites M: 2000) Bibliografía – Algarra, Manuel M. (2003) Teoría de la comunicación. Una propuesta. Madrid. Tecnos. – Craig, R.T. (1999) “Comunicacion theory as a field”. Comunication theory, 9, 119-161 – Goffman, E. (trad. 1991) Les Cadres de l'experience / traduction d'Isaac Joseph. Paris. Éditions de minuit. – Luhmann, N. (1996) Introducción a la teoría de sistemas. Barcelona. Editorial Antropos. – Noelle–Newman, E. (1995) La espiral de silencio. Opinión pública, nuestra piel social. Barcelona. Edit. Paidós. – Meyerhold, V. (1979) Teoría teatral. Madrid. Fundamentos – Riobó, Pedro P. (2000) O teatro galego contemporáneo (1936-1996). A Coruña. Universidade da Coruña – Rodrigo Alsina, M. (1995) Modelos de la comunicación. Madrid. Tecnos – Rodrigo Alsina, M. (2001) Teoría de la comunicación. Ambitos, métodos y prospectivas. Barcelona. Univ. Autónoma. – Vieites, Manuel F. (2004) O teatro. Vigo. Editorial Galaxia. – Vieites Manuel F. (2004) “Repertorio teatral, teorías de la recepción y políticas culturales. Una aproximación tentativa”. Revista ade/teatro, 102. 19-49 – West, R. y Turner L. (2005) Teoría de la comunicación: análisis y aplicación. Madrid. McGraw Hill. Carlos Converso, titiritero Lupe Morán En la V Escuela de Verano organizada por la Unión Internacional de la Marioneta, que tuvo lugar en el Castillo de la Coracera de San Martín de Valdeiglesias (Madrid), durante los primeros días de septiembre de 2006, se impartieron diversos talleres. Carlos Converso impartió el taller “De la idea a la materia”. Con él tuvimos esta conversación. Pregunta. ¿Dónde y cuándo naciste? Respuesta. Nací en Córdoba, Argentina, en agosto de 1947. P. ¿Dónde vives? R. Llevo 30 años viviendo en México. Actualmente vivo en Veracruz. P. ¿Tienes alguna preparación académica? R. Estudié la carrera de Actuación en Argentina en una escuela y posteriormente cursos y talleres de corta duración. P. ¿Cuál es tu primer recuerdo de los títeres? R. Curiosamente, no tuve la suerte de ver un espectáculo de títeres de niño. Recuerdo haber ido al circo y haber presenciado números de acrobacia, de contorsionismo, cosas así. De títeres creo haber visto alguna función alrededor de los 15 años. Más tarde, estando trabajando en el teatro como actor, vi a Javier Villafañe en una función, él fue el bichito malévolo que se metió en mí y provocó mi atracción hacia los títeres. Me fascinó la manera en que hacía los títeres, cómo contaba las historias, con una gran sencillez y sin embargo con un encanto muy particular que nos tenía a todos atrapados en lo que hacía. Ese fue el momento en el que decidí que quería aprender cómo se hacía eso de los títeres. P. ¿Qué personas han influido en tu oficio? R. Muchas personas y grupos con los que teníamos relación e hicimos talleres de intercambio. Por ejemplo, he utilizado mucho a lo largo de los años la goma espuma, el tallado de la gomaespuma. Lo suelo hacer en bloques, como si fuera una escultura. Esto lo aprendí con un grupo de títeres en Colombia, y me abrió un mundo de posibilidades que no había imaginado: el material es muy li- 123 Carlos Converso. viano y tiene una textura que parece, cuando está bien iluminado, piel humana. En México, donde he desarrollado mi carrera de titiritero, debo reconocer la influencia o el aporte de personas que se dedican a la dramaturgia, a la escritura, o de titiriteros de antiguo cuño, como Roberto Lago o Mire- Enero 2007 tanto, en este modelo el espectador sí entra en comunicación con el actor desde el instante en que decide ir al teatro. ba actor, porque tiene un poquito más de estatus, pero últimamente ya no tengo ningún problema, digo que soy titiritero… o actor. La verdad es que no le encuentro mucha diferencia hoy en día. Es cierto que en algún momento me costó asumir este oficio de titiritero, porque también yo sufría y vivía esta especie de marginación o de complejo de realizar un trabajo, digamos menor, comparado con el teatro de actores. P. Pensemos en tu última propuesta, Ubú Rey. ¿Has quedado satisfecho con el resultado? R. Cuando se comienza a hacer una obra, lo que uno visualiza, y lo que finalmente consigue, no es exactamente lo que imaginó al principio, sino que el resultado es otro, lo cual a veces puede ser una experiencia frustrante. Y puede ser también que al final llegue uno a obtener mucho mejores resultados, tanto formales como en la manera en que se aborde el tema. En el caso de Ubú Rey el resultado, avalado por la reacción del público en las diferentes funciones, fue bastante mejor que la propuesta inicial. Porque a través del proceso de montaje fuimos encontrando muchas cosas que no estaban previstas y que desde mi punto de vista, fueron mucho más interesantes, más impactantes. Logramos presentar en imágenes de una manera mucho más acabada las diferentes escenas, personajes y el desarrollo del conflicto. En este caso en particular, trabajamos con objetos recreados, hicimos un largo periodo de investigación con diferentes tipos de objetos, para ver cuáles eran los que mejor se adaptaban para representar las características de los personajes. Creo que nos dieron un resultado muy satisfactorio, muy bueno. P. ¿Qué tipo de objetos? R. Por mencionar algunos, herramientas, llaves de metal, un compás de tamaño grande, una especie de cacerola, diferentes tipos de objetos reciclados, que no se presentan tal como son, sino que están recreados o modificados. Algunos de estos objetos, por ejemplo las copas de metal, que eran para representar a los personajes de los nobles, tienen como la mitad de una cabeza que representa a los personajes. Entonces se produce una fusión muy extraña porque se ve el pie de la copa y encima una especie de cabeza que no está acabada, sino que se ve sólo hasta la mitad, y da una sensación y una imagen que está en relación con lo que se quería presentar. P. ¿Cómo definirías tu forma de hacer teatro de títeres? R. Estamos un poco obligados, por el medio en el que nos movemos, a distinguir entre títeres para niños y títeres para adultos. 125 Carlos Converso manejando un títere. Sin embargo, a mí me parece que puede haber espectáculos para todos los públicos, como sucede con el circo. Creo que un buen espectáculo para niños, es aquel que también gusta a los grandes, que tanto gusta al hijo como al papá. A mí me gusta mucho hacer ambas cosas, tanto para niños como para adultos, sin embargo, siempre he tenido la inquietud de hablar de los problemas humanos, por llamarle de alguna manera, de los problemas del hombre, o en todo caso también de los niños, en un contexto social determinado, a lo mejor de los niños en el ámbito de la familia con sus papás, en el ámbito de la escuela o en el ámbito de sus juegos, con sus amigos. Y todo lo que pueda surgir y presentarse, obviamente dentro de una atmósfera imaginativa, en un mundo donde se crean y se imaginan muchas cosas. En el caso de los adultos, igual, con un tratamiento para adultos, pero de problemas humanos, como los ha tratado el teatro siempre a lo largo de su historia: el amor, la soledad, la muerte, la injusticia, en fin… P. ¿Cómo definirías tu estilo? ¿Es un estilo realista, buscas alguna línea…? R. No, no tengo un estilo digamos de realismo-naturalismo, sino más bien sigo una línea que es más expresionista, o sea los rostros de los títeres o muñecos que yo hago tienen rasgos muy marcados, muy fuertes y siempre se mueven en un ámbito donde se Enero 2007 La Ratonera / 19 124 ya Cueto. Y también de gente que está en la plástica. P. Todo titiritero tiene alguna anécdota. ¿Cuál es la tuya a lo largo de todo tu recorrido? R. Hay muchas anécdotas. Desde accidentes o cosas graciosas hasta reacciones muy impactantes y conmovedoras por parte del público. Por ejemplo, el que se acercase un señor, una persona mayor, en México, con lágrimas en los ojos, agradeciéndonos haber estado allí, que hubiéramos ido con los títeres. Son cosas que nunca se olvidan. P. ¿Es distinto un actor a un titiritero? R. Para mí los títeres son una manifestación teatral, un titiritero es un actor, debe ser un actor que pueda representar un personaje, interpretarlo, hacerle una voz, una gestualidad, como lo hace un actor con su propio cuerpo. Los títeres son una especialización de la actuación. Tanto el teatro de actores como el de títeres tienen sus particularidades y características. El resultado frente al público es un fenómeno teatral, es una creación dramática. P. ¿Cómo te definirías: actor o titiritero? R. Durante mucho tiempo he sufrido ese prejuicio que considera a los títeres como un arte menor. Y me costó trabajo asumirme como titiritero, yo me considera- de gracia, de candor, de inocencia. Pero al mismo tiempo pueden ser mundos oscuros, fuertes, violentos… En fin, los títeres tienen unas posibilidades enormes. P. Retomando la pregunta anterior, ¿con qué se enfrentan los titiriteros en la vida real, moviéndose de aquí para allá? ¿Cuáles son los obstáculos? R. Los obstáculos son un poco los de siempre, al menos esto nos toca vivir a nosotros en México. La cultura, las manifestaciones artísticas por lo general son asuntos que son considerados lo último en la lista de las necesidades de atención, tanto a nivel de presupuestos, a nivel económico... etc. Porque finalmente lo que uno tiene es que tratar de hacer de esto una profesión de la que pueda vivir mínimamente con cierta dignidad. Por otra parte, está la poca consideración e importancia que le dan a los títeres, que desgraciadamente todavía llevan esta especie de marca de infravaloración, como de que los títeres son una cosa muy menor. Los titiriteros tenemos que hacer un doble esfuerzo en nuestro trabajo por demostrar, y esto sólo se puede hacer a través de la calidad, que esto es un arte y una manifestación artística que tiene el mismo estatus que cualquier otra y que puede ser tan impactante y con tanto valor artístico, como la música, como las artes plásticas o el teatro. Entonces tenemos muchas cosas en contra, porque estamos constantemente tratando de darle cierta dignidad a esta profesión. Desde siempre se ha dicho —decía Villafañe—, “que este era un oficio de miseria”. De alguna manera es cierto, nos han arrinconado a lo último de este contingente de artistas que vamos deambulando. Por otra parte, cuando las cosas están bien hechas, cuando nuestro trabajo realmente impacta y tiene un mensaje, el reconocimiento es inevitable. P. ¿Ha habido algún conflicto entre el artista que tú eres y el profesional titiritero? R. Lo primero que se me ocurre, en estos momentos, son problemas de carácter propios del trabajo, o sea, dificultades negativas. Aún hoy, siempre las tiene uno, por más que vaya creciendo y avanzando y aprendiendo cosas nuevas. No hay recetas ni fórmulas que nos aseguren el éxito y entonces uno siempre está probando y arriesgando y puede ir hacia una cosa muy lograda, como puede ser que no, no hay ninguna garantía. Se enfrenta uno a problemas concretos de creación: ¿cómo hacer para expresar eso? ¿cómo hacer para mostrarlo de la mejor manera para un público determinado? Eso puede ser un rompede- 127 Carlos Converso, en el centro, con los participantes del curso. ro de cabeza, frustrarse, amargarse, pero al mismo tiempo se pueden tener grandes momentos de satisfacción y alegría. P. ¿Qué es para ti ser titiritero? R. Son varias cosas. Una quizás sería ser una especie de Dios que crea todo un mundo, maneja, digamos, desde el papel de demiurgo, del hacedor, que empie- za a darle vida a algo. Siempre me ha fascinado, de una manera muy especial, el momento en que a un muñeco o un títere, que es una cosa muerta, alguien lo agarra y a través de una serie de movimientos aparentemente sin gran complicación, aquello cobra vida, y nos resulta convincente escénicamente, ahí en el lugar donde está. Aunque de antemano sabemos que es un muñeco, traspasa este límite, esta frontera, y nos convence de que tiene vida, una vida dramática, teatral. A mí siempre me ha dejado con la boca abierta, y una cosa que nunca he terminado de comprender plenamente es cómo se produce esta magia, el titiritero es un mago. Enero 2007 La Ratonera / 19 126 mezcla mucho la realidad y la ficción. No son por lo general situaciones que ocurren solamente en el plano de la realidad, de lo cotidiano, sino que ocurren muchas cosas locas, oníricas, inesperadas, sorpresivas. Entonces se produce un juego entre la ficción, el sueño y la realidad, porque así es como vivimos los humanos ¿no?, porque nos imaginamos cosas, nos creemos cosas, que luego no son ciertas y deambulamos entre estos dos mundos. Es la forma y el medio en que mejor me expreso, por otra parte soy un convencido de que los títeres son el lenguaje por excelencia de la imaginación. P. ¿Qué aspectos destacarías como más positivos o negativos de esta profesión? R. En mi opinión, es un aspecto positivo el que sea un terreno y un ámbito enorme con extraordinarias posibilidades donde se pueden hacer cosas increíbles, que los títeres las permiten. Puede uno trasladarse de un mundo a otro, de un universo al otro, de un personaje a otro, de un estilo a otro, de una manera muy inmediata, con cambios sorprendentes, en transiciones que no requieren mucha elaboración argumental, como puede ocurrir en el teatro de actores. El lenguaje de la imaginación nos crea unos mundos terribles y al mismo tiempo maravillosos, fascinantes, llenos bién la capacidad de salir fuera de uno y ver desde el otro ángulo, qué es lo que uno hace, ponerse en el lugar del títere, de la figura que uno está animando. El titiritero es un espécimen muy particular al que a veces, podríamos acusar de esquizofrénico. Porque es alguien que se está desdoblando en sí mismo y al mismo tiempo en el títere y la marioneta que está manipulando. Es como el actor que está plenamente entregado interpretando un personaje en cuerpo, voz y alma. Aquí, está haciendo también eso, pero al mismo tiempo tiene que traspasarlo a otra cosa, tiene que transmitir esa energía a otra cosa. P. Si se te acerca algún titiritero que está comenzando y que pasa por esos altos y bajos de seguir o no seguir ¿Qué le aconsejarías? R. Es una respuesta dif ícil, porque cada uno tiene su proceso particular, y lo vive de una manera particular también. Creo que en términos generales, ser artista exige una gran disciplina, una gran entrega. Si uno realmente se quiere dedicar a esto, no es una cosa simplemente de inspiración que le llega a uno con gran facilidad y ya está iluminado y entonces hace una cosa genial. No, no, al contrario, es un trabajo muy minucioso, muy de hormiguita, como decían en esta frase célebre que una vez dijo alguien: “hacer arte exige el 99% de transpiración y 1% de inspiración”. Se trata de dominar una técnica, como la tiene que dominar un músico o cualquier otro artista, es dominar la técnica y los materiales y el instrumento que uno trabaja. Exige una gran disciplina y a veces, esto agota y cansa y crea desilusión y frustración. Pero bueno, esto depende del sueño que uno se ha creado en torno al hecho de dedicarse a lo que uno le gusta. Obviamente, los artistas estamos donde estamos, y haciendo lo que hacemos porque, fundamentalmente nos gusta hacer eso, y eso es un privilegio. Porque la mayoría de las personas en este mundo, trabajan en cosas que no les gustan y lo tienen que hacer a la fuerza, por obligación, porque tienen que sobrevivir. Yo siempre he relacionado la actividad artística con el placer. Si hacer arte es un sufrimiento, a menos que sea un sufrimiento muy particular, porque algunos dicen: “escribir esta obra, o escribir esta novela ha sido un parto doloroso que me ha procurado y ocasionado grandes sufrimientos y la luz...” Más allá de que esto sea cierto, también hay un cierto placer en el hecho de crear, de imaginar y de representar y de sentir la respuesta y la reacción del público. Me parece importante acercarse a las personas apropiadas para que lo motiven a uno, para que lo esti- mulen. Creo que siempre hay que mirar un poquito más arriba. Ser ambiciosos en nuestras metas, en nuestras miras. No quedarnos tan cortos. No quedarse en lo inmediato, sino siempre querer un poco más y en esa medida, siempre estaremos en busca de nuevas cosas, de lograr nuevas metas, aunque no es fácil. P. ¿Formas parte de un grupo?, ¿cómo funcionáis? R. Sí, por lo general he trabajado siempre en grupos o compañías independientes, que hacen sus producciones, sus espectáculos y luego tienen temporadas. Allá es muy usual, cosa que he visto que aquí no es tan común, conseguir un teatro y entonces hacer una temporada del espectáculo que uno ha estrenado, o bien hacer giras, y hacer presentaciones en diferentes lugares, trabajar tanto con público escolar, como en teatros con un publico más general y mezclado, ir a diferentes espacios, eventos, festivales, encuentros. En fin, tenemos que buscar muchas maneras de lograr no sólo representar, sino también, como consecuencia, poder vivir de esto, y a veces no es tan fácil. Incluso a veces es necesario diversificar la profesión, porque no es suficiente subsistir de lo que obtienes de tu trabajo a través de las representaciones. En mi caso particular, a parte de eso, yo doy clases en la ciudad que estoy, en la escuela de teatro en la Universidad. O bien, a veces nos encargan que realicemos producciones para otros espectáculos de otras compañías, o muñecos. P. Tú construyes títeres, ¿qué técnicas de construcción dominas? R. Títeres de varilla, de guante, de mesa y muppets. He construido también marionetas de hilos, aunque no es mi especialidad, a veces también algunos títeres de tamaños grandes, cabezudos, gigantes… P. ¿Qué materiales? R. Lo que te comentaba antes, con la gomaespuma, el porexpan, que luego se forra con papel o con tela. El papel maché. Últimamente, he comenzado a trabajar algo de madera y en estructuras grandes, con alambre y papel. P. En el grupo, en tu compañía ¿qué función ejerces? R. Soy el director, aunque a veces también estoy dentro del espectáculo como titiritero. Pero de unos 10 años para acá me he ido especializando más en la actividad de director. Soy quien está desde fuera observando y llevando adelante la propuesta que a veces suele ser colectiva o bien una propuesta que hago yo, a partir de una obra ya escrita o una adaptación de una obra. Como es el caso de este espectáculo que es Ubú rey de Alfred Jarry. Yo hice una adaptación de este texto y comenzamos a trabajar durante tres meses de pruebas, de experimentación, de investigación con diferentes materiales de trabajo escénico. Y a partir de ahí, se hizo el montaje. P. ¿Fueron tres meses de búsqueda y luego seguir redondeando? R. Sí, exacto, aproximadamente cinco meses en total. P. ¿Cuántas horas al día dedicáis, por ejemplo en la propuesta de Ubú Rey? R. Entre tres y cuatro horas. P. ¿Cuál es la modalidad en la que te sientes más cómodo? Porque tú además de ser titiritero, eres director, escritor y teórico. R. Cada una tiene sus particularidades. Pero digamos, que una de las que más me atrae es titiritero, titiritero-actor. Es estar en escena, eso me gusta mucho. P. Estar en escena por el hecho en sí o de desplazarse, de llegar a otros sitios, de tomar contacto con gente. R. Bueno, también. Yo soy alguien que si está mucho tiempo en un mismo lugar, me empiezo a sentir incomodo, inquieto, y con ganas de moverme y salir, conocer a otras personas, y ver otras cosas. P. ¿El director acompaña al grupo en las actuaciones? 129 Enero 2007 La Ratonera / 19 128 P. ¿Si no fueras titiritero que te hubiera gustado ser? R. Probablemente músico. Sí, siempre me ha llamado, es una cosa que me procura mucho placer. Me gusta estar en el lugar no sólo de oírla, obviamente, sino también en el lugar de quien la hace. P. ¿Tocas algún instrumento? R. Bueno ahora no, de joven sí, pero ya no, ya hace mucho tiempo que no toco. De joven comencé a estudiar saxofón y trompeta. P. ¿Tiene que tener alguna cualidad especial la persona que se dedica a los títeres o hay algún rasgo que lo define? R. Creo que una de las características fundamentales para ser titiritero, es tener esta actitud de un niño dispuesto a jugar, y a jugar como lo hacen los niños. Porque de alguna manera, esta es la base que nos permite crear este mundo de ficción, en donde yo doy vida a algo, donde yo juego a algo y estoy convencido, dentro de las reglas de este juego, de que las cosas pueden tener vida, pueden moverse, tener diálogos y crear personajes. Entonces, tiene que haber esta disposición y esta actitud para jugar, y jugar a ser otro, como ocurre quizás también en el teatro, pero aquí aparte de eso, estamos jugando a múltiples cosas, con muchos juguetes. Tenemos que tener tam- tiones exteriores que están más allá de la obra o del espectáculo, y están influyendo y pueden ocasionar que no salga como es debido, hay muchos elementos o factores que intervienen. P. ¿Qué factores se deberían tener en cuenta para que el espectáculo se realice con dignidad? R. Tratar de respetar al máximo la propuesta que se ha hecho originalmente con esa obra, con ese espectáculo, tanto a nivel de espacio, como de requerimientos. A veces los grupos, en México, —a lo mejor aquí es diferente—, no cuentan con su propio equipo, entonces tienen que acceder a los equipos que se encuentran en los lugares donde van, y a veces son equipos malísimos, donde el sonido es pésimo, o se encuentran con espacios donde la visibilidad no es buena, donde el público está colocado de una manera que no favorece la visión del espectáculo o donde no hay luces apropiadas. Son muy pocas las compañías en México que tienen sus propios equipos de iluminación y sonido. Hay veces en que, por ejemplo, en funciones con niños en ámbitos escolares, los excitan demasiado con otras actividades y llegan a la función con un ánimo que no es el apropiado para la obra, entonces la obra ya no funciona, se arma un caos tremendo, es una cosa incontrolable. Una función de teatro es como un rito, en el que hay que cumplir con ciertas reglas, tanto básicas, concretas y técnicas, como de disposición y de animo. P. ¿Cual sería tu ciudad ideal para vivir? R. No me gustan las ciudades grandes y monstruosas como México capital. Pero sí me gustan las ciudades que tengan muchas actividades, que tengan movimiento. Los lugares muy tranquilos y apartados, sólo me gustan por un periodo corto, para hacer un trabajo específico, pero luego me pongo muy inquieto y necesito estímulo exterior. La ciudad en la que estoy, responde bastante bien a esto. Se llama Jalapa, es una ciudad mediana, de medio millón de habitantes, y es una ciudad con muchas actividades culturales. Tiene una gran Universidad con una gran población estudiantil, de jóvenes. Me gusta mucho estar al lado de gente joven. P. ¿Un títere? R. Probablemente de guante. P. ¿Un texto? R. A riesgo de parecer común, Shakespeare. P. ¿Un sueño? R. Jugar a ser otro. P. ¿Un deseo? R. El resultado de lo mismo, de lo anterior. Sumar a otros a este juego Muchas gracias Carlos, ha sido un placer charlar contigo. Circo Festival de Payasos de Cornellá Francisco Martín Medrano Del 17 al 26 de noviembre de 2006 tuvo lugar la duodécima edición del Festival Internacional de Payasos de Cornellá. Esta localidad catalana se convierte en epicentro de lo más exquisito relacionado con los reyes del humor. Exposiciones como: “Picasso y el circo”, en el Museo Picasso de Barcelona; o “Amorós Silvestrini y sus payasos”, en el Castillo de Cornellá; o “La música y el payaso”. Ciclos de payasos de calle, los payasos en los colegios... Cursos y conferencias de los mejores especialistas mundiales del momento... A esta cita acudieron los directores de los festivales Alain Frere (Montecarlo) y Dominique Mauclair (París), pintores como Soler-Jové, o leyendas del arte circense como Paulina Schumann, el modisto Gerard Vicaire o el cineasta Pierre Etaix. Y como eje vertebral, el gran espectáculo Euroclowns bajo la carpa situada en el centro de la ciudad. El público agradeció con llenos, risas y aplausos un espec- 131 El Payaso Donimo se prepara para salir a la pista. Enero 2007 La Ratonera / 19 130 R. Por lo general, los acompaño, soy algo así como el papá… P. Si los acompañas ¿tiendes a modificar o a hacer algún comentario o queda ya cerrado? R. No, no queda fijo. Obviamente, hay una estructura que es la que se está respetando, pero hay un montón de detalles y cosas que pueden cambiar, y me gusta mucho porque cada función es distinta, como el público y el espacio también lo son. Me gusta hacer observaciones y comentarios, después de cada función o representación. Cómo lo vi yo, cómo sentí la reacción del público... Porque esto es percibir el espectáculo como algo vivo, si no se corre el peligro de que se vuelva una cosa muerta, que se repite mecánicamente y ya no tiene vitalidad. P. ¿Os habéis encontrado en ocasiones con el problema de trabajar en espacios que no son adecuados? R. Sí, muchas veces nos hemos enfrentado a problemas de ese tipo, especialmente en México, donde los espacios, los lugares de representación, son lugares muy improvisados, con pocas posibilidades técnicas. Nosotros estamos dispuestos siempre a presentarnos en muchos espacios diferentes, tanto cerrados como abiertos. Esto nos enfrenta a un gran margen de improvisación y de riesgo, porque supone exponerse a cues- Circo Circo 133 De izquierda a derecha: Pieric, Javier Rodríguez (autor del libro Risas y lágrimas: historia de los payasos españoles y ponente en Cornellá con “La dignificación de la palabra payaso”) y el carablanca Pipo Sosman. De izquierda a derecha. Primera fila: Némore Jartz, Javier Rodríguez, Monti (director artístico del Nuevo Circo Price de Madrid), Genís Matabosch (Director del Festival de Cornellá) y Toni Tonito. Segunda fila: Ivano Jartz, Carmino D’Angello, Pipo Sosman, Paco Goty y Smarlowsky. Al fondo los músicos del Festival. táculo inolvidable. Integrado por excepcionales artistas individuales que, lejos de rivalizar en la pista, resultaron ser cómplices en sus gracias. Todo comenzaba con la atmósfera que conseguían la luz, dominio de sacar pelotas rojas de la boca con inolvidable simpatía es una de las imágenes para la memoria de este Festival. Donimo ha representado el futuro. Tony Tonito es el gran luchador infatigable. Valiente, con sonido y puesta en escena coordinados con talento por Esperanza Belmonte; magistralmente complementado con el directo de Carmino D’Angello y sus doce profesores, una delicia para los amantes del auténtico circo, del sin trampa (música grabada) ni cartón. Y sigamos con las atracciones, que no tienen ni pizca de desperdicio. Donimo es un payaso solitario de mil recursos a cual más peculiares y de singular acabado. Su grandes dotes f ísicas, lo da todo en la pista. Está omnipresente a lo largo de todo el espectáculo. Representa a las familias tradicionales españolas, brillante Premio Nacional de Circo. Old Regnas es una persona que tiene el don de hacer que los animales parezcan personas. ¿Cómo olvidar al perro que levanta la tapa de la caja para esconderse o la simpática historia en que los animales no cesan de hacerle rabiar? Enero 2007 La Ratonera / 19 132 Circo Circo llaje, su música y atención. Smarlowsky es un mago de una mímica cómica excepcional. Su número tiene una gran personalidad, inimitable, no sólo por los exóticos animales que presenta, sino por su genial vis cómica. Sus ademanes y gestos tratando de disimular sus trucos fueron antológicos. Pieric tiene un personaje redondo, es un gran creador. Independientemente de lo que hagan sus caballos, sólo su presencia ya llena toda la pista. Haga lo que haga, nos tuvo embobados a los asistentes. Su escenificación con el caballo de cartón es de lo más hermoso que hemos visto nunca bajo la carpa de un circo. Las horas que vivimos en Cornellá fueron de gran intensidad emocional. Una fiesta del talento creativo en un marco de cordialidad. Genís Matabosch coordinó un equipo compenetrado y eficaz, capaz de hacer realidad un sueño, tan mágico como los Reyes Magos y el Ratoncito Pérez, como es el de los payasos en el circo. Tablilla de Euroclowns La Ratonera / 19 134 Final de la gala Euroclowns 2006 con toda la compañía en pista y, al fondo, la gran banda de música de Carmino D’Angello. Los Gotys bordan las dos parodias que representan, no recordamos a nadie hacerlas mejor. Paco y Jorge estuvieron en el punto adecuado de los sembradores de sonrisas. Su trabajo nos pareció un homenaje póstumo a su padre recientemente fallecido. Además Paco resolvió con eficacia el llevar el peso argumental del programa, bien acompañado por Toni y Genís. Pipo Sosman es el carablanca enigmático, sereno, una por- celana que arranca melodías sublimes de los instrumentos más evocadores de los payasos. Ver y escuchar a Pipo es reencontrarse con un carablanca de cuento, una imagen dif ícil de olvidar por lo delicado del vestuario, el maqui- 1. Banda de música dirigida por Carmino D’Angelo. 2. Presentador, Genís Matabosch. 3. Donimo riega un árbol. 4. Vídeo sobre anteriores festivales. 5. Pipo Sosman con la concertina. 6. Paco Goty y Genís, soireau argumental de la llave del Santo Grial. 7. Pieric y su caballito de cartón. 8. Paco Goty, Genís y Toni Tonito con el baúl, soireau argumental. 9. Donimo, micrófono y magia con pelotas rojas que saca de la boca. 10. Gotys, el espejo. 11. Pieric y sus 4 ponies. 12. Paco y Genís, soireau de la grúa. 13. Donimo, malabares, atril y perchero. 14. Paco Goty, Genís y Toni Tonito con el baúl, soireau argumental. 15. Pipo toca los silbatos en los guantes. 16. Paco Goty guardia de tráfico con los carros de Regnas y Smarlowsky. 17. Old Regnas, cómico con burro y perros 18. Pipo toca la lira de cascabeles, la concertina diminuta y las botellas. Descanso. 19. Pieric y su caballo cómico. 20. Gotys, los pajaritos. 21. Donimo, malabares con fuego y monociclo gigante. 22. Smarlowsky, magia cómica con animales. 23.Toni Tonito, trampolín cómico. 24.Paco Goty, Genís y Toni Tonito final de la soireau argumental: aparece la llave del baúl. 25.Gran final con toda la compañía. 135 Enero 2007 2006-12-09 Semblanza José Antonio Lobato $POMBDPMBCPSBDJØOEF 6OJØOEF"DUPSFTEF"TUVSJBT XXXBDUPSFTEFBTUVSJBTDPN Mas no apresures el viaje; mejor será que dure muchos años, y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla, rico de cuanto habrás ganado en el camino. 137 Enero 2007 La Ratonera / 13 19 136 70 A los cuatro años quería ser actor, como Marlon Brando. A los quince se subió a un escenario. Y ya lleva treinta y cinco haciendo teatro. José Antonio Lobato no sabía que el paso del tiempo haría de su cara la máscara más apropiada para ponérsela a los numerosos personajes que interpretó. Su voz, sus gestos y su cuerpo generoso forman una presencia arrolladora sobre los tablados donde vive. Porque el teatro es la vida de Lobato. Una vida que ha medido por estrenos, por personajes: aquel año del Otelo rubio, el Jaminín de aquella época gloriosa de De vita beata, la Anuncia de La Regenta, cuando La Celestina... Este actor magnánimo (para sus personajes y para sus compañeros de reparto) seguirá su viaje hacia Ítaca montado en la furgoneta de Teatro Margen. Que los versos del poeta le ayuden a seguir ruta: 138 Cantu de gaviotes Pablo Rodríguz Medina Academia de la Llingua Asturiana Coleición Mázcara n.º 11 Uviéu, 2006, 96 páxines Premiu al meyor testu teatral Academia de la Llingua 2005 La Ratonera / 19 Chechu García Pente los restos del buque Las Turias, tres náufragos, al debalu nel océanu, intenten sobrevivir col enfotu de sentir el cantu de les gaviotes que-yos indique la cercanía de tierra y la salvación. Nesti escenariu trescuerre´l tercer trabayu dramáticu del autor entreguín Pablo Rodríguez Medina, Cantu de Gaviotes, bitácora pa navegantes d’esti tiempu, una obra dividida en cinco actos, onde sigue la llínea yá trazada en Orbaya (Coleición mázcara nº 8, ALLA, 2002) y Martema, historia d’una guerra... (Coleición Texu nº 32, KRK ediciones, 2004), xugando a mecer el teatru del absurdu, con perso- naxes y situaciones que valgan de ponte col teatru popular asturianu. Sicasí, atopamos nesta obra un cambiu de tonu ya intenciones, los personaxes y la temática nun cumplen los roles del teatru popular (la cortexaera, la identidá sexual, les relaciones familiares, lo escatolóxico...), l’autor quier abrir nuevos caminos, tomando un enclín más metafóricu y arriqueciendo la personalidá de los personaxes, de manera que la confrontación del idealismu, cola so posición real na sociedá (que remembra en delles ocasiones la llucha de clases de primeros del sieglu XX) furrulen como auténticu motor narrativu del conxuntu; y ye nesta metáfora social onde los personaxes van dir filvanándose, garrando fondura y ganando una complexidá dramática que los va alloñar del esteriotipu. Los protagonistes más desfarrapaos, famientos y vencíos a medida qu’avanza l’aición, traten d´imponer mediante un xuegu d’engarradielles y aliances, los sos estatus sociales y l´orde de les lleis nun planu que ye´l de la sobrevivencia, onde “l’otru” Teatro del exilio: obras en un acto Ricardo Doménech (ed.) Espiral/Fundamentos Madrid, 2006 Ricardo Doménech es el responsable de esta antología que contiene Noche de guerra en el Museo del Prado de Alberti, De algún tiempo a esta parte y La vuelta:1947 de Max Aub, Los santos y La fuente del arcángel de Pedro Salinas, la Medea y Don Lindo de Almería de Bergamín, la Fablilla del secreto bien guardado de Casona y Edipo reina de José Ricardo Morales. Selección personal muy oportuna que combina textos muy conocidos con otros que no lo son tanto. Como el exilio guarda relación con la guerra cobran especial relevancia las piezas de Max Aub y Pedro Salinas. Primer Acto nº 315 Ricardo de la Vega, 18 28028 Madrid Este número incluye en castellano la pieza de Sergi Belbel Móvil (comedia telefónica digital) que en breve será abordada por el Centro Dramático Nacional. La revista dedica gran parte de sus contenidos a encuentros y festivales: el de Almada, Casablanca, Avignon, el de Otoño de Madrid, el Iberoamericano de Cádiz… y los encuentros de Valldigna sobre dramaturgia, la historia y la memoria, donde José Monleón inauguró los actos con la conferencia “La construcción de la memoria”. 139 Proyecto de Ley del Teatro Asociación de Directores de Escena de España Costanilla de los Ángeles, 13, bajo izda. 28013 Madrid La ade ha difundido entre sus asociados, políticos vinculados con las administraciones culturales y profesionales del teatro este borrador de proyecto sobre una posible Ley de Teatro. Lo completo del Enero 2007 Libros y revistas siempre funciona de pegoyu nel qu’afitase pa caltener estratexes egoistes coles que llograr el trunfu personal. Pentemedies, l’autor, evita la solemnidá y nala con tientu, brillor y chancia pente les situaciones más cercanes al absurdu, terrén que domina con gran maestría. D’otra miente, la situación escénica, tres náufragos nuna balsa, nun ye esconocida na escena asturiana. En 1986 Cestón de máscaras llevó a les tables En alta mar de Slawomir Mrozek. Del maestru polacu beben les decisiones alrodiu d’un posible canibalismu ente los protagonistes, que son un chisgu mui prestosu al teatru popular y a la figura del fartón. Ye de destacar tamién, la presencia de Serena, un personaxe Casonianu, metáfora de la muerte que-y da un deliciosu misteriu al conxuntu de la obra. Cantu de Gaviotes fai el númberu once de la coleición Mázcara, coleición teatral de l’alla que sigue teniendo una edición malcuriosa, con una portada que va repitiéndose númberu tres númberu, nun sabemos si p’afitar la imaxe de la portada nel maxinariu colectivu o col enfotu de que’l llector nun avezáu refugue estéticamente’l productu, sicasí, sigue siendo’l finxu nel que midir la salú del teatru escritu n’asturianu. Con Cantu de Gaviotes, Pablo Rodriguez Medina af ítase como’l más bayurosu y completu de los autores mozos del teatru asturianu d’anguaño; domina’l llinguaxe, los ritmos dramáticos y nes sos obres abelluguen los secretos del bon teatru. Agora falta que daquién apueste por llevalu a les tables, la ufierta ye cada vez más irresistible... R. G. T. nº 48 La Ratonera / 19 Revista gallega de teatro Apdo. Correos 210 Cangas. Pontevedra Reportajes sobre espectáculos de la cartelera gallega, una entrevista con Leo Bassi y otros apartados habituales conforman este número que incluye en sus páginas centrales el texto de Rubén Ruibal Nunca dormo (Insomnio). Pieza “delirante con personajes excéntricos que llevan al lector a los límites de la realidad consciente”, a decir de Vanesa Sotelo en su introducción. Ruibal inicia su carrera profesional de la mano de Roberto Vidal Bolaño y ha ganado el XIV Premio Álvaro Cunqueiro de textos teatrales. La revista está redactada íntegramente en gallego. Monólogos De Ángel Arnaiz y David Desola La Tarasca Burgos, 2006 Provocadores y divertidos monólogos de Ángel Arnaiz (Burgos, 1957) y David Desola (Barcelona, 1971). Desola es guionista de cine y televisión y es conocido en el panorama nacional por su pieza Baldosas, con la que ganó el Marqués de Bradomín en 1999, y por Almacenados, premio Hermanos Machado en 2002 y obra estrenada en el teatro Palacio Valdés, de Avilés, con José Sacristán como protagonista. El libro editado por la asociación teatral La Tarasca contiene diez entretenidos monólogos muy cercanos al Club de la Comedia. el eslabón perdido. VI. Apéndices. VII. Contenido del CD. Diccionari del teatre a les illes balears. vol. ii p-z Govern de les Illes Balears. Conselleria d’Educació i Cultura Palma / Barcelona 2006 Tres años después de alumbrar el primer volumen de este diccionario, y seis años después de iniciar el proyecto, se ve concluído el compromiso de publicar una obra de referencia sobre la actividad teatral en las Islas Baleares, en sus aspectos más diversos y a lo largo de toda su historia. Podría decirse que este diccionario cuenta la primera historia del teatro balear y es la primera descripción exhaustiva de la actividad teatral contemporánea en el referido ámbito geográfico. Y ambas cosas hechas con ambición y rigor. 141 www.la-ratonera.net redaccion@la-ratonera.net La Ratonera Revista asturiana de teatro Teatro para una guerra (1936-1939) Textos y documentos Luis Miguel Gómez Díaz Centro de Documentación Teatral del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música Madrid, 2006 Enero 2007 140 mismo, el rigor y la seriedad con que ha sido abordada su redacción lo convierte en una herramienta imprescindible de reflexión para tratar el tema. El proyecto ha contado para su elaboración con especialistas del ámbito jurídico y artístico relacionados con las artes escénicas. Este libro es el fruto de años de investigación acerca del teatro en las trincheras, de los trabajos de agitación y propaganda en los dos bandos de la Guerra Civil española. Abundantes materiales, en el libro y en el CD que lo acompaña, encontrarán los estudiosos y los interesados en el estudio de esos días aciagos de nuestra historia. Se pretende contribuir con este libro al mejor conocimiento del teatro que se hizo de hecho en la Guerra Civil, en particular en aquellas parcelas más olvidadas hasta la fecha, desde textos de obras estrenadas a otras formas de contribución efectiva a las diversas maneras de los espectáculos públicos, funcionando durante la contienda. El índice de la obra es el siguiente: I. El teatro como cultura cívica. II. Asentamiento de las nociones claves. Recepción de este teatro. III. Teatro durante la guerra: la voz de los protagonistas. IV. Teatro con la guerra: 1936-1939. V. Herencias transmitibles / herencias transmitidas: d Numerosos estrenos en estos últimos meses del 2006. Finalizando agosto, en el Auditorio José Ba- 142 rrera de Pravia y dentro de sus XVIII Jornadas de Teatro, Bacanal Teatro estrenó La Vida es sueño de Calderón. d CajAstur, en la nueva tendencia del “teatro de madreña y montera picona”, echa a andar un nuevo ci- clo de teatro costumbrista, en sus Centros Culturales de Mieres, Oviedo y Gijón. Los grupos y las funciones exhibidas entre el jueves 5 y el martes 10 de octubre, fueron: el Grupo Cultural “Xana”, con La herencia de Telva; Traslluz, con Contigo pan y cebolla; La Capacha, con El sombrero de copa; Teatro Electra, con Hotel Rosalía y Grupo de Teatro Pico Faro, con Vennos el americano. d El 14 de octubre, en el teatro Filarmónica de Oviedo, Teatro Pausa estrenó Y Antígona trajo el viento, La Ratonera / 19 un texto de Javier Villanueva basado en la obra de Sófocles, dirigido por la debutante Marga Llano. d Del 20 de octubre y hasta el 23 de diciembre se exhibieron las 23 funciones que componían este año el ciclo “Encuentros en Asturias: Teatro 2006”. El imprescindible ciclo de CajAstur, contó con la nueva incorporación del Nuevo Teatro de La Felguera, a los habituales Centros Culturales Cajastur de Oviedo, Gijón y Mieres. d También el 20 de octubre dio comienzo el ciclo de Teatro Infantil que CajAstur programa en sus d Teatro Plus estrenó el 15 de noviembre de 2006 en el Centro Municipal Integrado “Gijón-Sur”, un espectáculo de sombras para público infantil y familiar, titulado La Leyenda del Farol, basado en una idea original de Teofana Maneva. d Este año, el programa de Teatro de Títeres y Objetos de Gijón, contó con treinta funciones de dieciséis compañías asturianas, españolas e internacionales que exhibieron sus funciones en diferentes salas de Gijón, entre el 18 de noviembre y el 13 de enero de 2007. d Las XXXIII Jornadas de Teatro de Langreo, se iniciaron el 4 de noviembre y hasta el 2 de diciembre, se exhibieron seis funciones de compañías asturianas y nacionales. d El viernes 17 de noviembre, Kumen Teatro estrenó la versión de José Ramón López Menéndez de la novela de Armando Palacio Valdés La Aldea perdida, abriendo el ciclo “Hecho en Asturias”, del Teatro Palacio Valdés de Avilés. 143 d En el mismo ciclo avilesino, el 1 de diciembre, Producciones Nun Tris estrenó Cocinando con Elisa, drama para dos actrices que le valió a su autora Lucía Laragione, el Premio Mª Teresa León en 1996, dirigido por Toño Caamaño. d También Barataria Teatro estrenó en el Palacio Valdés, el 15 de diciembre y en el mismo ciclo, Travesía sobre nieve de Bagdad, texto y dirección de Roberto Corte, sobre los últimos acontecimientos acaecidos en Irak. d El 22 diciembre cerró el ciclo compuesto por estos cuatro estrenos absolutos, Vecinos, un texto de Eladio de Pablo dirigido por Joaquín Amores, en el que se relatan las dificultades entre los cercanos. d El 15 de diciembre en el Centro Cultural “Los Canapés” de Avilés, la compañía La Sonrisa del Lagar- centros culturales. to estrenó La despedida, texto y dirección de Marli Santana, espectáculo de teatro infantil para dos actrices y una actriz titiritera. d King Richard, adaptación de Laura Iglesia de La Tragedia del Rey Ricardo de William Shakespeare, fue estrenada el 4 de noviembre de 2006 en el Teatro Jovellanos de Gijón, siendo el primero de los proyectos becados con 18.000 € por el teatro municipal, en su primera convocatoria. d Teatro del Norte, estrenó el viernes 22 de diciembre en la Colegiata de San Juan Bautista, Para cuando las reclamaciones diplomáticas, espectáculo dirigido y dramatizado por Etelvino Vázquez, basado en el texto homónimo de Valle Inclán. Enero 2007 Travesía sobre nieve de Bagdad. d El 4 de noviembre echó a andar el ciclo “Teatro en Otoño” del Filarmónica de Oviedo, en el que se programaron nueve funciones de otras tantas compañías asturianas. Javier Villanueva. King Richard. Breves La Ratonera Suscripciones Deseo recibir en mi domicilio tres números de LA RATONERA al precio de 15 €. Como regalo recibiré un libro de la colección “Deus ex machina Teatro”. Datos del suscriptor: 144 Apellidos .......................................................................................................... Nombre ............................................................................................................ Domicilio ......................................................................................................... Código postal ........................... Localidad ................................................ Provincia .......................................................................................................... Teléfono ..................................... Email ......................................................... Elijo como forma de pago: La Ratonera / 19 GIRO POSTAL dirigido a LA RATONERA. N.º de giro ..................................................... expedido en ......................................... Fecha ............................................. CHEQUE a nombre de Oris Teatro, remitido a la dirección de la revista. TRANSFERENCIA BANCARIA a Oris teatro N.º de cuenta de Cajastur 2048-0049-2-7-0300143629 Firma Fecha Dirección: Oris Teatro. Av de la Vega 67, 2º. 33940, El Entrego (Asturias) Teléfono: 652869861. Email: info@la-ratonera.net