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Dolor irruptivo oncológico Generalidades Definición, clasificación y epidemiología El dolor irruptivo oncológico se define como la exacerbación que sucede espontáneamente o no en relación con un desencadenante predecible o no predecible a pesar de un dolor de base relativamente estable y adecuadamente controlado (55). Esta definición excluye los episodios de dolor sin la existencia de dolor basal y los existentes sin analgesia basal regular (dolor transitorio). También excluye los de dolor en el curso de una titulación opioide (episodio de dolor basal) o cuando no existe un dolor basal adecuadamente controlado (dolor no controlado), así como el dolor por fallo al final de la dosis (56). El reconocimiento del dolor irruptivo como un fenómeno con entidad propia es un hecho reciente (57). El renovado interés que ha despertado ha permitido definirlo como un elemento clave en la calidad de vida del paciente oncológico, identificarlo como un factor de mal pronóstico para el control del dolor y reconocer su impacto en los costes sanitarios. El dolor irruptivo oncológico se clasifica en incidental y espontáneo. El incidental se re- fiere al relacionado con un desencadenante voluntario (dolor incidental volicional), involuntario (dolor incidental no volicional) o asociado a un procedimiento (procedimental). Como ejemplo del primero se puede citar el dolor por metástasis ósea que aparece asociado a la deambulación, mientras que un ejemplo del segundo sería el dolor que aparece al toser o miccionar en relación con metástasis pleurales o a una neoplasia intravesical, respectivamente. El dolor incidental procedimental se refiere al ocasionado en relación con un procedimiento sanitario (cura de una úlcera). El dolor espontáneo se define como aquel en que no puede identificarse un desencadenante claro (tabla 5). Los datos de prevalencia del dolor irruptivo oncológico tienen resultados muy variables según las series (entre el 23 y el 93%). Este hecho es debido a la confusión terminológica existente antes del trabajo pionero de Portenoy de 1990 y a la heterogeneidad de las poblaciones analizadas según el entorno. El dolor irruptivo está más presente en las fases avanzadas de la enfermedad y en pacientes con peor estado funcional. Se establece que la prevalencia es de alrededor del 66% en los pacientes con cáncer, siendo el 50% de ellos, aproximadamente, por dolor incidental volicional, en la mayoría de los casos relacionado con el movimiento del paciente (58-60). MÓDULO 1 pág. 19 Valoración y tratamiento farmacológico del dolor irruptivo Tabla 5. Clasificación del dolor irruptivo oncológico Espontáneo Inesperado Incidental Volicional Volicional No volicional No volicional Procedimental Procedimental Etiología, diagnóstico y clínica Criterios diagnósticos En el año 2009, la Asociación de Medicina Paliativa de la Gran Bretaña e Irlanda estableció los criterios diagnósticos del dolor irruptivo oncológico basados en la definición de Davies et al. (61) (tabla 6). Basándose en estos criterios (62), se ha propuesto el algoritmo diagnóstico que se muestra en la figura 2. Clínica El dolor irruptivo oncológico suele ser impredecible, de alta intensidad y de corta duración. Su instauración suele ser más rápida cuando el dolor es incidental y menos cuando es espontáneo. La duración del episodio puede relacionarse con la fisiopatología del dolor; el dolor neuropático es el de más corta duración (más del 90% dura menos de 30 minutos), mientras que el de más larga duración suele ser visceral o somático (63). Aproximadamente en el 60% de los casos el episodio de dolor dura menos de 30 minutos. Al igual que en el dolor oncológico, las causas del dolor irruptivo oncológico pueden relacionarse, en la mayoría de las ocasiones, con la propia neoplasia o con su tratamiento (> 90% de los casos) (63). El impacto del dolor irruptivo oncológico en el paciente es innegable, de manera que afecta a su capacidad para llevar a cabo actividades de la vida diaria, a sus relaciones sociales y a su sueño; aumenta la depresión, la ansiedad y los costes sanitarios, mientras que reduce la calidad de vida y la satisfacción con el tratamiento. Tabla 6. Criterios diagnósticos del dolor irruptivo oncológico Criterio 1. Presencia de dolor basal Dolor persistente > 12 horas al día durante la semana previa (o existente en ausencia de analgesia) Criterio 2. Dolor basal adecuadamente controlado Ausencia de dolor o dolor leve durante > 12 horas al día en la semana previa Criterio 3. Presencia de exacerbaciones transitorias de dolor Abordaje integral del dolor oncológico pág. 20 ¿El paciente tiene dolor basal? Dolor > 12 h/día en 1 semana o tendría sin analgesia NO SÍ ¿El dolor basal está bien controlado? NO El paciente no tiene dolor irruptivo Sin dolor o dolor leve > 12 h/día 1 semana SÍ NO ¿El paciente tiene exacerbaciones transitorias del dolor? El paciente tiene SÍ dolor irruptivo Figura 2. Algoritmo diagnóstico del dolor irruptivo oncológico Tratamiento El tratamiento del dolor irruptivo oncológico debe entenderse dentro del plan terapéutico de atención integral al paciente, siendo los fármacos (especialmente los opioides, aunque también los coanalgésicos) una parte fundamental, aunque no la única alternativa. En combinación con los fármacos se utilizan habitualmente la radioterapia (para el tratamiento de las metástasis óseas, causa fundamental del dolor irruptivo oncológico incidental), las técnicas anestésicas intervencionistas (bloqueos nerviosos para el control de dolor irruptivo oncológico de origen neuropático), la cirugía, los radioisótopos o la vertebroplastia (inyección de material cementado en la vértebra colapsada, con espectaculares resultados en el control del dolor incidental por afectación vertebral en pacientes seleccionados). En este curso vamos a centrarnos en las alternativas farmacológicas de tratamiento del dolor irruptivo oncológico, en especial el tratamiento con opioides. Introducción Aunque la sensibilización sobre el dolor irruptivo oncológico en los profesionales que atienden casos oncológicos va en aumento, la mayoría de los pacientes siguen siendo tratados en el mejor de los casos con formulaciones de opioides poco adecuadas para el perfil característico del dolor irruptivo oncológico e incluso, en ocasiones, no disponen de tratamiento específico para él. El problema es complejo, ya que además los pacientes no utilizan siempre el tratamiento prescrito para su dolor irruptivo oncológico, básicamente porque consideran que su do- MÓDULO 1 pág. 21 Valoración y tratamiento farmacológico del dolor irruptivo lor no es suficientemente intenso, porque cede antes de que el tratamiento pautado sea efectivo o porque están preocupados por posibles efectos secundarios, sobredosificación o desarrollo de tolerancia (64). Opioides y dolor irruptivo El dolor irruptivo oncológico debe ser tratado con fármacos que mimeticen lo máximo posible las características del episodio de dolor, por tanto, con fármacos efectivos (suficientemente potentes), rápidos en su inicio de acción y con tiempo de acción breve. Además, deben ser de fácil administración para el paciente (o su familia) y estar disponibles. Teniendo en cuenta estas características, los opioides son los fármacos ideales para el tratamiento del dolor opioide, aunque sus diferentes características farmacocinéticas y vías de administración son las que se tendrán en cuenta en la elección (tabla 7). Dentro de los opioides, es de gran valor que el fármaco tenga una buena biodisponibilidad, una correcta liposolubilidad y una alta actividad intrínseca, factores todos ellos que influyen en la velocidad de acción y en la efectividad del tratamiento. Debido a su alta potencia y su buena liposolubilidad (que le confiere un rápido ini- cio de acción), el fentanilo es el opioide que cumple mejor los requisitos requeridos para el tratamiento del dolor irruptivo oncológico. Las distintas formulaciones farmacéuticas que han aparecido en los últimos años han permitido mejorar de forma sustancial su biodisponibiliad, obviando vías de administración que conseguían que ésta fuera alta, pero que son engorrosas o directamente no disponibles para la mayoría de los pacientes. Históricamente se ha utilizado la morfina por vía parenteral (especialmente subcutánea) como tratamiento de elección en el dolor irruptivo oncológico. Aunque continúa siendo una excelente alternativa de tratamiento, el desarrollo de nuevas formulaciones de fentanilo ofrece una mayor comodidad en su empleo con una efectividad comparable. Formulaciones de fentanilo para el tratamiento del dolor irruptivo oncológico Citrato de fentanilo oral transmucosa (CFOT) Fue la primera formulación de fentanilo disponible en el mercado para el tratamien- Tabla 7. Características farmacocinéticas de los principales opioides (2) Fármaco Inicio de acción (min) Duración (horas) Biodisponibilidad oral (%) Morfina 30-40 3-6 50 Metadona 10-15 4-6 80 Oxicodona 30 4-6 73 Hidromorfona 30 4-5 50 10-15 1-3,5 < 25 Fentanilo Abordaje integral del dolor oncológico pág. 22 to del dolor irruptivo oncológico. Consiste en un comprimido colocado en el extremo de un bastoncillo de plástico, que debe frotarse enérgicamente (evitando chupar y tragar el producto) por la mucosa de la cavidad oral (cara interior de las mejillas) para que sea absorbido a través de ésta, evitando así el metabolismo de primer paso hepático (se recomienda humedecer levemente la cavidad oral antes de utilizarlo). Debe utilizarse hasta su completa disolución o bien hasta que el episodio de dolor haya cedido. En este último caso, el comprimido debe rechazarse y no ser reutilizado (65). La biodisponibilidad del producto aplicado correctamente es de un 50% (aunque sólo un 25% se absorbe de manera rápida vía transmucosa) existiendo proporcionalidad entre las dosis utilizadas; el tiempo empleado en alcanzar la concentración máxima (Tmáx) se consigue a los 30 minutos de su administración (66). En un estudio controlado doble ciego, a los 15 minutos de tratamiento fue superior a la morfina oral, efecto que se mantiene hasta los 60 minutos de su administración. Comparado con morfina intravenosa, consigue el mismo grado de analgesia a los 30 minutos de su administración (no así a los 15 minutos). No existe proporcionalidad entre la dosis de analgesia basal y la dosis de CFOT necesaria para el control del episodio de dolor. En los estudios a largo plazo, CFOT fue bien tolerado y aceptado por los pacientes. El CFOT ha sido reconocido por The Cochrane Collaboration y por la Sociedad Europea de Cuidados Paliativos como un tratamiento efectivo y recomendable para el tratamiento del dolor irruptivo oncológico (67,33). Se presenta en formulaciones de 200, 400, 600, 800 y 1.200 µg. Tableta bucal de fentanilo (TBF) Consiste en una tableta de fentanilo que se coloca entre la encía y la mejilla del paciente. Debido a su sistema de liberación, al contactar con la saliva se facilita la rápida liberación de fentanilo no ionizado, que posee una alta liposolubilidad. Existe proporcionalidad de dosis con una biodisponibilidad del 65% (68). Los estudios frente a placebo mostraron efectividad a los 30 y 60 minutos de la administración, con disminución de la intensidad dolorosa desde los 10 minutos; a los 15 minutos de evaluación, se mostró más rápidamente efectiva que oxicodona de liberación inmediata (69). Comparado con CFOT, se objetiva que la tableta de 400 µg consigue una mayor concentración de fentanilo plasmático que el comprimido de 800 µg de CFOT, por lo que no es posible establecer una correlación de dosis entre las dos formulaciones. La TBF fue superior a placebo en 2 estudios aleatorios doble ciego y bien tolerada a largo plazo (70,71). Un estudio demostró equivalencia en la utilización de la TBF por vía transmucosa y por vía sublingual (72). Existen presentaciones de 100, 200, 400, 600 y 800 µg. Comprimido sublingual de fentanilo El comprimido sublingual de fentanilo (CSF) consiste en un agregado de partículas de fentanilo recubiertas por un material mucoadhesivo que facilita una mayor exposición del fármaco a la mucosa sublingual (73). El comprimido debe depositarse al fondo de la cavidad sublingual hasta su completa MÓDULO 1 pág. 23 Valoración y tratamiento farmacológico del dolor irruptivo disolución, sin masticarlo ni tragarlo, consiguiendo proporcionalidad en las dosis estudiadas en voluntarios sanos y en pacientes. La biodisponibilidad se estima en alrededor del 70% de la dosis administrada (74). Al ser su biodisponibilidad mucho mayor que la del CFOT, se ha establecido una equivalencia de dosis de 1:2. Frente a placebo, el CSF fue superior a los 10 minutos de su administración y efecto mantenido a los 30 y 60 minutos; se trata de una alternativa segura de tratamiento a largo plazo (75,76). Se presenta en 100, 200, 300, 400, 600 y 800 µg. Fentanilo intranasal El fentanilo intranasal (FIN) consiste en un dispositivo que pulveriza fentanilo en pectina en la fosa nasal del paciente, de manera que, al contacto con la mucosa nasal y por acción de los iones de calcio presentes naturalmente en ella, se forma un gel que permite la absorción uniforme de fentanilo; la presencia de este gel permite aminorar el efecto pico de la absorción intranasal directa de fentanilo. En los estudios realizados en voluntarios sanos se observa la proporcionalidad de la dosis, consiguiéndose alcanzar la concentración máxima (Cmáx) a los 15 minutos de su administración; el FIN fue superior a placebo desde el minuto 10 y desde los 5 minutos en un estudio frente a morfina oral; su empleo a largo plazo fue bien tolerado y seguro (77). Su efectividad no se ve alterada por la presencia de rinitis alérgica, pero sí con la administración de vasoconstrictores nasales como la oximetazolina. Ha sido recomendada por la European Association for Palliative Care (EAPC) como alternativa rápida y Abordaje integral del dolor oncológico pág. 24 efectiva en el tratamiento del dolor irruptivo oncológico (33). Tiene presentaciones de 100 y 400 µg. Titulación de la dosis de fentanilo para el tratamiento del dolor irruptivo oncológico No existe correlación entre la dosis de analgesia basal y la dosis necesaria para controlar un episodio de dolor irruptivo oncológico. Por este motivo, es necesario titular adecuadamente las dosis de cualquiera de las formulaciones de fentanilo que se utilicen en su tratamiento. El proceso de titulación consiste en encontrar la dosis suficiente de analgesia necesaria para controlar el episodio de dolor con un balance adecuado de efectos secundarios. Para todas las formulaciones, la titulación se consigue rápidamente en los estudios y son pocos los pacientes que no consiguen titularse adecuadamente. En la práctica clínica diaria, este proceso debe llevarse a cabo minuciosamente, explicando de forma adecuada al paciente cómo escalar progresivamente las dosis (existe un protocolo propio para cada formulación de fentanilo) y cómo utilizar su analgesia de rescate habitual en caso de fallo de la dosis propuesta. Existe el riesgo de que el paciente encuentre el proceso poco ágil y lo abandone, por lo que es necesario apoyarle especialmente en esta fase del tratamiento. No hay evidencia suficiente que apoye el inicio de tratamiento del dolor irruptivo oncológico estimando la dosis teórica en función de la analgesia basal, aunque sí comunicaciones anecdóticas al respecto (78). Bibliografía 1. Merskey H, Albe-Fessard DG, Bonica JJ, et al. Pain terms: a list with definitions and notes on usage. Recommended by the IASP Sub-Committee on Taxonomy. Pain. 1979;6:249-52. 2. McGuire DB. Comprehensive and multidimensional assessment and measurement of pain. J Pain Symptom Manage. 1992;7:312-9. 3. 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