Download RPSM OFC 4(4).indd - Sociedad Española de Psiquiatría
Document related concepts
no text concepts found
Transcript
ISSN: 1888-9891 REVISTA DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL Eficacia en cada fase del1 tratamiento antidepresivo Revista de Psiquiatría y Salud Mental Órgano Oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica Volumen 4, Número 4. Octubre-Diciembre 2011 EDITORIALES Psiquiatría y sus objetos ¿Antidepresivos glutamatérgicos? Las sorprendentes propiedades antidepresivas de la quetamina ORIGINALES Versión española de dos escalas olfatorias: fiabilidad y validez Impulsividad, búsqueda de sensaciones y agresividad en pacientes bipolares tipo I y II Tratamiento psicofarmacológico del trastorno bipolar en América Latina ARTÍCULO ESPECIAL Informe del 3.er Foro sobre Políticas de Actuación del Consejo Europeo del Cerebro REVISIÓN ψ Revisión sistemática de los Genomewide Association Studies (GWAS) en esquizofrenia OCTUBRE-DICIEMBRE 2011 - VOLUMEN 4 - NUMERO 4 THY-02-10/009 AGENDA www.elsevier.es/saludmental Indexada en SSCI/JCR (Social Science Citation Index / Journal of Citation Reports) Factor de impacto: 0,435 Revista de Psiquiatría y Salud Mental Órgano Oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica Sociedad Española de Psiquiatría Sociedad Española de Psiquiatría Biológica Junta Directiva Junta Directiva Presidente: J. Saiz Ruiz Presidente: J. Bobes García Vicepresidente: M. Gutiérrez Fraile Vicepresidente: Miguel Bernardo Arroyo Secretario: M. Martín Carrasco Secretario: C. Arango López Vicesecretario: J.I. Eguiluz Uruchurtu Vice-secretario: Mikel Urretavizcaya Sarachaga Vocal ex Presidentes: J. Vallejo Ruiloba Vocal Ex-presidente: José Giner Ubago Vocal Presidentes de Sociedades Regionales de Psiquiatría y Secciones: M.P. García-Portilla González Vocal Investigadores Referentes: Víctor Pérez Sola Vocales Asamblea: A. Bulbena Vilarrasa, Luis Rojo y F. Vidal Pardo Vocal Investigadores jóvenes acreditados: Carmen Díaz Sastre Vocal Asamblea: José Luis Ayuso Mateos Edición y publicidad: ELSEVIER ESPAÑA, S.L. Travessera de Gràcia, 17-21. 08021 Barcelona - Teléfono 932 000 711. Fax: 932 091 136 Infanta Mercedes, 90. 28020 Madrid (España) - Teléfono 914 021 212. Fax: 914 250 424 Indexada en Social Sciences Citation Index® Journal Citation Reports/Social Sciences Edition Current Contents®/Social and Behavioral Sciences REVISTA DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL es el órgano oficial de expresión de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica. Publicación trimestral. Copyright 2011 Elsevier España, S.L. Reservados todos los derechos. Copyright 2011 Sociedad Española de Psiquiatría y Sociedad Española de Psiquiatría Biológica. Reservados todos los derechos. El contenido de la presente publicación no puede ser reproducido, ni transmitido por ningún procedimiento electrónico o mecánico, incluyendo fotocopia, grabación magnética, ni registrado por ningún sistema de recuperación de información, en ninguna forma, ni por ningún medio, sin la previa autorización por escrito del titular de los derechos de explotación de la misma. ELSEVIER ESPAÑA, a los efectos previstos en el artículo 32.1 párrafo segundo del vigente TRLPI, se opone de forma expresa al uso parcial o total de las páginas de REVISTA DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL con el propósito de elaborar resúmenes de prensa con fines comerciales. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www. cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Tarifa de suscrición anual Profesionales 112,47 € Instituciones 284,72 € (IVA incluido. Precios válidos sólo para España) Suscripciones y atención al cliente Elsevier España, S.L. Travessera de Gràcia, 17-21. 08021 Barcelona. Tel.: 902 888 740 Correo electrónico: suscripciones@elsevier.com Protección de datos: Elsevier España, S.L. declara cumplir lo dispuesto por la Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter Personal. REVISTA DE PSIQUIATRÍA Y SALUD MENTAL se distribuye exclusivamente entre los profesionales de la medicina. Control voluntario de difusión realizado por OJD. Impreso en España. Depósito Legal: B-28877-2008 ISSN: 1888-9891 Revista de Psiquiatría y Salud Mental Órgano Oficial de la Sociedad Española de Psiquiatría y de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica COMITÉ EDITORIAL Director: J. Bobes Universidad de Oviedo. CIBERSAM. Oviedo Editores Asociados: C. Arango M. Bernardo J.M. Menchón P.A. Sáiz Hospital Gregorio Marañón. CIBERSAM. Madrid. Hospital Clínic. CIBERSAM. Barcelona. Hospital Universitari de Bellvitge. CIBERSAM. Barcelona. Universidad de Oviedo CIBERSAM.Oviedo. E. Baca J. Cervilla J. Sáiz E. Vieta Fundación Jiménez Díaz. CIBERSAM. Madrid. Hospital Universitario San Cecilio. CIBERSAM UGR. Granada. Hospital Universitario Ramón y Cajal.. CIBERSAM. Madrid. Hospital Clínic, Universidad de Barcelona, IDIBAPS. CIBERSAM. Barcelona CONSEJO EDITORIAL R. Alarcón J. García-Sevilla J. Lieberman Mayo Clinic. Rochester, MN (USA) Universitat de les Illes Balears. Palma de Mallorca, Illes Balears (Spain) New York State Psychiatric Institute. New York (USA) M. Alegría J. Garrabé de Lara A. Lobo Center for Multicultural Mental Health Research. Somerville, MA Boston (USA) Fondation Henry Ey. Perpignan (France) Hospital Clínico. Universitario. Zaragoza (Spain) F. Artigas C. Gastó M. Maj Institut d’Investigacions Biomédiques de Barcelona. Barcelona (Spain) Hospital Clínico de Barcelona. Barcelona (Spain) University of Naples SUN. Naples (Italy) J.L. Ayuso Gutiérrez M. Gaviria J. Mann Universidad Complutense de Madrid. Madrid (Spain) University of Illinois. Chicago (USA) New York State Psychiatric Institute. New York (USA) J.L. Ayuso J. Gibert-Rahola J.E. Mezzich Hospital Universitario de La Princesa. Madrid (Spain) Universidad de Cádiz. Cádiz (Spain) International Center for Mental health. New York (USA) E. Baca J. Giner H.J. Möller Universidad Autónoma de Madrid. Madrid (Spain) Universidad de Sevilla. Sevilla (Spain) P. Bech T.E. Goldberg Psychiatry of the University of Munich (LMU). München (Germany) Frederiksborg General Hospital. Hillerød (Denmark) Zucker Hillside Hospital. Glen Oaks, NY (USA) M. Oquendo G. Berrios G. Goodwin University of Cambridge Fellow Vitalicio, Robinson College. Cambridge (UK) Warneford Hospital. Oxford (UK) Division of Molecular Imaging and Neuropathology. Columbia University. New York (USA) A. Blanco P. Gorwood Universidad de Sevilla. Sevilla (Spain) Hopital Louis Mourier. Paris (France) C. Blanco J. Guimón New York State Psychiatric Institute. New York (USA) Universidad del País Vasco. Bilbao (Spain) A. Bulbena M. Gutiérrez Hospital del Mar. Institut d’Atenció Psiquiàtrica. Barcelona (Spain) Universidad del País Vasco. Vitoria (Spain) J. M. Cañive M. Hammon University of New Mexico. Albuquerque, NM (USA) W. Carpenter Faculty du Medicine Pierre et Marie Curie Faculty Pitié-Salpétrière. Paris (France) University of Maryland School of Medicine. Baltimore, MD (USA) E. Hollander MRC Unit on Anxiety Disorders. Cape Town (South Africa) M. Casas Mount Sinai School of Medicine. New York (USA) M. Trujillo Hospital Universitari Vall d’Hebron. Barcelona (Spain) E. Ibáñez New York University School of Medicine. New York (USA) F.X. Castellanos Universidad de Valencia. Valencia (Spain) J. Van Os NYU Child Study Center. New York (USA) B. Kirkpatrick P. Delgado Medical College of Georgia. Augusta, GA (USA) School for Mental Health and Neuroscience. Maastricht (Nederland) Cleveland (USA) A. Labad J.M. Delgado HPU Institut Pere Mata. Tarragona (Spain) Universidad Central de Barcelona. Barcelona (Spain) Universidad Pablo de Olavide. Sevilla (Spain) C. Leal J.L. Vázquez-Barquero J. Escobar Hospital Clínico Universitario. Valencia (Spain) Robert Wood Johnson Medical School Clinical Academic Building. New Brunswick, NJ (USA) J. de León T. Palomo Hospital Doce de Octubre. Madrid (Spain) L. Rojo Hospital Universitario La Fe. Valencia (Spain) F. Rubia Universidad Complutense de Madrid. Madrid (Spain) P. Ruiz University of Texas-Houston Medical School. Houston, TX (USA) D. Stein J. Vallejo Hospital Universitario Marqués de Valdecilla. Santander (Spain) M. Weisman NYS Psychiatric Institute. New York (USA) Eastern State Hospital. Lexington, KY (USA) J. Fernández J. Licinio Universidad Autónoma de Madrid. Madrid (Spain) Miller School of Medicine. University of Miami. Miami, FL (USA) COMITÉ DE EXPERTOS L. Agüera (Madrid) E.J. Aguila (Valencia) C. Álamo (Madrid) E. Álvarez (Barcelona) B. Arranz (Barcelona) V. Balanzá (Valencia) J. Ballesteros (Bilbao) A. Benabarre (Barcelona) H. Blasco (Madrid) M. Bousoño (Oviedo) M. Camacho (Sevilla) F. Cañellas (Palma de Mallorca) J.L. Carrasco (Madrid) J. Castro (Barcelona) A. Ceverino (Madrid) I. Corripio (Barcelona) B. Crespo (Santander) J.M. Crespo (Barcelona) R. de Frutos (Valencia) J.M. de la Fuente (Lannemezan, France) C. de las Cuevas (Tenerife) M. Desco (Madrid) M. Díaz-Marsá (Madrid) M.C. Díaz (Madrid) J.I. Eguiluz (Bilbao) L. Fañanás (Barcelona) M. Farré (Barcelona) E. Fernández (Cambridge, UK) J. Fernández (Madrid) D. Fraguas (Albacete) M.D. Franco (Sevilla) J. García (Zaragoza) C. García (Barcelona) M. García (Palma de Mallorca) M.P. García-Portilla (Oviedo) L. Giner (Sevilla) A.M. González-Pinto (Vitoria) M. Gurpegui (Granada) B. Gutiérrez (Granada) J.M. Haro (Barcelona) A. Ibáñez (Madrid) M.A. Jiménez-Arriero (Madrid) J. López (Madrid) P. López (Navarra) M. Martín (Pamplona) F. Mayoral (Málaga) A. Mané (Barcelona) J. Martí (Barcelona) I. Mata (Santander) J. Meana (Bilbao) J.A. Micó (Cádiz) V. Molina (Salamanca) A.L. Montejo (Salamanca) J.M. Montes (Madrid) D. Moreno (Madrid) C. Moreno (Madrid) M. Mur (Lleida) V. Navarro (Barcelona) R. Navinés (Barcelona) J.M. Olivares (Vigo) F. Ortuño (Pamplona) M. Parellada (Madrid) J.C. Pascual (Barcelona) A. Pazos (Santander) R. Pérez (Santander) V. Pérez (Barcelona) J. Pifarré (Lleida) J.A. Ramos (Barcelona) M. Roca (Palma de Mallorca) M.D. Sáiz (Madrid) L. Salvador (Barcelona) L. San (Barcelona) J. Sanjuán (Valencia) P. Sierra (Valencia) C. Soutullo (Pamplona) R. Tabares (Valencia) M. Torrens (Barcelona) M. Urretavizcaya (Barcelona) M. Valdés (Barcelona) F. Vaz (Badajoz) Sumario Volumen 4, Número 4/2011 EDITORIALES 179 Psiquiatría y sus objetos G.E. Berríos 183 ¿Antidepresivos glutamatérgicos? Las sorprendentes propiedades antidepresivas de la quetamina F. Artigas ORIGINALES 187 Versión española de dos escalas olfatorias: fiabilidad y validez E. Burón, A. Bulbena, G. Pailhez y A. Bulbena Cabré 195 Impulsividad, búsqueda de sensaciones y agresividad en pacientes bipolares tipo I y II P. Sierra, L. Livianos, L. Peris y L. Rojo 205 Tratamiento psicofarmacológico del trastorno bipolar en América Latina O. Heeren, M. Sánchez De Carmona, G. Vásquez, R. Córdoba, J. Forero, L. Madrid, D. Lara, R. Medina y L. Meza ARTÍCULO ESPECIAL 212 Informe del 3.er Foro sobre Políticas de Actuación del Consejo Europeo del Cerebro J. Bobes, C. Cavada, R. Luquín, G. Morales, M. Manrique, J. Sáiz, J.L. Molero Ruiz, G. Carbone y C. Arango REVISIÓN 218 Revisión sistemática de los Genomewide Association Studies (GWAS) en esquizofrenia A. Valiente, A. Lafuente y M. Bernardo AGENDA 228 Agenda Contents Volume 4, Number 4/2011 EDITORIALS 179 Psychiatry and its objects G.E. Berríos 183 Glutamatergic antidepressants? The intriguing antidepressant properties of ketamine F. Artigas ORIGINAL ARTICLES 187 The Spanish version of two olfactory scales: Reliability and validity E. Burón, A. Bulbena, G. Pailhez and A. Bulbena Cabré 195 Impulsivity, sensation seeking and aggressiveness in patients with bipolar I and II disorder P. Sierra, L. Livianos, L. Peris and L. Rojo 205 Psychopharmacological treatment of bipolar disorder in Latin American O. Heeren, M. Sánchez De Carmona, G. Vásquez, R. Córdoba, J. Forero, L. Madrid, D. Lara, R. Medina and L. Meza SPECIAL ARTICLE 212 Report of the 3rd European Brain Policy Forum J. Bobes, C. Cavada, R. Luquín, G. Morales, M. Manrique, J. Sáiz, J.L. Molero Ruiz, G. Carbone and C. Arango REVIEW ARTICLE 218 Systematic review of the Genomewide Association Studies (GWAS) in schizophrenia A. Valiente, A. Lafuente and M. Bernardo CALENDAR 228 Calendar Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.). 2011;4(4):179---182 www.elsevier.es/saludmental EDITORIAL Psiquiatría y sus objetos Psychiatry and its objects Germán E. Berríos Robinson College, Universidad de Cambridge, Reino Unido Todas las disciplinas, ya sean naturales, sociales o bellas artes, se relacionan con un objeto que consideran específicamente propio. El hecho de que los objetos de algunas disciplinas (p.ej., la zoología o la botánica) sean más fáciles de reconocer que los de otras (p.ej., la antropología social o la historia del arte) se suele explicar aseverando que los primeros son ontológicamente independientes. En la actualidad, existe una tendencia a colocar los objetos de la psiquiatría en esta categoría. De hecho, los trabajos sobre la filosofía de la psiquiatría tienden a sustentar la idea de que las enfermedades mentales son clases naturales1 , pero esta postura justificativa tiene poca utilidad para la psiquiatría2 . En este editorial se analiza la cuestión de los objetos mentales, como los síntomas y los trastornos, y se propone que no son ni físicos (como las flores o los tumores cerebrales), ni abstractos (como las virtudes o los símbolos), sino que su naturaleza es híbrida.La pregunta «¿qué clase de cosas son los trastornos psiquiátricos?» parece bastante inocente3 . Sin embargo, un somero análisis demuestra que la respuesta depende de la existencia de una definición operativa de «trastorno psiquiátrico», lo que claramente conlleva cierto «contrabando» conceptual y probablemente conduzca a decantarse por la cuarta entre las siguientes alternativas: «esencialista», «constructivista», «pragmática» y «mecanicista»; racimo mecánico de propiedades (en inglés «property cluster kinds»). Un análisis más detallado muestra que la opción elegida no es realmente la caracterización de una «cosa» (objeto), sino la descripción de un supuesto mecanismo epistemológico para conferir validez a la psiquiatría biológica. Correo electrónico: geb11@cam.ac.uk Los objetos de la psiquiatría Para abordar la pregunta anterior de un modo justo, el análisis se debe iniciar en el nacimiento mismo del río epistemológico. La historia demuestra que los «objetos» de la psiquiatría no se pueden estudiar de forma independiente de los «sistemas de descripción, explicación y gestión» (SDEG) que se utilizan para expresarlos en primera instancia4 . Los SDEG nombran los conjuntos organizados de respuestas y representaciones emocionales, cognitivas y ejecutivas que las distintas sociedades formulan para manejar a aquellos miembros que, de forma consensuada, se consideran diferentes, problemáticos, locos, desviados, etc. Los SDEG han formado parte de la práctica social de la gran mayoría de grupos humanos. En los libros de texto de psiquiatría actuales podemos hallar el SDEG que rige nuestro propio punto de vista respecto a los «trastornos mentales». Si damos por cierto que los objetos de la psiquiatría no se pueden concebir independientemente de los SDEG que los articulan, se debe concluir que son «relacionales» por definición, y se modificarán pari passu con los cambios en los SDEG. Este punto de vista abre interesantes posibilidades explicativas, de las que la más importante es que, para explicar la formación de los objetos psiquiátricos, se pueden diseñar modelos que no tengan aspiraciones transhistóricas o transculturales. La psiquiatría como una disciplina híbrida La psiquiatría puede definirse como una disciplina teórica y práctica cuya estructura epistemológica está a caballo entre las ciencias naturales y las humanidades. Este carácter híbrido es un legado de las fuerzas epistemológicas que operaron en la construcción del alienismo durante el siglo XIX. 1888-9891/$ – see front matter © 2011 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.rpsm.2011.09.001 180 Se esperaba de los alienistas que hallasen las «causas» de la locura y que, además, la «comprendiesen». El alienismo logró cumplir de modo aceptable la primera expectativa mediante la adopción del modelo anatomicoclínico de la enfermedad que predominaba en la medicina del siglo XIX. La segunta tarea, sin embargo, resultó mucho más difícil de llevar a cabo y acabó por ser un esfuerzo fallido5 , porque a los alienistas en ejercicio les resultó difícil incorporar en su marco conceptual (médico) las tendencias hermenéuticas e historicistas que se estaban desarrollando en la Europa de la época. Eran las mismas tendencias que, al centrarse en la subjetividad y la intersubjetividad, suministraron las preguntas en torno a las que se han organizado las humanidades modernas. En general, a los alienistas les resultó más cómodo hacer hincapié en el modelo anatomicoclínico y hasta principios del siglo XX, el único esfuerzo hermenéutico fue realizado por Freud. Esto creó en la psiquiatría una tensión conceptual que aún no se ha resuelto. Los debates ocasionales sobre un modelo «biopsicosocial» no han llevado a ninguna parte, ya que solo pueden ofrecer una solución verbal6 . La única solución es desarrollar un modelo sobre la formación de síntomas mentales que combine los componentes biológicos y semánticos. Formación de síntomas mentales como objetos híbridos De acuerdo con el modelo de Cambridge, existen al menos cuatro vías para la formación de síntomas 7 . Aquí solo describiremos la vía (a). La mayoría de los síntomas mentales comienzan como señales cerebrales que resultan en una malfunción de vías, sitios, etc. y que al penetrar en la conciencia dan lugar a proto-experiencias que a menudo se experimentan por primera vez. Para hacer hincapié en la incoada naturaleza pre-lingüística de estas experiencias se les ha denominado «caldo primordial» (CP). Las personas afectadas pueden buscar la comunicación de su experiencia, pero puesto que la comunicación se basa en el significado, estas proto-experiencias primero deben configurarse. Y el individuo afectado hace eso por medio de configuradores personales, familiares, sociales y culturales. En este sentido, el manejo cognitivo del CP no es diferente del de cualquier otra señal. No obstante, la información entrante ordinaria resulta fácil de configurar porque los sujetos poseen una serie de plantillas emocionales y cognitivas adquiridas a través del desarrollo y de la educación. Sin embargo, no existen tales plantillas para configurar protoexperiencias nuevas. Por esta razón, los sujetos primero responden a ellas con perplejidad y emocionalidad. En ocasiones, el sujeto logra configurar el CP, a menudo con la ayuda de un médico, y puede transmitirla en la forma de una verbalización. Esto constituye el «síntoma mental» tal y como aparece en las notas del caso. La configuración semántica/cultural de la señal cerebral puede ser tan profunda que el contenido final de los síntomas mentales no refleje la especificidad neuropsicológica de su origen. Por ejemplo, el hecho de que un sujeto verbalice un síntoma con contenido «perceptual» («oir» voces o «ver» gente) no quiere decir que la señal original se originase en las regiones cerebrales de la percepción. Esto se debe a que G.E. Berríos la «misma» señal cerebral puede configurarse como diferentes tipos de síntomas mentales, y diferentes señales pueden configurarse como el «mismo» síntoma. Con mucha frecuencia, es difícil para el individuo decidir si su CP consiste en una imagen o en una idea (como ocurre durante el sueño), y la comunicación final de la proto-experiencia como alucinación o como idea delirante dependerá más de la configuración cognitiva o emocional que de la señal cerebral en sí. Del mismo modo, los estados internos desagradables podrían ser interpretados por algunos pacientes como «depresión» mientras que otros los describen como «ansiedad», «fatiga» o «dolor». Es importante recordar que los paradigmas actuales de investigación conciben los síntomas mentales como una cartografía de sitios específicos del cerebro en los que se establece una correspondencia unívoca y por lo tanto, no pueden hacer frente a estas reconfiguraciones culturales. En este editorial se propone que la combinación especial de señales biológicas y configuradores culturales dan lugar a un nuevo tipo de objeto que debería denominarse objeto híbrido. La psiquiatría no es la única disciplina capaz de construir tales objetos; por ejemplo, la historia del arte, la geografía, y la psicología también lo hacen. Los «objetos híbridos» incluyen componentes tanto del mundo natural como del social. La proporción que contribuye cada componente (en relación con cada uno de los síntomas mentales conocidos) y la forma en que interaccionan requieren más investigación. Es evidente que las necesidades de clasificación de los objetos híbridos y la forma en que se relacionan con el cerebro también difieren de los objetos físicos y abstractos. Los objetos híbridos no deben considerarse una mera «combinación» de objetos físicos y abstractos, porque proceden de la acción configurativa de seres humanos y por lo tanto, están imbuidos de la fuerza emocional, volitiva y cognitiva generada por las personas al enfrentarse a una experiencia (el caldo primordial) compleja y (a menudo) desconcertante. Como respuestas dinámicas, los objetos híbridos están totalmente en consonancia con la personalidad y el estado mental. Son expresión de la forma en que las creencias, los códigos culturales y la visión del mundo se entrelazan como respuesta a una experiencia extraña. La inscripción en el cerebro de los objetos híbridos (síntomas mentales) La naturaleza sui generis de los objetos híbridos plantea la cuestión de cómo se relacionan con el cerebro ya que muchos consideran los trastornos psiquiátricos como la expresión de patologías que afectan a este órgano. Sorprendentemente, no existe demasiada investigación sobre modelos teóricos que de cuenta de la inscripción específica de los síntomas mentales en el cerebro. Posiblemente se deba a que se considera demostrado el supuesto del siglo XIX de que todos los actos mentales se inscriben principalmente en el cerebro, y se piensa que esta cuestión es empírica más que conceptual8 . En este editorial «localización» se entiende como «el proceso de fijar, o el hecho de estar fijado, en alguna parte u órgano del cuerpo» (Diccionario de Oxford); «representación»: «algún tipo de imagen, símil o reproducción de una cosa» (Diccionario de Oxford), e «inscripción»: Psiquiatría y sus objetos «una marca en un órgano o parte producida por otro en contacto con él, especialmente una marca en la parte carnosa de un músculo donde se cruza con un tendón» (Diccionario de Oxford). Las frases «representación cerebral» e «inscripción cerebral» (en lugar de localización cerebral) se utilizan para referirse a cualquiera de los modos en que los actos mentales pueden estar relacionados con el cerebro y están destinados a ser neutrales con respecto a: 1) la fijación de la localización (como en las funciones cerebrales preestablecidas; por ejemplo, las funciones motoras sensoriales, el lenguaje, etc.), y 2) la primariedad (como ser «originador de dicha actividad mental»). En este sentido, el modelo neuropsiquiátrico de Cambridge sobre formación de síntomas respeta el postulado de que toda actividad mental debe estar relacionada con la actividad cerebral. Sin embargo, también pretende demostrar que las inscripciones en el cerebro de los síntomas mentales son complejos estados relacionales, diferentes en muchos aspectos de la ingenua afirmación de que expresan algún tipo de correlación unívoca y fija. Por lo tanto, se sugiere aquí que existen (al menos) dos formas de representación/inscripción cerebral: la primaria y la secundaria. Ejemplos de formas primarias de inscripción se pueden encontrar en la percepción, la memoria y otras funciones mentales predeterminadas, donde la naturaleza de la relación entre la función mental y el sustrato anatómico es tal que: a) una lesión de este último afectará la generación de la primera, y b) la manipulación terapéutica de la inscripción cerebral puede aliviar la perturbación de la función mental en cuestión (como suele ocurrir en los trastornos neurológicos, por ejemplo, un tumor cerebral que causa alucinaciones, algunas manifestaciones de epilepsia, etc.)9 . La inscripción cerebral secundaria se utiliza aquí para referirnos a la forma en que el complejo estado mental simbólico se relaciona con o está representado en el cerebro. Los estados mentales simbólicos se definen como estados mentales cuya definición, esencia y fuerza causal se han vuelto más dependientes de un significado temporal único adquirido respecto a una situación relacional específica, que de su sustrato neurobiológico original. Lo que importa en los estados mentales simbólicos no es que sean pensamientos o emociones, sino que han adquirido un grado de significación superveniente que impulsa al sujeto a comportarse, sentir, etc. de una manera particular en una interacción social específica. Este significado superveniente se origina en el espacio semántico10 que se forma temporalmente entre seres humanos a través del diálogo linguístico. Este significado puede durar (si se registra o recuerda), pero lo más frecuente es que se desvanezca una vez que termina la relación de diálogo y su espacio semántico. No obstante, mientras está presente, posee una fuerza motriz propia que induce sentimientos y comportamientos específicos en los participantes. Una característica interesante de estos significados supervinientes es que no están «dentro de la cabeza» de los participantes, sino en el espacio temporal semántico que han creado. La cuestión es: ¿cómo se relacionan estos significados supervenientes con el cerebro de cada uno de los participantes? Un ejemplo de significado superveniente es la función perlocutiva de los actos de habla de Austin11 . Si uno tuviera 181 que preguntarse cómo se localizan estos en el cerebro, la respuesta sería probablemente diferente dependiendo de cada componente. Dado que el lenguaje se considera una función «predeterminada» se podría afirmar que los componentes locutivos e ilocutivos deberían inscribirse de forma primaria. Sin embargo, cuando se trata de la función perlocutiva, las cosas se complican porque esta solo tiene significado en un espacio interpersonal. Cuando un sacerdote le dice a una pareja: «Os declaro marido y mujer», el hecho de poder localizar en el cerebro la pronunciación de sus palabras es irrelevante para el acto performativo. El acto performativo es una acción simbólica que adquiere significado solo si el contexto es el correcto, si los participantes se casan por voluntad propia, si el lugar ha sido acreditado para tal fin y así sucesivamente. Decir que el acto performativo también se localiza en el cerebro del sacerdote (porque la verbalización de las palabras sí lo está) parece absurdo. Se sugiere aquí que al menos algunos síntomas mentales contienen configuradores culturales y superposiciones simbólicas que los hacen funcionalmente más cercanos al componente performativo del acto de habla. Es probable que se llegue a capturar mediante neuroimágenes las representaciones cerebrales primarias y secundarias de los síntomas mentales. Sin embargo, solo la identificación (y manipulación) de las primeras tendrán implicaciones terapéuticas. Las intervenciones terapéuticas sobre las inscripciones cerebrales secundarias probablemente sean contraproducentes. La distinción entre primario y secundario gana así una importancia muy práctica, ya que es probable que muchos síntomas mentales (y los «trastornos» de los que son miembros) se representen solo de forma secundaria. Por todo ello, es esencial que los psiquiatras desarrollen criterios para diferenciar entre los síntomas mentales con representación cerebral primaria y secundaria. En resumen, los síntomas mentales son un tipo especial de objetos, diferentes de los objetos físicos y de los abstractos. Son el resultado de un complejo proceso por el cual las señales cerebrales se configuran mediante códigos culturales. Esto cambia por completo su significado y contenido, y los hace irreductibles a la explicación neurobiológica. La naturaleza híbrida de los síntomas mentales genera nuevas necesidades teóricas e investigaciones en cuanto a su comprensión hermenéutica, clasificación e inscripción en el cerebro. Esto se debe abordar de forma urgente no por razones teóricas, sino porque existen personas ahí fuera que sufren síntomas mentales. Se debe dar preferencia a cualquier modelo que pueda generar respuestas terapéuticas personalizadas, útiles y predictivas a sus tribulaciones. En este sentido, la filosofía de la psiquiatría tiene un papel crucial que desempeñar en el análisis de la naturaleza y manejo de la psiquiatría y sus objetos. Conflicto de intereses El autor declara no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografía 1. Murphy D. Psychiatry in the Scientific Image. Cambridge, MIT Press: Johns Hopkins University Press; 2006; 182 2. 3. 4. 5. 6. G.E. Berríos Kendler KS, Parnas J. Philosophical Issues in Psychiatry. Baltimore: Johns Hopkins University Press; 2008. Berrios GE. Mind in General by Sir Alexander Crichton. Hist Psychiatry. 2006;17:469---97. Kendler KS, Zachar P, Craver C. What kinds of things are psychiatric disorders? Psychological Medicine. 2011;41:1143---50. Berrios GE. La Epistemología de la Psiquiatría. Polemos: Buenos Aires; 2011. Berrios GE. Historia de los síntomas de los trastornos mentales. México: Fondo de Cultura Económica; 2008. Ghaemi SN. The Rise and Fall of the Biopsychosocial Model. Baltimore: Johns Hopkins University Press; 2009. 7. Berrios GE, Marková IS, Olivares JM. Retorno a los síntomas mentales: hacia una nueva metateoría. Psiq Biol. 1995;2:13---24. 8. Hécaen H, Lanteri-Laura G. Evolution des connaissances et des doctrines sur les localisations cerebrales. Paris: Desclée de Brouwer; 1978. 9. Hécaen H, Lanteri-Laura G. Les fonctions du Cerveau. Masson: Paris; 1983. 10. Gärdenfors P. Conceptual Spaces. Cambridge: MIT Press; 2004; Kelso JAS. Dynamic Patterns. Cambridge: MIT Press; 1995. 11. Austin JL. How to do Things with Words. At the Clarendon Press: Oxford; 1962. Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.). 2011;4(4):183---186 www.elsevier.es/saludmental EDITORIAL ¿Antidepresivos glutamatérgicos? Las sorprendentes propiedades antidepresivas de la quetamina Glutamatergic antidepressants? The intriguing antidepressant properties of ketamine Francesc Artigas a,b a Departamento de Neuroquímica y Neurofarmacología, Institut d’Investigacions Biomèdiques de Barcelona (CSIC-IDINAPS), Barcelona, España b Centro de Investigación Biomédica en Salud Mental (CIBERSAM), Madrid, España Limitaciones actuales en el tratamiento de la depresión Los fármacos antidepresivos actuales, basados en la recaptación de las monoaminas serotonina y/o noradrenalina, presentan dos problemas principales: lentitud de acción y baja eficacia. Aunque la mayor parte de estudios clínicos controlados indican una respuesta (reducción a la mitad de la severidad inicial) de alrededor del 60% a las 6 semanas de tratamiento, los datos del estudio naturalístico STAR*D, realizado en casi 2.900 pacientes, reflejan un panorama menos esperanzador, con tasas de respuesta y remisión del 47% y 30%, respectivamente, tras 8 semanas de tratamiento con el inhibidor selectivo de recaptación de serotonina citalopram1 . Además, la eficacia de los fármacos antidepresivos disminuye con la progresión de la enfermedad, reduciendo el abanico de alternativas terapéuticas a estrategias más agresivas, como la terapia electroconvulsiva o ---más recientemente- la estimulación cerebral profunda2---4 , efectivos en los casos con mayor resistencia al tratamiento farmacológico. La búsqueda de nuevas dianas terapéuticas que superen las limitaciones actuales en el tratamiento de la depresión es uno de los grandes retos en Neuropsicofarmacología. Correo electrónico: francesc.artigas@iibb.csic.es El esfuerzo por identificar nuevas dianas terapéuticas en base a las que desarrollan fármacos más efectivos se está llevando a cabo tanto desde organismos públicos de investigación como desde las propias industrias farmacéuticas. En este sentido, el autor quiere resaltar los esfuerzos de investigación trasnacional de la Unión Europea a través de su convocatoria Innovative Medicines Initiative-Joint Undertaking (IMI-JU) en la que se enmarca el programa New Medications in Depresión and Schizophrenia (NEWMEDS). Asimismo, a nivel español, la investigación en este campo está respaldada a través de las actuaciones del CIBER de Salud Mental (CIBERSAM). Es de esperar que el esfuerzo conjunto de investigadores básicos y clínicos, así como la interacción entre sectores públicos y privados pueda dar frutos en un plazo no muy lejano, incluso a pesar de las evidentes limitaciones presupuestarias en la actualidad. En este sentido, la presente editorial refleja el reciente interés sobre la neurotransmisión glutamatérgica como diana para el desarrollo de nuevos fármacos antidepresivos más rápidos y eficaces que los fármacos actuales, basados en el aumento de la función de los sistemas monoaminérgicos. Neurotransmisión glutamatérgica: antagonistas NMDA El glutamato es el neurotransmisor más abundante en el cerebro de los mamíferos. Junto con el aminoácido 1888-9891/$ – see front matter © 2011 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.rpsm.2011.07.002 184 inhibitorio ácido gamma-aminobutítico (GABA) son los elementos esenciales de la comunicación interneuronal. El resto de compuestos implicados en la neurotransmisión cerebral (serotonina, catecolaminas, histamina, acetilcolina, neuropéptidos, oxido nitroso, canainoides endógenos, etc.) son en su mayor parte compuestos moduladores de la transmisión mediada por aminoácidos. El glutamato es el neurotransmisor de las neuronas de proyección de la corteza cerebral y de la mayor parte de las regiones subcorticales, como el tálamo, el hipocampo o la amígdala, con excepción de los ganglios basales (caudado-putamen, globo pálido y estructuras relacionadas), que utilizan el neurotransmisor inhibitorio GABA para comunicarse. Frente a las decenas de miles de millones de neuronas glutamatérgicas del cerebro humano, las neuronas monoaminérgicas (serotonina, noradrenalina, dopamina) representan un mínimo porcentaje (hay unas 250.00 neuronas serotoninérgicas en el cerebro humano). Sin embargo, debido a su extensa arborización, las neuronas monoaminérgicas alcanzan la mayor parte de las áreas cerebrales, tal como han demostrado estudios de neuroanatomía y neuroimagen. Esta característica morfológica las diferencia de las neuronas glutamatérgicas de proyección, cuyos axones tienen unas dianas neuronales mucho más restringidas. Las acciones del glutamato se dividen en: a) ionotrópicas, mediadas por receptores AMPA, NMDA y kainato, canales iónicos que permean cationes Na+ y Ca2+ , y b) metabotrópicas, mediadas por receptores de membrana acoplados a proteínas G (mGluR1-mGluR8), análogos a los receptores monoaminérgicos. Los receptores NMDA han sido implicados desde hace años en fenómenos de neuroplasticidad, entre los que destacan los procesos de long term potentiation (LTP, ‘potenciación a largo plazo’) implicados en memoria. Dichos receptores poseen una estructura de canal iónico formado por cuatro subunidades y permiten el paso de iones Ca2+ en condiciones de despolarización neuronal, es decir, cuando la neurona ha sido previamente activada por el propio glutamato a través de receptores AMPA o bien por otros neurotransmisores excitadores. El receptor NMDA posee diversos lugares de unión, entre los que destacan el lugar de fijación del propio glutamato y antagonistas competitivos, como el AP-V. Además, cuenta con lugares de regulación, tales como el sitio de unión de glicina y un sitio de unión dentro del canal para el ión Mg2+ y otro para los denominados antagonistas no competitivos, como quetamina o fenciclidina, anestésicos discoativos usados como modelos farmacológicos de esquizofrenia debido a su capacidad de mimetizar algunos síntomas de la enfermedad en individuos sanos y de agravar el estado de pacientes esquizofréncios5,6 . La activación fisiológica de los receptores NMDA por glutamato produce una entrada de iones Ca2* al interior de la neurona, lo que activa diversos procesos de señalización intraneuronal implicados en transmisión nerviosa, incluyendo los procesos de LTP antes mencionados. Sin embargo, su activación excesiva produce fenómenos de excitotoxicidad que conducen a muerte neuronal debido a una entrada masiva de iones Ca2+ . Paradójicamente, la administración sistémica de antagonistas no-competitivos de glutamato como MK-801, quetamina o fenciclidina producen un aumento de la actividad de neuronas glutamatérgicas de corteza y de las áreas F. Artigas subcorticales7---10 , efecto que se explica por la acción preferente de estos compuestos sobre receptores NMA localizados en interneuronas corticales y/o subcorticales11 . Además de estos cambios a nivel neuroquímico y de la actividad de neuronas corticales, los antagonistas no competitivos NMDA como la fenciclidina inducen notables cambios en el funcionamiento de las redes corticales. Así, la administración intravenosa de fenciclidina reduce marcadamente las oscilaciones de baja frecuencia en animales de experimentación. Efecto también revertido por antipsicóticos clásicos (haloperidol) y atípicos (clozapina), lo que indica también una clara relación de dichos efectos con sus acciones psicotomiméticas8 . Estos efectos son análogos a los producidos por otros agentes psicotomiméticos capaces de inducir alucinaciones, como el DOI (agonista de los receptores 5-HT23A , co acciones análogas a los del LSD y otros alucinógenos naturales como la mescalina, psilocibina y 5-metoxidimetiltriptamina)12 . Las intrigantes propiedades antidepresivas de la quetamina Además de las acciones psicotomiméticas de los antagonistas no competitivos del receptor de glutamato NMDA, en los últimos años se han descrito una serie de acciones antidepresivas de uno de ellos ---quetamina, cuyas propiedades euforizantes la han convertido en droga de abuso--- que han llevado al estudio de los receptores NMDA como posibles dianas terapéuticas en el desarrollo de antidepresivos. En efecto, un primer estudio piloto mostró que la administración intravenosa de dosis bajas de quetamina (0,5 mg/kg i.v.) a nueve pacientes hospitalizados con depresión unipolar y bipolar produjo rápidos efectos antidepresivos, con un efecto máximo a las 72 h postadministración, que se mantuvieron en algunos pacientes hasta un máximo de dos semanas13 . Estudios posteriores realizados por el mismo grupo confirmaron los resultados iniciales, mostrando que la quetamina inducía una respuesta en el 71% de pacientes resistentes a tratamientos convencionales14 , habiéndose descrito un caso de remisión completa y persistente tras un único tratamiento agudo con quetamina15 . Estos estudios se han replicado ya de forma independiente en un estudio naturalístico en pacientes con importante ideación suicida, incluso a dosis más bajas (0,2 mg/kg i.v.) que en los estudios iniciales, mostrando una reducción de la puntuación total en la escala de Montgomery-Asberg (MADRS) de 40 a 15 en 4 h16 . Los efectos secundarios de la infusión intravenosa de quetamina son mínimos, incluso a dosis muy superiores (5 mg/kg) que las utilizadas en los estudios anteriores, con una baja incidencia de aparición de síntomas psicóticos17 . Estos resultados clínicos con quetamina coinciden en el tiempo con los obtenidos mediante estimulación cerebral profunda de la corteza cingulada (áreas 24 y 25 de Broadman)2---4 y muestran que es posible obtener un efecto antidepresivo mucho más rápido y efectivo que el obtenido mediante los fármacos convencionales que inhiben la recaptación de las monoaminas. Además, ponen de manifiesto el importante papel de la neurotransmisión glutamatérgica en el tratamiento de la depresión, de la misma manera que ¿Antidepresivos glutamatérgicos? Las sorprendentes propiedades antidepresivas de la quetamina en esquizofrenia, donde se están desarrollando fármacos antipsicóticos agonistas de receptores metabotrópicos de glutamato18,19 . La eficacia antidepresiva de la quetamina está generando una ola de investigación preclínica y clínica sobre las acciones del glutamato que se añade a las investigaciones realizadas sobre este neurotransmisor en esquizofrenia y otras enfermedades psiquiátricas20 . Mecanismo de acción de la quetamina La mayor parte de los efectos de los antagonistas no competitivos NMDA (quetamina, fenciclidina, MK-801) se revierten o previenen mediante tratamiento con fármacos antipsicóticos7---10 , lo que indica una clara asociación con las acciones psicotomiméticas de estos compuestos. Sin embargo, se desconocen cuales son las acciones a nivel celular y de circuito responsables de los efectos antidepresivos de la quetamina, que ocurren a dosis más bajas que las responsables de sus efectos psicotomiméticos. No parece que dicho efecto se deba al aumento de monoaminas producido por dichos compuestos7,9,21 , ya que dichos aumentos se producen también tras la administración de inhibidores de la recaptación, cuyos efectos clínicos son mucho más lentos y de menor eficacia. Además, los pacientes que responden a quetamina en los diversos ensayos clínicos publicados habían sido tratados anteriormente con inhibidores de la recaptación, lo que refuerza la idea de que los efectos de quetamina no están mediados por un aumento de neurotransmisión monoaminérgica. En la actualidad, el mecanismo de acción de quetamina se desconoce, aunque se han empezado a describir mecanismos de señalización intracelular distintos de los activados por las monoaminas22 (ver más abajo). Es de esperar que la investigación que se está realizando en estos momentos conduzca a la identificación de los mecanismos moleculares, circuitos y áreas cerebrales responsables del efecto antidepresivo de quetamina. Nuevas dianas terapéuticas ligadas a receptores NMDA Estudios realizados en los años 90 mostraron que el tratamiento con fármacos antidepresivos clásicos inducía cambios en la expresión y función de receptores NMA (ver revisión en referencia 23), lo que aumentó el interés de la comunidad investigadora y clínica en compuestos con acciones en dicho receptor y propició la realización de los estudios clínicos mencionados más arriba. A pesar de las evidentes acciones antidepresivas de la quetamina, sus características farmacológicas, su potencial de abuso y sus acciones psicotomiméticas no la hacen un fármaco de uso rutinario. Por ello, un gran número de grupos de investigación se ha lanzado al estudio de las acciones de la quetamina a nivel celular. Así, se han descrito que dosis únicas de quetamina inducen un aumento de la señalización intraneuronal por mammalian target of rapamycin (mTOR) que se traduce en un aumento del número de espinas dendríticas de neuronas piramidales de corteza prefrontal de rata, y por tanto, en una mayor conectividad sináptica22 . Sin embargo, se desconoce si la quetamina puede afectar la función de circuitos cerebrales que impliquen áreas tradicionalmente relacionadas con la sintomatología depresiva, como la propia corteza 185 prefrontal, el hipocampo o la amígdala. Por otra parte, tampoco se conoce hasta qué punto las acciones anteriormente conocidas de quetamina sobre la actividad de elementos neuronales y circuitos cerebrales, así como en estudios de comportamiento animal participan en su acción antidepresiva, ya que han sido obtenidas a dosis mucho mayores que las usadas en los estudios clínicos. En resumen, las acciones antidepresivas de la quetamina han puesto de manifiesto la importancia de la neurotransmisión glutamatérgica y de los receptores NMDA en el tratamiento de la depresión. Es de esperar que la investigación pública y privada en este campo conduzca al descubrimiento de nuevos fármacos antidepresivos que superen las limitaciones de los fármacos actuales en términos de eficacia y rapidez de acción. Financiación Este trabajo ha sido financiado por el proyecto SAF200762378 y por el Instituto de Salud Carlos III, Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental, CIBERSAM. Conflicto de intereses El autor declara no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografía 1. Trivedi MH, Rush AJ, Wisniewski SR, Nierenberg AA, Warden D, Ritz L, et al. Evaluation of outcomes with citalopram for depression using measurement-based care in STAR*D: implications for clinical practice. Am J Psychiatry. 2006;163:28---40. 2. Mayberg HS, Lozano AM, Voon V, McNeely HE, Seminowicz D, Hamani C, et al. Deep brain stimulation for treatment-resistant depression. Neuron. 2005;45:651---60. 3. Kennedy SH, Giacobbe P, Rizvi SJ, Placenza FM, Nishikawa Y, Mayberg HS, et al. Deep brain stimulation for treatmentresistant depression: follow-up after 3 to 6 years. Am J Psychiatry. 2011;168:502---10. 4. Puigdemont D, Pérez-Egea R, Portella MJ, Molet J, De Diego-Adeliño J, Gironell A, et al. Deep brain stimulation of the subcallosal cingulate gyrus: further evidence in treatmentresistant major depresión. Int J Neuropsychopharmacol. 2011;22:1---13 [Epub ahead of print]. 5. Krystal JH, D’Souza DC, Mathalon D, Perry E, Belger A, Hoffman R. NMDA receptor antagonist effects, cortical glutamatergic function, and schizophrenia: toward a paradigm shift in medication development. Psychopharmacology (Berl). 2003;169:215---33. 6. Bickel S, Javitt DC. Neurophysiological and neurochemical animal models of schizophrenia: focus on glutamate. Behav Brain Res. 2009;204:352---62. 7. Adams BW, Moghaddam B. Effect of clozapine, haloperidol, or M100907 on phencyclidine-activated glutamate efflux in the prefrontal cortex. Biol Psychiatry. 2001;50:750---7. 8. Kargieman L, Santana N, Mengod G, Celada P, Artigas F. Antipsychotic drugs reverse the disruption in prefrontal cortex function produced by NMDA receptor blockade with phencyclidine. Proc Natl Acad Sci USA. 2007;104:14843---8. 9. López-Gil X, Babot Z, Amargós-Bosch M, Suñol C, Artigas F, Adell A. Clozapine and haloperidol differently suppress the MK-801-increased glutamatergic and serotonergic transmission in the medial prefrontal cortex of the rat. Neuropsychopharmacology. 2007;32:2087---97. 186 10. Santana N, Troyano-Rodriguez E, Mengod G, Celada P, Artigas F. Activation of thalamocortical networks by the N-methylD-aspartate receptor antagonist phencyclidine: Reversal by clozapine. Biol Psychiatry. 2011, -27. 11. Homayoun H, Moghaddam B. NMDA receptor hypofunction produces opposite effects on prefrontal cortex interneurons and pyramidal neurons. J Neurosci. 2007;27:11496---500. 12. Celada P, Puig MV, Díaz-Mataix L, Artigas F. The hallucinogen DOI reduces low frequency oscillations in rat prefrontal cortex. Reversal by antipsychotic drugs. Biol Psychiatry. 2008;64:392---400. 13. Berman RM, Cappiello A, Anand A, Oren DA, Heninger GR, Charney DS, et al. Antidepressant effects of ketamine in depressed patients. Biol Psychiatry. 2000;47:351---4. 14. Zarate Jr CA, Singh JB, Carlson PJ, Brutsche NE, Ameli R, Luckenbaugh DA, et al. A randomized trial of an N-methyl-Daspartate antagonist in treatment-resistant major depression. Arch Gen Psychiatry. 2006;63:856---64. 15. Murrough JW, Perez AM, Mathew SJ, Charney DS. A case of sustained remission following an acute course of ketamine in treatment-resistant depression. J Clin Psychiatry. 2011;72:414---5. 16. Larkin GL, Beautrais AL. A preliminary naturalistic study of low-dose ketamine for depression and suicide ideation F. Artigas 17. 18. 19. 20. 21. 22. in the emergency department. Int J Neuropsychopharmacol. 2011:1---5 [Epub ahead of print]. Aan Het RM, Collins KA, Murrough JW, Perez AM, Reich DL, Charney DS, et al. Safety and efficacy of repeated-dose intravenous ketamine for treatment-resistant depression. Biol Psychiatry. 2010;67:139---45. Patil ST, Zhang L, Martenyi F, Lowe SL, Jackson KA, Andreev BV, et al. Activation of mGlu2/3 receptors as a new approach to treat schizophrenia: a randomized Phase 2 clinical trial. Nat Med. 2007;13:1102---7. Mezler M, Geneste H, Gault L, Marek GJ. LY-2140023, a prodrug of the group II metabotropic glutamate receptor agonist LY404039 for the potential treatment of schizophrenia. Curr Opin Investig Drugs. 2010;11:833---45. Javitt DC. Glutamate as a therapeutic target in psychiatric disorders. Mol Psychiatry. 2004;9:984---97, 979. Amargós-Bosch M, López-Gil X, Artigas F, Adell A. Clozapine and olanzapine, but not haloperidol, suppresses serotonin efflux in medial prefrontal cortex elicited by phencyclidine and ketamine. Int J Neuropsychopharmacol. 2006:565---73. Li N, Lee B, Liu RJ, Banasr M, Dwyer JM, Iwata M, et al. mTOR-dependent synapse formation underlies the rapid antidepressant effects of NMDA antagonists. Science. 2010;329:959---64. Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.). 2011;4(4):187---194 www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL Versión española de dos escalas olfatorias: fiabilidad y validez Emma Burón ∗ , Antonio Bulbena, Guillem Pailhez y Andrea Bulbena Cabré Parc de Salut Mar, Institut de Neuropsiquiatria i Addiccions (INAD), Barcelona, España Recibido el 6 de junio de 2011; aceptado el 28 de julio de 2011 Disponible en Internet el 8 de noviembre de 2011 PALABRAS CLAVE Percepción olfatoria; Conducta; Cognición; Emociones; Psicometría ∗ Resumen Introducción: Es bien conocido que los olores ejercen una influencia considerable en nuestra conducta, cognición y emociones. Por este motivo, resulta de gran utilidad disponer de instrumentos que nos permitan evaluar estos efectos. Objetivo: Traducir y validar la versión española de la escala sobre el Impacto Afectivo de los Olores (AIO) y de la Escala sobre la Consciencia Olfatoria (OAS). Material y método: La muestra estuvo formada por 100 participantes de la población general. La consistencia interna se evaluó mediante el alfa de Cronbach y la fiabilidad test-retest, a partir del coeficiente de correlación intraclase (ICC). Para determinar la validez convergente, se establecieron correlaciones de Pearson entre las escalas y tres medidas olfatorias utilizadas como criterio externo. Como medida adicional de validez convergente, se analizó la relación entre las escalas AIO y OAS. La estructura interna de ambas escalas se estudió mediante el análisis factorial exploratorio. Resultados: La versión española de las escalas AIO y OAS mostró un buen nivel de consistencia interna con un alfa de Cronbach de 0,727 y 0,906, respectivamente. Los valores del ICC apuntaron un alto nivel de fiabililidad test-retest (AIO = 0,780 y OAS = 0,895). Así mismo, la validez convergente fue globalmente satisfactoria. Ambas escalas pueden considerarse unidimensionales. Conclusiones: Los datos disponibles indican que las versiones españolas de las escalas AIO y OAS satisfacen adecuadamente los criterios psicométricos de fiabilidad y validez. Por este motivo, pueden considerarse herramientas de investigación útiles para la evaluación de la función olfatoria en la población general española. © 2011 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. KEYWORDS The Spanish version of two olfactory scales: Reliability and validity Olfactory perception; Behavior; Cognition; Emotions; Psychometrics Abstract Background: It is well known that smells have marked effects on behavior, cognition and on emotional responses. Therefore, it is very useful to have at our disposal instruments that allow us the measure these effects. Autor para correspondencia. Correo electrónico: emmaburon@gmail.com (E. Burón). 1888-9891/$ – see front matter © 2011 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.rpsm.2011.07.006 188 E. Burón et al Objective: The aim of this study was to translate and validate the Spanish version of the Affective Impact of Odors scale (AIO) and the Odor Awareness Scale (OAS). Material and methods: This study was carried out on a sample of 100 participants from the general population. The internal consistency was measured by Cronbach’s alpha and the test-retest reliability, by the intraclass correlation coefficient (ICC). Convergent validity was assessed by means of Pearson correlation coefficient between the scales and three olfactory measures used as external criteria. As an additional measure of convergent validity, the relationship between AIO and OAS was also assessed. An exploratory factor analysis was carried out to determine the internal structure of the scales. Results: The Spanish version of AIO and OAS showed a good internal consistency level with Cronbach’s alpha of 0.727 and 0.906, respectively. ICC values pointed out a high test-retest reliability (AIO = 0.780; OAS = 0.895). Convergent validity of these measures was overall satisfactory. A one-factor solution was found for every scale. Conclusions: The Spanish version of OAS and AIO scales meets psychometric criteria for establishing satisfactory reliability and validity. Thus, they could be considered as suitable research tools for the assessment of the olfactory function in Spanish general population. © 2011 SEP y SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción Es bien conocido que los olores tienen efectos notables sobre la conducta, la cognición y las emociones1---5 . Sin embargo, varios estudios han sugerido que los olores no afectan a todas las personas de la misma manera, ni en igual magnitud. Además, existen diferencias sustanciales en cuanto al grado en el que las personas son conscientes de los olores y de sus repercusiones3,6 . Esta variabilidad puede corresponder a propensiones psicobiológicas controladas por determinantes genéticos, a los efectos individuales de exposiciones, el sexo, el desarrollo o la salud, o a influencias más generales ligadas a capacidades o sesgos culturales7 . Teniendo en cuenta la influencia de los olores en nuestras vidas y la existencia de diferencias individuales, a nivel de investigación, resulta muy útil disponer de instrumentos que nos permitan medirla. Estos instrumentos pueden ser útiles para comprender mejor la relación entre la función olfatoria y la emoción, la cognición y la conducta. Por ejemplo, como aplicaciones específicas pueden aportar una información útil para predecir reacciones ante olores ambientales en diversos contextos interiores o exteriores en los que la molestia producida o los efectos adversos sobre la salud pueden ser un problema. De igual modo, desde un punto de vista comercial, el uso instrumental generalizado de fragancias artificiales para aplicaciones comerciales, como las que se aplican actualmente en las tiendas, plantea la cuestión de si las personas perciben esos olores y de cómo reaccionan ante ellos. Otra aplicación valiosa de estas herramientas podría ser en un contexto experimental, en los estudios de inducción de estados de ánimo, donde podrían ser útiles para identificar a los sujetos que es probable que muestren efectos de manipulación con los olores3,6 . Existen diversos cuestionarios en los que los individuos aportan información relativa a su sentido del olfato3,6,8---10 . Por ejemplo, el cuestionario Odours in Everyday Life Questionnaire (OELQ), desarrollado por Chupchik et al.8 , pregunta sobre el papel percibido de los olores en la evaluación del entorno, las prácticas de la vida cotidiana, la sexualidad, las relaciones sociales y los recuerdos. Parece haber sido diseñado con un especial interés por los olores corporales relacionados o no con la atracción sexual, así como con el enmascaramiento de los olores. Incluye varios ítems que tan solo están relacionados de manera muy indirecta con la función olfatoria como: «¿lleva la misma ropa dos días seguidos?». Ferdenzi et al.9 diseñaron el Children’s Olfactory Behavior in Everyday Life (COBEL), un instrumento que pretende medir la búsqueda activa de olores, la percepción y la reactividad afectiva frente a los olores de los alimentos, las personas y el entorno, en la población infantil. Martin et al.10 desarrollaron una escala destinada a explorar las actitudes y creencias acerca del sentido del olfato, el Attitudes to the Sense of Smell Questionnaire (SoSQ). En concreto, este cuestionario solicita información relativa a si a un individuo le gustan personas, lugares y objetos asociados con el olor; la respuesta emocional al olor; la medida en la que el olor es prescindible, y los usos y la eficacia del olor. Existen dos escalas olfatorias para los adultos que muestran unas propiedades psicométricas más satisfactorias que las medidas mencionadas. Nos referimos a la escala Affective Impact of Odor (AIO, ‘Impacto Afectivo de los Olores’), desarrollada por Wrzeniewski et al.3 y la Odor Awareness Scale (OAS,‘Escala sobre la Consciencia Olfatoria’), diseñada por Smeets et al.6 . Los 8 ítems de la AIO solicitan información sobre la influencia de los olores agradables y desagradables en las reacciones frente a nuevos alimentos, nuevos lugares, nuevos productos cosméticos/de salud y nuevas personas. El formato de respuesta para estos 8 ítems es una escala de cuatro puntos (puntuación de 0-3). La puntuación de la escala AIO se obtiene calculando la media de los 8 ítems, de tal manera que las puntuaciones más altas indican una mayor influencia de los olores en que los elementos citados resulten agradables o desagradables. En el estudio inicial, la AIO mostró un nivel adecuado de consistencia interna, con estimaciones del alfa de Cronbach de 0,73 y 0,75 en muestras de EE. UU. y de Bélgica. Por lo que respecta a la validez de la AIO, los autores incluyeron varias Versión española de dos escalas olfatorias: fiabilidad y validez medidas que consideraron posiblemente relacionadas con la influencia afectiva del olor con objeto de empezar a aportar alguna evidencia de la validez convergente y discriminante de la escala. La AIO mostró una correlación con las siguientes medidas: memoria mediada por el olor (r = 0,56, p < 0,01), atención al olor (r = 0,30, p < 0,01) y respuesta afectiva al olor a través de la asociación (r = 0,40, p < 0,01). El análisis de componentes principales mostró un factor dominante. La OAS es una escala de 32 ítems diseñada para valorar la consciencia sobre los olores del entorno. Así pues, la OAS captura la tendencia de un individuo a percibir, prestar atención o asignar importancia a los olores del entorno, y cubre cuestiones relacionadas con los alimentos y bebidas, el entorno humano, la naturaleza y el hombre. Las categorías de las respuestas no son siempre las mismas y varían considerablemente. En la mayoría de los casos se utilizan escalas de cinco puntos, en las que los valores más altos indican una mayor consciencia de los olores. La puntuación de la OAS se calcula mediante la suma de los ítems. Los autores evaluaron la hipótesis de que la consciencia de olores positivos y negativos, considerados por separado, pudiera ajustarse a una solución factorial unidimensional, utilizando para ello un análisis confirmatorio sobre el cuestionario. El análisis mostró un buen ajuste para estas soluciones, y originó una subescala de consciencia positiva (11 ítems con una carga de entre 0,343 y 0,701 y un alfa de Cronbach = 0,77) y una subescala de consciencia negativa (21 ítems con una carga de entre 0,230 y 0,637 y un alfa de Cronbach = 0,80). Sin embargo, es preciso mencionar que los autores realizaron dos análisis factoriales distintos, uno para cada categoría de ítems (positivos y negativos). La correlación entre las puntuaciones de ambas categorías era considerable (r = 0,67, p < 0,001). Con este método de análisis no es posible diferenciar entre la solución unidimensional que incluye todos los ítems (no evaluada en el artículo original) y la solución con dos factores altamente relacionados. Dado que no había una versión española de las escalas AIO y OAS, el objetivo de este estudio fue validar ambas escalas en dos fases: en primer lugar, la traducción y adaptación de la escala al español; y en segundo lugar, el estudio de sus propiedades psicométricas en la población adulta sana de España. Material y métodos Participantes La muestra inicial la formaron 106 individuos adultos caucásicos. Los criterios de inclusión en nuestro estudio fueron que los participantes tuvieran entre 18 y 45 años de edad y que estuvieran capacitados física y psicológicamente para completar los cuestionarios. De acuerdo con las posibles causas de disfunción olfatoria citadas en la literatura11---15 , los criterios de exclusión fueron los siguientes: (1) cualquier trastorno que pudiera alterar el flujo aéreo hacia los receptores olfativos; (2) cualquier trastorno que pudiera dañar la membrana olfatoria o estructuras del sistema nervioso central involucradas en la función olfatoria; (3) alteraciones sistémicas que pudieran alterar la percepción de los olores, y (4) trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia y el trastorno depresivo mayor. La aplicación de estos 189 criterios condujo a la exclusión de seis participantes. La muestra final la formaron 100 participantes (41 mujeres y 59 varones) de entre 19 y 45 años de edad (media de 30,81 años y desviación estándar de 7,27 años). Los participantes fueron reclutados a través de la información difundida personalmente por los autores y se incorporaron al estudio de forma voluntaria y sin recibir compensación económica alguna. Los cuestionarios se les presentaron como cuestionarios sobre olores, cuyo objetivo era averiguar el papel de los olores en nuestras vidas y la forma en la que las personas los perciben en su entorno. Todos los participantes leyeron y firmaron un formulario de consentimiento informado después de que se les hubieran explicado detalladamente los procedimientos del estudio. Se registraron los datos sociodemográficos, incluida la edad, sexo y raza. Se preservó el anonimato de las respuestas de los participantes. El protocolo del estudio fue revisado y aprobado por el Comité Ético de Investigación Clínica del Parc de Salut Mar. Este estudio se llevó a cabo en Cataluña (España) en el periodo 2009/2010. Traducción La traducción de las escalas AIO y OAS se llevó a cabo en dos fases y fue coordinada por el Departamento de Psiquiatría del Parc de Salut Mar de Barcelona, España. En primer lugar, se elaboró una versión española a cargo de traductores clínicos. En segundo lugar, un investigador inglés realizó una retrotraducción para evaluar la exactitud de la versión española. Los autores de las escalas originales supervisaron y aprobaron la retrotraducción. Los procedimientos de traducción y adaptación se llevaron a cabo aplicando las directrices técnicas para la adaptación de tests16,17 . Medidas de valoración Además de la AIO y la OAS, se aplicaron también otras medidas olfatorias. Estas medidas fueron utilizadas también por los autores de la AIO3 para verificar la validez convergente de su escala. Son las siguientes: memoria mediada por el olor, atención al olor y respuesta afectiva al olor a través de la asociación. Tal como se ha mencionado en el apartado de introducción, los autores de la AIO observaron que estas medidas estaban correlacionadas con la AIO. Por esta razón, se seleccionaron estos ítems y también fueron traducidos y validados para evaluar la validez convergente de la versión española de las escalas AIO y OAS. Los procedimientos de traducción fueron los mismos que para las escalas principales. En la escala de la memoria mediada por el olor, 4 ítems evalúan la frecuencia con la que los olores agradables y desagradables provocan recuerdos de lugares y personas. El formato de respuesta es una escala de cuatro puntos (puntuación de 0-3) en la que puede optarse por «nunca, rara vez, a veces o a menudo». La escala de la memoria se calcula con la media de estos cuatro ítems, de tal manera que las puntuaciones más altas indican una mayor memoria mediada por el olor. La escala de atención al olor es una medida de 3 ítems que evalúa la atención subjetiva a los olores. El formato de respuesta es una escala de cuatro puntos (puntuación 190 de 0-3) en la que puede optarse por «nunca, rara vez, a veces o a menudo» y una escala de cinco puntos (0-4) en la que puede optarse por «mucho menos, un poco menos, aproximadamente igual, un poco más o mucho más». La escala de atención se calcula con la media de estos 3 ítems, de tal manera que las puntuaciones más altas indican una mayor atención al olor. En la escala de respuesta afectiva al olor a través de la asociación, 2 ítems evalúan si un olor ha llegado a ser considerado alguna vez agradable o desagradable a causa de la asociación con una persona por la que se siente agrado o desagrado. El formato de respuesta es de «no y sí» (0-1). La escala de asociación se calcula con la media de estos dos ítems, de tal manera que las puntuaciones más altas indican una mayor influencia de las respuestas afectivas frente a una persona en la respuesta afectiva a los olores asociados a ella. Análisis estadístico Los datos se analizaron con el programa SPSS for Windows, versión 18. Se utilizaron datos descriptivos de media, desviación estándar, porcentaje, mediana y rango para las características sociodemográficas y las puntuaciones de los cuestionarios. Teniendo en cuenta la documentada mejor capacidad olfatoria de las mujeres en los tests de la función olfatoria18---20 , se utilizó una prueba de t de Student para muestras independientes para comparar las puntuaciones de ambos sexos. Dado que se ha observado que la función olfatoria se modifica con la edad18,21 , las correlaciones entre esta variable y las escalas olfatorias se analizaron con correlaciones de Pearson. Las propiedades psicométricas evaluadas en los cuestionarios fueron las siguientes: (a) La consistencia interna de las escalas se calculó con el coeficiente alfa de Cronbach22,23 . (b) Se efectuó un análisis de fiabilidad testretest mediante el coeficiente de correlación intraclase (ICC)24,25 . El intervalo entre el test y el retest fue de una semana. (c) La validez convergente se evaluó calculando el coeficiente de correlación de Pearson entre AIO/OAS y la escala de memoria mediada por el olor, la escala de atención al olor y la escala de respuesta afectiva al olor a través de la asociación. Dado que considerábamos que la escala sobre el impacto afectivo de los olores (AIO) y la escala sobre la consciencia olfatoria (OAS) podían estar relacionadas, se analizó también la correlación entre ambas escalas como medida adicional de la validez convergente. (d) Para el análisis de la estructura interna de las escalas AIO y OAS, se utilizó un análisis factorial exploratorio. Se llevó a cabo un análisis de eje principal sobre la matriz de correlación de las escalas OAS y AIO. Las decisiones relativas a la retención de cada factor se basaron en (1) los valores eigen de al menos uno; (2) la interpretabilidad teórica de los factores, y (3) el análisis del gráfico de sedimentación (scree test)23,26 . En el artículo original de la escala AIO, se realizó un análisis de componentes principales, pero no se publicaron las cargas de los factores de cada ítem. Para la OAS, los resultados presentados se basaron en un enfoque dudoso (véase el apartado de introducción). Por este motivo, preferimos optar por un análisis exploratorio en vez de un análisis confirmatorio. E. Burón et al Los autores de la AIO3 formularon en su estudio una pregunta respecto a la aceptabilidad de una pérdida permanente del sentido del olfato, de la audición en un oído o del dedo pequeño del pie. Posteriormente, los autores de la escala OAS6 incluyeron esta pregunta en la OAS (ítem 30), pero no la incluyeron en la puntuación total de la escala ni en el análisis psicométrico, puesto que no se consideró una medida directa de la consciencia de los olores. En el presente estudio, atendiendo a lo indicado por los autores de la OAS, este ítem no se incluyó en la puntuación total de la escala y se analizó por separado: cabría prever que las personas que consideraban que la pérdida del olfato era lo más inaceptable obtuvieran también puntuaciones más altas en las medidas olfatorias. Así pues, se calculó el porcentaje de cada respuesta y se establecieron dos grupos: (a) personas que echarían en falta sobre todo el sentido del olfato y (b) personas que echarían en falta sobre todo la audición en un oído o el dedo pequeño del pie. Con el empleo de una prueba de t de Student para muestras independientes, se compararon las puntuaciones olfatorias de los dos grupos. Por lo que respecta a la OAS6 , inicialmente el ítem 33 incluía tres sub-ítems (33a, 33b y 33c). Dado que los autores de la escala OAS conservaron tan solo uno de esos sub-ítems (33b) para mejorar el ajuste del modelo, nosotros realizamos el análisis estadístico según este criterio. Los resultados se consideraron estadísticamente significativos para un valor de p < 0,05. Resultados Resultados descriptivos de las escalas Las puntuaciones de las medidas olfatorias se muestran en la tabla 1. Para el análisis descriptivo se han usado los datos de test (y no de retest). Las respuestas de los participantes confirmaron la amplia variabilidad existente en la importancia concedida a los olores. Globalmente, las puntuaciones medias de las escalas olfatorias estaban centradas en el punto central de la escala, sin que hubiera evidencias de un efecto techo o suelo. Sexo y edad Hubo diferencias significativas en relación con el sexo tan solo para la escala OAS, en el sentido que las puntuaciones medias fueron significativamente mayores en las mujeres que en los varones [OAS: t(98) = 2,053, p = 0,043; AIO: t(98) = 1,092, p = 0,277]. No hubo ninguna relación significativa entre la edad y las puntuaciones olfatorias en ninguna de las dos escalas (OAS: r = -0,054, p = 0,595; AIO: r = -0,003, p = 0,073). Propiedades psicométricas de las escalas Consistencia interna El coeficiente alfa de Cronbach fue de 0,727 para la AIO y de 0,906 para la OAS, lo cual sugiere una buena consistencia interna de las escalas. El alfa de Cronbach de la escala de memoria fue de 0,819, y el de las escalas de atención y de asociación fue de 0,740 y 0,701, respectivamente, Versión española de dos escalas olfatorias: fiabilidad y validez Tabla 1 191 Datos descriptivos de las escalas Escalas (rango de la escala) Media ± DE Mediana Rango AIO (0-3) OAS (32-158) Memoria (0-3) Atención (0-3,3) Asociación (0-1) 1,99 ± 0,41 117,24 ± 14,88 1,86 ± 0,66 2,18 ± 0,60 0,54 ± 0,43 2,00 116,00 2,00 2,33 0,50 1,125-3 79-144 0-3 0,60-3,33 0-1 DE: desviación estándar lo cual mostraba también un nivel de consistencia interna satisfactorio. Fiabilidad test-retest El ICC para la escala total fue de 0,780 para la AIO y de 0,895 para la OAS, lo cual indicaba una buena concordancia. Por lo que respecta a las escalas de memoria, atención y asociación, el ICC para la puntuación total fue de 0,810, 0,782 y 0,702 respectivamente, lo cual también mostraba una buena concordancia en todas ellas. Validez convergente Los coeficientes de correlación de Pearson entre las escalas olfatorias se indican en la tabla 2. La AIO mostró una correlación significativa y moderada con las escalas de memoria y atención, mientras que la relación con la escala de asociación no fue significativa. La escala OAS mostró una relación significativa con todas las medidas olfatorias. Concretamente, se observó una notable correlación entre las puntuaciones de la OAS y de la escala de atención. La relación con la escala de memoria fue moderada, y la relación con la escala de asociación fue baja. De igual modo, las escalas AIO y OAS tenían una correlación significativa y moderada. Las escalas utilizadas como criterios externos mostraban también una intercorrelación significativa entre ellas. Análisis de la estructura interna Se llevó a cabo un análisis de eje principal sobre la matriz de correlación de las escalas OAS y AIO. El número de factores a retener se determinó mediante la inspección de los valores eigen, el análisis del gráfico de sedimentación y la interpretabilidad teórica de la solución. Basándose en estos criterios, los autores consideraron que la estructura interna de ambas escalas podía explicarse satisfactoria- Tabla 2 mente de manera unidimensional. Por lo que respecta a la AIO, una sola dimensión explicaba el 26,40% de la varianza total. Todos los ítems mostraban cargas superiores a 0,3 excepto el ítem 5, y tres ítems mostraban cargas superiores a 0,5 (ítems 3, 7 y 8) (tabla 3). En cuanto a la OAS, un solo factor explicaba el 25,87% de la varianza total. Un total de 30 ítems tenían cargas superiores a 0,30 en este factor, y 19 ítems las tenían superiores a 0,5. Solo hubo dos ítems con cargas inferiores a 0,3 (ítems 20 y 32) (tabla 4). Otras cuestiones Ítem 30 de la OAS: alrededor del 50% de los participantes valoraron la pérdida del sentido del olfato como la más inaceptable, un 46% valoraron la pérdida de la audición en un oído como la peor opción, y el 3% consideraron que lo menos aceptable era la pérdida del dedo pequeño del pie. Los resultados pusieron de manifiesto que los participantes que valoraban en gran manera el olfato tenían también puntuaciones significativamente mayores en la OAS [t(97) = 3,772, p < 0,001]. Las diferencias en la AIO fueron tan solo marginalmente significativas [t(97) = 1,865, p = 0,065]. Discusión Este estudio tuvo como objetivo traducir y evaluar las propiedades psicométricas de la versión española de las escalas OAS y AIO. Ambas medidas mostraron un buen nivel de consistencia interna y la fiabilidad test-retest fue igualmente satisfactoria. De hecho, el coeficiente alfa de Cronbach fue de 0,727 para la AIO y de 0,906 para la OAS, lo cual sugiere que los ítems de estas escalas eran globalmente homogéneos y contribuían a la consistencia interna de las Coeficiente de correlación de Pearson entre todas las escalas olfatorias Escala AIO OAS Memoria Atención OAS Memoria Atención Asociación 0,508a 0,433a 0,405a 0,182 0,490a 0,692a 0,246b 0,428a 0,448a 0,217b a b p < 0,001. p < 0,05. 192 E. Burón et al Tabla 3 Cargas factoriales de los ítems individuales de la escala AIO para un único factor resultante del análisis factorial exploratorio y la varianza explicada (%) 1 2 3 4 5 6 7 8 Varianza explicada (%) 0,467 0,430 0,632 0,494 0,269 0,397 0,661 0,632 26,40 escalas. El ICC para la puntuación total de la escala fue de 0,780 para la AIO y de 0,895 para la OAS. Estos datos indicaban que las escalas mostraban una buena estabilidad con un intervalo de una semana. Por lo que respecta a la AIO, estos resultados fueron comparables a los obtenidos con la versión original, puesto que para las muestras de EE. UU. y Bélgica, las estimaciones de los valores de alfa de Cronbach fueron de 0,73 y 0,75, respectivamente. Por lo que se refiere a la OAS original, los autores no calcularon el valor de alfa de Cronbach para la escala total, sino para las dos dimensiones que extrajeron (consciencia positiva = 0,77/consciencia negativa = 0,80), que no eran directamente comparables con el valor de alfa del presente estudio. Las versiones originales de la OAS y la AIO no evaluaron la fiabilidad test-retest. La validez convergente fue también adecuada en todas las escalas. La mayor parte de las correlaciones entre las escalas fueron tan solo moderadas, lo cual podría explicarse de la siguiente forma: todos los instrumentos evalúan la función olfatoria, pero cada uno se centra en un matiz específico de esa función. La OAS mostró una correlación positiva con todas las medidas olfatorias y la AIO también, excepto para la escala de asociación. Esto sugiere que la Tabla 4 Cargas factoriales de los ítems individuales de la escala OAS para un único factor resultante del análisis factorial exploratorio y la varianza explicada (%) 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 Varianza explicada (%) 0,568 0,436 0,506 0,588 0,555 0,390 0,622 0,508 0,632 0,341 0,353 0,497 0,505 0,499 0,415 0,560 25,87 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 31 32 33b 0,554 0,486 0,339 0,115 0,518 0,502 0,526 0,687 0,542 0,656 0,542 0,346 0,794 0,522 0,236 0,383 OAS y la AIO eran medidas válidas de la función olfatoria. El valor mínimo de la correlación observada entre la AIO y la escala de asociación podría explicarse por el menor número de ítems de la escala de asociación, o tal vez porque este instrumento evalúe una cuestión olfatoria menos relacionada con el constructo olfatorio que mide la AIO. Como se ha mencionado antes, los autores de la AIO observaron también que esta escala estaba correlacionada con las escalas de memoria (r = 0,56, p < 0,01), atención (r = 0,30, p < 0,01) y asociación (r = 0,40, p < 0,01). Excepto por la escala de asociación, la relación entre la AIO y estas medidas fue superior en el presente estudio. Los autores de la OAS no evaluaron la validez convergente de la escala. En cuanto a la estructura interna, el análisis factorial extrajo tan solo una dimensión para cada escala. Estos datos concuerdan con los de la versión original de la AIO, que mostró una solución unidimensional que explicaba el 29% (muestra de Bélgica) y el 36% (muestra de EE. UU.) de la varianza total (análisis de componentes principales). En cambio, los autores de la OAS observaron que las dimensiones negativa y positiva por separado eran unidimensionales. Nosotros consideramos que era mejor el enfoque de analizar todos los ítems simultáneamente. De esta forma, observamos que un solo factor bastaba para explicar la varianza común. Teniendo en cuenta que en ambas escalas la solución unifactorial no alcanzaba el 50% de la varianza total explicada, la validez de constructo de estas escalas es bastante baja. Las escalas de memoria, atención y asociación se incluyeron en el estudio para aportar una mayor evidencia de la validez convergente de la AIO y la OAS. Sin embargo, no había ninguna versión española de estas escalas y, por consiguiente, fueron también traducidas y se evaluaron sus propiedades psicométricas. Los datos obtenidos sugirieron que eran medidas fiables y válidas, y por tanto, podían utilizarse para estudiar la validez convergente de la AIO y la OAS. En este estudio, se analizó por separado el ítem 30 de la OAS. Alrededor del 50% de los participantes valoraron la pérdida del sentido del olfato como lo más inaceptable, en comparación con la pérdida de la audición en un oído o la pérdida del dedo pequeño del pie. Esto coincidía con los datos de los autores de la AIO que indicaron también un 50%, mientras que los autores de la OAS observaron un porcentaje superior, del 59,4%. Se preveía que las personas que consideraban que lo más inaceptable era la pérdida del sentido del olfato obtendrían una puntuación más alta en las medidas olfatorias, pero las diferencias solo fueron estadísticamente significativas para la escala OAS. Posiblemente, los ítems de esta escala son mejores que los de la escala AIO para capturar la importancia que se concede al sentido del olfato. Se analizaron los datos según la edad y el sexo. No hubo una relación significativa entre la edad y las escalas olfatorias. Sin embargo, se observó una tendencia hacia una relación negativa. Se ha observado ampliamente que la función olfatoria cambia con la edad y se reduce notablemente a partir de los 55-60 años18,21,27 . Sin embargo, algunos estudios han indicado que a partir de los 35 años esta función empieza a disminuir21,27 . En nuestra muestra de individuos de entre 19 y 45 años, los resultados respaldaron en parte estos datos, puesto que hubo una tendencia, aunque sin Versión española de dos escalas olfatorias: fiabilidad y validez alcanzar significación estadística. En la versión original de ambas escalas no se evaluaron los datos en función de la edad. Por lo que respecta al sexo, el análisis indicó que las mujeres obtenían puntuaciones superiores a las de los varones en la OAS, pero no en la AIO. Nuestros resultados concuerdan en parte con lo indicado en la literatura, puesto que muchos estudios18---20 han indicado un mejor resultado de las mujeres en las pruebas de la función olfatoria. Los autores de la OAS realizaron un análisis en función del sexo para dos dimensiones (consciencia olfatoria positiva y negativa), y no observaron diferencias entre los grupos. Por lo que respecta a la AIO, nuestros datos concuerdan con los del estudio original en el que no se observaron diferencias significativas entre varones y mujeres en las muestras de EE. UU. y de Bélgica. El estudio tuvo varias limitaciones. En primer lugar, se excluyó a los posibles participantes que presentaban determinados trastornos que podían alterar notablemente el sentido del olfato, utilizando para ello una entrevista estándar, sin explorar esos trastornos en profundidad. Y en segundo lugar, el tamaño muestral de este estudio fue pequeño. En futuras investigaciones podría abordarse el estudio de estas escalas olfatorias con tamaños muestrales mayores, con objeto de evaluar de nuevo sus propiedades psicométricas. De esta forma, los datos serán estadísticamente robustos y permitirán un examen de los ítems menos satisfactorios y también un análisis factorial más complejo. Además, sería interesante correlacionar estas escalas olfatorias subjetivas con medidas psicofísicas objetivas. De hecho, algunos estudios han mostrado que una mayor consciencia o atención se asocian a una mayor percepción de los estímulos olfatorios y gustativos6,28 . En conclusión, este estudio ha indicado que las versiones españolas de las escalas AIO y OAS son instrumentos fiables y válidos, y que por tanto pueden considerarse herramientas apropiadas para la evaluación del impacto afectivo de los olores y de la consciencia olfatoria en la población española. A nuestro entender, éstas son las primeras escalas olfatorias que han sido traducidas al español y luego validadas. 193 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13. 14. 15. 16. Conflictos de intereses Los autores de este estudio no declaran ningún conflicto de intereses. 17. 18. Agradecimientos Los autores desean agradecer a Fabricio Berrios y Neil Hossack su apoyo lingüístico y también a Juan Ramón Barrada y Klaus Langohr su ayuda en el análisis de datos. Bibliografía 1. Baron RA. Environmentally induced positive affect: Its impact on self-efficacy, task performance, negotiation, and conflict. J Appl Soc Psychol. 1990;20:368---84. 2. Ehrlichman H, Bastone L. The use of odour in the study of emotion. En: Toller SV, Dodd GH, editores. Fragrance: The 19. 20. 21. 22. 23. psychology and biology of perfume. Londres: Elsevier Applied Science; 1992. p. 143---59. Wrzesniewski A, McCauley C, Rozin P. Odor and Affect: Individual Differences in the Impact of Odor on Liking for Places, Things and People. Chem Senses. 1999;24:713---21. Fiore AM, Yah X, Yoh E. Effects of a product display and environmental fragrancing on approach responses and pleasurable experiences. MAR. 2000;17:27---54. Larsson M, Willander J. Autobiographical odor memory. Ann N Y Acad Sci. 2009;170:318---23. Smeets MAM, Schifferstein HNJ, Boelema SR, Lensvelt-Mulders. The Odor Awareness Scale: A New Scale for Measuring Positive and Negative Odor Awareness. Chem Senses. 2008;33: 725---34. Wysocki CJ, Pierce JD, Gilbert AN. Geographic, cross-cultural, and individual variation in human olfaction. En: Getchell TV, Doty RL, Bartoshuk LM, Snow JB, editores. Smell and taste in health and disease. Nueva York: Raven Press; 1991. p. 287---314. Chupchik G, Phillips K, Truong H. Sensitivity to the cognitive and affective qualities of odours. Cogn Emot. 2005;19: 121---31. Ferdenzi C, Coureaud G, Camos V, Scaal B. Human awareness and uses of odor cues in everyday life: Results from a questionnaire study in children. Int J Behav Dev. 2008;32:417---26. Martin GN, Apena F, Chaudry Z, Mulligan Z, Nixon C. The development of an attitudes towards the Sense of Smell Questionnaire (SoSQ) and a comparison of different professions’ responses. N Am J Psychol. 2001;3:491---502. Norès JM, Biacabe B, Bonfils P. Troubles olfactifs et pathologie générale. Analyse et revue de la litérature. Rev Med Interne. 2000;21:95---104. Norès JM, Biacabe B, Bonfils P. Troubles olfactifs d’origine médicamenteuse. Analyse et revue de la litérature. Rev Med Interne. 2000;21:972---7. Doty RL, Saito K, Bromley SM. Disorders of taste and smell. En: Basbaum AI, Kaneko A, Shepherd GM, Westheimer G, editores. The Senses: A Comprehensive Reference. Oxford: Elsevier Academic Press; 2008. p. 859---77. Doty RL, Bromley SM. Effects of drugs on olfaction and taste. Otolaryngol Clin North Am. 2004;37:1229---54. Atanasova B, Graux J. El Hage W, Hommet C, Camus V, Belzung C. Olfaction: a potential cognitive marker of psychiatric disorders. Neurosci Biobehav Rev. 2008;32:1315---25. Hambleton RK. Issues, designs, and technical guidelines for adapting tests into multiple languages and cultures. En: Hambleton RK, Merenda P, Spielberger, editores. Adapting educational and psychological tests for cross-cultural assessment. Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum; 2005. p. 3---38. Downing SM. Twelve steps for effective test development. En: Downing SM, Haladyna TM, editores. Handbook of test development. Mahwah, NJ: Lawrence Erlbaum; 2006. p. 3---25. Doty RL, Shaman P, Applebaum SL, Giberson R, Siksorski L, Rosenberg L. Smell identification ability: changes with age. Science. 1984;226:1441---3. Brand G, Millot JL. Sex differences in human olfaction: Between evidence and enigma. Q J Exp Psychol. 2001;54:259---70. Doty RL, Cameron EL. Sex differences and reproductive hormone influences on human odor perception. Physiol Behav. 2009;97:213---28. Delahunty CM. Changing sensitivity of odour, taste, texture and mouth-feel with ageing. Workshop summary: How do agerelated changes in sensory physiology influence food liking and food intake? Food Qual Prefer. 2004;15:907---11. Cronbach LJ. Coefficient alpha and the internal structure of test. Psychometrika. 1951;16:234---97. Nunnally LC, Bernstein JR. Psychometric theory. Nueva York: McGraw-Hill; 1994. 194 24. Fleiss JL. The design and analysis of clinical experiments. Nueva York: Wiley; 1986. 25. Prieto L, Lamarca R, Casado A. La evaluación de la fiabilidad en las observaciones clínicas: el coeficiente de correlación intraclase. Med Clin (Barc). 1998;110:142---5. 26. Cattell RB. The scree test for the number of factors. Multivariate Behav Res. 1966;1:245---76. E. Burón et al 27. Hummel T, Kobal G, Gudziol H, Mackay-Sim A. Normative data for the Sniffin’ Sticks including tests of odor identification, odor discrimination, and olfactory thresholds: an upgrade based on a group of more than 3000 subjects. Eur Arch Otorhinol. 2007;264:237---43. 28. Marks LE, Wheeler ME. Attention and detectability of weak taste stimuli. Chem Senses. 1998;23:19---29. Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.). 2011;4(4):195---204 www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL Impulsividad, búsqueda de sensaciones y agresividad en pacientes bipolares tipo I y II Pilar Sierra a,∗ , Lorenzo Livianos a , Lola Peris b y Luis Rojo a a b Servicio de Psiquiatría, Hospital Universitario La Fe. Departamento de Medicina, Universitat de Valencia, Valencia, España Centre Neuchâtelois de Psychiatrie-CNP, Neuchâtel, Suiza Recibido el 31 de mayo de 2011; aceptado el 25 de julio de 2011 Disponible en Internet el 19 de septiembre de 2011 PALABRAS CLAVE Trastorno bipolar; Impulsividad; Búsqueda de sensaciones; Agresividad; Trastornos de la conducta alimentaria ∗ Resumen Introducción: Aunque la impulsividad puede aparecer fuertemente relacionada con el trastorno bipolar, pocos estudios han medido directamente este fenómeno. Con el objetivo de conocer sus implicaciones pronósticas, estudiamos la relación entre la impulsividad y otros aspectos probablemente relacionados con ella, como son la búsqueda de sensaciones y la agresividad y diferentes variables clínicas del trastorno bipolar. Métodos: 69 pacientes ambulatorios en remisión (tipo I, n = 42; tipo II, n = 27) de una unidad específica de trastornos bipolares completaron la Escala de Impulsividad Barratt (BIS), la Escala de Búsqueda de Sensaciones (SSS), el Inventario de Hostilidad de Buss-Durkee (BDHI) y la Escala para las Alteraciones de la Conducta Alimentaria en el Trastorno Bipolar (BEDS). Se obtuvieron datos clínicos y sociodemográficos. Resultados: Los bipolares tipo II obtuvieron puntuaciones significativamente más elevadas en la BIS y en la subescala de agresividad física del BDHI. En los pacientes en los que predominaba la polaridad depresiva, las puntuaciones globales en el BDHI eran significativamente más elevadas. No se encontraron diferencias en función de los antecedentes de intentos de suicidio o de ingresos psiquiátricos. Los pacientes fumadores puntuaron de forma significativamente más alta en la Subescala de no planificación de la Barratt y en la Subescala de desinhibición de la SSS. Limitaciones: Dado que los pacientes con abuso de sustancias fueron excluidos, la muestra de este estudio puede representar un subgrupo de pacientes bipolares con niveles más bajos de impulsividad. Conclusiones: La impulsividad y la agresividad son aspectos relevantes en los trastornos bipolares que podrían incrementar de un modo significativo la comorbilidad, especialmente en subtipo II. Por lo tanto un adecuado diagnóstico y tratamiento de ambos son importantes a la hora de mejorar el curso clínico de esta enfermedad. © 2011 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Autor para correspondencia. Correo electrónico: sierra pil@gva.es (P. Sierra). 1888-9891/$ – see front matter © 2011 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.rpsm.2011.07.004 196 KEYWORDS Bipolar disorder; Impulsivity; Sensation seeking; Aggressiveness; Eating disorders P. Sierra et al Impulsivity, sensation seeking and aggressiveness in patients with bipolar I and II disorder Abstract Objective: Although impulsivity may seem to be strongly linked to bipolar disorder, few studies have directly measured this phenomenon. To determine its implications for the prognosis of this illness, we studied the relationship between impulsivity and other aspects that are probably related, such as sensation seeking and aggressiveness, and different clinical variables of bipolar disorder. Method: Sixty-nine (type I, n = 42; type II, n = 27) outpatients from a unit specifically for bipolar patients in remission completed the Barratt Impulsiveness Scale (BIS), the Sensation Seeking Scale (SSS), the Buss-Durkee Hostility Inventory (BDHI) and the Bipolar Eating Disorder Scale (BEDS). Sociodemographic and clinical data were obtained. Results: Type II bipolar patients scored significantly higher on the BIS and the BDHI physical aggression subscale. Patients with predominant depressive polarity also obtained significantly higher global scores on the BDHI. No differences were found relating to prior suicide attempts or psychiatric admissions. Smoking patients scored significantly higher on the BIS non-planning subscale and the SSS disinhibition subscale. Limitations: As patients with substance use disorder (SUD) were excluded, the sample of this study may represents a subgroup of patients with bipolar disorder with probably low levels of impulsivity. Conclusions: Impulsivity and aggressiveness are relevant aspects of bipolar disorders that could significantly increase comorbidity, especially in type II bipolar patients. Adequate diagnosis and treatment are, therefore, important factors in improving the clinical course of this illness. © 2011 SEP y SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción La definición de la impulsividad es un tema complicado, de hecho, aunque se citan algunos ejemplos de comportamiento impulsivo en el DSM-IV1 , la impulsividad no llega a ser definida explícitamente. Esta falta de especificidad genera desacuerdos en la literatura acerca de cómo definirla y medirla2 . Además este concepto puede tener diversos significados. Puede ser un síntoma que forma parte de un número importante de trastornos psiquiátricos, también se puede contemplar como un rasgo de la personalidad que aparece en ciertos trastornos de la personalidad, o bien puede hacer referencia a un tipo específico de agresión. Según Eysenck, el término impulsividad refleja un patrón conductual desadaptativo determinado por activación motora, conducta precipitada, falta de planificación, decisiones no meditadas y tendencia a actuar sin pensar3 . Otra definición desde un enfoque biopsicosocial es la de Moeller et al.2 , que la definen como una predisposición hacia reacciones rápidas no planificadas a estímulos internos o externos, sin previsión de las consecuencias negativas de esta conducta para el propio individuo o para los demás. La mayor encuesta conducida este tema en pacientes bipolares, el National Comorbidity Survey Replication NCS-R (NCS-R) encontró que el 56,1-71,2% de los bipolares incluidos tenían historia de al menos un trastorno del control de impulsos comórbido a lo largo de su vida4 . En el caso del trastorno bipolar, medida mediante la escala Barratt5 la impulsividad se ve incrementada de forma interepisódica, independientemente de los episodios maníacos6,7 . Strakowski et al., en un estudio sobre impulsividad llevado a cabo en 108 pacientes bipolares tipo I en estado maníaco o mixto, hallaron una serie de alteraciones en varios test que miden la impulsividad ligados a la fase maníaca que se normalizaban en fase eutímica y depresiva, al contrario de lo que sucedía con las puntuaciones elevadas en la Barrat, lo que demuestra que la impulsividad tiene componentes dependientes del estado afectivo del paciente, pero también de rasgo8 . Por su parte los episodios depresivos del trastorno bipolar también se asocian con la impulsividad, especialmente si está presente el suicidio9 , al igual que las fases mixtas10 . En cuanto a los factores biológicos, existen diferencias entre aquellos pacientes agresivos impulsivos y los que no lo son, de hecho en la revisión realizada por Moeller2 se plantea que la impulsividad y el trastorno bipolar se pueden asociar de cinco formas diferentes. En primer lugar, existiría una susceptibilidad a la manía en sujetos previamente diagnosticados de trastorno por déficit de atención (en los que se ha demostrado una mayor impulsividad). En segundo lugar, una asociación con los pródromos de los episodios maniformes, es decir un incremento en la impulsividad puede acompañar a los episodios o puede aparecer inicialmente de forma prodrómica. Otra forma de relación sería con un mayor riesgo de complicaciones como el suicidio9 o el abuso de sustancias10 y finalmente, con la respuesta al tratamiento y fisiopatología de la enfermedad como fallos en la función cortical prefrontal12 , disminución de la función serotoninérgica13 y aumento de la adrenérgica14 . Como hemos señalado, la impulsividad en el trastorno bipolar tiene componentes dependientes tanto de «estado» (episodio maníaco o depresivo), como de «rasgo»(patrón continuado). El componente «estado» se refleja en un aumento en los errores en ciertos test, como en el Impulsividad, búsqueda de sensaciones y agresividad en pacientes bipolares tipo I y II Immediate Memory Task-Delayed Memory Task (IMT-DMT). Las respuestas en impulsividad en este test se correlacionan con síntomas maníacos subsindrómicos, y pueden deberse a la función noradrenérgica, incrementada en las fases maníacas14,15 . El componente «rasgo» se correlacionaría más bien con medidas biológicamente estables de la impulsividad como la función serotoninérgica14 . De ello se deduce que la impulsividad medida mediante la Barratt puede ser una característica estable en la enfermedad bipolar6 . Numerosas son las complicaciones que aparecen asociadas entre impulsividad y trastorno bipolar, entre ellas se incluye el suicidio16,17 , el abuso de sustancias18,19 , el aumento en la comorbilidad20 y el deterioro social, familiar y laboral, junto con un mayor riesgo de accidentes y violencia21 . También existe una clara asociación entre la impulsividad22,23 y algunos trastornos de la conducta alimentaria que pueden aparecer de forma comórbida con el trastorno bipolar, especialmente entre la bulimia y el subtipo II24,25 y también con los trastornos por atracón26 . Existen otros aspectos de interés a tener en cuenta al estudiar la relación entre los trastornos bipolares y la impulsividad, como la búsqueda de sensaciones y agresividad. Considerando las características fenomenológicas, los trastornos del control de los impulsos y los bipolares comparten algunos aspectos como la búsqueda del riesgo y la búsqueda de sensaciones y actividades placenteras. Con respecto a la agresividad, varios estudios encuentran correlaciones significativas entre las puntuaciones en impulsividad y en las escalas de agresividad27,28 . Sin embargo a excepción de algunos estudios centrados en la comorbilidad entre trastornos bipolares y trastornos de personalidad29 , la relación entre impulsividad y agresividad en los pacientes bipolares ha sido examinada escasamente30 . Tampoco se ha analizado la relación cuantitativa entre la impulsividad y el curso de la enfermedad bipolar31 . El objetivo de nuestro trabajo es estudiar la relación entre la impulsividad y diferentes variables clínicas de la enfermedad bipolar, investigando a la vez la asociación con aspectos como la búsqueda de sensaciones y la agresividad. Material y métodos Participaron un total de 69 pacientes diagnosticados de trastorno bipolar (tipo I n = 42; tipo II, n = 27). Todos ellos seguían tratamiento ambulatorio en una Unidad específica de Trastornos Bipolares del Hospital la Fe. Los criterios de inclusión eran ser pacientes diagnosticados de trastorno bipolar de acuerdo con el DSM-IV1 y estar en situación clínica de remisión al menos durante los seis meses previos al estudio. Los criterios de exclusión eran los siguientes: cumplir criterios para abuso de sustancias en el momento de la evaluación o en los seis meses previos, haber sufrido modificaciones de medicación durante los dos últimos meses. En el momento de la evaluación, los pacientes completaron las escalas autoaplicadas que se detallan a continuación y el clínico las Escalas de Hamilton32 y la EVMAC33 . La Escala EVMAC es una entrevista semiestructurada que evalúa la gravedad de la sintomatología maníaca y psicótica. Se incluyeron los pacientes con puntuaciones inferiores a 7 en la Escala de Hamilton-D y a 7 en la EVMAC en el momento de la cumplimentación de los test, y a lo largo del 197 seguimiento los seis meses previos, obteniendo los datos de las historias clínicas. Las variables sociodemográficas y clínicas se obtuvieron de las historias y en caso de existir dudas, se aclararon mediante la información aportada por el paciente y en algunos casos por los familiares. Se recogieron asimismo todos los psicofármacos que el paciente estuviera tomando en ese momento, dividiéndolos en los siguientes grupos: litio, antipsicóticos, antidepresivos y ansiolíticos. Todos los pacientes dieron su consentimiento para la utilización de los datos. Escalas Se utilizaron tres escalas autoaplicadas para evaluar la impulsividad, y aspectos relacionados con ella, como son la búsqueda de sensaciones y la agresividad. Las escalas autoaplicadas permiten al investigador obtener información acerca de una variedad de tipos de actos y si estos actos constituyen patrones de comportamiento a largo plazo. Escala de Impulsividad de Barratt es un cuestionario autoaplicado que incluye información desde tres modelos diferentes: el psicológico, el comportamental y el social. Identifica tres grandes factores que reflejan los componentes de la impulsividad, la atencional, la motora y la no planificación11 . Es uno de los instrumentos más utilizados en los últimos tiempos para evaluar la impulsividad. Consta de 30 ítems que se puntúan de 0 a 4. Ha demostrado la consistencia interna de sus medidas y su utilidad en poblaciones generales y clínicas. Se utiliza la versión 11 y ha sido adaptada al español5 . Las puntuaciones medias de la población española son las siguientes: subescala cognitiva 9,5; motora 9,5; no planificación 14 y total 32,55 . Escala de Búsqueda de Sensaciones: existen situaciones como la búsqueda de sensaciones, de novedad o susceptibilidad al aburrimiento que se encuentran vinculados a la impulsividad34 . Suponen la necesidad de variedad, novedad y complejidad de sensaciones para poder mantener un nivel óptimo de activación35 . Esta escala consta de cuatro subescalas compuestas por 10 ítems cada una que comprenden: la búsqueda de emociones (BEM) o de sensaciones físicas a través del peligro y la aventura, la búsqueda de excitación (BEX) o búsqueda de nuevas experiencias a través de sensaciones y otros estilos de vida, la desinhibición (DES) o búsqueda de sensaciones a través de actividades no normativas como las drogas, y la susceptibilidad al aburrimiento (SAP) que evalúa la escasa tolerancia hacia actividades de tipo rutinario. Las escalas DES y SAP son las que más se relacionan con el concepto de impulsividad36 . Esta escala está adaptada al castellano con aceptable fiabilidad y validez37 . Las puntuaciones medias en la población española son 21,3 en varones y 17,7 en mujeres37 Para evaluar la agresividad, la escala utilizada con mayor frecuencia es el Inventario de Hostilidad de Buss-Durkee38 . Proporciona una medida dimensional de la historia de agresividad y la subescala para irritabilidad incluye componentes relativos a ira, hostilidad, agresión física y verbal con ítems que reflejan la conducta impulsiva. Cubre cuatro componentes de la agresividad: agresividad verbal y física, rabia y hostilidad. El ítem de la rabia está estrechamente relacionado con el de la impulsividad. Consta de 75 ítems con dos 198 opciones de respuesta: verdadero o falso y está validada al castellano39 . El punto de corte propuesto es de 27 puntos39 . Con respecto las alteraciones alimentarias en el trastorno bipolar utilizamos la Bipolar Eating Disorder Scale (BEDS). Es una escala sencilla, autoaplicable que consta de 10 ítems, con puntuaciones totales que oscilan entre 0 y 30 puntos, siendo 13 el punto de corte para requerir una intervención individualizada. Permite valorar la intensidad y frecuencia de los distintos trastornos en la alimentación40 . El análisis estadístico se llevó a cabo con el programa SPSS, versión 12.0. El nivel de significación estadística bilateral utilizado fue de 0,05. Se compararon las variables clínicas y sociodemográficas entre los bipolares tipo I y II. Para las variables continuas con una distribución normal se utilizó la prueba t. Para variables independientes con más de dos categorías, se utilizó el análisis de varianza (ANOVA). Resultados Para algunos análisis los pacientes se dividieron en dos grupos, según el diagnóstico fuera trastorno bipolar tipo I o II. En otros casos, los análisis se realizaron conjuntamente para el trastorno bipolar sin especificar el tipo. No se observaron diferencias significativas (p > 0,05) entre las variables sexo, estado civil, situación laboral, nivel socioeconómico y nivel de estudios y el diagnóstico bipolar I o II. Las variables sociodemográficas se presentan de forma conjunta para ambos diagnósticos en la tabla 1. Los pacientes se encontraban eutímicos en el momento de la realización de los cuestionarios y no habían sufrido modificaciones del tratamiento recientes, ni ingresos en los últimos tres meses. Puntuación escala EVMAC total 2,55 ± 2,68 (subescalas: manía 2,07 ± 1,89, psicoticismo 0,48 ± 0,94) y puntuación en la escala Hamilton de depresión: 3,49 ± 2,56. Al comparar las puntuaciones en las escalas expuestas con anterioridad en ambos diagnósticos, se observaron puntuaciones mayores estadísticamente significativas en la Escala Barratt para bipolares II (Barratt total, p = 0,037; media: 54,11; DE: 16,65; Subescala Barratt motora, p = 0,015; media: 17,3; DE: 7,76), no aparecieron diferencias estadísticamente significativas en la escala de Búsqueda de Sensaciones, y en el Inventario de Hostilidad Buss-Durkee fueron significativas en la subescala de violencia (p = 0,039; media: 3,37; DE: 2,52) para los bipolares II (tabla 2). No se observaron diferencias en la puntuación en las diferentes subescalas en función de los antecedentes de hospitalizaciones psiquiátricas o no (Escala Barratt p = 0,275, Búsqueda de sensaciones p = 0,284, Inventario de Hostilidad de Buss-Durkee p = 0,239) (tabla 3). Aunque las puntuaciones en la escala BEDS fueron más elevadas en bipolares II que en bipolares I (media de 10,95 frente a 8,43), no alcanzaron diferencias significativas (p = 0,125; DE = 5,38 en bipolares I y 6,58 en bipolares II). Se analizaron otras variables clínicas y evolutivas como la polaridad predominante. Se consideró polaridad maníaca (o hipomaníaca en el caso de los bipolares II) o depresiva, según existieran al menos dos tercios de los episodios pasados que cumplieran criterios DSM-IV de un tipo u otro. Se encontró que los pacientes en los que predominaba la polaridad depresiva tenían mayores puntuaciones globales P. Sierra et al Tabla 1 Variables sociodemográficas de la muestra N Porcentaje (%) Sexo Hombre Mujer 32* 37* 46,4 53,6 Estado civil Soltero Casado Emparejado Separado/divorciado Viudo 31 20 6 11 1 44,9 29 8,7 15,9 1,4 Situación laboral Activo Parado Baja temporal Minusvalía Jubilación Ama de casa Estudiante 21 4 17 14 6 3 4 30,4 5,8 24,6 20,3 8,7 4,3 5,8 Nivel de estudios Sin estudios Certificado escolaridad Graduado Escolar FP BUP Estudios universitarios 1 11 25 14 4 14 1,4 15,9 36,2 20,3 5,8 20,3 Nivel socioeconómico Bajo Medio bajo Medio alto Alto 10 41 17 1 14,5 59,4 24,6 1,4 *N y % según los diagnósticos:. - Hombre TB tipo I = 21, (65,6%), tipo II = 11 (34,4%). - Mujer TB tipo I = 21 (56,8%), tipo II = 16 (43,2%). en el Inventario de Hostilidad de Buss-Durkee, (p = 0,033; media: 36,63; DE: 8,73), y en las subescalas de irritabilidad (p = 0,025; media: 5,79; DE: 2,51), y recelo (p = 0,046; media: 4,61; DE: 2,20). No había diferencias en la Barratt y en la escala de búsqueda de sensaciones los pacientes con polaridad maníaca, puntuaban de forma significativamente más elevada en la BEX (p = 0,018; media: 6,39; DE: 1,83 (tabla 4). En relación con este aspecto, se investigó también el tipo del primer episodio de la enfermedad, y se compararon las puntuaciones en las escalas en función del inicio maníaco o depresivo, ninguna de las puntuaciones resultó significativa. Para analizar el suicidio, en primer lugar se dividieron los pacientes según existieran antecedentes o no de intentos de suicidio y después se categorizaron según los intentos previos fueran ninguno, entre 1 y 3 o más de 3. En ninguno de los casos se encontraron diferencias significativas en las diferentes escalas mediante un análisis de varianza (p= 0,270) (tabla 5). Al evaluar la influencia del hecho de fumar o no, aunque las puntuaciones en la Barratt total no alcanzaron diferencias significativas (p = 0,051) al comparar pacientes fumadores y no, sí que se apreciaron diferencias en algunas Impulsividad, búsqueda de sensaciones y agresividad en pacientes bipolares tipo I y II Tabla 2 199 Puntuaciones en las diferentes escalas en pacientes bipolares I y II Media Desviación estándar Significación (t de Student) Barrat total Tipo I Tipo II 46 54,11 14,67 16,65 0,037 Barrat cognitiva Tipo I Tipo II 14,90 16,22 4,95 4,39 0,26 Barrat motora Tipo I Tipo II 12,76 17,3 6,51 7,76 0,015 Barrat impulsividad Tipo I Tipo II 18,26 20,59 6,22 7,1 0,17 BEM Tipo I Tipo II 3,43 3,11 2,52 2,69 0,62 BEX Tipo I Tipo II 5,76 5,78 1,96 2,06 0,97 DES Tipo I Tipo II 2,88 3 1,65 2,09 0,79 SAB Tipo I Tipo II 3,62 3,67 2,28 1,94 0,92 15,62 15,56 5,70 6,69 0,96 Buss-Durkee violencia Tipo I Tipo II 2,19 3,37 1,7 2,52 0,039 Buss-Durkee hostilidad Tipo I Tipo II 2,19 3,37 1,70 2,52 0,45 Buss-Durkee irritabilidad Tipo I Tipo II 4,88 5,56 2,83 2,37 0,30 Buss-Durkee negativismo Tipo I Tipo II 2,36 2,93 1,37 1,46 0,10 Buss-Durkee resentimiento Tipo I Tipo II 3,24 3,48 1,59 1,71 0,55 Buss-Durkee recelo Tipo I Tipo II 3,79 4,6 2,21 2,29 0,13 Buss-Durkee hostilidad verbal Tipo I Tipo II 7,29 7,89 2,72 2,24 0,34 Buss-Durkee culpabilidad Tipo I Tipo II 4,40 4,48 2,28 2,06 0,88 32,55 37,15 10,28 8,66 0,059 Búsqueda sensaciones total Tipo I Tipo II Buss-Durkee total Tipo I Tipo II 200 P. Sierra et al Tabla 3 Distribución de las puntuaciones de las diferentes escalas en función de los antecedentes de hospitalizaciones psiquiátricas Media Desviación estándar Significación (t de Student) 47,88 52,58 16,70 13,21 0,275 Búsqueda sensaciones total Antec. hospitalización SÍ 16,08 NO 14,32 5,67 6,98 0,284 10,30 8,49 0,239 Barrat total Antec. hospitalización SÍ NO Buss-Durkee total Antec. hospitalización SÍ NO Tabla 4 33,48 36,63 Distribución de las puntuaciones de las diferentes escalas en función de la Polaridad dominante Media Desviación estándar Significación (t de Student) Barrat total Polaridad maníaca Polaridad depresiva 46,10 51,68 17,00 14,62 0,147 Búsqueda sensaciones total Polaridad maníaca Polaridad depresiva 16,87 14,55 5,85 6,11 0,115 BEX Polaridad maníaca Polaridad depresiva 6,39 5,26 1,83 1,98 0,018 Buss-Durkee total Polaridad maníaca Polaridad depresiva 31,55 36,63 10,61 8,73 0,033 Buss-Durkee irritabilidad Polaridad maníaca Polaridad depresiva 4,35 5,79 2,66 2,51 0,025 Buss-Durkee recelo Polaridad maníaca Polaridad depresiva 3,52 4,61 2,23 2,20 0,046 subescalas. Los fumadores puntuaron de forma significativamente más alta en la Subescala Barratt de impulsividad (p = 0,002; media: 21,33; DE: 6,38), en la Búsqueda de Sensaciones total (p = 0,007; media: 17,28; DE: 5,83) y en la DES (p = 0,001; media: 3,56; DE: 1,72) (tabla 6). Tabla 5 Al analizar las puntuaciones según los tratamientos, no se observaron diferencias en función de que los pacientes tomaran litio o no. En el caso de los antipsicóticos, se encontraron diferencias estadísticamente significativas en las subescalas Buss de Hostilidad con puntuaciones Análisis de varianza de las tres escalas utilizadas en función de los antecedentes de suicidio Antecedentes de suicidio Ninguno Entre 1 y 3 Más de 3 N Media Desviación estándar ANOVA 48 15 6 47,50 55,07 47,83 16,37 12,14 18,87 0,270 Impulsividad, búsqueda de sensaciones y agresividad en pacientes bipolares tipo I y II Tabla 6 201 Distribución de las puntuaciones de las diferentes escalas en función del consumo de tabaco Barrat total Fumador SÍ NO Barrat impulsividad Fumador SÍ NO Búsqueda sensaciones Fumador SÍ NO DES Fumador SÍ NO Buss-Durkee total Fumador SÍ NO Media Desviación estándar Significación (t de Student) 52,44 44,93 15,59 15,44 0,051 21,33 16,37 6,38 6,58 0,002 17,28 13,40 5,83 5,72 0,007 3,56 2,10 1,72 1,62 0,001 35,72 32,57 10,34 9,11 0,191 significativamente más altas en pacientes que sí tomaban antipsicóticos (p = 0,032, 4,94 ± 0,33, frente a 4,17 ± 0,16) y resentimiento (p = 0,005) en los que también tomaban (4,13 ± 1,08 frente a 3,06 ± 1,69). Con respecto a la comparación de los pacientes que tomaban antidepresivos o no, los pacientes que no los tomaban, puntuaron significativamente más alto en la escala de Búsqueda de Sensaciones Global (p = 0,040, con puntuaciones 12,64 ± 5,32 frente a 16,35 ± 6,05). En cuanto al tratamiento con ansiolíticos, los pacientes que sí los tomaban puntuaron de forma significativamente más elevada en la escala de Hostilidad Global (p = 0,003 38,85 ± 9,55, frente a 31,63 ± 9,14) y en las subescalas de irritabilidad (p = 0,017 6,12 ± 2,53 frente a 4,56 ± 2,59), resentimiento (p = 0,003, 4,08 ± 1,46 frente a 2,88 ± 1,57) y recelo (p = 0,05, 5,08 ± 2,17 frente a 3,53 ± 2,14). Discusión En nuestro trabajo investigamos aspectos que a través de un aumento de la impulsividad y agresividad pueden incrementar el riesgo de comorbilidad en el trastorno bipolar, entre ellos el subtipo de bipolaridad, el consumo de tabaco o la polaridad predominante. Existen una serie de trastornos psiquiátricos en los que la impulsividad está presente con más frecuencia tales como la manía, los trastornos de personalidad y el abuso de sustancias2 . En el trastorno bipolar, la impulsividad forma parte de los criterios diagnósticos de manía que aparecen en el DSM-IV1 . Los estudios que analizan el efecto del género en la impulsividad no encuentran diferencias. Parece que mayores niveles de impulsividad en la edad temprana en chicos41 , se igualan en la edad adulta6,42 . En los adolescentes con riesgo de manía evaluados mediante una entrevista semiestructurada, se ha observado un aumento de impulsividad por lo que ésta puede acompañar a los episodios afectivos o incluso aparecer antes de que éstos sean claramente diagnosticados43 . En nuestro estudio, encontramos una puntuación mayor en la Escala Barratt de impulsividad en los pacientes con trastorno bipolar tipo II, y en el Inventario de Hostilidad de Buss-Durkee, en la subescala de violencia. Estudios previos señalan un alto porcentaje de comorbilidad en este subgrupo de pacientes44 , con trastornos de ansiedad45 , trastornos por abuso de sustancias46 , trastornos de la alimentación24 , trastornos de la personalidad47 o trastornos obsesivo compulsivos48 . Podría plantearse la hipótesis de que la impulsividad más elevada detectada en el subgrupo de bipolares II, actúa favoreciendo dicha comorbilidad. Resulta importante detectar aquellos factores que interfieren en el curso de este subgrupo, dado que se ha encontrado que presentan un nivel de calidad de vida mermado frente a los bipolares I49 . Además la impulsividad genera un mayor riesgo de complicaciones de algunos factores del espectro del descontrol de impulsos como el abuso de sustancias. Parece que la impulsividad como rasgo se eleva de un modo similar en el abuso de sustancias y en el trastorno bipolar interepisódico, con una mayor elevación en aquellos pacientes que sufren ambas condiciones6 . En nuestro estudio ninguno de los pacientes cumplían criterios para abuso de sustancias, sin embargo los pacientes fumadores puntuaron de forma más elevada en la subescala Barratt de impulsividad, lo que concuerda con trabajos previos que concluyen que los fumadores son más impulsivos que los no fumadores50 . En nuestro estudio no encontramos una asociación entre los niveles de impulsividad medidos mediante la Barratt y los antecedentes de tentativas autolíticas, considerando su existencia o no, o bien el número de éstos. Sin embargo, 202 con anterioridad se ha descrito una asociación positiva en pacientes con trastornos afectivos51 . Se ha observado que los pacientes con intentos repetidos de suicidio, difieren de los pacientes con un único intento en varios aspectos clínicos52 . Es posible que la impulsividad elevada intrínseca al trastorno bipolar pueda mitigar su utilidad como marcador para el riesgo suicida en esta población21 . En nuestro estudio no se observaron diferencias entre ambas variables. Antecedentes de intentos de suicidio se han asociado con respuestas impulsivas en las tareas de memoria inmediata, especialmente en los casos de intentos graves a nivel médico53 , pero no con puntuaciones más elevadas en la escala Barratt54 . Swann encontró que las puntuaciones en la Barratt eran numéricamente más elevadas en bipolares que tenían una historia de intentos de suicidio, sugiriendo que en un grupo de sujetos podría existir una relación entre las puntuaciones y la historia de intentos previos, pero no con la gravedad de éstos53 . En niños y adolescentes bipolares se han descrito asociaciones multifactoriales como las tendencias agresivas, la impulsividad y conductas de riesgo como potentes indicadores de riesgo de suicidio55 . De hecho se recomienda que al margen de obtener datos acerca del comportamiento suicida, los clínicos deberían valorar en los pacientes los rasgos pesimistas, y los rasgos agresivos/impulsivos para ayudarse a identificar pacientes en riesgo de suicidio tras una depresión mayor56 . En un estudio que valoró las características diferenciales entre bipolares con antecedentes o no de comportamiento suicida, se encontró que la historia de agresividad era más elevada en pacientes con tentativas previas frente a los que no las presentaban, pero el nivel de impulsividad no era diferente28 , a diferencia de lo que ocurría en pacientes depresivos unipolares en los que ambos parámetros eran más elevados57 . La búsqueda de novedades se ha encontrado que es mayor en pacientes bipolares en fases eutímicas que en unipolares y controles58 . En nuestro estudio no encontramos diferencias en las puntuaciones entre bipolares I y II. Con respecto a los trastornos de la alimentación, es especialmente elevada la comorbilidad entre el subtipo II y la bulimia25 . También se han señalado importantes paralelismos entre ambos trastornos, por ejemplo un solapamiento en numerosos aspectos como la disregulación alimentaria y del humor, impulsividad y compulsividad o craving por la actividad y/o ejercicio24 . En nuestro trabajo, las puntuaciones en ambos grupos no superaron el punto de corte propuesto por los autores de 13 puntos, por encima del cual se recomienda la intervención individualizada y el tratamiento40 ; sin embargo, sí que se encontró que los bipolares tipo II obtenían puntuaciones más elevadas en la BEDS (10,95) que los de tipo I (8,43). Al analizar la relación entre la polaridad dominante en los pacientes y la puntuación en las diversas escalas, encontramos que cuando predominaba la depresiva, definida como que al menos dos tercios de los episodios previos del paciente cumplían criterios DSM-IV para episodio mayor depresivo59 , los pacientes puntuaban de forma más elevada en escalas de agresividad, tanto de forma global, como en las subescalas de irritabilidad y recelo. En un artículo que investiga la relación entre impulsividad y síntomas maníacos durante los episodios de depresión bipolar, se encuentra que puntuaciones elevadas en la Barratt reflejan un P. Sierra et al incremento en la impulsividad como rasgo, no limitado al episodio actual, lo que sugiere que los pacientes deprimidos con sintomatología mixta tienen una mayor susceptibilidad a largo plazo a la impulsividad, con un curso más complicado de la enfermedad10 . Una posible explicación a nuestros hallazgos es que los pacientes en los que predomina la polaridad maníaca lleven pautados más estabilizadores del estado de ánimo de«clase A» (también llamados «estabilizadores desde arriba») que actúen enmascarando síntomas de agresividad. Con respecto al abordaje terapéutico, aunque los resultados deben ser considerados con las debidas precauciones, tuvimos en cuenta las puntuaciones en las diferentes escalas y el tratamiento concomitante o no, con una serie de fármacos. En el caso del litio, pese a que se ha descrito como un buen fármaco antiimpulsivo60 , no obtuvimos ninguna diferencia. En este sentido, se ha señalado que el ácido valproico es más eficaz que el litio para aquellos casos de pacientes maníacos que presentan en mayor grado disforia e irritabilidad, supera al placebo en el control de los síntomas de impulsividad y hostilidad y reduce la hiperactividad, al igual que el litio61 . Es decir, existen diferentes subtipos de manía, con diferentes respuestas al tratamiento62 . El principal problema es que se asocia a un peor funcionamiento entre las fases, incluyendo un aumento en el riesgo de incumplimiento terapéutico. En el caso de los antipsicóticos, se encontraron diferencias en las subescalas Buss de Hostilidad y Resentimiento, con puntuaciones significativamente más altas en pacientes que sí los tomaban. Aunque algunos estudios sugieren su efectividad en pacientes con trastornos del control de impulsos63 , debería recurrirse a ellos solo cuando otras medidas, como los anticonvulsivantes, litio o B bloqueantes hayan fallado64 Según nuestros resultados, los pacientes que no tomaban antidepresivos puntuaron de forma significativamente más alta en la escala de búsqueda de sensaciones global. Los fármacos que elevan específicamente la función serotoninérgica resultan eficaces para disminuir la conducta impulsiva agresiva. La baja función serotoninérgica incrementa la agresividad y la impulsividad65 . Realmente interpretar estos hallazgos es complicado, podría plantearse si los resultados de esta escala que evalúa la necesidad de sensaciones y experiencias nuevas, variadas y complejas que incluyen el deseo de arriesgarse con la finalidad de obtenerlas, no podría reflejar síntomas hipomaníacos subclínicos en algunos pacientes. En cuanto al tratamiento con ansiolíticos o no, los pacientes que sí los tomaban puntuaron de forma significativamente más elevada en la escala de Hostilidad Global y en las Subescalas de Irritabilidad, Resentimiento y Recelo. En el tratamiento de la impulsividad se han utilizado múltiples y variadas estrategias, casi siempre de forma empírica, dados los escasos estudios controlados. En líneas generales, no se encontró una clara asociación entre las puntuaciones en las distintas escalas y los tratamientos. Paradójicamente los pacientes que tomaban los fármacos citados, presentaban mayores puntuaciones en varias escalas, probablemente ello se deba a una mayor gravedad clínica en dichos pacientes. Estos resultados coinciden con trabajos previos que han descrito una falta de asociación entre la medicación y las puntuaciones en la Barratt31 . Impulsividad, búsqueda de sensaciones y agresividad en pacientes bipolares tipo I y II Entre las limitaciones a señalar, los pacientes con abuso de sustancias fueron excluidos por lo que la muestra de este estudio puede representar un subgrupo de pacientes bipolares con niveles más bajos de impulsividad. Con respecto a la influencia de los fármacos, los resultados son orientativos puesto que no se consideraron las dosis prescritas, ni el posible efecto de las combinaciones entre ellos, o los diferentes subtipos (ISRS o tricíclicos, o bien antipsicóticos clásicos o atípicos). Por otra parte, la muestra de pacientes es pequeña en relación con el número de variables investigadas, lo que limita el poder de los análisis estadísticos del trabajo. Como conclusión dado que la agresividad y la impulsividad son aspectos relevantes en los trastornos afectivos, se debe considerar su manejo como una parte fundamental en el abordaje del trastorno bipolar. Según nuestros resultados, un adecuado diagnóstico y tratamiento más específico de la impulsividad colaboraría a mejorar el pronóstico al reducir la comorbilidad, dado que es el predictor más potente de mala cumplimentación terapéutica66 Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografía 1. American Psychiatric Association. Diagnostic and statistical manual of mental disorders. Fourth Edition (DSM-IV) Washington, DC: APA; 1994. 2. Moeller FG, Barratt ES, Dougherety DM, Schmitz JM, Swann AC. Psychiatric aspects of impulsivity. Am J Psychiatry. 2001;158:1783---93. 3. Eysenck SB, Eysenck HJ. The place of impulsiveness in a dimensional system of personality description. Br J Soc Clin Psychol. 1977;16:57---68. 4. Kessler CR, Merikangas KR, Wang P. Prevalence, Comorbidity, and Service utilization for mood disorders in the United States at the beginning of the twenty-first century. Annu Rev Clin Psychol. 2007;3:137---58. 5. Oquendo MA, Baca-García E, Graver R, Morales M, Montalván V, Mann JJ. Adaptación española de la Barratt Impulsiveness Scale (BIS 11) (ed esp.). The Eur J Psichiatr. 2001;15:147---55. 6. Swann AC, Dougherty DM, Pazzaglia PJ, Pham M, Moeller FG. Impulsivity: a link between bipolar disorder and substance abuse. Bipolar Disord. 2004;6:204---12. 7. Swann AC, Anderson JC, Dougherty DM, Moeller FG. Measurement of interepisodic impulsivity in bipolar disorder. Psychiatric Res. 2001;10:195---7. 8. Strakowski SM, Fleck DE, DelBello MP, Adler CM, Shear PK, Kotwal R, et al. Bipolar Impulsivity across the course of bipolar disorder. Bipolar Disord. 2010;12:285---97. 9. Corruble E, Damy C, Guelfi JD. Impulsivity: a relevant dimension in depression regarding suicide attempts? J Affect Disord. 1999;53:211---5. 10. Swann AC, Moeller FG, Steinberg JL, Schneider L, Barratt ES, Dougherty DM. Manic symptoms and impulsivity during bipolar depressive episodes. Bipolar Disord. 2007;9:206---12. 11. Patton J, Standford M, Barratt E. Factor structure of the Barratt Impulsiveness Scale. J Clin Psychol. 1995;51:768---74. 12. Jentsch JK, Taylor JR. Impulsivity resulting from frontostriatal dysfunction in drug abuse: implications for the control of behaviour by reward-related stimuli-. Psychopharmacology. 1999;146:373---90. 203 13. Linnoila M. Low cerebrospinal fluid 5-hydroxyindoleacetic acid concentration differentiates impulsive from nonimpulsive violent behavior. Life Sci. 1983;33:2609---14. 14. Coccaro EF. Central serotonin and impulsive aggression. Br J Psychiatry Suppl. 1989;8:52---62. 15. Gray JA. A model of the limbic system and basal ganglia: applications to anxiety and schizophrenia. En: Gazzaniga MS, editor. The cognitive neurosciences. Cambridge, Mass: MIT Press; 1995. p. 1165---76. 16. Fawcett J, Busch KA, Jacobs D, Kravitz HM, Fogg L. Suicide: a four-pathway clinical-biochemical model. Ann N Y Acad Sci. 1997;836:288---301. 17. Michaelis BH, Goldberg JF, Davis GP, Singer TM, Garno JL, Wenze SJ. Dimensions of impulsivity and aggression associated with suicide attempts among bipolar patients: a preliminary study. Suicide Life-Threat Behav. 2004;34:172---6. 18. Allen TJ, Moeller FG, Rhoades HM, Cherek DR. Impulsivity and history of drug dependence. Drug Alcohol Depend. 1998;50:137---45. 19. Brady KT, Myrick H, McElroy S. The relationship between substance use disorders, impulse control disorders, and pathological aggression. Am J Addict. 1998;7:221---30. 20. McElroy SL, Keck Jr, Hudson J. Disorders of impulse control. En: Hollander E, Stein DJ, editores. Impulsivity and aggression. Chichester, UK: Wiley; 1995. p. 109---36. 21. Hollander E, Posner N, Cherkasky S. The neuropsychiatry of aggression and impulse control disorders. En: Yudofsdy SC, Hales RE, editores. American Psychiatric Press Textbook of Neuropsychiatry. Washington, DC: American Psychiatric Pub; 2002. 22. Fernández Aranda F, Jiménez Murcia S, Álvarez Moya EM, Granero R, Vallejo J, Bulik CM. Impulse control disorders in eating disorders: clinical and therapeutic implications. Compr Psychiatry. 2006;47:482---8. 23. Rosval L, Steiger H, Bruce K, Israel M, Richardson J, Aubut M. Impulsivity in women with eating disorders: problem of response inhibition, planning, or attention? Int J Eat Disord. 2006;39:590---3. 24. McElroy SL, Kotwal R, Keck Jr PE, Akiskal HS. Comorbidity of bipolar and eating disorders: distinct or related disorders with shared dysregulations? J Affect Disord. 2005;86:107---27. 25. Vieta E, Colom E, Martínez-Arán A, Benabarre A, Reinares M, Gastó C. Bipolar II disorder and comorbidity. Compr Psychiatry. 2000;41:339---43. 26. Kruger S, Shugar G, Cooke RG. Comorbidity of binge eating disorder and the partial binge eating syndrome with bipolar disorder. Int J Eat Disord. 1996;19:45---52. 27. Harmon-Jones E, Barratt ES, Cindy W. Impulsiveness, aggression, reading and the P300 of the event-related potential. Per Individ Differ. 1997;22:439---45. 28. Oquendo MA, Watermaux C, Brodsky B, Parsons B, Haas G, Malone K, et al. Suicide behavior in bipolr mood disorder: clinical characteristics of attempters and nonattempters. J Affect Disord. 2000;59:107---17. 29. Swann AC, Lijffijt M, Lane SD, Steinberg JL, Moeller FG. Interacting mechanisms of impulsivity in bipolar disorder and antisocial personality disorder. J Psychiatr Res. 2011 Jun 28. 30. Najt P, Perez J, Sanches M, Peluso MA, Glahn D, Soares JC. Impulsivity and bipolar disorder. Eur Neuropsychopharmacol. 2007;17:313---20. 31. Swann AC, Pazzaglia P, Nicholls A, Dougherty DM, Moeller FG. Impulsivity and phase of illness in bipolar disorder. J Affect Disord. 2003;73:105---11. 32. Hamilton M. Development of a rating scale for primary depressive illness. Br J Soc Psychol. 1967;6:278---96. 33. Livianos L, Rojo L, Guillem JL, Villavicencio D, Pino A, Mora R, et al. Adaptación de la Escala de la Valoración de la Manía por clínicos (EVMAC). Actas Esp Psiquiat. 2000;28: 169---77. 204 34. Zuckerman M, Eynsenck SBG, Eysenck HJ. Sensation-seeking in England and America: cross-cultural, age and sex comparisons. J Consult Clin Psychol. 1978;46:139---49. 35. Zuckerman M, Bone RN. What is the sensation seeking? Personality trait and experience correlates of the sensation-seeking scales. J Consult Clin Psychol. 1972;39:308---21. 36. Whiteside SS, Lynam DR. The five factor model and impulsivity: using a structural model of personality to understand impulsivity. Personality and Individual Differences. 2001;30:669---89. Pers Individ Dif. 37. Pérez J, Torrubia R. Fiabilidad y validez de la versión española de la escala de búsqueda de sensaciones (formaV). Rev Latinoam Psicol. 1986;18:7---22. 38. Buss AH, Durkee A. An inventory for assessing different kinds of hostility. J Consult Psychol. 1957;21:343---9. 39. Oquendo M, Graver R, Baca-García E, Morales M, Montalvan V, John Mann J. Spanish adaptation of the Buss-Durkee Hostility Inventory (BDHI). Eur J Psychiat. 2001;15:101---12. 40. Torrent C, Vieta E, Crespo J, González-Pinto A, Del Valle J, Olivares JM, et al. Barcelona Bipolar Eating Disorder Scale (BEDS): a self-administered scale for eating disturbances in bipolar patients. Actas Esp Psiquiatr. 2004;32:127---31. 41. Cjte S, Tremblay RE, Nagin D, Zoccolillo M, Vitaro F. The development of impulsivity, fearfulness, and helpfulness during childhood: patterns of consistency and change in the trajectories of boys and girls. J Child Psychol Psychiatry. 2002;43:609---18. 42. Feingold A. Gender differences in personality: a metaanalysis. Psychol Bull. 1994;116:429---56. 43. Sunohara GA, Malone MA, Rovet J, Humphries T, Roberts W, Taylor MJ. Effect of methylphenidate on attention in children with attention deficit hyperactivity disorder (ADHD): ERP evidence. Neuropsychopharmacology. 1999;21:218---28. 44. Akiskal HS, Akiskal KK, Perugi G, Toni C, Ruffolo G, Tusini G. Bipolar II and anxious reactive comorbidity: toward better phenotypic characterization suitable for genotyping. J Affect Disord. 2006;96:239---47. 45. McIntyre RS, Soczynska JK, Bottas A. Anxiety disorders and bipolar disorder: A review. Bipolar Disord. 2006;8:665---76. 46. Angst J, Gamma A, Endrass J, Rossler W, Ajdacic Gross V, et al. Is the association of alcohol use disorders with major depressive disorder a consequence of undiagnosed bipolar-II disorder? Eur Arch Psychiatry Clin Neurosci. 2006 Oct;256:452---7. 47. Garno JL, Goldberg JF, Ramírez PM, Ritzler BA. Bipolar disorder with comorbid cluster B personality disorder features: impact on suicidality. J Clin Psychiatry. 2005 Mar;66:339---45. 48. Angst J, Gamma A, Endrass J, Hantouche E, Goodwin R, Ajdacic V, et al. Obsessive-compulsive syndromes and disorders: significance of comorbidity with bipolar and anxiety syndromes. Eur Arch Psychiatry Clin Neurosci. 2005 Feb;255:65---71. 49. Maina G, Albert U, Bellodi L, Colombo C, Faravelli C, Monteleone P, et al. Health-related quality of loife in euthymic bipolar disorder patients: Differences between bipolar I and II subtypes. J Clin Psychiatry. 2007;68:207---12. 50. Yakir A, Rigbi A, Kanyas K, Pollak Y, Kahana G, Karni O, et al. Why do young women smoke? III. Attention and impulsivity as neurocognitive predisposing factors. Eur Neuropsychopharmacol. 2007;17:339---51. P. Sierra et al 51. Beautrais AL, Joyce PR, Mulder RT. Personality traits and cognitive styles as risk factors for serious suicide attempts among young people. Suicide Life Threat Behav. 1999;29: 37---47. 52. Michaelis BH, Goldberg JF, Singer T, Garno JL, Ernst CL, Davis GP. Characteristics of first suicid eattempts in single versus multiple suicide attempters with bipolar disorder. Compr Psychiatry. 2003;44:15---20. 53. Swann AC, Dougherty DM, Pazzaglia PJ, Pham M, Steinberg J, Moeller FG. Increased impulsivity associated with severity of suicide attempt history in patients with bipolar disorder. Am J Psychiatry. 2005;162:1680---7. 54. Dougherty DM, Mathias CW, Marsh DM, Papageorgiou TD, Swann AC, Moeller FG. Laboratory-measured behavioral impulsivity relates to suicide attempt history. Suicide Life Threat Bechav. 2004;34:374---85. 55. Papolos D, Hennen J, Cockerham MS. Factors associated with parent-reported suicide threats by children and adolescents with community-diagnosed bipolar disorder. J Affect Disord. 2005;86:267---75. 56. Oquendo MA, Galfalvy H, Russo S, Ellis SP, Grunebaum MF, Burke A, et al. Prospective study of clinical predictors of suicidad acts after a major depressive episode in patients with major depressive disorder or bipolar disorder. Am J Psychiatry. 2004;161:1433---41. 57. Malone KM, Haas GL, Swenney JA, Mann JJ. Major depression and the risk of attempted suicide. J Affect Disord. 1995;34:173---85. 58. Young LT, Bagby RM, Cooke RG, Parker JD, Levitt AJ, Joffe RT. A comparison of tridimensional personality questionnaire dimensions in bipolar disorder and unipolar depression. Psychiatry Research. 1995;58:139---43. 59. Colom F, Vieta E, Daban C, Pacchiarotti I, Sánchez-Moreno J. Clinical and therapeutic implications of predominant polarity in bipolar disorder. J Affect Disord. 2006 Jul;93:13---7. 60. Grof P, Grof E. Varieties of lithium benefits. Prog Neuropsychopharmacol Biol Psychiatry. 1990;14:689---96. 61. Swann AC, Bowden Cl, Calabrese IR, Dilsalver SC, Morris DD. Pattern of response to divalproex, lithium, or placebo in naturalistic subtypes of mania. Neuropsychopharmacology. 2002;26:530---6. 62. Swann AC, Janicak PL, Calabrese JR, Bowden C, Dilsaver SC, Morris DD, et al. Structure of mania: subgroups with distinct clinical characteristics and course of illness in randomized clinical trial participants. J Affect Disord. 2001;67:123---32. 63. Ros S, Arranz B, Arranz FJ, Rodríguez A, Casanova N. Terapéuticas farmacológicas de la impulsividad. En: Impulsividad. Barcelona: Ars Medica; 2004. 64. Marder SR, Van Kammen FP. Dopamine receptor antagonist. En: Sadock BJ, Sadock VA, editores. Kaplan & Sadock‘s Comprehensive texbook of Psychiatry. Filadelfia: Williams & Wilkins; 2000. p. 2356---76. 65. Brown GL, Goodwin FK, Ballenger JC, Goyer PF, Major JF. Aggression in humans correlates with cerebrospinal fluid amine metabolites. Psychiatry Res. 1979;1:131---9. 66. Colom F, Vieta E, Martínez-Arán A, Reinares M, Benabarre A, Gastó C. Clinical factors associated to treatment noncompliance in euthymic bipolar patients. J Clin Psychiatry. 2000;61:549---55. Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.). 2011;4(4):205---211 www.elsevier.es/saludmental ORIGINAL Tratamiento psicofarmacológico del trastorno bipolar en América Latina Oscar Heeren a,∗ , Manuel Sánchez De Carmona b , Gustavo Vásquez c , Rodrigo Córdoba d , Jorge Forero e , Luis Madrid f , Diogo Lara g , Rafael Medina h y Luis Meza i a Departamento de Psiquiatría, Universidad Peruana Cayetano Heredia, Lima, Perú Presidente de ISBD México, México DF, México c Departamento de Psiquiatría, Universidad de Palermo, Buenos Aires, Argentina d Departamento de Psiquiatría, Centro de Investigaciones del Sistema Nervioso-Grupo Cisne, Bogotá, Colombia e Departamento de Psiquiatría, Instituto Colombiano de Investigación en Salud Mental, Bogotá, Colombia f Departamento de Psiquiatría, Universidad Central de Venezuela, Caracas, Venezuela g Departamento de Psiquiatría, Universidade Catolica Do Rio Grande Do Sul, Porto Alegre, Brasil h Departamento de Psiquiatría, Instituto Jalisciense de Salud Mental, Jalisco, México i Departamento de Psiquiatría, Hospital CIMA, San José, Costa Rica b Recibido el 20 de mayo de 2011; aceptado el 30 de agosto de 2011 PALABRAS CLAVE Bipolar; Preferencias; Tratamiento; Latinoamérica ∗ Resumen Objetivo: Este estudio evaluó la preferencia farmacológica de los psiquiatras latinoamericanos para tratar a sus pacientes con trastorno bipolar y si estas preferencias se adecuan a las guías actuales de tratamiento publicadas. Métodos: Se diseñó una encuesta que comprendía catorce preguntas. Todas las preguntas estaban dirigidas al tratamiento de pacientes con trastorno bipolar tipo I solamente. Distribuimos la encuesta a psiquiatras de ocho diferentes países: Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Perú y Venezuela. Entre mayo del 2008 y junio del 2009 recolectamos 1.143 encuestas. Resultados: Como la elección inicial de tratamiento para un paciente que debuta con manía, un 61,3% escogieron una combinación de un antipsicótico atípico y un eutimizante. Carbonato de litio (50%) fue la primera elección para un eutimizante en un episodio de manía aguda. Olanzapina (55,4%) fue la primera elección para un antipsicótico en el tratamiento de manía aguda. Para el tratamiento de depresión bipolar aguda, un 27% escogieron lamotrigina como primera opción. La mayoría de los psiquiatras (74,8%) utiliza antidepresivos para el tratamiento de depresión bipolar. Para la prevención de futuros episodios de depresión bipolar, la primera elección fue lamotrigina (50,3%). La mayoría de los psiquiatras (89,1%) prescriben dos o más psicofármacos para el tratamiento de mantenimiento de sus pacientes bipolares. Autor para correspondencia. Correo electrónico: oscadri2000@yahoo.com (O. Heeren). 1888-9891/$ – see front matter © 2011 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.rpsm.2011.08.001 206 O. Heeren et al Conclusiones: Se encontraron similitudes con estudios previos realizados en Estados Unidos. Parece que los psiquiatras latinoamericanos no siguen estrictamente las guías de tratamiento, sino que adaptan el tratamiento al caso individual. Se necesitan más estudios longitudinales en pacientes bipolares en Latinoamérica para corroborar estos resultados. © 2011 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. KEYWORDS Bipolar; Patterns; Treatment; Latin-America Psychopharmacological treatment of bipolar disorder in Latin American Abstract Objective: This study assessed the treatment preferences among Latin-American psychiatrists for their bipolar disorder patients and if these preferences reflect the current guidelines. Methods: We designed a survey comprised of fourteen questions. All the questions were aimed at the treatment of bipolar I patients only. We distributed the survey by hand or e-mail to psychiatrists in eight different countries: Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Perú and Venezuela. Between May 2008 and June 2009, we were able to gather 1143 surveys. Results: As the initial choice of treatment for a bipolar patient who debuts with mania, 61.3% choose a combination of an atypical antipsychotic and a mood stabilizer. Lithium Carbonate (50%) was the first choice for a mood stabilizer in a manic episode. Olanzapine (55.4%) was the initial antipsychotic of choice for the treatment of acute mania. For the treatment of acute bipolar depression, 27% choose Lamotrigineas their first choice. Most of the psychiatrists (74.8%) prescribe antidepressants for the treatment of bipolar depression. For maintenance treatment of bipolar depression most psychiatrists first choice would be Lamotrigine (50.3%). Most of the psychiatrists (89.1%) prescribed two or more psychotropic drugs for the maintenance treatment of their bipolar patients. Conclusions: There were some similarities with the studies previously done in the US. It seems that for the most part the Latin-American psychiatrists don’t strictly follow the literature guidelines that are published, but rather adapt the treatment to the specific case. More longitudinal studies of prescribing patterns in bipolar disorder are needed to corroborate these findings. © 2011 SEP y SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción El trastorno bipolar puede ser una enfermedad devastadora para quienes la sufren y para sus familias. Un tratamiento temprano y adecuado puede aportar no solo un control completo de los síntomas, sino también un mejor pronóstico1,2 . En los últimos años, hemos asistido a un aumento continuado de las opciones de tratamiento existentes y las pautas de medicación se han hecho cada vez más complejas y difíciles. También se han publicado diversas guías que pueden facilitar a los clínicos la toma de decisiones. A pesar de ello, la evidencia existente sugiere que es frecuente que esas guías no sean seguidas por muchos psiquiatras en la práctica clínica3,4 . Como ejemplo de ello, cabe citar el hecho de que los antidepresivos se utilicen con frecuencia para tratar la depresión bipolar, a pesar de que no hayan sido autorizados por la FDA para el tratamiento del trastorno bipolar5,6 . El uso de antidepresivos, especialmente en monoterapia, comporta el riesgo de posibles complicaciones graves en el futuro inmediato. Existe la posibilidad de provocar una conversión al otro polo, una inducción de ciclos rápidos, o alterar el curso y la frecuencia de los episodios futuros7,8 . Uno de los factores predictivos del riesgo de conversión es la presencia de síntomas maníacos/hipomaníacos subsindrómicos durante un episodio depresivo9 . Continúa existiendo una gran controversia sobre si los antidepresivos son eficaces para el tratamiento de la depresión bipolar10---12 . Con más de 20 países y más de 600 millones de habitantes, América Latina brinda una oportunidad única para la investigación, dada la notable similitud en la cultura y la forma de presentación de la enfermedad. En América Latina, la mayor parte de la literatura disponible para el tratamiento de esta enfermedad procede del hemisferio norte. Con algunas notables excepciones, hay muy poca investigación realizada en América Latina para conocer mejor esta enfermedad y qué fármacos psicotrópicos deben elegirse para el tratamiento de estos pacientes. Hay algunos estudios realizados en los EE. UU. en los que se han examinado los patrones de prescripción de medicamentos psicotrópicos en pacientes con trastorno bipolar5,13,14,15,16,17,18,19,20 . La mayoría de estos estudios sugiere que el litio o el valproato son los medicamentos prescritos con más frecuencia, de tal manera que más de un 50% de los pacientes con trastorno bipolar reciben uno de estos fármacos. Estos estudios han indicado también que al menos a la mitad de los pacientes se les prescribieron antidepresivos a veces sin un estabilizador del estado de ánimo. En dichos estudios, la monoterapia fue la excepción y no la regla, de tal manera que más del 80% de los pacientes recibieron más de un fármaco psicotrópico. Hay incluso un estudio realizado en adultos de edad avanzada con Tratamiento psicofarmacológico del trastorno bipolar en América Latina trastorno bipolar que mostró unos resultados similares a los de la población más joven21 . Que nosotros sepamos, no hay estudios publicados en los que se haya examinado esta misma cuestión en pacientes de América Latina. Existe un estudio de América Latina que analizó los resultados del tratamiento con diferentes medicamentos en pacientes con trastorno bipolar y señaló cuáles eran los medicamentos que estaban tomando los pacientes en el momento de incorporarse al estudio. En este caso, el patrón de prescripción fue más similar al de los países europeos que al de los EE. UU.22 . Nuestro objetivo fue dar respuesta a las siguientes preguntas: teniendo en cuenta diferentes cuestiones, ¿cuáles son las preferencias de tratamiento entre los psiquiatras de América Latina para sus pacientes con trastorno bipolar? ¿Reflejan estas preferencias lo indicado en la literatura médica y las guías de práctica clínica actuales? Creemos que esta información es muy importante para ayudarnos a comprender cómo son tratados nuestros pacientes con trastornos bipolares en América Latina y cuáles son las posibles similitudes y diferencias con los tratamientos utilizados en otras partes del mundo. Además, este es el primer paso para comprender también las razones de la elección de un tratamiento específico. Podemos aprender de lo observado con el fin de mejorar lo más posible el tratamiento de esta grave enfermedad. Métodos Para alcanzar nuestro objetivo, hemos diseñado una encuesta que consta de catorce preguntas. Elegimos cuidadosamente las preguntas que pudieran darnos más información sobre las preferencias de tratamiento. Todas las preguntas estaban dirigidas al tratamiento de pacientes con trastorno bipolar tipo I solamente. Las últimas cuatro preguntas de la encuesta fueron de carácter demográfico, con objeto de que pudiéramos estar seguros de que la muestra representaba adecuadamente el universo total. La encuesta fue totalmente anónima y no hubo financiación alguna en la que participara ningún gobierno ni compañía farmacéutica. Todas las preguntas fueron de elección múltiple. Distribuimos la encuesta manualmente o por correo electrónico a la mayor cantidad posible de psiquiatras de ocho países diferentes: Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Perú y Venezuela. El porcentaje de respuestas fue mucho mayor cuando la distribución se realizó manualmente en comparación con el obtenido con la distribución por correo electrónico (80 frente a 20% en promedio). Entre mayo de 2008 y junio de 2009, pudimos reunir 1.143 encuestas de estos ocho países. Esta cifra representa aproximadamente el 12% de todos los psiquiatras de los países antes mencionados. Cada país estuvo representado por lo menos por el 10% del total de psiquiatras. Se examinaron y tabularon todas las encuestas. Resultados De la muestra total de 1.143 psiquiatras que respondieron a la encuesta, el 57,4% eran varones y el 42,6% eran mujeres. Por lo que respecta a la experiencia, el 64% de los 207 Tabla 1 ¿Cuál sería su primera opción de tratamiento ante un paciente que debuta con un episodio maníaco y en el que sospecha la presencia de un trastorno bipolar? Opciones de respuesta Porcentaje de respuesta Un estabilizador del estado de ánimo Un antipsicótico atípico Un antipsicótico típico Un estabilizador del estado de ánimo + un antipsicótico atípico Un estabilizador del estado de ánimo + un antipsicótico típico Otro tratamiento 21,4% 10,4% 1,5% 61,3% 5,1% 0,3% psiquiatras habían estado tratando a pacientes psiquiátricos por lo menos durante diez años. Pero también había un porcentaje significativo del 18,5%, que tenían menos de cinco años de ejercicio en este campo. La mayoría de los psiquiatras (47,2%) trabajan tanto en el sector público como en el privado, mientras que el 33,9% trabajan solo en la práctica privada. Ante la pregunta de cuál sería su elección inicial del tratamiento para un paciente bipolar que debuta con manía, el 61,3% elige una combinación de un antipsicótico atípico y un estabilizador del estado de ánimo, mientras que el 21,4% elige solo un estabilizador del estado de ánimo en monoterapia (tabla 1). Carbonato de litio (50%) y ácido valproico (41,6%) fueron, de lejos, las opciones preferidas cuando se les preguntó cuál sería el estabilizador del estado de ánimo de primera elección por el que optarían para un paciente bipolar con un episodio maníaco. Las demás opciones fueron carbamazepina (3,6%) y oxcarbamazepina (1,7%). Cuando se les preguntó cuál sería su antipsicótico atípico de primera elección para un episodio maníaco en un paciente bipolar, el 55,4% optaron por olanzapina, un 22,1% por quetiapina y un 17,2% por risperidona. Aripiprazol (2,4%) y ziprasidona (0,9%) apenas fueron elegidos como respuesta. Una vez más, carbonato de litio (36,6%) y ácido valproico (33,5%) fueron las opciones más frecuentes cuando se le preguntó cuál era el fármaco psicotrópico que prescribían con mayor frecuencia para el tratamiento de mantenimiento en un paciente bipolar. Un poco por detrás, estaban lamotrigina y un antipsicótico atípico, con el 13,2 y el 11,6% respectivamente. La mayoría de los psiquiatras (78,5%) no prescriben medicamentos antipsicóticos depot para sus pacientes con trastorno bipolar. A la pregunta de cuál sería su primera opción de tratamiento para un paciente con depresión bipolar aguda, el 27% respondió que lamotrigina, el 20,5% quetiapina, el 19,7% la combinación de olanzapina/fluoxetina, el 14,7% carbonato de litio y el 11,7% un antidepresivo (tabla 2). La mayoría de los psiquiatras (74,8%) prescriben antidepresivos en algún momento para el tratamiento de los pacientes con depresión bipolar (tabla 3). Si tienen que recetar un antidepresivo, la mayoría se decanta por los ISRS (58%) 208 O. Heeren et al Tabla 2 ¿Cuál sería su primera opción de tratamiento ante un paciente con un episodio agudo de depresión bipolar? Opciones de respuesta Porcentaje de respuesta Carbonato de litio Lamotrigina Antidepresivos Quetiapina Olanzapina/fluoxetina (OFC) Otro tratamiento 14,7% 27,0% 11,7% 20,5% 19,7% 6,3% Tabla 3 ¿Utiliza antidepresivos para tratar a sus pacientes con depresión bipolar? Opciones de respuesta Porcentaje de respuesta Sí No 74,8% 25,2% o bupropión (25,4%). Por lo que respecta al tratamiento de mantenimiento para la depresión bipolar, la mayor parte de los psiquiatras eligen como primera opción lamotrigina (50,3%), seguida de carbonato de litio (28,4%) (tabla 4). Finalmente, la mayoría de los psiquiatras (89,1%) prescribían, en promedio, dos o más fármacos psicotrópicos para el tratamiento de mantenimiento de sus pacientes con trastorno bipolar. Discusión La muestra representa fielmente el universo total de los psiquiatras, al menos en los ocho países involucrados, en términos de sexo, tipo de práctica clínica y años de experiencia en el campo. Creemos que es importante establecer una diferencia en cuanto al ámbito de ejercicio en la medicina pública o privada, puesto que el sistema de salud en los países de América Latina es muy diferente del existente en el hemisferio norte. Prácticamente la totalidad de los seguros privados no cubren la atención de salud mental ni los medicamentos psicotrópicos. La mayoría de las instituciones públicas no disponen de los recursos adecuados en cuanto a personal y medicamentos. Un número significativo de pacientes tienen que pagar de su bolsillo el tratamiento. Esto podría explicar por qué los fármacos antipsicóticos típicos desempeñan todavía un papel y por qué carbonato de litio es una opción utilizada con frecuencia. Tabla 4 ¿Cuál sería su primera opción en el tratamiento de mantenimiento para prevenir futuros episodios de depresión bipolar? Opciones de respuesta Porcentaje de respuesta Carbonato de litio Lamotrigina Antidepresivos Quetiapina Otro tratamiento 28,4% 50,3% 5,7% 8,7% 6,9% No nos sorprendió observar que el litio fuera una elección común, ya que es un tratamiento muy efectivo para muchos pacientes. Además, el litio es el único medicamento que ha demostrado un efecto protector en la prevención de los intentos de suicidio en los pacientes con trastorno bipolar23,24,25 . En América Latina ha sido ampliamente utilizado como fármaco de primera elección durante los últimos 35 años. El primer resultado interesante fue averiguar que casi dos tercios de los psiquiatras inician el tratamiento de sus pacientes con manía aguda utilizando una combinación de un estabilizador del ánimo y un antipsicótico atípico, en lugar de recurrir a una monoterapia. Y no solo eso, sino que también se observó que casi el 90% de los pacientes con trastorno bipolar reciben, en promedio, dos o más fármacos psicotrópicos para el tratamiento de mantenimiento. En consonancia con lo indicado en la literatura reciente, nuestros resultados plantean la cuestión de si la monoterapia puede no ser el mejor tratamiento para la mayoría de los pacientes con trastorno bipolar, independientemente de la fase en que se encuentren13,15,16,17,18,19,20,21,22,26 . El segundo hallazgo interesante fue que los nuevos fármacos antipsicóticos atípicos, aripiprazol y ziprasidona, no han tenido acogida como opciones de tratamiento en América Latina. Las razones no están claras. No parece ser una cuestión de costos, sino más bien que la experiencia con estos medicamentos no ha sido lo bastante satisfactoria como para considerarlos una opción válida en términos de eficacia. El tercer hallazgo de interés fue que no hay ninguna elección clara para el tratamiento agudo de la depresión bipolar. Se eligieron como primera opción diferentes tratamientos, que van de un estabilizador del ánimo a un antipsicótico atípico o a un antidepresivo. La depresión bipolar aguda es probablemente la fase más difícil de tratar, y es también la fase en la que los pacientes bipolares pasan más tiempo1,27 . Comparativamente, lamotrigina fue la primera opción para el tratamiento de mantenimiento destinado a evitar una recaída de la depresión bipolar. El uso de este medicamento ha ido en aumento en los últimos años, sobre todo para el tratamiento de mantenimiento con el fin de prevenir los episodios depresivos en pacientes con trastorno bipolar28 . Otra observación realizada fue que casi el 75% de los psiquiatras de América Latina se plantea el uso de antidepresivos como parte del tratamiento para la depresión bipolar, aunque no suelen ser su primera elección. El uso de antidepresivos en la depresión bipolar también se han observado en los estudios realizados en EE. UU.5,13,14,16,17,19,20,21 . Al igual que en los estudios previos, los antidepresivos de primera elección fueron los ISRS seguidos de bupropión. Aunque eran con frecuencia el tratamiento elegido, era poco habitual que se utilizaran en monoterapia. Creemos que la idea difundida entre muchos psiquiatras de que la depresión bipolar y la unipolar son muy similares, junto con la frecuente falta de resultados en el tratamiento de la depresión bipolar con otros fármacos psicotrópicos, son las razones que subyacen en este amplio uso de los antidepresivos. Hay unos pocos estudios que sugieren la obtención de un cierto efecto beneficioso con el uso de antidepresivos en el tratamiento agudo y a largo plazo de la depresión bipolar29,30 . Sin embargo, más recientemente, los estudios aleatorizados han aportado resultados más uniformes en Tratamiento psicofarmacológico del trastorno bipolar en América Latina cuanto a que los antidepresivos carecen de eficacia en el tratamiento de la depresión bipolar aguda y para la prevención de nuevos episodios depresivos en el tratamiento de mantenimiento31,32,33 . Sin embargo, mientras que hay una gran cantidad de opciones terapéuticas para un estado maníaco, son escasos los tratamientos adecuados para la depresión bipolar, y tal vez una de las razones que expliquen el mantenimiento del uso de antidepresivos entre nuestros colegas esté relacionada con la limitación del arsenal terapéutico existente. Además, existe una gran preocupación por lo que representa etiquetar a alguien de «bipolar» y la estigmatización asociada a ello, y el uso de antidepresivos parece más adecuado que cualquier otra medicación, sobre todo si no hay todavía un diagnóstico claro para el paciente o la familia. Dada la actual controversia sobre la eficacia de los antidepresivos en la depresión bipolar, creemos que esta es una observación que deberá ser explorada en futuros estudios. Por último, un número importante de psiquiatras (21,5%) prescribe medicamentos antipsicóticos depot a sus pacientes con trastorno bipolar. Probablemente, la gran mayoría son antipsicóticos típicos, aunque esto puede cambiar en el futuro con la disponibilidad de más opciones de fármacos atípicos. Tras analizar los resultados, llegamos a la conclusión de que hay algunas similitudes y algunas diferencias con los estudios realizados anteriormente en los EE. UU. Las principales diferencias son el uso de polifarmacia como tratamiento inicial para la manía y el uso frecuente de los antidepresivos para el tratamiento de la depresión bipolar. Dado que la enfermedad bipolar tiene una forma de presentación clínica compleja y algunos de sus tratamientos son actualmente objeto de intenso debate, las guías de práctica clínica han pasado a ser una herramienta importante para permitir que los resultados de la investigación y las opiniones de los expertos vuelvan al campo de la práctica clínica, para estandarizar los tratamientos farmacológicos y para recomendar que se evite el uso de fármacos psicotrópicos para los que no hay evidencia alguna de eficacia o que pueden ser incluso perjudiciales. Sin embargo, a pesar de que son presuntamente el recurso definitivo para establecer una práctica clínica equilibrada, las diferentes guías y algoritmos para el tratamiento farmacológico de los trastornos bipolares muestran diferencias importantes entre las distintas sociedades y consensos de expertos que suelen constituir los principales orígenes de la elaboración de directrices. Aunque muchas guías recomiendan el uso de una monoterapia como primera opción para la manía bipolar aguda y para el mantenimiento34 , esta encuesta sobre las prescripciones ha puesto de manifiesto una preferencia por la terapia combinada entre los psiquiatras de nuestra región. Por otra parte, algunas guías35 , pero no todas ellas36,37 , desaconsejan el uso de antidepresivos como medicación de primera línea para la depresión bipolar. Además, hasta ahora solo se ha publicado una guía de expertos para el tratamiento de pacientes con trastorno bipolar en América Latina38 , por lo que la falta de un documento específico, elaborado y adaptado según las necesidades, recursos y características locales, podría ser un factor desalentador para nuestros colegas en su práctica clínica. Parece que la mayor parte de los psiquiatras de América Latina no sigue estrictamente las directrices que se 209 publican en la literatura, sino que adapta el tratamiento a cada caso concreto. Aunque el hecho de no seguir las directrices publicadas puede conducir a un posible tratamiento ineficaz o incluso perjudicial, también es cierto que a medida que pasa el tiempo y se publican nuevas evidencias, a veces las guías existentes quedan algo obsoletas. Basar la elección del tratamiento en la experiencia propia puede ser engañoso, por lo que si uno opta por no seguir las guías actuales, tiene que mantenerse al día de la literatura reciente. Proporcionar formación a los psiquiatras de América Latina a través de cursos y conferencias sería probablemente una buena manera de hacer que siguieran más estrechamente las recomendaciones de las guías publicadas para el tratamiento del trastorno bipolar. La principal limitación de este estudio es que, aunque se incluyeron ocho países, eso no garantiza que sean representativos de todos los países latinoamericanos. Además, es muy posible que los psiquiatras que respondieron a la encuesta fueran los más informados e interesados en los trastornos bipolares. Hay algunos otros temas importantes en el tratamiento de esta enfermedad que no se incluyeron en la encuesta por razones de espacio y longitud. Los resultados de este estudio solo son aplicables a los pacientes con trastorno bipolar tipo I. Por supuesto, las razones que subyacen en las respuestas y las elecciones expresadas están abiertas a interpretación y esta es una de las razones para replicar este estudio en América Latina, así como en otras partes del mundo. Conclusiones En general, los estabilizadores del estado de ánimo fueron los fármacos de primera elección para el tratamiento de los pacientes con trastorno bipolar. Los antidepresivos se prescribían con frecuencia, incluso en ausencia de una evidencia sólida que respalde su eficacia. La polifarmacia fue la regla general en la mayoría de los pacientes en todas las fases de la enfermedad. Hay algunas similitudes y algunas diferencias con los estudios realizados anteriormente en los EE. UU. Parece que la mayor parte de los psiquiatras de América Latina no sigue estrictamente las directrices que se publican en la literatura, sino que adapta el tratamiento a cada caso concreto. Serán necesarios más estudios longitudinales sobre los patrones de prescripción en el trastorno bipolar para corroborar estas observaciones. Conflicto de intereses Oscar Heeren, honorarios por conferencias para los laboratorios Eli Lilly, Glaxo-SmithKline y Merck Sharp Domme. Manuel Sánchez de Carmona, honorarios por conferencias para los laboratorios Astra Zeneca, Glaxo-SmithKline, Pfizer, Merck Sharp Domme, Bristol Myers & Squibb y Armstrong. Honorarios por consultoría para los laboratorios Astra Zeneca, Glaxo-SmithKline, Bristol Myers & Squibb y Merck Sharp Domme. 210 Gustavo Vasquez, honorarios por conferencias para los laboratorios Astra Zeneca, Glaxo-SmithKline y Eli Lilly. Rodrigo Córdoba, honorarios por conferencias para los laboratorios Pfizer, Merck Sharp Domme, Astra Zeneca, Janssen Cilag y Glaxo-SmithKline. Honorarios por consultoría para los laboratorios Pfizer y Merck Sharp Domme. Jorge Forero, honorarios por conferencias para los laboratorios Glaxo-SmithKline y Roche. Honorarios por consultoría para los laboratorios Glaxo-SmithKline y Roche. Luis Madrid, honorarios por conferencias para los laboratorios Eli Lilly, Abbott, Glaxo-SmithKline, Astra Zeneca, Pfizer, Novartis, Janssen Cilag, Merck Sharp Domme, Bristol Myers & Squibb y Lundbeck. Honorarios por consultoría para los laboratorios Eli Lilly, Abbott y Glaxo-SmithKline. Diogo Lara, honorarios por conferencias para los laboratorios Astra Zeneca, Abbott, Eli Lilly, Novartis y GlaxoSmithKline. Honorarios por consultoría para los laboratorios Astra Zeneca y Abbott. Rafael Medina, honorarios por conferencias para los laboratorios Astra Zeneca y Janssen Cilag. Luis Meza no tiene intereses que declarar. Bibliografía 1. Goodwin FK, Jamison KR. Manic-Depressive Illness. Oxford University Press: Nueva York; 2007. 2. Kessler RC, Chiu WT, Demler O. Prevalence, severity and comorbidity of 12 month DSM-IV disorders in the National Comorbidity Survey replication. Arch Gen Psychiatr. 2005;62:617---27. 3. Raymont V, Bettany D, Frangou S. The Maudsley bipolar disorder project. Clinical characteristics of bipolar disorder I in a catchment area treatment sample. Eur Psychiatr. 2003;18:13---7. 4. Lim PZ, Tunis SL, Edell WS. Medication prescribing patterns for patients with bipolar I disorder in hospital settings: adherence to published practice guidelines. Bipolar Disord. 2001;3:165---73. 5. Blanco C, Laje G, Olfson M. Trends in the treatment of bipolar disorder by outpatient psychiatrists. Am J Psychiatr. 2002;159:1005---10. 6. Zarate Jr CA, Tohen M, Baraibar G. Prescribing trends of antidepressants in bipolar depression. J Clin Psychiatr. 1995;56:260---4. 7. Ghaemi SN, Wingo AP, Filkowski MA, Baldessarini RJ. Long term antidepressant treatment in bipolar disorder: meta-analyses of benefits and risks. Acta Psychiatr Scand. 2008;118:347---56. 8. Vieta E, Angst J, Reed C. Predictors of switching from mania to depression in a large observational study across Europe (EMBLEM). J Affect Disord. 2009;118:118---23. 9. Frye MA, Helleman G, McElroy SL, Altshuler LL, Black DO, Keck Jr PE, et al. Correlates of treatment-emergent mania associated with antidepressant treatment in bipolar depression. Am J Psychiatry. 2009;166:164---72. 10. Ghaemi SN, Hsu DJ, Soldani F. Antidepressants in bipolar disorder: the case for caution. Bipolar Disord. 2003;5:421---33. 11. Ghaemi SN, Lenox MS, Baldessarini RJ. Effectiveness and safety of long-term antidepressant treatment in bipolar disorder. J Clin Psychiatr. 2001;62:565---9. 12. Ghaemi SN, Rosenquist KJ, Ko JY, Baldassano CF, Kontos NJ, Baldessarini RJ. Antidepressant treatment in bipolar vs. unipolar depression. Am J Psychiatr. 2004;161:163---5. 13. Levine J, Chengappa KN, Brar JS, Gershon S, Yablonsky E, Stapf D, et al. Psychotropic drug prescription patterns among patients with bipolar I disorder. Bipolar Disord. 2000;2:120---30. 14. Levine J, Chengappa KN, Brar JS. Illness characteristics and their association with prescription patterns for bipolar I disorder. Bipolar Disord. 2001;3:41---9. O. Heeren et al 15. Frangou S, Raymont V, Bettany D. The Maudsley bipolar disorder project: a survey of psychotropic prescribing patterns in bipolar I disorder. Bipolar Disord. 2002;4:378---85. 16. Russo P, Smith MW, Dirani R. Pharmacotherapy patterns in the treatment of bipolar disorder. Bipolar Disord. 2002;4:366---77. 17. Kilbourne AM, Pincus HA. Patterns of psychotropic medication use by race among veterans with bipolar disorder. Psychiatr Serv. 2006;57:123---6. 18. Depp C, Ojeda VD, Mastin W. Trends in use of antipsychotics and mood stabilizers among Medicaid beneficiaries with bipolar disorder. Psychiatr Serv. 2008;59:1169---74. 19. Ghaemi SN, Hsu DJ, Thase ME, Wisniewski SR, Nierenberg AA, Miyahara S, et al. Pharmacological treatment patterns at study entry for the first 500 STEP-BD participants. Psychiatr Serv. 2006;57:660---5. 20. Baldessarini RJ, Leahy L, Arcona S, Gause D, Zhang W, Hennen J. Patterns of psychotropic drug prescription for US patients with diagnoses of bipolar disorders. Psychiatr Serv. 2007;58:85---91. 21. Beyer JL, Burchitt B, Gersing K. Patterns of pharmacotherapy and treatment response in elderly adults with bipolar disorder. Psychopharmacol Bull. 2008;41:102---14. 22. Garcia-Bonetto G, Nieto I, Chapa R, Adrianzen C, Brnabic A, Meyers A, et al. Pharmacological treatments outcomes in Latin American patients with bipolar I disorder. Arch Neurocien Mex. 2009;14:221---30. 23. Cipriani A, Pretty H, Hawton K. Lithium in the prevention of suicidal behavior and all-cause mortality in patients with mood disorders: a systematic review of randomized trials. Am J Psychiatr. 2005;162:1805---19. 24. Baldessarini RJ, Tondo L, Davis P. Decreased suicidal risk during long-term lithium treatment: Meta-analysis. Bipolar Disord. 2006;8:625---39. 25. Tondo L, Isacsson G, Baldessarini RJ. Suicide in bipolar disorder: risk and prevention. CNS Drugs. 2003;17:491---511. 26. Suppes T, Leverich GS, Keck PE, Nolen WA, Denicoff KD, Altshuler LL, et al. The Stanley Foundation Bipolar Treatment Outcome Network: II. Demographics and illness characteristics of the first 261 patients. J Affect Disord. 2001;67:45---59. 27. Judd LL, Akiskal HS, Schettler PJ, Endicott J, Maser J, Solomon DA, et al. The long-term natural history of the weekly symptomatic status of bipolar I disorder. Arch Gen Psychiatr. 2002;59:530---7. 28. Yatham LN. Newer anticonvulsants in the treatment of bipolar disorder. J Clin Psychiatr. 2004;65 suppl 10:28---35. 29. Altshuler L, Suppes T, Black D, Nolen WA, Keck Jr PE, Frye MA, et al. Impact of antidepressant discontinuation after acute bipolar depression remission on rates of depressive relapse at 1-year follow-up. Am J Psychiatr. 2003;160:1252---62. 30. Gijsman HJ, Geddes JR, Rendell JM. Antidepressants for bipolar depression: a systematic review of randomized, controlled trials. Am J Psychiatr. 2004;161:1537---47. 31. Sachs GS, Nierenberg AA, Calabrese JR, Marangell LB, Wisniewski SR, Gyulai L, et al. Effectiveness of adjunctive antidepressant treatment for bipolar depression. New Engl J Med. 2007;356:1711---22. 32. Van Lieshout RJ, MacQueen GM. Efficacy and acceptability of mood stabilizers in the treatment of acute bipolar depression: systematic review. Br J Psychiatr. 2010;196:266---73. 33. Ghaemi SN, Ostacher MM, El-Mallakh RS, Borrelli D, Baldassano CF, Kelley ME, et al. Antidepressant discontinuation in bipolar depression: a STEP-BD randomized clinical trial of long-term effectiveness and safety. J Clin Psychiatr. 2010;71:372---80. 34. Grunze H, Kasper S, Goodwin G, Bowden C, Moller H, WFSBP Task Force on Treatment Guidelines for Bipolar Disorders. The World Federation of Grunze H, Kasper S, Goodwin G, Bowden C, Möller HJ; WFSBP Task Force on Treatment Guidelines for Bipolar Disorders. The World Federation of Societies of Biological Tratamiento psicofarmacológico del trastorno bipolar en América Latina Psychiatry (WFSBP) guidelines for the biological treatment of bipolar disorders, part III: maintenance treatment. World J Biol Psychiatry. 2004;5 (Jul):120---35. Review. 35. APA Practice guideline for the treatment of patients with bipolar disorder (revision). Am J Psychiatr. 2002;159 (Suppl.):1---50. 36. Yatham L, Kennedy S, Schaffer A, Parikh S, Beaulieu S, Donovan C, et al. Canadian network for mood and anxiety treatments (CANMAT) and International Society for Bipolar Disorders (ISBD) collaborative update of CANMAT guidelines for the management of patients with bipolar disorder: update 2009. Bipolar Disord. 2009;11:225---55. 211 37. Grunze H, Vieta E, Goodwin G, Bowden C, Licht R, Moller H, et al. WFSBP Task Force On Treatment Guidelines For Bipolar Disorders. The World Federation of Societies of Biological Psychiatry (WFSBP) Guidelines for the Biological Treatment of Bipolar Disorders: Update 2010 on the treatment of acute bipolar depression. World J Biol Psychiatr. 2010;11: 81---109. 38. Vazquez G, Strejilevich S, Garcia Bonetto G, Cetkovich-Bakmas M, Zaratiegui R, Lagomarsino A, et al. Argentine consensus on the treatment of bipolar disorders. Vertex. 2005;16 Suppl:3---24. Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.). 2011;4(4):212---217 www.elsevier.es/saludmental ARTÍCULO ESPECIAL Informe del 3.er Foro sobre Políticas de Actuación del Consejo Europeo del Cerebro Report of the 3rd European Brain Policy Forum Julio Bobes a,j,∗ , Carmen Cavada b,j , Rosario Luquín c,j , Guadalupe Morales d,j , Miguel Manrique e,j , Jerónimo Sáiz f,j , José Luis Molero Ruiz g,j , Giussepe Carbone h,j y Celso Arango i,j a Área de Psiquiatría, Universidad de Oviedo, CIBERSAM, Oviedo, España Universidad Autónoma de Madrid, Madrid, España c Clínica Universitaria de Navarra, Pamplona, España d Fundación Mundo Bipolar, Madrid, España e Hospital Nisa Pardo, Aravaca, Madrid, España f Hospital Ramón y Cajal, Universidad de Alcalá de Henares, CIBERSAM, Madrid, España g Federación Española de Parkinson h Medtronic Iberia, Madrid, España i Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Universidad Complutense de Madrid, CIBERSAM, Madrid, España j Consejo Español del Cerebro, Madrid, España b El 3.er Foro sobre Políticas de Actuación del Consejo Europeo del Cerebro, titulado «Una mirada a las personas con esquizofrenia y la sociedad europea» se organizó conjuntamente por el Consejo Español del Cerebro (CEC) y el Consejo Europeo del Cerebro (EBC) en el Instituto de Salud Carlos III en Madrid durante los días 23 y 24 de febrero de 2010. En la sesión de apertura en la que se expuso el contexto y se explicó el propósito del encuentro, José Navas (Directos General del Instituto Carlos III) presentó al profesor Julio Bobes (presidente del CEC) quien dio la bienvenida a los participantes a la reunión que se celebraba aprovechando el período de la Presidencia Española de la Unión Europea y remarcó la tremenda gravedad y prevalencia de esta enfermedad. Asimismo, señaló que el recién formado Consejo Español del Cerebro se encontraba en muy buena forma y que esperaba que este primer encuentro de la socie- ∗ Autor para correspondencia. Correo electrónico: bobes@uniovi.es (J. Bobes). dad conllevara recomendaciones de suma importancia tanto para la investigación como para las mejoras de cuidados e intervenciones en este campo. El profesor Julien Mendlewicz (presidente del EBC) presentó al CEC a los asistentes y apoyó las palabras del profesor Bobes. Además describió el papel del EBC a la hora de incrementar los ingresos económicos para la investigación neurocientífica y resumió las ayudas que actualmente se han otorgado a nivel europeo para el área de la esquizofrenia. Por otra parta, expresó su deseo de que la conferencia pudiera contribuir a desarrollar nuevas ideas para actualizar el documento de consenso para la investigación del cerebro en Europa redactado por el EBC. Pablo Rivero, miembro del Ministerio Español de Salud y Política Social, felicitó al CEC y al EBC por la organización del evento y por el énfasis realizado para intentar integrar los esfuerzos en salud y política social. Seguidamente describió los grandes retos en salud como la diabetes, el cáncer, las enfermedades crónicas raras, el dolor y la salud mental. En España se ha progresado sustancialmente durante los 1888-9891/$ – see front matter © 2011 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.rpsm.2011.11.001 Informe del 3.er Foro sobre Políticas de Actuación del Consejo Europeo del Cerebro últimos veinte años en lo que él mismo definió como los tres ejes de los cuidados en salud mental y tratamiento: prevención y detección, tratamiento y práctica clínica, e investigación. Sin embargo, existe un largo camino por recorrer para integrar la investigación con las guías clínicas para asegurar que se sigue una buena práctica. También mencionó dos reuniones importantes durante la Presidencia Española de la Unión Europea. La primera tuvo lugar en Barcelona en marzo y trataba el tema de la Salud Digital, y la segunda, celebrada en abril en Madrid, giraba en torno a la Salud Mental y el Envejecimiento. Para concluir esta sesión, José Navas remarcó el papel importante que estaba desarrollando el EBC al coordinar esfuerzos a nivel europeo y señaló la Iniciativa de Programación Conjunta de las Enfermedades Neurodegenerativas como el primer ejemplo de esfuerzos integrados para unir presupuestos y programas nacionales. Finalmente deseó que se hicieran más iniciativas como esta. Cyril Hoschl presentó al primer experto, René Kahn (Profesor de Psiquiatría del Centro Médico Universitario de Utrecht, Holanda). El profesor Kahn es un líder en la investigación de los cambios estructurales cerebrales en la esquizofrenia. Su intervención se centró en cómo la imaginería mediante resonancia magnética moderna puede detectar cambios en los volúmenes cerebrales y en las conexiones y redes neurales. De la misma manera, explicó que la reducción de estos volúmenes es una característica normal del envejecimiento y que generalmente comienza a los 35 años. Sin embargo, esto suele acompañarse de un aumento en otras áreas cerebrales y la porción y patrón de cambio se asocia al cociente intelectual (CI) de tal manera que aquellos con un CI más alto presentan menor pérdida de volumen. Las personas con esquizofrenia comienzan a perder volumen cerebral en edades más tempranas (a partir de los 20 años) y con mayor velocidad, y se ha comprobado que las mayores pérdidas se encuentran en los pacientes con peor prognosis. Las áreas que afectan diferencialmente a la esquizofrenia son el lóbulo frontal medial, el lóbulo temporal y el hipocampo. Parece haber evidencia de que la medicación con psicofármacos antipsicóticos atípicos puede atenuar algunos de estos cambios. El volumen cerebral está afectado en gran parte por la herencia, y estudios realizados con gemelos monozigotos y dizigotos discordantes en esquizofrenia muestran que la tasa de pérdida de materia blanca es heredada y por tanto ocurre en los gemelos afectados y no afectados de la misma manera, pero la pérdida en materia gris está causada por la enfermedad y por tanto, es mucho mayor en el gemelo afectado. En el futuro, unas máquinas de imaginería más potentes serán capaces de demostrar estas diferencias para analizarlas con una mayor resolución que ayude a entender cómo estas redes difieren según el CI, y cómo las influencias genéticas y ambientales se combinan para desarrollar un cerebro sano o un cerebro enfermo. El tema 1 sobre el Viaje de los Pacientes fue presentado por Francisco Artigas (Profesor de Investigación, Institut d’Investigacions Biomediques de Barcelona, CIBERSAM), quien habló de la necesidad de investigación traslacional y mayores esfuerzos para asegurar un diálogo efectivo entre la ciencia y la sociedad. Asimismo, mencionó el estudio del EBC que muestra como los trastornos mentales componen los 213 dos tercios del coste de las enfermedades cerebrales y enfatizó los esfuerzos de los españoles y europeos para unir la investigación básica y aplicada con la práctica clínica como son la red española CIBERSAM y el consorcio europeo de la Iniciativa en Medicinas Innovadoras NEWMEDS. Aportó un ejemplo de este último consorcio, el cual está desarrollando un modelo animal mejorado basado en el análisis electrofisiológico de los efectos del PCP en las oscilaciones corticales y su reversión con fármacos antipsicóticos. Guadalupe Morales, miembro del CEC y de la Fundación Mundo Bipolar, excusó la presencia de Dolores Gauci (Presidenta de GAMIAN Europa) y habló sobre la importancia de la voz del paciente a nivel nacional y de la Unión Europea. Los pacientes deben ser el centro de atención de los cuidados sanitarios y por tanto, han de recibir la información suficiente mientras que los profesionales deben recibir una formación y entrenamiento apropiados. Juntos podrán aumentar la comprensión y el entendimiento, ayudar a quitar el estigma de la enfermedad y luchar por los derechos de los pacientes. Es fundamental que las diferentes perspectivas de los pacientes sean reconocidas. Los médicos se centran en la eficacia, seguridad y tolerabilidad de las intervenciones. Los pacientes desean una calidad de vida mejorada, un cumplimiento sencillo y adecuación a su caso. También quieren respeto y que las miradas se centren en lo que ellos son capaces de hacer, no solo en sus limitaciones. Sus intereses se dirigen a compaginar los temas referidos a la vivienda, el trabajo, las interacciones sociales y la familia. Guadalupe Morales lanza una pregunta acerca de qué pueden mejorar los psiquiatras, y responde que deben escuchar a la vez que hablar, y dar información y apoyo. Además deben ofrecer una tratamiento integrado que incluya atención, no solo referida a la salud mental del paciente sino también acerca de su bienestar físico, puesto que es un factor fundamental para las personas con esquizofrenia, quienes deben convivir con su enfermedad y con los efectos secundarios negativos de los psicofármacos antipsicóticos. Las enfermedades comórbidas como la diabetes, la obesidad y las alteraciones cardiovasculares no solo suponen un gran riesgo para su salud sino que son causa de problemas psicosociales que conllevan una peor cumplimentación y un deterioro significativo de la calidad de vida. La gravedad de este problema no se ha reconocido suficientemente por los médicos y por tanto, se ha descuidado su tratamiento. El diálogo entre el paciente y el médico es crítico, puesto que ambos tienen la experiencia que es relevante para la enfermedad del paciente. La comunicación efectiva debe conllevar un mejor manejo de las necesidades del paciente, hecho que es bueno tanto para el paciente como para su médico. Joy Ladurner, miembro de la Federación Europea de las Asociaciones de Familiares de Personas con Enfermedad Mental (EUFAMI), explicó la estructura y funcionamiento de la organización y su interés principal en reducir el estigma, promover las buenas prácticas, mejorar las políticas legislativas en cuanto a equidad para los pacientes, incrementar la investigación y las campañas para lograr unos recursos y cuidados sociales adecuados. EUFAMI apoya a las familias. Joy describió el fuerte impacto de la salud mental infantojuvenil sobre los padres y familiares: la fase de shock, de afrontamiento, y de desesperación que conlleva a la acción. La propia madre de Joy tenía una enfermedad mental grave 214 y relató de manera muy emotiva cómo la familia aprendió a afrontarla, haciendo preguntas y pidiendo respuestas, pero aceptando ciertos rasgos de su madre y llegando a un entendimiento. Esto necesita una perspectiva informada de los cuidadores y de los profesionales además de esperanza, fe y respeto por las necesidades de la persona afectada. Los problemas para aquellos que quieren afrontar la enfermedad son numerosos, desde el estigma, el acceso limitado a los recursos, la inseguridad, la falta de información, el corte vital con la vida cotidiana y social, y por supuesto, las dificultades económicas. En el caso particular de la esquizofrenia, los cuidadores deben manejar una enfermedad de inicio temprano pero que puede conllevar una larga espera para un diagnóstico correcto. Se encontrarán con unas situaciones de crisis del paciente que puede tener un insight empobrecido de su propia enfermedad, y que tendrá que enfrentarse a los efectos secundarios de la medicación y con el siempre presente miedo a recaer. Posteriormente, se felicitó a Joy por su participación y por compartir sus experiencias personales y se le pidió que explicara cómo deberían abordarse esos retos familiares en el futuro. Ella afirmó que la mejora pasa por ofrecer un cuidado integrado que tenga en cuenta la salud mental y la salud física. Además se necesita una mayor concienciación para contrarrestar el estigma. Los efectos secundarios de los antipsicóticos son graves y suelen derivar en una pobre socialización. El tratamiento necesita optimizarse para aquellos que están afectados, y finalmente, deben coordinarse los esfuerzos de aquellos que están involucrados en los cuidados, incluyendo también a aquellos que regulan las leyes y la educación. En el Tema 2 sobre la Comprensión de la Esquizofrenia y el Sistema de Salud, Nicholas Tarrier (Profesor de Psicología Clínica de la Universidad de Manchester, Reino Unido) detalló los diferentes usos de las intervenciones psicosociales en el manejo de la esquizofrenia. Explicó que existen cuatro niveles de intervención. El primero se dirige a tratar al paciente como a una persona, mostrando respecto, estableciendo comunicación y ayuda para que pueda enfrentarse a los estresores ambientales como una hospitalización. El segundo nivel de intervención psicosocial no específica se centra en aconsejar y apoyar emocionalmente al paciente. El tercer nivel de apoyo psicosocial de baja intensidad requiere entrenamiento y formación del especialista, e intervenciones guiadas por protocolos específicos y bajo supervisión. El cuarto nivel de intervención psicosocial es de gran intensidad e incluye un apoyo complejo, con mayor exigencia en los niveles de formación de los especialistas y procedimientos individualizados no protocolizados. Él ha revisado la eficacia de varias de estas intervenciones y señaló la necesidad de una base con mejor evidencia. Mientras que la terapia cognitivo conductual es efectiva para reducir las tasas de hospitalización y para aliviar los síntomas positivos y negativos, la mayor parte de los tratamientos no tienen evidencia empírica que apoye su uso: counselling, psicoeducación, entrenamiento en habilidades sociales, rehabilitación cognitiva e intervenciones psicodinámicas y psicoanalíticas. Las intervenciones familiares parecen efectivas pero su acceso está muy limitado. El profesor Tarrier concluyó argumentando que estas intervenciones optimizan la eficacia del tratamiento psicofarmacológico, y que deberían estar mucho más disponibles. J. Bobes et al Resalta además que este tipo de intervenciones suelen llevarse a cabo por profesional que ha recibido formación y entrenamiento de mayor duración. Celso Arango (Hospital General Universitario Gregorio Marañón, Universidad Complutense de Madrid, CIBERSAM) analizó los temas que afectan en particular a los niños y adolescentes con esquizofrenia. Los primeros síntomas de la enfermedad suelen comenzar entre los 12 y los 22 años. Por debajo de los 13 años los pacientes suelen definirse como esquizofrenia de inicio muy temprano (VEOS) y por encima de los 13 años, si son adolescentes, como esquizofrenia de inicio temprano (EOS). Se ha demostrado que existe una alta comorbilidad en estos jóvenes con el trastorno obsesivo compulsivo, el trastorno oposicionista desafiante y la depresión. Su enfermedad está asociada a una mayor incidencia de síntomas negativos, alucinaciones, trastornos motores, fobias y comportamiento obsesivo. Los diagnósticos erróneos suelen ser frecuentes puesto que su enfermedad no es frecuente, se suele confundir debido a la comorbilidad mencionada, y además suele haber cierta resistencia a etiquetarlos de manera tan prematura dado el potencial tan devastador de la enfermedad. Si se compara con los adultos con esquizofrenia, los adolescentes suelen presentar mayores diferencias genéticas y son más resistentes al tratamiento. El profesor Arango recomendó una estrategia de tratamiento que se dirija a los síntomas positivos y negativos, y a las consecuencias sociales, educativas y culturales de la enfermedad. El tratamiento debe incluir la farmacoterapia y la psicoterapia, además de apoyo familiar y al paciente. El tercer ponente de esta sesión, Wolfgang Fleischhacker (profesor de Psiquiatría de la Universidad de Medicina de Innsbruck, Austria) describió los objetivos de tratamiento: en la fase aguda, desarrollar de la alianza terapéutica entre el paciente y el médico, y establecer la base para el seguimiento y la prevención de recaídas. La intervención temprana es necesaria para tratar los síntomas psicóticos agudos, para abordar el comportamiento, para reducir el daño neuronal posterior y para aliviar los problemas sociales. El tratamiento en la fase prodrómica puede ser beneficiosa, pero puesto que solo un 40% de los pacientes que han desarrollado síntomas prodrómicos viran a la esquizofrenia, existe un riesgo inherente asociado al tratamiento del otro 60%, además de que hay que tener en cuenta que no se debe estigmatizar a estos pacientes innecesariamente. En cuanto a la seguridad y tolerabilidad de la medicación antipsicótica, el profesor Fleischhaker comentó que los efectos secundarios extrapiramidales ya no se consideran significativos, y que la ganancia de peso, los efectos metabólicos, el incremento de la prolactina y los efectos cardiovasculares son los asuntos que tienen realmente importancia. La responsabilidad del médico respecto a la salud de los pacientes es muy variables en Europa. Los psiquiatras y profesionales de la salud mental deben tomar este tema con mayor interés, y la comunicación entre los médicos de Atención Primaria y los especialistas debe mejorar. La educación de los profesionales implicados debe estar integrada entre los aspectos mentales y físicos de la enfermedad. En el debate posterior, el profesor Fleischhacker comentó que el vacío entre el primer episodio de la psicosis y el tratamiento no se debe solo al tiempo hasta el diagnóstico sino a Informe del 3.er Foro sobre Políticas de Actuación del Consejo Europeo del Cerebro que los pacientes tampoco acuden a la visita incluso cuando existe tratamiento disponible. El primer día de la reunión se concluyó con una conferencia del Consejo Europeo del Cerebro impartida por Oscar Marín (Profesor de Investigación del Instituto de Neurociencias de Alicante), quien elucubró sobre lo que el desarrollo cerebral puede contarnos acerca de la esquizofrenia. El conferenciante pronosticó que dentro de 10 años seríamos capaces de unir las causas al síndrome y que este hecho será esencial para mejorar los tratamientos psicofarmacológicos. Actualmente se sabe que la esquizofrenia está ligada a anormalidades corticales de las interneuronas GABA que controlan la excitabilidad y sincronización de las células piramidales. Los niños que tienen un diagnóstico tardío de la esquizofrenia presentan deterioro cognitivo y comportamental que indica que existen lesiones cerebrales que progresan de tal forma que el deterioro de materia gris se acelera. El gen de susceptibilidad, neuroregulin-1 (Nrg-1), es conocido por el control de la migración embrionaria de las interneuronas GABAérgicas mediante la atracción química. La reducción del volumen cerebral es probable que sea consecuencia de la pérdida de conexiones, no necesariamente de la pérdida neuronal, y por tanto se plantea la cuestión de si el Nrg-1 está implicado en la formación sináptica puesto que se sabe que está muy relacionado con las sinápsis glutamatérgicas (células piramidales). El otro gen de susceptibilidad, ErbB4 (receptor del Nrg-1), está expresado en los terminales del axón de las interneuronas y en las dendritas donde ocurren las sinapsis de las células piramidales y de las interneuronas. La sobreexpresión del Nrg-1 conlleva un aumento de la formación sináptica mientras que el bloqueo del Nrg-1 conduce al efecto opuesto. Al reducir la expresión del ErbB4 también causa una disminución de las sinapsis. Teniendo en cuenta estos factores, el profesor Marín argumentó que el control reducido GABAérgico de las células piramidales glutamatérgicas produce una hiperexcitabilidad y una asincronía que causa una pérdida en el ritmo gamma y un déficit cognitivo. Propuso que los esfuerzos se centraran en la inhibición de la transmisión glutamatérgica o en el incremento de la inhibición GABAérgica como una aproximación al tratamiento de los aspectos cognitivos de la esquizofrenia. Su presentación ilustraba cómo la comprensión del circuito cerebral basada en el neurotransmisor puede aclarar el conocimiento genético y por tanto dar luz a hipótesis sobre la causa de algunos aspectos de la esquizofrenia y a propuestas fundamentadas para la intervención farmacológica. El segundo día comenzó con una intervención del profesor Bobes, quien dio la bienvenida a los asistentes y recordó la importancia de llegar a un acuerdo sobre las recomendaciones en políticas de actuación al final del encuentro. Además presentó al segundo conferenciante Hans-Ulrich Wittchen (Profesor de Psicología Clínica y de Epidemiología de la Universidad Técnica de Dresden, Alemania), quien habló de la carga y del impacto de la esquizofrenia. El concepto de carga supone una noción compleja, especialmente para una enfermedad como la esquizofrenia. Se debe tener en cuenta tanto la carga al paciente como al cuidador además de a las personas que intervienen en el sistema de salud y a la sociedad en general, cuyas características son diferentes de un país europeo a otro. ¿Por qué es tan difícil abordar la 215 esquizofrenia en este contexto? De acuerdo con el profesor Wittchen, el primer desafío es que el impacto y la sobrecarga son distintos dependiendo de la etapa de la enfermedad. El segundo reto es que la propia enfermedad es muy variable. El tercer y último reto hace alusión a la dificultad que supone la evaluación de la carga en una enfermedad cuyo proceso de cuidado es largo y complicado, que oscila entre etapas de reconocimiento y de tratamiento, de estabilización y de rehabilitación. Los principios generales del tratamiento deberían ser paralelos a las distintas fases que comprenden desde la reducción rápida de los síntomas floridos para mitigar la duración y gravedad del episodio agudo, a la reducción del riesgo de recaídas que asegura una mayor cumplimentación y adherencia al tratamiento y a la rehabilitación, y una cierta continuidad. Los medios para lograr este objetivo, que ya han sido abordados por otros ponentes, se dirigen a las intervenciones farmacológicas y psicosociales, que se complementan para optimizar la terapia, y tratamiento psicológico postagudo como refuerzo a la psicofarmacoterapia. El desafío es la elección de la medicación para establecer una buena adherencia y continuidad del seguimiento. El patrón actual del curso y pronóstico de la enfermedad es el siguiente: 22% experimentan tan solo un episodio psicótico; 35% presentan varios episodios graves pero sin deterioro progresivo; 28% padecerán varios episodios graves con un incremento progresivo de deterioro; 15% experimentan la enfermedad con sintomatología persistente que no remite y con deterioro progresivo. Parece que el panorama ha mejorado bastante si se compara con la situación de hace 10 años. La esquizofrenia no es una enfermedad común pero las necesidades de tratamiento, y por tanto la carga, son elevadas. Constituye la enfermedad con mayor coste por caso después de la demencia incluso al subestimar los costes indirectos, y se le atribuye hasta un 30% de los costes directos de salud de todos los trastornos mentales. Estos datos económicos son debidos a la hospitalización, absentismo o baja laboral. Los costes de la medicación conforman tan solo el 5% de los costes totales y las intervenciones psicosociales tienen un coste ínfimo a pesar de ser de gran ayuda para la fase postaguda en cuanto a adherencia, mejora de las habilidades sociales, reducción de la tasa de recaídas y rehabilitación de las funciones cognitivas. Tal y como señalaba Nicholas Tarrier el día anterior, algunas de estas intervenciones no son útiles, pero la terapia cognitivo conductual, el entrenamiento en habilidades sociales, el entrenamiento neuropsiquiátrico integrado y la educación familiar tienen valor. Sin embargo, la mayor parte de los países siguen sin ofrecer psicoterapia. En resumen, el profesor Hans-Ulrich Wittchen afirmó que la carga de la esquizofrenia está subestimada sobre todo la que hace referencia al cuidador y a los costes indirectos, y que el tratamiento no es el óptimo. Se han realizado cálculos al respecto y se ha concluido que el tratamiento actual reduce tan solo el 13% de la carga de la enfermedad, pero si este se optimizara aplicando las armas con las que actualmente contamos, se podría mejorar hasta un 22-33%. En el futuro, lo que se necesita es una continuidad en el cuidado, un reconocimiento temprano de la enfermedad, nuevos tratamiento preventivos, evaluaciones basadas 216 en la evidencia de las intervenciones psicológicas y análisis de los datos acerca de los recursos disponibles. En el debate posterior, Tarrier preguntó por qué las intervenciones psicosociales no están tan disponibles, a lo que Wittchen respondió que pensaba que se debía a la dificultad para facilitar un tratamiento extrahospitalario y que deberían desarrollarse este tipo de dispositivos, sobre todo en Alemania. Hans-Jürgen Möller afirmó que en el análisis de resultados al que se había hecho alusión, el término remisión debería incluir un nivel considerable de sintomatología, y que no significa la ausencia completa de enfermedad. Wittchen se mostró de acuerdo y apuntilló que muchos pacientes en remisión se manejan adecuadamente sin llegar a recaer, sobre todo si se encuentran en entornos con niveles de estrés bajos como por ejemplo las áreas rurales o en desarrollo con estilos de vida más sencillos y mejores redes sociales. Ladurner preguntó qué tipo de familias pueden mejorar el pronóstico del paciente. Wittchen replicó que era difícil establecer una generalización y señaló que los ambientes con sobreestimulación emocional pueden ser perjudiciales, y que las familias deben trabajar con su médico y con el paciente para equilibrar los riesgos. De todas formas no siempre es la mejor opción un apoyo familiar cercano. El tercer tema tratado fue sobre Esquizofrenia: Investigación Futura y Políticas de Actuación Sanitarias, que fue presidido por Patrice Boyer (Profesor de Psiquiatría de la Universidad de París y Presidente de la Asociación Europea de Psiquiatría) quien presentó al primer orador, Jim van Os (Profesor de Psiquiatría del Centro Médico Universitario de Maastricht, Holanda). El profesor van Os trató el tema de en qué punto se halla la genética de la esquizofrenia. En primer lugar abordó los estudios de asociación genómica amplia y las razones de que tan solo una pequeña parte explicara la heredabilidad de la enfermedad. Sugirió las siguientes explicaciones: podría ser que cada variación genética fuera rara y que causara diferentes formas de esquizofrenia; que las variaciones en número de copia (CNV) o las interacciones gen-gen pudieran ser más importantes que las variaciones de los polimorfismos de nucleótido único (SNP); que el análisis sea confuso debido a la imprecisión diagnóstica; o que estén jugando un papel importante las interacciones epigenéticas y de gen-ambiente. En resumen, es muy complicado identificar variaciones raras de efecto pequeño y la investigación de genes candidatos y sus mecanismos podría ser más ventajosa. Los CNV constituyen una nueva área de investigación en esquizofrenia y existe evidencia de que están implicadas delecciones. Las interacciones gen-ambiente es probable que sean importantes y que tomen forma de susceptibilidad genética a los factores ambientales o una implicación directa en la expresión del ambiente en el gen a través de modificaciones epigenéticas. El profesor van Os propuso más investigación colaborativa a nivel europeo y aunar esfuerzos multidisciplinares para comprender estas interacciones gen-ambiente. El siguiente ponente, el profesor Hans-Jürgen Möller (Profesor de Psiquiatría de la Universidad Ludwig-Maximilians de Munich, Alemania) disertó sobre por qué los tratamientos funcionan y por qué fracasan. Nos recordó que el término remisión debe agrupar a aquellos con un nivel considerable de síntomas residuales y que al menos un tercio de los pacientes son resistentes al tratamiento. Los factores J. Bobes et al predictivos de una peor prognosis son: la duración de la psicosis no tratada, los episodios psicóticos múltiples (recaídas), adaptación social empobrecida, y aspectos varios acerca de la medicación (no cumplimentación o decisiones erróneas acerca de la elección del fármaco y la dosis). El hecho de que las personas sean resistentes no parece estar ligado a una menor ocupación del receptor D2, de hecho una mayor ocupación no suele ser de mucha ayuda. Sin embargo, la farmacocinética, como el elevado metabolismo de primer paso, puede conllevar una respuesta peor al tratamiento y debería analizarse con detenimiento. Los antipsicóticos atípicos parecen más efectivos en los pacientes refractarios, especialmente la clozapina. También presentan un efecto neuroprotector debido a la producción aumentada del factor de crecimiento del nervio y a la reducción de la pérdida de volumen cerebral. La predicción genética de la eficacia del medicamento es muy útil, pero aunque algunos SNPs se han asociado con la eficacia, el tamaño del efecto es pequeño, como máximo de un 10%. Finalmente hizo un llamamiento a los fármacos inmunológicos para mejorar la eficacia de los antipsicóticos, citando la risperidona y el antiinflamatorio no esteroideo celcoxib. A continuación Antonio Fernández (Director de Desarrollo de Negocio y Relaciones Internacionales de Janssen, Madrid) aportó la voz de la Industria. Mencionó que existe un gran interés en desarrollar nuevos fármacos para la esquizofrenia y que se habían desarrollado 45 en un total de 102 ensayos clínicos hasta finales de 2009. Sorprendentemente, tan solo uno de ellos se encontraba en la fase 3, lo que sugiere que la demostración de la eficacia clínica es difícil. Los conductores de la innovación preclínica continúan basándose en neurotransmisores de monoaminas, constituyendo un total del 50% de las líneas de desarrollo. Sin embargo, las nuevas dianas incluyen nuevos sistemas de neurotransmisores (glutamato, neurocininas y acetilcolina) pero éstas todavía se encuentran en la fase 2 y aún no se han comercializado. En la clínica, las guías regulatorias se centran todavía en las escalas psicométricas (ej. BPRS, PANSS) y en las cuestiones de seguridad. Las primeras se ven afectadas por la falta de poder resolutivo para distinguir entre diferentes psicofármacos en términos de eficacia. Para el futuro el doctor Fernández manifestó que los responsables de Investigación y Desarrollo preclínicos intenten dirigir sus esfuerzos a estrategias de alto riesgo para buscar terapias innovadoras. También propuso que debería cambiarse el modelo basado en las escalas psicométricas por otras evaluaciones basadas en el resultado que además tendrían que incluirse en los criterios reguladores. Los legisladores y los financiadores deben reconocer el valor de incrementar la innovación, puesto que para llegar al éxito, es necesaria la colaboración de iniciativas de investigación y desarrollo que estén integradas por los investigadores académicos y de la Industria. Desde una perspectiva más filosófica y reflexiva, el último ponente, Carlos Belmonte (Presidente de la Organización Internacional de la Investigación del Cerebro) lanzó la pregunta de hasta qué punto la investigación del cerebro puede ayudar a nuestra sociedad. Él mismo se respondió afirmativamente, y esto no es de sorprender. Explicó como nuestros cerebros se han desarrollado para explorar y cómo nuestro comportamiento social es fundamental para nuestra naturaleza. La investigación del cerebro es importante porque consta de estructuras de gran complejidad además de Informe del 3.er Foro sobre Políticas de Actuación del Consejo Europeo del Cerebro vulnerabilidad ante la enfermedad. También puede ayudarnos a comprender y afrontar racionalmente las cuestiones a las que se enfrenta la sociedad humana, y quizás también los desafíos para el futuro. Por ejemplo, los problemas de la violencia y de abuso de drogas han permanecido sin resolver por las políticas actuales puesto que existe una falta de conocimiento fundamental acerca de qué causa tales comportamientos. No sabemos cómo nuestra sociedad debe reaccionar ante la idea de la modificación emocional a través de psicofármacos. Luchamos para situar la responsabilidad legal de los actos contra la sociedad. Nos preocupamos por el uso de métodos de imaginería como detector de preferencias en lo que se ha denominado Neuroeconomía, pero estamos ganando un mayor conocimiento sobre la modulación externa de la actividad cerebral a través de la estimulación magnética transcraneal y quizás técnicas como esta nos puedan conducir al aprendizaje de nuevas técnicas. En el último panel de discusión, presidido por Ian Ragan (EBC) y Carmen Cavada (CEC), los participantes sintetizaron lo que se había tratado en los últimos días con el objeto de acordar puntos de acción para ser debatidos en foros de política de actuación y para conformar la base para la revisión del documento de consenso de la investigación del cerebro en Europa. El debate fue excelente y más que reiterar los argumentos previos, se enumera al final de este documento las recomendaciones que alcanzaron consenso por unanimidad. Estas sugerencias fueron enviadas tras la reunión a medios de prensa Europea y a los coordinadores de la revisión del documento de consenso. En el acto de clausura Felipe Pétriz (Secretario de Estado para la Investigación, del Ministerio Español de Ciencia e Innovación), y los profesores Bobes y Mendlewicz, coincidían en que la reunión había sido muy fructífera y que se había alcanzado con éxito su objetivo. Agradecieron a todos su contribución a la organización de la reunión, y sobre todo, a los ponentes por sus presentaciones brillantes y concienciación, y finalmente, a los participantes de los debates y de las discusiones que fueron clave para el éxito del encuentro. Documento de consenso 1. La esquizofrenia afecta al desarrollo del cerebro e induce cambios progresivos en la estructura encefálica. Se necesita más investigación multidisciplinar para resolver el papel de los factores genéticos y ambientales y su interacción con la enfermedad, y para explorar el papel de los factores inmunológicos y neuroendocrinológicos. 2. La esquizofrenia se diagnostica basándose en los síntomas clínicos principalmente. La investigación debe dirigirse hacia los biomarcadores específicos que incrementen la fiablidad y validez diagnóstica, y que mejoren la prognosis. Se hace fundamental incrementar los proyectos dirigidos a desarrollar avances en la neuroimagen y otros acercamientos diagnósticos. Se requerirán trabajos colaborativos a gran escala para acercarse al entendimiento de esta enfermedad a través del establecimiento de redes de investigación pan-europeas. 217 3. La detección temprana de los pacientes debe ser primordial puesto que las intervenciones en estadios prematuros reduce la carga del paciente, de su familia o cuidadores y de todas las personas implicadas en el proceso, y además mejora el pronóstico. Un incremento de la concienciación y relevancia del diagnóstico precoz y la mejora de la accesibilidad al tratamiento se logrará poniendo en marcha líneas de investigación que se dirijan a identificar terapias efectivas en este contexto y a evaluar el resultado de estas intervenciones tempranas. También será imprescindible los trabajos centrados en la esquizofrenia de inicio en la infancia y adolescencia para dilucidar los aspectos característicos y su relativa resistencia al tratamiento. 4. El tratamiento debe ser holístico, incluyendo entre sus ingredientes la farmacoterapia apropiada, el cuidado de salud física integral, las terapias psicosociales basadas en la evidencia y la participación activa del paciente y de su familia. Esta premisa exige un entrenamiento y formación específica a los profesionales sanitarios, además de la cooperación y coordinación de todos los implicados: reguladores de leyes, compañías de seguros sanitarios, médicos, enfermeras y otros profesionales de la salud. 5. Se debería prestar especial atención a los efectos colaterales de la farmacoterapia. Este es un asunto de principal preocupación para los pacientes, pero también para los profesionales, puesto que estos efectos no deseados interfieren con la socialización, con la adherencia al tratamiento farmacológico y a la salud física. Por tanto, se necesita mayor investigación para conseguir minimizar los efectos secundarios. 6. Si se tiene en cuenta que la esquizofrenia es el trastorno mental con mayor carga económica en toda la Unión Europea y que el tratamiento actual está por debajo de lo considerado como óptimo, se debe generar un esfuerzo para: a) analizar datos de la prestación de servicios y su impacto, la carga de la enfermedad por país y región, y el rol de los factores culturales que contribuyan a un mayor estrés social (ej. migración, urbanización); b) evaluar la eficacia y efectividad de los distintos acercamientos terapéuticos en cada contexto, y c) evaluar nuevos enfoques y aproximaciones. 7. Se necesitan nuevos fármacos. Esto requiere enfoques novedosos para su desarrollo, incluyendo financiación pública y privada de proyectos colaborativos paneuropeos que impliquen a la industria, la academia, los pacientes, las familias y otras instituciones, además de una revisión de las regulaciones (ej. expansión desde la escucha al síntomas a la medida de resultado global). Asimismo, otros aspectos específicos de la enfermedad (ej. deterioro cognitivo) deberán ser objeto de estudio. 8. Es fundamental consolidar los datos actuales acerca de neuropatología de la esquizofrenia y promover el desarrollo y la creación de bancos de cerebros de toda Europa. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.). 2011;4(4):218---227 www.elsevier.es/saludmental REVISIÓN Revisión sistemática de los Genomewide Association Studies (GWAS) en esquizofrenia Alicia Valiente ∗ , Amalia Lafuente y Miguel Bernardo Programa Esquizofrènia Clínic, Servei de Psiquiatria, Hospital Clínic, IDIBAPS, Universitat de Barcelona, Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (CIBERSAM), Barcelona, España Recibido el 18 de abril de 2011; aceptado el 30 de septiembre de 2011 PALABRAS CLAVE GWAS; Esquizofrenia; Efectos secundarios; Cognición; Interacción gen-ambiente ∗ Resumen Introducción: La heredabilidad en la esquizofrenia llega hasta el 80% y el riesgo en familiares es 5-10 veces mayor que en la población general. La gran contribución genética en este trastorno ha llevado a dedicar un interés creciente a su estudio. Objetivos: Revisar los hallazgos de los estudios genéticos conocidos como Genomewide Association Studies (GWAS) en esquizofrenia. Método: Búsqueda sistemática a través de Pubmed con las palabras clave GWAS and (psicosis) or (schizophrenia). Se han revisado las páginas http://www.szgene.org/largescale.asp y www.genome.gov/gwastudies/. Resultados: Los GWAS se han centrado en aspectos biológicos causales como el complejo de histocompatibilidad, el metabolismo de glutamato, el proceso de apoptosis, inflamatorio y el sistema inmunológico (TNF-beta, TNFR1). También se han focalizado en la búsqueda de genes que modulen la aparición de efectos secundarios metabólicos, cardíacos y efectos secundarios en personas con esquizofrenia y tratamiento antipsicótico. En neurocognición se ha asociado la sobreexpresión del proto-oncogen MET (MET) con una baja susceptibilidad para la esquizofrenia y mejor rendimiento cognitivo, así como a menor susceptibilidad para la incidencia de cáncer. También se apuntado a diversos genes que medien en el funcionamiento cognitivo en función del tratamiento antipsicótico recibido. Conclusiones: Los principales intereses de los GWAS durante los últimos años han sido los recorridos neurobiológicos involucrados en la esquizofrenia. Los descubrimientos derivados de estos estudios han sido limitados. Esto ha conducido a un planteamiento innovador en el estudio etiológico del trastorno a través del estudio de las interacciones gen-ambiente. © 2011 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. Autor para correspondencia. Correo electrónico: avalient@clinic.ub.es (A. Valiente). 1888-9891/$ – see front matter © 2011 SEP y SEPB. Publicado por Elsevier España, S.L. Todos los derechos reservados. doi:10.1016/j.rpsm.2011.09.003 Revisión sistemática de los Genomewide Association Studies (GWAS) en esquizofrenia KEYWORDS GWAS; Schizophrenia; Secondary effects; Cognition; Gene-environment interaction 219 Systematic review of the Genomewide Association Studies (GWAS) in schizophrenia Abstract Introduction: Heritability in schizophrenia can reach up to 80% and the risk in families is 5-10 times higher than in the general population. The large contribution of genetics in this disorder has led to a growing interest in its study. Objectives: To review the findings of genetic studies known as Genomewide Association Studies (GWAS) on schizophrenia. Method: Systematic search using Pubmed with the key words GWAS and (psychosis) or (schizophrenia). The following web pages have been reviewed: http://www.szgene.org/largescale.asp and www.genome.gov/gwastudies/. Results: The GWAS have focused on causal biological aspects, such as the histocompatibility complex, glutamate metabolism, apoptosis and inflammatory processes, and the immune system (TNF-, TNFR1). Also focused in the search were the genes that modulate the appearance of secondary metabolic and cardiac effects and secondary effects in subjects with schizophrenia and on anti-psychotic treatment. In neurorecognition, over-expression of the MET proto-oncogene (MET) has been associated with a low susceptibility for schizophrenia and a better cognitive performance, as well as a lower susceptibility for the incidence of cancer. Mention is also made of the different genes that mediate in cognitive functioning depending on the anti-psychotic treatment received. Conclusions: The main interests of the GWAS during the last few years have been the neurobiological pathways involved in schizophrenia. The discoveries arising from these studies have been limited. This has led to an innovative approach on the aetiological study of the disorder by studying gene-environment interactions. © 2011 SEP y SEPB. Published by Elsevier España, S.L. All rights reserved. Introducción Desde 2005 hasta la actualidad se han desarrollado múltiples estudios genéticos que han rastreado a gran escala la mayoría de los genes que conforman el genoma humano. Estos estudios genéticos son conocidos como Genome-wide Association Studies (GWAS) y su objetivo es relacionar ciertos genes con diversas patologías o trastornos, habiendo relacionado hasta la actualidad ciertas secuencias comunes de ADN con la susceptibilidad para más de 40 enfermedades comunes1 . Estos hallazgos han permitido elaborar nuevas hipótesis patofisiológicas, pero aún no se han podido establecer relaciones causales directas entre marcadores genéticos y patologías comunes2 . Los primeros reportes GWAS aparecieron para trastornos psiquiátricos y en la actualidad existen casi 100 GWAS en psiquiatría para el TDAH, autismo, trastorno bipolar, esquizofrenia, trastorno depresivo mayor, trastornos ansiosos, trastornos de personalidad y neurocognición. A pesar del interés creciente de los estudios GWAS en relacionar diversos genes con el riesgo de esquizofrenia, no se ha podido encontrar una significación clara para ninguno de ellos, aunque se han asociado alrededor de unos 1.000 genes con susceptibilidad a padecerla3 . Con el objetivo de establecer nuevas relaciones causalesambientales se ha planteado una fusión de los estudios ambientales epidemiológicos con los estudios genéticos (GWAS). En Europa, desde el año 2010 se está llevando a cabo un proyecto multicéntrico elaborado por una red de expertos multidisciplinares que recibe el nombre de European Network of Schizophrenia Networks for the Study of Gene Environment Interaccions (EU-GEI)4 . Se estudia el desarrollo, severidad y curso de la esquizofrenia con el fin de identificar determinantes e interacciones entre ellos que permitan indagar y conocer más profundamente las interacciones gen-ambiente. Entre otros países, existe una participación española en este proyecto desde ciudades como Barcelona, Madrid, Oviedo, Santiago de Compostela y Valencia. La figura 1 muestra la ejecución del proyecto EU-GEI. A propósito de la revisión de los GWAS realizada por el Psychiatric GWAS Consortium Coordinating Committee5 en 2009, se plantea una revisión sistemática de los estudios GWAS y de sus novedades en el campo de la esquizofrenia desde su inicio hasta el momento actual. Antes de describir los resultados hallados en los estudios GWAS haremos una sencilla descripción de los términos genéticos que se utilizarán a lo largo de esta revisión con el objetivo que el contenido esté lo más claro posible. Un gen es una secuencia lineal de nucleótidos en la molécula de ADN que contiene la información necesaria para la síntesis de una macromolécula con función celular específica, normalmente proteínas, pero también ARNm, ARNr y ARNt. El genoma es la totalidad de la información genética que posee un organismo. Por lo general, al hablar de genoma nos referimos solo al ADN contenido en el núcleo organizado en cromosomas. Se denomina cromosoma a cada uno de los pequeños cuerpos en forma de bastoncillos en que se organiza la cromatina del núcleo celular durante las divisiones celulares (mitosis y meiosis). La cromatina es un material microscópico que lleva la información genética de los organismos eucariotas y está constituida por ADN. Una deleción o supresión, en genética, es un tipo especial de anomalía estructural cromosómica que consiste en la 220 A. Valiente et al Proyecto EU-GEI Identificación de la variación genética molecular Combinaciones de la tecnología de neuro-imagen y los paradigmas de pruebas psicológicas Muestras europeas de pacientes, familiares, controles y muestrasgemelas Identificación del factor de riesgo medioambiental Vías de riesgo biológico cerebral Vías psicológicas de riesgo Expresión de vulnerabilidad conductual Supervisión y seguimiento mediante el uso de tecnología PSYMATE Aparición del síndrome clínico de esquizofrenia Figura 1 Proceso de ejecución del proyecto European Network of Schizophrenia Networks for the Study of Gene Environment. Interaccions (EU-GEI). pérdida de un fragmento de ADN de un cromosoma. Puede ser en el extremo (terminal) o a lo largo de uno de los brazos del cromosoma (intersticial). Una duplicación es la repetición de un fragmento de cromosoma a continuación del fragmento original. Un polimorfismo de un solo nucleótido o SNP (Single Nucleotide Polymorphism, pronunciado esnip) es una variación en la secuencia de ADN que afecta a una sola base (adenina [A], timina [T], citosina [C] o guanina [G]) de una secuencia del genoma. Sin embargo, algunos autores consideran que cambios de unos pocos nucleótidos como pequeñas inserciones y deleciones (indels) pueden ser consideradas SNP, donde el término polimorfismo de nucleótido simple es más adecuado. Una de estas variaciones debe darse al menos en un 1% de la población para ser considerada un SNP. Si no se llega al 1% no se considera SNP y sí una mutación puntual. Las Copy-number variations (CNV) son alteraciones del ADN del genoma que resulta de tener un número anormal de copias de una o más secciones del ADN. Las CNV corresponden a regiones relativamente amplias del genoma que han sido suprimidas o amplificadas en ciertos cromosomas. Método En esta revisión se describen de forma sistemática las publicaciones en GWAS en esquizofrenia. Se ha realizado una búsqueda a través de Pubmed con las palabras clave: GWAS and (psicosis) or (schizophrenia). Se ha consultado la página http://www.szgene.org/largescale.asp donde aparecen todas las publicaciones de estudios GWAS en esquizofrenia, además de otras publicaciones de estudios a gran escala no GWAS en esquizofrenia. También se ha consultado la página www.genome.gov/gwastudies/ para contrastar los resultados y estudios vinculados a los GWAS que se han citado en esta revisión. Con las palabras clave GWAS and schizophrenia se han encontrado 55 publicaciones, de las cuales 12 eras revisiones y 43 publicaciones originales publicadas entre los años 2011 y 2009. Con las palabras clave GWAS and psychosis han resultado 8 publicaciones, 7 de ellas ya aparecían anteriormente. En la tabla 1 se resumen todos los GWAS en esquizofrenia publicados hasta la fecha. Resultados Hallazgos genéticos La heredabilidad de la esquizofrenia llega hasta el 80% y los familiares de personas que la padecen presentan entre 5-10 veces más riesgo de presentarla respecto a la población general6 . Los individuos con esquizofrenia presentan una probabilidad significativamente mayor de presentar delecciones y duplicaciones7 en su genoma. En los últimos GWAS se han postulado orígenes genéticos comunes entre esquizofrenia, autismo y trastorno bipolar8 . A través de tecnología de secuenciación de genoma se han unido estudios de variación genética estructural como los Copy Number variants (CNV) con las variaciones genéticas raras para complementar los estudios de interacciones gen-gen. La mayoría de las CNV son únicas en los cromosomas 1q21.1, 15q11.2, 15q13.3, 16p11.2, 17p12, 22q11.27,9---11 , habiéndose visto implicadas también en el autismo y otros trastornos del desarrollo10 . Duplicaciones y quizás también supresiones en el cromosoma 16p13.1, asociadas anteriormente a autismo y retraso mental, también se han relacionado con riesgo de esquizofrenia12 . Revisión sistemática de los Genomewide Association Studies (GWAS) en esquizofrenia Tabla 1 221 Resumen de los GWAS en esquizofrenia Estudio Tipo Población N.◦ de SNPs analizados y hallazgos Casos Caucásicos Athanasiu, 2010 GWAS Noruega (TOP), Europa (SGENE-PLUS) 201 305 Djurovic, 2010 GWAS Noruega 230 336 ISC, 2009 GWAS y metanálisis (ISC, MGS, SGENE) Europa (ISC) Jia, 2010 GWAS re-análisis EE. UU. (GAIN) Kirov, 2008 GWAS Bulgaria Lencz, 2007 GWAS EE. UU. Mah, 2006 GWAS EE. UU. Need, 2009 GWAS (multi-stage) Mixto Shifman, 2008 GWAS (multi-stage) Israel Stefansson,2009 GWAS y metaanálisis Europa (SGENE-plus) 572.888 rs7045881 gen PLAA (crom9p21),rs433598 gen ACSM1 (crom16p12) y rs10761482 gen ANK3 (crom10q21) con esquizofrenia rs420259 gen PALB2 (crom16) y rs9567552 gen BRCA2 (crom13) con t.bipolar 618.860 Gen DLEU2; gen GUCY1B2; gen PKIA; gen CNTNAP5; gen CCL2; gen FBN1 t.bipolar 739.995 rs5988574, gen MYO18B, gen NOTCH4, gen RPP21, gen GWA crom6p22.1 esquizofrenia Genes MYC, SMAD5, BMP7, TGFB1, CREBBP, IFNG, THBS2, PPP2R2B, ZFYVE16, ACVR1B, E2F4, SMAD9, BMP5, CDKN2B, TGFBR2 y SMAD6 con esquizofrenia 433.680 Gen CCDC60, gen RBP1 con esquizofrenia 439.511 rs4129148; gen CSF2RA, gen IL3RA con esquizofrenia 25.494 Gen PLXNA2 con esquizofrenia 312.565 Gen NRXN1 y APBA2 con esquizofrenia 510.552 rs7341475, gen RELN mujeres con esquizofrenia 314.868 deletions at 1q21.1, 15q11.2 and 15q13.3 en esquizofrenia Controles 3.322 3.587 1.158 1.378 574 1.753 178 144 320 325 871 863 660 2.771 2.663 13.498 222 A. Valiente et al Tabla 2 (Continuación) Estudio Tipo Población N.◦ de SNPs analizados y hallazgos Asiáticos Ikeda, 2010 GWAS Japón Mixtos O’Donovan, 2008 GWAS (multi-stage) Mixta Shi, 2009 GWAS y metaanálisis EE. UU. (MGS) Sullivan, 2008 GWAS EE. UU. (Catie) Alkelai, 2009 GWAS EE. UU. (Catie) Aberg, 2010 GWAS EE. UU. (Catie) Adkins, 2011 GWAS EE. UU. (Catie) Greenbaum,2010 GWAS EE. UU. (Catie) 297.645 Gen NOTCH4 y SULT6B1 con esquizofrenia 362.532 gen ANK3 (crom10q21); rs1344706, gen ZNF804A; rs1006737 en el gen CACNA1C; tanto con esquizofrenia como t.bipolar fibroblast growth factor receptor 2 (gen FGFR2) con esquizofrenia 696.788-843.798 Gen AGAP1, ERBB4, GWA 6p22.1, HIST1H2AH, POM121L2,HIST1H2BJ gen ACSM1 (crom16p12) con esquizofrenia Genes EPF1, NOVA1 y FIGN con parkinsonismo severo en esquizofrenia rs4959235 en el gen SLC22A23 (cromosoma 6p25.2), genes NOS1AP y NUBPL en prolongación QT en esquizofrenia rs1568679 gen MEIS2, GPR98, rs13224682 en gen PRKAR2B rs3943552 gen GLI2 En un estudio GWAS realizado en Noruega13 se incluyó una muestra de 210 casos y 305 controles y se asociaron con esquizofrenia los Simple Nucleotide Polimorfisms (SNP) rs7045881 en el cromosoma 9p21; rs433598 en el 16p12 y rs10761482 en el 10q21. Estos marcadores fueron localizados en los genes PLAA, ACSM1 y ANK3, respectivamente. El gen PLAA (en el cromosoma 9) no había sido descrito previamente como un gen de susceptibilidad, pero el cromosoma 9p21 ya se había implicado anteriormente como una región linkage para esquizofrenia. El gen ACSM1 (en el cromosoma 16) se había sido identificado previamente como gen de susceptibilidad para la esquizofrenia en el estudio CATIE14 y el gen ANK3 (en el cromosoma 10) ha sido Casos 575 Controles 564 7.308 12.834 3.967 3.626 738 733 199 198 738 738 131 196 asociado tanto con la esquizofrenia como con el trastorno bipolar, apoyando la hipótesis de susceptibilidad genética solapada entre estas entidades psicopatológicas8,15 . También se han asociado el SNP rs1344706 en el gen ZNF804A (que codifica en la proteína 804A) y el SNP rs1006737 en el gen CACNA1C en el cromosoma 12 (que codifica en la subunidad alfa 1C) como regiones relacionadas tanto con la esquizofrenia como con el trastorno bipolar15 , últimamente apuntando a una posible modulación del género en el riesgo de aparición de esquizofrenia16 . Estos últimos resultados han vuelto a ser replicados por el mismo grupo de Cardiff durante el año 201017,18 , pero recientemente el grupo de Schanze et al. no han Revisión sistemática de los Genomewide Association Studies (GWAS) en esquizofrenia podido replicar la asociación del gen ZNF804A con la esquizofrenia19 . A partir de la misma muestra noruega se investigó la relación entre variantes genéticas en los SNP rs420259 en el gen PALB2 (cromosoma 16) y rs9567552 en el gen BRCA2 (en el cromosoma 13), relacionadas con funciones intracelulares de proteínas expresadas en el cáncer de mama, con la esquizofrenia y el trastorno bipolar. Se analizó una muestra de 781 pacientes con esquizofrenia y 686 con trastorno bipolar y se observó relación entre estas variantes genéticas y el trastorno bipolar, pero no con la esquizofrenia20 . En otro estudio realizado en EE. UU. durante 201021 se combinaron datos GWAS con datos de tres grandes estudios de efectividad, incluyendo una muestra de personas con esquizofrenia (CATIE n = 741), con trastorno bipolar (STEPBD, n = 1.575) y con trastorno depresivo mayor (STAR*D, n = 1.204). Se asoció el SNP rs6484218, próximo al gen de la adrenomedulina en el cromosoma 11p15, con el trastorno bipolar II pero no con el resto de trastornos psiquiátricos. En un estudio GWAS europeo publicado recientemente22 también se han asociado variaciones en diversos genes del cromosoma 11 (AMBRA1, DGKZ, CHR y MDK) con la esquizofrenia. Se incluyó una muestra bien tipificada y homogénea de 1.169 pacientes (464 de Alemania, 705 de Holanda) y 3.714 controles apareados por etnia. Se hizo posteriormente un estudio de seguimiento en 2.569 personas con esquizofrenia y 4.088 controles (de Alemania, Holanda y Dinamarca). Estos hallazgos fueron replicados nuevamente en 23.206 muestras independientes de ascendentes europeos (p = 0,0029, OR = 1,11). En un estudio de neuroimagen realizado a partir de la muestra portadores sanos del alelo de riesgo presentaron una activación alterada en el córtex cingulado durante las tareas de control cognitivo. El área de interés correspondió a una interface entre la regulación emocional y cognición que resulta anormal tanto a nivel funcional como estructural en personas con esquizofrenia y con trastorno bipolar. Los SNPs rs7683874 y rs10937823 en el gen SORCS2 del cromosoma 4p15-p16 también se han identificado en algunos estudios genéticos como regiones candidatas de riesgo para el trastorno bipolar y esquizofrenia23 . El metabolismo de glutamato, el proceso de apoptosis, el inflamatorio y el sistema inmunológico (TNF-beta, TNFR1) son vías de señalización que se han asociado a la esquizofrenia24 . Un estudio GWAS realizado por O’Donovan et al.25 con una muestra procedente de EE. UU., Australia, Alemania, China, Japón, Israel y Suecia de 5.142 casos de esquizofrenia y 6.561 controles encontró evidencia de asociación entre esquizofrenia y el SNP rs17101921 cercano a la región genética que codifica para el receptor 2 del factor de crecimiento de fibroblastos (FGFR2). Este factor de crecimiento se asocia a un aumento del índice de actividad mitótica y síntesis de ADN facilitando la proliferación de varias células precursoras, como el condroblasto, colagenoblasto, osteoblasto, etc. que forman el tejido fibroso, de unión y soporte del cuerpo. Este factor también ha sido relacionado con la angiogénesis tumoral en los procesos oncogénicos. Tanto la esquizofrenia como el trastorno bipolar, así como otros trastornos psiquiátricos como el autismo, trastornos específicos del lenguaje o problemas de aprendizaje se han relacionado con alteraciones en una serie de genes (NRXN1, 223 CNTNAP2 y CASK) asociados a los circuitos de adhesión molecular (CAM) que serian responsables de la formación sináptica y de la transmisión celular normal26,27 . Se han realizado GWAS en poblaciones étnicas diferentes con el objetivo de buscar diferencias en la susceptibilidad genética para la esquizofrenia. Recientemente en un proyecto GWAS basado en las familias28 , donde se incluyó una muestra de 107 familias judías-israelíes, se ha encontrado una asociación entre el gen DOCK4 (SNP rs2074127, p = 1.134 × 10−7 ) y 6 asociaciones adicionales significativas (p < 1 × 10−5 ). Uno de los SNP (rs4803480), localizado en el gen CEACAM21, fue replicado significativamente en una muestra basada en la familia de origen árabe-israelí (p = 0,002). También se encontraron asociaciones significativas con los genes PGBD1, RELN y PRODH, replicando resultados previos obtenidos en otros estudios. En un GWAS realizado en población asiática29 con una cohorte de población japonesa y china de 2.535 individuos el valor más significativo fue para un SNP en el gen ELAVL2 (embryonic lethal, abnormal vision, Drosophila-like 2) en el cromosoma 9p21,3 (p = 0,00087). Hallazgos en la inducción de efectos secundarios motores, cardíacos y metabólicos Existe una elevada tasa de efectos secundarios en las personas que reciben tratamiento antipsicótico. La presencia de parkinsonismo inducido por antipsicóticos es un efecto adverso severo del tratamiento neuroléptico. Factores como el tipo de tratamiento, edad avanzada y género femenino se han asociado a un mayor riesgo de presentar efectos secundarios, pero evidenciándose diferente susceptibilidad individual a padecerlos. Este hecho ha motivado que los GWAS se hayan focalizado en el estudio de algunos genes que puedan intervenir en la aparición de efectos secundarios. En el estudio CATIE se incluyó un análisis GWAS centrado en este tipo de efectos secundarios30 y se analizó una muestra americana de 199 personas con esquizofrenia. Se aleatorizó al tratamiento antipsicótico en monoterapia y se hizo un seguimiento durante un periodo comprendido entre 2 semanas y 18 meses durante la primera fase del estudio CATIE. Se monitorizaron los efectos parkinsonianos y se identificaron los genes EPF1, NOVA1 y FIGN como genes candidatos asociados a parkinsonismo severo secundario al tratamiento. También a partir del estudio CATIE se analizó una muestra de 738 personas con esquizofrenia para estudiar la relación de algunos antipsicóticos con la prolongación del intervalo cardíaco QT y riesgo de arritmias cardíacas. Se asoció la presencia del SNP rs4959235 en el gen SLC22A23 (cromosoma 6p25,2) con la prolongación del QT cardíaco en el caso de la quetiapina31 . Una submuestra de Israel del estudio CATIE32 se utilizó para analizar los posibles genes candidatos que influían en la presentación de discinesia tardía en personas con esquizofrenia crónica. Se incluyó una muestra de 327 personas con esquizofrenia en tratamiento antipsicótico procedente del estudio CATIE y analizaron unos 495.000 polimorfismos nucleótidos simples. Asociaron el SNPs rs3943552 en el gen GLI2 con la discinesia tardía, hecho que había sido ya observado en la submuestras de pacientes judíos de Ashkenazi. 224 Por último, se ha estudiado la variación genética que puede afectar la susceptibilidad a presentar efectos secundarios metabólicos. En la misma muestra del estudio CATIE33 se asociaron 21 polimorfismos con efectos secundarios de tipo metabólico, como la ganancia de peso inducida por medicación antipsicótica, perfil lipídico sanguíneo, glucemia y hemoglobina A1C, presión arterial y ratio cardíaco. El gen MEIS2, en el cromosoma 15q14, mediaba tanto en los efectos de la risperidona en la circunferencia de cadera (q = 0,004) como en la circunferencia de cintura (q = 0.055), además de tener asociaciones secundarias sobre el IMC y la presión diastólica y sistólica. Otro hallazgo significativo fue con el gen GPR98 (en el cromosoma 5q14.3) que actuaba de mediador en los efectos de la risperidona sobre los niveles de hemoglobina A1C. Otros genes mediadores de efectos metabólicos fueron el PRKAR2B, FHOD3, RNF144A, ASTN2, SOX5 y ATF7IP2. Aunque el índice de masa corporal (IMC) ha sido ampliamente estudiado en los GWAS, se han asociado más de una docena de variantes pero que solo justifican individualmente una pequeña proporción de la varianza. Por este motivo se ha planteado calcular el genetic risk sum score (GRSS) que comprende el total de los alelos de riesgo detectados. Peterson et al.17 cogieron una muestra de 2,653 caucásicos y 973 afroamericanos correspondiente a 2 metaanálisis y calcularon el GRSS con covariables que influencian en el IMC (edad, sexo, ascendencia. . .). Se demostró una elevada asociación con el IMC (p = 3,19 x 10-6), pero que explicaba una parte limitada de la varianza (0,66%). El GRSS y las covariables predecían significativamente la clasificación de sobrepeso y obesidad pero con la máxima discriminación para la obesidad tipo III (AUC = 0,697). Hallazgos en neurocognición Los estudios GWAS en el campo de la neurocognición en esquizofrenia se han centrado sus esfuerzos en la identificación de variaciones genéticas implicadas en la modulación de la cognición. Han planteado el uso de técnicas que combinen la neuroimagen funcional como fenotipo cuantitativo en combinación con los estudios GWAS, representando un paso adelante para el mejor conocimiento de los aspectos cognitivos en la esquizofrenia. Estos estudios se basan en medir el consumo de oxigenación sanguínea (BOLD) en el córtex prefrontal dorsolateral durante la evaluación de una tarea de memoria de trabajo (con el paradigma de Stenberg) tanto en combinación con el escaneado genómico. Esta técnica puede proveer mayor poder estadístico que el que poseen ambas pruebas por separado34 . Hippisley-Cox et al.35 realizaron un GWAS en 2007 que estudió el riesgo de 6 cánceres comunes en personas con esquizofrenia. En una muestra de 40.441 individuos con cáncer se detectaron 107 individuos caucasianos con esquizofrenia y se compararon con 112 controles sanos, genotipando el efecto de la variación MET. Se exploró el funcionamiento cognitivo en una muestra de 191 personas con esquizofrenia y 188 controles sanos, reportándose una asociación importante entre el proto-oncogen MET y la susceptibilidad a padecer esquizofrenia. Se asoció la presencia de 2 o más copias del haplotipo GCAATACA con menor probabilidad de desarrollar esquizofrenia respecto a los sujetos A. Valiente et al que no presentaban copias. También se reportó que los portadores del genotipo METGCAATACA presentaban un impacto significativamente positivo en la neurocognición. Varios polimorfismos del gen complexina 2 se han relacionado con una modificación en el rendimiento cognitivo en personas con esquizofrenia respecto a población control. En un estudio multicéntrico realizado en 23 centros psiquiátricos en Alemania36 se analizó una muestra de 1.037 pacientes con esquizofrenia y 2.265 sujetos controles sanos. Se valoraron los principales parámetros de rendimiento cognitivo, incluyendo la medida del funcionamiento ejecutivo, el razonamiento, el aprendizaje verbal y memoria. Seis polimorfismos distribuidos en el gen de la complexina 2 resultaron ser altamente asociados con la cognición actual de los sujetos esquizofrénicos, pero solo marginalmente con la inteligencia premórbida. Estos estudios dónde los sujetos fueron examinados por un equipo investigador único dieron lugar a la base de datos Göttingen Research Association for Schizophrenia (GRAS)37 . Los GRAS, creados en Alemania a partir de la recogida de datos por un único equipo investigador, apuntan a ser el fundamento para estudiar las causas genéticas del fenotipo esquizofrénico en un «estudio de asociación genética basada en el fenotipo (PGA)». Es importante destacar que estos estudios no son estudios GWAS pero sus resultados son complementarios a los obtenidos por los estudios de asociación de genoma completo (GWAS) sobre esquizofrenia37 . En un estudio realizado con una muestra de 738 pacientes con esquizofrenia procedente del estudio CATIE38 se pasaron diversas baterías neurocognitivas para medir la velocidad de procesamiento, memoria verbal, vigilancia, razonamiento y varios dominios de la memoria de trabajo en función de 5 grupos de tratamientos antipsicóticos (olanzapina, perfenazina,quetiapina, risperidona y ziprasidona) que recibían los pacientes. Se localizaron 6 SNP localizados en la proximidad de los genes EHF, SLC26A9, DRD2, GPR137B, CHST8 e IL1A como mediadores de la cognición. Además, de manera más robusta, se asociaron las puntuaciones neurocognitivas con el SNP rs286913 en el gen EHF gene (p = 6,99 × 10−8 ) mediando los efectos de la ziprasidona en la vigilancia, rs11240594 en el gen SLC26A9 (p = 1,4 × 10−7 ) mediando los efectos de la olanzapina en la velocidad de procesamiento y el SNP rs11677416 en el gen IL1A (p = 6,67 × 10−7 ) mediando los efectos de la olanzapina en la memoria de trabajo). Por último destacar que la incorporación de los estudios de neuroimagen y de manipulación óptica a los estudios GWAS han permitido implicar a los genes que codifican para el FGF17 y el Glypican-1 en el desarrollo cerebral de los síntomas negativos de la esquizofrenia39 . Aspectos prácticos en la elaboración de GWAS Existen artículos que analizan la metodología de los numerosos estudios GWAS5,40-42 . En estos artículos se hace especial hincapié en la importancia de los estudios familiares ya que demuestran responsabilidad familiar compartida a través de los límites diagnósticos (tanto en la esquizofrenia como en el trastorno bipolar)40 . Sanders et al.43 proponen el uso de la tecnología a través de Internet para la creación de bases de datos de controles Revisión sistemática de los Genomewide Association Studies (GWAS) en esquizofrenia que permitan compartirlas entre investigadores y seleccionar correctamente controles para este tipo de estudios43 . Recientemente se ha realizado un metaanálisis44 según dos diferentes métodos, genome scan meta-analysis (GSMA) y Badner and Gershon’s multiple scan probability method (MSP) aplicados a 13 y 16 bases de datos de trastorno bipolar y esquizofrenia, respectivamente. Los autores han encontrado que los dos métodos dan lugar a regiones genómicas diferentes sugiriendo que los comparative linkage metaanalysis (CLMA) podrían ser utilizados para optimizar los descubrimientos de variantes raras y de baja frecuencia en la era genómica moderna. Otra alternativa para mejorar los hallazgos derivados de los estudios GWAS es el SNPbased pathway enrichment method45 . Este método sigue dos pasos: en el primero se utiliza un producto estadístico truncado para identificar todos los SNP representativos de cada gen, calculando la media de SNP representativos de los genes y seleccionando aquellos representativos en base a su posición. Posteriormente, se los ordena por significación de su asociación estadística con el rasgo de interés aplica un test de Kolmogorov-Smirnov. Respecto a las técnicas utilizadas en los GWAS, se han propuesto el test de haplotipo que utiliza un modelo para el análisis de multimarcadores de variantes raras en regiones candidatas que podrían estar relacionadas con la aparición de esquizofrenia46 . Discusión Los descubrimientos de los estudios GWAS y estudios genéticos relacionados con los GWAS se centran en diversos aspectos de la esquizofrenia. En el ámbito puramente genético se han descrito variaciones genéticas en diversos cromosomas comunes entre diferentes patologías como la esquizofrenia, el trastorno bipolar y el autismo. Todos estos hallazgos apuntan a una posible etiología común para diversos trastornos psiquiátricos como la esquizofrenia y el trastorno bipolar2 . Muchos de los hallazgos en esquizofrenia se han relacionado con diferentes circuitos de desarrollo de proteínas (fibroblastos, condroblastos) que participan en funciones de soporte del cuerpo, en la angiogénesis tumoral de los procesos oncogénicos, así como con los circuitos de adhesión molecular (CAM) responsables de la formación sináptica y de la transmisión celular normal. Esto permite establecer nuevas hipótesis causales en la esquizofrenia planteando modelos de afectación multisistémica y no únicamente psiquiátrica como ya ha sido planteado por algún autor previamente47,48 . Conocer como modulan los genes la aparición de efectos adversos secundarios puede ayudar a su mejor tipificación, conocimiento y a prevenir su aparición. El mejor conocimiento de la neurocognición en la esquizofrenia y su filiación con alteraciones genéticas puede permitir conocer mejor el funcionamiento cognitivo de nuestros pacientes y orientar las terapias de rehabilitación cognitiva de manera más resolutiva. Las limitaciones de los estudios GWAS están relacionadas básicamente con el rastreo genómico a gran escala. Estos estudios no permiten la búsqueda asociada a un único gen o cromosoma que se haya asociado a mayor susceptibilidad. 225 Por este motivo, recientemente, el International Schizophrenia Consortium (ISC) ha buscado diversas alternativas. Han reportado que usar métodos de análisis como el polygenic score method podría detectar la presencia de asociaciones marginales entre los alelos de susceptibilidad para la esquizofrenia con otros SNP (eQTL) que afectan la expresión genética y que esta asociación podría conferir mayor riesgo a padecer esquizofrenia respecto a los que no presentan esta asociación marginal con SNP cis-eQTL49 . Otra limitación de los estudios GWAS se relaciona con el elevado coste que conllevan. Su coste-beneficio es a veces dudoso y esto ha llevado a nuevos enfoques que fusionen los resultados genéticos de los estudios GWAS con los de estudios ambientales o epidemiológicos. Conclusiones Aunque se han abierto nuevas líneas de trabajo a través de los GWAS realizados en los últimos años no se ha podido concluir con un conocimiento específico que permita su aplicación directa en la práctica clínica diaria. Estas limitaciones han llevado a algunos investigadores a plantearse un trabajo multidisciplinar que fusione el estudio de genes y el de ambiente. Así surge el proyecto The European Network of Schizophrenia Networks for the Study of Gen-Environtment Interactions (EU-GEI)7 en el cual diversas disciplinas se complementan de manera imprescindible para el estudio de las interacciones gen-ambiente. De esta propuesta pueden surgir resultados prometedores. En los próximos años se requerirá elaborar nuevos estudios que incluyan metanálisis de más de 10.000 sujetos2 , que profundicen en la naturaleza de los factores ambientales, que permitan explicar la interacción gen-ambiente, la naturaleza de la variación genética y el mecanismo de las interacciones gen-ambiente50 . Este nuevo enfoque puede representar un paso adelante en el conocimiento de la esquizofrenia para redefinir mejor el trastorno, conocer su etiología y orientar nuevas dianas de tratamiento que permitan reducir las secuelas y mejorar el control sintomatológico en nuestros pacientes. Conflicto de intereses Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses. Bibliografía 1. Manolio TA, Brooks LD, Collins FS. A HapMap harvest of insights into the genetics of common disease. J Clin Invest. 2008 May;118:1590---605. 2. Gershon ES, Alliey-Rodriguez N, Liu C. After GWAS: Searching for Genetic Risk for Schizophrenia and Bipolar Disorder. Am J Psychiatry. 2011;168:253---6. 3. Girard SL, Xiong L, Dion PA, Rouleau GA. Where are the missing pieces of the schizophrenia genetics puzzle? Curr Opin Genet Dev. 2011 Jun;21:310---6. 4. EU-GEI ENoSNftSoGEI. Schizophrenia aetiology:Do geneenvironment interactions hold the key? Schizophr Bull. 2008;102:21---6. 5. Cichon S, Craddock N, Daly M, Faraone SV, Gejman PV, Kelsoe J, et al. Genomewide association studies: history, rationale, and prospects for psychiatric disorders. Am J Psychiatry. 2009 May;166:540---56. 226 6. Rodríguez-Murillo LLJ. Una firma genética para las enfermedades psiquiátricas complejas. Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc). 2010;3:75---8. 7. Rare chromosomal deletions and duplications increase risk of schizophrenia. Nature. Sep 11 2008;455:237-41. 8. Purcell SM, Wray NR, Stone JL, Visscher PM, O’Donovan MC, Sullivan PF, et al. Common polygenic variation contributes to risk of schizophrenia and bipolar disorder. Nature. 2009 Aug 6;460:748---52. 9. Stefansson H, Rujescu D, Cichon S, Pietilainen OP, Ingason A, Steinberg S, et al. Large recurrent microdeletions associated with schizophrenia. Nature. 2008 Sep 11;455:232---6. 10. McClellan J, King MC. Genetic heterogeneity in human disease. Cell. 2010 Apr 16;141:210---7. 11. Karayiorgou M, Simon TJ, Gogos JA. 22q11.2 microdeletions: linking DNA structural variation to brain dysfunction and schizophrenia. Nat Rev Neurosci. 2010 Jun;11:402---16. 12. Ingason A, Rujescu D, Cichon S, Sigurdsson E, Sigmundsson T, Pietilainen OP, et al. Copy number variations of chromosome 16p13.1 region associated with schizophrenia. Mol Psychiatry. Sep 29 2009. 13. Athanasiu L, Mattingsdal M, Kahler AK, Brown A, Gustafsson O, Agartz I, et al. Gene variants associated with schizophrenia in a Norwegian genome-wide study are replicated in a large European cohort. J Psychiatr Res. 2010 Sep;44:748---53. 14. Sullivan PF, Lin D, Tzeng JY, Van den Oord E, Perkins D, Stroup TS, et al. Genomewide association for schizophrenia in the CATIE study: results of stage 1. Mol Psychiatry. 2008 Jun;13:570---84. 15. O’Donovan MC, Craddock NJ, Owen MJ. Genetics of psychosis; insights from views across the genome. Hum Genet. 2009 Jul;126:3---12. 16. Zhang F, Chen Q, Ye T, Lipska BK, Straub RE, Vakkalanka R, et al. Evidence of sex-modulated association of ZNF804A with schizophrenia. Biol Psychiatry. 2011 May 15;69:914---7. 17. Peterson RE, Maes HH, Holmans P, Sanders AR, Levinson DF, Shi J, et al. Genetic risk sum score comprised of common polygenic variation is associated with body mass index. Hum Genet. 2011 Feb;129:221-230. 18. Nieratschker V, Nothen MM, Rietschel M. New Genetic Findings in Schizophrenia: Is there Still Room for the Dopamine Hypothesis of Schizophrenia? Front Behav Neurosci. 2010;4:23. 19. Schanze D, Ekici AB, Gawlik M, Pfuhlmann B, Reis A, Stober G. Evaluation of risk loci for schizophrenia derived from genomewide association studies in a German population. Am J Med Genet B Neuropsychiatr Genet. 2011 Mar;156:198---203. 20. Tesli M, Athanasiu L, Mattingsdal M, Kahler AK, Gustafsson O, Andreassen BK, et al. Association analysis of PALB2 and BRCA2 in bipolar disorder and schizophrenia in a scandinavian casecontrol sample. Am J Med Genet B Neuropsychiatr Genet. 2010 Oct 5;153B:1276---82. 21. Huang J, Perlis RH, Lee PH, Rush AJ, Fava M, Sachs GS, et al. Cross-disorder genomewide analysis of schizophrenia, bipolar disorder, and depression. Am J Psychiatry. 2010 Oct;167:1254---63. 22. Rietschel M, Mattheisen M, Degenhardt F, Kahn RS, Linszen DH, Os JV, et al. Association between genetic variation in a region on chromosome 11 and schizophrenia in large samples from Europe. Mol Psychiatry. Jul 12 2011. 23. Christoforou A, McGhee KA, Morris SW, Thomson PA, Anderson S, McLean A, et al. Convergence of linkage, association and GWAS findings for a candidate region for bipolar disorder and schizophrenia on chromosome 4p. Mol Psychiatry. 2010 Mar;30. 24. Jia P, Wang L, Meltzer HY, Zhao Z. Common variants conferring risk of schizophrenia: a pathway analysis of GWAS data. Schizophr Res. 2010 Sep;122(1---3):38---42. A. Valiente et al 25. O’Donovan MC, Norton N, Williams H, Peirce T, Moskvina V, Nikolov I, et al. Analysis of 10 independent samples provides evidence for association between schizophrenia and a SNP flanking fibroblast growth factor receptor 2. Mol Psychiatry. 2009 Jan;14:30---6. 26. Corvin AP. Neuronal cell adhesion genes: Key players in risk for schizophrenia, bipolar disorder and other neurodevelopmental brain disorders? Cell Adh Migr. 2010 Oct 26;4. 27. O’Dushlaine C, Kenny E, Heron E, Donohoe G, Gill M, Morris D, et al. Molecular pathways involved in neuronal cell adhesion and membrane scaffolding contribute to schizophrenia and bipolar disorder susceptibility. Mol Psychiatry. 2010 Feb;16. 28. Alkelai A, Lupoli S, Greenbaum L, Kohn Y, Kanyas-Sarner K, Ben-Asher E, et al. DOCK4 and CEACAM21 as novel schizophrenia candidate genes in the Jewish population. Int J Neuropsychopharmacol. Jun 20 2011:1---11. 29. Yamada K, Iwayama Y, Hattori E, Iwamoto K, Toyota T, Ohnishi T, et al. Genome-wide association study of schizophrenia in Japanese population. PLoS One. 2011;6:e20468. 30. Alkelai A, Greenbaum L, Rigbi A, Kanyas K, Lerer B. Genomewide association study of antipsychotic-induced parkinsonism severity among schizophrenia patients. Psychopharmacology (Berl). 2009 Oct;206:491---9. 31. Aberg K, Adkins DE, Liu Y, McClay JL, Bukszar J, Jia P, et al. Genome-wide association study of antipsychotic-induced QTc interval prolongation. Pharmacogenomics J. 2010 Oct;5. 32. Greenbaum L, Alkelai A, Rigbi A, Kohn Y, Lerer B. Evidence for association of the GLI2 gene with tardive dyskinesia in patients with chronic schizophrenia. Mov Disord. 2010 Oct;11. 33. Adkins DE, Aberg K, McClay JL, Bukszar J, Zhao Z, Jia P, et al. Genomewide pharmacogenomic study of metabolic side effects to antipsychotic drugs. Mol Psychiatry. Mar 2 2010. 34. Potkin SG, Turner JA, Guffanti G, Lakatos A, Torri F, Keator DB, et al. Genome-wide strategies for discovering genetic influences on cognition and cognitive disorders: methodological considerations. Cogn Neuropsychiatry. 2009;14(4---5): 391---418. 35. Hippisley-Cox J, Vinogradova Y, Coupland C, Parker C. Risk of malignancy in patients with schizophrenia or bipolar disorder: nested case-control study. Arch Gen Psychiatry. 2007 Dec;64:1368---76. 36. Begemann M, Grube S, Papiol S, Malzahn D, Krampe H, Ribbe K, et al. Modification of cognitive performance in schizophrenia by complexin 2 gene polymorphisms. Arch Gen Psychiatry. 2010 Sep;67:879---88. 37. Ribbe K, Friedrichs H, Begemann M, Grube S, Papiol S, Kastner A, et al. The cross-sectional GRAS sample: A comprehensive phenotypical data collection of schizophrenic patients. BMC Psychiatry. 2010 Nov;10:91. 38. McClay JL, Adkins DE, Aberg K, Bukszar J, Khachane AN, Keefe RS, et al. Genome-wide pharmacogenomic study of neurocognition as an indicator of antipsychotic treatment response in schizophrenia. Neuropsychopharmacology. 2011 Feb;36:616---26. 39. Potkin SG, Macciardi F, Guffanti G, Fallon JH, Wang Q, Turner JA, et al. Identifying gene regulatory networks in schizophrenia. Neuroimage. 2010 Nov 15;53:839---47. 40. Corvin A, Craddock N, Sullivan PF. Genome-wide association studies: a primer. Psychol Med. Jul 2010;40:1063-77. 41. Committee TPGCS. A framework for interpreting genome-wide association studies of psychiatric disorders. Mol Psychiatry. 2009;14:10-7. 42. Khoury MJ, Bertram L, Boffetta P, Butterworth AS, Chanock SJ, Dolan SM, et al. Genome-wide association studies, field synopses, and the development of the knowledge base on genetic variation and human diseases. Am J Epidemiol. 2009 Aug 1;170:269---79. Revisión sistemática de los Genomewide Association Studies (GWAS) en esquizofrenia 43. Sanders AR, Levinson DF, Duan J, Dennis JM, Li R, Kendler KS, et al. The Internet-based MGS2 control sample: self report of mental illness. Am J Psychiatry. 2010 Jul;167:854---65. 44. Tang B, Thornton-Wells T, Askland KD. Comparative linkage meta-analysis reveals regionally-distinct, disparate genetic architectures: application to bipolar disorder and schizophrenia. PLoS One. 2011;6:e19073. 45. Weng L, Macciardi F, Subramanian A, Guffanti G, Potkin SG, Yu Z, et al. SNP-based pathway enrichment analysis for genome-wide association studies. BMC Bioinformatics. 2011;12:99. 46. Wason JM, Dudbridge F. Comparison of multimarker logistic regression models, with application to a genomewide scan of schizophrenia. BMC Genet. 2010;11. 227 47. Kirkpatrick B. Schizophrenia as a systemic disease. Schizophr Bull. 2009 Mar;35:381---2. 48. Fernandez-Egea E, Bernardo M, Donner T, Conget I, Parellada E, Justicia A, et al. Metabolic profile of antipsychoticnaive individuals with non-affective psychosis. Br J Psychiatry. 2009 May;194:434---8. 49. Richards AL, Jones L, Moskvina V, Kirov G, Gejman PV, Levinson DF, et al. Schizophrenia susceptibility alleles are enriched for alleles that affect gene expression in adult human brain. Mol Psychiatry. Feb 22 2011. 50. Van Os J, Rutten BP, Poulton R. Gene-environment interactions in schizophrenia: review of epidemiological findings and future directions. Schizophr Bull. 2008 Nov;34:1066---82. Rev Psiquiatr Salud Ment (Barc.) 2011;4(4):228–229 www.elsevier.es/saludmental AGENDA 2011 II Congreso Internacional de Patología Dual Conductas Adictivas y otros Transtornos Mentales Barcelona, 5-8 octubre http://www.patologiadual.es/cipd2011/es/index.htm XVIII Reunión de la Sociedad Española de Psicogeriatría Madrid, 6-8 Octubre Secretaría científica: MASS+ SL. Teresa Giné Matas Medes 4-10 08023 Barcelona Tel.: 630 080 959 Correo electrónico: teresa.gine@marketingaid-ss.com Secretaría técnica: Lubeck 99, SL. Alcalá 115, bajo izquierda. 28009 Madrid Tel.: 91 352 15 26. Fax: 91 715 43 03. Correo electrónico: psicogeriatria@lubeck99.com http:// www.lubeck99.com 9ª Reunión Internacional sobre las fases tempranas de las enfermedades mentales Santander, 20-22 Octubre http://www.fasestempranas.com/ XXIX Congreso Brasileiro de Psiquiatria Rio de Janeiro, 2-5 de noviembre Secretaria Executiva: ABP – Associação Brasileira de Psiquiatria Av. Presidente Wilson, 164 – 9º andar – Centro 20030-020 – Rio de Janeiro – RJ Telefax: (21) 2199-7500 Correo electrónico: simone@abpbrasil.org.br;monica@ abpbrasil.org.br congresso2@abpbrasil.org.br http://abp.org.br/2011/congresso/ II Foro Social CIBERSAM Oviedo, 7 de noviembre Secretaría: CIBERSAM Hospital General Universitario Gregorio Maralón doi:10.1016/j.rpsm.2011.11.002 Pabellón de Gobierno 1ª. Planta C/ Dr. Esquerdo, 46 Tel.: 34 91 557 07 95 Fax.: 34 91 557 08 12 Correo electrónico: comunicación@cibersam.es http://www.cibersam.es XXV Congreso Nacional de Psiquiatría Oviedo, 8-11 Noviembre Secretaría científica: Área de Psiquiatría - Universidad de Oviedo - CIBERSAM Julián Clavería 6 CP: 33006 Oviedo Tel. +34 985 10 3553-3552-4219 correo electrónico: psiovi@uniovi.es http://www.unioviedo.es/psiquiatria Secretaría técnica: Viajes Halley, S.A. Cea Bermúdez 61 CP: 28003 Madrid Tel. +34 91 455 0028 Fax +34 91 549 9348 Correo electrónico: congresos@viajeshalley.es http://halley.grupoeuropa.com/ 11th International Forum on Mood and Anxiety Disorders Budapest, 9-11 de noviembre Organizing secretariat: Publi Creations 74 Boulevard d’Italie MC 98000 Monaco Tel. 37 797 973 555 Fax. 37 797 973 550 Correo electronico: ifmad@publicreations.com http://www.ifmad.org/ 12ª Escuela de Otoño socidrogalcohol Valencia, 17-19 de noviembre Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y las otras Toxicomanías (SOCIDROGALCOHOL) Avda. de Vallcarca 180 08023 Barcelona Tel/Fax: +34 93 210 38 54 http://www.socidrogalcohol.org/