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Homeopatía y otras Racionalidades sin añoranzas (chega de saudades) autor: Danilo Clímaco traducción: Inés Olivera Lisa Malasartes 2004 2 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. A meus pais y a Inés, mi simillimum Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 3 Sumário: 1. Presentación, por Ondina Pena Pereira .............................................................................................................................................4 2. Introducción: Porque homeopatía. Otra racionalidad médica y humana .............................................................................................................................................6 3. Ensayo I: Un Movimiento Negro frente a Una Antropología: Lucha por definir el Racismo en Brasil .............................................................................................................................................11 4. Ensayo II: La Odissea entre dos mundos de Sammuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano .............................................................................................................................................22 5. Ensayo III: La patogenesia y la clínica de la homeopatía miasmática: Procesos infinitos de aprendizaje ..............................................................................................................................................41 6. Bibliografía .............................................................................................................................................52 4 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. Presentación por Ondina Pena Pereira1 Presento al lector un texto que posee calidades difíciles encontrarse en los textos académicos de la actualidad. Reuniendo tres ensayos aparentemente sin conexión entre si, los hilos de la tesitura de Danilo de Assis Clímaco no dejan de recuperar constantemente los aspectos que constituyen, a mi modo de ver, como la pregunta de fondo que guía el pensamiento del autor y que relaciona los ensayos entre si. El primer aspecto es que los ensayos, al abordar el racismo, la homeopatía o el valor de la ciencia, colocan al lector en contacto con el problema epistemológico con el que debe siempre depararse la antropología en su tarea de dar voz a los temas y sujetos que son sutilmente desautorizados por los saberes oficiales. Esta etnografía, "Homeopatía y otras racionalidades - sin añoranzas", dejó claro tanto el cuidado cuanto el valor que un autor necesita tener para subvertir la clásica relación entre el sujeto y su objeto, dejando que en este momento se instaure otro juego de conocimiento. En este, sujeto y objeto ya no se oponen, pero se hacen una pareja en la búsqueda de espacios para la inscripción de otras verdades. Aquí encontramos desde la verdad pronunciada por las propias víctimas del racismo, tan bien realizada en el primer ensayo, en dónde Danilo hace un genuino ejercicio antropológico, paradoxalmente criticando la antropología, hasta aquella verdad que se refiere a una otra relación de los humanos con su cuerpo y la salud, abriendo un hueco en los cerrados circuitos de la medicina oficial. Magister en Filosofía Contemporanea por la Universidade Federal de Minas Gerais y Doctora en Antropología por la Universidad de Brasília, es actualmente profesora de la Universidad Católica de Brasília. 1 Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 5 El segundo aspecto dice respecto a la idea de apertura, presente en todos los ensayos. Así, la errancia heideggeriana, en las manos del autor, lo aproxima al pensamiento trágico, ya que conquista poco a poco su singularidad de autor en la medida misma en que se va haciendo capaz de asumir la incertidumbre, lo imprevisto del mundo y, consecuentemente, de reconocer en si la fragilidad en la cual se constituye (al igual que todos nosotros) como sujeto de conocimiento. Eso me remite a un tercer aspecto, muy importante, presente en todos los ensayos. Se trata verdaderamente de un trabajo experimental, de búsqueda incesante de un movimiento y un pensamiento propios. El autor experimenta la incertidumbre en el texto, expone situaciones y pensamientos paradoxales, así como tiene valor de autocrítica y la sofisticación de la ironía, que posibilita al propio antropólogo el ejercicio saludable de la descontrucción/ reconstrucción de la antropología. 6 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. Introducción: Porque homeopatía. Lo que me llevó a este sistema médico fue una consulta con el homeópata Plínio, en Goiânia, Brasil, el año de 1999. Me quedé maravillado con la existencia, que hasta entonces me era desconocida, de una medicina que busca encontrar en la personalidad de una persona las razones de sus males físicos. Esta correspondencia entre cuerpo y personalidad me pareció osada, pero, una vez enterado de su existencia, sentí que habría que acceder a esta tradición de pensamiento, tratar de comprenderla y de comprender quienes fueron las personas que la crearon, que la construyen, cuales son sus motivaciones, en dónde encuentran sustento para el conocimiento que producen, como lo justifican. Entonces, cuando a finales del año 2000 necesité un tema lo suficientemente atrayente para iniciar el trabajo de campo que me llevaría a sustentar esta monografía de pre-grado en el departamento de antropología de la Universidad de Brasília (UnB), elegí con gusto la homeopatía, no como un objeto de estudios, pero como un nuevo campo de conocimiento al que habría que acercarse. La monografía la sustenté en febrero de 2003 en la UnB y ahora, un año y medio después, la “cuelgo” en internet con el objetivo principal de intentar establecer un diálogo con las diferentes tradiciones de homeopatía de cuyas fuentes bebí bastante. La idea de colgar esta página existe desde antes del sustento de la monografía y no son sino los problemas de tiempo que me lo impidieron hacer antes. A principios de 2001 empecé a hacer mis primeras lecturas de textos sobre medicina homeopática y a hacer entrevistas a médicos homeópatas. Varios conjuntos de reflexiones se desprendieron a partir de entonces y sería impracticable enumerarlos, quisiera aquí destacar apenas algunos de ellos, sabiendo que ni siquiera todos estos algunos yo pude desarrollar en los ensayos que componen esta monografía. (1) Llama la atención en primer lugar la firmeza con que Sammuel Hahnemann – el creador del sistema médico Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 7 homeopático – defiende la unidad entre cuerpo, psicología y espíritu: él no renunció a separarlos y para tal fue necesario desarrollar una serie de metodologías para sistematizar el conocimiento que busca unir estas diferentes esferas de los seres humanos. No conozco ninguna otra tradición de pensamiento que haya hecho un esfuerzo tan grande en la búsqueda de documentar, aprehender y analizar las interrelaciones entre estas tres esferas humanas. (2) Es bella y admirable la tenacidad que Hahnemann mantuvo hasta su (tardía) muerte: desde joven y pese a las dificultades económicas, él se inició en las universidades de medicina, desde temprano se destacó como estudiante y desde temprano también cuestionó la terapéutica agresiva de la época y la poca rigurosidad de sus bases. Después de pocos años ejerciendo la profesión de médico, tuvo el valor de abandonarla por no considerarla eficaz y regresó a ella después de que los primeros experimentos homeopáticos le dieron un nuevo suelo sobre el cual ejercer una medicina segura para sus pacientes. (3) Este tercer punto es el más importante y es a él al cual siempre apunté pero al cual nunca ataqué directamente: ¿de dónde sacó Hahnemann tantas fuerzas para abandonar mundos y crear otros? Él era una persona sobre humana. Él fue capaz de abandonar su propia profesión para después recrearla y retomarla – creando el sistema médico homeopático. Después, negó gran parte de su propio discurso para hacer un nuevo giro en su medicina – creando la homeopatía miasmática. Estos rompimientos no son simplemente científicos, son también sociales – Hahnemann tuvo que renunciar a su propio empleo, a amistades, a medios sociales de prestigio y aparte fue obligado a desplazarse constantemente de ciudad en ciudad – hostigados por otros médicos y por farmacéuticos. Y son también rompimientos sicológicos: ¿Cómo logró actuar positivamente en medio a tantos rompimientos, a tantas renuncias? ¿No añoraba él un puerto seguro dónde descansar sus inquietudes? (4) La homeopatía miasmática es un sistema médico que da prioridad al ser humano y lo hace reflexionar sobre si mismo, de esta manera, es opuesta a la biomedicina hegemónica, que ubica en las enfermedades a diferentes agentes patológicos. Hay una visión endógena de la homeopatía miasmática que se opone a la exógena de la biomedicina: en nuestras sociedades occidentales de los últimos años las personas parecen evitar entrar en contacto consigo mismas, ¿sería este un elemento importante para explicar la limitada acogida que tiene la homeopatía? (5) Paulo Rosenbaum, Hahnemann, Masi Elizalde, los homeópatas de la Escuela Kentiana del Rio de Janeiro son todos personas muy religiosas y 8 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. no separan su homeopatía de sus creencias. Yo, desde finales del siglo pasado siempre estuve muy atado a las reflexiones feministas, en las cuales la religiosidad se presenta apenas en la medida en que evoca un conservadurismo. Entonces, leer referencias a Dios en las obras de los homeópatas arriba citados y a los cuales admiro muchísimo, siempre fue un choque, sin embargo, nunca logré hacer el trabajo de reflexionar sobre la religiosidad y la homeopatía, desde un principio intuí que no lo lograría y lo evité más o menos con conciencia. (6) ¿Cual es el peso de la industria farmacéutica y hospitalera en general en el papel de sofocamiento de la homeopatía? ¿Cual es el peligro económico que representa este sistema médico?. (7) ¿Como han actuado los homeópatas en estos dos siglos de su existencia para lograr mantener la existencia de su sistema médico? ¿Cómo se organizan sus comunidades de conocimiento? ¿Cómo buscan apoyos políticos? ¿Cómo logran explicar la validez de su conocimiento ante el discurso científico hegemónico? Todos estos conjuntos de reflexiones fueron apareciendo y remodelándose a lo largo de los años de 2001, 2002 y 2003, haciendo con que mi interés por esta medicina no cesara. Haber presentado a estos conjuntos de reflexiones, aun cuando no los desarrollé a todos, es una manera de entregar al lector más elementos a través de los cuales leer estos ensayos, así como una manera de que ellos perciban otros caminos que pueden ser explorados. En esta monografía llama la atención, sin embargo, que a pesar de tener como tema a la homeopatía, el primero de sus tres ensayos, “Un Movimiento Negro frente a una Antropología: Lucha por definir el racismo de Brasil”, no trata sobre ella. Tal se debe a que, como anteriormente mencioné, me aproximé de la homeopatía de la misma forma que me aproximé a otras tradiciones de pensamientos, o sea, con la intención de enriquecer mis reflexiones sobre el ser humano y sobre nuestras sociedades. Así, dentro de mis preocupaciones intelectuales, la homeopatía dialogó junto a la antropología de Segato, Carvalho o Pena Pereira, a la filosofía de Heidegger o Nietzsche, a los feminismos de Haraway o Navarro y a los movimientos negros del EnegreSer o de Fanon. Y para mi fue muy importante, en el momento de escribir esta monografía – mi primer documento público – expresar una posición clara sobre lo que yo pretendía del conocimiento sobre el Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 9 ser humano, para de cierta forma independizarme de todos estos autores y autoras2. Entonces acudí a una experiencia personal, a un momento en el cual mis actitudes como intelectual y como persona se vieron cuestionadas por un grupo de estudiantes negros – el EnegreSer - que había sido víctima de racismo por los propios vigilantes que yo, junto a mis compañeros de antropología, habíamos contratado para una fiesta. Al ser acusado de racista, estaba también recibiendo una censura de mi posición como pensador, pues quedaba de esta forma bajo sospecha mi capacidad de analizar a la sociedad de forma adecuada. Obligado a repensar mis actitudes y a reanalizar el propio concepto de racismo que tenía, acepté lo que proponía el EnegreSer: no podemos concebir el racismo en Brasil como actitudes concretas de determinadas personas contra otras personas, sino que tenemos que comprenderlo como un sistema que es realimentado por todas nuestras acciones, debemos por lo tanto hacernos responsables de como actuamos para poder redireccionarnos. Para comprender el racismo de esta manera, debí hacer un corte y recomienzo y en este proceso, me espejaba también en Samuel Hahnemann. Por más que ausente de este primer ensayo, su propuesta sobre como conocer el ser humano – no a partir de una manera intervencionista, sino a través de una escucha que siempre se deja renovar – me ayudó a conducirme en el conjunto de reflexiones que dio origen a este primer artículo, así como a los demás. Y esta escucha que siempre se deja renovar es sin duda uno de los puntos a través de los cuales la concepción sobre el conocimiento – y principalmente sobre el conocimiento del ser humano – de Hahnemann se une a la de los otros autores que antes cité. La abertura al ser propuesta por Heiddegger, la incredulidad ante las experiencias oraculares expresada por de Carvalho, las concepciones de racismo propuestas por Fanon o por el EnegreSer, el ciborgue de Haraway, apuntan junto a Hahnemann a un horizonte de lo humano que no se deja aprender por concepciones fijas, pero que exige siempre una escucha y una reelaboración. Pero esta imposibilidad de aprensión no debe expresar, sin embargo, una sensación de impotencia, por el contrario, ella debe evocar en nosotros una conciencia de creación y afirmación, de responsabilidad alegre frente al mundo que construimos. Esta necesidad de independizarme de los otros autores puede ser leída también como un momento de inseguridad, lo que sería bastante adecuado. 2 10 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. Agradecimientos. Agradezco en primer lugar a los médicos homeópatas que me apoyaron de alguna forma, sea concediéndome entrevista o respondiéndome correos electrónicos. En especial agradezco a los homeópatas de la Escola Kentiana do Rio de Janeiro, que me permitieron participar en las charlas dadas por el dr. Masi Elizalde en julio del 2002 en aquella ciudad, a Paulo Rosenbaum por sus libros y por haberme invitado a escribir un artículo para la revista Cultura Homeopática de la Escola Paulista de Homeopatia, a Plínio por su maravillosa consulta, a Carlos Lima por su atención e interés que dispuso en las dos largas entrevistas por teléfono que me concedió y principalmente a César Nascimento, por la enorme ayuda que me trajo para la comprensión de mis dolores y por las varias y largas conversaciones sobre el arte de curar. Agradezco también a mis colegas estudiantes de antropología, en especial a los que hicimos y llevamos a cabo el Grupo de Estudios Michel Foucault, por las ganas que tuvimos de aprender juntos para hacer un mundo mejor, a Gabriel Arriarán por las charlas sobre modernidad, a Sergio Verasategi por las charlas sobre arte, a Rita Segato por acceder a ser mi asesora y a Ondina Pena Pereira por haber estado presente en la mesa frente a la cual presenté esta monografía, a Inés, mi Simillimum, por todo – todavía lograré expresarme de una manera que cada línea remitirá explícitamente lo que aprendo de ti - y a mi familia, también por todo. Y para que esta versión electrónica haya podido ver la luz, tengo que agradecer nuevamente a Ondina, que aceptó la responsabilidad de presentarme a la sociedad cibernáutica, escribiendo estas líneas tan amables y “encorajadoras”. Gracias otra vez también a mi Simillimum por haber traducido del portugués al castellano esta obra y a Carlos por haberme enseñado a usar Dreamweaver y Fireworks. Muchas gracias. Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades Ensayo I: 11 Un Movimiento Negro frente a una Lucha por definir el racismo de Brasil. Antropología: ............................................................................................................................................................... resumen: Es analizada la situación generada por el intento del grupo EnegreSer de hacer que la comisión organizadora de un evento de antropología estudiantil en Brasil se responsabilizara por un hecho de racismo ocurrido en su evento. A partir de ahí, busco reflexionar sobre los límites de la antropología como ciencia que estudia desde afuera una determinada realidad y apuntar a que los miembros de grupos oprimidos pueden, a partir de su propia experiencia como oprimidos, ofrecer discursos más eficaces no apenas sobre la opresión misma a la que están sometidos, pero también discursos más eficaces sobre la propia manera de conocer de nuestra sociedad y de la antropología. Propongo entonces dos actitudes que debemos tomar como pensadores sociales académicos: 1. Asumir la historicidad de nuestro pensamiento y los lazos sociales que nos sostienen y 2. Compartir nuestra autoridad de productores de pensamiento social con otros grupos sociales. ............................................................................................................................................................... “En una cultura con racismo, el racista es, pues, normal.” (Frantz Fanon 1980) "La formación que recibimos de la antropología incluye un principio básico (...): es el principio de la sospecha, de la desconfianza en relación a verdades fijas.” (Alcida Rita Ramos 1995) Nosotros, estudiantes de antropología de la Universidad de Brasília (UnB), organizamos el VIII Foro Estudiantil Latinoamericano de Antropología y Arqueología (VIII FELAA), en agosto del 2001. En la fiesta de clausura, a la cual fue cobrada una entrada de dos dólares, los vigilantes que contratamos cometieron un acto de racismo contra cinco estudiantes de la misma UnB, tres de ellos hombres negros, una mujer negra y otra blanca. No permitiendo que ellos estuviesen en la vereda del lado de fuera del Centro Comunitário, local donde fue realizada la fiesta, ubicado dentro de la UnB, universidad pública y abierta a la libre circulación de todos los ciudadanos. Los vigilantes también acusaron a uno de los estudiantes negros, Rafael dos Santos, de intentar entrar en la fiesta para robar cerveza. Los 12 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. cinco estudiantes – a los cuales a partir de ahora me referiré como miembros del grupo EnegreSer3 - escribieron una carta abierta, titulada "Problematizando el FELAA", en la cual colocaban a la comisión organizadora del VIII FELAA como cómplice con el racismo. Algunos días después de la divulgación de la carta, se realizó una reunión entre el EnegreSer y la comisión organizadora (esta compuesta por dieciocho estudiantes, dieciséis de ellos de antropología). También participaron en la reunión cerca de otros veinte estudiantes de ciencias sociales de la UnB que habían trabajado como "monitores" durante el VIII FELAA, la profesora Paula Vilas, del Núcleo de Estudios Afro-brasileños (NEAB) de la UnB y otros estudiantes de diversas áreas. Los miembros de la comisión organizadora, simplemente, no comprendían la carta, estaban completamente desconcertados y alterados4. Su reacción era de rabia perpleja. Ellos no comprendían el porqué de la agresividad del EnegreSer, como lo comprueban algunas de las frases que fueron dichas por la comisión, que aquí transcribo, de acuerdo con mi memoria: "si el racismo ocurre en todo lugar, ¿Por qué ustedes (miembros del EngreSer) tienen que decir que somos justo nosotros los que lo hacemos? – ¿por qué ustedes no hacen una crítica a toda la sociedad?", "todos somos racistas, incluso ustedes", "y ustedes? Qué es lo que ustedes están haciendo para cambiar las cosas?" y "nosotros trabajamos duro para hacer este foro y no vamos a permitir que nadie ridiculice nuestro esfuerzo". La concepción de la comisión organizadora era que el racismo es un hecho en el Brasil y ocurre en todo momento, por lo tanto no se es cómplice del racismo, porque no hay cómo controlarlo, aun si el racismo es cometido por las personas que uno mismo contrató para determinado servicio. La carta del EnegreSer fue entonces tomada como un acto de pura maldad e injusticia innecesaria, de tal modo que la única manera de entender sus motivaciones era Esos cinco estudiantes son Rafael Santos, França Júnior, Aida, Andréia y Renato. Antes del VIII FELAA ellos ya participaban en un grupo de estudio sobre la cuestión de la negritud, junto a otros "unbistas" negros, sin embargo, fue recién en noviembre del mismo año – después de ocurrida la reunión que ahora narro, ocurrida en agosto - que ellos dieron el nombre de EnegreSer al grupo. 4 No es relevante para mi análisis la posición que tomé en la reunión, pero mi orgullo me impide colocarme enteramente del lado de la comisión organizadora del VIII FELAA en este momento. Desde un início, dos miembros de la comisión, Ernesto de Carvalho y yo, aceptamos la legitimidad de la problemática presentada por el EnegreSer y la ilegitimidad de la defensa de la comisión, más como en breve defenderé, eso no nos colocaba como conscientes de toda la dimensión del acto de racismo ocurrido y tampoco nos excusa de nuestra responsabilidad como miembros de la comisión y propiciadores del acto. 3 Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 13 colocarlas dentro del orden emocional: la rabia, unida a poca reflexión y a la falta de respeto, sería el motivo principal por lo cual la carta abierta fue escrita. Mi posición fue favorable al EnegreSer pero, al mismo tiempo, yo no comprendía la esencia de la carta. Quiero manifestar mi insuficiencia vivencial con respecto al racismo para poder identificar todos los mecanismos que funcionan en su producción y en sus manifestaciones. De aquella reunión, antes de que ella empezara, yo esperaba una rápida conciliación entre las dos partes en conflicto. Ingenuamente, esperaba que el EnegreSer ablandara su discurso y que la comisión organizadora hiciera un formal pedido de disculpas por lo ocurrido en la fiesta y que, así, las tensiones rápidamente se disolverían. Pero en la reunión el EnegreSer no ablandó su discurso y ni tampoco se interesaba por un pedido de disculpas formal. Su discurso fue mucho más duro en la reunión de lo que había sido la carta, como sugieren las palabras que me dirigió Renato algunos días después de la reunión: “yo, la verdad, ni iba a aparecer en la reunión, encontraba que no iba a servir de nada, pero en aquella mañana yo conversé con dos organizadoras del FELAA y no pude creer lo racistas que eran, entonces yo fui a la reunión solo para mirar a esos antropólogos y decirles en la cara que son racistas.” Esa frase expresa bien el tono que juzgo haber encontrado en los miembros del EnegreSer en el día de la reunión: ellos no querían hacer concesiones y no querían tampoco concesiones por parte de los organizadores: de estos, ellos querían el reconocimiento del acto de connivencia con el racismo: “Asuman que ustedes son racistas, ese es el primer paso para cambiar” dijo Renato en una de sus intervenciones en la reunión. La carta formal de disculpas no representaría nada, la formalidad puede ser – y de hecho acostumbra serlo - una manera de disculparse sin compromiso. Creo que no eran grandes las esperanzas del EnegreSer de convencer a la comisión, pero eso no sería lo fundamental: era importante el hablarles directamente y el dejarles claro que su posición de representantes académicos del conocimiento sobre el campo social es precaria porque protege intereses de un grupo privilegiado. Por lo que entendí de lo que proponía el EnegreSer y por la adaptación que hago de sus ideas a las mías, la comisión organizadora del VIII FELAA fue cómplice del racismo a 14 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. partir del momento en que contrató una empresa de seguridad para vigilar la entrada de la fiesta e impedir que hubiese tumultos. Cuando los vigilantes intentaron obligar a los miembros del EnegreSer a salir de la vereda del lado de fuera del Centro Comunitário, estaban usando uno de sus mecanismos para mantener el orden: apartar personas cuyo perfil racial no se adecuaba al de los que frecuentaban la fiesta, es decir, de los que podían pagar para frecuentarla. Ser cómplice, según defendía el Ennegrecer, no es apenas ser consciente de una determinada situación de discriminación y dejarla ocurrir, pero es dar las condiciones para que esta ocurra, y eso fue hecho por la comisión organizadora; en ningún momento, nosotros nos detuvimos para reflexionar sobre las implicaciones que traería la contratación de la empresa de seguridad y, consecuentemente, no pensamos otras alternativas. Por lo tanto, no hay otro camino que no sea el reconocimiento de connivencia con el racismo, que significa el reconocimiento de estar implicados en los mecanismos de producción y de reproducción del racismo y, finalmente, el reconocimiento de ser racistas. La idea (que es la del sentido común) de que el racismo ocurre apenas cuando una persona cree ser superior a otra por su constitución racial es insuficiente para dar cuenta de la dimensión del racismo en nuestra sociedad. Frantz Fanon, con la frase “En una cultura con racismo, el racista es, pues, normal” se dirigía a los franceses con el intento de mostrarles que el racismo es estructural y no dependiente de actitudes personales. El racismo brasileño, en esta concepción más amplia que propone Fanon - y que yo veo ser semejante a la que busca el EnegreSer - está imbricado en cada rincón de nuestra sociedad desde el momento en que creamos expectativas con respecto a una persona a partir de su condición racial y esto ocurre constantemente con todos nosotros. Sin embargo, no fuimos nosotros antropólogos los que nos dimos cuenta de este racismo amplio, por el contrario, asumimos acríticamente la concepción del sentido común sobre el racismo, o mejor, nunca salimos de ella, la tomamos como una verdad fija. Aquellos que pudieron percibir la amplitud del racismo fueron precisamente aquellos que la sufren y, como propongo aquí, la percibieron precisamente porque la sufren. Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 15 La reunión entre la comisión organizadora del VIII FELAA y el EnegreSer fue, tal vez, el más importante evento del cual participé en la universidad, sin embargo, en este ensayo, yo desarrollaré apenas dos puntos de razonamiento a los cuales la reunión me impulsó, los cuales son fundamentales para mostrar mi concepción de la antropología y para mostrar el camino que escogí para escribir el conjunto de ensayos que componen esta monografía. 1. El racismo, como intenté mostrar, es permanentemente vivido en la sociedad brasileña de una manera diferente de la cual él es reconocido por los miembros de esta sociedad. La antropología que nos es enseñada en la UnB, como nos ejemplifica la citación de Ramos, se auto-considera especialmente apta para la reflexión y para el desmantelamiento de verdades fijas. La afirmación de Ramos no es una excepción, pero hace parte del sentido común antropológico y es repetida frecuentemente de una manera tan descuidada que nos muestra lo enraizada que está en el imaginario del antropólogo, al menos en la referida universidad. El antropólogo cree que su capacidad de deconstruir verdades está asociada a su entrenamiento para ingresar en su objeto de estudio y de, rápidamente, distanciarse de él nuevamente, tal como lo vemos en la cita de abajo, extraída del “Manual de Orientación al Alumno del Curso de Ciencias Sociales (Habilitación en Antropología)”, que el Departamento de Antropología de la UnB dispone a sus alumnos: (La disciplina Excursión Didáctica de Investigación) “busca permitir a los alumnos: (i) el desarrollo de las habilidades necesarias para su introducción en un cotidiano ajeno y, de esta manera, pasar por la experiencia de aproximarse a lo extraño y encontrar extraño lo próximo, que es el aprendizaje peculiar de la Antropología (...)” Lo que el EnegreSer mostró en aquella reunión es para mí el límite de la capacidad de los antropólogos para encontrar extraño lo próximo. Si los negros de Brasil conocen el racismo brasileño en sus minucias, es exactamente porque no se alejan de aquello que viven. El antropólogo supone que existe un conocimiento imparcial proveniente de un observador foráneo que tiene una visión no contaminada con respecto a una determinada realidad y que esa visión no contaminada es la más adecuada para la comprensión y el análisis. El “nativo”, no. Implícitamente, el nativo – tal como nos es descrito por gran parte de los profesores del departamento de antropología de la UnB - está imbricado en procesos Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. 16 sociales que determinan sus valores, los cuales le impiden tomar distancia y tener una comprensión más amplia de lo que vive. Es interesante pensar que ella es opuesta a la visión del sicoanálisis – y es, como veremos más adelante, también opuesta a la de la homeopatía. El psicoanalizando, como afirma la psicoanalista Vânia Otero, descubre verdades de su ser exactamente cuando penetra en ellas, no cuando se aleja. El psicoanalista no se comporta como una simple autoridad de conocimiento, sino que se abre a compartir un conocimiento con su analizando. ¿Por qué en el campo de lo social no sería así?. Considero esta concepción mucho más fértil intelectual y políticamente. Veo como extremadamente conservadora la noción del antropólogo de que es una visión que se aleja, que se torna extraña la eficaz para conocer. Y lo creo por una serie de elementos, que suponen que la antropología venga a parecerse a una criminosa perfecta, en los términos de Baudrillard: “el crimen sólo es perfecto cuando hasta las huellas de la destrucción del Otro han desaparecido [...]. Con la modernidad, entramos en la era de la producción del otro. Ya no se trata de matarlo, de devorarlo, de seducirlo, de rivalizar con él, de amarlo o de odiarlo; se trata fundamentalmente de producirlo. Ya no es un objeto de pasión, es un objeto de producción. Lo que define la alteridad no es que los dos términos no sean identificables, sino que no sean enfrentables entre sí. La alteridad pertenece al orden de las cosas incomparables. No es intercambiable según una equivalencia general, no es negociable” (apud SEGATO, 1998) La creencia de que aquella persona que vive una determinada experiencia no la puede expresar adecuadamente porque está contaminada de valores, supone la existencia de una otra persona no contaminada, que, “formada” por el saber antropológico (implícita o explícitamente considerado científico) está apta para decir lo que tiene o no valor, o qué puede o no ser expresado. Así, una determinada realidad es cambiada por otra, sin que el cambio sea explicitado como tal. La realidad que el antropólogo ve pasa a tener un status científico que substituye la realidad que el nativo vive, sin embargo, toda esta operación es realizada de una manera tan banal, que no llegamos a percibirla. Esta es mi apropiación del crimen perfecto. Pero, ¿qué hacer cuando el nativo dice: “no”?, fue eso mismo que el EnegreSer hizo. El negro, no hace falta decirlo, es uno de los tradicionales objetos de estudio de la Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 17 antropología. El primer gran libro de esta disciplina en el Brasil asesinó la negritud, la substituyó por otra y nuestro país aún no lo percibió. En “Casa Grande & Senzala”, Gilberto Freyre describe un país donde las relaciones raciales son fundamentalmente harmónicas, los conflictos existentes son tenidos como parte de un proceso que culminaría en la armonía total. La vigencia actual de esa falacia es algo escandaloso y solamente se explica si percibimos la utilidad que ella tiene para la sociedad moderna, la cual supuso siempre un sujeto blanco, masculino y heterosexual. Lo que Gilberto Freyre hace es lo que yo llamaré aquí “ tranquilizar”, término que consiste en construir un mito que permita que una realidad desordenada – y en este caso violentamente instituida – sea leída por las clases dominantes y/o por las clases subalternas, como algo lineal, comprensible y no conflictivo. El trabajo antropológico en enorme medida se constituye gracias a esta función de tranquilizar: siempre matando y substituyendo. La antropología, como disciplina científica, fue útil en un determinado momento del desarrollo de la sociedad moderna para dar cuenta de otras cosmologías, para permitir que ellas no coloquen en jaque el ideal modernizador basado en la idea de un sujeto emprendedor, blanco, masculino y universal: única manera de ser humano. El deseo del sujeto moderno de comprender al otro, vendría - así como su deseo de comprender el mundo - con el deseo de dominación. El conocimiento propio de la modernidad, según Heidegger en “La época de la imagen del mundo” es el “proceder anticipador”: el objeto de la investigación científica solamente puede serlo si es conocido de antemano, o sea, si ya de antemano pertenece al sujeto. El conocimiento anticipador hace del objeto una propiedad de la investigación que previamente lo fija, no permitiéndole aparecer de una forma imprevista. Así, la antropología estudia, como nos esquematiza Rita Segato en “El paradigma del relativismo: el discurso racional de la antropología frente a lo sagrado”, proposiciones lineales del tipo: “X significa Y e Y se expresa en X, dentro del conjunto Z” (SEGATO, 1989) Segato ejemplifica en su propio trabajo de campo para ilustrarlo. En su tesis de doctorado, ella trata de articular las características de cada “filho de santo”5 a un determinado perfil Una persona se hace “filha de santo” (hija de santo) en su ritual de iniciación en la religión Xangô de Recife – de manera semejante al Candomblé de Bahia o a la Santería cubana. En este 5 18 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. psicológico, pero el momento en que ese perfil es descubierto dentro de las familias de santo, ocurre cuando los búzios son jugados6 y Segato no considera el juego de los búzios como un dato analizable: su investigación podría ignorarlo sin perder consistencia. Entonces podemos pensar, de la misma manera que Heidegger piensa la disciplina científica de la historia, que es precisamente aquel elemento fundamental y grandioso, lo que la antropología no puede aprehender. Es objeto antropológico aquello que es mensurable y comparable. Lo específico, lo grandioso, es ignorado y silenciado, y haciendo repetir a Baudrillard, “La alteridad pertenece al orden de las cosas incomparables”. La posición en que caen los búzios, la podemos ver como lo extraordinario, lo incomparable, de las comunidades afro-brasileñas y justamente por ese ineditismo, el juego de búzios es imposible de ser anticipado y así, es imposible de ser conocido. José Jorge de Carvalho apunta también a esa imposibilidad de la ciencia de llegar a lo extraordinario: “(...) mi propia experiencia personal, de haber constatado la acuidad de innumerables lecturas del juego de búzios practicado por miembros de los xangôs de Recife. Y más aún, de haber aprendido a jugarlos, con mis informantes, lo que implica profundizarme en una dimensión de la cual yo no puedo dar cuenta, racionalmente, como cientista social y académico, de la certeza de las afirmaciones que oso hacer cuando juego los búzios para alguien.” (CARVALHO, 1993) Para Carvalho, el juego de búzios estaría dentro de la experiencia humana de los oráculos, tipo de experiencia que está estudiada por la antropología de una manera “muy pobre” (ibidem). Aquí me gustaría pensar que la experiencia sufrida por los miembros del EnegreSer, tal como fue narrada por ellos mismos, ocupa un lugar tan inaccesible a la racionalidad del “cientista social y académico” como la experiencia oracular, porque fuera del discurso de coherencia que tomó su forma más concreta en Freyre. La experiencia de ser constantemente juzgado por su color de piel es tan inaudita para un antropólogo como la posición en que caen los búzios jugados por un iniciado en los terrenos del Xangô de Recife. momento la persona iniciada pasa a tener un santo (orixá) que le guía, de su orixá él o la “filha de santo” tendrá importantes rasgos en su personalidad. 6 Búzios son un tipo de conchas. El juego de búzios del Xangô de Recife es un momento oracular en que la persona iniciada "echa" un determinado número de búzios sobre una canasta de paja y consigue leer lo que significa la posición en que estos caen. Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 19 El racismo freyriano, que se encamina a un futuro harmónico, es lo único percibido por la antropología brasileña. Es una falacia que apenas sirve para fijar al antropólogo en un lugar de poder el hecho de que sea tenido como formado para desconfiar de verdades fijas. Porque el antropólogo ocupa tal lugar de poder y es algo que solamente podemos comprender cuando vemos el papel que le es asignado dentro de la sociedad, el papel de tranquilizar al hombre moderno de la certeza de su proyecto, el papel de impedir que la concepción de un otro radicalmente distinto llegue a confundir su auto-percepción de sujeto. Inclusive – y es probable que principalmente – las propias contradicciones inherentes a la sociedad del antropólogo deben ser silenciadas; o sea, el antropólogo debe afirmar constantemente que los sujetos de su sociedad disponen de los mismos derechos y es por eso que él no puede asumir ninguna postura que tenga una semejanza con el racismo estructural reivindicado por Fanon, ellos deben mantenerse en el nivel del racismo individual, pues así, el negro sistemáticamente excluido, no es tenido como un otro dueño de una experiencia radicalmente diferente - casi oracular - más es considerado como un individuo más, cuya experiencia de racismo vivida es apenas una variable. Sin embargo, creo que el lugar desde el cual habla el negro es radicalmente diferente del lugar del cual habla el blanco y su discurso puede desestabilizar profundamente el discurso moderno. 2. Como quise demostrar, el antropólogo defiende las redes sociales de manutención del racismo y forma parte activa de estas redes en la medida en que está situado en un lugar a partir del cual el discurso sobre la sociedad es legítimamente instituido de poder. Las redes que articulan el discurso sobre el racismo funcionan con precisión y mantienen el imaginario del brasileño alejado de una concepción más amplia sobre el racismo. Cuando Renato dice que no servirá de nada ir a la reunión con la comisión organizadora del FELAA, está implícita la consciencia que él tiene de que el racismo es un hecho ininteligible para quién no lo sufre. El racismo se comporta frente a la antropología como una alteridad radical contra la cual esta disciplina académica no tiene los recursos de aprehensión, o por lo menos, no moviliza estos recursos con la atención que requiere nuestra situación actual. Renato ya sabía la posición que la comisión del FELAA iría a tomar, las frases que allá fueran dichas acusando al EnegreSer de irrespetuoso, de chocante, 20 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. eran frases ya previstas por él, y por eso, no debería haber consenso: un consenso sería un nuevo mestizaje, una nueva manera de igualar diferencias manteniendo el orden de jerarquía. De ahí que él diga a los organizadores la necesidad de que ellos reconozcan su propio racismo, de que ellos reconozcan la insuficiencia de los presupuestos en los cuales se basan. Pero, si pensamos nuevamente el negro - y por tanto el EnegreSer - como un típico objeto de estudios de la antropología, podemos hacer una inversión irónica, pero válida: en el contacto entre el antropólogo y su objeto, no es el antropólogo el que detiene la capacidad de descifrar al otro, es el objeto quien lo descifra. El objeto sabe lo que el antropólogo sabe, conoce sus mañas, sus limitaciones, sabe en qué red de poder él está imbricado, sabe para qué sirve. Y lo contrario no es verdad. El negro brasileño es socializado dentro del imaginario de democracia racial, pero cuando él pasa a percibir el racismo brasileño como parte fundamental del funcionamiento de nuestra sociedad, él no apenas trae un nuevo punto de vista para el conocimiento social, como danifica las bases en que se sustenta la antropología como ciencia, pues evidencia que la propia antropología está atada a los valores sociales que sustentan el racismo y apenas a partir de estos valores sociales es que ella se erige. Viendo a la antropología como descifrada por su objeto de estudios, creo que su salida ahora es una abertura radical a nuevas maneras de conocimiento. No apenas en la medida en que pueda realizar un análisis más agudo a partir de diferentes puntos de vista, no se trata de que se perfeccione, sino que se transforme. Creo que la antropología debe dejarse llevar por las experiencias radicales a las cuales es sometida y así, poder comenzar por aproximarse a sí misma, buscar cuáles son los deseos implícitos a sí misma, cuáles son los objetivos sociales que ella cumple y que le permiten sobrevivir y, así, poder resurgir de otra manera, en otras formas de escritura, de autoría, en dónde una audiencia más amplia estará exigiendo interpretaciones cualitativa y políticamente diferentes, en dónde habrá un diálogo – tenso muchas veces, aunque ni siempre – con diferentes grupos sociales, que demandarán también, autoridad sobre el conocimiento social. En resumen, los antropólogos deberemos Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 21 estar más concientes de la historicidad de nuestro pensamiento, de los lazos sociales que nos sostienen y menos celosos de compartir nuestra autoridad como pensadores. 22 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. ensayo II: La Odisea entre dos mundos de Samuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano. .................................................................................................................................... resumen: se presenta una versión de la historia de la homeopatía que busca realzar que el proceso que llevó a su creador, Samuel Hahnemann, a abandonar una medicina basada en la cura de entidades nosológicas y a lanzarse sobre una medicina basada en el conocimiento sobre el ser humano apenas fue posible en la medida en que él consiguió mantenerse abierto a la infinita variedad de vidas humanas, en detrimento de un sistema de conocimiento clasificatorio. Se propone también que la medicina basada en entidades nosológicas supone la creación de mal exterior, mientras una medicina basada en el ser humano supone la asunción de que nuestras enfermedades están relacionadas a procesos endógenos y que entonces la cura pasa más por crear una relación sana y responsable con el mundo que nos envuelve y menos en combatir males externos. .................................................................................................................................... Samuel Hahnemann y la creación de la homeopatía. Samuel Hahnemann nació el 10 de abril de 1755, en Meissen, en la Sajonia. Su padre, comerciante, lo preparaba para que también lo fuera, y para eso aprendió en su infancia ocho lenguas extranjeras. En la escuela siempre se destacó como excelente alumno. Sin embargo, queriendo ser médico, en 1775 fue a estudiar en la Universidad de Leipzig, ya pensando en ir a estudiar a Viena (lo que haría en 1777), pues en Leipzig no había enseñanza práctica. De esta manera, ya distinguimos tempranamente en Hahnemann un rasgo que lo caracterizará como médico y como investigador: su preocupación por una medicina basada en el contacto entre el médico y el ser humano enfermo. En ambas ciudades, las aulas de idiomas y la traducción fueron sus mayores fuentes de ingresos, una vez que la ayuda financiera que sus padres podían darle era insuficiente. Sin embargo, la traducción no fue apenas fuente de ingresos, sino también un medio de alimentar su conocimiento médico, una vez que vertía obras médicas escritas en italiano, Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 23 inglés y francés al alemán. El doctorado - y con él el permiso para ejercer la medicina en Alemania - vendría en 1781, por la Universidad de Erlangen, por ser esta más barata que la de Viena. Sin embargo, los historiadores de la homeopatía apuntan que desde sus inicios en la universidad de medicina, Hahnemann se mostró decepcionado con los límites del sistema médico y asustado con la agresividad de la terapéutica de la época 7. La decisión de abandonar la clínica pautada por la medicina hegemónica es tomada en 1787, año en que un amigo muriera, lo cual generó que Hahnemann sintiera más profundamente los caminos equivocados que tomaba la profesión que él había escogido. Este drama, además, llevó Hahnemann a las investigaciones que resultarían en la invención del sistema médico homeopático, y es este mismo drama el que de cierta forma vive cada uno de los médicos que deciden adherirse a la homeopatía: el de sentirse incapaces ante el sufrimiento humano a pesar de todos los instrumentos dados por la medicina hegemónica. Habiendo abandonado la clínica, Hahnemann vuelve nuevamente a la traducción, ahora con la necesidad de sustentar una extensa familia, que llegaría a once hijos. Se cuenta que dormía una noche sí y otra no. Su interés por la medicina nunca disminuyó y con esmero leía los libros médicos que traducía. Uno de ellos propició el experimento que le abriría los horizontes para el sistema homeopático. En 1790, traduciendo al alemán la materia médica del escocés William Cullen, discrepa profundamente de la explicación que éste ofrece sobre la cura de la malaria mediante la quina: afirmaba Cullen que el ardor en el estómago provocado por la quina causa el fin de la fiebre palúdica. Hahnemann, toma como absurda la versión de Cullen y decide probar él mismo la quina: "Tomé, para experimentar, dos veces por día, cuatro dracmas (un dracma es equivalente a 3 gramos y 24 centigramos) de pura China (quina – n.a.) (...) Mis pies, extremidades de los dedos etc., tornáronse primeramente fríos; me sentí somnoliento y lánguido, mientras mi corazón palpitaba; temblaba sin que estuviésemos en la época de frío; postración en todo el cuerpo, en todos mis miembros; pulsaciones en la cabeza, enrojecimiento de mis mejillas; sed; y finalmente todos esos síntomas característicos de la fiebre intermitente, aparecieron unos después de otros, aunque 7 Cfr. GALHARDO (poner acá la web) Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. 24 sin el peculiar y riguroso frío. Estos paroxismos presentaban la duración de 3 a 4 horas en cada vez, y REAPARECÍAN SI YO TOMABA LA DOSIS DE LA MISMA MANERA. Dejé de tomar la China y la salud volvió.". (GALHARDO) (énfasis de los editores) Hahnemann repetiría el experimento de la quina en sus familiares y amigos, y a lo largo de los siguientes seis años lo haría en sus conocidos nuevos así como exhaustivos experimentos con otras substancias. Los resultados de estas investigaciones Hahnemannn los expondrá por primera vez el 1796, en el artículo “Ensayo sobre un nuevo principio para descubrir las virtudes curativas de las substancias medicinales”, en el cual ya están explicitados los tres primeros principios homeopáticos: 1. La ley de la similitud, expresada por el dictado latino atribuido a Hipócrates: similia similibus curentur. Tal ley reza que “la substancia que produce síntomas en un individuo sano es también capaz de curar un enfermo que presente estos mismos síntomas" (RUIZ, 2001). 2. La patogenesia o el experimento en el hombre sano: el remedio homeopático solamente puede ser descubierto a través de este método. En un experimento organizado, el cual recibió el nombre de patogenesia, un grupo de individuos toma determinada substancia (una por vez) y relata las provocaciones que esta substancia le causó en su organismo, sean ellas "psíquicas" u "orgánicas". Las ingestiones e intoxicaciones involuntarias de substancias, también son utilizadas para la materia médica del medicamento8. 3. Medicamento único - como el experimento en el hombre sano se da apenas con una substancia, no hay cómo descubrir cómo dos substancias ingeridas en el mismo momento puedan actuar en el cuerpo del individuo y por eso el medicamento debe ser apenas uno. La teoría de los miasmas, a la cual más tarde introduciré al lector, irá reforzar aún más ese tercer principio. Este medicamento único es el simillimum, que en esta primera fase de elaboración de la teoría homeopática corresponde al medicamento que cubre la mayor parte posible de los síntomas clínicos sufridos por el paciente. Apenas después de agotada la Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 25 actuación del primer medicamento, puede el homeópata optar por la utilización de un segundo. Necesito ser cuidadoso al exponer aquí estos principios que guían la homeopatía, para no caer en un error que es frecuente entre sus historiadores. Sin duda, la teoría homeopática surgió en un corto espacio de tiempo y con una solidez que impresiona. La dificultad de concebir una explicación histórica con respecto a este rápido proceso de su origen, genera que frecuentemente la creación del sistema médico homeopático sea presentada como una leyenda, en la cual Hahnemann actúa como un escogido que pasa simplemente a desvelar verdades divinas. Tal leyenda tiene una extensa aceptación dentro del propio medio homeopático, sin embargo, la considero extremadamente nociva en la medida en que encubre toda una parte de la medicina que fue hábilmente rescatada por Hahnemann. Este encubrimiento puede hacer con que el homeópata se comprometa apenas con el descubrimiento hahnemanniano y tenga con este una relación mecánica, olvidando el carácter de investigador del maestro. Tal como comprendí la homeopatía, ella exige del médico actual un trabajo constante y renovador que es pautado por el trabajo realizado por Hahnemann, y por eso creo en la importancia de rescatar el descubrimiento del sistema médico homeopático sin dejar de apuntar el hercúleo proceso por el cual tuvo que pasar su creador. Ciertamente, me falta la cultura histórica y médica necesaria para presentar la grandeza del proceso emprendido por Hahnemann, pero debo, dentro de mis limitaciones, apuntar algunas de sus fuentes teóricas y permitir al lector concebir una parte de la dimensión del descubrimiento del sistema médico homeopático. Ninguno de los principios homeopáticos fue inventado por Hahnemann, y sí rescatados por él a partir de la conjunción de sus estudios y su práctica clínica, sin embargo, este hecho es olvidado frecuente y estratégicamente por muchos homeópatas, porque comprometería la idealización de Hahnemann como ser iluminado. La ley de los semejantes había sido enunciada ya por la escuela hipocrática. El experimento en el hombre sano había sido teorizado por el médico persa Rhazés (860-932) y casi mil años después, en el siglo XVIII, por Albrecht Von Haller, sin embargo, ninguno de los dos lo llevó a la práctica. Así mismo, 8 Las materias médicas homeopáticas son formadas por el estudio de cada medicamento a partir de los experimentos en el 26 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. el medicamento único, tanto para evitar efectos contradictorios como por una concepción única de la enfermedad también tuvo varias formulaciones a lo largo de la historia de la medicina. El mérito de Hahnemann no está, por tanto, en la invención de principios médicos, sino en que él fue quien dio a estos principios una manera segura de utilización. Él recogió elementos de la historia de la medicina que fueron enunciados, pero que no habían sido desarrollados de manera satisfactoria. Más que un solista improvisador, fue Hahnemann un maestro que armonizó y conectó elementos brillantes de la medicina que se encontraban dispersos. La influencia de los médicos empíricos ingleses sobre Hahnemann fue fundamental en este momento. Entre ellos se destacan Thomas Sydenhan, médico inglés del siglo XVII, quien tomaba de sus enfermos minuciosas anamnesis, en las cuales hacía constar elementos de la vida del individuo, tales como “vivencias íntimas, proyectos de vida, pensamientos y sensaciones” (ROSENBAUM, 1998). Sin embargo, Sydenhan no consiguió llevar adelante la biografía que recogía, las informaciones sobre la individualidad de sus pacientes no encontraban consonancia con su terapéutica. Hahnemann si llevará adelante la biografía de sus pacientes: a través de las patogenesias y del simillimum: con las patogenesias él consigue una serie de elementos de gran riqueza sobre la individualidad del ser humano, lo que le permite identificar síntomas además de las circunstanciales quejas de una determinada expresión patológica. Esta patogenesia, la enfermedad artificialmente provocada en el individuo sano, encontrará en el consultorio una unión con la enfermedad espontáneamente surgida en el individuo enfermo, a través de la minuciosa anamnesis levantada sobre los síntomas expresados por este. El simillimum, en cuanto es el propiciador de la cura, se vuelve el sello que cierra esta unión, él comprueba la relación existente entre lo expresado por el ser humano enfermo y lo expresado por la persona que se sometió a la patogenesia. Y de esta manera, queda instituido el sistema médico homeopático. En un espacio de pocos años, Hahnemann forma un sistema médico que, siendo aún basado en entidades nosológicas, comienza a dar énfasis a la especificidad del individuo y huye a hombre sano, de las intoxicaciones y de la experiencia clínica de los homeópatas. Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 27 la agresividad de la medicina de su época. Sin embargo, quedaba aún un vestigio de agresividad, el llamado “agravamiento homeopático”, al cual Hahnemann pasa a dedicar sus atenciones. Tal agravamiento es provocado por la forma en que actúa el simillimum: este provoca en el organismo los mismos síntomas que la enfermedad y, por veces, antes de la cura, el individuo enfermo sufría un agravamiento sintomático que podría ser muy severo. Preocupado con ese sufrimiento extra que sus medicamentos provocaban, Hahnemann pasa a buscar maneras de reducirlo. Él apuesta por la capacidad del cuerpo de reaccionar a la enfermedad a partir del nuevo estímulo que le provoca el medicamento. Para Hahnemann, el cuerpo adolece cuando los esfuerzos que realizó para expulsar la enfermedad no fueron suficientes para lograrlo. Rigurosamente, la enfermedad no es una entidad nosológica externa, sino que es el propio cuerpo, o mejor dicho, la enfermedad es el intento fallido del cuerpo por erradicar a la entidad nosológica. La dosis del medicamento no necesita ser excesiva, pues el desencadenamiento de la nueva reacción corporal no depende directamente de la cantidad de substancia que él recibe, pero de la calidad de esta, o sea, de las correspondencias entre los síntomas de la enfermedad y de los síntomas que el remedio provoca. Hahnemann pasa entonces a reducir cada vez más las dosis necesarias para provocar la reacción del organismo y la consecuente cura en sus pacientes, sin embargo, los agravamientos continuaban siendo preocupantes. En este camino, Hahnemann llegará a las dosis ultradiluídas y finalmente a las dosis dinamizadas, las cuales carecen de substancia activa y son potencializadas por agitaciones y por succiones (succión es el choque del frasco del medicamento contra una superficie rígida). Cómo llegó él a esa conclusión es la parte más enigmática de la homeopatía y aun hoy confunde a médicos de gran experiencia. Frecuentemente escuché de varios homeópatas la versión que dice que fueron los viajes de Hahnemann los que le hicieran llegar a esa conclusión. Hahnemann sufrió enormes presiones por parte de sus compañeros médicos – debido a las fuertes críticas que dirigía a la medicina hegemónica – y de los farmacéuticos pues declaraba que no eran ellos de confianza - y por esto pasó, él mismo, a fabricar los remedios que daba a sus pacientes. Fueron innumerables las dificultades para llevar a cabo su clínica y eso lo obligó a desplazarse de una ciudad a otra frecuentemente. La versión más famosa para el descubrimiento de la dinamización vendría de que los medicamentos 28 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. que eran llevados en los viajes más largos eran los que mejor resultaban y que Hahnemann tendría atribuido esos buenos resultados a las sacudidas que los medicamentos sufrían en el lomo de los caballos. Hay aún otra versión, menos difundida y bien graciosa que dice que por ser el laboratorio de Hahnemann muy desorganizado y con los frascos cayendo por todos lados, potencializando así los medicamentos. Esta folclorización sobre el descubrimiento de las dosis dinamizadas ciertamente refuerzan la concepción del legendario Hahnemann que actuaba no como investigador sino como iluminado. Apenas recientemente versiones más elaboradas están pasando a ser vislumbradas por los epistemólogos de la homeopatía (RUIZ, 2001): de la misma forma que de los otros tres principios homeopáticos, este nuevo descubrimiento no habría sido fruto de una intuición divina, sino de una aplicación del conocimiento alquímico de Hahnemann. Muy bien conoce nuestro sentido común la historia de que la reconquista europea del mundo árabe permitió una gran influencia de los sabios de esas culturas sobre los occidentales, y que la medicina fue una de las áreas del conocimiento que más se aprovechó de ese contacto. Lo que no se dice es que los médicos árabes eran también alquimistas. Hoy, las fuentes más fiables nos llevan a creer que Hahnemann utilizó el conocimiento alquimista para elaborar y desarrollar las dinamizaciones. La total ausencia de esas referencias en su obra serían fácilmente explicadas por las censuras que él ya sufriera a lo largo del desarrollo de su teoría. Cargar – además - con el estigma de la alquimia sería proveer a sus opositores de armamento pesado contra los cuales sería demasiado costoso defenderse. Este sería, entonces, el cuarto principio de la homeopatía, el del medicamento diluido, dinamizado, inmaterial o infinitesimal. Lo que yo quiero defender aquí es que estos cuatro principios funcionaron exactamente como principios para Samuel Hahnemann. No actuaron como leyes que hicieran rígidos a sus pensamientos, muy por el contrario, fueron, literalmente, el comienzo de lo que algunos homeópatas consideran la mayor revolución hecha dentro del campo de la medicina. Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 29 La segunda invención de la Homeopatía: la teoría miasmática. Hahnemann se intrigó profundamente con la eficacia de las dosis infinitesimales. El medicamento, ya nulo en substancia, pasaba a producir síntomas imprevistos tanto en sus pacientes como en los individuos que se sometían a las patogenesias. Digo imprevistos, porque muchos de los medicamentos dinamizados pasaban a producir una serie de síntomas mentales y físicos de gran variedad y sutileza que impedían una simple correlación con una sola entidad anátomo-patológica, como ocurría, por ejemplo, con la enfermedad de la malaria y su simillimum no dinamizado, la quina. En su consultorio, muchos de los pacientes que él había considerado como curados, retornaban años más tarde con sus quejas recrudecidas: la homeopatía encontraba grandes dificultades para resolver casos crónicos y el alivio momentáneo de estas, Hahnemann lo consideraba un límite muy bajo que había que ser superado. Otros pacientes, cuando curados de determinados síntomas, volvían a quejarse de síntomas de enfermedades anteriores. Además, los medicamentos dinamizados podían, en un individuo no funcionar absolutamente y en otro provocar una cura rápida y permanente. Y un último factor intrigante era, sin embargo, positivo y estimulante: algunos enfermos sufrían una cura cualitativamente diferente, cualitativamente superior: pacientes que tenían no solo sus síntomas curados, pero que también se encontraban con una actitud ante la vida mucho más positiva, lo que ayudó a Hahnemann a concebir una cura que no pasaba por el simple alivio de determinados síntomas, sino también por toda la personalidad del individuo. El propio Hahnemann señala el año 1810 como el de inicio de sus dudas con respecto al sistema que él mismo había dado a luz (FARIAS, sin fecha), por lo tanto, catorce años después del lanzamiento del artículo en que enunciaba los tres primeros principios homeopáticos. Había algo más de lo que él mismo había previsto. Una demostración de integridad intelectual, tal vez impar en la historia del conocimiento humano: aun ya teniendo un control satisfactorio de los casos clínicos agudos que acudían a su consultorio, siendo ya un médico creador de una escuela que comenzaba a tener relativo suceso, decide Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. 30 demoler parte del edificio de su teoría anterior en busca de la perfección de su legado a la humanidad, como podemos percibir a partir de sus propias palabras: “El Donador de todas las cosas me hace sufrir para que yo solucione este sublime dilema en beneficio de la humanidad” (apud ROSENBAUM, 1998) Hahnemann decía confiar más en la experiencia que en la inteligencia. Esta actitud cara al conocimiento es, sin duda, la que le posibilitó la humildad intelectual de asumir su propia ignorancia con respecto a aquello que él había propuesto estudiar y solucionar. Durante más de una década, la principal defensa de Hahnemann a las críticas que le predicaban sus opositores, era la ausencia de síntomas en sus pacientes, como la certeza de la cura. A partir de sus estudios sobre la acción de las dinamizaciones en el ser humano él destruye completamente esa principal defensa y llega en la década de 1820 a recomendar a sus discípulos que duden de toda cura realizada por la homeopatía pré-miasmática. Hemos visto que la persistencia de las enfermedades crónicas, las transformaciones de una enfermedad en otra, la aparición de una gran cantidad de síntomas sutiles en los individuos que hicieron uso de las dosis dinamizadas, la diferencia de reacciones de diferentes individuos a un mismo medicamento y una cura más amplia en algunos pacientes llevó Hahnemann a repensar su sistema médico. Estando dentro del limitado espacio de esta monografía y de mi aún más limitado conocimiento, debo tomar el cuidado de no transfigurar ese proceso reflexivo en más de una anecdótica historia de un genio iluminado; este proceso duró por toda la vida del maestro alemán y prosigue aun hoy en la de sus seguidores. Así como no creó los principios homeopáticos a partir de iluminaciones, el camino de Hahnemann en la homeopatía miasmática también fue guiado por su cultura médica. Tanto la noción de individualidad del paciente como la percepción de que una enfermedad suprimida podría transformarse en otra enfermedad de una naturaleza aparentemente diferente ya habían sido apuntadas a lo largo de la historia de la medicina desde, por lo menos, la época hipocrática (ROSENBAUM, 1998). La noción del medicamento único, ya acatada por Hahnemann en la fase pré-miasmática, pasa a aparecer cada vez más necesaria Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 31 cuando se percibe que diferentes individuos sufren procesos diferentes a partir de la acción del mismo medicamento. No es posible estar seguro de las intenciones de Hahnemann cuando él comienza a usar las dinamizaciones. No creo que se limitaran a la intención de inhibir los agravamientos; ciertamente, Hahnemann, siguiendo el conocimiento alquímico, creía también en la liberación de una otra fuente medicamentosa que no fuera la física y que esta pudiera dar al organismo una capacidad de reacción más completa que la substancia pura. Sin embargo, creo que las transformaciones que el medicamento dinamizado provocó en los que lo tomaron fueron muy superiores a la imaginación de Hahnemann. Se encontró él en un mundo imprevisto, rodeado de misterios para los cuales los parámetros de análisis deberían ser completamente nuevos con respecto a lo ya existente. Teniendo delante de si medicamentos capaces de transformar la actitud del individuo en su interrelación frente al mundo y percibiendo las diferencias de relaciones que cada individuo manifestaba ante el medicamento, Hahnemann apostó más fuerte que nunca por la individualización del enfermo y por la concepción de que cada individuo actuaría a partir de su propia fuerza vital. Esa “fuerza” o “principio” vital, que hoy es comúnmente llamada “energía vital” en los medios homeopáticos, sería la responsable por la individualización del ser humano y por su actitud frente al mundo. Esta fuerza o principio, no es ni psicológica ni física, como me decía el homeópata César Nascimento; apenas nos aparecen de esta manera según las limitaciones de nuestros mecanismos de aprensión de la realidad, como nos confirma el propio Hahnemann: "esa fuerza invisible por sí misma es apenas reconocible por sus efectos en el organismo, su perturbación mórbida se vuelve conocida apenas por la manifestación de la enfermedad en las sensaciones y funciones" (HAHNEMANN, 1962: 61) El devenir del médico homeópata sería este: encontrar en cada ser humano su fuerza vital específica y darle el medicamento que le permita equilibrarla y llevarlo a los “más altos fines de nuestra existencia” (ibidem: 61). 32 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. Para que el médico pueda encontrar esta fuerza vital específica de cada paciente, fue necesario romper con varias de las premisas pré-miasmáticas, en especial, la concepción de que el ser humano sin síntomas anátomo-patológicos carecía de enfermedad. Habría una enfermedad original, el miasma, que caminaría a lo largo de toda la vida con el ser humano. El principal miasma, que significaría siete octavos de las molestias sufridas por la humanidad, es la psora. El miasma como psora, según lo expresado por Hahnemann, emergería en la vida de las personas a partir de una mal procedida “cura”9 de una enfermedad de piel. Los otros dos miasmas serían la syphillis y la sycosis, que emergerían a partir de enfermedades venéreas curadas a través de la supresión. El miasma es anterior a esas infecciones y podría mantenerse latente, en un estado que hoy nosotros calificaríamos como de salud. Agentes externos apenas despiertan el gigante adormecido, nunca lo causan. Las diferentes enfermedades que ocurrieran a lo largo de la vida de un individuo tendrían una misma lógica: la necesidad de expresar su angustia existencial particular. Esta angustia existencial sigue su propia lógica y su descubrimiento resultaría en el descubrimiento del medicamento adecuado para el individuo. Sin embargo, esa concepción de enfermedad es por demás diferente de las concepciones anteriores a Hahnemann y a las aun vigentes en la biomedicina. La psora dice respecto a la interacción del individuo con el mundo y esta interacción es en si defectuosa, por tanto la vida existe en la enfermedad o más específicamente, la vida existe en una imperfecta relación con el mundo y que es a partir de una comprensión adecuada de la angustia que esa imperfección nos trae, que podremos mantener latentes los miasmas. La comprensión de esta angustia particular, debo repetirlo, pues no podemos dejarnos llevar por la inercia de nuestros conceptos, no es psicológica, pero si se refiere al invisible principio vital. El medicamento homeopático traería la comprensión de la angustia y la aceptación de la misma como forma de ser de lo humano, devolviendo a este el estado de latencia de su psora. El “desideratum” del médico homeópata se torna por tanto el de conocer la angustia de su paciente y de reconocer en ella la correspondencia a un medicamento. ¿Como lo hace? A Una cura no miasmática no es una cura, sino una supresión. Una enfermedad curada por cualquier médico sin que la energía vital que provocó la dolencia haya sido también curada, no será una cura, fatalmente el cuerpo encontrará otra manera de expresar la angustia sentida por la energía vital. 9 Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 33 través de la anamnesis que busca la comprensión del individuo como un todo, a lo largo de toda a su existencia. Tal anamnesis pasa por los síntomas particulares de una determinada entidad anátomo-patológica del individuo apenas en la medida en que estos síntomas son una manera peculiar del individuo de expresar su angustia vital. Otros elementos de la vida, como las preferencias por horario de dormir o por este o aquel alimento conforman elementos de análisis igualmente ricos que los síntomas patológicos. Aquí ya podemos decir que la propia noción de similimum fue modificada con relación a la etapa prémiasmática. Como hemos visto, similimum era el medicamento que cubría todos los síntomas que determinado paciente sentía cuando afectado por determinada patología. Con la homeopatía miasmática, la patología con la cual el enfermo llega al consultorio no es ya el objetivo de la cura del médico, Hahnemann llegó a decir que el médico no debe considerar la forma patológica que es la razón de la consulta para escoger el medicamento correcto. La enfermedad actual del individuo debe ser vista como apenas un estado de la evolución miasmática de su angustia esencial. El medicamento único cobra una nueva y mayor fuerza: ahora ya no apenas debe ser único porque las acciones de uno o más medicamentos podrían anularse o complicarse entre si, sino porque la enfermedad es una sola y no existen dos medicamentos para el mismo mal. La patogenesia y el experimento en el hombre sano, como ya referimos, cobran también otra importancia, ambos pasan cada vez más a servir al conocimiento del médico con respecto a la individualidad del enfermo y menos con respecto a las patologías específicas. Los principios continúan siendo los mismos, sin embargo, fueron adecuados a una nueva lógica y responden a otras cuestiones, no nosológicas y más humanas. Pero lo humano aquí no es aprehendido con la facilidad con la cual en su día la enfermedad fue aprehendida por la homeopatía prémiasmática. El ser humano de Hahnemann es infinito, pues aparecerá siempre como único. Entonces, ¿cómo compatibilizar esta radical individualidad del ser humano cuando el número de medicamentos es reducido y cuando la angustia de un enfermo ya fue vivida por aquél que ya tomó el medicamento en la patogenesia? La especificidad del individuo sería su manera especial de vivir su drama. Cada medicamento representa un drama vivido por la humanidad, pero la manera de vivir este drama es infinita y depende del individuo que lo padece. El medicamento homeopático, dentro de la teoría 34 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. miasmática, no aprisiona la individualidad y las características intrínsecas de cada ser humano. De ahí la humildad del homeópata y la abertura infinita que su práctica médica le exige, pues cada nuevo caso clínico es una nueva dimensión de la homeopatía. La patogenesia es de por si incompleta en la medida en que no alcanza al total de individuos existentes en el mundo, la homeopatía es, consecuentemente, también incompleta: no posee nunca de antemano la llave del descubrimiento de su objeto, esta llave quien la posee es el enfermo, quien a través de sus propias palabras dirá al médico sus angustias y alegrías y el homeópata intentará asociar la información recibida a su libro de trabajo, a su materia médica, compuesta también por el habla de individuos - artificialmente –enfermos. Todo ocurre como, por lo menos, una bonita analogía con lo que nos expone Heidegger sobre el ente del mundo griego que se abre al observador dejándose aprehender en su ser: “El ente no accede al ser por el hecho de que el hombre lo haya contemplado primero, en el sentido, por ejemplo, de en la representación como las de la percepción subjetiva. Es más bien el hombre el que es contemplado por lo ente, por eso que se abre a la presencia reunida en torno a él.”10 (HEIDEGGER, 1996) No busco aplicar la manera de conocer que Heidegger identifica en los griegos directamente al conocimiento homeopático, pero la analogía es posible y eficaz para que podamos identificar las especificidades de la manera de conocer de la medicina homeopática. Como ya mostré en una citación anterior, para Hahnemann la energía vital es invisible, estando fuera del campo de visión y estando al acceso de los sentidos humanos apenas a partir de manifestaciones indirectas, o sea, a partir de los síntomas. Por tanto, es necesario que el ser humano espere esas manifestaciones para llegar al conocimiento de lo que es la energía vital: el sujeto no tiene como invadir el cuerpo humano para encontrar su energía vital. El conocimiento homeopático, visto de esta manera, es entonces un conocimiento contemplativo y no invasivo. También corrobora esa mi analogía con respecto a la manera del conocer homeopático el hecho de que tanto la materia médica homeopática como el repertorio homeopático, o sea, los libros que guardan todo el conocimiento práctico de este sistema médico, no están formado por las palabras de ningún médico, sino por las palabras de los “experimentandos”, o sea, de los individuos In Heidegger, M., Caminos de bosque, Madrid, Alianza, 1996. También en internet: http://persoenlales.ciudad.com.ar/M_Heidegger/epoca_de_la_imagen.htm 10 Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 35 artificialmente enfermos, como podemos ver por esta bonita afirmación del homeópata James Tyler T. Kent: “Muchos se equivocan en el uso del repertorio11, porque piensan en los síntomas en un lenguaje patológico o porque buscan expresiones que pertenecen al lenguaje tradicional. Es necesario recordar que los síntomas llegan a nosotros a partir de experimentandos que no tienen conocimientos de medicina, y que personas enfermas son personas que no tienen conocimientos de medicina". (KENT, 1998: 57) Así, siendo el objeto de estudios del homeópata (la energía vital) invisible y apenas accesible a los sentidos humanos a partir de manifestaciones indirectas (los síntomas) y, siendo la única manera posible de recoger y clasificar los síntomas escuchando el habla del propio individuo dueño de la energía vital, podemos llegar a la conclusión que el sistema médico homeopático trabaja con un objeto que se comporta de manera semejante al ente del conocimiento griego. El médico homeópata no parece contemplar el conocimiento de la energía vital, sino parece ser contemplado por la energía vital y es apenas por esa manera de conocer que Hahnemann pudo crear su sistema médico y que hoy en día sus discípulos siguen desarrollando su arte de curar. La teoría miasmática para Alfonso Masi Elizalde. “Aquí el miasma ya no conservará una máxima y absoluta identidad con las vesículas pruriginosas o las descargas exonerativas de la psora, tampoco con las verrugosidades condilomatosas (verruga acuminata) genitales de la sycosis, ni con las pústulas e ulceraciones del chancro venéreo de la syphilis. Aquí el miasma pasará a mantener apenas los elementos simbólicos de estas pistas sintomatológicas engendradas por él.” (ROSENBAUM, 1998) El repertorio es un libro organizado a partir de los síntomas recogidos por la materia médica, él busca facilitar la tarea del homeópata en cuanto terapeuta, en la medida en que permite que él identifique un síntoma específico sentido por un paciente por un medicamento sin la necesidad de leer todos los remedios de la materia médica homeopática. 11 36 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. La teoría miasmática, por su carácter infinito que yo quise anteriormente señalar, no podría terminar en Hahnemann, pero exigía un redescubrimiento y una recreación permanentes. En 1823, con la publicación de “Doctrina y Tratamiento Homeopático de las Enfermedades Crónicas”, el creador de la homeopatía da a conocer al mundo las primeras elaboraciones de esta teoría, a pesar de que no se sentía cómodo de tener que traer al mundo un conocimiento sobre el cual no tenía pleno dominio, pero, ya a los sesenta y ocho años de edad, temía no tener tiempo para dejar sus últimas reflexiones. El trabajo de proseguir con el desarrollo de la teoría miasmática era entonces conscientemente dejado a sus seguidores: al ser cuestionado por uno de sus discípulos sobre la necesidad de que el propio maestro escribiese con respecto a la syphilis y a la sycosis, respondió Hahnemann que ese ya era un trabajo de responsabilidad de las futuras generaciones (ROSENBAUM, 1998). Importante y bonito apuntar que Hahnemann no se retiró en ningún momento y el fallecimiento le llegaría apenas a los 88 años, cuando aun investigaba, lo que para él significaba, como para todo homeópata, ejercer también la clínica. La teoría miasmática no fue desarrollada linealmente, como parece ser evidente si la pensamos como un conocimiento de la humanidad sobre ella misma. Es importante hacer notar que ella sufre un gran rechazo, inclusive dentro de los propios medios homeopáticos, rechazo explicado fácilmente por el hecho de que la teoría miasmática exigía una elaboración intelectual más vivencial del ser humano que difícilmente podría ser traducida en reglas científicas. Como el homeópata Alfonso Masi Elizalde nos afirma, los cuatro principios homeopáticos en nada difieren con respecto a la mentalidad positivista que reinaba en la época de Hahnemann (ROSENBAUM, 1996: 09), por tanto, la adhesión a la homeopatía pré-miasmática no pasaba necesariamente por una mudanza radical en la concepción de ser humano por parte del médico. Sin embargo, la teoría miasmática, sí, exigía esta mudanza radical. El número de discípulos fieles a Hahnemann se redujo y las elaboraciones teóricas de los mismos no fueron fluidas en los años posteriores. Además de eso, la oposición externa a Hahnemann aumentó. Las dosis infinitesimales que siempre fueron el principal motivo de oposición ( y ridiculización) a la homeopatía, pasaron a tener el acompañamiento de otras nociones, tales como la de fuerza vital o la del propio miasma. Desarrollar aquí la evolución de la teoría miasmática sería demasiado extenso, por eso opto Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 37 por apuntar apenas las elaboraciones teóricas que sobre ella el homeópata argentino Alfonso Masi Elizalde hizo, debido a su elaboración sensible y osada y a su aceptación relativamente amplia en el medio homeopático. Masi Elizalde, a partir de un estudio minucioso de todas las patogenesias, trae a la homeopatía una serie de propuestas que se traducirían en polémicas vigorosas, si bien los avances parecen ser evidentes y reconocidos en gran medida. El médico argentino empieza a ver como imposible una homeopatía que no esté elucidada por una metafísica y pasa a usar el esquema referencial aristótelo-tomista, “cuyos recursos están direccionados a la investigación teleológica” (ROSENBAUM, 1998: 16). La versión que aquí presento de su teoría proviene principalmente del libro "Miasmas, - salud y enfermedad en la Práctica Clínica Homeopática" del homeópata brasileño Paulo Rosenbaum. Las conclusiones de su exégesis de los medicamentos llevan Masi Elizalde a pensar sobre lo que, en Hahnemann, aparecía de cierta forma como una confusión: la cuestión de que si existía una o tres enfermedades. Siguiendo las pistas de los clásicos, llega él a la conclusión de que es apenas una enfermedad, la psora, y trata de evitar la confusión conceptual proponiendo una serie de cambios, los cales abajo trato de exponer. Habría una psora primaria, que es la angustia esencial vivida por el ser humano: apenas el sufrimiento, sin comprensión de cómo éste actúa y sin la posibilidad de reacción. Según la característica intrínseca a la angustia de cada individuo, su percepción deformará de determinada manera la realidad y “determinará los contenidos distorsionados absolutamente peculiares a cada sujeto" (ibídem: 18). Una segunda fase de la evolución psórica encuentra su momento cuando el individuo pasa a localizar en su exterior los conflictos que le son endógenos, debido a la dificultad que él encuentra para asumirlos. A partir de este momento, el individuo pasa a imaginar agentes externos que son la causa de sus sufrimientos y a estos agentes imaginarios el individuo 38 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. reacciona fugando, atacando o dominándolo. Cuando el individuo domina al agente externo, hay una mayor eficiencia, uso de estrategias de fuga y de ataque, impidiendo que se vicie en determinada acción. Sin embargo, cuando la reacción es regularmente de determinada forma, podemos llegar a la psora terciaria y así encontrarnos con la sycosis y la syphillis. Llegamos a una reacción automática y cuando este automatismo es de fuga o de imposición (o sea, de ignorar o actuar como si no existiese sufrimiento) la psora terciaria se estructura en sycosis. Cuando la actitud es de destrucción, de revuelta, ella se articula en syphillis. La posibilidad de lesión permanente– cuando en la psora secundaria esta es apenas ocasional– surge, pues el individuo, al estructurarse apenas en torno a una actitud, conforma su ser solo a una reacción, lo que causa el daño. En la psora secundaria, cuando hay variación entre una actitud y otra, la lesión permanente es imposibilitada, pues no hay cómo adaptarse únicamente a una manera de reacción. Esta visión de la homeopatía se encuentra bastante más adecuada a la manera de presentación del conocimiento que predominó en el siglo XX. Hahnemann, pese a que no enfrentó pocas dificultades en su época, utilizó un lenguaje metafórico para expresar el surgimiento de los miasmas. Masi Elizalde, pese a que en ningún momento se abstuvo de expresar sus concepciones filosóficas y religiosas con respecto al ser humano – lo que le provocó mucho rechazo - trae una sistematización más cercana a lo que hoy día comprendemos como conocimiento válido, con el cual encontramos una mayor complicidad. Me resultó extremadamente extraño ver como Hahnemann expresaba que una enfermedad de piel pudiese ser el origen de casi todas las enfermedades y por eso quise aquí explicar la consistencia de la teoría miasmática a partir, también, de un autor contemporáneo12. Sin embargo, si nos atenemos a la simbología, encontramos que la explicación dada por Masi Elizalde está mucho más cerca de lo que parece del miasma hahnemaniano. Alfonso Masi Elizalde vino a fallecer recientemente, en la segunda mitad del año de 2003, después de que yo ya había sustentado esta monografía. Esta publicación web es también un homenaje a él. 12 Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 39 La enfermedad de piel, como la enfermedad original del ser humano, significa que la primera impresión del mal es justamente externa, un síntoma visible que nos permite identificar inmediatamente la presencia de la enfermedad y así, el primer sufrimiento psórico, que según Masi Elizalde no sabe la razón de su existencia, encuentra, finalmente, una identificación en la consciencia de quien lo sufre. La syphillis y la sycosis, en Hahnemann, encuentran su origen en las enfermedades sexuales justamente porque en ellas está encarnado el símbolo del vicio. Esas dos enfermedades, que para Masi Elizalde surgen de la psora, son provocadas a partir del momento en que las defensas de un individuo pasan a actuar siempre en una dirección, lo que implica un error constante, que estructura una personalidad a partir de un vicio de acción. Ambas interpretaciones de la psora apuntan para una concepción del ser humano fundamentalmente semejantes: creo ver que, tanto para Hahnemann como para Masi Elizalde, el ser humano tiene en si una angustia interior - que para ambos es fruto del pecado original - y la condición del ser existente es mantenida a través de esta angustia. Las manifestaciones patológicas aparecen en la vida del individuo en la medida en que éste desarrolla sus reacciones a la angustia interior y estas tienen una función teleológica en la vida del individuo, pues le traen síntomas físicos y psíquicos que son la manera de conocer el estado de su propia espiritualidad. La enfermedad miasmática es un termómetro, las enfermedades anátomo-patológicas son entidades sin significados en si mismas que nos remiten a la interioridad espiritual. El ser humano debe mantenerse en conformidad con su propia angustia, vivirla a partir del auto conocimiento y no a partir de la construcción externa de males. El remedio homeopático actúa espiritualmente, sellando la conformidad del individuo consigo mismo y así, llevándolo a una mejor interacción con el mundo. La manipulación de remedios que actúan sobre enfermedades anátomo-patológicas supondría la exclusión de un mal exterior, el dominio del ser humano sobre una entidad amenazadora. La dominación sobre el mundo propuesta por la biomedicina hegemónica y la solidaridad del ser humano con el mundo a través del autoconocimiento propuesta por la homeopatía constituyen tal vez la diferencia fundamental entre ambos sistemas médicos y además un 40 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. elemento clave que nos permitiría comprender, pese a que no tocamos este tema aquí, porque la biomedicina hegemónica, aliada de las grandes industrias farmacéuticas, triunfa en el mundo del terrorismo de género, del capitalismo y de las guerras. Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 41 ensayo III: La patogenesia y la clínica de la homeopatía miasmática: Procesos infinitos de aprendizaje. ............................................................................................................................................................... resumen: Destacaré algunos de los elementos que constituyen la patogenesia (experimento en el hombre sano) y la clínica homeopática. Haciendo un contrapunto entre las teorías de Alfonso Masi Elizalde y Edward C. Whitmont, trataré de defender el carácter emprendedor del primero, que busca encarar el riesgo del asumir que cada ser humano es diferente, en toda la amplitud que eso implica. Así siendo, cada vez que un ser humano se expresa en la clínica o en la patogenesia, el médico homeópata es impulsado a reordenar su conocimiento. Los riesgos que esto implica pueden hacer al médico caer en la tentación de ceder a sistemas clasificatorios, pero una homeopatía que, por el contrario, asume los riesgos, debe apostar por un conocimiento empático con relación a su paciente, en dónde no hay una llave previa para desvelar la verdad. ............................................................................................................................................................... a. La patogenesia “¡(H)echo irrefutable: tenemos millones de sustancias naturales y millones de individualidades! Muy casualmente encontramos en un grupo de experimento patogenésico al verdadero simillimum. Todo lo que provocamos deben ser similitudes parciales.” (Alfonso Masi Elizalde13) A lo largo del desarrollo de las ideas que concluyeron en la teoría miasmática, Samuel Hahnemann transfirió la importancia de su terapéutica de la patología al ser humano. El ser humano pasa a ser lo importante, lo que debe ser conocido y curado. En realidad, si revisamos su biografía, percibimos claramente que él nunca consideró al ser humano como un espacio hueco en el cual se instalaba una enfermedad; todavía en la universidad, tuvo la preocupación por el exceso de medicamentos y por la brutalidad de las terapéuticas de su época. A lo largo de su desarrollo intelectual como médico, su preocupación por la persona 13 Apostila Masi Elizalde, editada por la Escola Kentiana do Rio de Janeiro, 1988. Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. 42 humana siempre estuvo presente, como nos indica la importancia que él dedica a las anamnesis de los médicos empíricos ingleses, incluso antes de iniciar el sistema médico homeopático. Sin embargo, será con la homeopatía miasmática que el ser humano llegará mucho más alto que las entidades anátomo-patológicas que lo podrían afligir. Como ya vimos en el ensayo anterior, para Hahnemann, la inteligencia valía menos que la experiencia y debemos necesariamente pensar que las fuentes de experiencia a las cuales Hahnemann acudía deben haber sido las principales influencias a lo largo del proceso que lo llevó a priorizar al ser humano. La patogenesia y la clínica eran esas fuentes y creo que a través de ellas podremos percibir un poco de lo que yo defiendo como el carácter abierto al conocimiento por parte de este sistema médico. La patogenesia, a lo largo de su historia desde que la inventó Hahnemann hasta el momento, fue hecha por una serie de médicos homeópatas a partir de diferentes concepciones de lo que es la enfermedad o de lo que es el ser humano. Aquí, intentaré resaltar la versión de la patogenesia que Alfonso Masi Elizalde propuso, por considerarla muy consecuente con los objetivos de Hahnemann. Antes, hago un pequeño recorte de la que habría sido la evolución de este método de experimentación. Como podemos fácilmente inferir, la primera patogenesia realizada por Hahnemann fue provocada por el efecto tóxico de la quina en su organismo14. En su estado bruto, inerte, la materia deja una mínima posibilidad de acción individualizada por parte del cuerpo. En la medida en que el grado de intoxicación es menor – debido a la disminución de las dosis y no aun a su dinamización – el cuerpo pasa a reaccionar de manera más individualizada. Fácilmente podemos percibir esa lógica si nos atenemos a la droga más consumida en el mundo occidental, el alcohol: ingestiones de pequeñas dosis del mismo llevan a una inmensa variedad de reacciones por parte de diferentes individuos, en la medida en que las dosis son aumentadas, progresivamente los cuerpos de diferentes personas pasan a responder de manera semejante y cuando se llega a dosis mayores de 400mg/dl, el camino natural puede ser insuficiencia respiratoria, coma o muerte, dejando pocas posibilidades 14 ver el ensayo anterior “La odisea de Sammuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano” Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 43 para una variación individual. A partir de este dato podemos comprender, por qué, incluso antes de la utilización de dosis infinitesimales, Hahnemann daba enorme importancia a la individualidad del enfermo y realizaba anamnesis detalladas: aunque en sus inicios la homeopatía privilegiaba la enfermedad, las variaciones individuales con respecto a determinadas sustancias deberían indicar los limites y las posibilidades de cura en cada individuo. Con las dosis infinitesimales – en las cuales el medicamento no funciona como materia y sí como energía - la importancia ya no podía recaer en la enfermedad, sino en el ser humano, pues el efecto tóxico de la sustancia ya no se impone al organismo, por el contrario, hay entre la droga y el organismo una nueva interacción. Esta interacción no es el fruto de la intoxicación, pero si de un contacto energético que mueve a todo el ser humano. Hahnemann construyó y sustenta la hipótesis de que la naturaleza de la sustancia es modificada en el proceso que la dinamiza15. La dinamización libera la energía medicamentosa que estaba presa en la sustancia, y la energía liberada pasa a actuar en el nivel de la fuerza vital, motivando en esta una nueva reacción de defensa que deberá significar la eliminación del núcleo patógeno. El problema surge en que la interacción es conseguida de manera satisfactoria apenas cuando la energía del medicamento y la del individuo que lo toma son semejantes entre si. Cuando las energías son muy diferentes, los efectos medicamentosos de la droga en el organismo pueden ser pocos, nulos o direccionarse por un rumbo no curativo. Si la patogenesia, como único experimento válido dentro del sistema médico homeopático, pasa a depender no de efectos tóxicos causados por una sustancia a un organismo humano, sino de la interacción entre este y la energía de la substancia, el paso de la entidad anátomo-clínica para el ser humano como centro de la terapéutica homeopática se torna una necesidad, pues queda evidente la capacidad de reacción del ser humano como un todo y pierde importancia la acción de un determinado agente externo sobre el cuerpo humano. Como bien expresa Rosenbaum, Hahnemann devuelve al enfermo “el papel de protagonista principal de su propio drama” (ROSENBAUM, 1998: XXVII) 44 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. Sin embargo, al depararse con las dosis infinitesimales, la patogenesia se complica de forma espectacular. Con dosis bajas, pero aun tóxicas, el padrón de reacciones del organismo de los diferentes experimentadores aun era regular, la sustancia continuaba imponiéndose al organismo. Pero cuando comienzan las experimentaciones con dosis infinitesimales, las reacciones pasan a ser cualitativamente diferentes de un experimentador para otro. A esta nueva dificultad, diferentes tendencias homeopáticas responderán de diferentes maneras, tanto al realizar las respectivas patogenesia como al analizar los datos obtenidos por sus patogenesia y por las patogenesia de otros grupos o las realizadas a lo largo de la historia homeopática. Puede causar curiosidad al lector saber en cuales condiciones materiales deberían darse las patogenesia. La cantidad de individuos que a ella se somenten, el tiempo en que estarán en observación, son aspectos prácticos que muchas veces no responden a cuestiones teóricas, pero a límites materiales. Una condición ideal para una patogenesia seria virtualmente imposible; exigirían millares de personas tomando una misma e única sustancia en diversas dinamizaciones a lo largo de varios años. Esas condiciones materiales no serán aquí problematizadas, pues demandarían mucho tiempo de exposición y traerían pocas contribuciones para comprender el modo en que la humanidad es tratada por la homeopatía a partir de la patogenesia, que es lo que busco en este momento. Acredito que, para este fin, es más válido que priorice la manera a través de la cual los síntomas expresados por los experimentadores son valorizados. La patogenesia, o mejor dicho, un experimento patogenésico, consiste en un grupo de seres humanos que toman por un cierto período determinada sustancia y que relatan, al jefe de la experimentación, los síntomas que esta sustancia les provoca a lo largo de la duración del experimento. El jefe de la experimentación debe coger las informaciones literalmente, absteniéndose de modificar cualquier narración del grupo que él controla. El médico, al estudiar la materia médica del medicamento, leerá todas las narraciones de cada uno de los La dinamización no apenas transforma la naturaleza de sustancias medicamentosas, pero también despierta la acción medicamentosa en sustancias que en su estado material no las tienen, como es el caso 15 Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 45 experimentadores. Los experimentadores, en su mayoría, no son personas médicas, carecen del conocimiento y del vocabulario propio a esta profesión, por lo tanto, la composición de la materia médica de un medicamento no es realizada por un vocabulario especializado. ¿Cómo hace el médico para seleccionar las narraciones más importantes? Para hacerlo se encuentra con una serie de dificultades, en primer lugar, el número de medicamentos. Si bien no se sabe exactamente la cantidad de medicamentos existentes (algunos homeópatas creen que son alrededor de 2.000, otros, de 3.500), es sin dudas una cantidad inmensa. En una concepción ideal, cada materia médica debería ser leída detenidamente por todos homeópatas, sin embargo, ello podría demandar décadas y es virtualmente imposible que alguien lo consiga hacer. Pero sobre las materias médicas que un homeópata ha leído, ¿cuáles son las narraciones que debe elegir como representantes del medicamento? Para responder a este problema, me gustaría de tomar la solución que busca Masi Elizalde, pues tal solución mantiene el misterio de las diferentes individualidades de los seres humanos. Pero quiero antes exponer la versión que otro homeópata, Edward C. Whitmont, ofrece para la resolución el mismo problema, intentando posteriormente comparar las dos soluciones y, así, destacar los elementos que, para mí, sobresalen en Masi Elizalde. En Whitmont (1989), encuentro una solución que trae un cierto reduccionismo con respecto al ser humano. Como dije anteriormente, la prevalecencia de un determinado síntoma en varios individuos trae más la actuación de los medicamento que la respuesta personal del individuo. La propuesta de Whitmont es que un síntoma debe ser considerado como homeopático, en la patogenesia, si más de la mitad de los individuos que a ella se sometieran se quejaron de él. La propuesta de Whitmont le quita una potencia intrínseca a la homeopatía, cual sea, la individualización del enfermo. La de Masi Elizalde preserva esta potencia, al mismo tiempo y apenas debido a que mantiene la dificultad del emprendimiento. Para Masi Elizalde, de ninguna manera debe prevalecer la importancia en los síntomas sentidos por la mayoría de los experimentadores; por el contrario, estos deben ser exactamente los síntomas de los cuales más debemos dudar, pues son los provocados del oro o de la plata, que dinamizados se transforman en medicamentos homeopáticos. 46 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. por la imposición de la energía del medicamento y no por la interacción de la energía entre el medicamento y el individuo. Dada la individualidad radical de los seres humanos que la homeopatía miasmática lleva consigo, supone Masi Elizalde que un grupo de individuos sometidos a la patogenesia de una determinada sustancia tendrá diferentes energías vitales y, apenas por una increíble coincidencia, encontraremos en un grupo de experimentadores un individuo cuyo simillimum sea justo la sustancia experimentada. Estando la dosis infinitesimal en el nivel energético, las posibilidades de que ella actúe en un organismo dependen de su consonancia con la energía específica de este organismo. Si la mayoría de un grupo de experimentadores tiene un determinado síntoma a partir de la ingestión de un cierto medicamento, debemos pensar, según Masi Elizalde, que tal medicamento está imponiendo su energía al experimentador y que no hubo por parte de este una respuesta especifica al medicamento. La homeopatía no supone una acción del medicamento contra la enfermedad, como ya dejamos presente en el ensayo anterior, pero si supone que la acción del medicamento debe provocar una reacción en la fuerza vital del individuo para que este reaccione eliminando los núcleos patógenos formados en el organismo. Cuando la mayoría de los experimentadores reacciona de una manera X a tal medicamento, es obvio que esta reacción X es un síntoma provocado por el medicamento y no por la interacción de la energía vital del individuo junto a la energía vital del medicamento. Al contrario, aquellos síntomas sentidos por apenas uno de los experimentadores son exactamente los que más cuidados deben llevar al médico. La sustancia despertará en el individuo, de la cual es simillimum, una reacción de desobstrucción de energía, no creará nuevas reacciones, mas permitirá que acciones curativas latentes dentro del cuerpo puedan despertarse, en un individuo del cual la sustancia no es simillimum, ella apenas desarrollará formas de curas incompletas, así como traerá efectos contrarios o no curativos. Las dificultades son entonces infinitas. Es en momentos como estos que sentimos con más fuerza la frase de Masi Elizalde: “Es difícil? Claro que es difícil, nadie ha dicho que fuera fácil”. Sin embargo, no hay cómo huir a la batalla. Simplemente aceptar que los síntomas sufridos por la mayoría de los experimentadores son a los que debemos procurar Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 47 enfrentarnos es leído por Masi Elizalde como una fuga - y aquí, yo reivindico la validez de esta lectura. La homeopatía es una abertura constante al ser humano y a los conocimientos sobre este. Hahnemann, como quise antes mostrar, no creó la homeopatía acabada, por el contrario, a cada nuevo paso dado por él, parecía que el camino era mayor y más difícil, pero en ningún momento se detuvo ante la magnitud de la tarea: el curar al ser humano en su energía vital y así permitirle acceder a los “más altos fines existenciales” (HAHNEMANN, 1965: 61) pasó a ser su objetivo y para tal no era posible ningún recorte, ninguna pausa. Quedar en el medio del camino dentro de la homeopatía es ciertamente reconfortante. El médico puede acceder a determinados descubrimientos, conseguir determinadas curas y, sobretodo, puede intelectualmente tranquilizarse. La cura de la homeopatía pré-miasmática es de hecho superior a la gran parte de las curas alopáticas, en la medida en que le impone al enfermo una mínima intromisión, un mínimo daño. Sin embargo, esa cura pré-miasmática es apenas supresiva, no supone una cura de la energía vital y si una supresión de una determinada entidad anátomo-patológica, permitiendo que la energía vital siga enferma y pueda producir nuevas entidades nosológicas. El homeópata que sigue la homeopatía miasmática no debe dejarse llevar por la tentación de suprimir entidades nosológicas, sino que debe estar constantemente buscando la especificidad del enfermo para poder curar su energía vital. La aceptación de que un síntoma sentido por la mitad de los experimentadores es el síntoma homeopático principal del remedio, implica dejarse llevar por síntomas que apenas son producidos por medicamentos similares16 y no por medicamentos simillimum y por lo tanto, implica asumir una comprensión apenas parcial del medicamento y una posibilidad de cura apenas parcial para los enfermos. Llevar el individuo a la cura real es una dificultad permanente y talvez interminable. La lectura de las patogenesia hechas por Masi Elizalde representa, para mí, una asunción de esta dificultad. De cierta forma, seria fácil acreditar a la mayoría de los síntomas presentados por el grupo de experimentadores como los más específicos; pero la lógica de El medicamento “similar” no es el que tiene una energía perfectamente consonante a la energía del individuo que lo toma, mas el medicamento que encuentra semejanzas apenas parciales con la energía del individuo, trayendo síntomas patogenésicos y curas incompletas. 16 48 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. la individualización del ser humano demanda una actitud más radical, que juega nuevamente muchas dudas sobre la manera por la cual el médico debe proceder. Encarar el “hecho irrefutable” de que es improbable que haya un solo simillimum en medio a un grupo de experimentadores es casi un acto de coraje, pues nos lleva a ver que el único método posible para la experimentación de medicamentos homeopáticos está sujeto a una falta estructural y sin solución. El arte de curar se transforma, por lo menos momentáneamente, en un arte de lo imposible. Obviamente, en un grupo de experimentación patogenésica habrá individuos más o menos consonantes a la energía de la sustancia experimentada. El médico analizará cada una de las personas y sus narraciones a lo largo del experimento; esas narraciones deberán componer un todo coherente, una cierta actitud frente a la vida por parte de los experimentados deberá ser encontrada, esta actitud será reconocida no solo en su aspecto mental, como también en su aspecto físico. Pero estas construcciones de un todo coherente que represente la angustia existencial y la actitud frente a la vida por parte del médico homeópata es necesariamente incompleta. En primer lugar, por lo ya mencionado: la construcción de la personalidad del medicamento es hecha a partir de síntomas generados en personas que no responden perfectamente al medicamento, en personas cuyo simillimum no es la sustancia experimentada. Así mismo, dentro de un grupo de patogenesia podemos tener el hecho improbable de que exista un individuo para el cual la sustancia experimentada es el simillimum, aun en este caso nosotros tenemos apenas una personalidad que es simillimum, la cual tendrá en si provocados síntomas de gran valor por su especificidad, pero, la manera como esa persona vive los síntomas en ella despertados por el medicamento es única. Una paciente que tenga el mismo simillimum, y por lo tanto comparta un semejante tema de angustia existencial, tendrá otra manera de vivir esta angustia y sus síntomas se manifestarán de maneras diferentes que las manifestadas por el individuo que sufre la patogenesia. Dos personas con el mismo simillimum no son dos personas iguales y es siempre una habilidad empática, no mensurable, por parte del médico, la que va encontrar la equivalencia entre lo que estudió en su materia médica y lo que ve en su consultorio. Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 49 La tarea es por tanto infinita, pues aun cuando la suerte trae condiciones óptimas para la lectura del medicamento (o sea, cuando tenemos en el experimento patogenésico un individuo cuyo simillimum sea justamente la sustancia usada en la experimentación), aun en este caso no se llega a un esquema cerrado e inequívoco. Si el encuentro de la patogenesia y de la clínica médica, sellado por el simillimum, es la base de la homeopatía17, tal encuentro no es previsible a partir de simples superposiciones de síntomas entre el paciente y el experimentador, pero, en la realidad, él está siempre perfeccionándose: el caso clínico no es solo un espejo de la patogenesia, más es una complementación de esta y una transformación de esta; cada nuevo paciente trae al consultorio nuevas maneras de ver un medicamento. b. Clínica médica homeopática “El enfermo nunca miente” Alfonso Masi Elizalde18 (1988) Hahnemann dejó una recomendación importante: dejar al paciente narrar y evitar al máximo interrumpirlo. No en vano una de las reivindicaciones de los medios homeopáticos es el reconocimiento de que la anamnesis atenta y prolongada no fue para nada una invención freudiana, sino que cien años antes fue desarrollada por Hahnemann. El médico debe escuchar el paciente expresarse libremente y no inducirlo. Procedimiento idéntico al que debe tener el jefe de un experimento patogenésico. El médico comparará el drama existencial expresado por su paciente con el drama de alguno de los medicamentos que su materia médica le permite. Aquí reside una de las críticas recurrentes contra la homeopatía: como puede una medicina, que dice valorizar la individualidad de cada ser humano, basar su terapéutica en una comparación con personalidades ya dadas de antemano. Tal crítica la creo insuficiente; la homeopatía no trae un encuadramiento rígido a sus pacientes. De 17 18 Ver ensayo anterior "La odisea de Sammuel Hahnemann: de la enfermedad al ser humano" Apostila Masi Elizalde, editada por la Escola Kentiana do Rio de Janeiro, 1988. Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. 50 hecho, el medicamento, como lo expresa César Nascimento, homeópata establecido en Brasilia, es simillimum, lo que significa semejante y no idéntico. Son suyas estas palabras: “Lo que más me fascina hoy en día es como diferentes personas pueden tener un mismo medicamento, como uno (el homeópata) percibe un drama parecido en personas tan diferentes!” Ejemplifica entonces con dos casos de Carbono Sulfurato. Tiene, Nascimento, dos pacientes que están con evoluciones muy satisfactorias con el uso de este medicamento. Sin embargo, uno de los individuos hace del caos y de la confusión las bases en que organiza a su vida. Al otro paciente le ocurre o contrario, a él este caos y esta confusión lo someten, le traen angustias que lo paralizan. La clínica no es, por lo tanto, un lugar donde el paciente encuentra una personalidad preexistente, pero de cierta forma, un lugar donde él expone su propia personalidad y entra en relación con la personalidad preexistente del remedio, interfiriendo en esta. El propio Hahnemann anotaba en la ficha de sus pacientes los nuevos síntomas provocados por los medicamentos que les eran dados y más tarde transfería estos síntomas a su materia médica (GENNEPER, 1996: 25). Concordando con Masi Elizalde, el experimentador puede mentir con respecto al medicamento Z, mas el individuo cuyo simillimum es este Z no puede hacerlo, en él estarán los síntomas y estará la evolución del proceso de cura provocado por su simillimum. En este proceso de cura, donde dos energías interactúan con una armonía cerca de la perfección, es donde la naturaleza de estas dos energías puede ser mejor conocida. Sin embargo, siendo millones tanto las energías de los seres humanos, como las energías de las sustancias existentes en la Tierra y posibles de se transformar en medicamentos, es bastante probable que, también en la clínica, el simillimum no sea encontrado19; esto no todos los médicos homeópatas que entrevisté tienen pacientes de vários años para los cuales no encontraron el simillimum. 19 Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades 51 impide que la clínica siga funcionando como fuente de conocimiento, el medicamento, aun no actuando como simillimum, actúa también de una manera específica en cada uno de los individuos y los síntomas que en él provoca, aun no siendo los de una cura perfecta, si, proporcionan elementos para el conocimiento del médico con respecto al medicamento. El sistema médico homeopático actúa, por lo tanto, siempre a partir de un cierto desconocimiento, y es aquí que yo lo tomo como un ejemplo de conocimiento abierto y, así, respetuoso. El conocimiento homeopático no impone al mundo las reglas que este deba seguir, sino que interactúa con ellas, podríamos jugar a decir que el homeopático es un conocimiento no quirúrgico. Esta abertura, sin duda humilde, acata las limitaciones del ser humano y al mismo tiempo produce una manera no agresiva de actuación en el mundo, posibilitando también reflexiones sobre el respeto mutuo a otras formas de conocimiento y abriendo posibilidades para la solidaridad. No en vano Hahnemann aconsejaba a sus lectores escoger el médico a partir de su conducta como ser humano. Clímaco, Danilo de Assis Sin añoranzas: Homeopatía y otras racionalidades. Danilo de Assis Clímaco. Lima y Goiânia: Lisa Malasartes, 2004. homeopatía / conocimiento social / filosofía / movimientos negros / antropología / conocimiento científico 52 Sin añoranzas. Homeopatía y otras racionalidades. Bibliografia. ARRIARAN, Gabriel 2002 Sujeto a la antropologia. Lima: Especialidad de Antropologia, Facultad de Ciencias Sociales de la Pontificia Universidad Católica del Peru. CARVALHO, José Jorge 1993 Antropologia: saber acadêmico e experiência iniciática. In: Anuário Antropológico/90, 91-107. Rio de Janeiro: Tempo Brasileiro Escola Kentiana do Rio de Janeiro 1988 Masi Elizalde. Rio de Janeiro: Escola Kentiana do Rio de Janeiro FANON, Frantz 1980 Em defesa da revolução africana. Lisboa: Livraria Sá da Costa Editora. FARIAS, Aldo Miasmas. Texto didático. GALHARDO, José Emygdio Hahnemann, su vida y su obra. In: http://www.homeopatia.com.mx/historia/1.html#6 GENNEPER, Thomas 1996 Como paciente de Samuel Hahnemann. O tratamento de Fedrich Wick nos anos 1815/ 1816. 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