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¿(A)antropología(s) se escribe con mayúscula o en plural? Daniel Daza1 San Telmo es un barrio de Buenos Aires en el que todavía se pueden escuchar las voces de un pasado colonial jugando entre sus casas bajas, sus calles empedradas o los grandes patios llenos de plantas. De vez en cuando me gusta ir a caminar por sus veredas angostas y terminar en algún bar charlando con amigos. Generalmente me acompañan Julio y Lucía. Hablamos de “bueyes perdidos” y a veces intentamos arreglar el mundo atándolo a nuestras apasionadas discusiones. Julio es comunicador social, Lucía economista y yo me formé en Ciencias de la Educación, por lo que no es raro que nos interpelemos para conocer nuestras miradas sobre el popurrí temático que florece en nuestras conversaciones. Una tarde, estábamos sentados tomando un café cuando Julio me preguntó: Che, vos que ahora estás en el tema, qué opinás del programa ese “Perdidos en la tribu”, ¿lo viste? A mi me gusta, porque se llevan a una familia de la ciudad a vivir a una tribu primitiva y tienen que lograr que los acepten como uno más de ellos. Obviamente les pagan buena plata si lo consiguen. Mi cara de sorpresa debe haber sido evidente, porque sin darme tiempo a responder, Lucía le dijo en un tono de broma: - Pero no seas ignorante, no ves que lo de él ahora es mucho más amplio: un antropólogo estudia al hombre, a lo humano, la alteridad, ¿no?, dijo mirándome para buscar aprobación. Yo seguía sin decir nada, pensando en una respuesta lo suficientemente inteligente como para explicar mi actual proceso de formación doctoral en antropología y dejar contentos a mis amigos. Entonces Julio, insistió: - En Tecnópolis había un pabellón de Arqueología 2 y tenía un sector donde te explicaban que los antropólogos estudiaban a las culturas primitivas. Había unas vitrinas con vasijas, armas, telas y muñecos de cera de algunos indios con sus chozas. Lucía me miró cómo exigiéndome que dijera algo, que pusiera una voz autorizada sobre la mesa. No recuerdo que les respondí en ese momento. Pero tengo muy presente que esa charla me dejó con muchas preguntas que bien podrían sintetizarse en las que se plantean para tratar en este trabajo: ¿para qué, para quién y cómo hacer antropología? En un tímido intento por ensayar otro tipo de texto, voy a intentar continuar la charla de aquella mesa de bar, o por lo menos pensar algunas respuestas un poco más elaboradas, con la ayuda de las lecturas del seminario de “Antropología Contemporánea” que he venido realizando en este último tiempo. La antropología ahora puede hablar de la televisión y también de sí misma 1 Daniel Daza, es estudiante de doctorado en Antropología Social y Cultural en el IDAES de la UNSAM (www.unsam.edu.ar) de Argentina, dazadaniel@yahoo.com.ar. Estudia culturas digitales y fenómenos vinculados con la vida en internet. 2 En el siguiente link se ofrece un informe televisivo sobre el pabellón de arqueología: http://www.youtube.com/watch?v=3Im8HcCFLjM Al ver los muñecos de cera de los pueblos que habitaron el suelo argentino, no puedo dejar de relacionar la exhibición con los antiguos zoológicos humanos que se realizaron en Europa. Tal vez sea porque los muñecos exhibidos pertenecen a pueblos que hoy existen con los mismos nombres. 1 Pensemos sobre la pregunta de mi amigo Julio y la afirmación de Lucía. Él buscaba algún comentario experto sobre el reality3 y ella una respuesta que aprobara su definición de diccionario escolar de lo que es antropología. De alguna manera yo representaba a la antropología en esa mesa, y algo debía decir sobre los encuentros entre un “nosotros” con un “otro” diferente: la tribu, el programa de televisión o las familias participantes. Mis amigos no estaban muy equivocados al exigir una respuesta en este sentido pues según Grimson y compañía, la alteridad es lo constitutivo de esta disciplina o por lo menos ha sido un tema transversal a todas sus variantes a lo largo de la historia (Grimson, Merenson, Noel, 2011:1). En el caso del show televisivo que Julio traía a la mesa, hablábamos de un encuentro muy diferente al de los estudiados por la antropología clásica. Aquí hay una clara “producción de la realidad” y su registro audiovisual es transmitido en la moderna clave comunicacional comercial a millones de personas para que “viajen hasta allí sin moverse de sus cómodos hogares”. Sin embargo esto no es necesariamente percibido así por las audiencias, que tal vez solo se dejen llevar por un instante por esa magia de la televisión y crean que todo el show es “verdad”, que ven “la realidad”. Es decir el público es como un “actor-red4” en este escenario. Como lo son también los productores5 del programa, las diferentes tribus y las familias que compiten. La pregunta de mi amigo nos plantea la posibilidad de que este show televisivo pueda construirse como objeto de reflexión de la “Antropología Ahora” (Grimson, Merenson, Noel, 2011) y permitirnos comprender, tranquilizar, explicar, justificar, desnaturalizar o revolucionar nuestra forma de producirlo, actuarlo o verlo. Volviendo a la imagen del bar, me parece escuchar a AbuLughod, desde una mesa llena de libros, junto a la ventana, respondiendo afirmativamente e instando a realizar un trabajo etnográfico profundo6 que indague sobre la “condición humana” a través de preguntas sobre el lugar de la televisión en la vida de personas como Julio, las tribus anfitrionas, las familias participantes y/o los productores del show (Abu-Ludhod, 2006:3). ¿Qué puede decir un antropólogo sobre la televisión?, podría preguntarnos nuevamente mi amigo Julio, como para que quede claro a que apunta. Y su interpelación nos lleva a poner sobre la mesa algunas respuestas del campo de la antropología de los medios, que apuntan a destacar una necesaria 3 “Un programa en el que tres familias españolas abandonarán su civilizada vida occidental para, sin saberlo, vivir en algunas de las tribus más antiguas del mundo. Allí deberán adaptarse a las primitivas formas de vida de sus anfitriones, desenvolverse en un entorno salvaje y convivir durante un tiempo con completos desconocido” Tomado de: http://es.wikipedia.org/wiki/Perdidos_en_la_tribu 4 Luego presentaré este concepto desarrollado por Bruno Latour que pone en juego la posibilidad de sacar al actor del lugar de blanco móvil de entidades que lo superan y reactivar su agencia pensando en lo impredecible de la acción y en el juego con otros. (Latour, Bruno. 2008:73) 5 Incluyo en esta categoría a los creativos, guionistas, asesores, editores y demás personas relacionadas con la producción del show. Para Abu-Lughod es importante estudiar a estas personas que deliberadamente crean programas para otros que en general son de clases sociales diferentes a la de ellos mismos. En el caso del programa citado aquí, el programa parecería ser producido por personas de clase media para otras personas también de clase media. No obstante surge la pregunta sobre las diferencias en la producción, actuación y recepción del programa en Europa y América Latina. 6 La autora explica que con el “giro etnográfico” que han tomado los estudios culturales en las décadas de los 70 y 80, han alcanzado una gran sofisticación teórica que contrasta con su pobreza etnográfica (Abu-Lughod, 2006:3) 2 contextualización de la compleja producción, visionado y reproducción mediática realizada por las personas (Abu-Ludhod, 2006:5). Es decir estudiar no solo a quienes ven los programas, sino también a quienes los producen y a quienes los actúan o participan en ellos. La antropología posibilitaría realizar una descripción densa que preste atención a las estructuras de poder dentro de las cuales la televisión forma parte de la vida del público, actores y productores. Aquí me parece oír a Lila aclarando que “descripción densa” implica recordar a Geertz convocando a una descripción amplia, microscópicamente detallada de los acontecimientos. Para ella es este conocimiento particular y minucioso que posee el antropólogo el que le da un material concreto para alimentar su imaginación y pensar sobre (y con) los grandes conceptos de la ciencia social (Abu-Ludhod, 2006:6). Una antropología descentrada multiplica las preguntas y se vuelve plural Y en este momento, desde la puerta del bar, podrían aparecer Grimson, Merenson y Noel (Grimson, Merenson, Noel, 2011:13), para agregar que el aspecto más importante de este “decir” antropológico es su intento constante de escapar a un etnocentrismo, que si bien es una categoría construida por la antropología, resulta ser constitutivo de nuestra condición humana7. Para ellos el etnocentrismo condensa múltiples imposibilidades de descentramiento como una “incapacidad para abordar seriamente la perspectiva del otro”. El prefijo “etno”, dicen, no necesariamente es sinónimo de étnico, sino más bien es una metáfora de todas las diferencias, contrastes y discrepancias existentes entre las personas. Por su parte el “centrismo” habla de una mirada hecha desde arriba, con distancia, tomando como universales los valores, pensamientos y prácticas de la sociedad a la que se pertenece. Lo diferente, las personas, costumbres, creencias o lugares aparecen lejanos, inferiores, raros o simplemente irracionales. Así como lo étnico es complejizado, el centrismo también es definido en plural incluyendo todo tipo de centramientos, tanto sociales, nacionales, temporales, etc. Ya me parece ver a Julio sorprendido, lleno de preguntas, mirando de reojo a otro parroquiano que arrima, con aire provocativo, su silla a la mesa: es Bruno Latour y sin demasiadas presentaciones dispara: – Creo que están olvidando que la antropología se cuida de estudiar solo a las culturas, no se mete con la naturaleza, se las deja para las ciencias y la técnica. Yo opino que así permanece asimétrica, centrada y es necesario que se vuelva simétrica, comparativa, que trate en los mismos términos tanto el error como la falsedad; que no solo se ocupe de la cultura, sino también de la naturaleza; que supere esa gran división entre nosotros/ellos, occidente/resto del mundo, modernos/pre-modernos (Bruno Latour, 2007:152). Latour parece llevar al extremo nuestros pensamientos planteando que la característica de contextualización que señalábamos antes es precisamente el factor que de acuerdo a los sociólogos del conocimiento, dejaría a la antropología fuera de las ciencias “verdaderas”, pues la contaminaría y la haría poco fiable. Situación que no le preocupa pues este estatus de verdad es 7 Cabría preguntarse aquí que se entiende por “condición humana” y tal vez por la misma definición de lo humano. En una primera impresión, surge la preocupación por algún tipo de centramiento esencialista que pudiera operar en esta afirmación. 3 característico de los planteamientos modernos y justamente la antropología debería correrse de los mismos para lograr convertirse en una disciplina simétrica. Las antropologías en el mundo desafían todo tipo de fronteras A estas alturas, nuestro imaginario bar se ha poblado de parroquianos que piden café, medias lunas y no falta quién se anota con un vinito de la casa, como para soltar la lengua. Tal vez, entre estos últimos estarían Eduardo y Arturo (Escobar, Restrepo, 2004) que desde la barra, concentran las miradas de todos diciendo que para ellos la antropología es una forma de conocimiento experto que implica una serie de prácticas institucionalizadas marcadas por las máquinas normalizantes8 de las antropologías hegemónicas (asimétricas y centradas). Serían estas máquinas, a fuerza de cambios y disputas varias, las que establecerían lo que es la antropología y quién es un antropólogo, las formas de trabajar, investigar, escribir y publicar. Por eso es necesario darle poder a las que él llama “antropologías en el mundo”, lo que implicaría hacer posibles otras antropologías y a las que ya se conocen hacerlas de otra manera. Escobar y Restrepo hablan de pluralizar, descentrar e historizar lo que usualmente aparece como antropología singular y no problemática. Plantean transformar las condiciones inequitativas de posibilidad de producción/circulación del pensamiento antropológico en su conjunto. (Escobar, Restrepo, 2004:128) De alguna manera estas ideas nos llevan a retomar la pregunta de Julio sobre la posibilidad de que la antropología hable de un show televisivo y desarmar lo que pensamos que es la antropología. El descentramiento y la pluralización implican incorporar otros discursos no académicos, como los que los actoresred tienen sobre la situación, así cómo los conocimientos de otras disciplinas científicas. ¿Qué opinan Julio y Lila del show, de la antropología y de los antropólogos?, parecen decirnos Eduardo y Arturo: Comencemos por ahí. Descolonicemos lo experto, reconociendo las preguntas de los novatos, sus modos de construcción y pensamiento. Hay que quitar la división del trabajo intelectual, ir más allá de las restricciones de la disciplina y la academia. Refundar la antropología saliendo del enfrentamiento con las Antropologías Hegemónicas y revisando las definiciones de lo que es la antropología y el antropólogo. Al decir esto, Escobar y Restrepo intentan romper ataduras, refundar la antropología y decir que ella no es solamente académica sino que tiene una multiplicidad de locaciones discursivas (Escobar, Restrepo, 2004:127) Contenta con la charla, con la situación, Mary Pratt podría agregar que “Yo anhelo una antropología igual de extrovertida, igual de ambiciosa y de arriesgada, que también salte el cerco y salga de ese paréntesis al que la ha relegado el esquema de saberes moderno y liberal” (Mary Louise Pratt, 2011). Relativizar el relativismo 8 Formaciones discursivas y prácticas institucionales asociaciadas con la normalización de la antropología bajo modalidades académicas principalmente en EE.UU., Gran Bretaña y Francia. (Escobar, Restrepo, 2004: 124) 4 - Pero entonces, todo es relativo, podría acusar Julio, como quien ha encontrado el talón de Aquiles de la cuestión. Luego de un breve silencio, tal vez Eduardo y Arturo aclararían que poner el conocimiento en situación, localizarlo, historizarlo, resaltar al sujeto no significa renunciar a una pretensión de universalidad. Qué esta situacionalidad y pluralidad no es una apología al relativismo o solipismo epistémico (Escobar, Restrepo, 2004: 124) Grimson y compañía (Grimson, Merenson, Noel, 2011:10-12) parecen coincidir en que ninguna práctica o creencia pueden comprenderse extirpadas del contexto específico en el cual ha sido creada y donde adquiere sentido. Sin embargo señalan que esta antropología es una disciplina rigurosa que explica de manera compleja esos otros mundos como el del show de televisión. Concretamente respondiendo a la pregunta de Julio, dirían que el “relativismo metodológico no implica ni un relativismo moral ni un nihilismo epistemológico”. El anti-relativismo es un regocijo en nuestras “verdades caseras” que obtura el diálogo y atenta contra la comprensión del otro. Sin embargo, todas las miradas estarían a la espera de la voz de Bruno. Es que su última intervención nos ha dejado expectantes. Seguramente nos hablaría nuevamente que pensemos en una antropología que “se pone a ocupar una posición tres veces simétrica: explica en los mismos términos las verdades y los errores —es el primer principio de simetría—; estudia a la vez la producción de humanos y de no humanos —es el principio de simetría generalizada—; por último, ocupa una posición intermediaria entre los terrenos tradicionales y los nuevos, porque suspende toda afirmación sobre lo que distinguiría a los Occidentales de los Otros” (Bruno Latour, 2007:152) Esta antropología simétrica sería relativista pero de un modo distinto a los relativismos conocidos hasta el momento. A diferencia de los relativistas absolutos, para quienes las culturas no son comparables por estar tan separadas que resulta imposible agruparlas, o los relativistas culturales, que ponen entre paréntesis a la naturaleza y la sacan de las culturas, Latour viene a plantearnos un “relativismo relativista” que es capaz de montar instrumentos para mensurar, relacionar y comparar en la práctica. Un relativismo que rompe la división entre modernos y pre-modernos. Tal vez asintiendo con la cabeza, con cara de interesado Grimson agregaría que “lo cierto es que “no puede comprenderse absolutamente nada sin un relativismo metodológico y un combate contra todas las formas de etnocentrismo” (Grimson, Merenson, Noel, 2011:18) Escuchar a los actores-red “Tenemos que evitar la idea de que en alguna parte existe un diccionario donde todas las diversas palabras de los actores pueden traducirse a las pocas palabras del vocabulario social”. (Latour Bruno, 2008: 75) Con este párrafo encendemos todas las luces de alerta para la lectura de este pequeño ejercicio de escritura y pensamiento que hemos hecho aquí. Existe el peligro de creer que el juego de diálogo presentado sugiera que mis amigos están equivocados, que no pueden conocer por sí mismos lo social y que son solo nuestros informantes. Por esto dejo claro que el ejercicio era solo una estrategia para presentar de otro modo las ideas. Entiéndase que he intentado mostrar que si nos encontráramos en el campo ante una pregunta como la que 5 Julio me hizo, en primer lugar deberíamos descentrarnos a nosotros como científicos o profesionales poseedores de un saber experto y luego escuchar lo que los actores-red están diciendo. Valorar sus saberes dejando de lado nuestros prejuicios, aprender como han sido construidos sus pensamientos. Situar todas las afirmaciones, historizarlas, complejizarlas en lugar de reducirlas para así remover toda asimetría. Es decir que no haría falta llamar a nuestros amigos científicos sociales para que expliquen qué es, para qué y cómo se hace antropología, deberíamos comenzar por escuchar a los mismos actores-red. Como señala Latour, “hay que restituirles la capacidad de crear sus propias teorías de lo que compone lo social” (Latour Bruno, 2008: 27) Claro que en este sentido hablar de actores implica incluir a los no-humanos, que en nuestro caso serían las cámaras, los televisores, la tecnología de transmisión, las computadoras y el mismo software de edición. Lo tecnológico también tiene agencia y no solo es sujeto de interpretaciones externas. ¿O acaso el pabellón de antropología montado en Tecnópolis no puede tener agencia? ¿Podría este dispositivo de exhibición haber actuado más como un mediador que como un intermediario? Es decir no solo transportar los significados presentados sino también transformarlos, traducirlos o distorsionarlos confundiendo Arqueología con Antropología (Latour Bruno, 2008: 63). La Antropología se escribe con mayúscula, minúscula o en plural Retomando la pregunta inicial de este trabajo, digamos que para evitar un etnocentrismo categorial, conviene aclarar como nombramos a la disciplina. Así lo hacen Restrepo y Escobar en su artículo, adjetivando a las antropologías como hegemónicas, subalternas o subalternizadas. Incluso planteando una definición de antropología en el mundo que la sacaría del campo de las disciplinas sociales y la ubicaría en otro lugar como un discurso en diálogo o construcción con otro tipo de saberes no académicos. En este sentido Alejandro Grimson y sus colegas reflexionan en su artículo sobre el poder de la nominación como una de las formas más arraigadas y ocultas que marca la imposibilidad de descentrarse. Para ellos nombrar es luchar, definirse y definir al otro, darle y darnos un límite, (Grimson, Merenson, Noel, 2011:15) Bruno Latour hace lo propio definiendo a la antropología, en un juego de adjetivaciones que apunta a desenmascarar o desarmar la definición moderna de esta disciplina como científica, social y cultural (Latour Bruno, 2007). Pratt y Abu-Ludhog plantean también sus preferencias por las definiciones de antropología. Pratt parece invitarnos a revisar si nuestra definición no sufre de algún uso “monopólico de las categorías”, mientras que Abu-Ludhog nos insta a incluir en la definición a una antropología que aborda un objeto (la televisión) muchas veces ninguneado por los antropólogos. Retomando la escena del bar con mis amigos, podríamos decir que una buena síntesis de lo conversado sería pensar que ya sea que hablemos de Antropología (con mayúscula y en singular), de las antropologías (con minúscula y en plural) o bien de sus variadas adjetivaciones (hegemónica, poscolonial, clásica, contemporánea, posmoderna, etc.), lo importante es entender que en todos los casos se parte de una definición particular, a la que es necesario contextualizar e historizar. Sobre el texto y la escritura 6 Como el lector habrá percibido, con el correr de la páginas, se han ido perdiendo el bar de San Telmo, mis amigos Julio y Lucía y el juego de inventar un diálogo para comparar las distintas posturas de algunos autores sobre la antropología contemporánea. El objetivo experimental de este trabajo y mi interés por algunos autores, entre otros factores, han moldeado la estructura y el estilo del texto. He intentado despegarme del formato estándar de un paper académico comenzando con la descripción de una situación a modo ilustrativo para luego ir armando un recorrido, más o menos interesante, que sintetice los principales argumentos, que a mi criterio dan cuenta del título. Sin embargo no lo he logrado del todo y veo que ha triunfado el estilo tradicional de un texto académico. Todo proceso de escritura, de construcción de un escrito, requiere mucho esfuerzo, correcciones, enojos y sufrimientos. Muchas veces existe un miedo implícito de no poder expresar adecuadamente lo que se piensa. Otras veces el miedo es al tiempo que transcurre entre escritura y lectura, pues de alguna manera el texto es una fotografía que congela un momento en un devenir de pensamiento. Los lugares seguros de la escritura académica de son siempre la mejor opción a la hora de economizar esfuerzos o privilegiar objetivos. Sin embargo, en esta elección se pierde uno la posibilidad de experimentar con la escritura. Cómo plantea Geertz es necesario pensar en la etnografía y su escena de escritura. Para esto no basta con plantear que el antropólogo/a en el campo, vive, registra y luego escribe para comunicar lo mejor posible aquello que dijeron, descubrió, encontró o pensó. Creo que abordar la escena de escritura etnográfica implica ir más allá de la idea de que un texto antropológico debe tener un estilo literario propio. Porque los trabajos etnográficos logran convencernos de que los antropólogos han estado allí, que han vivido, no solo por la abundancia de detalles que contienen, ni por la cuidada presentación de sus argumentos, sino fundamentalmente por el milagro de la escritura (Geertz, 1989:14). Que por cierto, vale aclarar que escribir bien no es ningún milagro, sino como dijimos requiere un ejercicio constante y sostenido. Espero que este texto logre mostrar un poco de su propia construcción, de sus tensiones, así como de las ideas que intenta hilvanar en una escritura que sale apenas unos pasos afuera del formato tradicional. Bibliografía Abu-Lughod, Lila. 2006. Interpretando la(s) cultura(s) después de la televisión: sobre el método. Iconos. Revista de Ciencias Sociales. Num. 24, Quito, enero 2006, pp. 119-141 (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales-Sede Académica de Ecuador.) Alejandro Grimson, Silvina Merenson y Gabriel Noel (compiladores). 2011. Antropología ahora. Siglo XXI, Buenos Aires. - Mary Louise Pratt, “La antropología y la desmonopolización del pensamiento social”. Geertz, Clifford, 1989. El Antropólogo como autor. Bs. As. Paidós. 7 Latour, Bruno. 1998 (1989). Ciencia em acao: como seguir cientistas e engenheiro sociedade afora. Sao Paulo : Editora UNESP. Cap. 5: «Tribunais da razao », 293-348. -2007. Nunca fuimos modernos. Ensayo de antropologia simetrica. Buenos Aires: Siglo XXI. Cap.4: Relativismo (135-188). -2008 [2005] Reensamblar lo social. Una introducción a la teoría del actor-red. Buenos Aires. Editorial Manantial. “Introducción” (13-45), “Segunda fuente de incertidumbre: se apoderan de la acción” (69-94), “Cuarta fuente de incertidumbre: cuestiones de hecho contra cuestiones de interés” (129-176), “Conclusión: de la sociedad a lo colectivo. ¿Es posible reensamblar lo social?” (345-366). Restrepo, Eduardo e Arturo Escobar. 2004. Antropologías en el mundo. Revista de Antropologia (Universidad de Santa Marta) 3: 110-131. 8