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Transcript
INTELIGENCIA SOCIAL
La nueva ciencia para mejorar las relaciones
humanas
Goleman Daniel
1


Relaciones interpersonales.
Circuitos neuronales.
El descubrimiento más fundamental de esta nueva disciplina: estamos fabricados,
conectados para relacionarnos.
La neurociencia ha descubierto que el diseño mismo de nuestro cerebro lo hace sociable,
inexorablemente atraído a un íntimo enlace cerebro a cerebro cada vez que nos
relacionamos con otra persona. Este puente nervioso nos permite hacer impacto en el
cerebro y, por ende, en el cuerpo de cualquier persona con la que interactuamos, así como
hacen esas personas con nosotros.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 9.
2


Cerebro social.
Interactúa uno y demás.
La novedad más reveladora aquí puede ser que el “cerebro social” representa el único
sistema biológico en nuestro cuerpo que continuamente nos sintoniza con las personas con
las que estamos y que a su vez se deja influir por el estado interno de esas personas. Todos
los otros sistemas biológicos, desde nuestras glándulas linfáticas a nuestro bazo, regulan su
actividad con receptores que son sintonizados a señales que surgen desde dentro del
cuerpo, no más allá de nuestra piel. Los senderos del cerebro social son únicos dentro del
diseño del cuerpo humano en su sensibilidad al mundo en general.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 18.
3
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Inteligencia social.
Definición en relación.
Podemos, en cambio, pensar en la “inteligencia social” como un término abreviado para
cuando somos inteligentes no sobre nuestras relaciones sino en nuestras relaciones. Este
concepto ensancha el foco de la inteligencia social desde una visión unipersonal a una
perspectiva de dos personas, desde las habilidades dentro de un individuo a lo que surge
cuando una persona entra en una relación.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 19.
4
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
Emociones son como virus.
Se pasan de uno a otro.
Cuando alguien nos arroja sus sentimientos tóxicos a la cara, explota en ataques de ira o de
amenazas, demuestra disgusto o desdén, activa en nosotros un sistema de circuitos para
esas mismas desagradables emociones. Su acción tiene una potente consecuencia nerviosa:
las emociones son contagiosas. Nos “pescamos” emociones fuertes de la misma manera que
nos “pescamos” un rinovirus, de modo que podemos “pescarnos” el equivalente emocional
de un resfrío.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 23.
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
Interacción de emociones.
Economía emocional.
El hecho de que detonemos cualquier emoción en otros –o ellos en nosotros– testifica el
poderoso mecanismo por el cual los sentimientos de una persona se extienden a otra. Esos
contagios son la transacción central en la economía emocional, el dar y recibir de
sentimientos que acompaña cualquier encuentro humano que tengamos, sin importar cuál es
el asunto concreto que nos ocupe.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 27.
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Mente de “camino bajo”.
Circuitos cerebrales automáticos.
El camino bajo es un sistema de circuitos que funciona por debajo de nuestra conciencia,
automáticamente, sin esfuerzos y a una gran velocidad. Casi todo lo que hacemos parece
estar manejado por inmensas redes nerviosas que operan por vía del camino bajo, en
especial en nuestra vida emocional. Cuando nos atrae un rostro atractivo, o percibimos el
sarcasmo en in comentario, debemos agradecerle al camino bajo.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 27.
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
Cerebro y reacciones.
Lo real igual a lo virtual.
Al igual que los aterrados espectadores en el París de 1895, los cerebros de los
espectadores en esta situación actuaban como si la historia imaginaria de la pantalla
estuviera sucediéndoles a ellos. El cerebro parece hacer poca distinción inicial entre las
realidades virtuales y las reales. Por eso cuando la cámara se movía a un primer plano de un
rostro, las zonas de reconocimiento de rostros en los cerebros de los espectadores se
encendían. Cuando la pantalla mostraba un edificio o un paisaje, se activaba una zona visual
diferente que percibe nuestro entorno fpisico.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 32.
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
Empatía emocional.
Construcción interna.
Cuanto más poderosamente hacía el desconocido la mímica de la persona a la que
observaba, más certero era el sentido de lo que esa persona sentía, efecto muy marcado en
el caso de emociones negativas, como la ira. La empatía –percibir las emociones de otro–
parece ser tanto fisiológica como mental, y se construye al compartir el estado interior de otra
persona.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 40.
9


Sincronizar con los demás.
Tener la misma frecuencia.
La mesera, que percibe las frecuencias de los demás, corporiza el principio de que entrar en
sincronía proporciona un beneficio interpersonal. Cuanto más dos personas sincronizan
inconscientemente sus movimientos y ademanes durante su interacción, más positivamente
se sentirán con respecto al encuentro, y el uno con respecto al otro.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 48.
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Interacción por palabras.
Camino alto y bajo.
Cualquier conversación funciona en dos niveles, el camino alto y el bajo. En el camino alto
circulan racionalidad, palabras y significados. Pero el bajo expresa una vitalidad de forma
libre que corre por debajo de las palabras, manteniendo la interacción unida a través de una
conexión sentida de inmediato. El sentido de conexión se apoya menos en lo que se dice que
en el enlace emocional más directo e íntimo y no hablado.
Esta conexión subterránea no debe ser un misterio: siempre exhibimos nuestros sentimientos
sobre las cosas mediante expresiones faciales espontáneas, gestos, miradas y otras señales
por el estilo.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 51.
11
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
Sincronizar emociones.
Compenetración cerebral.
Cuando las personas entran en ese circuito o se compenetran, los cerebros envían y reciben
una corriente permanente de señales que les permiten crear una armonía tácita y, si el flujo
va por donde debe, amplificar su resonancia. Compenetrarse, permite que los sentimientos,
los pensamientos y las acciones se sincronicen. Enviamos y recibimos estados internos para
bien o para mal, ya sea risa y ternura o tensión y rencor.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 61.
12
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Mente de espejo.
Reflejo de los otros.
Sin duda esa reacción no convocada señaló la actividad en mi joven cerebro de lo que
llamamos “neuronas espejo”. Las neuronas “espejo” hacen exactamente eso: reflejan una
acción que observamos en otra persona, haciéndonos imitar esa acción o tener el impulso de
hacerlo. Esas neuronas “haz lo que él hace” ofrecen un mecanismo cerebral que explica la
vieja canción: “Cuando sonríes, todo el mundo sonríe contigo”.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 62.
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
Neuronas espejo.
Base de la empatía.
Las neuronas espejo hacen las emociones contagiosas, permitiendo que los sentimientos
que presenciamos fluyan a través de nosotros, ayudándonos a entrar en sincronía y seguir lo
que está ocurriendo, y haciéndonos sentir como otro. “Sentimos” al otro en el sentido más
amplio de la palabra: sentimos sus sentimientos, sus movimientos, sus sensaciones, sus
emociones, cuando actúan dentro de nosotros.
La habilidad social depende de las neuronas espejo.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 64-65.
14
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Atención compasiva.
Tomar el tiempo de enfoque.
De los muchos factores en juego en el altruismo, uno crítico parece ser sencillamente
tomarse el tiempo de prestar atención; nuestra empatía es más fuerte en la medida en que
nos concentramos completamente en alguien y entonces nos compenetramos
emocionalmente. Claro que las personas son diferentes, en su habilidad, su disponibilidad y
su interés para prestar atención.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 77.
15
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Estado de “elevación”.
Impacto de la compasión.
El simple hecho de enterarnos de que alguien presta ayuda puede tener un impacto único,
induce un cálido sentido de elevación. Los psicólogos usan el término “elevación” para
designar la luz que se nos enciende cuando somos testigos de la bondad de alguien. La
elevación es el estado repetidamente mencionado cuando las personas cuentan cómo se
sintieron al ver un acto espontáneo de valentía, tolerancia o compasión. La mayoría de las
personas se sienten emocionadas, incluso conmocionadas.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 80.
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Empatía y comparte.
Cuando duele el otro.
La empatía trae consigo un cierto grado de compartir emocional, un requisito esencial para
de verdad comprender el mundo interior de cualquier persona. Las neuronas espejo, como
dijo un neuro-científico, son “lo que nos da la riqueza de la empatía, el mecanismo
fundamental que hace que ver a alguien experimentando dolor de verdad nos duela”.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 87.
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Empatía como ciclo.
Fundamento del cerebro.
En la psicología de hoy en día, la palabra “empatía” es utilizada con tres sentidos diferentes:
conocer los sentimientos de otra persona, sentir lo que esa persona siente y responder
compasivamente a la aflicción de otro. Estas tres variantes de empatía parecen describir una
secuencia 1-2-3: te veo, siento contigo y entonces actúo para ayudarte.
Las tres encajan bien con lo que la neurociencia ha aprendido sobre cómo funciona el
cerebro cuando nos sintonizamos con otra persona como observan Stephanie Preston y
Frans de Waal en una importante teoría que asocia la percepción y la acción interpersonal.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 88-89.
18
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Bondad y cerebro.
La resonancia con los demás.
…como escribió el sabio chino Mencio ( o Mengzi) en el siglo III A.C., mucho antes de
Hobbes, “Todos los hombres tienen una mente que no soporta ver el sufrimiento de los
otros”.
La neurociencia ahora apoya la posición de Mengzi, agregando datos que faltaban a este
debate de siglos de existencia. Cuando vemos a alguien en aflicción, circuitos similares
reverberan en nuestro cerebro, una especie de resonancia empática de grueso cableado que
se convierte en el preludio de la compasión. Si un niño llora, los cerebros de sus padres
reverberan de manera muy parecida, lo que a su vez los hace ponerse automáticamente en
movimiento para hacer algo para aliviar el dolor de su hijo.
Nuestro cerebro ha sido preparado para la bondad.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 91.
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Sensación agradable o no.
Células fusiformes (neurología).
Incluso antes de encontrar una palabra para lo que percibimos, ya sabemos si nos gusta o
no. Las células fusiformes podrían ayudar a explicar cómo el camino bajo puede ofrecer un
juicio instantáneo de “agrado” o “desagrado” milisegundos antes de que nos demos cuenta
exactamente de lo que es eso.
Tales juicios de alta velocidad pueden importar más cuando se trata de personas. Las células
fusiformes entrelazan lo que podría ser nuestro sistema de guía social.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 102.
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Respuestas cerebrales.
Camino bajo y camino alto.
El camino bajo, con sus ultrarrápidos enlaces de neuronas espejo, funciona como una
especie de sexto sentido, llevándonos a sentir con otra persona aunque podamos estar sólo
vagamente conscientes de nuestra sintonía. El camino bajo dispara un estado emocional
simpático sin que intervenga un pensamiento: empatía primaria instantánea.
El camino alto, por el contrario, se abre cuando monitoreamos cada cambio de estado de
ánimo y atendemos intencionalmente a la persona con la que estamos hablando para
comprender mejor lo que ha sucedido. Esto pone en juego nuestro cerebro pensante,
especialmente los centros prefrontales. El camino alto agrega una enorme flexibilidad al
repertorio mucho más fijo y limitado del camino bajo.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 107.
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…mentales.
Razón/ emoción: dos caminos.
Cohen se concentra en la interacción entre el procesamiento neurológico abstracto del
camino alto, donde la información con valencia positiva o negativa es considerada de un
modo cuidadoso y deliberativo, y las operaciones del camino bajo, en las que las emociones
y las predisposiciones para actuar rápidamente son fuertes. Lo que prevalezca dependerá de
la energía de la zona prefrontal, ese mediador de la racionalidad.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 110.
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Actualizar el pasado.
Creación de redes neurona.
Nuestros recuerdos son en parte reconstrucciones. Cada vez que recuperamos un recuerdo,
el cerebro lo reescribe un poquito, actualizando el pasado según nuestras preocupaciones y
comprensión actuales. A nivel celular, explica LeDoux, recuperar un recuerdo significa que
será “reconsolidado”, levemente modificado desde el punto de vista químico por una nueva
síntesis proteínica que ayudará a almacenarlo nuevamente luego de haberlo actualizado.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 118-119.
23
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Cerebro social.
No está centralizado.
En realidad se refiere a la serie específica de sistemas de circuitos que se orquesta cuando
las personas se relacionan entre sí. Aunque algunas estructuras cerebrales juegan un papel
especialmente grande en el manejo de las relaciones, no parece haber ninguna zona
importante dedicada exclusivamente a la vida social.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 121.
24
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Conciencia y facilidad.
Todo son relaciones y otros.
Pero, como he llegado a comprobar, simplemente amontonar la inteligencia social dentro de
la emocional aborta la posibilidad de pensar sobre la aptitud humana para relacionarse. El
peligro proviene de fijarse en lo que sucede dentro de nosotros e ignorar lo que sucede
cuando interactuamos. Esta miopía deja la parte “social” fuera de la inteligencia.
Los ingredientes pueden organizarse en dos amplias categorías: la conciencia social, lo que
percibimos sobre los otros, y la facilidad social, lo que hacemos en consecuencia con esa
conciencia.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 127.
25
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
Empatía hacia los otros.
Necesidad de sintonizar y atención plena.
La sintonización es la atención que va más allá de una empatía momentánea y llega a ser
una presencia completa y sostenida que facilita la afinidad. Le ofrecemos a una persona
nuestra atención absoluta, y la escuchamos absolutamente. Procuramos entender a la otra
persona en lugar de sólo dejar sentada nuestra opinión.
Una atención tan profunda parece una aptitud natural; de todos modos, como con todas las
dimensiones de la inteligencia social, las personas pueden mejorar sus habilidades de
sintonización. Y todos podemos facilitar la sintonización simplemente prestando más
atención, intencionalmente.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 132.
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Atención plena.
Saber escuchar y modo unidad.
La atención completa, tan en peligro en esta época de tareas múltiples, se embota cada vez
que dividimos nuestro enfoque. La enajenación y las preocupaciones disminuyen nuestra
atención, de modo que somos menos capaces de reparar en los sentimientos y necesidades
de las otras personas, mucho menos responder con empatía. Nuestra capacidad para
sintonizar sufre, extinguiendo la afinidad.
Pero la presencia completa no nos exige tanto. “Una conversación de cinco minutos puede
ser un momento humano perfectamente significativo”, dice un artículo en el Harvard Business
Review.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 133.
27
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Poca habilidad social.
Efecto de “disemia”.
Las personas que no se manejan bien con esta habilidad social típicamente sufren de
“disemia”, una dificultad para leer –y por ende, para actuar sobre esa lectura– las señales no
verbales que guían las interacciones fluidas. Los indicadores externos de esta sutil falta de
habilidad social son demasiado obvios: las personas disémicas están “afuera”, no se
percatan de las señales de que, por ejemplo, una conversación está terminando. Perturban a
aquellos con los que interactúan porque no observan las señales no verbales que mantienen
fluido el tránsito en sentido de ida y vuelta.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 138.
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Inteligencia social.
Es cognoscitiva e intuitiva.
El enfoque sobre el conocimiento de las relaciones deja de lado las habilidades no cognitivas
esenciales tales como la empatía primaria y la sincronía, e ignora capacidades como la
preocupación. Una perspectiva exclusivamente cognitiva hace a un lado el esencial
pegamento social cerebro a cerebro que constituye la base para cualquier interacción. Todo
el espectro de habilidades de la inteligencia social abraza las aptitudes tanto del camino alto
como del bajo. Tanto el concepto como sus mediciones omiten demasiadas sendas del
camino bajo y, así, excluyen los talentos sociales que han sido clave para la supervivencia
humana.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 151.
29
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Relación uno con los demás.
Ello y tú, caminos alto y bajo.
La indiferencia y la lejanía emocional de una relación Yo-Ello están en contraste directo con
el Yo-Tú sintonizado. Cuando estamos en el modo Yo-Ello, tratamos a las otras personas
como medios para algún fin. Por el contrario, en el modo Yo-Tú nuestra relación con los
demás se convierte en un fin en sí misma. El camino alto, con su facilidad en racionalidad y
conocimiento, puede bastar para el Ello. Pero el Tú, en el que estamos sintonizados, utiliza el
camino bajo.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 158.
30
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Empatía intuitiva.
“Amar” resonancia con el otro.
A nivel neurológico, mi “llegar a conocerte” significa adquirir una resonancia con tus patrones
emocionales y mapas mentales. Y cuanto más se superpongan nuestros mapas, más
identificados nos sentiremos y mayor será la realidad compartida que creemos. A medida
que nos identificamos mutuamente, las categorías de la mente experimentan una especia de
fusión , de modo que inconscientemente pensamos en aquellos que son muy importantes
para nosotros de la misma manera en que pensamos en nosotros mismos.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 161.
31
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Dolor y sufrimiento.
El cerebro no lo distingue.
Ese sentimiento de dolor tiene una base neurológica. Nuestro cerebro registra los rechazos
sociales en la misma área que se activa cuando nos lastimamos físicamente: la corteza
cingulada anterior (CCA), de la cual se sabe que, entre otras cosas, genera las sensaciones
aflictivas del dolor físico.
Matthew Lieberman y Naomi Eisenberger, que hicieron el estudio en la UCLA, sugieren que
la CCA funciona como un sistema de alarma neurológica para detectar el peligro del rechazo
y para alertar a otras partes del cerebro para que reaccionen en consecuencia. Dicen que,
como tal, forma parte de un “sistema de apego social” que se monta sobre el cableado
existente para alertar al cerebro de un daño físico.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 166.
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Dolor y rechazo.
Es como físico.
Esa idea le da sentido a las metáforas que utilizamos para indicar el dolor de un rechazo:
“me rompió el corazón”, sentimiento herido, sugieren la naturaleza física del dolor emocional.
Esta ecuación de dolor físico y social parece tácitamente reconocida en el habla humana: en
muchos idiomas diferentes en el mundo entero todas las palabras que describen el dolor
social recurren al vocabulario de los dolores físicos.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 167.
33
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Proyecciones y.
Asumir por el otro como uno.
La proyección ignora la realidad interior de la otra persona, cuando estamos proyectando,
asumimos que el otro siente y piensa como nosotros.
Esta tendencia fue notada hace tiempo por el filósofo del siglo XVIII David Hume, que
observó “una notable inclinación” en la naturaleza humana a dotar a otras personas de “las
mismas emociones que observamos en nosotros mismos y a encontrar en todas partes las
ideas que están más presentes para nosotros” en nuestras mentes.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 169.
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Crueldad básica.
No sentir al otro.
Cuando una persona tiene como rasgo distintivo el eludir la sintonía, típicamente se
encuadra en uno de los tipos que los psicólogos denominan la “tríada oscura”: narcisistas,
maquiavélicos y psicópatas. Los tres tipos comparten, en grado diverso, una esencia
desagradable, aunque a veces bien oculta: duplicidad y malevolencia social, egocentrismo y
agresión y frialdad emocional.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 171.
35
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Visión mental.
Empatía hacia los demás.
La visión mental (a veces llamada “teoría de la mente”) consiste en escudriñar la mente de
una persona para sentir sus sentimientos y deducir sus pensamientos. Esa es la habilidad
fundamental de la precisión empática. Si bien no podemos en realidad leer la mente de otra
persona, sí captamos pistas suficientes de su rostro, su voz, y sus ojos, leemos entre líneas
lo que dicen y hacen, y hacemos inferencias notablemente precisas.
Si carecemos de este sencillo sentido, estamos perdidos en lo que hace a amar, considerar,
cooperar, para no mencionar competir o negociar, y seremos torpes en el encuentro social
menos exigente.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 195.
36
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Empatía y neuronas espejo.
Necesidad de empatizar.
Las neuronas espejo pueden ser cruciales para la visión mental. Incluso entre niños
normales, la habilidad de imaginar la perspectiva de otra persona y empatizar es correlativa
con la actividad de las neuronas espejo. Y las imágenes de RM en adolescentes revelan que,
en comparaciones con los niños normales, un grupo de niños autistas mostró una deficiencia
en la actividad de la neurona espejo de la corteza prefrontal mientras que leían e imitaban
expresiones faciales.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 198.
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Contacto visual.
Músculos del rostro.
De los cerca de doscientos músculos de la cara, los que rodean los ojos están especialmente
sintonizados para expresar sentimientos. Si bien normalmente la gente enfoca alrededor de
los ojos al mirar el rostro de alguien, los autistas evitan hacerlo, de modo que se pierden de
una información emocional crucial. Evitar el contacto visual puede ser uno de los primeros
indicadores de que un bebé será autista.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 205.
38
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Gen y comportamiento.
Importa su expresión.
Para entender cómo operan nuestros genes, debemos apreciar las diferencias entre poseer
un gen dado y el grado en el que dicho gen expresa su marca proteínica. En la expresión de
un gen, básicamente, un poco de ADN produce ARN, el cual a su vez crea una proteína que
hace que algo suceda en nuestra biología. De los aproximadamente treinta mil genes en el
cuerpo humano, algunos se expresan sólo durante el desarrollo embriónico, y luego se
apagan para siempre. Otros se prenden y apagan constantemente. Algunos se expresan sólo
en el hígado, otros sólo en el cerebro.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 215.
39


Genes y entorno: activación /desactivación.
Todo se influye.
Es biológicamente imposible para un gen operar independientemente de su entorno: los
genes están diseñados para ser regulados por las señales de su entorno inmediato,
incluyendo las hormonas del sistema endocrino y los neurotransmisores en el cerebro,
algunos de los cuales, a su vez, son profundamente influidos por nuestras interacciones
sociales. Así como nuestra dieta regula ciertos genes, nuestras experiencias sociales
también determinan un grupo específico de controles genómicos de activación/desactivación.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 216.
40
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Formación cerebral.
Ratones y lamidas.
Cuanto más cuidadosa sea la madre, más alertas, confiados y sin miedo serán las crías.
Cuanto menos cuidadosa sea, más lentos serán en el aprendizaje, y se sentirán más
abrumados por riesgos y amenazas. Igualmente revelador, la cantidad de lamidas y cuidados
de la madre determina cuánto una cría hembra, a su vez, lamerá y cuidará de sus crías en el
futuro.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 220.
41


Hábitos…
Rutas prefijas neuronales.
Erickson utilizaba este relato como metáfora acerca de cómo se forman los hábitos. Pero su
historia de los primeros pasos en la nieve, y los repetidos viajes por el sendero así formado,
también ofrecen un modelo apto sobre cómo los senderos neurológicos se establecen en el
cerebro. Las primeras conexiones hechas en el circuito neurológico se fortalecen cada vez
que se repite la secuencia, hasta que dicho sendero se vuelve tan dominante que se vuelve
la ruta automática, y así se establece un nuevo circuito.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 224.
42


Andamio neurológico.
Cambio de patrones de conducta.
Los neurocientíficos usan el término “andamio neurológico” para describir un circuito cerebral
en donde estas conexiones se fortalecen con el uso repetido, como un andamio en una zona
de construcción. Los andamios neurológicos explican por qué un patrón de conducta, una
vez establecido, requiere un esfuerzo para ser modificado. Pero con nuevas oportunidades, o
tal vez con esfuerzo y vigilancia, uno puede establecer y reforzar un nuevo sendero.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 230.
43


Recuperación de la alegría.
Base de la…
La habilidad de un niño para reparar tal desconexión, para resistir una tormenta emocional y
volver a reconectarse, es la llave para una vida feliz. El secreto yace no en evitar las
inevitables frustraciones y contratiempos de la vida, sino en aprender a recobrarse. Cuanto
más rápida sea la recuperación, mayor será la capacidad del niño para la alegría.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 249.
44


Prefrontales: derecho e izquierdo.
Humor positivo y negativo.
La actividad en el área prefrontal solamente es un rastro de nuestro humor: el lado derecho
se activa cuando estamos malhumorados, el lado izquierdo cuando estamos de buen humor.
Pero incluso cuando estamos de un humor neutro, el porcentaje de actividad de fondo en
nuestras áreas prefrontales derecha e izquierda es un medidor notablemente exacto del
rango de emociones que experimentamos típicamente. La gente con más actividad en el lado
derecho es particularmente susceptible a momentos de depresión o irritación, mientras que la
que tiene más actividad en el lado izquierdo suele experimentar días más felices.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 261.
45


Formación del amor.
Apego /cuidado /sexo.
El apego determina a quién acudiremos por ayuda; esos son a quienes más extrañamos
cuando están ausentes. El cuidado nos urge a ayudar a quienes más nos preocupan. En el
apego nos enganchamos, cuando brindamos cuidados, somos los proveedores. Y el sexo,
bueno, es sexo.
Estos tres elementos se entremezclan en un elegante balance, una interacción que cuando
todo va bien avanza el diseño de la naturaleza para la continuación de la especie.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 271.
46
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
Ansiedad y amor.
Desarrollo de signos personales.
Una vez que forman una relación, los individuos ansiosos pueden dejarse dominar por el
miedo al abandono o por ser hallados, de algún modo, deficientes. Son propensos a todos
los signos de la “adicción amorosa”: preocupación obsesiva, ansiedad y cohibición, y
dependencia emocional. Con frecuencia sumidos en la angustia, son aquejados por
preocupaciones de todo tipo respecto a sus relaciones, tales como ser abandonados por su
pareja, o se vuelven hiper vigilantes y celosos en torno a supuestas infidelidades. Y con
frecuencia presentan también el mismo tipo de preocupaciones en sus amistades.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 279.
47

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Necesidad de conciencia.
Control de la testosterona.
Cuanto mayor el nivel de testosterona, peor la situación.
Por otro lado, observa el estudio, muchos hombres con altos niveles de testosterona están
felizmente casados. Lo que causa la diferencia, proponen los autores, es el punto en el que
los hombres han aprendido a controlar los impulsos más salvajes inducidos por la
testosterona. Los sistemas prefrontales tienen la llave para manejar los impulsos de todo
tipo, tanto sexuales como agresivos. Esto nos lleva de regreso a la necesidad del camino alto
y su capacidad para controlar al camino bajo, como un contrapeso a la líbido pura.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 300.
48
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Compasión y empatía.
Importancia de la pareja.
La empatía juega el rol esencial en el cuidado, ya que después de todo se centra en
responder a las necesidades de otros antes que a las propias. La compasión, un vocablo
grandilocuente, en su ropaje diario es simple disponibilidad, sensibilidad o capacidad de
respuesta, todas señales de buenos padres o amigos. Y cuando es cuestión de una pareja
potencial, recordemos que tanto hombres como mujeres supuestamente consideran a la
bondad como la característica principal a tener en cuenta.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 309.
49


Química de la bondad.
Basada en la oxitocina.
Los beneficios de la oxitocina parecen emerger en una variedad de interacciones sociales
agradables, especialmente en todas las formas del cuidado de otros, cuando la gente
intercambia energía emocional pueden provocar mutuamente el sentimiento placentero que
esta molécula otorga. Uvnas-Moberg sugiere que la exposición repetida a la gente con
quienes sentimos los lazos sociales más estrechos puede condicionar la liberación de
oxitocina, por lo que el mero hecho de estar en su presencia, o incluso siquiera pensar en
ellos, puede inducir una dosis placentera de oxitocina.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 310.
50


Alergias sociales a hábitos.
El problema de la pareja.
Esta letanía de quejas señala el florecimiento de una “alergia social”, una fuerte aversión
hacia los hábitos de la pareja romántica que, como un alergénico físico, al primer contacto no
causa reacción alguna, y no lo haría en la mayoría del resto de la gente, pero que se vuelve
más sensible con cada exposición. Las alergias sociales emergen por lo general cuando una
pareja romántica comienza a pasar más tiempo junta, comenzando a conocerse
íntimamente, incluso sus defectos. La cualidad irritante de la alergia social crece a medida
que el poder inoculante de la idealización romántica mengua.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 311.
51


Base de la autoestima.
Relación con los demás.
Este sentido de nuestro valor social y estatus, y por tanto de nuestra autoestima, proviene de
los mensajes acumulativos que recibimos de los demás acerca de cómo nos perciben. Tales
amenazas a nuestra posición en los ojos de los demás son biológicamente potentes, casi tan
poderosas como las que aseguran nuestra supervivencia. Después de todo, la ecuación
inconsciente mantiene que, si somos considerados no-deseables, bien podríamos sentir no
sólo vergüenza, sino además, un rechazo total.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 330.
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

Eliminar lazos negativos.
Da más salud y bienestar.
El deshacernos de lazos sociales no beneficiosos puede ser una medida preventiva para
administrar mejor nuestro propio estado emocional. De hecho un estudio central de ancianos
estadounidenses que envejecían satisfactoriamente mostró que cuanto más emocionalmente
satisfactorias eran sus relaciones, menores eran los niveles de indicadores biológicos de
estrés como el cortisol.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 342.
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Malos recuerdos.
Afectan la salud.
Porque los malos recuerdos pueden ser molestos, apareciendo repentinamente en la
conciencia sin ser solicitados, y porque el simple recordar un conflicto puede disparar los
cambios biológicos que lo acompañaron, la tendencia a volver sobre los problemas tiene un
precio físico.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 345.
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
Emociones sociales.
Impactos fisiológicos.
Esa intuición ahora cuenta con datos sólidos que la apoyan: los fisiólogos han mostrado que
a medida que la gente se vuelve emocionalmente interdependiente, juegan un papel activo
en la regulación de la fisiología de las otras personas. Este entrecruzamiento biológico
significa que las señales que cada persona recibe de la otra tienen un poder particular para
afectar sus cuerpos, para bien o para mal.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 350.
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

Compasión y salud.
Desarrollo de emociones.
Este consejo sugiere que todos los que cuidemos de gente que sufra alguna condición
médica, aún cuando no tengamos palabras, debemos ofrecer siempre el don de una
presencia amorosa. Tal presencia requiere que tengamos empatía y balance emocional: si
podemos ser testigos del sufrimiento del paciente sin sentirnos desbordados, él podría recibir
un poco de alimento emocional de parte nuestra.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 355.
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
Compasión y sanación.
Nueva relación médico-paciente.
La palabra “sanar” (“heal” en inglés) proviene del inglés antiguo, hal, “completar o reparar”. El
sanar tiene un significado más amplio que el sencillamente curar una enfermedad, implica
ayudar a la persona a recuperar el sentido de totalidad y de bienestar emocional. Los
pacientes necesitan sanar junto con el cuidado médico, y la compasión sana de modos en
que ni la medicina ni la tecnología pueden hacerlo.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 365.
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

Ansiedad y agotamiento.
Impactos en neurología.
El “agotamiento” es un estado neurológico en el cual el incremento de las emociones dificulta
el funcionamiento del centro ejecutivo. Mientras estamos agotados no nos podemos
concentrar ni pensar claramente. Esa verdad neurológica tiene consecuencias directas para
alcanzar la atmósfera emocional óptima, tanto en la escuela como en la oficina.
Desde el punto de vista del cerebro, el funcionar bien en la escuela y en el trabajo involucran
un mismo estado, la clave del éxito para el desempeño. La biología de la ansiedad nos
expulsa de esa zona de excelencia.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 379.
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
Miedo y ansiedad.
Bloquea el acto cognitivo.
A mayor ansiedad, sentimos más impedida la eficiencia cognitiva del cerebro. En esta zona
de desdicha mental, los pensamientos que nos distraen llaman nuestra atención y agotan
nuestras fuentes cognitivas. Porque la gran ansiedad reduce el espacio disponible para
nuestra atención, reduce nuestra capacidad para adquirir nueva información, y mucho menos
para generar nuevas ideas. El estar al borde del pánico es el enemigo del aprendizaje y la
creatividad.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 380-381.
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
Estado de pánico.
Anulación de lo cognoscitivo.
Experimentamos pánico cuando nos damos cuenta que, por ejemplo, hemos demorado
demasiado tiempo en relación con aquel trabajo o memorando. A partir de este punto, el
aumento de la ansiedad erosiona la eficiencia cognitiva. Cuando las tareas se multiplican en
dificultad y el desafío se transforma en abrumante, el camino bajo se vuelve cada vez más
activo. El camino alto se agota al ver nuestra capacidad devorada por los desafíos y el
cerebro entrega el control al camino bajo. Este cambio neurológico de control de lo alto a lo
bajo da cuenta de la forma de U invertida.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 384.
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
Prejuicios y percepción.
Problemas de categorías.
Pero una vez que se establece un prejuicio negativo, nuestros lentes se empañan.
Tendemos a concentrarnos en lo que sea para confirmar nuestro prejuicio, e ignoramos lo
que no lo hace. El prejuicio, en este sentido, es una hipótesis desesperada por probarse a sí
misma frente a nosotros. Y entonces, cuando encontramos a alguien a quien se le aplique el
prejuicio, nuestras presunciones tergiversan nuestra percepción volviendo imposible verificar
si el estereotipo se aplica verdaderamente a esa persona. Los estereotipos hostiles en
relación con un grupo –fundados en preconceptos sin fundamento– son categorías mentales
fuera de control.
Una vaga sensación de ansiedad, un poco de miedo, o la mera incomodidad al no conocer
los signos culturales de ellos puede ser suficiente para dar comienzo a la tergiversación de
una categoría cognitiva.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 425.
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

Odio y cerebro.
Impactos a los otros.
La furia y el miedo, ambos controlados por la amígdala, amplifican la destructividad de una
desconfianza naciente. Cuando se ve abrumada por estas fuertes emociones, el área
prefrontal queda incapacitada, puesto que el camino bajo controla al alto. Esto sabotea la
capacidad de pensar con claridad, y por lo tanto impide una respuesta correctiva a la
pregunta esencial, ¿posee verdaderamente todas estas características negativas que le
atribuyo a Ellos?
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 426.
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

Adiestramiento mental.
Cambio de circuitos inconscientes.
Después de todo, la amígdala juega el rol del prejuicio implícito (así como el explícito). Y los
circuitos del camino bajo parecen difíciles de modificar.
Pero investigaciones más recientes han mostrado que los estereotipos automáticos y los
prejuicios son fluidos, los preconceptos implícitos no reflejan los “verdaderos” sentimientos
de una persona, sino que pueden cambiar. A nivel neurológico, esta fluidez puede reflejar el
hecho de que incluso el camino bajo continúa siendo estudiante voraz durante toda la vida.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 427.
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Perdón y liberación.
Sacar la obsesión de la mente.
Un antídoto se encuentra en el perdón. El perdonar algo contra lo que tengamos
resentimiento, revierte la reacción biológica: disminuye nuestra presión sanguínea, las
pulsaciones, y los niveles de hormonas de estrés así como también nuestro dolor y
depresión.
El perdón puede tener consecuencias sociales, como el hacer amigos de antiguos enemigos.
Pero no necesita tomar esa forma. Especialmente cuando las heridas están todavía frescas,
el perdón no requiere condonar una ofensa, olvidar lo sucedido o reconciliarse con el
victimario. Significa encontrar una manera de liberarse uno mismo de las garras de la
obsesión que nos lastima.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 437.
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Felicidad y riqueza.
No relación lineal: expectativas.
Al explicar por qué la gente más rica no es la más feliz, Kahnerman argumenta que a medida
que obtenemos más dinero, nos hacemos expectativas “más altas” y entonces aspiramos a
tener aún más y a contar con placeres más caros, una banda sin fin que no termina, ni
siquiera para los millonarios. Como él dice: “El rico puede experimentar más placeres que el
pobre, pero también requiere más placeres para alcanzar la misma satisfacción”.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 441-442.
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Vida satisfecha.
Base de buenas emociones: intercambio.
Seguramente, mucho de lo que hace que la vida valga la pena se reduce a nuestro
sentimiento de bienestar, nuestra felicidad y necesidad de realización. Y la buena calidad de
las relaciones es una de las fuentes más fuertes de dichos sentimientos. El contagio
emocional significa que un buen número de nuestros estados de ánimo provienen de las
interacciones que tenemos con otras personas. En cierto sentido, las relaciones sólidas son
como vitaminas emocionales, que nos sostienen a través de tiempos difíciles y nos nutren a
diario.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 443.
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Intercambio neurológico.
Base vital de la vida.
La vitalidad surge del contacto humano, especialmente de los vínculos amorosos. La gente
por quien más nos preocupamos son una suerte de elixir, una siempre renovada fuente de
energía. El intercambio neurológico entre un padre y su hijo, entre un abuelo y su nieto, entre
los amantes o una pareja satisfecha, o entre buenos amigos, tiene virtudes palpables.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 451.
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Conciencia e inconciencia.
Como camino alto y bajo.
El camino bajo funciona en automático, fuera de nuestra conciencia, y a gran velocidad. El
camino alto funciona con control de la voluntad, requiere esfuerzo y una intención consciente,
y se mueve más despacio. La dicotomía alto-bajo nos ayuda a identificar una distinción que
claramente importa para el comportamiento pero también puede simplificar excesivamente el
sistema de circuitos desaliñadamente complicado y entrelazado del cerebro.
La información neurológica específica de ambos sistemas no ha sido todavía dilucidada y
sigue en discusión.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 453.
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Cerebro social.
Circuitos que trabajan todo el cerebro.
De manera que el “cerebro social” –esos extensivos módulos neurológicos que orquestan
nuestras actividades cuando nos relacionamos con otras personas– consiste en sistemas de
circuitos que se extienden a lo largo y lo ancho. No hay un solo sitio que controle la
interacción social en ningún lugar dentro del cerebro. Más bien el cerebro social es un grupo
de redes nerviosas diferentes pero fluidas que se sincronizan relacionándose con otras.
Opera a nivel de los sistemas, donde las extensas redes nerviosas se coordinan para servir a
un propósito unificador.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 456.
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Inteligencia social.
Sistema cerebral humano.
Desde una perspectiva evolucionista, la inteligencia está entre esas capacidades humanas
que han ayudado a nuestra especie a sobrevivir. El cerebro social se desarrolló muchísimo
en las especies de mamíferos que viven en grupo, perfeccionándose como un mecanismo de
supervivencia. Los sistemas cerebrales que diferencian a los humanos de otros mamíferos
crecieron en proporción directa con el tamaño del vínculo humano primario. Algunos
científicos dicen que la destreza social –no la superioridad cognitiva ni la ventaja física–
puede ser lo que le permitió al homo sapiens eclipsar a otros humanoides.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 465.
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Desarrollo de inteligencia social.
Desde conocer hasta empatía.
Las funciones principales del cerebro social, desde la sincronía de la interacción, los tipos de
empatía, el conocimiento social, las habilidades de interacción, y la preocupación por los
demás, todo sugiere inteligencia social. La perspectiva evolucionista nos desafía a volver a
pensar el lugar de la inteligencia social en la clasificación de las habilidades humanas, y
reconocer que una “inteligencia” puede incluir habilidades no cognitivas.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 465.
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Inteligencia y sentimientos.
El cerebro mezcla las dos.
Pero ése es precisamente mi punto: cuando se trata de la inteligencia en la vida social, el
cerebro mismo mezcla las capacidades. Las habilidades no cognitivas como la empatía
primaria, la sincronía y la preocupación son aspectos inmensamente adaptativos del
repertorio humano para la supervivencia. Y estas capacidades por cierto nos permiten seguir
mejor el mandato de Thorndike de “actuar con sabiduría” en nuestras relaciones.
Inteligencia social. Goleman Daniel. Editorial Planeta Mexicana, 2006. México. Pág. 467-468.
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