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Liceo Manuel Barros Borgoño Departamento de Historia y Ciencias Sociales Guía de Estudio. La Colonia en Chile La Colonia o Chile colonial, es el nombre que recibe el período de nuestra historia sucedido entre 1598, con la batalla de Curalaba hasta el inicio del proceso de Independencia de nuestro país en 1810. ¿Recuerdas por qué el enfrentamiento de Curalaba marca el inicio de esta época? ¡Muy bien! Porque a partir de ese momento, los españoles pusieron fin a su avance a la conquista hacia el sur, estableciéndose desde el río Bío-Bío hacia el Norte, y los indígenas quedaron asentados desde ahí hacia el sur. Organización Institucional de la Colonia: Una vez establecido el territorio que españoles e indígenas ocuparían, se dio paso a organizar el poder y el control en estas nuevas tierras, por parte del Rey de España, Carlos V. La organización: Fundado en 1524. Asesoraba al rey en la redacción y ejecución de leyes. Supervisaba a las autoridades americanas. Decidía acerca de la defensa de las colonias y el trato de los indios. Virreinatos: Representantes directos del Rey. Hubo cuatro en América: Nueva España (1536), Perú (1542), Granada (1717), de la Plata (1776). Capitanías Generales: denominación que recibían zonas territoriales que requerían organizar y mantener un ejército para su protección. Ej: Chile por estar en conflicto con los mapuches. Creado en 1503. Órgano subordinado al Consejo. Controlaba y regulaba todo lo relacionado con el comercio americano, organizaba flotas que venían a América, concedía licencias para pasar al Nuevo Mundo. Controlaba el monopolio de las colonias americanas con España. Real Audiencia: creada en 1565 para Chile. Tribunal superior de justicia en las colonias americanas. Vigilaba el cumplimiento de leyes como la protección a los indígenas. Cabildo: representaba a los habitantes de la ciudad. Se encargaba de aspectos administrativos de ella. Los Gobernadores de Chile durante el siglo XVII: En este siglo el centro de la preocupación continuó siendo la Guerra de Arauco (enfrentamiento entre españoles e indígenas), motivo por el cual la Corte seleccionó a los gobernadores del país entre hombres de reconocida experiencia militar. El primero de ellos, Alonso de Ribera, un experto soldado quien ocupó el cargo de gobernador en dos ocasiones. Primero entre 16011605, en que emprendió una profunda reforma militar reflejada en la creación del ejército permanente, separando las tres armas (artillería, caballería, infantería) y la implementación de una estrategia de ocupación gradual del territorio indígena, mediante una línea de fuertes. De Ribera además fomentó la agricultura y las pequeñas manufacturas, reguló las normas del trabajo de los indios encomendados. En su segundo periodo (1612 – 1617), puso en práctica la política de guerra defensiva propiciada por el jesuita Luis de Valdivia. Entre 1605 y 1610, con Alonso García Ramón comenzó a funcionar definitivamente la Real Audiencia en Chile. Desde 1617 y 1620 gobernó Lope de Ulloa y Lemos, seguido por Francisco Laso de la Vega entre 1629 y 1639, quien repoblaría la destruida ciudad de Angol en 1637. Francisco López de Baides, entre 1639 y 1645 logró celebrar paces con los indígenas a través del sistema de parlamentos (Quilín, 1641) y fortificó Valdivia como medio para prevenir ataques de corsarios y piratas. El gobierno de Martín Mujica (1645 -1649) fue alterado por el gran terremoto de 1647, que destruyó la ciudad de Santiago. En contraste, el período del militar Antonio de Acuña Cabrera (1650 – 1656), se caracterizó por irregularidades como otorgar puestos de importancia en el ejército a familiares, quienes hicieron muy mal uso de sus facultades, como negociar indios de paz como esclavos. En 1655 ocurrió una gran rebelión araucana producida por malas gestiones como la anterior, lo que logró destituir a Acuña por el Cabildo de Concepción. A pesar de esto, los últimos gobernantes del siglo XVII dejaron fama de honradez y capacidad, como lo fueron los gobiernos de Juan Henríquez (1670-1681), José de Garro (1682-1692) y Tomás Marín de Poveda (1692-1700), éste último reanudó el sistema de parlamentos y dio impulso a las misiones (de tipo religioso y espiritual) de paz con los indígenas. Gobernación y Gobernadores en el siglo XVIII: Este siglo se caracterizó por el carácter absolutista y centralizador de la Corona española bajo la dinastía de los Borbones (de origen francés). Los monarcas conservaban el poder y lo robustecían reconcentrando en sus manos las atribuciones que algunos de sus antecesores se habían dejado quitar. Esta idea del poder absoluto concentrado en la figura del Rey, se conoció como despotismo ilustrado (pensamiento filosófico ilustrado y absolutismo monárquico) y fue el concepto político predominante durante el siglo XVIII en Europa. En relación a la administración de América, los reyes y autoridades prestaron más atención en la elección de los funcionarios a quienes se les encargaba el mando de las colonias, enfocándose en apoyar toda la administración en el interés público. La gobernación de Chile fue entonces muy afortunada, ya que la mayoría de los gobernadores nombrados fueron muy buenos y leales. En general, los gobernadores de la dinastía Borbona fueron colaboradores prudentes y organizados, contribuyeron a regularizar la administración fortaleciendo sus atribuciones, favorecieron el desarrollo del comercio y la industria (lo que contrastó con la supremacía de la actividad agrícola del siglo anterior). Sin embargo, la particularidad de estos gobernadores fue que poco a poco comenzaron a alejarse de la autoridad del Virrey, pasando a depender directamente del Rey en España, lo que se ejemplifica con la creación de las Intendencias en Chile en 1786. Además, la Guerra de Arauco dejó de ser la primera preocupación de estos gobernadores. Entre los más destacados, se encuentran: Antonio Manso de Velasco (1737-1745): Protegió el comercio chileno y fundó varias ciudades para solucionar el problema de la dispersión de la población en el territorio. Nacen así: San Francisco de la Selva de Copiapó, San Felipe el Real, Melipilla, Rancagua, San Fernando, Curicó, Talca, Cauquenes y Los Ángeles. Domingo Ortiz de Rozas (1745-1755): Continuó con la política de fundaciones de ciudades: Quirihue, Coelemu, La Florida, Petorca, Casablanca y La Ligua. Estimuló el comercio del trigo y en su período se inauguró la Real Universidad de San Felipe, además de comenzar a funcionar la Casa de Moneda. Ambrosio O´Higgins (1788-1796): Uno de los gobiernos más fructíferos de este siglo. Ícono del despotismo ilustrado, promovió el progreso del país y se impuso en contra de los abusos que se cometían con los indígenas. Suprimió la encomienda en 1791. Fundó ciudades como Illapel, San Ambrosio de Vallenar y Los Andes, lo que no fue sencillo, ya que estas nuevas ciudades se oponían a los intereses de los grandes hacendados y de los que aún vivían de los caceríos de las minas. Aun así, surgieron otras ciudades, como San José de Maipo, Constitución, Linares, Parral, además de repoblarse Osorno destruida en el siglo XVI. En Santiago, construyó los tajamares que defenderían la ciudad de las inundaciones del Mapocho. Trazó el recorrido de la actual ruta 68 que une Valparaíso con Santiago y celebró el reconocido Parlamento de Negrete en 1793, donde se estableció entre otras cosas, que si bien nominalmente el territorio mapuche correspondía al Rey, queda aclarado que la posesión de esas tierras quedaba en manos de los mapuche. Por esto y otras cosas más, Ambrosio O´Higgins fue una de las personas más representativas del despotismo ilustrado y un gran aporte al progreso de Chile durante el siglo XVIII. Su talento político, su fidelidad y su apasionado espíritu reformista, no dejaron indiferente al Rey, quien le otorgó nombramientos tan relevantes como Barón de Ballenary, Virrey del Perú y Márqués de Osorno. La Guerra de Arauco: Como dijimos, la Guerra de Arauco, que enfrentó a españoles e indígenas desde la Conquista, ocupó un lugar importante durante el siglo XV y XVI, teniendo importantes hitos que dieron muerte a gobernadores en el territorio, como la Batalla de Tucapel en 1553 (Pedro de Valdivia) y Curalaba en 1598 (Martin Oñez de Loyola). Ésta última definirá una nueva forma de enfrentamientos entre estos dos bandos que proclamaban ser dueños de estas tierras. Guerra Ofensiva, Frontera y Ejército Permanente: Establecida por Alonso de Ribera a inicios del siglo XVII con el fin de defender la línea de frontera en el río Bío Bío. Para esto, se construyeron numerosos fuertes y se pidió la creación de un ejército permanente, reemplazando al anterior ejército creado por vecinos de las ciudades, sin preparación militar. Tal nuevo ejército fue financiado por el Perú. Aquello permitió que los agricultores se dedicaran por entero a sus labores, al ya contar con soldados profesionales que fueran a la guerra, lo que favoreció la producción agrícola. Guerra Defensiva: en 1608, el Rey Felipe III dictó una cédula que permitió la esclavitud de los indígenas en guerra, en parte porque los españoles comenzaron a necesitar mano de obra para las faenas. Esto provocó que los españoles invadieran el territorio mapuche para raptar indígenas y venderlos como esclavos. Ante esto, el sacerdote Luis de Valdivia (imagen) luchó para conseguir que se suspendieran estas invasiones, asumiendo la tarea de evangelizar a los indígenas para mantener la paz. Esta guerra defensiva duró entre 1612 y 1624, y en general no tuvo buenos resultados, ya que no se logró que los indígenas se convirtieran al ritmo necesario ni los españoles dejaran de raptar y venderlos. La muerte de este sistema ocurrió cuando en una parte de la frontera se encontró las cabezas de tres jesuitas que se habían adentrado a territorio mapuche a una de estas fallidas misiones. Guerra Lucrativa y Sistema de Parlamentos: La venta de indígenas fue un negocio muy rentable durante la primera mitad del siglo XVII, los abusos y excesos que esto acarreaba provocó la gran rebelión de 1655, momento en el cual el gobernador Antonio de Acuña y Cabrera, con el pretexto de castigar algunas sublevaciones, lucró con la venta de los indígenas. Tras destituirse Acuña y viendo la Corona que ya existía mano de obra disponible para los trabajos (mestizos), se abolió la esclavitud en 1683. Ahora, en la frontera entre españoles e indígenas existió un verdadero intercambio comercial entre españoles e indígenas, entre los que se encontraban productos como vino, aguardiente, géneros, baratijas, alimentos, ponchos y animales. Este nuevo contacto avivó además, el mestizaje racial entre los dos bandos. El primer Parlamento fue celebrado en 1641 en Quilín (imagen), bajo el gobierno de Fco. López de Zuñiga. Frecuentemente, en los Parlamentos se realizaban largos discursos, se estipulaban las paces y luego, tras un intercambio de regalos, todos fraternizaban en grades festejos. Las razones por las cuales la Guerra de Arauco parece perder intensidad durante el siglo XVIII, radica en el espíritu ilustrado de los Borbones, más cercano al progreso económico que a la guerra, el reemplazo de la mano de obra indígena por los mestizos, los que pasaron a convertirse en inquilinos en las faenas agrícolas. Así, existieron otras rebeliones, en 1723 y 1776 que, gracias a lo anterior, no tuvieron mayor éxito. El último Parlamento importante fue el de Negrete en 1793, bajo el gobierno de Ambrosio O´Higgins. La Economía en la Colonia: La actividad económica durante la Colonia fue diversa a medida que se fue estableciendo el orden y el control de la Corona en el territorio y respondió a las necesidades tanto de ella, como de los habitantes de estas tierras. SIGLO XVI SIGLO XVII SIGLO XVIII Lavaderos de oro y Encomienda Mercedes de Tierra: Agricultura y Ganadería Comercio, sebo y cueros Comercio del Trigo Consolidación de la Hacienda 1. LOS LAVADEROS DE ORO, ECONOMÍA DEL SIGLO XVI: Podemos decir que la economía del siglo XVI en Chile giró alrededor de la minería del oro. El primer lavadero, revelado por Michimalonco en las cercanías de Concón (V Región) permitió extraer la primera riqueza de este tipo por los españoles. La época de mayor prosperidad minera en Chile parece ser la que va de 1558 a 1580, pues durante ella todos los lavaderos están siendo explotados. A estos hay que agregar otros lavaderos menores de Santiago, los minerales de Andacollo, y los lavaderos de La Imperial, Villarrica, Valdivia y Osorno, en el sur de Chile. A fines de 1580, las minas comenzaron a agotarse y el siglo terminará casi sin metal precioso, porque las minas del Sur se cerraron debido al gran alzamiento indígena que trajo consigo el desastre de Curalaba, que destruyó las ciudades de esa zona donde estaban situados los más ricos lavaderos y la más abundante mano de obra. 2. LA ENCOMIENDA, PROVISIÓN DE MANO DE OBRA INDÍGENA: Los trabajos que demandaba la explotación de los lavaderos de oro eran enormes y éstos sólo podían ser realizados por los aborígenes del Nuevo Mundo. Para obtener la mano de obra necesaria, el español se valió de una antigua institución española y la aplicó con variantes en América: la encomienda. Esta consistía, en entregar un grupo de naturales a un capitán español, el cual debía percibir el tributo que el aborigen como súbdito del monarca castellano debía pagar a éste. Era pues la encomienda una merced que el Rey hacía a un español para que cobrara, en su nombre los tributos de los indígenas y como éstos eran pobres y no tenían posibilidad de pagar en dinero tal tributo, debían hacerlo en trabajo. De ese modo, el español no pagaba salario por el trabajo realizado y sólo debía dar al indígena lo que la legislación consignaba, es decir, ciertas obligaciones, como dar a los indígenas vestidos y sustento cuando trabajaban en sus minas, estaba obligado además a defender el territorio donde estaban sus pueblos, reparar puentes, construir caminos y por último debía concurrir, cuando fuera necesario, a la guerra. Aun así, y a pesar de las Tasas creadas para regular este tipo de trabajo (de Santillán, 1559) las arduas labores ejecutadas en las minas, la mala alimentación que se les proporcionaba, la llegada de enfermedades nuevas, y el mestizaje terminaron por diezmarlos. Fue abolida a fines del siglo XVIII por Ambrosio O´Higgins. 3. LAS MERCEDES DE TIERRA, PROPIEDAD PRIVADA DEL SUELO: Las encomiendas no constituían derecho de propiedad sobre la tierra; ésta dependía de otra institución que se llamó la Merced de tierra, que consistía en que el gobernador, el cabildo o el propio Rey entregaba a un español la propiedad de una porción de tierra, para su gozo y dominio de él y sus descendientes. La merced de tierras, que necesitaba de formalidades legales para su goce como la mensura, la toma de posesión y la confirmación real, se expresó en las ciudades y sus alrededores en forma de solares y chacras, las estancias o haciendas. Algunas de éstas alcanzaron considerable extensión y eran heredables. Hacia fines del siglo XVI suben su valor, debido la emigración de ciudadanos del Sur por la Guerra de Arauco. 4. LA AGRICULTURA Y LA GANADERÍA EN EL SIGLO XVI EN CHILE: La agricultura chilena nace antes de la llegada de los españoles, pues los incas, que habitaban o tenían sometida a la parte norte del país, habían creado una agricultura bastante avanzada asociada al maíz, la papa y la quinoa, el ají y otros productos. El español introdujo en el país cultivos como el trigo, y árboles frutales europeos, que se adaptaron con gran facilidad, constituyendo algunos de ellos verdaderos bosques en el sur, como es el caso de las manzanas. Animales domésticos y ellos dieron origen a una importante cantidad de ganado. Importancia tuvo la introducción del caballo, de la vaca, de la oveja, del cerdo, la cabra y las gallinas, todos los cuales se adaptaron y reprodujeron rápidamente. 5. COMERCIO Y ECONOMÍA DE SEBO Y CUEROS EN EL SIGLO XVII: También a fines del siglo XVI y principios del siglo XVII, la aparición de plata en las minas de Potosí, transformó la economía del sur de América, y el Virreinato del Perú se convirtió en un gran productor de metales preciosos y consumidor de productos de reinos vecinos. Chile remitió hasta el Perú diversas especies que constituyeron rubros de ingresos económicos de mayor importancia. La demanda de Potosí, que trató de cubrir Chile, consistía en alimentos como cereales y frutas secas, vino y aguardiente, pero principalmente productos de la ganadería: cueros, charqui, sebo (para velas), vellones (cuero curtido de carnero u oveja, con su lana), cordobanes (cueros curtidos de cabra) y jarcias (aparejos para las embarcaciones). La industria del cuero fue durante todo el siglo una industria en alza. Por último, debemos decir que el charqui constituía el alimento fundamental en los distritos mineros alejados de las regiones agrícolas y con escasa fertilidad en sus suelos. El comercio de productos ganaderos sirvió de base a las primeras grandes fortunas del Reino. Por otra parte, la posesión de las tierras donde se podía mantener el ganado dio origen a otras fortunas. 6. SIGLO XVIII: EL SIGLO DEL TRIGO EN CHILE: Un inesperado acontecimiento cambió completamente la fisonomía agrícola de Chile a fines del siglo XVII. En 1687 ocurrió en Lima un fuerte terremoto, que destruyó esa ciudad y la vecina del Callao, junto a ello el tizón o polvillo negro apareció en las siembras de trigo peruano produciendo una fuerte crisis. Al iniciarse el siglo XVIII Chile aparece como gran productor y exportador de trigo. La vida chilena de fines del siglo XVIII girará en torno a la hacienda y el trigo, que será básicamente el elemento que más divisas aportará a los habitantes del territorio. La hacienda colonial llevó una existencia semi aislada con muy pocos contactos con el mundo exterior. Dentro de sus límites estaba todo lo que el hombre necesitaba; el alimento se producía allí y el vestuario para los campesinos era hilado y tejido en ella. Del mundo externo, recibía muy poco. 7. LA INDUSTRIA Y LAS ARTESANÍAS: La industria tuvo en Chile un desarrollo bastante lento; al principio cada cual molía su trigo y su maíz. La primera industria podemos decir que la estableció el alemán Bartolomé Flores, que construyó en 1548 un molino en la falda norte del cerro Santa Lucía, La industria molinera fue en consecuencia la primera que se estableció en nuestro país aumentando significativamente su número durante el siglo XVII. Durante el siglo XVIII, la incipiente industria chilena decae. Sólo los molinos y las fábricas de vinos se mantienen en pie, el resto comenzó a morir por la disminución de la mano de obra barata y, sobre todo, por la sobreproducción de mercaderías que a raíz del comercio de contrabando se experimentó en Chile. Los oficios de artesanías eran variados, herreros, plateros, zapateros, sastres, carpinteros y otros se agrupan en gremios. A ellos accedía una parte de la población mestiza y nativa del país y en algunos casos lograron formar patrimonio suficiente para ubicarse en una escala social intermedia. Los oficios estaban en general regulados por el Cabildo, que dentro de la ciudad era el rector de la economía citadina. Los artesanos chilenos eran bastante buenos, sobre todo los que en el siglo XVIII aprendieron su oficio de los maestros jesuitas. La Sociedad Colonial: Cuando hablamos de sociedad colonial, nos referimos básicamente a todo lo que sucedía en este período. Las costumbres, la cultura, y todo lo que rodeaba al contexto económico y político, se puede considerar como parte de la vida cotidiana. Población y Sociedad: Como ya hemos señalado, uno de los procesos más interesantes que se desarrollaron durante la Colonia fue el mestizaje. Desde la llegada de los españoles, las relaciones establecidas entre conquistadores e indígenas tejerían una intrincada trama social. Hasta las más altas autoridades, tanto políticas como eclesiásticas, consentían la unión entre españoles e indígenas, dada la desproporción entre los sexos existentes en el grupo blanco. Casi todas las expediciones hispanas estaban conformadas solo por hombres, por lo que las jóvenes indias eran codiciadas entre las huestes. Transformada en una práctica casi habitual, la unión terminaría por engendrar una gran cantidad de niños y niñas que difícilmente conocerían a sus padres, pero que constituirían los pilares de la población chilena. Los mestizos se transformaron, entonces, en la raza más numerosa que circundaba por los nacientes centros urbanos, así como también serían el reemplazo natural de la mano de obra que se necesitaba en aquella época, ante la disminución considerable de la población indígena (muerta o replegada tras la línea de guerra). Rígidas jerarquías: Sin lugar a dudas, la sociedad colonial era estratificada. Resultaba fácil identificar los niveles en los que ésta se dividía, ya que cada uno de ellos poseía rasgos característicos. Es así como en la parte alta de la escala social se encontraba la aristocracia, conformada por españoles y criollos (hijos de españoles nacidos en Chile). Su principal fuente de poder residía en el control de la tierra (eran dueños de enormes haciendas) y en las relaciones que mantenían con la corona española. Poseían, además, encomiendas. En el contrato del medio se encontraban los españoles pobres, que arribaron a nuestro país después de la Conquista y los mestizos. Los primeros poseían menos privilegios por carecer de la gloria alcanzada tras la aventura, pero, sin lugar a dudas, poseían conocimientos que los distinguían de un simple sirviente. Si bien los segundos actuaban como subordinados, ellos desarrollaban tareas de artesanía fina, comercio y servicios, entre otras. Los indígenas (indio + blanco), mulatos (negro + blanco) y zambos (indio + negro) integraban el nivel más bajo. Por su condición y origen, eran menospreciados, marginados y obligados a realizar los trabajos más forzosos y sacrificados. Por supuesto, todos esto grupos eran marginados y humillados por la clase más acomodada. Españoles: Virreyes, gobernadores, presidentes y oidores de la Real Audiencia, Arzobispos, Obispos, funcionarios y comerciantes dela Corona. Criollos: Encomenderos y hacendados, con acceso a cargos en los cabildos. Mestizos: Peones agrícolas, artesanos, carpinteros, albañiles, pequeños comerciantes, etc. Quienes se empobrecían pasaban a vagabundos. Indios: Encomendados españoles y criollos o en resguardos que suministraban trabajadores para minas y haciendas. Negros: Esclavos. Trabajaban en minas y plantaciones, o como sirvientes de las familias más pudientes.