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A VANCES enTraumatología, Cirugía Ortopédica Rehabilitación, Medicina Preventiva y Deportiva VOLUMEN 36 FASCÍCULO 3 2006 Vol. 36, nº 3 A VANCES en Traumatología, Cirugía Ortopédica, Rehabilitación, Medicina Preventiva y Deportiva Fundador Dr. Juan Ballester Peris † Coordinador de la revista Dr. Lluis Roger Berenguer PUBLICACIONES NACIONALES TÉCNICAS Y EXTRANJERAS, S.A. puntex@puntex.es www.puntex.es Edición Sant Cugat Director Dr. Miquel Ferrán Olivé Asesoría Científica Oficina Central: Padilla, 323 08025 BARCELONA (España) Tel.: 934 462 820 Fax: 934 462 064 Comité de Redacción Delegación: López de Hoyos, 168 1ºD ext. 28002 MADRID (España) Tel.: 915 103 460 Fax: 915 102 255 Prof. Enrique Cáceres Palou Dr. Josep Comellas Alabern Dr. Fernando Granell Escobar Redactor Jefe: Secretario: Vocales: Director General Ramon Martín lmendez@puntex.es Área Comercial Yolanda Martín ymartin@puntex.es Producción Andrés Petchamé apetchame@puntex.es Marketing Elisabeth Martín emartin@puntex.es Redacción Raúl Sanahuja rsanahuja@puntex.es Susana López (Secretaría) slopez@puntex.es Publicidad Miguel Navarrete mnavarrete@puntex.es Elia García (Madrid) egarcia@puntex.es Jordi Hernáez (Barcelona) jhernaez@puntex.es I+D Alberto Martín amartin@puntex.es Consejo Territorial Diseño Gráfico Patricia Oliveras poliveras@puntex.es Dr. Josep Barrachina Pérez Dr. Aureliano Montiel Giménez Dr. José Mª. Aguilera Vicario Dr. Miquel Gifreu Sánchez Dr. Joaquím Raventós Paucirerol Dr. Lluis Torruella Guila Aragón: Dr. Félix Pastor Loscertales Cantabria: Dra. Mercedes Cobo Fernández Comunidad Valenciana: Dr. Vicente Almer Llopis Illes Balears: Dr. Antonio Llabrés Cursach La Rioja: Dr. Epifánio J. Sánchez Marquijano Navarra: Dr. José Luis Sinués Martín País Basco: Dr. Ramón Mora Fernández Edición Coslada Económico Financiero Àngela Pallarès apallares@puntex.es Director Dr. Miguel García Munilla Asesoría Científica Impreso en: EPS Depósito legal: B-7461/85 ISSN: 0214-4077 Publicación autorizada por el Ministerio de Sanidad como Soporte Válido. Ref. S.V.R. 422. La Dirección de la Revista no acepta responsabilidades derivadas de las opiniones o juicios de valor de los trabajos publicados, la cual recaerá exclusivamente sobre sus autores. Esta publicación no puede ser reproducida total o parcialmente por ningún medio, sin la autorización expresa por escrito de los editores. Comité de Redacción Consejo Territorial Dr. Luis Alcocer Pérez-España Dr. Rafael Cruz-Conde Delgado Prof. Antonio López Alonso Redactor Jefe: Dr. Miguel Arilla Castilla Secretario: Dr. Javier Zamora Vicente de Vera Vocales: Dr. Jesús Castaño Lloris Dr. Ricardo Rodríguez de Oya Dr. Benjamín García González Dr. Cristóbal Rodríguez Hernández Andalucía: Dr. Manuel Ruiz del Portal Canarias: Dr. Rafael Vega Cid Castilla-La Mancha: Dr. Pedro Carrillo Gómez Castilla-León: Dr. Jesús Sánchez García Extremadura: Dr. Diego Cachero Bernández Galicia: Dr. Javier Pombo Prieto Murcia: Dr. Rafael de Mena Sarrió VOL. 36, nº 3 2006 SUMARIO 168 REVISIÓN Y ACTUALIZACIÓN DEL ARTÍCULO “TROMBOFLEBITIS POSTRAUMÁTICAS”, REALIZADO POR EL DR. JUAN Mª GÜELL FORTUNY Javier Beltrán Carles Miquel Abbad Revisión EXÉRESIS DE LA GRASA DE HOFFA EN LA ARTROPLASTIA DE RODILLA F. Maculé, C. Vilalta, G. Piloni, S. Lasurt, J.M. Segur, C. Mallofré, A. Domingo, S. Suso 180 Revisión OPCIONES TERAPÉUTICAS ANTE LA PRÓTESIS INFECTADA. REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA L. García, A. Gargantilla, J. Ballabriga, J. Calmet, J. Giné 184 INFLUENCIA DE LOS DATOS RADIOGRÁFICOS EN EL RESULTADO DEL TRATAMIENTO DEL SÍNDROME SUBACROMIAL A. Arenas Planelles, J.A. Ortega, A. Arenas Miquélez, H. Ayala, A. Garbayo 188 FIJADOR EXTERNO EN LAS FRACTURAS COMPLEJAS DE MUÑECA P.M. Louzao, V. Souto, A. Garea, A. Ismael, J.M. Miranda, F.J. Baña, L. Otero 194 Revisión ATRODESIS METACARPOFALÁNGICA DEL PULGAR. ESTUDIO COMPARATIVO ENTRE DOS MÉTODOS DE OSTEOSÍNTESIS: AGUJAS DE KIRSCHNER VERSUS TORNILLO DE HERBERT I. Proubasta, C. Lamas, J. De Caso, J. Itarte 200 Caso OSTEOCONDROMA DE LA COLUMNA CERVICAL. A PROPÓSITO DE UN CASO Y REVISIÓN DE LA LITERATURA R. Plaza, D. Popescu, A. Combalía, S. Suso 207 FRACTURA-ARRANCAMIENTO DE LA TUBEROSIDAD ISQUIÁTICA. TRATAMIENTO QUIRÚRGICO Y PRONÓSTICO J.J. Lecumberri, A. Arenas Planelles, J.A. Ortega, A. Arenas Miquélez 211 OSTEOPOROSIS IDIOPÁTICA TRANSITORIA DE LA RODILLA. CINCO CASOS Y REVISIÓN DE LA LITERATURA F. Maculé, S. Sastre, S. Lasurt, J.M. Segur, P. Torner, C. Vilalta, S. Suso 215 Clínico Caso LUXACIÓN PERIASTRAGALINA EN EDAD PEDIÁTRICA V. M. Teruel, L.A. Paul, E. Oncalada, R. Sainz, M. Vicente, A. Ramos 220 OS INTERMETATARSEUM. CASO CLÍNICO Y REVISIÓN BIBLIOGRÁFICA X. Goikoetxea, J. Molano, I. Garmilla, A. Gay, D. Izal 225 TUBERCULOSIS DE CODO: REAPARICIÓN DE UN VIEJO PROBLEMA OSTEOARTICULAR R. Sanjuán, P.J. Jiménez, J.M. Pelayo 229 Nuestros Clásicos Revisión Revisión Clínico Caso Clínico Caso Clínico Caso Clínico Caso Clínico EDITORIAL El objetivo de toda revista científica es la divulgación del conocimiento, es decir extender lo más posible los conocimientos en un área determinada de unas personas, entre las otras que pueden estar interesadas en dichos temas. Los profesionales especialistas que nos remiten a esta redacción los originales para su publicación, realizan un esfuerzo importante para hacer llegar los resultados de su trabajo a otros profesionales y sin duda a la distribución de nuestra revista, fundamentalmente entre los traumatólogos de nuestra sociedad de forma regular y gratuita, contribuye de forma eficaz a este propósito. Se ha discutido sobradamente sobre la prevalencia o la caducidad de la información divulgada en formato revista escrita frente a la publicada en soporte electrónico. De forma general aceptamos, con una gran mayoría, que ambas formas de publicación tienen un espacio y un valor complementario, y que así como el soporte escrito concede la libertad de la lectura en cualquier momento, el soporte electrónico es una opción que amplía el ac- VANCES ATraum ceso a un gran número de personas interesadas sin estar sometidos a las restricciones que la ley de protección de datos nos marca. La Mutua ASEPEYO ofrece una gran oportunidad para todos los profesionales dedicados a la cirugía ortopédica y la traumatología en todos sus aspectos, el asistencial, el quirúrgico, la exploración por imágenes, la fisioterapia, etc., al facilitar el acceso a la publicación de la revista AVANCESTraum, a través de la web de la mutua, que la editora y su equipo se comprometen en mantener actualizada. Esperamos que este acceso, hasta hace poco restringido sólo a los profesionales de la mutua, sea utilizado con satisfacción y en beneficio de todos. www.asepeyo.es/Biblioteca/Publicaciones/ Revista Avances Luis Roger Berenguer Coordinador de la revista 167 Tromboflebitis postraumáticas* NUESTROS CLÁSICOS J. M. Güell Fortuny *Artículo publicado en el volumen 1 nº 3 del tercer trimestre de 1972 en nuestra revista “Traumatología, Cirugía y Rehabilitación” 001926 La elevada incidencia de complicaciones venosas de tipo oclusivoinflamatorio, en pacientes que han sufrido traumatismos con inmovilización posterior, o reparaciones quirúrgicas asimismo seguidas de inmovilización, ha motivado el serio planteamiento del problema, en un intento de disminuir estas desagradables secuelas que crean un importante conflicto de orden laboral, analizando sus causas con el fin de establecer una profilaxis adecuada. En los traumatismos que afectan a las extremidades inferiores, el cuadro tromboflebítico se puede poner en marcha por muy diversos mecanismos: Cuando la atrición tísular es importante, sobrevienen fenómenos trombóticos en venas de pequeño calibre, que se propagan a colaterales de mayor importancia. Las fracturas de cuello femoral conllevan muchas veces la lesión de la vena femoral. La simple contusión de su pared puede ser el desencadenante de un proceso oclusivo del vaso. En las fracturas de la pelvis, se afectarán por el mismo mecanismo las venas ilíacas o ramas de las mismas, con posterior producción de fenómenos trombóticos que se propagan a las principales vías de drenaje. 168 Las lesiones supurativas en los traumatismos infectados pueden propagarse por vecindad, dando lesiones parietales que desencadenarán una tromboflebitis séptica. El reposo, principal causa de estasis circulatoria, sabemos de que manera influye en estos procesos. Por otra parte, las inmovilizaciones en malas condiciones (vendajes de yeso o compresivos) pueden provocar compresiones sobre los trayectos vasculares. El tejido cicatricial, al englobar a los vasos, puede afectar su pared y originar ulteriormente la oclusión venosa. La colocación de goteos actuará por la presencia de la aguja o el catéter en sí, al comportarse como un cuerpo extraño, o por la irritación química que provocan ciertas sustancias al ser inyectadas. No debemos olvidar que todos estos mecanismos pueden verse agravados por determinadas características de los pacientes, por ejemplo los obesos, portadores de enfermedades sanguíneas previas, de afecciones cardiovasculares (angeítis, varices, problemas isquémicos, cardiopatías, etc.), neoplasias, enfermedades infecciosas, etc. o en pacientes en estado de schok que, al sobrevenir una dilatación global de todo el lecho capilar, puede ser el inicio del proceso oclusivo. 36/3 2006 - Págs. 168 a 178 A todo ello hemos de añadir el aumento de la adhesividad plaquetaria que se produce en el postoperatorio, comprobada tromboelastográficamente, con un máximo en el transcurso de la segunda semana, siendo este período el que mayor porcentaje alcanza de complicaciones tromboembólicas (fig. 1). Fig. 1. a) Tromboelastograma obtenido en el postoperatorio de un paciente, mostrando una acusada hipercoagulabilidad. b) Tromboelastograma del mismo paciente, en pleno tratamiento anticoagulante. J. M. Güell Fortuny Como podemos ver, analizando lo antedicho, en todas estas causas se barajan los tres factores principales cuya influencia es decisiva en el desencadenamiento del proceso (Virehown, 1856): el factor venoso o parietal (lesión endotelial), el factor circulatorio o hemodinámico (estasis venosa), y el factor sanguíneo o intravascular (hipercoagulabilidad). Al lesionarse la íntima (factor parietal), se favorece la aglomeración de hematíes y la lentitud circulatoria hace que dichos elementos celulares se acumulen en posición axial (factor hemodinámico). Asimismo, es obvio que la hipercoagulabilidad (factor intravascular) influye en dicho proceso, ya que significa la ruptura del equilibrio de coagulación y descoagulación constante del organismo, imprescindible para el mantenimiento de una fluidez circulatoria. Estos factores influirán en mayor o menor grado en cada proceso, pero los encontraremos siempre en cualquiera de las causas inductoras de trombosis venosas. Anatomopatológicamente en todas las formas de tromboflebitis se observa la reacción inflamatoria de las diversas capas de la pared venosa. En la formación de los trombos mixtos, la cabeza queda adherida a la pared venosa, pudiéndola ocluir totalmente o no. El cuerpo y la cola se van formando en dirección centrípeta, libremente al principio, pero adhiriéndose también al endotelio después de poco tiempo. Durante el proceso de extensión es cuando puede desprenderse un fragmento del cuerpo o cola y producir el émbolo. La transformación más frecuente del trombo es su organización, que consiste en la invasión de fibroblastos y de capilares neoformados desde la pared vascular, sustituyendo paulatinamente el trombo por tejido conjuntivo. En el caso de que el trombo no ocluyera totalmente el vaso, por estar simplemente fijado a su pared, el resultado será un engrosamiento de la misma, pero si por el contrario era oclusivo, el VANCES ATraum proceso de organización avanza en todas direcciones y ocluye por completo el vaso, que quedará como un cordón fibroso. Ahora bien, durante este proceso puede también ocurrir que se formen pequeñas hendiduras por dilatación de los capilares, originándose la recanalización del trombo y por ende del vaso (fig. 2). Asimismo, la existencia del trombo nos explica el llamado arteriospasmo tromboflebítico que se presenta en ciertas formas graves, originado por la transmisión a la pared venosa de los fenómenos inflamatorios que comporta el trombo, dando lugar a una periflebitis que repercute sobre la arteria vecina, desencadenándose a su vez un síndrome isquémico por un reflejo vasoconstrictor, agravado además por la presencia del edema, que dificultará por sí mismo la irrigación de la extremidad. La presencia de circulación colateral nos dará una idea del nivel de la oclusión venosa, habiéndose descrito clásicamente los tipos portocava, cava-cava, e ilio-ilíaca (fig. 3), según exista una obliteración del sistema porta, de la vena cava inferior, o del territorio ilíaco respectivamente. Fig. 2. Vena femoral permeable (recanalizada) con amplia red anastomótica, resultado del obstáculo que en su día existió. Es fácil comprender que las válvulas se afectarán asimismo por este proceso, terminando destruidas o de tal forma lesionadas y deformadas que no puedan ejercer su normal función. Dependiendo del tipo de tromboflebitis y según predominen más o menos los signos inflamatorios, variará el cuadro patológico. Fisiopatológicamente, la presencia del trombo originará una hipertensión del territorio venoso distal, que favorece el desarrollo de la circulación colateral, en un intento de restablecer el drenaje venoso de la extremidad que compense la oclusión vascular. En el caso de que esta compensación no se efectúa o de que se establezca en forma deficitaria, sobrevendrá el edema. Tromboflebitis postraumática Fig. 3. Inicio de circulación colateral suprapúbica (ilio-ilíaca). Dificultad de desagüe del sistema profundo, sin que se visualice la vena ilíaca. El cuadro clínico aparece generalmente de forma aguda, con dolor intenso, edema e impotencia funcional. Existe fiebre moderada y la VSG está acelerada. En casos particularmente graves hay taquicardia 169 y puede sobrevenir un estado de schok. El cuadro clínico variará según sea el territorio afecto. Prescindiremos aquí de las tromboflebitis superficiales y variocoflebitis, aunque no debemos olvidar que pueden ser el inicio de una tromboflebitis profunda, por propagación. Las venas de la pantorrilla se ven frecuentemente afectadas. Originan dolor en los músculos de la pantorrilla e hipersensibilidad, acompañado de sensación de distensión y endurecimiento de los mismos. Pocas veces dan afectación general, y frecuentemente aparece de forma insidiosa para desembocar posteriormente en un proceso global de la extremidad, por lo que debemos pensar siempre en ella ante un paciente que, encontrándose bien, empieza a aquejar molestias en esta región, sobre todo en el postoperatorio. El signo de Homans aparece precozmente, aunque en ocasiones no existe. Debe efectuarse el diagnóstico diferencial con la irritación de las raíces del nervio ciático y las miositis. La tromboflebitis poplítea y femoral superficial (fig. 4), ya hemos dicho que se presenta muchas veces como evolución de las anteriormente citadas. Existe hipersensibilidad en el hueco poplíteo y en el canal de Hunter, en su porción distal. Aparece edema de toda la pierna. La tromboflebitis femoroilíaca (fig. 5), en general originada bruscamente, produce dolor intenso en la cara interna del muslo y en la región inguinal, con dolorimiento de toda la extremidad. Aparece un aumento de la red venosa subcutánea, adquiriendo la piel un tinte cianótico. Existe edema hasta la raíz del muslo y dolor en el triángulo de Scarpa, canal de Hunter, y hueco poplíteo, con temperatura cutánea aumentada generalmente, fiebre, taquicardia, y malestar general. Cuando además existe afectación de las principales venas colaterales de la femoral, el cuadro es particularmente grave, con síndrome isquémico sobreañadido (arteriospasmo tromboflebítico), y puede sobrevenir la gangrena de la extremidad. 170 Fig. 4. Obstrucción vena femoral en 1/3 inferior del muslo con inicio recanalización y circulación colateral vicariante a partir del stop. Fig. 5. Oclusión del sistema profundo, con amplia red colateral que sup!e al mismo en su función de drenaje venoso de la extremidad. Vena ilíaca permeable. El diagnóstico lo efectuaremos normalmente por la clínica. Lo flebografía (fig. 6) no es aconsejable como método habitual en la crisis aguda, ya que existe cierto riesgo de progresión del trombo, pero es útil en el pre y postoperatorio de trombectomías y para valorar la evolución de la enfermedad en cuanto al estado de recanalización del vaso ocluido, vías vicariantes de desagüe, posibilidades quirúrgicas de unas varices posflebíticas, etcétera. La presión venosa de las venas superficiales de la pierna está aumentada en la tromboflebitis femoroilíaca. El tiempo de coagulación es habitualmente prolongado, lo que debemos tener en cuenta si efectuamos un tratamiento anticoagulante, para el ajuste de la dosis del fármaco empleado. Es conveniente, pues, efectuar un estudio completo de coagulabilidad, en el que habitual- mente incluimos la coagulación en tubo, protrombina, test de tolerancia a la heparina, Howell y tromboelastograma. La existencia de esta hipocoagulabilidad fisiológica no debe ser obstáculo para la instauración de una terapia anticoagulante. El diagnóstico diferencial lo efectuaremos con: • Las afecciones nodulares inflamatorias de la piel, aunque es difícil la confusión. En los casos de duda puede practicarse la biopsia. • La oclusión arterial aguda, en la que falta el edema, existe frialdad cutánea, palidez, colapso de las venas superficiales y falta de pulsos arteriales y oscilometría. No debemos olvidar, sin embargo, la existencia del arteriospasmo tromboflebítico descrito anteriormente. • Las linfangitis, que cursan con fiebre muy alta acompañado de un gran aumento de la temperatura cutánea y enrojecimiento muy in- J. M. Güell Fortuny tenso de la piel (no cianosis), y en las que normalmente podremos encontrar una puerta de entrada. • Las miositis, fibrositis, desgarro de tendón hemorragia intramuscular, etc., deben diferenciarse fundamentalmente de las trombosis de las venas de la pantorrilla en la que no se presenta equimosis. Debe tenerse muy en cuenta que muchas veces un episodio embólico pulmonar es el primer síntoma de una tromboflebitis larvada. Fig. 6. Flebografía normal. Safena interna permeable. Sistema profundo permeable. Válvulas indemnes. Para la profilaxis de la tromboflebitis en los postraumáticos, hemos intentado principalmente prevenir la estasis venosa y la hipercoagulabilidad. Así pues, creemos que el criterio intervencionista de las fracturas de miembros inferiores por osteosíntesis representa una franca disminución del tiempo de recuperación, y una movilización precoz del paciente. Con objeto de combatir la hipercoagulabilidad, consideramos importante la administración, a partir del segundo día del postoperatorio, de anticoagulantes. La esmerada limpieza quirúrgica de las zonas traumatizadas, así como VANCES ATraum la hemostasia cuidadosa durante la intervención, contribuirán eficazmente al intentar suprimir el factor de afectación parietal. El vendaje compresivo tiene también su importancia, siempre que se aplique convenientemente, o sea, facilitando el retorno venoso por el sistema profundo. Siguiendo estas directrices profilácticas, hemos observado una franca disminución de las complicaciones tromboembólicas, puesto que en ocho meses se ha presentado un solo caso de trombosis, de un total de 56 pacientes intervenidos, y que precisamente no fue sometido a tratamiento sistemático con cumarínicos. Para terminar diremos que ante una tromboflebitis establecida, recurriremos al reposo en Trendelenburg, con movilización activa en cama, e instauraremos terapéutica anticoagulante con heparina intravenosa a dosis de 75 mg cada 4 horas, siendo útil también la administración de antiinflamatorios del tipo de las pirazolonas. Pasado el período agudo, se procede a colocar vendajes compresivos. Posteriormente, para empezar la deambulación, que debe ser precoz, se colocarán vendajes de cola de cinc, que finalmente serán sustituidos por medias elásticas. Igualmente, una vez pasado el período agudo de la enfermedad, puede iniciarse la terapéutica mixta con heparina y dicumarínicos (que son poco eficaces en la fase crítica) para seguir posteriormente con éstos, efectuando de un modo riguroso los controles de coagulación necesarios. La heparina cálcica, bien controlada con el tiempo de Howell, representa una mayor comodidad sobre todo en tratamientos prolongados, por tratarse de una vía de administración subcutánea. Asimismo se ha ensayado con buenos resultados la terapéutica fibrinolítica con estreptoquinasa y últimamente con uroquinasa, siendo el único inconveniente el elevado costo del tratamiento. En cuanto al tratamiento quirúrgico, últimamente ha cobrado espe- Tromboflebitis postraumática cial interés no sólo por el hecho de intentar evitar los episodios de embolismo pulmonar, sino para prevenir las secuelas posflebíticas. Se han utilizado, según los casos, las siguientes técnicas: ligadura venosa, flebectomía, y trombectomía con desobstrucción, siendo esta última la más fisiológica porque tiende a la repermeabilización del vaso ocluido dejando la extremidad en condiciones de drenaje normales. Se practica la extracción del trombo mediante las pinzas de colédoco, con los catéteres de Fogarty, o mediante aspiración por sonda. Ni que decir tiene que cuanto más precoz es la intervención, más fácil es su ejecución y mejores los resultados, porque el trombo no tiene todavía gran adhesividad. A pesar de ello, últimamente se han publicado buenos resultados mediante el uso de la trombectomía tardía. Bibliografía - Alcocer A, Carrerra G. Resultados del tratamiento por trombectomía en 28 casos de trombosis venosas profundas. Angiología 1967;XIX(6):277. - Alien EV, Barker NW, Hines EA. Enfermedades vasculares periféricas. Ed. Bernades, Buenos Aires, 1965. - Brockman SK, Vasko JS. 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Javier Beltrán Ramón y Carles Miquel Abad. 001926 Trombosis venosas postraumáticas La elevada incidencia de trombosis venosas, en pacientes que han sufrido traumatismo con inmovilización posterior, o reparaciones quirúrgicas como consecuencia de dichos traumatismos seguidas de inmovilización, han motivado un esfuerzo continuo con el fin de disminuir sus secuelas que crean un importante conflicto de orden laboral. En los traumatismos que afectan a las extremidades inferiores, la trombosis venosa se puede poner en marcha por diversos mecanismos: • Si la atrición tisular es importante, sobrevienen fenómenos trombóticos en venas de pequeño calibre, que se propagan a colaterales de mayor importancia. • Las fracturas de cuello femoral pueden ocasionar lesión de la vena femoral. La simple contusión de su pared puede ser el desencadenante de un proceso oclusivo del vaso. • En las fracturas de pelvis, se pueden afectar por un mecanismo similar las venas ilíacas o ramas de las mismas, con posterior producción de fenómenos trombóticos que se propagan a las principales vías de drenaje. • Las lesiones supurativas en los traumatismos infectados pueden originar lesiones parietales que desencadenarán una trombosis venosa séptica. • El reposo, principal causa de estasis circulatoria, influye en gran manera en estos procesos. Por otra parte, las inmovilizaciones en malas condiciones (vendajes de yeso o compresivos) pueden provocar compresiones sobre los trayectos vasculares. VANCES ATraum Tromboflebitis postraumática • El tejido cicatricial, al englobar a los vasos, puede afectar su pared y originar posteriormente la oclusión venosa. • La aplicación de vías intravenosas (sueroterapia, antibioterapia...) actuará como un cuerpo extraño, o por irritación química que provocan ciertas sustancias o fármacos al ser administradas. Todos estos mecanismos pueden verse agravados por determinadas características de los pacientes como son: obesidad, trombofilias previas, existencia de otras patologías cardiovasculares (insuficiencia venosa por varices, isquemia crónica, cardiopatías, etc.), enfermedades neoplásicas, enfermedades infecciosas, etcétera. También en pacientes que presentan un estado de shock como consecuencia del traumatismo sufrido, al sobrevenir una dilatación global de todo el lecho capilar, puede iniciarse un proceso oclusivo. A todo ello debe añadirse el aumento de la adhesividad plaquetaria que se produce en todo acto quirúrgico y en el postoperatorio. Siguen siendo vigentes los postulados de Virchow (1856) que determinan la existencia de tres factores principales cuya influencia es decisiva en el desarrollo del proceso trombótico: el factor venoso o parietal (lesión endotelial), el factor circulatorio o hemodinámico (estasis venosa), y el factor sanguíneo o intravascular (hipercoagulabilidad). Al lesionarse la íntima (factor parietal), se favorece la aglomeración de hematíes y la lentitud circulatoria hace que dichos elementos celulares se acumulen en posición axial (factor hemodinámico). Asimismo, es obvio que la hipercoagulabilidad (factor intravascular) influye en dicho proceso. 173 Estos factores influirán en mayor o menor grado en cada proceso, pero siempre estarán presentes en cualquiera de las causas inductoras de trombosis venosa. Hoy en día, como consecuencia del conocimiento de ciertos trastornos de la coagulación y los diferentes estudios de trombofilia que podemos realizar, se tiende a realizar una clasificación de los factores de riesgo en dos grandes grupos: adquiridos y congénitos (tabla I). sis venosa y según predominen más o menos los signos inflamatorios, variará el cuadro patológico. Fisiopatológicamente, es sabido que el trombo nace generalmente en el fondo de las válvulas o en la confluencia de las colaterales, y se compone de tres partes fundamentales (fig. 2): • El trombo plaquetario inicial. • El trombo primario blanco, formado por varias placas de plaquetas y fibrina. Tabla I. Factores de riesgo para tromboembolismo venoso Adquiridos Asociados con la situación clínica Asociados al propio paciente • Edad avanzada • Tombosis previa • Inmovilización • Ingesta de estrógenos • Embarazo y puerperio • Cirugía • Traumatismos • Enfermedad médica aguda • Neoplasias • Enfermedades hematológicas • Síndrome antifosfolipido Anatomopatológicamente en todas las formas de trombosis venosa se observa la reacción inflamatoria de las diversas capas de la pared venosa. En la formación de los trombos mixtos, la cabeza queda adherida a la pared venosa, pudiendo ocluirla totalmente o no. El cuerpo y la cola se van formando en dirección centrípeta, libremente al principio, pero adheriéndose también al endotelio después de poco tiempo. La transformación más frecuente del trombo es su organización, que consiste en la invasión de fibroblastos y de capilares neoformados desde la pared vascular, sustituyendo paulatinamente el trombo por tejido conjuntivo. En el caso de que el trombo no ocluya totalmente el vaso, por estar simplemente fijado a su pared, el resultado será un engrosamiento de la misma, pero si por el contrario es oclusivo, el proceso de organización avanza en todas direcciones y ocluye por completo el vaso, que quedará como un cordón fibroso. Ahora bien, durante este proceso puede también ocurrir que se formen pequeñas hendiduras por dilatación de los capilares, originándose la recanalización del trombo y por ende del vaso (fig. 1). Como consecuencia de todos estos cambios, es fácil comprender que las válvulas venosas se verán afectadas, pudiendo resultar destruidas o lesionadas de tal forma que no puedan ejercer su función normal. Dependiendo del tipo de trombo- 174 Congénitos • Déficit de antitrombina • Déficit de proteína C • Déficit de proteína S • Factor V Leiden (resistencia a la proteína C activada) • Protrombina 20210 A (mutación del gen de la protrombina) • Disfibrinogenemias • Hiperhomocisteinemia • Aumento de la concentración del factor VIII • El trombo rojo secundario, de estasis, que sólo aparece cuando la corriente sanguínea se detiene. La trombogénesis (fig. 3) comienza por la acumulación de plaquetas en un punto del endotelio venoso, como respuesta de una lesión que pone al descubierto las fibras del colágeno subendotelial. Este conglomerado plaquetar se estabiliza mediante: • La transformación de las plaquetas de la periferia, que pierden sus gránulos y proyectan seudópodos. • La aparición, alrededor de éstas últimas, de fibras de fibrina que aprisionan entre sus mallas los elementos formes de la sangre, y en particular los leucocitos. • Sobre la fibras de fibrina se adhieren nuevas plaquetas que, a su vez, serán rodeadas de una capa de fibrina, presentando un aspecto estratificado característico. Cuando el trombo blanco es totalmente oclusivo se detiene la corriente sanguínea, desarrollándose a continuación el llamado trombo rojo secundario. La inflamación de la pared venosa es excepcional en este estadio inicial, y lo más frecuente es que se produzca con posterioridad a la formación del trombo y paralelamente a su organización. Distalmente el trombo se desarrolla hasta la primera colateral de gran débito que restablece la J. M. Güell Fortuny Fig. 1. Síndrome postrombótico por afectación del sector femoroilíaco. Se observan signos de recanalización y abundante circulación vicariante. Fig. 2. Estructura del trombo. La presencia de circulación colateral nos dará una idea del nivel de la oclusión venosa, habiéndose descrito clásicamente los tipos porto-cava, cavacava, e ilio-ilíaca (fig. 4), según exista una obliteración del sistema porta, de la vena cava inferior, o del territorio ilíaco respectivamente. Cuadro clínico Fig. 3. Trombogénesis. circulación. El cuerpo y la cola evolucionan en dirección proximal hacia el corazón, flotando libremente la cola durante un corto espacio de tiempo y tendiendo rápidamente a adherirse al endotelio. Durante su extensión puede desprenderse una parte o la totalidad del trombo, dando lugar al émbolo, hecho que es muy difícil que se produzca después de transcurridos tres días desde la formación del trombo inicial. La presencia de trombo originará una hipertensión del territorio venoso distal, que favorecerá el desarrollo de la circulación colateral, en un intento de restablecer el drenaje venoso de la extremidad que compense la oclusión vascular. En caso de que esta compensación no se consiga o que se establezca en forma deficitaria, aparacerá el edema. Asimismo, en ocasiones, la presencia del trombo puede acompañarse de un arterioespasmo en ciertas formas graves de trombosis venosa, originado por la transmisión a la pared venosa de los fenómenos inflamatorios que comporta el trombo, dando lugar a una periflebitis que repercute sobre la arteria vecina, desencadenando a su vez un síndrome isquémico por un reflejo vasoconstrictor, agravado además por la presencia del edema, que dificultará por si mismo la irrigación de la extremidad. VANCES ATraum Tromboflebitis postraumática El cuadro clínico aparece generalmente de forma aguda, con dolor intenso, edema e impotencia funcional. Puede existir fiebre moderada y la VSG está acelerada. No existen pruebas analíticas específicas de la trombosis venosa, se ha comentado y escrito mucho sobre la determinación del dimero-D (producto de la degradación de la fibrina), sus niveles suelen estar elevados en pacientes con trombosis venosa, pero también están elevados en pacientes tras procesos hemorrágicos o infecciosos (sepsis), en pacientes postoperados y en pacientes que presentan una neoplasia; por lo tanto su determinación puede ser útil para descartar la existencia de una trombosis venosa pero nunca para confirmar su diagnóstico. El cuadro clínico puede variar dependiendo del territorio que se afecta. En las situaciones traumatológicas el cuadro que se presenta puede dificultar el diagnóstico de la trombosis venosa, a veces el edema postraumático puede confundir y crear la duda de una oclusión venosa, la existencia de grandes hematomas pueden enmascarar el cuadro y contribuir también a la duda diagnóstica, la presencia de heridas, pacientes sometidos a tracciones o inmovilizaciones con yeso, etc., hace especialmente difícil su diagnóstico. Entre los síntomas y signos más frecuentes podemos distinguir: Dolor De aparición frecuente, su localización dependerá del territorio afectado, así puede localizarse en las masas musculares de la pantorrilla o del muslo, 175 comprometiendo al final a toda la extremidad y agudizándose en determinados puntos típicos, como el hueco poplíteo, el canal de Hunter, el triangulo de Scarpa y la fosa ilíaca. En relación con el dolor, es muy utilizado y citado el llamado «signo de Homans» que consiste en efectuar la dorsiflexión del pie con el paciente en decúbito supino y la rodilla flexionada, esta maniobra provoca una tracción de las venas tibiales posteriores, y en caso de trombosis venosa se desencadena dolor en la pantorrilla y en el hueco poplíteo. Pero contrariamente a lo que se piensa no se trata de un signo patognomónico, pues aún realizando correctamente la maniobra puede resultar también positiva en otros procesos como son cuadros neurológicos o miositis. toda la pierna cuando se afecta la vena poplítea y si el edema se extiende por toda la extremidad hasta el muslo y/o el pliegue inguinal la afectación suele ser el sector femoroilíaco. Cianosis La cianosis, aparece con cierta frecuencia en el tercio inferior de la pierna, aumenta con el ortostatismo y disminuye al elevar la extremidad. Es debida a la congestión venosa secundaria a la oclusión venosa troncular, en especial cuando se afecta el sector ilíaco. En pacientes sometidos a inmovilización prolongada puede hacerse difícil el diagnóstico, dado que en estos pacientes también puede aparecer una cierta cianosis secundaria a la estasis arteriolocapilar. Aumento de la red venosa superficial El aumento de la red venosa superficial, signo de gran valor, es debido a la dilatación de las venas superficiales como consecuencia del aumento de presión a que son sometidas; son típicas las llamadas venas centinelas de Pratt en la región pretibial. Aumento de la temperatura cutánea El aumento de la temperatura cutánea, no es un signo que aparezca de forma regular, y si aparece lo hace de forma precoz, pero la temperatura suele ser elevada de forma moderada, a diferencia de otros procesos vasculares como es la linfangitis. Empastamiento muscular El empastamiento muscular, induración que aparece con relativa frecuencia en determinadas zonas de la extremidad afectada, especialmente en la pantorrilla y en la cara interna del muslo, es debida a los fenómenos inflamatorios perivasculares que produce la presencia del trombo en la luz venosa. Fig. 4. Circulación colateral suprapúbica y abdominal por afectación del eje iliocava. Edema El edema presenta unas características especiales: disminuye con el decúbito y aumenta con el ortostatismo, es de consistencia dura, no da el signo de pliegue y la piel suele estar brillante, y en ocasiones cianótica. En función de la localización de la trombosis presentará una topografía diferente, así de forma esquemática podemos distinguir edema limitado a la pantorrilla cuando se afectan las venas surales, edema que interesa 176 Otros síntomas de carácter general Aunque no son frecuentes pueden presentarse ocasionalmente otros síntomas de carácter general como: taquicardia, taquipnea y sensación de angustia, lo que debe inducir o descartar un TEP. Diagnóstico El diagnostico, será fundamentalmente clínico. Pero para su confirmación disponemos hoy en día de diferentes métodos de exploración (tabla II) Tabla II. Métodos de exploración No invasivos • Eco-doppler o dúplex • Angio RM Invasivos • Flebografía • Angio TAC J. M. Güell Fortuny El eco-doppler o dúplex, ha visto aumentada su utilización hasta convertirse en el examen de primera elección. Está técnica tiene una alta sensibilidad y especificidad que la convierten en útil en las trombosis venosas proximales (sector femoroilíaco y popliteofemoral) y también a nivel de la vena cava inferior. Pero no presenta la misma sensibilidad en el sector distal de las extremidades ni en los plexos venosos situados a nivel de la pelvis. La flebografía (descrita en 1920), sigue siendo hoy por hoy el método de mayor sensibilidad y especificidad; pero no hay que olvidar que se trata de una prueba invasiva y que no está exenta de riesgos y complicaciones (alergias al contraste, flebitis, etc.). Así pues inicialmente se deben utilizar métodos no invasivos, quedando la indicación de la flebografía reservada a situaciones muy concretas como son: • Exploraciones previas de carácter ambiguo, precisando una confirmación diagnóstica, ante la falta de información necesaria indicación de filtro de vena cava • Posibilidad de establecer un tratamiento fibrinolítico • Malformaciones venosas congénitas. El diagnóstico en pacientes traumáticos, por razones ya comentadas al hablar de la clínica, será complejo pues al aplicar los diferentes métodos de exploración complementaria se verán limitados por la situación en la que se encuentra el paciente (tracciones o inmovilizaciones con yeso, etc.). • Procesos traumáticos como son la ruptura tendinosa, hemorragia intramuscular, ruptura fibrilar, ruptura quiste de Baker, fracturas patológicas, tendinitis aquilea, etcétera. • Otros: miositis, fibrositis, edemas centrales, artritis, tumores de tejidos blandos (sarcoma), afecciones inflamatorias de la piel, etcétera. El tratamiento, en la trombosis venosa superficial es fundamentalmente médico. Sólo en algunos casos concretos de varicoflebitis o en casos de trombosis superficiales sépticas puede ser necesario un desbridamiento quirúrgico. Así pues el tratamiento consistirá básicamente en heparina BPM a dosis profilácticas, antiinflamatorios tipo AINEs por vía general y antiinflamatorios locales de forma tópica, recomendando el descanso relativo con piernas elevadas (posición de Trendelemburg). Cuando la trombosis venosa superficial afecta a la vena safena interna o externa, de forma rápidamente ascendente, hay que considerar la posibilidad de tratamiento quirúrgico consistente en la ligadura del cayado de la vena safena con el fin de evitar la propagación del proceso trombótico al sistema venoso profundo. En la trombosis venosa profunda, el tratamiento tiene como objetivos evitar las dos complicaciones principales: • El síndrome postrombótico • El embolismo pulmonar, que puede llegar a ser fatal. Básicamente el tratamiento será farmacológico, y entre los diferentes fármacos distinguiremos: Diagnóstico diferencial El diagnóstico diferencial (tabla III) se establecerá con diferentes procesos, entre los que destacan: • Isquemia por oclusión arterial aguda. • Linfangitis, celulitis. • La heparina no fraccionada (HNF), se administra por vía intravenosa, hoy en día debido a la existencia de las HBPM su utilización está indicada en muy pocas ocasiones y casos muy concretos (alergias a HBPM, situaciones de alto riesgo hemorrá- Tabla III. Diagnóstico diferencial de la trombosis venosa profunda TVP Edema Color Temperatura cutánea Venas superficiales Fiebre Escalofríos Pulsos arteriales Adenopatías regionales VANCES ATraum Sí Normal o cianótico Normal o ligeramente aumentada Prominentes Febrícula Raros Presentes No Oclusión arterial Linfangitis No Pálido o cianosis moteada Disminuida Sí Rojo Colapsadas No No Ausentes No Normales Sí (alta) Frecuentes Presentes Sí Tromboflebitis postraumática Alta Postraumático Sí Cianosis y hematomas Generalmente aumentada Normales No o moderada Raros Presentes No 177 gico o TEP masivo en el que existe contraindicación de tratamiento trombolítico). Para su control se efectuaran determinaciones de APTT. • La heparina de bajo peso molecular (HBPM), se administra por vía subcutánea, y a una dosis de cada 12 o 24 horas en función de las diferentes presentaciones existentes. Siempre que no exista contraindicación para el tratamiento anticoagulante será el tratamiento de elección. Este tratamiento se mantendrá desde el inicio durante 8-10 días, y a partir del 3-5 día de tratamiento se recomienda iniciar el paso a tratamiento anticoagulante por vía oral. Si bien no es necesario efectuar controles analíticos, si se aconseja efectuar recuento de plaquetas con el fin de detectar la aparición de trombopenia descrita durante este tipo de tratamientos. • El tratamiento con anticoagulantes orales -TAO(Acenocumarol o warfarina), se introduce en una segunda fase del tratamiento, como ya se ha comentado antes, entre el 3-5 día de tratamiento con HBPM se inicia este tipo de tratamiento, que durante unos días se efectuará conjuntamente (HBPM y TAO) hasta conseguir ajustar la dosis de TAO. Para conseguir esto se efectúan controles de tiempo de protrombina, en márgenes de INR entre 2 y 3. • El tratamiento fibrinolítico, tiene unas indicaciones muy concretas, pero en las trombosis venosas postraumáticas es difícil su aplicación, dado que en la mayoría de casos se suele presentar alguna de las contraindicaciones del mismo. Antes de iniciar el tratamiento anticoagulante se deberá efectuar una analítica general con la determinación de: hemograma completo, recuento de plaquetas, pruebas de coagulación, función renal y hepática; con el fin de determinar la situación basal del paciente. En relación con el tratamiento, existe otra medida que se puede plantear y que es “la interrupción de la vena cava” mediante la implantación de un filtro, ya sea de forma temporal o permanente, esta terapéutica hoy en día podemos decir que queda limitada a dos situaciones bien concretas: • Contraindicación al tratamiento anticoagulante. • Aparición de nueva trombosis venosa o tromboembolismo pulmonar, a pesar de estar efectuándose un tratamiento anticoagulante de forma adecuada. Esta técnica no esta exenta de riesgos y complicaciones (neumotórax, hematomas, trombosis de 178 vena cava, implantación deficiente, rotura o migración del filtro, etc.). Profilaxis La profilaxis en las trombosis venosas postraumáticas tiene una especial significación, es por ello que distinguiremos dos métodos de profilaxis: • Métodos físicos, entre los que destacan la movilización precoz, las medidas posturales, la contención elástica (medias elásticas), la compresión neumática intermitente y la bomba venosa plantar. Estos dos últimos métodos están contraindicados en situaciones de trombosis venosa profunda confirmada. • Métodos farmacológicos, la aparición de las HBPM han representado una enorme seguridad y asimismo una gran eficacia en la profilaxis. La administración será cada 24 horas y a las dosis recomendadas para cada uno de los diferentes preparados existentes (enoxaparina, nadroparina, dalteparina, tinzaparina, bemiparina). En relación con las HBPM, las contraindicaciones para su utilización serán: la existencia de trombopenia, situaciones de alergia a la HBPM, trastornos de coagulación, y hemorragia activa como puede ser el caso de los traumatismos craneoencefálicos o algunos traumatismos viscerales. Existe otro fármaco, que también se puede utilizar, es un «pentasacárido de síntesis», pero debido a su larga vida media (17 horas frente a las 5 de la HBPM), se debe ser muy cauto especialmente en aquellas situaciones en que es necesaria la anestesia raquídea y la implantación de catéteres, debiendo también tenerse especial atención en situaciones de insuficiencia renal. Bibliografía - Güell Fortuny JM, Rosendo Carrera A, et al. Enfermedad tromboembólica venosa (ETEV). Síndrome postrombótico. EdikaMed. 1995. - Kelly J, Rudd A, Lewis RR, Hunt BJ. Plasma D-Dimers in the diagnosis of venous thromboembolism. Arch Intern Med 2002:162: 747-746. - Jurado Grau J, et al. 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Suso* Instituto Clínico del Aparato Locomotor * Unidad de Rodilla ** Servicio de Anatomía Patológica Hospital Clínic Universitario de Barcelona sea por su exéresis o por los traumatismos a la que es sometida durante la intervención11 . Los autores se plantean la relación de la grasa de Hoffa con el dolor de la cara anterior de la rodilla, secundario a la realización de una PTR, su influencia en la movilidad articular postoperatoria y su repercusión en la longitud del tendón rotuliano y asimismo definir una metodología quirúrgica que pudiese ser integrada como vía clínica. Resumen Los autores valoran las consecuencias de la resección de la grasa de Hoffa durante la implantación de una prótesis total de rodilla. El estudio se llevó a cabo sobre 34 pacientes, en forma prospectiva y aleatoria. Al material del trabajo se le realizó estudio anátomopatológico. Fueron evaluados funcional, radiológica y clínicamente en el período postoperatorio (inmediato, al mes y a los tres meses). El estudio anatomopatológico del tejido graso mostró en un 82% de los pacientes ausencia de infiltrado inflamatorio y una fibrosis grave en el 50% de los mismos. El dolor de la cara anterior de la rodilla disminuyó progresivamente en el período postoperatorio en el 95% de los pacientes. Una progresiva elongación del tendón patelar no fue significativa en los tres meses de estudio. La fibrosis preoperatoria juega un papel importante en el dolor y el rango de movilidad postoperatoria. La resección de la grasa de Hoffa no modifica la longitud del tendón rotuliano en los tres meses. Palabras clave Artrosis. Artroplastia total de rodilla. Grasa de Hoffa. Dolor postoperatorio en PTR Material y método 004573 Introducción El síndrome de contractura infrapatelar es una entidad clínica definida1,2 en relación a la cirugía abierta del ligamento cruzado anterior3,4 y Correspondencia: Francisco Maculé Beneyto ICAL. Hospital Clínic Villarroel 170 - 08036-Barcelona Tel: 932 275 400/3051 Fax: 932 275 533 fmacule@clinic.ub.es 180 en menor medida en otros procedimientos en la rodilla, como la cirugía rotuliana y meniscal, las manipulaciones bajo anestesia 5,6, las reintervenciones7 y las artroplastias totales de rodilla (PTR)8. El dolor de la cara anterior de la rodilla después de un reemplazo articular ha sido relacionado con múltiples variables, como la sustitución o no del componente articular rotuliano 9 , la tensión de los alerones de la rótula10 o la agresión quirúrgica de la grasa de Hoffa ya 36/3 2006 - Págs. 180 a 183 Se compararon dos grupos de pacientes con gonartrosis primaria, que requirieron una artroplastia total de rodilla. De forma prospectiva y aleatorizada, al 50% se les resecó la grasa de Hoffa y a la otra mitad se le respetó. A todos los pacientes se les practicó estudio anatomopatológico y sobre un total de 42 fueron excluidos del estudio aquellos que presentaron infiltrado inflamatorio agudo (ocho pacientes). El trabajo se realizó sobre 34 rodillas. La media de edad de los pacientes fue de 71,6 años y un 76,50% correspondieron al sexo femenino. Se implantaron prótesis primarias de deslizamiento con conservación del ligamento cruzado posterior. Los procedimientos quirúrgicos fueron llevados a cabo por el mismo equipo de cirujanos. F. Maculé, et al En todos los casos se realizó una denervación rotuliana periférica con electrobisturí y no se implantó el componente rotuliano de la prótesis12-14. Se realizó la valoración clínica del dolor según la escala visual analógica (EVA) en el postoperatorio inmediato, al mes y a los tres meses de la intervención. El programa de rehabilitación se efectuó según la vía clínica de nuestro centro, evaluando la movilidad al quinto día de la operación y posteriormente al mes y al tercer mes. Los ejercicios de reeducación funcional fueron controlados por el mismo equipo de fisioterapeutas, según el programa establecido. Las mediciones radiológicas valoraban el tamaño de la rótula, la interlínea articular y la longitud del tendón rotuliano. Se comparó el cociente rótula/tendón15 en el postoperatorio inmediato, al mes y a los tres meses. Se tomaron como puntos de referencia en la radiografía de perfil el borde inferior de la rótula y el límite anterior de la plataforma metálica protésica. Resultados El estudio anatomopatológico de las muestras de la grasa de Hoffa presentó en todos los casos neoformaciones vasculares (moderado y gra- Tabla I. Parámetros de la biopsia Resección grasa Control de Hoffa (%) (%) Fibrosis Leve Moderada Grave Neoformación vascular Leve Moderada Grave Infiltrado inflamatorio crónico Presente No Total (%) 29,41 17,65 52,94 70,59 11,76 17,65 50,00 14,71 35,29 58,82 35,29 5,88 94,12 0,00 5,88 76,74 17,65 5,88 35,29 64,71 0,00 100,00 17,65 82,35 Tabla II. Distribución del dolor Resección grasa de Hoffa Sí Leve Dolor postoperatorio Moderado Grave No Dolor primer mes Leve Moderado No Dolor tercer mes VANCES ATraum Leve Moderado Nº % Nº % Nº % Nº % Nº % Nº % Nº % Nº % Nº % 3 17,65 10 58,82 4 23,53 3 17,65 9 52,94 5 29,41 13 76,47 3 17,65 1 5,88 Total No 2 11,76 11 64,71 4 23,53 4 23,53 6 35,29 7 41,18 8 47,06 6 35,29 3 17,65 5 14,71 21 61,76 8 23,53 7 20,59 15 44,12 12 35,29 21 61,76 9 26,47 4 11,76 ves en el 23,53%) y fibrosis (moderada y grave en el 50%). En un 17,65% se constató un infiltrado inflamatorio crónico. Estos datos se exponen en la tabla I. La altura de la interlínea articular fue respetada en la colocación de la prótesis con un margen de error inferior al 1,5% (media 0,9%) según las mediciones realizadas. En los dos grupos de estudio evaluados, el dolor mejoró progresivamente en los controles. Sus valores se pueden observar en la tabla II. Si bien en el postoperatorio inmediato el dolor fue ligeramente superior en aquellos pacientes a los que se les realizó la resección de la grasa, a los tres meses, la disminución del dolor fue mayor en el grupo de pacientes a los que se les había extirpado la grasa de Hoffa, presentando ausencia de dolor un 76,47% de los mismos frente a un 47,6% del grupo a quienes no se les había realizado. La flexión aumentó progresivamente a lo largo de los tres meses de observación en los dos grupos de estudio, siendo la media en el postoperatorio de 59,7º (IC 95%: 53,6665,74), en el primer mes de 82,20º (IC 95%: 76,97-87,43), alcanzando a los tres meses 96,91º (IC 95%: 92,03101,79). Los pacientes con menor movilidad articular correspondieron a quienes la biopsia informaba de fibrosis grave y no se les había resecado la grasa de Hoffa. En la extensión se observó al primer mes de control un déficit de la misma, que se recuperaba al final del estudio. Esta limitación del movimiento articular se reflejaba en grados y evaluando el “extensión-lag” se dejó de manifiesto el origen no retráctil de la misma al mostrarse en correspondencia con el déficit de extensión encontrado. Sólo un caso presentó déficit de extensión de 30º con “extensiónlag” de 15º que no se recuperó al final del estudio siendo este un paciente con fibrosis grave al cual no se le había resecado la grasa de Hoffa (fig. 1). Exéresis de la grasa de Hoffa en la artroplastia de rodilla 181 Fig. 1. Evolución de la movilidad articular entre los pacientes con exéresis de la grasa de Hoffa (si) y sin exéresis de la misma (no). Los grados de movilidad se expresan en la columna de la izquierda. En cuanto a la longitud del tendón rotuliano, no se constataron diferencias estadísticamente significativas en ambos grupos ni retracción del mismo que condicionara la función del aparato extensor de la rodilla (tabla III). Discusión El acceso articular para la implantación de las artroplastias primarias de rodilla viene condicionado por diferentes estructuras periarticulares que pueden ser distorsionadas por cirugías previas (osteotomías, adelantamientos de la TTA) o por características anatómicas del paciente (obesidad, desaxaciones, extremidad corta). Las técnicas quirúrgicas habituales dejan una exposición amplia de las superficies epifisarias, que facilitan la colocación de guías y plantillas de corte. Mientras que en el fémur se consigue fácilmente evertiendo la rótula, en la tibia, esta misma maniobra sitúa a la grasa de Hoffa anterior y lateral, que en muchas ocasiones dificulta el acceso al compartimento externo, precisando de una resección parcial o total para conseguir un amplio campo operatorio. Alrededor del 10% de las prótesis de rodilla presentan dolor en diversas localizaciones, sin causa aparente y en un porcentaje importante este dolor se manifiesta en la cara anterior. En este punto jugarían un papel fundamental los ges- tos quirúrgicos realizados sobre las estructuras anatómicas anteriores. Así el reemplazo del componente patelar, la denervación rotuliana, la remodelación patelar y el recorrido rotuliano adecuado logrado con la sección longitudinal del alerón externo, son tratados en diversos trabajos de la literatura sobre la cirugía protésica de rodilla y justifican diferentes detalles técnicos para su implantación. sobre la grasa de Hoffa en cambio se siguen varias modalidades; desde la exéresis sistemática hasta su no extirpación, pasando por resecciones parciales, mínimas o sólo aquello que nos dificulte otras maniobras quirúrgicas, sin variables estudiadas que lo justifiquen. Todos los procesos degenerativos articulares generan alteraciones estructurales en los tejidos periarticulares como retracción de ligamentos laterales, de los alerones rotulianos y de la propia grasa de Hoffa. El estudio microscópico de la grasa ha mostrado su reacción frente a los procesos degenerativos articulares y su constante participación en la evolución de la misma. La reacción fibrosa y su concomitancia con neoformaciones vasculares juega un papel determinante sobre el dolor postoperatorio. El dolor, sin duda el factor más importante a juzgar por los pacientes a la hora de evaluar el procedimiento tanto en estadios iniciales como a largo plazo, tiene una íntima relación con la persistencia de dicha estructura con características anatómicas patológicas. Conclusiones Tabla III. Longitud del tendón rotuliano Resección grasa de Hoffa Longitud del tendón rotuliano postoperatorio Longitud del tendón rotuliano primer mes Longitud del tendón rotuliano tercer mes DE: Desviación estándar 182 Sí No Sí No Sí No Media DE 3,36 3,31 3,52 3,54 3,52 3,58 0,61 0,65 0,60 0,61 0,64 0,66 Este estudio demuestra una relación estadísticamente significativa de la fibrosis de la grasa de Hoffa con el dolor anterior en la evolución clínica de la PTR. Existe una relación directa entre pacientes con fibrosis previa de la grasa de Hoffa y el dolor remanente durante los tres primeros meses postoperatorios. Si bien el dolor al final del estudio disminuyó en toF. Maculé, et al dos los casos, creemos que la resección de la grasa produce un efecto antiálgico postoperatorio en mayor proporción para aquellos casos en los que el proceso degenerativo articular ha provocado una fibrosis grave de la misma. El desconocimiento previo de esta degeneración fibrosa y su alta incidencia en la gonartrosis nos hace recomendar la exéresis de la grasa de Hoffa de forma sistemática durante la práctica de una artroplastia total de rodilla. La evolución en cuanto a la longitud del tendón rotuliano y la movilidad articular fueron independientes a la exéresis o no de la grasa de Hoffa y directamente relacionadas a la técnica quirúrgica y al recorrido patelar obtenido. Bibliografía 1. Morini G, Chiodi E, Centanni F, Gatazo D. 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A comparative biomechanical study of the bon patella following dome cut or uniplanar cut in total knee arthroplasty. Acta Orthop Belg 2002;68(4):370-375. 15. Insall J, Salvati E. Patella position in the normal knee joint. Radiology 1971;101:101. Exéresis de la grasa de Hoffa en la artroplastia de rodilla 183 Opciones terapéuticas ante la prótesis infectada Revisión bibliográfica IL. García Forcada, A. Gargantilla Vázquez, J. Ballabriga Alea, J. Calmet García, J. Giné i Gomà Servicio de COT Jefe de Servicio J. Giné Hospital Universitario de Tarragona Joan XXIII rés intentar responder una pregunta: ¿cuántas prótesis se infectan? Desglosaremos la respuesta según el tipo de prótesis: cadera, rodilla y hombro. No comentaremos dato alguno sobre otro tipo de prótesis, como son tobillo, codo o muñeca, ya que su implantación es menor y los centros en que se realizan son pocos. Resumen En el presente artículo se comentan las opciones terapéuticas existentes para tratar las prótesis infectadas. Primeramente se analizan las tasas de infección de las prótesis primarias y recambios de cadera, rodilla y hombro, y a continuación las posibilidades de tratamiento, con las posibles indicaciones para cada una de las mismas. Parece evidente que esta grave complicación puede abordarse de muy diversas maneras, siendo numerosos los temas a debate y las preguntas sin respuesta. Palabras clave Infección. Prótesis. Artroplastia. Terapéutica. Tasas de infección protésica Prótesis total de cadera (PTC) 00436 004245 004573 Introducción Desde el comienzo de la cirugía protésica, las tasas de infección han disminuido de manera extraordinaria. Sin embargo, a pesar de la profilaxis antibiótica, a pesar de la mejora de las técnicas quirúrgicas, el uso de cemento con antibiótico, unos ingresos hospitalarios cada Correspondencia Dr. I.L. García Forcada Hospital Universitario de Tarragona JoanXXIII C/Dr.Mallafré Guasch, 4 43007 Tarragona Tel.: 977 295 879 i.g.forcada@menta.net 184 vez más cortos,…, a pesar de todo hay prótesis que se infectan. Además, pese al espectacular descenso en el índice de infección, en cifras absolutas el número de prótesis infectadas es infinitamente mayor, dado el gran número de artroplastias que realizamos. Por ello, la infección proté-sica es una realidad con la que los cirujanos ortopédicos tenemos que convivir; igual que debemos convivir, y cada vez en mayor grado, con el aflojamiento y el recambio protésico. En la presente actualización comentamos las posibilidades terapéuticas existentes. No obstante, en primer lugar, creemos de inte- 36/3 2006 - Págs. 184 a 187 Cirugía primaria La referencia podemos fijarla en los resultados comunicados por Charnley a principios de los setenta del 6,8%6. Otros autores de aquellos años lo cifraban en porcentajes mayores, del 10%24. Actualmente un libro de texto respetado por todos los traumatólogos señala un 1%5, y series recientes muy numerosas, como son la de la Clínica Mayo13 y la de Bristol2 informan de cifras algo mayores, 1,3 y 1,08% respectivamente. Cirugía de recambio Obviamente el índice aumenta, y así el Campbell5 señala porcentajes del 5 al 15%. Sin embargo llaman la atención las series antes comentadas, que en el caso de la cirugía de recambio comunican índices más bajos. La Mayo del 3,2%13 y la de Bristol2 del 2,1% (6 casos sobre 284 recambios). IL. García Forcada, et al Prótesis total de rodilla (PTR) Cirugía primaria En general la PTR padece un mayor número de infecciones. Importantes series consultadas van desde cifras muy bajas (1% de Blom en Bristol3), hasta el 2,6% (Salvati16). El registro sueco informa de 2,55% (sobre 12.118 PTR)1. Todavía con mayor número de implantes (18.749), en el grupo de la Mayo Clinic el índice de infección es del 2%13. Cirugía de recambio Las diferencias son muy significativas. En el registro sueco1 es del 3,16%, en el de la Mayo Clinic13 del 5,6, 4,5% en seguimientos a cinco años para Goldberg12. Es muy interesante destacar que en seguimiento a largo plazo las cifras llegan hasta el 20% (Stuart20). Prótesis total de hombro (PTH) Cirugía primaria Como parece lógico el número de publicaciones es mucho menor. El Campbell5 cifra el porcentaje de infección en el 0,5%. Sin embargo, en series publicadas éste es mayor: 0,75% de Sperling19 y 1,86% para Coste7. Cirugía de recambio Exactamente igual que en el caso de la cadera y la rodilla, la cirugía de recambio de la PTH produce mayores cifras de infección. En el caso de los autores anteriormente citados éstas son de 3,1519 y de 4%7 respectivamente. Opciones terapéuticas Ante una prótesis infectada tenemos seis opciones: 1. Desbridamiento más mantenimiento prótesis más antibiótico. 2. Recambio en un tiempo más antibiótico. 3. Recambio en dos tiempos más antibiótico. 4. Artroplastia de resección/artrodesis más antibiótico. VANCES ATraum 5. Desarticulación/amputación más antibiótico. 6. Antibioterapia supresiva crónica. Decantarnos por una u otra opción va a depender de varios factores: 1. Tipo de infección (sobre todo en lo referido al momento en que la infección aparece). Hemos de reseñar la dificultad práctica que supone la ausencia de una clasificación del tipo de infección utilizada por todos. En nuestro caso usamos la propuesta por Tsukayama, Estrada y Gustilo9, que se basa en el tiempo transcurrido desde el implante hasta el diagnóstico de infección: precoz si es menor de un mes y tardía a partir de entonces. Además añade la hematógena pura (sea cual sea el tiempo transcurrido desde el implante) y el hallazgo de un cultivo positivo con motivo de un recambio. Es criticable porque mezcla conceptos (tiempo, vía de contaminación), pero nos parece útil y sencilla. 2. Condiciones del implante (estable o no). 3. Tipo de germen (de máxima importancia su resistencia a los antibióticos). 4. Condiciones del paciente (generales y locales de las partes blandas). 5. Experiencia del cirujano. Desbridamiento + mantenimiento prótesis + antibiótico Esta primera posibilidad estaría seguramente indicada en caso de infección precoz. En la bibliografía encontramos resultados enormemente dispares: Soriano et al, consiguen un 83,3% de curaciones18, Tsukayama et al, el 71%9, mientras que Blom2 sólo comunica un 28,6% de buenos resultados y Crockarell el 21%8. El problema en comparar resultados radica en que son grupos de pacientes muy diferentes unos de otros. Otra posible indicación sería la infección aguda hematógena, sea cual sea el plazo transcurrido desde el implante. En este supuesto se comunican porcentajes de cura- Opciones terapéuticas ante la prótesis infectada ción del 50%, si bien en series de pocos pacientes (seis en el artículo de Tsukayama9). Lo que es evidente es que los resultados en caso de elegir esta opción en infecciones tardías son muy malos: menos del 15% de éxitos (Crockarell8, Trebse21). Recambio en un tiempo + antibiótico Posiblemente estaría indicado en infecciones tardías, en presencia de un implante aflojado, con partes blandas en buen estado y ausencia de gérmenjes multirresistentes. Cuando hablamos de recambio en un tiempo es imprescindible nombrar a Buchholz y su escuela, pues la literatura está llena de sus referencias, con índices de curación para series extensas de más del 75% 4,10,15. Pero no solamente en Europa se aplica este método, también en Estados Unidos con buenos resultados, cercanos al 90% en algunas publicaciones9,22. Recambio en dos tiempos + antibiótico Posiblemente indicado en presencia de infecciones tardías, con un implante aflojado, partes blandas en mal estado y con mayor motivo si los gérmenes son multirresistentes. Las referencias sobre este método son posiblemente las más numerosas, ya que es el más utilizado en Estados Unidos9,23. Artroplastia de resección/artrodesis + antibiótico La indicación podría ser la infección tardía, con implante aflojado e imposibilidad de recambio, bien por las condiciones del hueso y/o partes blandas y/o mal estado general del paciente. En este caso debe retirarse la prótesis, desbridar cuidadosamente y dejar una artroplastia de resección. En el caso de la rodilla la alternativa puede ser la artrodesis, nunca fácil técnicamente. 185 Desarticulación/amputación + antibiótico Todas las series sobre infección contemplan la opción más dramática, cual es la desarticulación de cadera y la amputación proximal en el caso de la rodilla. Posiblemente sea la única alternativa cuando se trate de una infección precoz o aguda hematógena que ponga en peligro la vida del paciente, o cuando en condiciones menos graves se presente una imposibilidad no sólo del reimplante sino de dejar una artroplastia de resección en condiciones. Otra posible indicación la constituiría la fractura periprotésica intratable. Revisando trabajos de la Clínica Mayo17 aparecen 19 amputaciones por fracaso de PTR, lo que supone un 0,10% de la serie. Ciñéndonos a las amputaciones por causa infecciosa son seis, un 0,04% del total. Antibioterapia supresiva crónica Podemos encontrar algunos casos de infecciones tardías, idealmente con implante estable, pero sobre todo con unas condiciones generales del paciente que hagan peligrosa la intervención quirúrgica. En estas ocasiones podemos intentar controlar la infección, que no curar, administrando antibiótico de por vida. Discusión y conclusiones Un mismo paciente puede requerir más de una de las opciones anteriores, o la repetición de la opción elegida. De las seis opciones expuestas, en cinco de ellas asociamos tratamiento quirúrgico y médico, cosa lógica, ya que una infección protésica no deja de ser una osteítis con unas características particulares. La bibliografía sobre el tema nos muestra que hay un gran dinamismo, sin que dejen de buscarse las mejores alternativas para tratar esta gravísima complicación. Incluso recientemente algún autor propone 186 para la infección de PTR el recambio en dos tiempos con cemento con antibiótico, sin posterior administración de antibiótico ni oral ni intravenoso con 89% de buenos resultados14. En estos tiempos en que se proponen tratamiento antibióticos cada vez más prolongados no deja de ser de gran interés. Desde hace poco tiempo, en la literatura aparecen algoritmos y protocolos de tratamiento de las prótesis infectadas, preconizados sobre todo por la potente escuela de Zimmerli; son utilizados por la mayoría de infectólogos que colaboran con los traumatólogos en el tratamiento idóneo de estos pacientes11,25. Pensamos que los traumatólogos debemos adoptar con precaución estos algoritmos, tamizándolos con nuestra experiencia, sobre todo si las decisiones implican intervenciones quirúrgicas. Así pues, existen una gran cantidad de temas a debate y preguntas aún sin respuesta. Entre ellos podemos citar la ausencia de una clasificación universalmente aceptada, lo que supone una dificultad añadida al efectuar estudios comparativos y analizar la bibliografía. Igualmente se discute sobre el recambio en uno o dos tiempos, dicotomía ya clásica que enfrenta escuelas. En caso de realizarse en dos tiempos tampoco está claro el intervalo que debe existir entre las cirugías y el uso de espaciadores para rellenar el espacio articular. Como ya se ha apuntado antes, tampoco existe acuerdo sobre la duración del tratamiento antibiótico, ni sobre la vía de administración. Lo que parece evidente es que la prótesis infectada no tiene un tratamiento ideal y único, sino que debemos elegir el mejor en función del tipo de infección, de paciente y de implante. Bibliografía 1. Bengtson S, Knutson K. The infected knee artrhoplasty. Acta Orthop Scand 1991;62(4):301-311. 2. Blom AW, Taylor Ah, Pattison G, Whitehouse S, Bannister GC. Infection after total hip arthroplasty. J Bone Joint Surg 2003;85-B:956-959. 3. Blom AW, Brown J, Taylor AH, Pattison G, Whitehouse S, Bannister GC. Infection after total knee arthroplasty. J Bone Joint Surg 2004;86-B:688-691. 4. Buchholz HW, Elson RA, Engelbrecht E, Lodenkamper H, Rottger J, Siegel A. Management of deep infection of total hip replacement. J Bone Joint Surg 1981;63B:342-353. 5. Campbell´s Operative Orthopaedics Tenth Edition, Mosby, St.Louis, London, Philadelphia, Sydney, Toronto 2003. 6. Charnley J. Postoperative infection after total hip replacement with special reference to air contamination in the operating room. Clin Orthop 1972;87:167-187. 7. Coste JS, Reig S, Trojani C, Berg M, Walch G, Boileau P. The management of infection in artrhoplasty of the shoulder. J Bone Joint Surg 2004;86-B:65-69. 8. Crockarell JR, Hanssen AD, Osmon DR, Morrey BF. Treatment of infection with débridement and retention of the components following hip artrhoplasty. J Bone Joint Surg 1998;80-A: 13061313. 9. Tsukayama DT, Estrada R, Gustilo RB. Management of THA infections: a prospective study of 106 cases. J Bone Joint Surg 1996;78-A:512-523. 10. Frommelt L, et al. Lyncomycin/ Gentamycin-loaded PMMA bone cement in the management of deep infection in total hip replacement by one stage exchange artrhoplasty. 4 th Int.Congr. on Clin. Microbiol., Nice, 1989 (Abstract 767/PP40). 11. Giulieri SG, Graber P, Ochsner PE, Zimmerli W. Management of infection associated with total hip artrhoplasty according to a treatment algorithm. Infection 2004;32:222-228. 12. Goldberg VM, Figgie MP, Figgie HE 3rd and Sobel M: The results of revision total knee artrhoplasty. Clin Orthop 1988;226:86-92. 13. Hanssen AD, Rand JA. Evaluation and treatment at the site of a total hip or knee arthroplasty. J Bone Joint Surg 1998;80A:910-922. 14. Hoad-Reddick DA, Evans CR, Norman P, Stockley I. Is there a role for extended antibiotic therapy in a two-stage revision of the infected knee arthroplasty? J Bone Joint Surg 2005;87-B:171-174. 15. Langlais F. Can we improve the results of revision artrhoplasty for infected total hip replacement? J Bone Joint Surg 2003;85-A: 637-640. 16. Salvati EA, Robinson RP, Zeno SM, Koslin BL, Brause BD, Wilson PD Jr. Infection rates after 3.175 total hip and knee replacements performed with and without a horizontal unidirectional filtered air-flow system. J Bone Joint Surg 1982;64-A:525535. IL. García Forcada, et al 17. Sierra RJ, Trousdale RT, Pagnano MWl. Above-the-knee amputation after a total knee replacement. J Bone Joint Surg 2003;85-A:1000-1004. 18. Soriano A, García S, Ortega M, Almela M, Gallart X, Vila J, Sierra J, Tomas X, Martínez JA, Mensa J. Tratamiento de la infección aguda de la artroplastia total o parcial de cadera con desbridamiento y régimen antibiótico oral. Med Clin (Barc) 2003;121: 81-85. 19. Sperling JW, Kozak TK, Hanssen AD, Cofield RHl. Infection after total shoulder artrhoplasty. Clin Orthop 2001;382: 206-216. VANCES ATraum 20. Stuart MJ, Larson JE, Morrey BF. Reoperation after condylar revision total knee artrhoplasty. Clin Orthop 1993;286: 168-173. 21. Trebse R, Pisot V, Trampuz A. Treatment of infected retained implants. J Bone Joint Surg 2005;87-B:249-256. 22. Ure KJ, Amstutz HC, Nasser S, Schmalzried TP. Direct-exchange arthroplasty for the treatment of infection after total hip replacement. An average ten year follow-up. J Bone Joint Surg 1998;80-Am:961-968. 23. Wilson MG, Kelley K, Thornhill TS. Infection as a complication of total- Opciones terapéuticas ante la prótesis infectada knee replacement artrhoplasty. Risk factors and tgreatment in sixty-seven cases. J Bone Joint Surg 1990;72A:878-883. 24. Wilson PD Jr, Amstutz HC, Czerniecki A, Salvati EA, Mendes DGl. Total hip replacement with fixation by acrylic cement. A preliminary study of 100 consecutive McKee-Farrar prosthetic replacements. J Bone Joint Surg 1972;54Am:207-236. 25. Zimmerli W, et al: Prosthetic-Joint Infections. N Engl J Med 2004;351:16451654. 187 Influencia de los datos radiográficos en el resultado del tratamiento del síndrome subacromial A. Arenas Planelles, J. A. Ortega Arruti, A. Arenas Miquélez, H. Ayala Palacios, A. Garbayo Marturet Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología Hospital de Navarra. Pamplona Resumen Se presenta una serie de 161 casos de síndrome subacromial tratados quirúrgicamente mediante acromioplastia abierta. Los resultados del tratamiento son, normalmente, buenos. Se analizan diversos factores radiográficos que han podido influir en la calidad de los resultados. Los autores han encontrado peores resultados en aquellos casos con acromion tipo curvo o ganchoso, en los que el espacio subacromial presenta una altura reducida, y en los pacientes en los que se aprecia la existencia de una artrosis de la articulación acromioclavicular o de calcificaciones en el seno del manguito de los rotadores. Palabras clave Hombro. Síndrome subacromial. Tratamiento quirúrgico. Acromioplastia abierta. 000065 003252 Introducción El síndrome subacromial o conflicto subacromial ha sido definido como el proceso doloroso ocasionado por el roce entre la superficie inferior de la parte anterior del acromion y el ligamento coracoacromial por una parte, y la bursa subacromial y el manguito de los Correspondencia Antonio Arenas Planelles Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología Hospital de Navarra C/Irunlarrea, 3, - 31008 Pamplona Tel.: 848 422 206 ajosearenas@yahoo.es 188 rotadores por la otra13. Esta enfermedad, tal y como fue interpretada y definida por Neer, es tal vez la causa más frecuente de dolor localizado en la región anteroexterna del hombro10,37. El manguito de los rotadores tiene la función de estabilizar la cabeza del húmero mientras el músculo deltoides desarrolla la abducción del hombro53. Debido a esto, si se produce una lesión del mismo, la consecuencia puede ser un grave deterioro funcional. En su producción se han propuesto factores de dos tipos: intrínsecos y extrínsecos 5. Entre los intrínsecos hay que citar el deterioro degenerativo del tendón8,11,34,40,41,45. Ogata y Uhthoff, en 36/3 2006 - Págs. 188 a 193 su trabajo publicado en 1990, apuntaban que la tendinopatía degenerativa intrínseca puede desempeñar un papel importante en la génesis del síndrome subacromial. Estos autores sugerían que la degeneración tendinosa es la causa primaria del desgarro parcial del manguito, que permite la migración proximal de la cabeza humeral, y a su vez da como resultado el conflicto subacromial y el aumento de fricción en la zona que conduce a la ruptura completa del tendón40. Algunos autores han observado que el área de tendinosis degenerativa ocurre con mayor frecuencia en la zona hipovascular del lado articular de la inserción del supraespinoso8,16,32,45. Por lo que se refiere a los factores extrínsecos, son la forma, el tamaño y, sobre todo, la prominencia anterior excesiva del acromion, los principales implicados en el origen de esta lesión1,6,17,30,35,37, 38,47,56 . También debe incluirse en este grupo de factores la patología degenerativa de la articulación acromioclavicular35,37,38,43 y el efecto del ligamento coracoacromial sobre el manguito rotador35,37,38. Aunque se han probado medidas conservadoras para el tratamiento de esta afección7,12,36, generalmente hay que recurrir a procedimientos quirúrgicos para la solución definitiva de la misma42,47,50. Los resultados del tratamiento quirúrgico suelen ser buenos, aunque pueden verse influenciados por diversos factores. A. Arenas Planelles, et al El motivo de este trabajo es presentar una serie de 161 casos de síndrome subacromial tratados quirúrgicamente, analizando los diferentes factores radiográficos que han podido influir de alguna forma en el resultado obtenido en los pacientes. Material y métodos Para la realización de este estudio se ha revisado de forma retrospectiva el material clínico de 161 casos de síndrome subacromial, tratados todos ellos en nuestro Servicio desde el año 1989 hasta finales del año 2001. No se ha realizado ningún tipo de selección de los pacientes, ya que se han incluido todos los casos intervenidos en ese período de tiempo. De cada uno de los casos analizados se han recogido datos clínicos y radiológicos, así como ciertos parámetros de valoración de los resultados: edad y sexo de los pacientes, lado afectado, etc. Para la valoración clínica tanto preoperatoria como postoperatoria, se ha utilizado la valoración de Constant 3,14, modificada por nosotros para hacerla más simple y sencilla de utilizar, y para poder compatibilizarla con los datos recogidos de la historia clínica. En este sistema de valoración, hemos considerado como criterios a evaluar el dolor y la movilidad del hombro, habiendo prescindido de otros parámetros de dicha valoración. El dolor puede ser intenso, moderado, leve o ausente, concediendo una puntuación de 0, 5, 10 o 15 puntos dependiendo de la intensidad del mismo: 0 puntos para el dolor intenso, 15 para la falta de dolor. La movilidad también ha sido medida y puntuada según la siguiente escala, dependiendo de la abducción activa del hombro afectado: de 0 a 30º -> 0 puntos; de 31 a 60º -> 2 puntos; de 61 a 90º -> 4 puntos; de 91 a 120º -> 6 puntos; de 121 a 150º -> 8 puntos; y de 151 a 180º -> 10 puntos. La valoración de Constant modificada se ob- VANCES ATraum tiene sumando las puntuaciones de dolor y de movilidad, pudiendo oscilar entre 0 puntos como cifra mínima y 25 puntos como valor máximo. La técnica quirúrgica utilizada ha sido la descrita por Neer, utilizada por muchos de los autores que han escrito sobre este tema2,10,12,37, 42,47,50,52 . Por último, se ha registrado el tiempo de seguimiento de los pacientes y el resultado final de los mismos obtenido tras el tratamiento. El resultado clínico ha sido reflejado de forma tanto cualitativa como numérica, siguiendo los criterios apuntados a continuación: a) Excelente (puntuación 4): el paciente no refiere dolor, presenta una abducción activa superior a los 90º, la valoración de Constant modificada es de 21 a 25 puntos, y el paciente está muy satisfecho con el resultado conseguido. b) Bueno (puntuación 3): el dolor es leve, la movilidad es también superior a los 90º, la valoración de Constant se encuentra entre 16 y 20 puntos, y el paciente está satisfecho con su situación. c) Regular (puntuación 2): el dolor es moderado, la movilidad es de al menos 60º, y la valoración de Constant oscila entre 9 y 15 puntos. d) Malo (puntuación 1): el paciente está igual o peor que antes de la intervención, el dolor es intenso, y la valoración de Constant es inferior a los 9 puntos. Para el análisis de los datos obtenidos del estudio, se ha utilizado el programa estadístico SDI de Horus Hardware. Se ha recurrido a la prueba de Kolmogorov-Smirnov para determinar si la distribución de los datos numéricos se ajustaba a la curva normal. Nos hemos servido, asimismo, de pruebas descriptivas de la muestra (parámetros estadísticos básicos, frecuencias en las variables cualitativas, etc.) para exponer las características de la misma. Al describir las medias, éstas han sido expresadas en todos los casos como «media ± desviación Tratamiento del síndrome subacromial estándar». Para efectuar los contrastes entre las distintas variables, hemos recurrido a la comparación de medias independientes (t de Student), a la Prueba de MannWhitney, a la Prueba Exacta de Fisher y a la Correlación Lineal. El valor de significación estadística aceptado ha sido de p < 0,05. Resultados La distribución de los datos era homogénea (se ajustaba a la curva normal) en dos de las variables numéricas: edad de los pacientes y tiempo de seguimiento tras la intervención. En el resto de las variables cuantitativas, por el contrario, la distribución de los datos no se adaptaba a la curva normal. La edad de los pacientes oscilaba entre 24 y 78 años, con un valor medio de 53,96 ± 11,96 (e.e.m.: 0,94). De los 161 casos, 42 eran menores de 46 años (26,09%), 67 presentaban una edad entre 46 y 60 años (41,61%), y en los 52 restantes, la edad era superior a los 60 años (32,30%). Por sexos, 73 casos (45,34%) eran varones, y 88 (54,65%) mujeres. El lado derecho era el afectado en 109 casos (67,70%), y el izquierdo en 52 (32,29%). El dolor preoperatorio era intenso en 40 casos (24,84%), y moderado en 121 (75,15%). La evaluación numérica del dolor preoperatorio presentaba un valor medio de 3,76 ± 2,17 (e.e.m.: 0,17). La movilidad preope-ratoria era la siguiente: de 31a 60º, 20 casos (12,42%); de 61 a 90º, 80 casos (49,68%); de 91 a 120º, 56 casos (34,78%); y de 121 a 150º, 5 casos (3,10%). La evaluación numérica de la movilidad preope-ratoria presentaba un valor medio de 4,57 ± 1,44 (e.e.m.: 0,11). La valoración de Constant modificada preoperatoria daba un valor medio de 8,33 ± 2,84 (e.e.m.: 0,22). La radiología convencional aportaba los datos que se apuntan a continuación. La forma del acromion era tipo I (plano) en 8 casos (5,06%), 189 tipo II (curvo) en 83 casos (52,53%), y tipo III (ganchoso o en garfio) en 67 pacientes (42,40%). En 3 de los casos no se efectuó radiología convencional. Se apreciaban osteófitos en el acromion en 40 casos (25,64%), signos de artrosis acromioclavicular en 81 casos (51,92%), imágenes de calcificación en el seno del manguito rotador en 32 casos (20,51%), irregularidades y excrecencias óseas en el contorno del troquiter en 51 casos (32,69%). El espacio acromiohumeral (EAH) oscilaba entre 1 y 11 mm, con un valor medio de 4,78 ± 1,87 (e.e.m.: 0,15). El EAH era de 8 o más mm en 5 de los casos (3,20%), entre 4 y 7 mm en 77 de los pacientes (48,72%), y de menos de 4 mm en los otros 76 casos (48,08%). Todos los pacientes fueron intervenidos quirúrgicamente, realizándose acromioplastia abierta en 157 casos2. Durante la intervención se observó que el manguito presentaba desgarros de diversa importancia en 87 de los pacientes: 18 de los casos presentaban rupturas parciales, que fueron suturadas con puntos sueltos (11,18%); 66 pacientes presentaban rupturas amplias con desinserción grave del manguito, siendo reparadas con puntos transóseos en 34 de los casos (21,12%), o con anclajes óseos en 32 de los pacientes (19,87%); los 3 casos restantes presentaban rupturas masivas del manguito rotador que no pudieron ser reconstruidas por ningún procedimiento (1,86%). Tras la intervención, 124 casos iniciaron rehabilitación precoz (77,02%), consistente en movilización pasiva del hombro pero evitando ejercicios activos durante el primer mes. Posteriormente, fueron sometidos a un programa protocolizado de rehabilitación. Los 37 casos restantes (22,98%), fueron inmovilizados temporalmente (entre 3 y 5 semanas), siguiendo a continuación el programa de rehabilitación. El dolor postoperatorio era intenso en sólo 3 casos (1,86%), moderado en 23 (14,28%), leve en 43 de los pacientes (26,71%), y los 92 casos restantes no referían dolor (57,14%). 190 La evaluación numérica del dolor postoperatorio presentaba un valor promedio de 11,96 ± 3,99 (e.e.m.: 0,31). La movilidad postoperatoria era la siguiente: de 31 a 60º, 2 casos (1,24 %); de 61 a 90º, 14 casos (8,69 %); de 91 a 120º, 37 casos (22,98 %); de 121 a 150º, 92 casos (57,14 %), y de 151 a 180º, 16 casos (9,94%). La evaluación numérica de la movilidad postoperatoria presentaba un valor medio de 7,32 ± 1,64 (e.e.m.: 0,13). La valoración de Constant modificada postoperatoria dio un valor medio de 19,27 ± 5,04 (e.e.m.: 0,40). El resultado fue malo en cinco de los pacientes (3,10%), y regular en 23 (14,28%) (suma de resultados malos y regulares: 28 casos – 17,38%). El resultado se consideró bueno en 44 casos (27,33%), y excelente en 89 casos (55,28%) (suma de resultados buenos y excelentes: 133 casos – 82,61%). La valoración numérica media del resultado fue de 3,35 ± 0,84 (e.e.m.: 0,07). El tiempo de seguimiento de los pacientes tras la intervención osciló entre 10 y 137 meses, con un valor promedio de 45,76 ± 30,49 (e.e.m.: 2,40). Al realizar los contrastes entre las distintas variables hemos observado que el factor radiológico forma del acromion (tipo I, II o III) no ha influido en el dolor residual, en la abducción postoperatoria del hombro, ni tampoco en la valoración de Constant postoperatoria. En cuanto a los resultados, hemos observado que han sido algo mejores en los casos en que la forma del acromion era tipo II que en los de tipo III, aunque sin diferencias significativas (p = 0,08; prueba exacta de Fisher). La existencia de osteófitos en la punta del acromion no ha tenido repercusión alguna en el dolor, en la movilidad y en la valoración de Constant postoperatoria de los pacientes. El resultado final tampoco se vio influenciado por este hallazgo radiológico. La artrosis de la articulación acromioclavicular sí que ha tenido cierta influencia sobre la movilidad final de los pacien- tes (abducción activa del hombro), resultando algo mejor en los pacientes en que no se había detectado artrosis en esta articulación, aunque sin diferencias significativas: el valor medio de la movilidad postoperatoria en los casos con artrosis era de 7,11, mientras que en los pacientes que no presentaban fenómenos degenerativos acromioclaviculares, dicho valor era de 7,41 (p = 0,09; prueba de MannWhitney). Dicho proceso degenerativo no ha repercutido sin embargo sobre el dolor postoperatorio, la valoración de Constant modificada o el resultado final de los pacientes. En cuanto a la existencia de calcificaciones en el seno del manguito, los pacientes que las presentaron han cursado con mayor dolor postoperatorio que aquellos en que no se observó este dato radiológico, aunque sin diferencias significativas: de los 32 casos en que se detectaron dichas calcificaciones, 7 de ellos (21,8%) cursaron con dolor intenso o moderado en la evaluación final; frente a esto, de los restantes 124 pacientes de la serie en que no se detectó dicho dato radiológico, sólo 19 evolucionaron con dolor importante en el período postoperatorio (15,3%) (p = 0,13; prueba exacta de Fisher). La movilidad postoperatoria y la valoración de Constant modificada no se han visto influenciadas por la existencia de calcificaciones. En cambio, el resultado final también ha resultado algo mejor en el grupo de casos en los que no se evidenciaron calcificaciones en el interior del manguito, pero sin diferencias significativas: del grupo de 32 casos en que se observaron calcificaciones, 7 de ellos (21,8 %) presentaron un mal resultado final; frente a esto, de los 124 pacientes restantes en que no se observó dicho dato radiológico, el resultado final fue insatisfactorio en 21 de ellos (16,9%) (p = 0,16; prueba exacta de Fisher). Las irregularidades radiológicas del troquiter no han tenido ninguna repercusión sobre el dolor y la movilidad postoperatoria, la valoración de Constant A. Arenas Planelles, et al modificada, ni sobre el resultado final de los pacientes. La amplitud del espacio subacromial no ha guardado relación con el grado de dolor postoperatorio ni con la valoración de Constant postoperatoria en los pacientes. Sin embargo, la movilidad postoperatoria si que ha resultado diferente dependiendo de la altura de dicho espacio antes de la intervención. El valor promedio de la movilidad postoperatoria entre los casos en que la altura de dicho espacio alcanzaba 8 o más mm, era de 8,4, cifra que contrastaba con la media observada entre los pacientes en los que la amplitud del espacio subacromial no superaba los 4 mm (7,04) (p < 0,05; significativo; t de Student). Además, el coheficiente de correlación entre ambas variables (altura del espacio subacromial y valoración media cifrada de la movilidad postoperatoria) ha sido de 0,17 (significativo), mostrando que a una mayor amplitud del espacio subacromial ha correspondido una mejor movilidad postoperatoria. Tampoco el resultado final ha guardado relación alguna con la amplitud del espacio subacromial. Discusión Como en muchos otros trastornos esqueléticos, el estudio radiológico convencional puede ser muy útil en la valoración del hombro doloroso. La mejor proyección radiológica para visualizar la morfología de la parte anterior del acromion y estudiar más adecuadamente el espacio subacromial es la incidencia anteroposterior (A-P) del hombro, realizada con el paciente en posición en bipedestación y con el tubo inclinado 30º en sentido caudal29,47,54. La medición de la amplitud del espacio acromiohumeral se realiza en una proyección A-P con el hombro en rotación neutra16. Para este fin, se mide la distancia más corta entre la parte inferior del acromion y el límite superior de la cabeza humeral15. Esta distancia es VANCES ATraum variable en el hombro normal y oscila normalmente entre 6 y 15 mm, dependiendo de la bibliografía revisada4,15,16,54. La radiografía convencional, sin embargo, juega en muchas ocasiones un papel escaso en el diagnóstico de la enfermedad, bien porque los cambios radiográficos no existen33,49, o porque éstos aparecen de forma tardía en el curso de la enfermedad 49. El estudio radiográfico puede servir para establecer la forma y el tipo de acromion del paciente que tratamos29,46. Los datos radiológicos que aparecen precozmente con más frecuencia son la esclerosis o los cambios quísticos en el troquíter10,16,18,26,33,39,46,49, o la aparición de osteófitos en la superficie inferior del acromion o a nivel de la articulación acromioclavicular10,16,26,27,39,46,49. Cuando la enfermedad progresa, las radiografías pueden mostrar entonces los cambios óseos típicos asociados con un desgarro crónico grave del manguito de los rotadores, entre los cuales, el más característico es la reducción de la distancia acromiohumeral por debajo de 7 mm16,18,20,26, 27,33,39,46,48,49 , que se asocia a una migración superior de la cabeza humeral4,15,18,20,23,39,46,48,49 y a una depresión cóncava en la superficie inferior del acromion 18,20,33,39,46,49. Sin embargo, incluso en estadios avanzados del proceso degenerativo, las radiografías pueden ser con frecuencia enteramente normales20,49. La escasa validez de las radiografías de rutina para evaluar las lesiones del manguito de los rotadores ha conducido a diversos autores a la utilización de otras pruebas complementarias como la RM que aportan una mayor información para el diagnóstico y la evaluación clínica de esta enfermedad9,19,21,22,25,27,28,31,39,44,46,49,51,55. Por lo que se refiere a la posible influencia de ciertos hallazgos radiográficos en el resultado final, Gartsman (1997) apuntaba que la existencia de cambios artrósicos evidentes en la articulación acromioclavicular en el estudio radiográfico preoperatorio no había tenido reper- Tratamiento del síndrome subacromial cusión sobre el grado de alivio del dolor en los pacientes. Este autor observó unos resultados parecidos entre los que padecían artrosis en esta articulación y los que no la sufrían24. Rockwood et al (1995), en 12 casos que presentaban fenómenos degenerativos en la articulación acromioclavicular, procedieron a la escisión de los osteófitos que protuían inferiormente, para de esta forma eliminar un factor potencialmente agresivo para el manguito de los rotadores. Diez de estos casos evolucionaron de forma satisfactoria. Los dos restantes, cursaron con dolor a nivel de la articulación degenerada a los 11 y 13 años respectivamente de la intervención quirúrgica, pero la sintomatología dolorosa era leve y no precisó de más gestos quirúrgicos para su resolución. En otros dos pacientes, en lugar de actuar sobre los osteofitos inferiores, los autores se inclinaron por realizar durante la intervención una resección de la porción externa de la clavícula de forma asociada a la acromioplastia, obteniendo en dicho caso un resultado excelente48. En nuestra serie, la artrosis acromioclavicular condicionó de alguna forma el resultado de los pacientes que la sufrían, en especial en lo que se refiere a la movilidad final: esta fue algo mejor cuando no existía dicho proceso degenerativo, pero el estudio estadístico no mostró diferencias significativas. El tipo de acromion también ha tenido su influencia en los resultados. Morrison et al., en su trabajo publicado en 1987, observaron que los pacientes en que el acromion era tipo I (aplanado) tuvieron una mejor evolución que en los casos en que el acromion era tipo II o tipo III (curvo o ganchoso)35. Entre nuestros casos, el resultado ha sido algo superior en los pacientes con acromion tipo II que en los tipo III, pero sin diferencias significativas. El grupo de casos con acromion tipo I fue muy poco numeroso y no fue comparable con los otros dos grupos. La repercusión de la migración proximal de la cabeza humeral, de- 191 finida por una distancia acromiohumeral de menos de 7 mm, ha sido variable en las distintas series revisadas. Rockwood et al (1995) observaron 20 pacientes que presentaban ascenso de la cabeza humeral. De éstos, 18 evolucionaron de formas satisfactoria (13 resultados excelentes y 5 resultados buenos)48. Según otros autores, la migración superior radiográfica preoperatoria de la cabeza humeral, no influye entre sus pacientes en lo que se refiere al alivio del dolor. Sin embargo, todos los pacientes en que se evidenciaba una migración proximal marcada de la cabeza humeral tuvieron un mal resultado final en lo que respecta al grado de movilidad, fuerza y función de la extremidad y en el nivel de satisfacción general del individuo 24. Para Ellman et al. (1986), una distancia acromiohumeral de 7 o menos mm, orienta hacia un desgarro amplio del manguito de los rotadores. Cuando esto es así, existe una mayor probabilidad de que tras la reparación quirúrgica haya una menor fuerza de antepulsión y abducción postoperatoria, una menor movilidad activa global y unas valoraciones funcionales más bajas18. Además, estos autores han encontrado correlación evidente entre la distancia acromiohumeral reducida y la frecuencia de resultados insatisfactorios 18 . En nuestra serie, también hemos observado una mayor restricción de la abducción activa final entre los casos con una disminución notable de la altura del espacio subacromial (diferencias estadísticamente significativas). Por otra parte, en los pacientes que presentamos, la existencia de calcificaciones en el seno del manguito en el estudio radiográfico preoperatorio, se ha visto asociada a un dolor postoperatorio más importante y a un peor resultado final, aunque sin diferencias significativas. Bibliografía 1. 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La importancia de las articulaciones radiocubital distal y radiocarpiana en la biomecánica y funcionalidad de la muñeca hace que defectos de reducción y consolidación de la superficie articular dejen con frecuencia secuelas como deformidad, pérdida de movilidad y fuerza de prensión2. En el tratamiento de las fracturas extrarticulares simples existe una uniformidad del uso del yeso con buenos resultados1-5, la controversia se plantea ante las fracturas intrarticulares complejas y las extrarticulares con conminución metafisaria e inestabilidad, donde se han propuesto distintos tratamientos: Resumen El objetivo de este trabajo es el de mostrar la experiencia de los autores en el tratamiento de las fracturas inestables de muñeca con el fijador externo. Es un estudio retrospectivo de 22 fracturas complejas de muñeca en 21 pacientes tratados durante 6 años. Catorce son hombres y siete mujeres. Quince corresponden al lado izquierdo y siete al derecho (siendo un caso bilateral). La edad media es de 42,5 años (rango 15-66 años). El seguimiento medio ha sido de 25 meses. Los criterios de selección han sido las fracturas inestables con angulación dorsal mayor de 20º, la existencia de conminución importante o afectación de la superficie articular y la pérdida de reducción tras el enyesado. Se ha utilizado la clasificación de Frykmann, cuando las fracturas eran cerradas y la clasificación de Gustilo cuando eran abiertas. Para la valoración de los resultados se ha realizado la evaluación radiológica según los criterios de Lindstrom (ampliados por Van Der Linden) y la evaluación clínica según Gartland y Werley (modificado por Sarmiento). Los resultados han sido satisfactorios en el 72% de los casos. Entre las complicaciones había cuatro casos de infección superficial y dos de parestesias en territorio nervio radial. Se concluye que el fijador externo asociado o no a agujas de Kirschner percutáneas ha demostrado ser un método adecuado para el tratamiento de las fracturas complejas de la muñeca. Palabras clave Fractura. Muñeca. Radio. Ligamentotaxis. Fijador externo. 003662 000800 Correspondencia P.M. Louzao-Mosquera Rua da Fraga nº22 – 2º Izda Fene (A Coruña) Tel.: 676 756 504 Fax: 981 329 006 plouzao@hotmail.com 194 Introducción Las fracturas intraarticulares complejas de la extremidad distal del radio y las fracturas extraarticulares con conminución metafisaria e ines- 36/3 2006 - Págs. 194 a 198 • Reducción cerrada y yeso con malos resultados en el 28-40%3,5,6 . • Reducción cerrada, agujas de Kishner (AK) percutáneas intrafocales y yeso con el 95% de buenos resultados, si los fragmentos son grandes y no más de dos1,3,5. • Yeso bipolar, con un 80% de buenos resultados, pero alta tasa de complicaciones (16-53%)2,3,5. • Reducción cerrada y fijación interna, en fracturas marginales dorsales o volares, fracturas complejas con fragmentos desplazados, rotados o impactados, no reductibles con tracción externa o abordaje limitado3,5. • Reducción abierta ad minimum y fijador externo, es la principal indi- P.M. Louzao-Mosquera, et al cación cuando existe conminución, difícil de reconstruir sólo con ligamentotaxis3,6. • Fijador externo (FE) y reducción cerrada con o sin AK percutáneas. Basándose en el principio de la ligamentotaxis de Vidal2,7,8,9, tracción suspensión, que consiste en la distracción del espacio articular así como aumento de la compresión-tensión, gracias a la integridad capsuloligamentosa se consigue mantener la reducción de la fractura. El objetivo del tratamiento es la reducción anatómica y la prevención de desplazamientos secundarios. En este estudio se han evaluado los resultados obtenidos con este tipo de tratamiento en fracturas complejas de la extremidad distal del radio, siendo los resultados satisfactorios en un 72% de los casos. en 8 (36,4%) ocasiones tras accidente de tráfico (4 moto, 2 bicicleta, 1 tractor, 1 coche) y 5 (22,7%) casos por precipitación. La mayoría de las fracturas han sido accidentes de alta energía, por lo que algunos de estos pacientes eran politraumatizados, asociando otro tipo de lesiones. Las fracturas se han tipificado siguiendo la clasificación de Frykmann2 (fig. 1), la cual hace hincapié en la presencia de afectación articular o no, y si ésta existe si la articulación afectada es la radiocubital, la radiocarpiana o ambas, asociando o no fractura de la estiloides cubital. Material y método Se han revisado retrospectivamente las fracturas complejas inestables de la extremidad distal del radio tratadas quirúrgicamente mediante fijador externo asociado o no a AK percutáneas en el Hospital Arquitecto Marcide-Profesor Novoa-Santos desde abril 1997 a abril 2003. Se han considerado las fracturas inestables2,3-5,7 cuando presentaban: • Angulación dorsal mayor de 20º. • Acortamiento radial mayor de 10º. • Conminución importante o afectación de la superficie articular. • Pérdida de la reducción tras el enyesado. Siguiendo estos criterios se han tratado 22 fracturas, 14 (63,6%) hombres y 7 (36,4%) mujeres (un caso bilateral). La edad media era de 42,5 años (rango 15-66 años). En 14 (63,6%) casos la mano afectada no era dominante. En 15 (68,2%) casos el lado afectado era izquierdo y en 7 (31,8%) derecho. El mecanismo de lesión ha sido en 9 (40,9%) casos por caída casual, VANCES ATraum Fig. 1. Clasificación de Frykmann. plazamiento de la fractura ni la dirección del traumatismo. Otras3,10 (Muller) nos aportan estos últimos datos pero no reflejan la inestabilidad de la fractura. Una clasificación no es más que una herramienta que pretende ayudar al cirujano a decidir un método de tratamiento, pero es éste quien personal y directamente, al visualizar las radiografías, decide5. En este trabajo se ha utilizado la clasificación de Frykmann porque permite comparar los resultados con la mayoría de otras series publicadas1,2,4,5,7,11-14. Cuando se trataba de fracturas abiertas se ha utilizado la clasificación de Gustilo et al, encontrado un caso de fractura tipo I y dos casos de fractura tipo II. Se ha utilizado el FE tipo Penning en 16 ocasiones (72,7%), el FE tipo AO en 2 ocasiones (9,1%) y el FE radiotransparente de Orthofix en 4 (18,2%). La intervención se realizó bajo anestesia regional o general, con el paciente en decúbito supino y el codo flexionado a 90º, sin manguito de isquemia. Se aplicaba tracción longitudinal manual, compresión de los fragmentos y visualización de la reducción bajo control con intensificador de imágenes. Si era necesario para conseguir la reducción se utilizan agujas de Kirschner percutáneas. Finalmente se colocaba el FE manteniendo la reducción. La muñeca se mantenía en flexoextensión neutra y ligera desviación cubital (fig. 2). En ningún caso se han utilizado placas o tornillos, ni se ha usado injerto óseo. En todos los casos excepto uno, se realizó la reducción Siguiendo esta clasificación había un caso tipo III, un caso tipo V, 7 casos tipo VII y 13 casos tipo VIII. En el 90,9% de los casos se trataba de las fracturas más complejas según la clasificación de Frykmann (VII, VIII). Esta clasificación proporciona datos del daño articular y la lesión de la estiloides cubital, pero Fig. 2. Fractura compleja radio y cubito, reducción mediante 3 AK y FE, no sobre el des- imagen radiológica y clínica posquirúrgica Fijador externo en las fracturas complejas de muñeca 195 de forma cerrada sin necesidad de abordar el foco de fractura. Al día siguiente de la intervención se recomiendan ejercicios de movilización de codo y hombro, así como de dedos. Se realizan controles clínicos y radiográficos en el postoperatorio, al mes, en el momento de la retirada del fijador y al alta. Tras retirar el FE se inicia programa de ejercicios tutelado por el servicio de Rehabilitación. Resultados El seguimiento medio ha sido de 25 meses (rango 4,5-60 meses), con un tiempo medio de consolidación de 6,9 semanas (4-12), manteniendo el fijador hasta la consolidación. No se ha dinamizado en ninguna ocasión el FE. Para la evaluación de los resultados se han utilizado: • Evaluación clínica según los criterios de Garland y Werley modificados por Sarmiento 15 (tabla I), cuantifica la deformidad residual encontrada, la apreciación subjetiva del paciente sobre su estado, la evaluación objetiva de movilidad y fuerza, revisando las posibles complicaciones. • Evaluación radiográfica de Lindstrom ampliada por Van Der Linden y Ericson16 (tabla II), medición radiográfica en proyecciones anteroposterior y lateral de muñeca de la angulación dorsal, índice radiocubital y angulación radial (fig. 3). Este protocolo se ha aplicado a las radiografías iniciales, a las posquirúrgicas inmediatas y en el último control previo al alta (fig. 4). Se compararon las mediciones con los valores obtenidos de las mismas proyecciones en la muñeca no lesionada (dada las variantes anatómicas)2,5. En el caso de que la muñeca sana no fuese valorable (fractura previa o actual), se tomaron como referencia los valores normales de Lidnstrom10,11 (angulación radial +/-30º, acortamien- to en hombres 13 mm y mujeres 12 mm, angulación dorsal +/-80º). Se han obtenido un 72,8% de resultados clínicos satisfactorios (tabla III), y un 4,5% de malos resultados, que corresponden a un caso de un paciente politraumatizado, de 50 años, ingresado inicialmente en UCI con graves lesiones (TCE, disrupción anillo pélvico, polifracturado), con fractura Frykmann tipo VII, que no fue posible la intervención hasta 8 días tras el ingreso (alta en UCI). Los resultados radiológicos satisfactorios eran del 63,6% (tabla IV), con un 9,1% de malos resultados (en dos casos, el antes comentado, y el de un paciente de 49 años, polifracturado, con una fractura Frykmann tipo VIII, con fragmento volar, intervenido de urgencia, Fig. 3. Angulación dorsal, índice radiocubital y angulación radial. Tabla I. Evaluación clínica según los criterios de Garland y Werley modificados por Sarmiento • Medición subjetiva (0-6) Dolor Limitación del movimiento Incapacidad • Medición objetiva (0-5) Rango de dorsiflexión, flexión palmar, desviación radial y cubital, supinación y pronación, circunducción, flexión de dedos y prensión • Compresión del dedo mediano (0-3) • Rigidez de la muñeca y los dedos (0-2) • Deformidad residual (0-3) Escalón radial, prominencia estiloides cubital, desviación radial de la mano • Cambios artrósicos (0-5) Resultados: - Excelente - Bueno - Regular - Pobre 196 0-2 3-8 9-14 15 o + P.M. Louzao-Mosquera, et al Tabla II. Evaluación radiográfica de Lidstrom ampliada por Van der Linden y Ericsson • Excelente • Bueno - Ligera deformidad - Angulación dorsal entre 91-100º - Acortamiento entre 3-6 mm - Pérdida de desviación radial <4º - No deformidad - Angulación dorsal <90º - Acortamiento <3 mm - Pérdida de desviación radial entre 5 y 9º • Regular • Pobre - Deformidad moderada - Angulación dorsal entre 101-114º - Acortamiento entre 7-11 mm - Pérdida de desviación radial entre 10 y 14º - Angulación dorsal >115º - Acortamiento >12 mm - Pérdida de desviación - Radial >15º Tabla III. Resultados clínicos Subjetivos E: 7 (31,8%) B: 13 (59,1%) R: 2 (9,1%) P: 0(0%) Objetivos E: 7 (31,8%) B: 10 (45,5%) R: 4 (18,2%) P: 1(4,5%) Globales E: 6 (27,3%) B: 10 (45,5%) R: 5 (22,7%) P: 1(4,5%) E + B = 72,8% E: excelente; B: bueno; R: regular; P: pobre Tabla IV. Resultados radiológicos • Excelentes • Buenos • Regulares • Pobres 3 (13,6%) 11 (50%) 6 (27,3%) 2 (9,1%) E +B = 63,3% E: excelente; B: bueno con resultado objetivo excelente y clínico bueno). Entre las complicaciones que se han observado había cuatro casos (18,2%) de infección superficial de los pines que se resolvieron satisfactoriamente con antibioterapia oral, un caso (3,12%) de infección de una AK (de 32), que se resolvió con la retirada de la aguja, sin modificarse la reducción de la fractura y dos casos (9,1%) de parestesias a nivel del territorio sensitivo del nervio radial. No se ha observado ningún caso de distrofia simpáticorrefleja, ni ha sido necesaria la retirada precoz del fijador. Discusión La fijación externa asociada o no a agujas percutáneas como tratamiento de VANCES ATraum las fracturas inestables de la extremidad distal del radio permite la obtención de buenos resultados en un alto porcentaje de los casos (75%)3,4,7,8,13,14 . El objetivo final del tratamiento de estas fracturas es conseguir una muñeca indolora y funcional con un buen rango de movimiento (fig. 5). Uno de los factores más importantes para obtener un buen resultado es mantener la integridad de la superficie articular, ya que escalones superiores a 2 mm producen cambios degenerativos precoces2,4,5,8. Siguiendo los principios de la ligamentotaxis4,8, (por un lado se elonga el espacio articular, impidiendo contacto óseo y traumatismo crónico y por otro la tensión de los ligamentos y la cápsula permite el control de los fragmentos por efecto de la compresión), el fijador externo consigue una reducción anatómica de la fractura y estabilización de la misma. Así comparando las mediciones obtenidas de angu- Fijador externo en las fracturas complejas de muñeca lación radial, angulación dorsal e índice radiocubital, en postoperatorio y alta en esta serie, se ha observado resultados próximos a la normalidad. Las pérdidas de reducción con respecto a las mediciones obtenidas en el post-operatorio inmediato han sido mínimas. En los casos en que tras la tracción y manipulación se observaba reducción inadecuada o escalones intraarticulares, el uso de agujas percutáneas nos permitía obtener una reducción correcta. Clásicamente se atribuían a la fijación externa complicaciones que oscilaban entre el 20-60%, como exponen en sus trabajos autores como Cooney et al7; Jakim et al14, De la Varga Salto et al3, Vilar de la Peña et al5 describen menor tasa de complicaciones, siendo estas menores y transitorias. Esto se debe, posiblemente al perfeccionamiento de la técnica de colocación y a la educación del paciente en el mantenimiento de los clavos. No se ha observado ningún caso de distrofia simpáticorrefleja, a diferencia de otras series como la de Vilá y Rico et al2, o Cecilia López et al4, probablemente porque en esta serie se ha colocado el fijador para mantener la reducción, una vez conseguida ésta mediante tracción manual. La fijación externa es un método sencillo y de rápida aplicación, que permite su uso en urgencias de forma definitiva o transitoria, con fácil acceso a las lesiones de partes 197 Fig. 4. Radiografias al ingreso, postoperatorio inmediato y alta. Fig. 5. Movilidad al alta. blandas o control de heridas en fracturas abiertas. Los resultados subjetivos y funcionales han sido mejores que los radiográficos. En conclusión el fijador externo asociado o no a agujas percutáneas es un método adecuado para el tratamiento de las fracturas complejas de la extremidad distal del radio, obteniendo un 72% de buenos resultados comparables a otras series3-5,7,8. Bibliografía 1. Goyeneche J, Torre I. Tratamiento de las fracturas de la extremidad distal del radio según el método de Kapandji. Revisión de 128 casos. Rev Ortop Traumatol 1994;40:5-9. 2. Vilá y Rico J, Larraínzar Garijo R, Martín López CM, Álvarez SaínzEsquerra J, Llanos Alcázar LF. Estudio comparativo del fijador externo y el yeso bipolar en el tratamiento de las fracturas de radio. Rev Ortop Traumatol 1998; 43:135-139. 198 3. De la Varga Salto V, Moro Robledo JA, Guerardo Parra E, Luna Gonzalez F, Cuadros Romero M. Tratamiento quirúrgico de las fracturas inestables de la extremidad distal del radio con el fijador externo tubular AO. Rev Ortop Traumatol 1994;38IB(supl 2):14-20. 4. López C, Caba Doussoux P, Delgado Díaz E, Zafra Jiménez JA, Vidal Bujanda C. Fracturas conminutas intraarticulares de la extremidad distal del radio tratadas con fijación externa. Rev Ortop Traumatol 1997;41(supl 1):58-63. 5. Vilar De La Peña R, Gómez-Cambronero López V, Alonso Iglesias R, Chover Aledon V, Hawarni M. ¿Es suficiente la fijación externa en el tratamiento de las fracturas inestables del radio distal? Rev Ortop Traumatol 2000;44:286-293. 6. Conney WP, Bishop AT, Wood MB. Complications of Colles´ fractures. J Bone Joint Surg 1980;62-:612. 7. Cooney WP, MD. External Fixation of distal radial fractures. Clin Orthopedics 1983;180:44-49. 8. Maya Segrelles C, Bonete Lluch DJ. Fracturas de la extremidad distal del radio. Rev Fijación Externa 2003;6:2023. 9. Penning DW, MD. Dynamic external fixation of distal radius fractures. Hand Clin 1993;9:587-601. 10. Lindstrom A. Fractures of the distal end of the radius, A clinical and statistical study of end results. Acta Orhop Scand 1959;(Supl 41):1-118. 11. Sanders RA, MD, Frederick L, Keppel MD, Waldrop JI. External fixation of distal radial fractures: Results and complications. J Hand Surg 1991;16-A:385-391. 12. Schuind F, M. 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Itarte Pujals Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología Hospital Sant Pau. Barcelona Introducción Resumen Los autores revisan los resultados obtenidos en una serie de 58 pacientes a los que se les practicó una artrodesis de la articulación metacarpofalángica del pulgar. Los dos tipos de osteosíntesis utilizados fueron las agujas de Kirschner, que se emplearon en 28 pacientes, y el tornillo de Herbert, que se colocó en 30 casos. El estudio comparativo entre ambos sistemas de fijación muestra que, si bien los dos tipos de fijación consiguen una tasa de consolidación y arco de movimiento similares, el tiempo en que se consigue la fusión ósea es superior cuando se utilizan las agujas de Kirschner que cuando se utiliza el tornillo de Herbert. Asimismo, se observó que en el 71% de los casos en los que se utilizaron las agujas, se precisó su extracción ulterior por protrusión de las mismas una vez conseguida la consolidación, mientras que en el grupo de pacientes que fueron tratados con tornillo de Herbert, no fue necesario tal proceder por problemas locales. Los autores concluyen que, los dos sistemas de fijación empleados para conseguir la artrodesis de la articulación metacarpofalángica del pulgar, son válidos y eficaces, si bien el tornillo de Herbert presenta más ventajas que las agujas de Kirschner, pues permite conseguir la fusión sólida del foco de artrodesis en un tiempo más corto y evita también su posterior extracción por problemas de roce y/o protrusión del mismo. Palabras clave Pulgar. Artrodesis metacarpofalángica. Agujas Kirschner. Tornillo de Herbert. 003552 200 003866 36/3 2006 - Págs. 200 a 206 La artrodesis de la articulación metacarpofalángica del pulgar (MCFP) es un procedimiento quirúrgico muy efectivo en el tratamiento de procesos inflamatorios y degenerativos1-3, inestabilidades crónicas4 y patologías paralizantes de dicha articulación5. En diversas ocasiones, se acompañan de otras actuaciones quirúrgicas de partes blandas u óseas sobre el mismo dedo o en otras zonas de la mano. Entre los numerosos métodos de fijación que existen para conseguir la artrodesis MCFP, cabe citar los cerclajes alámbricos intraóseos con o sin agujas 6,7 , las agujas de Kirschner8, los minifijadores externos9, los tornillos AO de compresión10 y las placas8. Independientemente del método utilizado, los resultados obtenidos son muy satisfactorios, pues se consigue una fusión sólida entre el 80 y el 100% de los casos1-10. Correspondencia Dr. Ignacio Proubasta Renart Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología Hospital Sant Pau. Avda. San Antonio Mª Claret, 167 08025 Barcelona iproubasta@hsp.santpau.es I. Proubasta Renart, et al En el presente trabajo, se comparan los resultados obtenidos con dos métodos diferentes de fijación para conseguir la artrodesis de la articulación MCFP: las agujas de Kirschner y el tornillo de Herbert (Zimmer®, EE.UU), con el objetivo de averiguar cuál de estas técnicas es la más eficaz. Material y método Se han revisado restrospectivamente los resultados obtenidos en 58 pacientes a los que se les practicó una artrodesis de la articulación MCFP con dos métodos de fijación diferentes, la utilización de dos agujas de Kirschner cruzadas (28 casos) y el tornillo de Herbert (30 casos). La edad media de los pacientes fue de 56 años (27-75). En cuanto al sexo, 45 eran mujeres, mientras que el resto (13) a hombres. La gran mayoría de los casos correspondieron a pacientes que presentaban una artrosis primaria de la articulación MCFP (tabla I). En siete casos, previa a la artrodesis, se les había practicado en el mismo dedo, una artroplastia de resección-suspensión trapeciometacarpiana, mientras que esta última se simultaneó con la artrodesis en el mismo gesto quirúrgico en tres casos. Por último, en tres casos más, la artrodesis MCFP se simultaneó también con una artroplastia de implante de las metacarpofalángicas de los demás dedos, todos ellos en pacientes reumáticos. Todos los pacientes fueron intervenidos en régimen ambulatorio. La técnica quirúrgica utilizada fue la siguiente. Mediante anestesia locorregional y bajo manguito neumático, se practica una incisión en zig-zag sobre el dorso de la articulación metacarpofalángica (fig. 1). Después de disecar los dos colgajos cutáneos y tener mucho cuidado en no dañar las pequeñas ramas sensitivas dorsales que discurren a dicho nivel, se procede a realizar una artrotomía longitudinal de la articulación metacarpofalángica a VANCES ATraum través de los dos extensores del pulgar. Seguidamente se aisla y se libera la cabeza del primer metacarpiano mediante la sección de los ligamentos colaterales metacarpofalángicos así como de la resección de toda la sinovial. A continuación y con pinza gubia, se extirpa todo el cartílago articular remanente de la cabeza metacarpiana hasta observar tejido esponjoso subcondral (fig. 2). De forma similar se procede con el cartílago de la base de la falange proximal, el cual suele ser más duro que el del metacarpiano. Una maniobra útil para iniciar la resección del cartílago falángico, es efectuar sobre el mismo, dos pequeñas perforaciones con la punta del bisturí mediante giros repetidos, a fin de que las dos puntas de la pinza gubia puedan introducirse a través de ellas y poder así morder con eficacia el cartílago. Una vez conseguido todo el denudamiento de ambas superficies cartilaginosas, se redondea la cabeza del metacarpiano y se concaviza ligeramente la de la falange, con el fin de que exista un buen contacto entre ambas superficies óseas. Conseguido dicho objetivo, cuyos pasos quirúrgicos son idénticos para ambos tipos de fijación, se continúa con la osteosíntesis definitiva, ya sea con el tornillo de Herbert o con las agujas de Kirschner. Si se utiliza el tornillo de Herbert, empezamos preparando el canal óseo, metacarpiano y falángico proximal, respectivamente, por el que se va a introducir el tornillo. Para dicha colocación, es preciso seguir una serie de pasos. El primero de ellos es el de labrar un pequeño orificio ovalado en la cortical dorsal del cuello del metacarpiano, aproximadamente a un centímetro proximal a la superficie articular. Éste lo realizamos mediante dos perforaciones contiguas practicadas con la broca gruesa y perpendiculares al eje longi-tudinal del metacarpiano (fig. 3), de tal forma que se comuniquen ambas entre sí. Este pequeño truco nos va a permitir, más tarde, que las espiras proximales del tornillo de Herbert no rompan la débil cortical dorsal del cuello metacar-piano durante su introducción. El segundo paso es introducir la broca delgada dentro del orificio oval previamente practicado, con una inclinación de unos 10º y en dirección al centro de la cabeza del metacarpiano, observando su correcta salida por la misma. Conseguido esto, pasamos al tercer paso, que consiste en preparar el canal de la falange proximal, el cual lo realizamos directamente con la broca delgada, procurando que su introducción sea lo más central y paralela posibles al eje longitudinal de la falange. El cuarto paso es proceder al labrado del paso de rosca con la terraja, primero en la falange proximal y luego en el cuello-cabeza metacarpiana, para finalmente, y como quinto paso, introducir el tornillo de Herbert (fig. 4). Durante su colocación, mantenemos una cierta compresión manual entre ambas superficies óseas y procuramos que el pulgar nos quede con unos 10º de pronación. Para ello, antes de que el tornillo inicie la compresión del foco de artrodesis, gira- Tabla I. Etiología por las que se indicó, en nuestra serie, una artrodesis de la articulación MCFP Etiología Artrosis primaria Artrosis secundaria Inestablidad ligamentosa Inestabilidad artritis reumatoide Parálisis cerebral Total Artrodesis metacarpofalángica del pulgar Número de casos Agujas Tornillo Kirschner Herbert 14 3 2 8 1 16 4 3 5 2 28 30 201 Fig. 1. Incisión utilizada para la artrodesis MCFP. Fig. 2. Denudamiento del cartílago articular de la cabeza metacarpiana mediante pinza gubia. A) Inicio de la resección cartilaginosa de la cabeza metacarpiana. B) resultado final. Fig. 3. Confección de un orificio ovalado sobre la cortical dorsal del cuello metacarpiano. 202 Fig. 4. Introducción del tornillo de Herbert, procurando que el foco de artrodesis nos quede en unos 10o de flexión y 10o de pronación. I. Proubasta Renart, et al mos el pulpejo del pulgar en sentido horario con respecto al eje axial del dedo, hasta colocarlo en los 10º de pronación deseados. Salvando raras excepciones, escogemos siempre el tornillo más largo (30 mm). Especial atención merece el momento en que la zona proximal de las espiras del tornillo, que es la más ancha, inicia su penetración dentro del cuello metacarpiano. En este sentido, si sólo hubiésemos practicado un solo orificio con la broca gruesa en el cuello metacarpiano, las espiras proximales del tornillo, más anchas que las distales, podrían presionar excesivamente la cortical dorsal del metacarpiano, rompiéndola. Sin embargo, como hemos tenido la precaución de realizar el orificio ovalado, el efecto palanca de la zona proximal del tornillo sobre la cortical dorsal metacarpiana se minimiza, evitando con ello su fractura. No obstante, es aconsejable que, durante la colocación del tornillo, se realice una presión con el dedo sobre la cortical dorsal, con el fin de evitar tal complicación. No es conveniente enterrar todas las espiras de la rosca proximal dentro del hueso por cuanto podría hundirse dentro del canal medular y, en consecuencia, perder toda su acción compresiva. El que quede una sola espira por fuera de la cortical dorsal del cuello metacarpiano no influye en el resultado final ni tampoco produce efectos locales de roces y/o protrusión. En el caso de utilizar agujas de Kirschner como método de fijación, una vez expuestas y preparadas ambas superficies articulares, se introducen dos agujas de 1,5 mm de diámetro en la cabeza metacarpiana de forma retrógrada y en sentidos divergentes, de tal forma que ambas formen una “X” (fig. 5). Dichas agujas se hacen sobresalir a ambos lados del cuello metacarpiano hasta que las puntas de las mismas estén a la altura de la superficie esponjosa de la cabeza metacarpiana (fig. 6). Seguidamente, se confrontan las superficies cruentas correspondientes a la cabeza VANCES ATraum metacarpiana y a la de la base de la falange proximal para, finalmente, penetrar las agujas en ésta última. Si bien no es fundamental que las agujas atraviesen las dos corticales de la falange, si es prudente que al menos una de ellas lo haga, pues de esta manera se consigue una mayor solidez del montaje. Al igual como hacíamos con el tornillo de Herbert, es conveniente mantener el foco de artrodesis en una posición de unos 10º de flexión y 10º de pronación, antes de introducir las agujas en la falange. A continuación, las partes sobresalientes de las agujas, se cortan a nivel de su base en el dorso de la cortical metacarpiana con el fin minimizar al máximo los problemas de roce y/o de protrusión en la piel. En ningún caso las hemos dejado fuera de la cobertura dérmica. En este aspecto, creemos que con este gesto evitamos las tan frecuentes celulitis periorificiales. Por último, en ambos grupos se cerró la cápsula dorsal metacarpofalángica con Dexon 3/0 y la piel con Prolene de 5/0, y se coloca un yeso corto de escafoides. El estudio radiográfico postoperatorio, permitió observar la correcta posición del material de osteosíntesis y la buena coaptación de las superficies óseas (fig. 7). El tiempo de inmovilización fue de dos semanas, tras las cuales retiramos el yeso y los puntos de sutura, y permitimos desde este momento que el paciente movilice su pulgar activamente. Posteriormente lo controlamos clínica y radiográficamente al mes, a los tres meses y a los seis meses de la intervención. El método de valoración clínica fue muy simple, preguntando al paciente si tenía dolor y el arco de movimiento conseguido. En este último aspecto, seguimos el método de Kapandji, el cual puntúa del 1 al 9, el movimiento de oposición del pulgar (fig. 8). Asimismo y a nivel radiográfico, comprobamos si existía o no una fusión sólida y la posición de flexión en que había quedado, así como el tiempo de consolidación. Artrodesis metacarpofalángica del pulgar En aquellos casos en los que se requirió otro tipo de cirugías, ya sean en el mismo o en los otros dedos, siempre se dejó para el final la artrodesis MCFP. Resultados Al final del estudio, todos los pacientes estaban libres de dolor y notificaron una mejora significativa de la función del pulgar, no existiendo diferencias significativas en cuanto a la oposición del mismo, de acuerdo a la escala de valoración numérica de Kapandji 11 (tabla II). En este sentido, más del 70% de los casos tratados con ambos sistemas de fijación, consiguieron llegar a las zonas 7-8. Por lo que hace referencia a la consolidación, de los 28 casos tratados con agujas de Kirschner, sólo hubo un caso de seudartrosis, la cual fue solucionada mediante la extracción de las agujas, nueva cruentación y osteosíntesis con tornillo de Herbert. El tiempo medio de consolidación con este método fue de 12 semanas, con un mínimo de 5 y un máximo de 16 semanas. En 20 casos (71%) se tuvo que proceder a la extracción de las agujas por protrusión de las mismas, una vez conseguida la fusión sólida del foco de artrodesis. En cuanto a los 30 casos de artrodesis con tornillo de Herbert, en todos ellos se consiguió la consolidación, siendo el tiempo medio de 7 semanas, con un mínimo de 4 y un máximo de 10 semanas. En ningún caso, hasta el momento de esta revisión, se ha tenido que proceder a la extracción del tornillo. Finalmente y en referencia al grado de flexión de la artrodesis, ésta se consiguió con una flexión media de 8º, con un mínimo de 0º y un máximo de 18º. Discusión La artrodesis de la articulación MCFP constituye un método quirúr- 203 Fig. 5. Introducción de dos agujas de Kirschner a través de la cabeza del metacarpiano, en sentido retrógrado y divergente, de tal forma que formen ambas una “X”. Fig. 6. Preparación de las agujas de Kirschner en la cabeza del metacarpiano, antes de su colocación en la falange proximal. Obsérvese que los dos extremos de las agujas sobresalen ligeramente de la superficie de la cabeza metacarpiana para facilitar su introducción. Fig. 7. Estudio radiográfico postoperatorio de la artrodesis MCFP, con los dos sistemas de osteosíntesis empleados en este estudio. A) frente y perfil con agujas de Kirschner. B) frente y perfil con tornillo de Herbert. Fig. 8. Método de Kapandji para valorar el arco de movimiento de oposición del pulgar. 204 I. Proubasta Renart, et al Tabla II. Zona de oposición conseguida en la artrodesis MCFP, según el método de Kapandji Zona de oposición conseguida 5 6 7 8 9 Agujas Kirschner 1 3 10 10 4 Tronillo Herbert 0 1 9 14 6 28 30 gico terapéutico muy eficaz en diversas patologías que afectan a la misma, entre las que cabe citar la artrosis primaria o secundaria, la inestabilidad residual tras una lesión ligamentosa y/o reumática, y en situaciones paralizantes durante el curso evolutivo de una parálisis cerebral y/o de plexo braquial1-10. Sea como fuera, la artrodesis MCFP no suele acarrear graves trastornos funcionales, pues la movilidad de esta articulación es muy variable de un individuo a otro y, además, gracias a la gran movilidad de sus articulaciones vecinas (la trapeciometacarpiana proximal y la interfalángica distal), le confieren un alto grado de adaptabilidad en la función global del pulgar. En definitiva, en la articulación MCFP, es preferible una pérdida de movilidad que una inestabilidad residual. Uno de los aspectos que se han estudiado a la hora de proceder a una artrodesis MCFP es su posición más idónea. Así, mientras algunos autores12 no encuentran diferencias si se fusiona en posición neutra y/o en ligera flexión, otros aconsejan grados variables de flexión10,13. Sin embargo, a diferencia de los grados recomendados en el plano sagital (extensión – flexión), en el plano transversal (pronación – supinación) no existe consenso que especifique la mejor posición. No hemos encontrado diferencias clínicas entre una u otra posición, tanto en el plano sagital como transversal, aunque sí procuramos que no quede la artrodesis ni en hiperextensión ni en supinación. Por lo que hace referencia a la mejor técnica quirúrgica empleada, ésta difiere entre utilizar simples agujas de VANCES ATraum Kirschner y/o cerclajes alámbricos8 hasta métodos de fijación más sofisticados como las agujas y/o barras de material absorbible14. Asimismo, la preparación de las superficies articulares puede realizarse manualmente con pinza gubia o por medio de fresas especiales15. Efectuamos el denudamiento del cartílago mediante pinza gubia para evitar traumatismos y evitar así un campo quirúrgico más amplio para la introducción de las fresas15. Si bien los resultados son similares en cuanto a la fusión conseguida, existen algunos inconvenientes según el material empleado. Cuando se utilizan agujas de Kirschner, es frecuente su protrusión y la presencia de celulitis periorificial que obligan a su extracción9. Nuestro estudio confirma que el 71% de los casos se retiraron, aunque nunca por problemas sépticos. Lo mismo ocurre con los cerclajes alámbricos, que además requieren una mayor exposición quirúrgica y mayor tiempo de inmovilización6. Los minifijadores externos también provocan problemas locales y son incómodos durante el tiempo de consolidación al impedir realizar con toda normalidad la función propia del pulgar9. Por último, el empleo de tornillos han dado buenos resultados, aunque también en determinados casos se han tenido que retirar por molestias locales10; en nuestro estudio no retiramos ningún tornillo de Herbert. Este tipo de tornillo, permite una óptima compresión del foco de artrodesis, lo que evita una inmovilización postope-ratoria prolongada y estimula al paciente a que efectúe la pinza activamente, favoreciendo la Artrodesis metacarpofalángica del pulgar consolidación. Además, la artrodesis MCFP con tornillo de Herbert se puede simultanear con cirugías asociadas, en el pulgar o en otras zonas de la mano (fig. 9). Sea como fuere, el resultado clínico suele ser bueno, pues la artrodesis de la articulación MCFP no compromete la función de la mano (fig. 10). Fig. 9. Estudio radiográfico de una artrodesis MCFP simultaneada con la artroplastia de implante de las metacarpofalángicas de los demás dedos. Fig. 10. Resultado clínico a los 6 meses de la artrodesis MCFP. Obsérvese el buen arco de movimiento del pulgar, que puede llegar al pliegue distal de la metacarpofalángica del meñique (zona 8-9 de Kapandji). 205 Por todo lo comentado, pensamos que la utilización del tornillo de Herbert, en comparación con las agujas de Kirschner, constituye una técnica muy válida para conseguir la artrodesis MCFP, pues no sólo permite una consolidación más rápida, sino que además evita cirugías ulteriores al no tenerse que extraer por problemas locales, hecho que sí se produce con mucha frecuencia cuando se utilizaron las agujas de Kirschner. Bibliografía 1. Hagan HJ, Hastings H. Fusion of the thumb metacarpophalangeal joint to the posttraumatic arthritis. J Hand Surg 1988;13A:750-753. 2. Terrono A, Millender L, Nalebuff E. Boutonniere rheumatoid thumb deformity. J Hand Surg 1990;15A:999-1003. 206 3. Toledano B, Terrono AL, Millender LH. Reconstruction of the rheumatoid thumb. Hand Clin 1992;8:121-129. 4. Goldner JL, Koman LA, Gelberman RH, Levin S, Goldner RD. 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Proubasta Renart, et al Osteocondroma de la columna cervical CASO CLÍNICO A propósito de un caso y revisión de la literatura R. Plaza García1 D. Popescu1 A. Combalía Aleu2 S. Suso Vergara3 Servicio de COT, ICEMEQ (Prof. S.Suso) Hospital Clínic. Barcelona 1 Residente de COT Consultor de COT 3 Consultor Senior de COT y Director del Institut Clínic de Malalties Medicoquirúrgiques 2 Resumen Presentamos una paciente de 21 años de edad, con antecedente médico de enfermedad exostosante familiar, que consulta por presentar cervicalgia de meses de evolución con aparición de parestesias a nivel de extremidad superior izquierda. Se le diagnosticó un osteocondroma cervical a nivel de la superficie interna del arco de C3. Se efectuó la resección del arco, con la tumoración en bloque, presentando una correcta evolución en el postoperatorio inmediato. La anatomía patológica corroboró el diagnóstico. Se analiza la epidemiología del osteocondroma cervical y se realiza una revisión de la literatura. Palabras clave Osteocondroma. Cervical. Exostosis. Solitario. 006220 Introducción El osteocondroma es la tumoración benigna más frecuente del esqueleto. Típicamente afecta los huesos largos, fundamentalmente a nivel metafisario, y puede presentarse de forma aislada o bien múltiple, siendo en este segundo caso una enfermedad hereditaria de transmisión autosómica dominante. Con menor frecuencia, el osteocondroma puede localizarse en el raquis, con especial predilección por la columna cervical, aunque su incidencia es muy baja (entre el 1 y el 7% del total de osteocondromas, según las series)7,15. Caso clínico Paciente de 21 años de edad con enfermedad exostosante múltiple familiar (operada previamente en tres ocasiones por sendos osteocondromas en ambas rodillas y quinto dedo de mano izquierda), sin alergias medicamentosas conocidas, que acude a la visita por presentar dolor en la región cervical de meses de evolución con una progresiva aparición de parestesias a nivel de la extremidad superior izquierda. Correspondencia Andreu Combalía Aleu Servicio de COT Hospital Clínic 08036 Barcelona TLF: 932 275 533 C/ Villarroel, 170 Barcelona, 08036 combalia@clinic.ub.es VANCES ATraum En la exploración física no se objetiva pérdida de fuerza ni alteración de la sensibilidad, refiriendo la paciente la presencia de parestesias a nivel de los dedos 1º a 3º de la mano izquierda al flexionar la columna cervical. Se realizó radiografía de la columna cervical (fig. 1) en la cual se apreciaba la presencia de una tumoración de consistencia ósea a nivel del tercer arco vertebral cervical. Se realizó TAC (fig. 2) donde se apreciaba la presencia de un osteocondroma en el arco derecho de C3 con crecimiento en el interior del canal medular. Se completó el estudio con una RNM cervical, cuya imagen se aprecia en la figura 3. Se realizó también un estudio electromiográfico y de potenciales evocados, resultando ambos normales. Dada la sintomatología de la paciente y el diagnóstico de una tumoración cervical tipo osteocondroma, con crecimiento en el interior del canal raquídeo, se decidió el tratamiento quirúrgico mediante una laminectomía de C3, que comportaba la resección en bloque de la tumoración. La anatomía patológica corroboró el diagnóstico de osteocondroma. No se asoció ningún tipo de estabilización. La paciente presentó una mejoría inmediata con desaparición de las parestesias. Dos años después de la intervención quirúrgica la paciente se encuentra restablecida de sus síntomas. Discusión El osteocondroma, también llamado exóstosis osteocartilaginosa, es la tumoración benigna más frecuente del esqueleto, representando un 36% del total de tumores óseos benig- 36/2Osteocondroma 2006 - Págs. 207 210 dea la columna cervical 207 Fig. 1. Estudio radiográfico simple. Se insinúa una masa de consistencia ósea a nivel del arco de C3. Fig. 2. Imagen del corte coronal del TAC donde se aprecia el origen del osteocondroma en la lámina derecha de C3. 208 R. Plaza García, et al vertebral. Los osteocondromas se pueden inducir de forma artificial provocando un defecto en el manguito periostal, de manera que se consigue una herniación de la placa epifisaria. Se cree que el fracaso en conseguir la fusión y una osificación normal acaba en la formación de un osteocondroma14, por un proceso progresivo de osificación encondral de un cartílago aberrante de una placa de crecimiento, ya sea por defecto congénito o por traumatismo2,9. La mayoría de los pacientes van a ser asintomáticos, fundamentalmente porque el osteocondroma detiene su crecimiento al llegar a la madurez ósea del individuo. Es por eso que se considera que su incidencia podría ser mayor, por pasar muchos de ellos desapercibidos. Los pacientes con un osteocondroma cervical pueden presentar una masa palpable cuando la tumoración crece hacia el exterior de la columna, dolor local (cervicalgia) o síntomas secundarios la compresión neurológica o vascular. En casos de osteocondromas en la región anterior del raquis, pueden dar lugar a la aparición de una masa parafaríngea con ronquera o incluso disfagia7. Las complicaciones neurológicas (compresión medular, mielopatía cervical o afectación de raíces nerviosas) son raras, y más aún si se trata de un caso esporádico1,2,7,10,13. No obstante, el crecimiento lento del osteocondroma puede producir a veces la aparición gradual de estos síntomas neurológicos, que pueden agudizarse tras un hiperextensión brusca o una caída2,15. El diagnóstico suele ser tardío por el crecimiento lento del tumor y la escasa sintomatología. Radiográficamente son difíciles de detectar por la superposición de las imágenes que forma la columna cervical10, aunque clásicamente se Fig. 3. Imagen del corte sagital de la RM en T2 y T1. Se constata la presencia de describen como una masa ósea pedunculada o sésil, cuyas corticales y esponjosa se contiun osteocondroma con su núcleo óseo y la cubierta cartilaginosa, que provoca núan con las del hueso subyacente. Existe una compresión medular a nivel de C3. característica considerada patognomónica que nos y un 8,5% si incluimos los malignos10. Suele afectar a las es la existencia de una continuidad ósea en el punto de unión metáfisis de huesos largos, como el fémur o la tibia14, pero en entre el córtex del hueso originario y el cortéx del osteocondroma2. algunos casos puede afectar al raquis, con especial predilecEl estudio radiográfico se puede complementar con una TAC o ción por la columna cervical, aunque su incidencia es muy una RM, útil en los casos de compresión medular. baja (entre el 1 y el 7% del total de osteocondromas, según las La prueba complementaria de imagen de elección es la series)7,15. TAC, que nos permite observar tanto la parte ósea como la Puede presentarse de forma aislada o bien múltiple, tratáncartilaginosa y valorar la extensión de la lesión y su relación dose en este segundo caso de una enfermedad hereditaria de con las estructuras cervicales, aspecto importante para la transmisión autosómica dominante de penetración variaplanificación preoperatorio2. Son hallazgos típicos en la TAC: ble2,6,10,15, y tiene una mayor incidencia en hombres (1,8:1 en la forma hereditaria múltiple, 3:1 en los casos esporádicos)7,15. 1) Masa redondeada, de contornos marcados La edad media de aparición es de 20 años en los casos de 2) Densidad ósea, con calcificaciones dispersas osteocondromas múltiples, y de 30 para las formas solita3) Localización paraespinal o intraespinal excéntrica rias1,7,9,13. 4) Cambios osteoescleróticos en el hueso vecino Si nos centramos en el osteocondroma de la columna cervi5) Falta de captación de contraste2,10. cal, que supone entre 1 un 4% de los casos esporádicos7, podemos constatar su predilección por los elementos posteLa RM es de menor utilidad por su falta de sensibilidad para riores (fundamentalmente en el extremo de las apófisis espilas pequeñas áreas de osificación, que se representan por nosas)6,8,10, hecho que podría justificarse por la existencia de una hipotensidad en T1 y T2, pero sirve para definir mejor el los numerosos centros de osificación secundarios en estas recubrimiento cartilaginoso, su grosor y su relación con las zonas (como son las apófisis espinosas, transversas y artiestructuras vecinas (con el saco dural, la médula espinal o culares)4,5,10,14. Según Akagi, durante el desarrollo del canal las raíces nerviosas), observándose como una hiperdensidad medular, los arcos neurales se fusionan entre ellos, y postetanto en T1 como T2 , y nos define mejor los casos de comriormente, en el tercer año de vida, se fusionan con el cuerpo presión medular2,10, 11,16. VANCES ATraum Osteocondroma de la columna cervical 209 Puede ocurrir la malignización de los osteocondromas hacia un condrosarcoma, posibilidad que sólo se presenta en un 1-2% de los pacientes con osteocondromas esporádicos10. Por tanto, los osteocondromas asintomáticos no necesitarían ser tratados, a no ser que causen dolor o complicaciones neurológicas (por compresión). En este caso deberá realizarse su exéresis, la cual no está exenta de complicaciones a nivel de la columna, sobre todo cuando estos aparecen dentro del canal medular. A poder ser posible, debe resecarse toda la cubierta cartilaginosa, ya que su extracción incompleta puede dar lugar a recurrencia del tumor (que globalmente es tan sólo del 2%)10. Por eso es muy importante valorar preoperatoriamente tanto el tamaño de la capa cartilaginosa como el núcleo de osificación encondral (mediante TAC/RM). En función del tamaño tumoral, será necesario realizar una laminectomía o una hemilaminectomía, y si el tumor se ha originado en las carillas articulares, deberá realizarse también una facetectomía parcial, intentando conservarla en la mayor medida posible, ya que puede dar lugar a una mala alineación de la columna o a la aparición de inestabilidad, que podrían incluso requerir una fusión para corregirlas2,3,9,10,12. Conclusión Los osteocondromas de la columna pueden ser más frecuentes de lo que creemos, pero su lento crecimiento y su sintomatología inespecífica pueden dar lugar a omisión de diagnóstico, diagnósticos tardíos e incluso erróneos, sobre todo a nivel cervical, donde el estudio radiográfico simple tiene una baja sensibilidad. Si un paciente joven se presenta con cervicalgia persistente, debemos estudiar la columna con más pruebas de imagen, y deberemos realizar un diagnóstico diferencial con otras entidades como pueden ser otros tumores de la columna (de células gigantes, quiste óseo aneurismático, hemangiomas, osteocondromas y osteoblastomas). Si se confirma el diagnóstico, el tratamiento aconsejado será la resección. Bibliografía 1. Albrecht S, Crutchfield FS, SeGall GK. On spinal osteochondromas J Neurosurg 1992; 77(2):247-252. 2. Arasil E, Erdem A. Yuceer N. Osteochondroma of the upper cervical spine. A case report. Spine 1996;21(4):516-518. 210 3. Baer-Henney S. 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Se analizan diversos factores radiográficos que han podido influir en la calidad de los resultados. Los autores han encontrado peores resultados en aquellos casos con acromion tipo curvo o ganchoso, en los que el espacio subacromial presenta una altura reducida, y en los pacientes en los que se aprecia la existencia de una artrosis de la articulación acromioclavicular o de calcificaciones en el seno del manguito de los rotadores. Palabras clave Hombro. Síndrome subacromial. Tratamiento quirúrgico. Acromioplastia abierta. 000065 003252 Introducción El síndrome subacromial o conflicto subacromial ha sido definido como el proceso doloroso ocasionado por el roce entre la superficie inferior de la parte anterior del acromion y el ligamento coracoacromial por una parte, y la bursa subacromial y el manguito de los Correspondencia Antonio Arenas Planelles Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología Hospital de Navarra C/Irunlarrea, 3, - 31008 Pamplona Tel.: 848 422 206 ajosearenas@yahoo.es 188 rotadores por la otra13. Esta enfermedad, tal y como fue interpretada y definida por Neer, es tal vez la causa más frecuente de dolor localizado en la región anteroexterna del hombro10,37. El manguito de los rotadores tiene la función de estabilizar la cabeza del húmero mientras el músculo deltoides desarrolla la abducción del hombro53. Debido a esto, si se produce una lesión del mismo, la consecuencia puede ser un grave deterioro funcional. En su producción se han propuesto factores de dos tipos: intrínsecos y extrínsecos 5. Entre los intrínsecos hay que citar el deterioro degenerativo del tendón8,11,34,40,41,45. Ogata y Uhthoff, en 36/3 2006 - Págs. 188 a 193 su trabajo publicado en 1990, apuntaban que la tendinopatía degenerativa intrínseca puede desempeñar un papel importante en la génesis del síndrome subacromial. Estos autores sugerían que la degeneración tendinosa es la causa primaria del desgarro parcial del manguito, que permite la migración proximal de la cabeza humeral, y a su vez da como resultado el conflicto subacromial y el aumento de fricción en la zona que conduce a la ruptura completa del tendón40. Algunos autores han observado que el área de tendinosis degenerativa ocurre con mayor frecuencia en la zona hipovascular del lado articular de la inserción del supraespinoso8,16,32,45. Por lo que se refiere a los factores extrínsecos, son la forma, el tamaño y, sobre todo, la prominencia anterior excesiva del acromion, los principales implicados en el origen de esta lesión1,6,17,30,35,37, 38,47,56 . También debe incluirse en este grupo de factores la patología degenerativa de la articulación acromioclavicular35,37,38,43 y el efecto del ligamento coracoacromial sobre el manguito rotador35,37,38. Aunque se han probado medidas conservadoras para el tratamiento de esta afección7,12,36, generalmente hay que recurrir a procedimientos quirúrgicos para la solución definitiva de la misma42,47,50. Los resultados del tratamiento quirúrgico suelen ser buenos, aunque pueden verse influenciados por diversos factores. A. Arenas Planelles, et al El motivo de este trabajo es presentar una serie de 161 casos de síndrome subacromial tratados quirúrgicamente, analizando los diferentes factores radiográficos que han podido influir de alguna forma en el resultado obtenido en los pacientes. Material y métodos Para la realización de este estudio se ha revisado de forma retrospectiva el material clínico de 161 casos de síndrome subacromial, tratados todos ellos en nuestro Servicio desde el año 1989 hasta finales del año 2001. No se ha realizado ningún tipo de selección de los pacientes, ya que se han incluido todos los casos intervenidos en ese período de tiempo. De cada uno de los casos analizados se han recogido datos clínicos y radiológicos, así como ciertos parámetros de valoración de los resultados: edad y sexo de los pacientes, lado afectado, etc. Para la valoración clínica tanto preoperatoria como postoperatoria, se ha utilizado la valoración de Constant 3,14, modificada por nosotros para hacerla más simple y sencilla de utilizar, y para poder compatibilizarla con los datos recogidos de la historia clínica. En este sistema de valoración, hemos considerado como criterios a evaluar el dolor y la movilidad del hombro, habiendo prescindido de otros parámetros de dicha valoración. El dolor puede ser intenso, moderado, leve o ausente, concediendo una puntuación de 0, 5, 10 o 15 puntos dependiendo de la intensidad del mismo: 0 puntos para el dolor intenso, 15 para la falta de dolor. La movilidad también ha sido medida y puntuada según la siguiente escala, dependiendo de la abducción activa del hombro afectado: de 0 a 30º -> 0 puntos; de 31 a 60º -> 2 puntos; de 61 a 90º -> 4 puntos; de 91 a 120º -> 6 puntos; de 121 a 150º -> 8 puntos; y de 151 a 180º -> 10 puntos. La valoración de Constant modificada se ob- VANCES ATraum tiene sumando las puntuaciones de dolor y de movilidad, pudiendo oscilar entre 0 puntos como cifra mínima y 25 puntos como valor máximo. La técnica quirúrgica utilizada ha sido la descrita por Neer, utilizada por muchos de los autores que han escrito sobre este tema2,10,12,37, 42,47,50,52 . Por último, se ha registrado el tiempo de seguimiento de los pacientes y el resultado final de los mismos obtenido tras el tratamiento. El resultado clínico ha sido reflejado de forma tanto cualitativa como numérica, siguiendo los criterios apuntados a continuación: a) Excelente (puntuación 4): el paciente no refiere dolor, presenta una abducción activa superior a los 90º, la valoración de Constant modificada es de 21 a 25 puntos, y el paciente está muy satisfecho con el resultado conseguido. b) Bueno (puntuación 3): el dolor es leve, la movilidad es también superior a los 90º, la valoración de Constant se encuentra entre 16 y 20 puntos, y el paciente está satisfecho con su situación. c) Regular (puntuación 2): el dolor es moderado, la movilidad es de al menos 60º, y la valoración de Constant oscila entre 9 y 15 puntos. d) Malo (puntuación 1): el paciente está igual o peor que antes de la intervención, el dolor es intenso, y la valoración de Constant es inferior a los 9 puntos. Para el análisis de los datos obtenidos del estudio, se ha utilizado el programa estadístico SDI de Horus Hardware. Se ha recurrido a la prueba de Kolmogorov-Smirnov para determinar si la distribución de los datos numéricos se ajustaba a la curva normal. Nos hemos servido, asimismo, de pruebas descriptivas de la muestra (parámetros estadísticos básicos, frecuencias en las variables cualitativas, etc.) para exponer las características de la misma. Al describir las medias, éstas han sido expresadas en todos los casos como «media ± desviación Tratamiento del síndrome subacromial estándar». Para efectuar los contrastes entre las distintas variables, hemos recurrido a la comparación de medias independientes (t de Student), a la Prueba de MannWhitney, a la Prueba Exacta de Fisher y a la Correlación Lineal. El valor de significación estadística aceptado ha sido de p < 0,05. Resultados La distribución de los datos era homogénea (se ajustaba a la curva normal) en dos de las variables numéricas: edad de los pacientes y tiempo de seguimiento tras la intervención. En el resto de las variables cuantitativas, por el contrario, la distribución de los datos no se adaptaba a la curva normal. La edad de los pacientes oscilaba entre 24 y 78 años, con un valor medio de 53,96 ± 11,96 (e.e.m.: 0,94). De los 161 casos, 42 eran menores de 46 años (26,09%), 67 presentaban una edad entre 46 y 60 años (41,61%), y en los 52 restantes, la edad era superior a los 60 años (32,30%). Por sexos, 73 casos (45,34%) eran varones, y 88 (54,65%) mujeres. El lado derecho era el afectado en 109 casos (67,70%), y el izquierdo en 52 (32,29%). El dolor preoperatorio era intenso en 40 casos (24,84%), y moderado en 121 (75,15%). La evaluación numérica del dolor preoperatorio presentaba un valor medio de 3,76 ± 2,17 (e.e.m.: 0,17). La movilidad preope-ratoria era la siguiente: de 31a 60º, 20 casos (12,42%); de 61 a 90º, 80 casos (49,68%); de 91 a 120º, 56 casos (34,78%); y de 121 a 150º, 5 casos (3,10%). La evaluación numérica de la movilidad preope-ratoria presentaba un valor medio de 4,57 ± 1,44 (e.e.m.: 0,11). La valoración de Constant modificada preoperatoria daba un valor medio de 8,33 ± 2,84 (e.e.m.: 0,22). La radiología convencional aportaba los datos que se apuntan a continuación. La forma del acromion era tipo I (plano) en 8 casos (5,06%), 189 tipo II (curvo) en 83 casos (52,53%), y tipo III (ganchoso o en garfio) en 67 pacientes (42,40%). En 3 de los casos no se efectuó radiología convencional. Se apreciaban osteófitos en el acromion en 40 casos (25,64%), signos de artrosis acromioclavicular en 81 casos (51,92%), imágenes de calcificación en el seno del manguito rotador en 32 casos (20,51%), irregularidades y excrecencias óseas en el contorno del troquiter en 51 casos (32,69%). El espacio acromiohumeral (EAH) oscilaba entre 1 y 11 mm, con un valor medio de 4,78 ± 1,87 (e.e.m.: 0,15). El EAH era de 8 o más mm en 5 de los casos (3,20%), entre 4 y 7 mm en 77 de los pacientes (48,72%), y de menos de 4 mm en los otros 76 casos (48,08%). Todos los pacientes fueron intervenidos quirúrgicamente, realizándose acromioplastia abierta en 157 casos2. Durante la intervención se observó que el manguito presentaba desgarros de diversa importancia en 87 de los pacientes: 18 de los casos presentaban rupturas parciales, que fueron suturadas con puntos sueltos (11,18%); 66 pacientes presentaban rupturas amplias con desinserción grave del manguito, siendo reparadas con puntos transóseos en 34 de los casos (21,12%), o con anclajes óseos en 32 de los pacientes (19,87%); los 3 casos restantes presentaban rupturas masivas del manguito rotador que no pudieron ser reconstruidas por ningún procedimiento (1,86%). Tras la intervención, 124 casos iniciaron rehabilitación precoz (77,02%), consistente en movilización pasiva del hombro pero evitando ejercicios activos durante el primer mes. Posteriormente, fueron sometidos a un programa protocolizado de rehabilitación. Los 37 casos restantes (22,98%), fueron inmovilizados temporalmente (entre 3 y 5 semanas), siguiendo a continuación el programa de rehabilitación. El dolor postoperatorio era intenso en sólo 3 casos (1,86%), moderado en 23 (14,28%), leve en 43 de los pacientes (26,71%), y los 92 casos restantes no referían dolor (57,14%). 190 La evaluación numérica del dolor postoperatorio presentaba un valor promedio de 11,96 ± 3,99 (e.e.m.: 0,31). La movilidad postoperatoria era la siguiente: de 31 a 60º, 2 casos (1,24 %); de 61 a 90º, 14 casos (8,69 %); de 91 a 120º, 37 casos (22,98 %); de 121 a 150º, 92 casos (57,14 %), y de 151 a 180º, 16 casos (9,94%). La evaluación numérica de la movilidad postoperatoria presentaba un valor medio de 7,32 ± 1,64 (e.e.m.: 0,13). La valoración de Constant modificada postoperatoria dio un valor medio de 19,27 ± 5,04 (e.e.m.: 0,40). El resultado fue malo en cinco de los pacientes (3,10%), y regular en 23 (14,28%) (suma de resultados malos y regulares: 28 casos – 17,38%). El resultado se consideró bueno en 44 casos (27,33%), y excelente en 89 casos (55,28%) (suma de resultados buenos y excelentes: 133 casos – 82,61%). La valoración numérica media del resultado fue de 3,35 ± 0,84 (e.e.m.: 0,07). El tiempo de seguimiento de los pacientes tras la intervención osciló entre 10 y 137 meses, con un valor promedio de 45,76 ± 30,49 (e.e.m.: 2,40). Al realizar los contrastes entre las distintas variables hemos observado que el factor radiológico forma del acromion (tipo I, II o III) no ha influido en el dolor residual, en la abducción postoperatoria del hombro, ni tampoco en la valoración de Constant postoperatoria. En cuanto a los resultados, hemos observado que han sido algo mejores en los casos en que la forma del acromion era tipo II que en los de tipo III, aunque sin diferencias significativas (p = 0,08; prueba exacta de Fisher). La existencia de osteófitos en la punta del acromion no ha tenido repercusión alguna en el dolor, en la movilidad y en la valoración de Constant postoperatoria de los pacientes. El resultado final tampoco se vio influenciado por este hallazgo radiológico. La artrosis de la articulación acromioclavicular sí que ha tenido cierta influencia sobre la movilidad final de los pacien- tes (abducción activa del hombro), resultando algo mejor en los pacientes en que no se había detectado artrosis en esta articulación, aunque sin diferencias significativas: el valor medio de la movilidad postoperatoria en los casos con artrosis era de 7,11, mientras que en los pacientes que no presentaban fenómenos degenerativos acromioclaviculares, dicho valor era de 7,41 (p = 0,09; prueba de MannWhitney). Dicho proceso degenerativo no ha repercutido sin embargo sobre el dolor postoperatorio, la valoración de Constant modificada o el resultado final de los pacientes. En cuanto a la existencia de calcificaciones en el seno del manguito, los pacientes que las presentaron han cursado con mayor dolor postoperatorio que aquellos en que no se observó este dato radiológico, aunque sin diferencias significativas: de los 32 casos en que se detectaron dichas calcificaciones, 7 de ellos (21,8%) cursaron con dolor intenso o moderado en la evaluación final; frente a esto, de los restantes 124 pacientes de la serie en que no se detectó dicho dato radiológico, sólo 19 evolucionaron con dolor importante en el período postoperatorio (15,3%) (p = 0,13; prueba exacta de Fisher). La movilidad postoperatoria y la valoración de Constant modificada no se han visto influenciadas por la existencia de calcificaciones. En cambio, el resultado final también ha resultado algo mejor en el grupo de casos en los que no se evidenciaron calcificaciones en el interior del manguito, pero sin diferencias significativas: del grupo de 32 casos en que se observaron calcificaciones, 7 de ellos (21,8 %) presentaron un mal resultado final; frente a esto, de los 124 pacientes restantes en que no se observó dicho dato radiológico, el resultado final fue insatisfactorio en 21 de ellos (16,9%) (p = 0,16; prueba exacta de Fisher). Las irregularidades radiológicas del troquiter no han tenido ninguna repercusión sobre el dolor y la movilidad postoperatoria, la valoración de Constant A. Arenas Planelles, et al modificada, ni sobre el resultado final de los pacientes. La amplitud del espacio subacromial no ha guardado relación con el grado de dolor postoperatorio ni con la valoración de Constant postoperatoria en los pacientes. Sin embargo, la movilidad postoperatoria si que ha resultado diferente dependiendo de la altura de dicho espacio antes de la intervención. El valor promedio de la movilidad postoperatoria entre los casos en que la altura de dicho espacio alcanzaba 8 o más mm, era de 8,4, cifra que contrastaba con la media observada entre los pacientes en los que la amplitud del espacio subacromial no superaba los 4 mm (7,04) (p < 0,05; significativo; t de Student). Además, el coheficiente de correlación entre ambas variables (altura del espacio subacromial y valoración media cifrada de la movilidad postoperatoria) ha sido de 0,17 (significativo), mostrando que a una mayor amplitud del espacio subacromial ha correspondido una mejor movilidad postoperatoria. Tampoco el resultado final ha guardado relación alguna con la amplitud del espacio subacromial. Discusión Como en muchos otros trastornos esqueléticos, el estudio radiológico convencional puede ser muy útil en la valoración del hombro doloroso. La mejor proyección radiológica para visualizar la morfología de la parte anterior del acromion y estudiar más adecuadamente el espacio subacromial es la incidencia anteroposterior (A-P) del hombro, realizada con el paciente en posición en bipedestación y con el tubo inclinado 30º en sentido caudal29,47,54. La medición de la amplitud del espacio acromiohumeral se realiza en una proyección A-P con el hombro en rotación neutra16. Para este fin, se mide la distancia más corta entre la parte inferior del acromion y el límite superior de la cabeza humeral15. Esta distancia es VANCES ATraum variable en el hombro normal y oscila normalmente entre 6 y 15 mm, dependiendo de la bibliografía revisada4,15,16,54. La radiografía convencional, sin embargo, juega en muchas ocasiones un papel escaso en el diagnóstico de la enfermedad, bien porque los cambios radiográficos no existen33,49, o porque éstos aparecen de forma tardía en el curso de la enfermedad 49. El estudio radiográfico puede servir para establecer la forma y el tipo de acromion del paciente que tratamos29,46. Los datos radiológicos que aparecen precozmente con más frecuencia son la esclerosis o los cambios quísticos en el troquíter10,16,18,26,33,39,46,49, o la aparición de osteófitos en la superficie inferior del acromion o a nivel de la articulación acromioclavicular10,16,26,27,39,46,49. Cuando la enfermedad progresa, las radiografías pueden mostrar entonces los cambios óseos típicos asociados con un desgarro crónico grave del manguito de los rotadores, entre los cuales, el más característico es la reducción de la distancia acromiohumeral por debajo de 7 mm16,18,20,26, 27,33,39,46,48,49 , que se asocia a una migración superior de la cabeza humeral4,15,18,20,23,39,46,48,49 y a una depresión cóncava en la superficie inferior del acromion 18,20,33,39,46,49. Sin embargo, incluso en estadios avanzados del proceso degenerativo, las radiografías pueden ser con frecuencia enteramente normales20,49. La escasa validez de las radiografías de rutina para evaluar las lesiones del manguito de los rotadores ha conducido a diversos autores a la utilización de otras pruebas complementarias como la RM que aportan una mayor información para el diagnóstico y la evaluación clínica de esta enfermedad9,19,21,22,25,27,28,31,39,44,46,49,51,55. Por lo que se refiere a la posible influencia de ciertos hallazgos radiográficos en el resultado final, Gartsman (1997) apuntaba que la existencia de cambios artrósicos evidentes en la articulación acromioclavicular en el estudio radiográfico preoperatorio no había tenido reper- Tratamiento del síndrome subacromial cusión sobre el grado de alivio del dolor en los pacientes. Este autor observó unos resultados parecidos entre los que padecían artrosis en esta articulación y los que no la sufrían24. Rockwood et al (1995), en 12 casos que presentaban fenómenos degenerativos en la articulación acromioclavicular, procedieron a la escisión de los osteófitos que protuían inferiormente, para de esta forma eliminar un factor potencialmente agresivo para el manguito de los rotadores. Diez de estos casos evolucionaron de forma satisfactoria. Los dos restantes, cursaron con dolor a nivel de la articulación degenerada a los 11 y 13 años respectivamente de la intervención quirúrgica, pero la sintomatología dolorosa era leve y no precisó de más gestos quirúrgicos para su resolución. En otros dos pacientes, en lugar de actuar sobre los osteofitos inferiores, los autores se inclinaron por realizar durante la intervención una resección de la porción externa de la clavícula de forma asociada a la acromioplastia, obteniendo en dicho caso un resultado excelente48. En nuestra serie, la artrosis acromioclavicular condicionó de alguna forma el resultado de los pacientes que la sufrían, en especial en lo que se refiere a la movilidad final: esta fue algo mejor cuando no existía dicho proceso degenerativo, pero el estudio estadístico no mostró diferencias significativas. El tipo de acromion también ha tenido su influencia en los resultados. Morrison et al., en su trabajo publicado en 1987, observaron que los pacientes en que el acromion era tipo I (aplanado) tuvieron una mejor evolución que en los casos en que el acromion era tipo II o tipo III (curvo o ganchoso)35. Entre nuestros casos, el resultado ha sido algo superior en los pacientes con acromion tipo II que en los tipo III, pero sin diferencias significativas. El grupo de casos con acromion tipo I fue muy poco numeroso y no fue comparable con los otros dos grupos. La repercusión de la migración proximal de la cabeza humeral, de- 191 finida por una distancia acromiohumeral de menos de 7 mm, ha sido variable en las distintas series revisadas. Rockwood et al (1995) observaron 20 pacientes que presentaban ascenso de la cabeza humeral. De éstos, 18 evolucionaron de formas satisfactoria (13 resultados excelentes y 5 resultados buenos)48. Según otros autores, la migración superior radiográfica preoperatoria de la cabeza humeral, no influye entre sus pacientes en lo que se refiere al alivio del dolor. Sin embargo, todos los pacientes en que se evidenciaba una migración proximal marcada de la cabeza humeral tuvieron un mal resultado final en lo que respecta al grado de movilidad, fuerza y función de la extremidad y en el nivel de satisfacción general del individuo 24. Para Ellman et al. (1986), una distancia acromiohumeral de 7 o menos mm, orienta hacia un desgarro amplio del manguito de los rotadores. Cuando esto es así, existe una mayor probabilidad de que tras la reparación quirúrgica haya una menor fuerza de antepulsión y abducción postoperatoria, una menor movilidad activa global y unas valoraciones funcionales más bajas18. Además, estos autores han encontrado correlación evidente entre la distancia acromiohumeral reducida y la frecuencia de resultados insatisfactorios 18 . En nuestra serie, también hemos observado una mayor restricción de la abducción activa final entre los casos con una disminución notable de la altura del espacio subacromial (diferencias estadísticamente significativas). Por otra parte, en los pacientes que presentamos, la existencia de calcificaciones en el seno del manguito en el estudio radiográfico preoperatorio, se ha visto asociada a un dolor postoperatorio más importante y a un peor resultado final, aunque sin diferencias significativas. Bibliografía 1. 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La RM y la gammagrafía ósea ha sido necesaria para obtener el diagnóstico y en cuatro casos se normalizó a la resolución de sintomatología. Todos los pacientes se recuperaron completamente con el tratamiento sintomático conservador Palabras clave Osteoporosis Transitoria; Osteonecrosis; Resonancia Magnética; Rodilla. 001250 001265 00696 Introducción La osteoporosis transitoria es un síndrome muy poco frecuente de etiología desconocida que se caracteriza por dolor y osteopenia radiológica. La incidencia es muy baja, estando descritos en la bibliografía series cortas1-4. La radiología no es específica y los signos clínicos hacen que la ITO sea un síndrome escasamente reconocido. En 1959, Curtis y Kincaid1 fueron los primeros en identificar esta condición en la articulación coxofemoral en tres mujeres embarazadas. La cadera es la articulación más afectada5, menos frecuentemente aparece en otras articulaciones de las extremidades inferiores como las rodillas, tobillos y pies3,6. Cuando la articulación afectada es la rodilla, el cóndilo lateral es el más frecuentemente perjudicado. El diagnóstico puede sospecharse con la historia clínica y el examen físico, pero la RM es necesaria para la confirmación. La sintomatología se resuelve espontáneamente en todos los casos y por consiguiente esto tiene una implicación en el pronóstico y manejo de la enfermedad, y sobre todo en la necesidad de evitar la intervención quirúrgica. Correspondencia Dr. Sergi Sastre Hospital Clínic Barcelona C/ Villarroel 170 08036 Barcelona Tel.: 034+ 932 549 314 Fax: 034+ 932 27 55 46 ssastre@clinic.ub.es ; sergisastre@ya.com VANCES ATraum Éste es un estudio retrospectivo de cinco pacientes con ITO desde el diagnóstico inicial a la resolución de la sintomatología con dos años de seguimiento medio. Casos clínicos Presentamos cinco casos con un seguimiento medio de dos años (10 - 18 meses). Cuatro de ellos eran hombres (80%) y uno era una mujer. La edad media era de 50,6 años y el cóndilo afectado era el lateral en tres casos y el medial en dos, había tres rodillas derechas y dos del lado izquierdo. Caso 1 Paciente, mujer, de 50 años que nos consultó por dolor mecánico de la rodilla que aumentó gradualmente durante el último mes y medio. No había ninguna historia de traumatismo anterior, abuso alcohólico o uso de corticoides. Presentaba tumefacción en el cóndilo interno con un balance articular completo. La radiografía mostró una imagen de osteopenia en el cóndilo afecto. La gammagrafía ósea mostró una intensa captación en el área mencionada afectando el cartílago y el hueso subcondral (fig. 1). La RM mostró una disminución de la intensidad en T1 y un aumento de la misma en T2 en el hueso metafisario, sin afectación del resto de estructuras. El tratamiento consistió en descarga de la extremidad durante dos semanas y analgésicos. Dos meses después, la paciente mejoró notablemente y a los cuatro meses la RM y la gammagrafía de control fueron estrictamente normales. 36/3Osteoporosis 2006 - Págs. idiopática 215 a 219 transitoria de rodilla 215 Caso 2 Paciente, varón, de 44 años que durante el último mes y tras un traumatismo presentó, de forma gradual y creciente, dolor en la rodilla izquierda. La RM mostró una fractura no desplazada de la meseta externa, por que se realizó un tratamiento con inmovilización durante seis semanas. La evolución no fue buena y el paciente seguía con dolor, por lo que se repitieron los estudios de imagen. La RM mostró un edema importante de la médula ósea que afectaba el cóndilo femoral externo sin afectación condral con un aumento de señal en las secuencias T2 (fig. 2). Se inició tratamiento con calcitonina, calcio y AINEs permitiendo la deambulacion en carga parcial. Tres meses después, el paciente se encontraba plenamente recuperado y la RM era prácticamente normal. Caso 3 Paciente, varón, de 47 años que presentó un dolor espontáneo en su rodilla derecha en los últimos 10 días sin antecedentes significativos. El examen físico mostró tumefacción y dolor en el compartimento interno con unas maniobras meniscales negativas. Se realizó una RM, mostrando un aumento de la intensidad de señal en una pequeña área en el cóndilo medial de la rodilla (fig. 3) y una ruptura degenerativa meniscal que era completamente asintomática. La gammagrafía era sugestiva de osteonecrosis. Los análisis del laboratorio no eran específicos. Se inició también tratamiento analgésico y descarga de la extremidad hasta mejoría de la sintomatología. Dos meses después, el paciente estaba completamente asintomático y volvió a su actividad normal. La RM realizada seis meses después era completamente normal. Caso 4 Paciente, varón, de 50 años consultó por un dolor mecánico progresivo en su rodilla derecha durante los últimos seis meses. No había ningún antecedente traumático. En el examen físico, simplemente mostraba dolor a la palpación a nivel del cóndilo externo. Los resultados del laboratorio y el examen radiológico eran normales. La RM reveló un edema de la médula ósea de la zona afecta (fig. 4). Además mostró una ruptura degenerativa asintomática del menisco interno. La gammagrafía ósea informaba de una intensa captación sugestiva de osteonecrosis (fig. 5). Se inició tratamiento médico con calcitonina y calcio, permitiéndose la deambulación en carga parcial. Cuatro meses después, el paciente estaba completamente recuperado y las imágenes eran completamente negativas para osteonecrosis. Caso 5 Paciente, varón, de 57 años nos consultó por dolor en su rodilla izquierda sin antecedentes de interés. Previamente se le había realizado una RM informada de dudosa, imágenes compatibles con osteonecrosis del cóndilo externo con áreas de alta intensidad en T2 y de baja intensidad en T1. Se decidió iniciar una medicación con calcitonina y AINEs, autorizándose la carga progresiva de la extremidad a las dos semanas de iniciarse el tratamiento. El dolor desapareció progresivamente después de seis semanas, permitiéndose la actividad diaria normal. Tres meses después la RM era completamente normal. Discusión La ITO fue descrita inicialmente en la literatura inglesa por Curtis y Kincaid en 19592,7,8. Esta enfermedad afecta típicamente a la población de mediana edad9. Es más frecuente en los hombres que en las mujeres, en una relación de 3 a 14, en las mujeres es más común en el tercer trimestre de embarazo3,10 y durante la gestación, y tiende a ser más común en 216 primigrávidas4. No hay ningún antecedente de problemas en la articulación, abuso del alcohol, tratamiento de corticoides, traumatismo o enfermedades sistémicas1,3,10,11. El cóndilo lateral es el más frecuentemente involucrado4, en nuestra serie el cóndilo externo estaba afectado en cuatro de nuestros cinco pacientes. Se encuentran afectadas más frecuentemente articulaciones de las extremidades inferiores, dentro de la extremidad superior, el hombro es el sitio más común2,11,12. La causa de la ITO permanece incierta3,4,10. La teoría más aceptada es que la lesión microvascular puede inducir isquemia, produciendo edema de la médula ósea y lesión celular, lo mismo que puede ocurrir en la necrosis avascular (NAV)3,4. Aunque la osteonecrosis normalmente se manifiesta como una anormalidad focal, también puede encontrarse un edema de la médula ósea en la RM. La ausencia de necrosis y la presencia de actividad osteoclástica sugiere que la ITO sea distintiva de la necrosis avascular y tenga un significado pronóstico y terapéutico diferente12. La presentación clínica empieza con un dolor progresivo de características mecánicas 1,3, sólo en pocos casos se presenta por la noche como un dolor inflamatorio7. La gravedad de los síntomas y el grado de osteopenia varía entre los pacientes13. Los pacientes normalmente adoptan una posición antiálgica con la rodilla en flexión3. Puede encontrarse también un grado variable de atrofia muscular13. La historia natural de esta entidad puede evolucionar en tres fases: el período inicial caracterizado por el dolor intenso y un rango decreciente de balance articular. Después progresa a una estabilización del proceso y una mejora gradual de la sintomatología, lo cual se logra en un periodo de seis a doce meses4,7,13. El dolor normalmente es el último síntoma en desaparecer. Los resultados del laboratorio son inespecíficos1. Así como las características del líquido articular y biopsias sinoviales, que pueden mostrar cambios inflamatorios8. Tampoco se ha aislado ningún microorganismo en los cultivos microbiológicos ni relación alguna con otros tipos de artritis1,8. Radiográficamente se caracteriza por una osteopenia difusa, la interlínea articular se encuentra conservada y no progresa hacia la destrucción de la misma, tampoco se observa alteraciones del espacio subcondral1,2,10. Esta osteopenia normalmente aparece varias semanas después del inicio de lo sintomatología. Raramente producen fracturas de estrés debido a la osteopenia grave7. La gammagrafía con Tc-99 muestra una captación focal aumentada en el cóndilo afecto en las fases tempranas, es incluso anterior a la aparición de la osteopenia radiológica11. Esto es diferente en la NAV dónde puede encontrarse una captación disminuida3. Esta técnica es altamente sensible pero poco específica4. La RM muestra imágenes con disminución de la intensidad en T1 y aumento en T2 del área afecta 1,2,4. Al igual que en la gammagrafía ósea, la RM puede ser positiva antes del desarrollo de cambios radiológicos 8. La imágenes de RM vuelve a los valores normales cuando los síntomas clínicos desaparecen3. Actualmente la RM es la prueba diagnóstica de elección para la valoración de estos pacientes y con resultados gammagráficos no concluyentes. El diagnóstico diferencial también debe hacerse con la fractura de estrés, la artritis séptica, la artropatía por cristales, la artritis reumatoide, los tumores óseos (primarios o metastáticos), la lesión de partes blandas (como la sinovitis vellonodular pigmentaria), enfermedades metabólicas óseas, la tuberculosis y radiculopatías1,4,7,14. También debe incluirse la distrofia simpáticorrefleja (o síndrome del dolor regional complejo) dónde normalmente existe un traumatismo previo o cirugía y suele afectar a manos o pies. En 1968, Lequesne defendió que la distrofia simpático refleja no era la causa de la OIT pero esta relación todavía está actualmente discutida8. F. Maculé, et al Fig. 1. Gammagrafía ósea con Tc-99, donde se observa una captación del trazador que se corresponde con la zona de osteopenia. 2a 3a VANCES ATraum Osteoporosis idiopática transitoria de rodilla 2b 3b Fig. 2. Corte coronal de RNM en secuencia T2 donde se muestra aumento de la señal a nivel del cóndilo externo (fig. 2a), tres meses después se muestra la imagen con el paciente totalmente asintomático (fig. 2b). Fig. 3· RM inicial de la rodilla derecha mostrando un patrón de edema de la médula ósea sin colapso hueso subcondral en secuencia T-2 (fig. 3a). El aspecto final tras la resolución de los síntomas se muestra en la figura 3b. En ambas se puede observar una ruptura degenerativa meniscal asintomática. 217 Fig. 4. Corte sagital de RM en T1 de la rodilla derecha donde se muestra imagen difusa hipointensa en el códilo externo. Fig. 5. Gammagrafía ósea de ambas rodillas antes y después de iniciarse el tratamiento (4 meses). El edema de la médula ósea en la RM es un hallazgo inespecífico y puede encontrarse en varias entidades, incluida la OIT, osteonecrosis, traumatismos, infecciones y neoplasias8,12. Las últimas tres entidades pueden distinguirse en base a sus diferencias clínicas. Menos claro, pero crucial es la distinción entre OIT y necrosis avascular debido a evitar el tratamiento quirúrgico innecesario 7. El pronóstico y tratamiento de la osteonecrosis difiere considerablemente de la OIT1,8. La osteonecrosis tiene más morbilidad y es necesaria la intervención quirúrgica temprana para prevenir el desarrollo de deformidad articular y la artrosis degenerativa secundaria. La OIT puede distinguirse de otras causas con edema óseo, particularmente de la osteonecrosis, por el desarrollo radiográfico de osteopenia focal, evidente dentro de las 8 semanas después del inicio del dolor4,8. La osteonecrosis normalmente muestra imágenes radiográficas características: la afectación del hueso subcondral con un ribete de 218 baja intensidad que rodea a la zona afecta en las secuencias T2 de RM8. A veces es necesaria una biopsia para establecer el diagnóstico definitivo. El análisis anatomopatológico es distintivo, mostrando edema de la médula ósea, formación de hueso reactivo y resorción osteoclástica. Es esta actividad osteoclástica y la ausencia de necrosis que lo distingue de la NAV12. En nuestra serie no fue necesaria la biopsia en ningún paciente. El tratamiento de OIT es inespecífico y consiste en un control estricto, deambulación en descarga y analgésicos. La descarga de la extremidad es importante durante la fase inicial álgica, la cual no debe sobrepasar las dos semanas4,8 lo cual favorecería una osteoporosis por desuso. Todos los pacientes de este estudio se recuperaron completamente a los tres meses. En todas las series publicadas todos los pacientes con ITO se recuperan completamente sin necesidad de intervención quirúrgica1-3,7,13. F. Maculé, et al En conclusión, esta entidad es un síndrome poco conocido debido a su baja incidencia, con datos radiológicos y clínicos no específicos. Es una enfermedad autolimitada con características de RM distintivas. La biopsia puede ser útil para delimitar el diagnóstico en ciertos casos. El tratamiento es sintomático y no existe ningún tratamiento específico. A menos que haya otras indicaciones la intervención quirúrgica debe evitarse. Se ha logrado una curación completa en todos los pacientes en aproximadamente cuatro meses. Bibliografía 1. Komatsu T, Kadoya Y, Minoda Y, Masada T, Yamano Y. Transient osteoporosis of the femoral condyle: a case report. Knee 2002;9:241-243. 2. Yamasaki S, Masuhara K, Miki H, Fuji T. Three cases of regional migratory osteoporosis. Arch Orthop Trauma Surg 2003;123:439-441. 3. Vardi G, Turner PJ. 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Burgos Resumen La luxación periastragalina es una lesión infrecuente, tanto a nivel de las luxaciones del esqueleto, como en los traumatismos de la región del pie. Normalmente se observan en el contexto de un traumatismo de alta energía, accidente laboral o de tráfico, pudiéndose producir también en la práctica deportiva, especialmente con el baloncesto. En la edad infantil, son muy raras, sucediendo preferentemente en niños con madurez ósea. Presentamos el caso de una luxación periastragalina en una niña de 14 años, que fue atendida en nuestro servicio, y presentaba características típicas tales como haber sufrido un accidente de tráfico y tener madurez ósea. Palabras clave Luxación periastragalina. Subastragalina. Peritalar. Edad pediátrica. Pie de baloncesto. 005093 Introducción Parece ser que la luxación periastragalina fue descrita, por primera vez por Hey en 18033, y posteriormente lo fue más extensamente y de modo separado en 1811 por Judey y Dufarets3,18,21. En 1823 fue denominada por Broca Luxatio pedis sub talo14 y la primera gran serie de casos aparecida en la literatura mundial fue en 1907 por Baumgartner y Hugier19. Existen distintos sistemas para la clasificación de las luxaciones del astrágalo y de las estructuras en su alrededor5,6,10,15, optamos por la siguiente clasificación que se nos antoja más sencilla 14: • Luxación tibioastragalina aislada o simple. Luxatio pedis cum talo. • Luxación subastragalina. Luxación doble. Luxatio pedis sub talo. • Enucleación del astrágalo o triple luxación. Observamos al revisar la literatura que se solapan los términos de luxación subastragalina, periastragalina y peritalar, Correspondencia Víctor Manuel Teruel González Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica Hospital Comarcal Santiago Apóstol Carretera de Orón s/n 09200. Miranda de Ebro (Burgos) Tel.: 947 349 000 - vteruel@hsap.sacyl.es 220 36/3 2006 - Págs. 220 a 224 lo cual nos puede llevar a confusión, por lo que creemos conveniente recordar los siguientes aspectos: • En la luxación tibioastragalina el astrágalo continua manteniendo sus relaciones de vecindad con los huesos calcáneo y escafoides4,11,12. • La luxación periastragalina, consiste en la pérdida anatómica del astrágalo respecto al escafoides y al calcáneo es por ello astrágalo-escafoidea y astrágalo-calcánea es decir mediotarsiana y subastragalina11,12,14. • Así pues la enucleación del astrágalo es una luxación tibioastragalina, subastragalina y mediotarsiana a la vez11,12,14. Por lo que hablaremos de luxación periastragalina3,13,21 en vez de luxación subastragalina o luxación peritalar. Material y métodos Se trata de una paciente de 14 años de edad, que entre sus antecedentes personales, figura el presentar un pie plano valgo izquierdo grado III, el cual fue intervenido a los 9 años con técnica “Calcáneo Stop” y extracción del material de osteosíntesis a los 14 años (5 meses antes del antecedente traumático) (fig. 1). La paciente acude a Urgencias de nuestro hospital, tras sufrir un accidente de tráfico, al haber sido atropellada por un automóvil, presentando gran dolor, con impotencia funcional absoluta, así como marcada deformidad a nivel del pie izquierdo. No se objetivaron datos de compromiso vascular o nervioso a nivel del pie izquierdo en la exploración efectuada de urgencias. VM. Teruel, et al Se realizó radiografía simple anteroposterior y lateral del pie izquierdo, donde se encontraron hallazgos compatibles con luxación periastragalina medial a nivel del pie izquierdo, sin poder verificar si existían fracturas asociadas (fig. 2). Se procede de urgencia, previa realización de estudio preoperatorio (analítica simple y electrocardiograma) a reducción cerrada de la luxación e inmovilización con una botina de yeso, todo ello bajo anestesia general y control radioscópico (figs. 3 y 4). el nombre “pie del jugador de baloncesto” o “pie de baloncesto” 9,13. Se distinguen cuatro tipos (fig. 9): Resultados La luxación más frecuente es la interna o medial, su frecuencia oscila en torno al 70-85% de las luxaciones periastragalinas3,14,15,19,21. Las luxaciones anteriores y posteriores, son muy raras, hay escasos casos documentados e incluso se duda de su existencia, ya que según algunos autores serían un grado más en los desplazamientos medial y lateral3,14,16,21. La luxación externa o lateral presenta una frecuencia en torno al 15%. El mecanismo lesional tanto de la luxación interna como de la luxación externa sigue una cronología lesional bien detallada, como se muestra en la tabla I. El tratamiento de estas lesiones, consiste en la reducción cerrada de urgencia, a fin de evitar complicaciones vasculares, nerviosas o cutáneas. Preferiblemente debe intentarse bajo sedación o anestesia general o espinal13, con una buena relajación. Asimismo si la reducción cerrada no se logra y es preciso una reducción abierta se aconseja la fijación con agujas de Kirschner 16,18, si bien otros autores opinan que después de eliminar el obstáculo para la reducción, ésta es inherentemente estable debido a la configuración del complejo óseo, no habiendo necesidad de fijación de las articulaciones luxadas13. En la literatura nos podemos encontrar una amplia de lista de obstáculos a la reducción cerrada de una luxación periastragalina, sucediendo en un 5-10% de las luxaciones internas y en un 1520% de las luxaciones laterales2,14,19,21 (tabla II). Debemos citar también que las luxaciones laterales o externas, precisan de una mayor fuerza lesional, que las internas para producirse, asociándose a más incidencia de daño de partes blandas y del cartílago articular y fracturas asociadas13. Entre un 10-40% de las luxaciones periastragalinas son lesiones abiertas y comportan un riesgo importante de infección posterior1,13. La escasa frecuencia de esta lesión, también sucede en la edad pediátrica o infantil, siendo citada de modo pasajero (o a) Interna o medial b) Externa o lateral c) Anterior d) Posterior. En el postoperatorio inmediato se mantuvo el yeso cerrado, sin necesidad de apertura bajo tratamiento antiinflamatorio, analgésico y de protección gástrica, por espacio de dos días (diclofenaco 75 mg intramusculares cada 12 horas, metamizol magnésico 2 g intravenosos cada 8 horas, omeprazol 20 mg vía oral cada 24 horas). Se solicitó TAC de tobillo-pie izquierdo que demostró la correcta alineación, de las articulaciones astrágalo-calcánea y astrágalo-escafoidea (figs. 5 y 6). En el TAC se descartó la existencia de fragmentos óseos interpuestos, fracturas osteocondrales u otras lesiones óseas asociadas. La paciente fue dada de alta al cuarto día del ingreso hospitalario, y permaneció en descarga con la botina de yeso durante 6 semanas, cambiándose la escayola a las 3 semanas, por mal estado de la misma. Tras la retirada del yeso se autorizó la carga aconsejando deambulación cada vez más progresiva, así como retirada paulatina de las muletas. La evolución fue excelente con movilidad completa de tobillo y pie izquierdo y ausencia de dolor, tanto para la deambulación normal como para la carrera, subir cuestas, escaleras o terrenos irregulares y no se objetivaron signos degenerativos o necrosis ósea, siendo dada de alta en consulta al año de sufrir el accidente (figs. 7 y 8). Discusión Independientemente de si este tipo de lesiones las denominamos como luxación periastragalina, subastragalina o peritalar, son una lesiones infrecuentes, en torno al 1% del total de las luxaciones del esqueleto3,7,13,15,17,19,21. Surgen en el contexto de un traumatismo de alta energía, ya sea accidente laboral o de tráfico, pero no debemos olvidar, que también pueden suceder en el curso de una actividad deportiva1,2 y por ello la luxación periastragalina medial recibe Tabla I. Secuencia de estructuras que se lesionan progresivamente en las luxaciones periastraglinas Luxación interna • Pie en inversión y flexión plantar • Fascículo anteroexterno del ligamento interóseo astrágalo-calcáneo • Ligamento astrágalo-escafoideo dorsal • Ligamento peroneo-astragalino anterior • Fascículo posterointerno del ligamento interóseo astrágalo-calcáneo • Ligamento peroneo calcáneo Luxación externa • Pie en eversión, ángulo recto o flexión • Fascículo anterior del ligamento interóseo astrágalo-calcáneo • Fascículo anterior del ligamento deltoideo. • Fascículo dorsal del ligamento astrágalo-escafoideo. • Fascículo posterior del ligamento interóseo astrágalo-calcáneo. Tabla II. Se muestran las causas que pueden provocar la reducción cerrada de un luxación periastragalina Causas de irreductibilidad luxaciones periastragalinas Luxación externa • • • • • Interposición de los tendones extensores de los dedos Fracturas asociadas / fracturas osteocondrales Interposición de los tendones extensores de los dedos Interposición del tendón flexor del dedo gordo Incarceración del borde externo del escafoides en cabeza astragalina • Interposición de los tendones peroneos VANCES ATraum Luxación interna • Incarceración cabeza del astrágalo en músculo pedio • Fracturas asociadas / fracturas osteocondrales • Interposición de colgajos capsulares de la articulación astrágaloescafoidea • Interposición del ligamento en “Y” Luxación periastragalina en edad pediátrica 221 Fig. 1. Radiografía del pie izquierdo de nuestra paciente, previa a la retirada del material de osteosíntesis. Fig. 2. Radiografía simple donde se muestra la luxación periastragalina tipo medial o interna. Figs. 3 y 4. Radiografías posrreducción de la luxación, en la anteroposterior parece existir aun luxación astrágaloescafoidea, posteriormente se comprobó que no sucedía así. Figs. 5 y 6 .Cortes de TAC a nivel tobillo pie izquierdo, realizado a los dos días del ingreso hospitalario. 222 VM. Teruel, et al Figs. 7 y 8. Radiografías al año del accidente donde no se observan signos sugestivos de artrosis ni de necrosis ósea. Fig. 9. Esquema tomado de “Lesiones traumáticas del niño” (Ed. Médica Panamericana 1995, p 852) donde se muestran los distintos tipos de luxaciones periastragalinas. incluso ni se hace mención) en muchos textos de Traumatología y Ortopedia Infantil. Ya en la primera serie amplia publicada en 1907 por Baumgartner y Hugier de 85 casos, sólo 6 pacientes estaban por debajo de 17 años19. Pero a pesar de esta escasez encontramos una peculiaridad: en la serie de Ditmenberg y Rosman7 de 5 casos, dos se producían en niños esqueléticamente maduros y en otras fuentes se citan casos producidos en un adolescente de 15 años esqueléticamente maduro y en un paciente de 17 años que presentaba una fractura de coalición calcáneo-escafoidea asociada a una luxación periastragalina20. Es decir a pesar de la escasez de las publicaciones de luxaciones periastragalinas en edad pediátrica, estas pudieran presentar preferencia a presentarse en niños esqueléticamente maduros, como el caso de nuestra paciente. VANCES ATraum Asimismo creemos acertado el solicitar un TAC posrreducción1,2,5,6,13,18 a fin de descartar fracturas asociadas y fracturas osteocondrales, que pueden no haber sido vistas en el estudio radiográfico inicial y que pueden ser subsidiarias de osteosíntesis o bien de extirpación10,13. La mayor discrepancia la hemos encontrado a la hora de mantener la inmovilización con yeso, así como el tiempo de descarga presentado actitudes para todos los gustos, basándose en los casos de menor tiempo de yeso en la posibilidad de rigidez articular en pie y tobillo y los autores que propugnan, mayores períodos la posibilidad de presentar inestabilidad subastragalina. • Movilización temprana, tras unas 3 semanas de yeso para evitar las rigideces1,9,11,16. • Inmovilizar más de 4 semanas y si presentan fractura asociada 6 semanas3,13. Luxación periastragalina en edad pediátrica 223 • Inmovilización con yeso durante 5 semanas y se permite la carga no antes de la 7ª semana15 . • Inmovilización con yeso 4-6 semanas21 . • Inmovilización con yeso 6-8 semanas5,6,14,17,18. Los casos anteriores se refieren a yeso corto o botina de yeso, sólo hemos encontrado un caso que aconsejan yeso cruropédico con 30º de flexión de rodilla y tobillo a 90º, durante 3 semanas, para posterior cambio a botina de yeso en posición neutra con carga parcial durante 6-8 semanas . Las complicaciones más frecuentes son el dolor residual y los cambios degenerativos, siendo la necrosis ósea infrecuente. Los pacientes con luxaciones periastragalinas simples, no complicadas, a los que se práctica una reducción precoz evolucionan bien con mínimos cambios en el seguimiento a largo plazo5,6,13, pero otras fuentes también citan que los resultados clínico y radiológico son peores de lo esperado con artrosis subastragalina y astrágalo-escafoidea, dolor al caminar, cojera y pérdida de movilidad a nivel subastragalino18,21 . La presencia de fracturas asociadas y de lesiones de las partes blandas empeora el pronóstico de esta entidad, así como se asocian peores resultados en cuanto el mecanismo lesional es más violento9,13,17,18,21 (tablas III y IV). Tabla III. Se muestran los factores de mal pronóstico en las luxaciones periastragalinas Factores de mal pronóstico • Mecanismo lesional violento • Luxación lateral • Afectación de partes blandas • Tardanza en el diagnóstico y en la reducción • Presencia de fracturas asociadas Tabla IV. Posibles complicaciones en las luxaciones periastragalinas Complicaciones • Infección • Inestabilidad subastragalina • Dolor residual • Cojera / dificultad para caminar sobre terrenos irregulares • Rigidez articular • Artrosis (subastragalina o astrágalo-escafoidea) • Necrosis avascular del astrágalo De la escasa frecuencia de esta lesión, sucede que sólo tenemos constancia de dos casos de luxación periastragalina bilateral simultánea descritos por Mattingly en 1983 y por Duch en 19868. Para finalizar decir que en nuestro caso clínico los antecedentes de pie plano valgo grado III, intervenido con técnica “Calcáneo-Stop”, y posterior retirada del material de osteosíntesis, son hallazgos casuales, que no predisponen a que nuestra paciente padeciera la luxación, siendo ésta debida al traumatismo de alta energía, el atropello, que sufrió. La ausencia de lesiones óseas y cutáneas asociadas, la reducción practicada de urgencia así como la edad joven de nuestra paciente, nos hacen creer en factores de buen pronóstico, como posteriormente se comprobó. Bibliografía 1. Baumhauer JF, Geppert MJ, Michelson JD, Walling AK. Tobillo y pie: traumatismos. Orthopaedic Knowledge Update 7. Home Study Syllabus. Kenneth J. Koval. (Edición en español). Medical 224 Trends SL. Barcelona. 2003. Extremidades inferiores. Capítulo 46. pp. 521-522. 2. Brage ME, Colville MR, Early JS. Tobillo y pie: traumatismos. Orthopaedic Knowledge Update 6. Home Study Syllabus. James H. Beaty. (Edición en español). Medical Trends SL. Barcelona. 2001. Extremidades inferiores. Capítulo 11. p. 243. 3. Checa A, Monteagudo M, Chozas A, Rodea MJ. Una imagen poco frecuente: Luxación medial abierta de la articulación subastragalina. Rev Pie Tobillo. 2005;XIX(1) 45-49. 4. Cuenca Espiérrez J, Domingo Cebollada J, Panisello Sebastiá J, Martínez Martín AA. 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Biomecánica. medicina y cirugía del pie. M. Núñez-Samper, LF Llanos Alcázar, Ed Masson 1997. Capítulo 48, pp. 438-443. VM. Teruel, et al Os intermetatarseum CASO CLÍNICO Caso clínico y revisión bibliográfica X. Goikoetxea Uriarte J. Molano Muñoz I. Garmilla Iglesias A. Gay Vitoria D. Izal Miranda Servicio de Cirugía Ortopédica y Traumatología Jefe de Servicio: Prof. Dr. A. Alfageme Hospital Txagorritxu. Vitoria-Gasteiz Resumen Se presenta un caso clínico de os intermetatarseum sintomático. La paciente fue tratada inicialmente con antiinflamatorios, ortesis e infiltraciones. Ante el fracaso del tratamiento conservador se realizó exéresis del os intermetatarseum con un excelente resultado. Se realiza una revisión bibliográfica de los huesos supernumerarios que podemos encontrar en el pie. Palabras clave Os intermetatarseum. Hueso accesorio. Pie. 005130 Introducción El os intermetatarseum es uno de los huesos accesorios del pie menos frecuentes. Su localización habitual es el espacio que existe entre el dorso de las bases del primer y segundo metatarsianos. Habitualmente es asintomático. Presentamos un caso bilateral sintomático tratado quirúrgicamente y revisamos la bibliografía al respecto. Caso clínico Se trata de una paciente de 51 años de edad que refería dolor de larga evolución en el dorso de ambos pies, sobre todo en el izquierdo. No presentaba antecedentes médicoquirúrgicos de interés. A la exploración física tenía ligero aumento de partes blandas y dolor a la palpación del dorso de las bases de primer y segundo metatarsianos. La radiografía simple reveló la presencia de un osículo en el primer espacio intermetatarsiano bilateralmente (fig. 1). La TAC (fig. 2) y la RM confirmaron el diagnóstico de os intermetatarseum. Ante la excepcionalidad del caso se realizó una gammagrafía (fig. 3) para asegurarse del significado patológico de los hallazgos radiológicos. Ésta confirmó el origen del Correspondencia Xavier Goikoetxea Uriarte José de Achotegui s/n 01009 Vitoria. Álava Tel.: 945 007 000 VANCES ATraum 36/3Os 2006 - Págs. 225 a 228 intermetatarseum dolor por la presencia de un foco de actividad osteoblástica sin componente inflamatorio asociado. Inicialmente se realizó tratamiento ortopédico con plantillas de soporte del arco plantar, antiinflamatorios y posteriormente infiltraciones con anestésico local y corticoides. Tras seis meses de persistencia de la clínica se decidió realizar la extirpación quirúrgica del hueso supernumerario del pie izquierdo, el más sintomático. Bajo anestesia raquídea se realizó una incisión longitudinal sobre la prominencia ósea. El os intermetatarseum se encontraba entre el primer y segundo metatarsianos, unido al primero de ellos. Fue resecado sin dificultad. Tras la intervención se colocó un vendaje compresivo y se permitió la carga. El examen histológico reveló que estábamos ante un hueso de características normales. La paciente reinició su actividad física habitual y tres meses más tarde se encontraba asintomática. En la actualidad está pendiente de intervenir el pie contralateral. Discusión Los huesos accesorios también son llamados en la bibliografía huesos supernumerarios o inconstantes. Hay que diferenciarlos de los sesamoideos que son pequeños huesos planos habitualmente incluidos en tendones y en íntima relación con una articulación10. Los huesos accesorios pueden tener tres orígenes: puede tratarse de un hueso con un centro de osificación propio, puede ser consecuencia de una fractura o bien puede surgir a partir de un centro de osificación secundario no fusionado12. 225 Fig. 1. Fig. 2. 226 Fig. 3. X. Goikoetxea Uriarte, et al El os intermetatarseum habitualmente aparece a partir de un centro de osificación propio7. Algunos autores refieren una incidencia del 1% de huesos accesorios, que se localizan más frecuentemente en las manos, muñecas o pies10. Este porcentaje contrasta con la incidencia presentada por otros autores 2,11. Burman et al2, tras el análisis de 1000 radiografías de pies, describieron 15 huesos accesorios siendo los más frecuentes os trigonum, escafoides accesorio (os tibiale externum) y os peroneum, lo cual coincide con los hallazgos de Tsuruta et al11 tras la revisión de 3.460 radiografías. Además de los anteriores, Burman también describió os vesalianum, os intermetatarseum, calcáneo secundario, os supranaviculare, astrágalo secundario, os paracuneiforme, os subtibiale, cuña interna bipartita, cuboides bipartito, os propium sustentaculi, cuboides secundario y os unci 2. Tsuruta et al, en una revisión más reciente, han descrito también el os supratalare, astrágalo accesorio, os intercuneiforme, os subfibulare y os talotibiale11. El os trigonum (presente en el 49% de las radiografías que revisó Burman y en el 12,7% de las revisadas por Tsuruta) se localiza posteroexterno a la apófisis posterior del astrágalo, pudiendo encontrarse parcialmente unido a ella6. Debido a su localización profunda en el pie está poco expuesto a los traumatismos produciendo escasas alteraciones funcionales2. Debemos diferenciarlo de la fractura de la apófisis posterior del astrágalo en la que tras una flexión plantar forzada del pie, impacta con el canto posterior de la tibia que también se puede fracturar2,6. El escafoides accesorio (21% según Burman, 20% según Tsuruta), también llamado os tibiale externum, se encuentra dorsomedial a la tuberosidad del escafoides y habitualmente es bilateral6. Como es obvio también debe ser diferenciado de la fractura del escafoides tarsiano2. En los casos en los que tiene un tamaño considerable puede producir síntomas inflamatorios y tarsalgia por el roce con el calzado2. En ocasiones se asocia al pie plano2. Tambíén se han descrito otras alteraciones por su presencia como la irritación de la vaina del tibial posterior, la bursa y ligamento calcáneo-escafoideo2. El os peroneum (14% según Burman, 9% según Tsuruta) se localiza adyacente al tendón del músculo peroneo largo y lateral a la articulación calcáneo-cuboidea6. En ocasiones se encuentra incluido en el tendón, por lo que ha sido llamado sesamoideo peroneo2. Puede estar dividido en dos, tres o incluso más osículos6 y a veces es causa de dolor en el borde externo del pie e incluso de tenosinovitis del peroneo largo. El os vesalianum (0,1% según Tsuruta) se localiza junto a la estiloides de la base del 5º metatarsiano, y se debe diferenciar del cartílago de crecimiento situado a ese nivel o una fractura de la base del metatarsiano2. El calcáneo secundario (0,1% según Burman, 0,6% según Tsuruta) se encuentra en la parte más anterior y superior del calcáneo. Por su localización puede originar la fusión del calcáneo con el escafoides alterando la estática del pie y produciendo limitación de los movimientos de pronosupinación (pie plano rígido congénito)2. El os supranavicular (0,2% según Burman, 1% según Tsuruta), se localiza habitualmente en el borde superior y proximal del escafoides articulado con éste y el astrágalo6. Es fácil confundirlo con una fractura de la parte superior del escafoides 6. El astrágalo secundario (0,2% según Burman, 0,1% según Tsuruta) se observa en las radiografías laterales del pie sobre la cabeza del astrágalo. No suele dar problemas funcionales6. Otros huesos accesorios son: el os paracuneiforme (0,1% según Burman) se localiza entre el escafoides y la cuña interna, sobre la parte más medial del pie2; el os subtibiale (0,1% según Burman, 0,9% según Tsuruta) se localiza justo bajo el VANCES ATraum Os intermetatarseum maléolo interno2,11; el os propium sustentaculi (0,3% según Tsuruta) se localiza junto al sustentaculum tali 2,11 ; el cuboides secundario se localiza entre calcáneo, astrágalo, escafoides y cuboides en una posición más plantar y tibial que la del calcáneo secundario (0,6% según Tsuruta)2,11; el os unci, extremadamente raro, se presenta como una prolongación plantar de la tercera cuña2; el os subfibulare se localiza justo bajo el maleolo externo (2,1% según Tsuruta)11; el os supratalare se localiza sobre el cuello del astrágalo (0,9% según Tsuruta) 11; el os talotibiale se encuentra delante de la articulación tibioastragalina (0,5% según Tsuruta)11; finalmente, el os intercuneiforme lo encontramos entre la primera y segunda cuñas y el escafoides (0,03% según Tsuruta) 11. En cuanto al os intermetatarseum, Burman presenta en su revisión una incidencia del 3,3% y Tsuruta un 2,6%. Se dice que frecuentemente es bilateral, como en nuestra paciente, y que presenta un alto grado de asociación familiar1,12. Lo habitual es que se localice dorsalmente entre las bases del primer y segundo metatarsianos pudiendo estar unido a uno de ellos3. En nuestro caso se encontraba unido al primer metatarsiano. Es muy variable en cuanto a forma, localización y tamaño en sus diferentes presentaciones radiológicas5. Hay trabajos que hacen referencia a la posibilidad de dolor como resultado de la compresión por el os intermetatarseum del nervio peroneo profundo a su paso entre el primer y segundo metatarsianos. Estos pacientes, además de dolor, presentan parestesias en el primer espacio interdigital con signo de Tinnel positivo. Knackfuss4 publicó un caso con estas características y Noguchi8 el de un futbolista que presentaba esta sintomatología en relación con el golpeo del balón. Para realizar un diagnóstico correcto es conveniente realizar radiografías simple anteroposterior, lateral y oblicuas que nos ayuden a localizar el hueso supernumerario. Nosotros, al igual que otros autores 8 , debido a la excepcionalidad de esta patología, realizamos también otras pruebas de imagen (TAC, RM y gammagrafía) que nos confirmaron el diagnóstico de presunción. En la bibliografía revisada se opta inicialmente por el tratamiento conservador como primera opción, (incluyendo modificaciones de calzado, analgésicos e infiltraciones) 4,8,9 y se procede a la extirpación quirúrgica (liberando el nervio peroneo profundo en caso de ser necesario) cuando el primero falla. En nuestro caso el tratamiento quirúrgico fue el definitivo. La mayoría de los os intermetatarseum son asintomáticos, pero no hay que olvidarlo en el diagnóstico diferencial del dolor en el dorso del pie. Bibliografía 1. Case DT, Osseberg NS, Burnett SE. Os intermetatarseum: a heritable accessory bone of de human foot. Am J Phys Anthropol. 1998;107(2):199-209. 2. Burman MS, Lapidus PW. The functional disturbances caused by de inconstant bones and sesamoids of the foot. Arch Surg 1931;22:936-975. 3. Brailsford JF. The Radiology of Bones and Joints. Baltimore, Williams and Wilkins, 1948, p. 35. 4. Knackfuss IG, Giordano V, Nogueira M, Giordano M. Compresión of the medial branch of the deep peroneal nerve, relieved by excision of an os intermetatarseum. A case report. Acta Orthop Belg. 2003 Dec;69(6):568-570. 5. Köhler A, Zimmer EA. Borderlands of normal and early pathologic findings in skeletal radiography. 4 th edition 840842. 227 6. Rogers LF. Normal anatomic variants and miscellaneous skeletal anomalies. Chapter 8. Paul & Juhl´s. 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Goikoetxea Uriarte, et al Tuberculosis de codo CASO CLÍNICO Reaparición de un viejo problema osteoarticular R. Sanjuan Cerveró P.J. Jimenez Honrado J.M. Pelayo de Tomás Hospital Universitario Dr. Peset. Valencia Resumen La tuberculosis es una enfermedad que experimenta en nuestros días, un aumento en su incidencia y formas de presentación extrapulmonares. Las osteoarticulares, afectan principalmente al raquis, la cadera y la rodilla. El codo se afecta en aproximadamente el 2%. Es frecuente el retraso en el diagnóstico y tratamiento al no tenerse en cuenta como posible causa. En fases primarias, la sinovitis, puede tratarse con medios farmacológicos, pero si la destrucción articular es considerable puede requerirse la cirugía. Presentamos el caso de un varón de 69 años con antecedentes de tuberculosis pulmonar que, tras tres años de evolución de una artritis séptica, presenta una reagudización del cuadro con anquilosis funcional y artropatía evolucionada. Tras desbridamiento quirúrgico y tratamiento antituberculoso, se obtuvo una buena recuperación funcional y clínica. Hemos de recordar la tuberculosis en el diagnóstico diferencial de las artritis infecciosas. Los métodos de exploración complementarios nos pueden servir de gran ayuda para orientar el diagnóstico. Palabras clave Tuberculosis. Codo. Sinovitis. 001113 Introducción La tuberculosis ha pasado en pocos años a convertirse en uno de los problemas de salud pública más importantes en la sociedad actual. Después del descenso en su incidencia en la segunda mitad del siglo XX, se ve un aumento a partir de los años ochenta, afectando en la actualidad a casi un tercio de la población mundial y causando la escalofriante cifra de tres millones de muertes por año. Entre los factores que han contribuido a este aumento se encuentran el virus de la inmunodeficiencia humana, la inmigración desde zonas endémicas de tuberculosis, la medicación y los estados de inmunosupresión, las bolsas de hacinamiento de los grandes núcleos urbanos, el aumento de la ancianidad, el incremento del personal sanitario por unidades de población, los viajes a países exóticos, la resistencia a antibióticos convencionales o la afección por gérmenes poco convencionales1. Actualmente asistimos también al aumento de dos sucesos que cambian el patrón patogénico clásico de la tuberculosis; el primero de ellos es la aparición de manifestaciones extrapulmonares sin reactivación de focos antiguos, y el segundo, las formas diseminadas desde un primer momento13. Correspondencia Rafael Sanjuán Cerveró Hospital Universitario Dr. Peset Avda Gaspar Aguilar 90 46017 Valencia Tel.: 963 862 577 VANCES ATraum 36/3Tuberculosis 2006 - Págs.de 229codo a 232 En cuanto a la tuberculosis osteoarticular representa la segunda forma de manifestación en frecuencia después de la urogenital respecto a las formas extrapulmonares, constituyendo el 1% de todas las TBC y el 20% de las que no afectan al pulmón12. Dentro de estas formas vemos que se puede afectar cualquier estructura, tanto las osteoarticulares (84%), las formas óseas puras (16%) o, única y exclusivamente partes blandas (las formas menos frecuentes). Las formas en los huesos largos, tienen normalmente un origen en las epífisis, pudiendo afectar a las metáfisis en caso de darse en niños. El lugar más frecuente de aparición es en las costillas5, donde radiográficamente muestran una imagen similar a la osteomielitis con grados variables de periostitis y ebuerneación11. Respecto a las partes blandas, lo más frecuente es la propagación desde un foco osteoarticular. Caso de producirse de modo aislado pueden aparecer en forma de bursitis, las más prevalentes en trocánter mayor, isquiotibiales y olécranon, tenosinovitis, sobre todo en el carpo, o abcesos libres sobre la musculatura4. La tuberculosis osteoarticular se inicia desde un foco pulmonar por vía hematógena, aunque en un menor número de ocasiones puede venir por vía linfática, desde un tejido circundante o por un traumatismo o una inoculación directa. Los factores que más claramente predisponen a la afección articular de la tuberculosis son: El uso de drogas por vía parenteral, el traumatismo directo sobre la articulación, las inyecciones intraarticulares de esteroides y las enfermedades sistémicas7. En cuanto a su localización, la afectación raquidea (50%), pélvica(12%) y de cadera o de rodilla (10% en cada caso)12 229 son las prevalentes, siendo el total de presentaciones en la extremidad superior del 10% y la afectación del codo en particular en torno al 2-5%. Suele presentarse de modo monoarticular (sólo hay constatadas un 3% de formas múltiples) 12 y en menos del 50% se asocia a formas pulmonares. El inicio del cuadro suele producirse en torno a edades medias de la vida con una clínica de dolor local y tumefacción en la articulación; este dolor, sordo, puede preceder a los otros síntomas (rigidez articular, disminución del rango de movimiento, febrícula, sudoración nocturna o pérdida de peso) inflamación o cambios radiográficos incluso semanas o meses7. La clínica es bastante anodina e inespecífica, sin cambios significativos en las pruebas analíticas estándar ni evidencias en los test de imagen en estadios precoces, con ello el retraso en el diagnóstico suele ser considerable y éste es uno de los principales problemas a la hora de la recuperación de la articulación y, con ello, del enfermo. Respecto al codo en particular el inicio del cuadro suele situarse en el olécranon o en la zona final del húmero, aunque no es infrecuente un inicio desde la sinovial o desde la cabeza del radio8. La clínica no dista mucho de la que se produce en otras articulaciones aunque en el codo es relativamente frecuente la parálisis del nervio interóseo posterior a nivel de la arcada de Froshe. Se da un deterioro progresivo de la articulación en forma de destrucción desde la sinovial, objetivable en las radiografías y que Martini et al2 clasifican en el codo en cuatro estadios: I. Osteopenia localizada sin lesión ósea. II. Osteopenia asociada a erosiones o cavidades. III. Afección de toda la articulación, sin destrucción masiva. IV. Lesiones avanzadas con destrucción masiva. Esta clasificación no es importante sólo por el patrón radiográfico, sino que también nos va a pautar el tratamiento y el pronóstico en cuanto a la recuperación funcional del paciente. Caso clínico Varón de 69 años, ex fumador, con antecedentes personales de diverticulosis colónica masiva, disfonía laríngea de origen ansioso y tic facial en tratamiento. Acude a nuestra consulta, remitido desde el servicio de Reumatología, por cuadro de tres años de evolución de dolor y tumefacción en el codo derecho; de base presenta una intervención previa sobre un posible “quiste sebáceo” hace 18 años que le dejó una ligera limitación funcional a la extensión. El paciente presenta antecedentes compatibles con tuberculosis pulmonar hace 30 años; estuvo en tratamiento por este proceso durante año y medio. La clínica se inicia con un síndrome constitucional y febrícula de un año de evolución con progresivo aumento de la tumefacción del codo. A la realización de una radiografía simple de tórax se la informa como engrosamiento pleural bilateral y granulomas tanto en base como en vértice de pulmón izquierdo. Es etiquetado inicialmente como artrosis de codo derecho y artritis cristalina/séptica, al realizarse una punción dirigida por ecografía y hallarse al aspirado con polimorfonucleares con cristales de pirofosfato cálcico y cultivo posistivo para Streptococus mitis. El único hallazgo sugestivo de tuberculosis fue un test de Mantoux de 30 mm atribuido a los antecedentes personales, ya que el cultivo, el Ziehl-Nielssen y la PCR fueron negativos. Se establece tratamiento con gentamicina y cloxacilina intravenosos y posteriormente con amoxicilinaclavulánico vía oral, mejorando clínica y funcionalmente el enfermo. Tres años después presenta una reagudización del cuadro, con mayor limitación funcional, inflamación evidente y signos degenerativos avanzados a la radiología (artropatía 230 erosiva grave con fragmentación de superficies articulares) (fig. 1). En la analítica destaca una PCR muy elevada y tras la realización de una nueva aspiración del codo, se presenta, ahora sí, una tinción de Ziehl-Nielssen positiva para bacilos ácido-alcohol resistentes. Se establece el diagnóstico de artritis tuberculosa de codo derecho y se inicia el tratamiento con triple terapia durante nueve meses, programándose para cirugía a los cuatro meses del inicio del tratamiento tras observar que con el tratamiento farmacológico no había evolución satisfactoria del cuadro; la movilidad en este momento es de flexoextensión de 30-80º con pronación de 15º y supinación de 15º. Fig. 1. Imagen radiográfica de frente y perfil donde se objetiva el grado de destrucción articular. Durante la intervención, realizada por una vía de abordaje externa, se llega a la articulación para la realización de una sinovectomía, observándose material grisáceo y friable englobando toda la sinovial, destrucción articular con ausencia de cartílago en la paleta humeral y completa destrucción de la cabeza del radio a nivel metafisario, por lo que se decide su extirpación. Las muestras para cultivo y biopsia se informaron como osteoartritis y sinovitis granulomatosa caseificante con focos fibrinosos inespecíficos de inflamación aguda. Tras la comprobación intraoperatoria de la movilidad se decide observar la evolución del cuadro en vista de una posible artrodesis. El postoperatorio evoluciona favorablemente, se retiran los drenajes a los 5 días con un contenido de 200 cc en uno y 50 cc en el otro. Se coloca una férula de yeso en 90º de flexión a mantener durante cuatro semanas y se remite al paciente a su domicilio con tratamiento médico. Al mes de la cirugía inicia el protocolo de rehabilitación, manteniendo las férula en horario nocturno y, al inicio, fuera del gimnasio y retirándola progresivamente a los dos meses la movilidad era de 80-110º de flexoextensión con bloqueo de la pronosupinación; a los cuatro meses la flexoextensión pasó a ser de 80-130º, la pronación de 0º y la supinación de 45º (fig. 2). Los cultivos después de tres meses de la cirugía fueron negativos tanto en Lowenstein-Jensen como en medio líquido y los reactantes de fase aguda fueron remitiendo también hasta alcanzar valores muy próximos a la normalidad. Discusión Micobacterium tuberculosis es la bacteria más frecuente del complejo formado por las micobacterias. El diagnóstico de la TBC osteoarticular es realmente complicado sin una sospecha clínica fundada, ya que ninguna prueba, a excepción del cultivo y la biopsia, es patognomónica o altamente sugestiva de la enfermedad. Todos los resultados, tanto de las pruebas de imagen como de los test analíticos, sólo nos proporciona- R. Sanjuán Cerveró, et al rán datos no específicos que harán que nuestro diagnóstico se retrase con las devastadoras consecuencias que ello conlleva. Los parámetros sanguíneos apenas representan variaciones, si bien puede observarse un aumento en las tasas de indicadores inflamatorios, tales como la VSG o la PCR; la fórmula leucocitaria habitualmente permanece inalterada y estos valores tan solo se usan como datos pronósticos en el control de la enfermedad activa. Fig. 2. Imagen radiográfica de frente y perfil del resultado de la cirugía a los tres meses de evolución. Los medios de imagen presentan un amplio abanico de posibilidades, aunque, en ninguna nos permitirá el diagnostico. La gammagrafía con Ga67 o Tc99m nos permitirá realizar un screening de todo el organismo ante la sospecha de lesiones extrapulmonares en pacientes con TBC pulmonar o de lesiones múltiples, hecho relativamente frecuente, con una sensibilidad de un 90% pero con baja especifidad; esto, sin embargo, nos abre las puertas a la realización de pruebas algo más específicas sobre un foco de lesión ya delimitado3 a pesar de que los falsos negativos de la gammagrafía aumentan al realizarse sobre el raquis. La radiología simple es otra prueba en donde los falsos negativos son frecuentes en estadios precoces de la enfermedad, ya que las lesiones tardan una media de entre 2 a 5 meses en ser visualizables desde el inicio del cuadro; este hecho se debe a que la tuberculosis no es una enfermedad piógena, como el caso de las estafilocócicas o las estreptocócicas, con lo que no se producen enzimas proteolíticas (Kinasas) y no se afecta directamente el cartílago articular. Es por este motivo por lo que el espacio articular se preserva hasta fases avanzadas de la enfermedad, cuando el pannus del tejido de granulación destruye el cartílago y eventualmente el hueso, y es esto mismo uno de los datos que nos permite diferenciar este tipo de artritis de la artritis reumatoide, la fúngica o la bacteriana aguda. Aunque clásicamente la tríada de Phemister (osteoporosis yuxtaarticular, quistes óseos periarticulares y disminución progresiva de la interlínea articular)10,11 ha constituido el patrón radiográfico de la tuberculosis, la verdad, es que pueden encontrarse multitud de hallazgos en las radiografias como osteopenia, calcificaciones periféricas, afectación epifisaria en niños, periostitis, proliferación ósea o zonas de necrosis ósea (kissing secuestra). En el caso del codo otro de los signos totalmente inespecíficos, pero de los más precoces es el signo de la almohadilla grasa posterior visualizada en la proyección de perfil y que, en ausencia de antecedente traumático agudo, indica derrame o inflamación que la desplaza de la fosita olecraniana. La TAC nos permitirá delimitar la afectación ósea y visualizar calcificaciones dentro de los abcesos, dato de necrosis caseosa, muy sugestiva de tuberculosis. Aunque la máxima utilidad de la RM sea el de comprobar el grado de atrapamiento medular en los casos de TBC vertebral también permite visualizar los focos de necrosis caseosa en VANCES ATraum Tuberculosis de codo imágenes potenciadas en T2, pero en los casos en los que no hay calcificación también nos puede ayudar a diferenciar la tuberculosis de la artritis piógena, siendo sugestivos de la primera imágenes de erosión ósea con ausencia de señal en la médula subcondral y abcesos extraarticulares con paredes finas y lisas bien definidas9. De todos modos el diagnóstico final de la TBC se debe realizar mediante el reconocimiento de Micobacterium tuberculosis en el estudio histológico o en el cultivo o, de modo ideal, en ambos, sobre todo en zonas donde la enfermedad no es demasiado prevalente o hay resistencia a los antibióticos de tratamiento12. En este campo la PCR (reacción en cadena de la polimerasa) ha supuesto una revolución al permitir el diagnóstico casi con una certeza absoluta. El tratamiento médico está basado en una pauta de asociación de antimicrobianos de larga duración (300 mg de isoniazida, 600 mg de rifampicina y 20 o 30 mg por kilo de peso de pirazinamida sólo durante los primeros dos meses). La aparición de resistencias está haciendo variar este protocolo introduciendo cada vez más fármacos como el etambutol, la cicloserina, el ácido paraaminosalicílico, la etionamida o la rifabutina. La duración del tratamiento se aconseja que sea de 12 meses aumentándolos a 18 en algunos casos sin distinguir además si ha habido o no cirugía. El planteamiento quirúrgico en la tuberculosis del codo va a depender del grado de afección. Si decidimos seguir la clasificación de Martini2 que nos proporciona un patrón no sólo radiográfico, sino también evolutivo y pronóstico, los grados I y II pueden tratarse sin cirugía, aunque la sinovectomía o la aspiración del derrame articular también son posibles. Los grados III y IV, como el que presentamos en nuestro caso, con afectación de la movilidad, suelen precisar de sinovectomía y desbridamento de esfacelos y material necrótico y de liberación de partes blandas para permitir un mayor rango de movilidad articular. En estadios avanzados puede requerirse la artrodesis de la articulación6. La pauta de cuidados postoperatorios en los grados I y II recomienda la movilización precoz, evitando así la anquilosis de la articulación. Para los estadios III y IV la inmovilización con una férula a 90º durante uno o dos meses para disminuir el dolor, seguido de una rehabilitación diaria durante 3 a 6 meses con férula entre sesiones para prevenir deformidades y ayudar a los flexores a ganar potencia7 es la pauta que hemos elegido en este caso, aunque el uso de férulas articuladas o el uso del movimiento pasivo continuo también se ha usado. Sea cual sea el método de rehabilitación establecido, la recuperación de la funcionalidad total de la articulación en estadios tan avanzados es prácticamente imposible. Conclusiones Asistimos actualmente a un aumento de la prevalencia de la tuberculosis y de sus manifestaciones extrapulmonares, siendo cada vez más frecuente las localizaciones hasta ahora atípicas como el codo, con lo que el diagnóstico de la misma ha de entrar en nuestras mentes como causa de patología articular. El diagnóstico precoz es fundamental para evitar la destrucción de la articulación y tratar de evitar el llegar aun tratamiento quirúrgico que puede no conseguir una restitución íntegra de la funcionalidad articular a pesar de ser realizado correctamente. Bibliografía 1. Abdelwahab IF, Kenan S. Tuberculous abscess of the brachialis and biceps brachii muscles without osseous involvement. J Bone Joint Surg 1998;80-A:1521-1524. 2. Arafiles RP. A new technique of fusion for tuberculosis arthritis of the elbow. J Bone Joint Surg Am 1981;63-A:13961400. 231 3. Chen WS, Wang CJ, Eng HL. Tuberculosis of the elbow. Int Orthop 1997;21:367-370. 4. Dahl CS. Physical therapist management of tuberculous arthritis of the elbow. Phys Ther 2001;81:1253-1259. 5. Engin G, Acunas B, Acunas G, Tunaci M. Imaging of extrapulmonary tuberculosis. RadioGraphics 2000;20:471-488. 6. Fernández Portal L. La tuberculosis osteoarticular en la actualidad. Rev Ortop Traumatol 1998;42: 251-253. 7. Gómez Lus, R. Del control al recrudecimiento de la tuberculosis. JANO 1997;52:1206 (4-10). 8. Harishingani M, et al. Tuberculosis from head to toe. RadioGraphics 2000;20:449-470. 232 9. Sharma SV, Varma BP, Khanna S. Dystrophic calcification in tubercular lesions of bursae. Acta Orthop Scan 1978;49:445-447. 10. Sung HH, SungMK, Joong MA, Myung JS, Heung SK. Tuberculosis versus pyogenic arthritis: MR imaging evaluation. Radiology 2001;218:848-853. 11. Vohra R, Kang HS. Tuberculosis of the elbow. A report of ten cases. Acta Orthop Scand 1995;66:57-58. 12. Wang SJ, Lin WY, Cheng KY, Shen YY. Diagnostic value of bone Ga-67 imaging in skeletal tuberculosis. Clin Nucl Med 1998;23:743-746. 13. Watts HG, Lifeso RM. Current concepts review-Tu-berculosis of bones and joints. J Bone Joint Surg (Am) 1996;78-A:288-299. R. Sanjuán Cerveró, et al AGENDA II CURSO SOBRE ATENCIÓN INTEGR AL EN ESCLEROSIS MÚL TIPLE INTEGRAL MÚLTIPLE Madrid, del 24 al 26 de noviembre de 2006 La Escuela Universitaria de Enfermería y Fisioterapia San Juan de Dios, integrada en la Universidad Pontificia Comillas de Madrid, en colaboración con la Fundación Esclerosis Múltiple de Madrid organizan este curso de formación para alcanzar una Atención Integral de esta patología que afecta, actualmente, a multiplicidad de personas . El curso está dirigido a Fisioterapeutas, Enfermeras, Terapeutas Ocupacionales, Trabajadores Sociales, Logopedas y Psicólogos Clínicos. ESCUELA UNIVERSITARIA DE ENFERMERÍA Y FISIOTERAPIA SAN JUAN DE DIOS C/ Serrano, 199 28016 MADRID Tel.: 915 641 868 Fax: 915 643 981 sanrafael@euef.upco.es V CURSO INTERNA CIONAL DE ARTROPL A STIA S INTERNACIONAL ARTROPLA STIAS Barcelona, del 28 de noviembre al 1 de diciembre de 2006 Barcelona será la sede del V Curso Internacional de Artroplastias, que estará dirigido por el Prof. Antonio Navarro Quilis, Jefe de Servicio del Hospital de Traumatología de Vall d’Hebron Hospitals. A este curso se le ha solicitado el Reconocimiento de Interés Sanitario por la Generalitat de Catalunya (Departament de Sanitat i Seguretat Social) y créditos SEAFORMEC. Está prevista la asistencia de unos 450 especialistas de toda España y Europa en el campo de la Traumatología. El programa científico se divide en grandes bloques temáticos que reparten su tratamiento a lo largo de los tres días de curso: Pares de fricción y nuevos materiales; Fijación de los componentes protésicos; Prótesis con conservación ósea: resurfacing; Abordajes quirúrgicos: MIS y navegación; Cadera difícil y complicaciones de las artroplastias; Cadera de revisión; Acetábulo; Rodilla; Prótesis total de rodilla; MIS y PTR; MIS y navegación; Complicaciones; Rodilla de revisión. Secretaría Técnica ACTIVE CONGRESS Ronda General Mitre, 17, entlo. 4ª 08017 BARCELONA Tel.: 932 050 971 Fax: 932 053 852 www.artroplastias.com VANCES ATraum 233 NOTICIAS NUEV A TÉCNIC A DE CIRUGÍA PROTÉSIC A NUEVA TÉCNICA PROTÉSICA DE C ADER A CADER ADERA El Hospital San Millán de Logroño fue el contexto elegido para presentar una innovadora técnica de reconstrucción ósea. El doctor barcelonés Pedro Foguet presentó el procedimiento resurfacing, que lleva utilizándose en el Reino Unido más de diez años. Foguet relató sus experiencias con estas prótesis y las ilustró a través de dos intervenciones quirúrgicas proyectadas para todo el auditorio. El acto fue inaugurado por el Consejero de Sanidad de la Comunidad de La Rioja, don Pedro Soto y presentado por el Jefe de Servicio de Traumatología y Ortopedia del Hospital San Millán de Logroño, el doctor Honorio Marín. Asistieron también numerosos cirujanos, tanto del propio servicio como de otros hospitales de Navarra, Aragón o País Vasco. La técnica resurfacing, introducida por MBA Grupo, presenta importantes ventajas sobre la artroplastia convencional de cadera, ya que es un tratamiento mucho más respetuoso con el sistema óseo. Su mayor aportación reside en su especial indicación para pacientes jóvenes con problemas de cadera que siguen demandando una vida activa. El Dr. Honorio Marín (Jefe de Servicio del Hospital San Millán), junto al Dr. Richie Gill y el Dr. Pedro Foguet. EL 84% DE LLOS OS PPA ACIENTES CON DOL OR SON TR ATADOS EN ATENCIÓN PRIMARIA DOLOR TRA El dolor lumbar y la ciática afectan entre el 70 y el 90% de la población de los países desarrollados. Además, la recurrencia de estas dolencias afecta entre el 50 y el 80% de los pacientes que han tenido un primer episodio. Estas crisis tienen lugar, principalmente, entre los 30 y los 50 años, justamente en el período más productivo de la vida, lo que origina además de una clara afectación de la calidad de vida, una limitación en el trabajo. El dolor crónico incide de manera importante en la vida laboral. Se estima que hasta un 22% de quienes lo sufren llegan a perder su trabajo por este motivo. Se atribuye, sólo a la lumbalgia, una media de 21 días de baja laboral al año, lo que constituye también un grave problema socioeconómico. El Dr. Carlos de Barutell, Presidente de la Sociedad Española del Dolor (SED), destaca que el 84% de los pacientes con dolor son tratados en Atención Primaria, además de representar la segunda causa de visita de dicho servicio, por lo que estos médicos constituyen la primera línea del tratamiento de este mal y requieren una formación específica. En este sentido, no sólo es importante la mejora en el tratamiento del dolor, sino también la toma en consideración de una serie de medidas profilácticas enseñadas desde la escuela primaria y, posteriormente, en los centros de trabajo, que consigan disminuir este grave problema sanitario. El médico destaca que, entre los objetivos de la SED, está lograr la oficialización y acreditación de las Unidades del Dolor que existen en la actualidad en España. Estas unidades deberían ser independientes de los servicios del hospital, con presupuesto y personal propios. En cuanto a la formación, según la SED, se insta a crear una área especial de capacitación, además de una especialidad troncal entre dos o más afines, con una duración de al menos un año. El dolor es una de las causas más frecuentes en las consultas de atención primaria y, por ello, los médicos de este servicio deben tener una formación de calidad, integral e integrada en dicha área temática. El médico de primaria necesita del especialista en dolor, como apoyo consultivo, formativo y de referencia. Por su parte, el médico especialista en dolor precisa del médico de Atención Primaria, en el proceso de continuidad de cuidados y la integración de los mismos. Así pues, esta necesidad recíproca exige el abordaje del dolor de forma interdisciplinar. Información Tel.: 902 365 306 234 NOTICIAS EL PRIMER TR ATAMIENTO MENSUAL CONTR A LLA A OSTEOPOROSIS RESUL AZ TRA CONTRA RESULTTA EFIC EFICAZ Bonviva® (ácido ibandrónico), el primer tratamiento mensual contra la osteoporosis, demostró su eficacia en diversos estudios presentados en el pasado 33º Simposio Europeo de Tejidos Calcificados, celebrado en Praga. Asimismo, también se pudo comprobar que es bien tolerado y que las mujeres prefieren la dosis mensual, lo que les ayudaría a permanecer en tratamiento. En cuanto a eficacia, se presentaron resultados del estudio MOBILE (siglas en inglés de Ibandronato Oral Mensual en Mujeres) a dos años, que demuestra una reducción de las fracturas vertebrales en el 62% de pacientes con osteoporosis posmenopáusica, además de incrementar la densidad mineral ósea en columna vertebral y en cadera, un marcador de reducción de riesgo de fractura. Una de las principales razones de las pacientes para dejar el tratamiento son los efectos adversos. El estudio MOBILE ha probado que, después de dos años de tratamiento, el ácido ibandrónico en dosis mensual no estuvo asociado a una mayor incidencia de efectos adversos gastrointestinales con respecto a la dosis diaria de 2,5 mg. Tampoco hubo mayor tasa de abandonos debido a los efectos adversos gastrointestinales. Otro de los datos destacados es la preferencia de una dosis mensual por parte de las mujeres afectadas, sobre todo por la facilidad de la toma. La frecuencia espaciada de Bonviva® tiene el potencial de ayudar a las mujeres a mantenerse en tratamiento. La importancia de ello radica en que, en la osteoporosis, más de la mitad de las mujeres que toman un bifosfonato semanal abandonan al cabo de un año. La eficacia real sólo tiene lugar cuando el tratamiento se toma durante un período largo de tiempo Información Tel.: 932 419 150 NUEV O TR ATAMIENTO PPAR AR A EL SÍNDROME DE PIERNA S INQUIET AS NUEVO TRA ARA PIERNAS INQUIETA Los resultados de tres estudios clínicos diferentes de Mirapexin (pramipexol), presentados en la 20ª Reunión Anual de las Associated Professional Sleep Societies (APSS), muestran una mejoría significativa de todo un abanico de síntomas del síndrome de piernas inquietas (SPI), tanto durante el día como durante la noche. Los resultados incluyeron el alivio rápido y duradero de los síntomas del SPI, una mejoría de la calidad del sueño y un incremento de la calidad de vida en general. Estos resultados siguen la línea de la reciente autorización por la Comisión Europea de Mirapexin para el tratamiento del síndrome de piernas inquietas moderado o grave, siendo el primer tratamiento de estas características que se va a autorizar en toda la Unión Europea para esta indicación. En el estudio, según los expertos que lo llevaron a cabo, llama la atención que los síntomas de SPI de los pacientes, así como el grado de satisfacción con el sueño mejoraron notablemente con Mirapexin. Sin embargo, existe la idea errónea de que los síntomas sólo se dan durante la noche, mientras se duerme. Lo cierto es que los pacientes experimentan a menudo numerosos síntomas tanto durante la noche como a lo largo del día, algo que repercute negativamente en su calidad de vida. Los síntomas del síndrome de piernas inquietas incluyen dificultad para conciliar y mantener el sueño, que suele ser el motivo de consulta más frecuente al médico, si bien la enfermedad sigue estando muy infradiagnosticada. Los pacientes que realizaron un tratamiento de mantenimiento con pramipexol durante un período de hasta nueve meses, experimentaron mejorías significativas y duraderas de la calidad de vida, mientras que los pacientes a quienes se retiró el tratamiento eficaz tras seis meses presentaron un empeoramiento significativo de su enfermedad. Información www.boehringer-ingelheim.com VANCES ATraum 235 NOTICIAS COMBINA CIÓN EFIC AZ PPAR AR A TR ATAMIENTO DE DOL OR NEUROPÁTICO COMBINACIÓN EFICAZ ARA TRA DOLOR La combinación de analgésicos (oxicodona de liberación controlada y gabapentina) podría ser la solución del dolor neuropático asociado a enfermedades como la diabetes. El dolor neuropático se caracteriza por su severidad y dificultad para controlarlo. El tratamiento analgésico estándar sólo proporciona un 50% de disminución del mismo, por lo que casi todos los pacientes sufren algún grado de dolor a pesar del tratamiento. Según estudios especializados, la combinación arriba mencionada logra un 33% de mejoría, por encima del mayor alivio posible del dolor alcanzado utilizando la máxima dosis tolerada de gabapentina en monoterapia. En el estudio participaron 300 pacientes con neuropatía diabética moderada a severa. Precio al inicio del estudio, los pacientes recibieron gabapentina en la dosis máxima tolerada y los niveles de dolor se establecieron como los niveles basales. Posteriormente, se asoció al tratamiento con gabapentina de liberación controlada o placebo durante doce semanas. La combinación oxicodona-gabapentina logró un 33% de disminución en los niveles de dolor, desde los niveles basales sin generar efectos adversos adicionales. Información: Tel.: 917 870 300 LA COMISIÓN EUROPEA AUTORIZA LLA A PREG ABALINA PPAR AR A TR ATAMIENTO DE PREGABALINA ARA TRA DOLOR NEUROPÁTICO CENTRAL Dada la última aprobación de la Comisión Europea del uso de pregabalina para el tratamiento del dolor neuropático con origen en el sistema nervioso central, se amplían las actuales indicaciones del medicamento en el continente, erigiéndose como el primer fármaco que abarca todo el espectro del dolor neuropático (central y periférico). Por tanto, el dolor derivado de lesión medular, ictus y esclerosis múltiple, puede contar con la pregabalina como un tratamiento no sólo eficaz sino autorizado. El dolor neuropático central suele ofrecer dificultades en su tratamiento y, a menudo, requiere el uso de potentes opiáceos como la morfina. Con esta aprobación, pregabalina se convierte en el único fármaco aprobado en la Unión Europea para tratar el dolor neuropático tanto del sistema nervioso periférico como del central, que afecta a 7,7 millones de personas. Desarrollado por Pfizer, pregabalina actúa calmando la hiperexcitación generada en las neuronas, provocada por la disfunción o lesión de los nervios, sea a nivel de la médula espinal o a nivel periférico, dando lugar a lo que se conoce como dolor neuropático. La nueva indicación de pregabalina recibió la aprobación tras la realización del ensayo clínico que incluía 137 pacientes con dolor neuropático crónico central como consecuencia de lesión en la médula espinal. Los pacientes tratados con pregabalina experimentaron una significativa reducción de la intensidad media de su dolor respecto a aquellos pacientes tratados con placebo. Más del 40% de los pacientes con lesión medular mostraron una reducción de más del 30% de su dolor, comparado con el 16% que experimentaron los pacientes tratados con placebo. 236 D NOTICIAS El dolor neuropático es uno de los grandes retos de la investigación, al no ser eficaces los tratamientos analgésicos o antiinflamatorios tradicionales. Se trata de un dolor incapacitante que se asocia con síntomas como la sensación de hormigueo o quemazón. Su diagnóstico es complicado, por lo que son muchos los pacientes que no reciben tratamiendo adecuado, si es que su dolor ha podido ser detectado. Con la aprobación de pregabalina para el tratamiento de este dolor, se abren nuevas esperanzas para su control y atenuación. Este año, pregabalina (Lyrica® de Pfizer) recibía también la aprobación en Europa para el tratamiento del trastorno de ansiedad generalizada. Información: Tel.: 914 909 920 SETR ADE A CONSEJA SOBRE LLA A PREVENCIÓN PRIMARIA ARIA Y TERCIARIA DE SETRADE ACONSEJA PRIMARIA,, SECUND SECUNDARIA LESIONES DEPORTIV A S DEPORTIVA La Sociedad Española de Traumatología del Deporte (SETRADE) recomienda una serie de normas de conducta y coordinación de criterios de actuación ante la aparición de la lesión deportiva que sirvan tanto al profesional sanitario, en su labor de atención al deportista, como a la sociedad en general -a nivel informativo-, recomendaciones que han sido consensuadas y revisadas por profesionales experimentados y miembros de la Junta de Gobierno de SETRADE. En cuanto a la Prevención Primaria, el objetivo es evitar la aparición de una lesión deportiva mejorando los hábitos saludables, mediante el aprendizaje correcto de las técnicas deportivas, utilizando materiales de protección adecuados y adaptándose al medio ambiente, sobre todo en condiciones adversas. En primer lugar, es preciso un reconocimiento médico de aptitud y orientación que indique la actividad física más adecuada en función de la constitución de cada individuo, especialmente en edad de crecimiento. Asimismo, se recomienda mantener un nivel óptimo de hidratación y nutrición, necesario cuanto más intensa sea la actividad. Antes de iniciar el ejercicio, es preciso un buen calentamiento y estiramiento, así como al finalizar la actividad deportiva. Por último, debe ser obligatoria la presencia de personal médico acreditado en cualquier actividad deportiva oficial, sea pública o privada. En el ámbito de la Prevención Secundaria, el objetivo es evitar la repetición de una lesión deportiva, una vez producida. En este sentido, se debe asegurar una atención especializada a pie de pista y es preciso un diagnóstico exacto de las lesiones y un tratamiento que permita la curación ad integrum y la recuperación funcional en el menor tiempo posible. VANCES ATraum 237 D D NOTICIAS Si hablamos de Prevención Terciaria, la más especializada, se refiere a evitar la aparición de lesiones deportivas específicas en zonas de sobrecarga o estrés típicas de cada deporte. Toda persona que haga un deporte, sobre todo de media y gran intensidad, en edad de crecimiento, debe ser sometido a un estudio exhaustivo de las zonas de máximo estrés en ese deporte, para prevenir la aparición de lesiones y, sobre todo, para evitar que un deportista tenga que abandonar la práctica deportiva por lesión justo cuando tiene que intensificar sus entrenamientos. SETRADE, siguiendo la pauta anterior, exige que toda persona que se inicie en un deporte en una entidad pública debe tener garantizado un reconocimiento de valoración y orientación realizado por personal médico especializado. Asimismo, en competiciones oficiales, debe estar presente un equipo médico acreditado en Urgencias y Emergencias deportivas a pie de pista. Por último, y ante la gran cantidad de médicos necesarios para cubrir estas necesidades, SETRADE propone la creación de dos niveles profesionales para la atención de deportistas lesionados: Nivel A, para atender a deportistas de alto rendimiento (profesionales) y federaciones nacionales, que se componga de médicos especialistas en Cirugía Ortopédica y Traumatología, médicos especialistas en Medicina de la Actividad Física y Deporte, y Médicos Especialistas en Traumatología Deportiva; Nivel B: atención del resto de deportistas: médicos acreditados por SETRADE, que hayan superado las pruebas de homologación. Información: www.setrade.info 238 D