Download - Postulação de Francisco e Jacinta Marto
Document related concepts
no text concepts found
Transcript
BEATOS francisco y jacinta marto Boletín de los Pastorcitos POSTULAÇÃO DE FRANCISCO E JACINTA MARTO Publicación trimestral – precio 1 E | issn 1645-1317 ENERO - MARZO 2014 – 212 (Anno 52) Os Daré Pastores según mi Corazón Pedro Valinho Gomes Postulación de Francisco y Jacinta Marto «Al desembarcar, Jesús vio una gran multitud y se compadeció de ellos, porque estaban como ovejas sin pastor. Comenzó entonces a enseñarles muchas cosas.» (Mc 6,34) En la Mirada Compasiva de Dios Existe algo de misterioso en las invitaciones de Dios, o no sería la vocación una inmersión en su Misterio. Bien saben de esto ciertos pescadores del lago de Galilea. Ya no pescarían un pez más, porque un Nazareno incómodo y fascinante les sedujo para una pesca mayor, la de encausar los hombres hacia Dios (Mt 4,19). Y ya Moisés, simple pastor de un rebaño de ovejas, también habría de experimentarlo cuando una zarza ardiente le descalzo el corazón y le transformó en pastor de una descendencia incontable como las estrellas del cielo... y habría de peregrinar las arenas del desierto hacia la tierra que manaba leche y miel (Ex 3-4). El retrato de la pequeña Jacinta caminando en medio del rebaño, mientras acaricia un cordero blanco que lleva en los brazos, «para hacer como Nuestro Señor» Fátima era tierra de pastores. El retrato de la pequeña Jacinta caminando en medio del rebaño, mientras acaricia un cordero blanco que lleva en los brazos, «para hacer como Nuestro Señor»1, evoca la conversión que la invitación de Dios operara en la vida de los pastorcitos de Fátima. En su corazón de niña, Jacinta intuye ya lo esencial: «hacer como Nuestro Señor», participar de su misión pastoral de recapitularlo todo en Dios, de recoger a todos en su regazo de pastor. Es ese el norte de una vida iluminada por Dios. Es esa la promesa, hecha en la primera alianza renovada en cada estación, de un Dios que busca a su pueblo, cual pastor en busca del encuentro festivo con su rebaño (Ez 34,11-12). La promesa salida del corazón misericordioso de Dios, que irrumpe en el paso de la historia como una voz de esperanza que garantiza su presencia: «Os daré pastores según mi corazón, que os conducirán con inteligencia y sabiduría» (Jer 3,15). Es una promesa que nace de la compasión. La compasión da frutos de vida en favor del otro. Jesús recorría las ciudades de los hombres con una mirada compasiva sobre la multitud «cansada y abatida, como ovejas sin pastor» (Mt 9,36). Solo una mirada penetrante, una mirada contemplativa, a modo del profeta de la primera alianza, que veía a «Israel dispersado por las montañas, cual rebaño sin pastor» (1Rs 22,17), una mirada capaz de leer el corazón de los que le rodean, sabría vislumbrar el desgarro interior de la multitud y dejarse llenar de compasión por la humanidad sufrida. Es esta misma mirada compasiva la que se hace acontecimiento en Fátima. La epifanía de la Belleza de Dios, que hizo de Fátima el altar del mundo, brota de la contemplación misericordiosa de un Dios contristado con el drama de la historia de los hombres, con sus sufrimientos y desencuentros, con sus trincheras y egoísmos. La multitud cansada y abatida del evangelio sigue siendo la humanidad sufrida para quien Fátima irrumpe como palabra transformadora de la historia, testimonio profético de otra manera de ser. La multitud cansada y abatida del evangelio sigue siendo un siglo conflictivo y trágicamente atrincherado, sin rumbo y sin esperanza, en busca de misericordia.2 La multitud cansada y abatida del evangelio siguen siendo cada mujer, cada hombre de hoy, desilusionados de sí mismos, desencontrados unos de los otros y deshabitados de Dios. Lucía comprendió bien que el mundo para el cual Fátima quería ser fermento de vida nueva es un mundo cansado y abatido, como ovejas sin pastor: En esta torrente que inundo la humilde Sierra del Aire, y que aún no solo no ha terminado, sino que crece y aumenta cada vez más, veo como si fuese en un espejo, un pueblo sediento de Dios, desilusionado y cansado de los engaños y atropellos del mundo paganizado, materializado, egoísta y agresivo, sin norte ni guía que le transporte a través de los umbrales de una puerta salvadora, que le lleve a las fuentes de agua viva que brotan y sacian para la vida eterna.3 En un mundo sediento de vida plena, pero desencontrado de su naciente y empeñado en construir «cisternas por sí mismos, cisternas rotas, que no pueden contener las aguas» (Jer 2,13), es la misma naciente la que sale al encuentro de quien tiene sed. Porque el Reino de Dios se hace de la proximidad de un pastor que lo deja todo para salir a buscar a la oveja perdida (Lc 15,3-7). Llamados a ser Pastores De la mirada compasiva de Dios brotan vidas ofrecidas a favor de los otros. En la narrativa de Mateo (9,3510,1), al mirar compadecido hacia la multitud le sigue la elección de los doce discípulos, como para indicar que la compasión – que define Jesús, revelando la acción de Dios en el mundo – es lo contrario de la indiferencia, y que los discípulos, tanto hoy como ayer, están llamados a sumergirse en el misterio del hombre y a impregnarlo del Misterio de Dios. Que los discípulos sean convocados desde la profundidad de la simpatía de Deus es apenas evidencia de que la vocación cristiana es participación en sus designios de misericordia.4 La narrativa de Marcos apenas lo confirma (6,34-44). A la ciudad sufrida de los hombres errantes, Jesús «comenzó, entonces, a enseñarles muchas cosas.» Palabras que hacen eco en los muros atrincherados de la ciudad de los hombres. Palabras que sacian, que se hacen alimento para el hambre de vida y de encuentro. Y, luego, la vocación que surge cara al sufrimiento del otro: «dadles vosotros mismos de comer.» La Buena Noticia suscita profetas que realicen la compasión. En Fátima, tierra de pastores, la mirada compasiva de Dios se hizo palabra que sacia y acontecimiento que dinamiza la historia de los hombres. Allí hizo eco el evangelio, esa Buena Nueva definitiva de la Misericordia de Dios. El mensaje evangélico recordado en Fátima habla de un Dios que tiene designios de misericordia para su pueblo, que apela al retorno de la oveja perdida, que desea profundamente rescatar a la multitud cansada y abatida. Y los pastores de Fátima luego son “desinquietados” por ese “heme aquí” compasivo de Dios y llamados a dejarse convertir en pastores según su corazón misericordioso. En la invitación del Ángel – «Ofreced constantemente al Altísimo oraciones y sacrificios» – y en el desafío de la Señora del Rosario – «Queréis ofreceros a Dios…?» – hace eco la provocación del Resucitado: «Apacienta mis ovejas» (Jo 21,16). Jacinta intuiría bien lo más importante: «hacer como Nuestro Señor». He aquí el secreto de la compasión. Los pequeños pastores de Fátima son llamados a vivir a partir de ese Misterio de la simpatía de Dios. Es esta su vocación. Es la vocación de todo cristiano, como bien lo comprende Lucía: [Es] grande la responsabilidad de quien tiene a su cargo conducir [al pueblo de Dios]; y todos nosotros somos conductores de los otros, porque todos tenemos el deber de ayudarnos mutuamente, a andar por el buen camino.5 Los niños de Fátima, como primicias de una multitud inmensa de creyentes, son desafiados con una Palabra que se hace vocación. Son llamados a contemplar el mundo con una mirada misericordiosa y compasiva, con la mirada de esperanza con la que mira Dios. Son provocados a ofrecerse como voceros de una palabra que sacia y al mismo tiempo aumenta la sed de Dios y que dinamiza a la conversión. Son convocados a ofrecerse como pan en las manos transformadoras de Jesús escondido, como alimento para el hambre de las multitudes. Ser pastor según el corazón de Dios es dejarse habitar por una lógica de vida ofrecida y abundante. Es «hacer como Nuestro Señor». Es hacerlo hasta el extremo. La herida abierta en el pecho de Jacinta, al final de su vida, es metáfora de un corazón que se expande para más allá de sí mismo.6 Evoca la herida abierta, en lo alto de la cruz, de Aquél que se presentó ante el mundo como Buen Pastor y que, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el extremo (Jo 13,1); la herida que ha de ser señal de la promesa para todos los que, como Tomás, se encuentren en la expectativa de ser arrancados del desánimo y confirmados en la esperanza: «no seas incrédulo, sino fiel» (Jo 20,27). Y ser fiel es dejarse vitalizar por el Espíritu del Resucitado y, a partir de ese dinamismo de vida nueva, «hacer como Nuestro Señor». Es ser pastor según el corazón de Dios. Fátima es sinopsis de la Historia mayor, injertada en el génesis de la creación, la historia de amor de Dios por su pueblo, que se hace compasión y misericordia. BEATOS FRANCISCO Y JACINTA MARTO Publicación trimestral – ISSN 1645-1317 Isento de registo na ERC ao abrigo do Dec. Reg.8/99 de 9/6 art.º 12 n.º 1 A Directora: Hna Angela de Fátima Coelho,asm Editor y Propietario: Postulação Francisco e Jacinta Marto Dirección: Rua S. Pedro, 9, Apartado 6 – 2496-908 Fátima (Portugal) 1 Hermana Lucía, Memorias de la Hermana Lucía, I, p. 44. 2 En su libro La Misericordia. Clave del Evangelio y de la vida cristiana, el teólogo Walter Kasper describe el siglo XX y el inicio del siglo XXI como un siglo terrible, del cual brota «un grito en busca de misericordia» (p. 11). 3 Hna. Lucía, Como Veo el Mensaje, 2ª ed., Fátima 2007, pp. 47-48. 4Cf. Memorias de la Hna. Lucía, p. 170. 5Cartas de la Hermana Lucía, p. 68. 6Cf. Hna. Ángela de Fátima Coelho, “La compasión en los cuidados de salud”, coord. Vítor Coutinho, Jacinta Marto. Del encuentro a la compasión. Fátima: Santuario de Fátima, 2010, p. 217, nota 33: “Según el informe médico: «en la secuencia de una neumonía, surgió una pleuresía purulenta. […] La operación consistió en abrir una fisura, bastante larga, para el drenaje del pus […].” Iconos de Francisco y Jacinta, por Marko Rupnik, Santuario de Fátima; foto de Luis Oliveira Agradecemos todas las donaciones que nos fueron enviadas para ayudar en los gastos de la Causa de los Pastorcitos. Sin su ayuda nos sería imposible mantener esta Causa. Quien desee continuar con su contribución lo puede hacer en: Postulação Francisco e Jacinta Marto Banco Millennium BCP NIB: 0033-0000-45340426373-05 IBAN: PT 50-0033-0000-45340426373-05 SWIFT: BCOMPTPL Impreso en Gráfica Almondina, Zona Industrial, 2354-909 Torres Novas Contactos: Tel. 00351 249 539 780 • Fax 00351 249 539 789 e-mail: secretariado@pastorinhos.com www.pastorinhos.com